19 - {III}
[...]
—Diablos, necesito una. —Jungkook rebotó sobre sus pies, un poco desesperado—. Solo una, maldición.
—Cuida tus palabras —murmuró su madre guardando el paquete de galletas en el estante más alto, a sabiendas de que, de todas formas, él podía alcanzarlo—. Tu entrenador dijo que empezarías con la dieta. Llevas —Ella miró el reloj en su muñeca, suspirando—. Tres horas. Pensé que tu fuerza de voluntad duraría más.
—Tres horas más, tres horas menos —Jungkook la siguió fuera de la cocina, haciendo un berrinche adolescente—. Es solo un paquete de galletas. Me esperan kilos de carne y toneladas de pasto. Apiádate de mí.
—No. Tú pediste esto —le recordó la mujer inamovible—. Querías ser como tu hermano, ¿no?
Subió las escaleras y Jungkook decidió que no tenía sentido seguirla. Tan terca y cruel.
—Ella no me dejará comer un paquete de galletas —rezongó lanzándose al sofá, junto a su hermano, que tenía la cabeza enterrada en un libro—. ¿Cómo puedo eliminar un delicioso dulce de mi dieta? Ni siquiera puedo comer hamburguesa. ¿Qué tiene de malo una hamburguesa? Es pan, carne, queso y vegetales. Carbohidratos, proteína, una pequeña porción de grasa y pasto.
—Huh —Su hermano rio en voz baja—. ¿No querrás echarle dos litros de salsas también? ¿Y papas fritas con refresco? Además, no sabes con qué aceite han freído las cosas; seguro lo cambian cada año.
—Bien —El menor inspiró con fuerza, fastidiado—. Pero una galleta no hará daño.
—Jungkook... Si lo quieres mucho y no puedes tenerlo, tómalo cuando nadie esté viendo. —Riéndose, levantó el libro a la altura de su cabeza—. Y ahora nadie está viendo.
—Eso es robar —Jungkook frunció el ceño, levantándose. Así que él robaría ese paquete de galletas y declaró que sería el último... hasta que su fuerza de voluntad dijera lo contrario.
Entusiasmado, abrió el paquete de galletas y tomó uno; partió la galleta a la mitad y la dulce crema quedó a la vista, lista para ser devorada. La metió a su boca con un suspiro de felicidad y entonces su madre gritó:
—¡No acabo de escuchar ese paquete de galletas moviéndose!
—Mierda, mierda. —Casi se ahogó con el bocado en su boca—. Terminaré con ellas afuera. Hyung, no digas nada.
—Ella se dará cuenta —murmuró rodando los ojos, pero el menor ya corría en dirección a la puerta; unos pasos más allá de la entrada casi chocó contra Seokjin, mismo a quien no se molestó en saludar en su carrera. El castaño parpadeó viéndolo trotar lejos de la casa con confusión.
—¿Hola? —Tocó la puerta, que había quedado abierta. Junghyun apareció tras el sofá, levantando la cabeza como un suricato—. Tu hermano acaba de... salir con un paquete de galletas en su boca.
—Quiere ser futbolista pero no tiene la disciplina para serlo —suspiró Junghyun.
—Oh. Entiendo —Seokjin asintió y dejó sus zapatos en la entrada, aferrando la correa de su mochila. Pensó que las personas eran un universo. Siempre vio a Jungkook entre libros, como a su hermano, y ahora quería ser... futbolista, como su hermano—. Él siempre querrá ir tras tus pasos, ¿no?
—No sé qué tan bueno sea eso —confesó su amigo con un suspiro—. No quiero que se sienta presionado a nada. Mamá es muy estricta; será una pesadilla para él si no lo toma en serio. A veces siento que es mi culpa.
—¿Por qué? —Seokjin se sentó junto a él, frunciendo el ceño con desconcierto.
—Siento que tal vez... ¿se siente inferior a mí, quiere hacerse méritos a toda costa? —respondió con duda, girándose en el sofá para verlo mejor—. De todas formas, gracias por venir. Sé que debes estudiar para tu examen de admisión y aun así estoy fastidiándote.
—Está bien. Solo digo... deberías buscar otro profesor de inglés; no soy el mejor —insistió riéndose—. Y además, no creo que sea el caso de Jungkook. Pienso que te admira tanto que eres su más grande inspiración. Un ejemplo a seguir —Palmeó su hombro—. Pero al final se dará cuenta de qué es lo que desea; no lo traes como a un niño.
—Imposible —Junghyun recostó la cabeza en el sofá, casi haciendo pucheros—. Es mi hermanito. Para mí fue ayer cuando me pedía que le apuntara los botones de su camisa.
—Y lo entiendo. Eres un hermano maravilloso, a fin de cuentas —Seokjin se alzó de hombros—. ¿Qué hay de malo si quiere seguir tu camino? Mírate —señaló el libro en sus manos, riendo—. Compraste un libro en inglés aunque no entenderás ni la mitad. Te estás esforzando tanto en aprender el idioma y aún no viajas a Seúl para encontrarte con los representantes.
—No quiero perder la oportunidad solo por el idioma —masculló.
—Y eso es todo lo que ve Jungkook en ti. ¿Aún preguntas por qué siempre está detrás de ti como un cachorro hambriento?
Junghyun volvió a suspirar, cerrando los ojos. Su corazón se sintió liviano después de pensar un poco en las palabras. Si le pagaran por ahogarse en un vaso de agua todo el tiempo, ni siquiera pensaría en volverse deportista profesional. Abrió los ojos de nuevo, sonriendo un poco. Y si le pagaran a Seokjin por cada vez que lo sacaba de su infierno personal, seguro que el chico no estaría tratando a toda costa de conseguir una beca en Seúl.
—¿Por qué haces esto? —preguntó con seriedad. Seokjin frunció el ceño, sin entender—. ¿Por qué me dices todas esas cosas?
—Solo... señalo lo obvio —musitó el castaño, parpadeando.
—Siempre lo haces.
—No pensé que fuera un problema. También te admiro, ¿sabes? Empezando porque no podría dar dos vueltas a una cancha sin infartarme —Trató de bromear, aligerar el ambiente que de repente se sentía tan denso y pesado. Sin embargo, Junghyun no compartió el chiste y no sonrió, ni siquiera un poco.
—Cierra los ojos —pidió en cambio. Seokjin hizo lo que le dijo. Tal vez confiaba demasiado en él, y aun así no se esperó nunca abrir los ojos y verlo tan cerca, con su cabeza inclinada y sus labios entreabiertos. Su corazón se saltó un latido y de inmediato puso una mano en su cara, apartándolo con horror.
—¿Qué demonios? —preguntó consternado. Y le fastidió ver su cara de confusión, como si no entendiera sus palabras o por qué se había apartado—. ¿Qué crees que estás haciendo?
—Yo... pensé que...
—No —Seokjin dejó salir una risa extraña, incrédula, impropia.
—Siempre haces eso. Siempre me halagas, siempre estás ahí, siempre me consuelas —replicó Junghyun en una verborrea, sin entender, si es que acaso alguien podía entender algo allí—. Pensé que...
—Eres mi mejor amigo. Es lo que hacen los mejores amigos —siseó Seokjin, retrocediendo hasta poner tanta distancia como la pequeña sala le permitió—. No. No, no...
—Lo siento. ¡Lo siento! No volverá a pasar entonces —Levantó sus manos en son de paz, pero el castaño no esperó a escuchar lo que tenía que decir. Con afán, tomó sus cosas y calzó sus zapatos en la entrada.
—Realmente espero que no —sentenció abriendo la puerta para salir, sulfurado y ofuscado. Frente a él, a unos pasos de la puerta, vio a Jungkook; las moronas en sus mejillas lo delataban pero no tenía tiempo de lidiar con él. Pasó por su lado con rapidez y fue esta vez el menor quien vio su espalada alejándose mientras trotaba lejos de la casa.
—Entonces, ¿mamá se enteró? —Jungkook asomó la cabeza por la puerta, en caso de que su madre le esperara con un reproche. Solo encontró a su hermano de pie junto al sofá, respirando con un poco de agitación.
—No, Kookie —respondió con calma, en completa discordia con su expresión—. Siempre consigues lo que te propones. Como yo.
[...]
Jungkook cerró la puerta detrás de él, estremeciéndose visiblemente. Un extraño sonido salió de su garganta y eso hizo que Taehyung volteara a verlo, con recelo.
—¿Sucede algo?
—No puedo creer lo mucho que me emocionó cerrar la puerta. Me siento como un animal —confesó el pelinegro; a Taehyung le pareció escuchar el pestillo de la puerta y sí, le asustó un poco aquella sonrisa tan misteriosa—. Si no tuvieras eso encima, saltaría sobre ti sin dudarlo.
¿Eso? Taehyung bajó la mirada y suspiró. Tan dramático.
—¡Es solo pizza! —Una hermosa y linda caja de pizza esperando por ser devorada; ya puestos, él también se sentía como un animal. Entendía el sentimiento a la perfección—. ¿Acaso no comiste ya? Si tanta hambre tienes pudiste haber comprado tu tonta ensalada César...
—Tae.
—Oh, espera. ¿Hablas de saltar sobre mí y devorarme en un sentido no literal?
Jungkook mordió su labio para evitar reír.
—Será tan literal como quieras.
Confirmado. Aquel apartamento tenía calefacción automática.
Ay, por Dios. Él no podía soltar cosas de ese calibre y esperar que sus piernas no se volvieran gelatina.
—Pues, ¿sabes? —Retrocedió, tomando aire—. Una parte de mí quiere que sea no tan literal y la otra muy literal —balbuceó riendo por los nervios. La caja de pizza estaba entre ellos pero ahora se veía muy chiquita y poco efectiva en su único trabajo que era mantener a Jungkook fuera de su metro cuadrado personal.
—Oh. —Sí, poco efectiva. En especial cuando Jungkook solo la tomó con una de sus manos y la apartó sin ningún esfuerzo, rodeando su cintura con el otro brazo—. No sabía que eras ese tipo de chico, fosforito.
—¿Lo eres tú? —Solo para confirmar, añadió—: Es decir, ¿hay alguna obsesión con Hannibal Lecter que deba conocer o seguimos en la misma línea?
—Tú dímelo. —Se inclinó con una sonrisa y rozó sus labios. Vio los párpados de Taehyung aletear un momento antes de cerrarlos, solo para detenerlo poniendo las manos sobre sus mejillas.
—Espera. No deberíamos besarnos.
—Nadie puede vernos aquí. —Él también cerró los ojos. Solo sentía la calidez de las palmas del castaño contra sus mejillas y su respiración tranquila acariciando su piel. El corazón retumbó con alegría dentro de su pecho por esos cortos segundos.
—No me refiero a eso —susurró Taehyung, vencido. Jungkook frunció su ceño con desconcierto y abrió los ojos, pero de inmediato volvió a cerrarlos, recibiendo los labios del castaño, que se deslizaron junto a los suyos con suavidad. Siendo la medianoche, con el apartamento a oscuras y solo una tenue luz colándose por las ventanas, Jungkook no encontró un lugar más tranquilo y cómodo que ese.
Aunque quiso abrazarlo, recordó el peso de la caja de pizza en su mano y se echó para atrás, dispuesto a dejarla en cualquier maldito lado para que no interrumpiera su momento, y entonces, Taehyung se la arrebató de las manos con una sonrisa.
—Gracias por sostenerla para mí —dijo—. Pero si realmente quieres clavar la banderita en esta luna, será mejor que te esfuerces tanto como dijiste porque pizza y película no serán suficientes para llevarme a la cama.
—Yo nunca mencioné eso —musitó Jungkook con voz tranquila, pero un tinte de burla. Encendió las luces y todo lo que vio fue la cara enrojecida del castaño.
—¿Pensé que estábamos en la misma línea?
—Qué mente tan sucia, fosforito.
—No, maldita sea, tú no...
—No te preocupes —lo interrumpió colocando una mano sobre su cabeza, desordenando los ya desordenados rizos como si acariciara un cachorro—. Conoces mis términos.
Sí, bueno, ¿los que prohibían el sexo antes del matrimonio o algo así? Tampoco era tan alentador para él, en primera instancia porque esa palabra no estaba dentro de su vocabulario, planes o futuro. Pero no iba a negar que sentía algo de calidez; en realidad, después de toparse con tipos atolondrados con los que solo había perdido el tiempo, el cambio le parecía algo interesante.
—¿Qué película veremos? —preguntó tomando asiento en el enorme sofá—. ¿Tienes algún refresco? Para la pizza.
—Claro. Tengo agua en botella, de la llave, agua mineral o, si te sientes enérgico, fruta y una licuadora.
—¿Quién necesita refresco de todos modos?
Una vez encendido el televisor, Jungkook tomó asiento junto a él, innecesariamente cerca y, aun así, se sintió muy lejos.
—Veremos El silencio de los inocentes, ¿está bien? —Lo miró con una sonrisa.
—Espero que sea una casualidad —musitó Taehyung con recelo. Quiso mover su brazo para abrir la caja, pero el mariscal lo hizo primero, atrapando su muñeca descuidadamente en busca de su mano. Taehyung observó sus dedos, abriéndose paso entre los suyos hasta entrelazarse, y sintió algo en su pecho. Aún era calidez, solo que, de alguna manera, dolió un poco.
—Tal vez sí, tal vez no —bromeó Jungkook, pero el castaño no respondió a eso.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —De hecho, apretó su mano un poco y lo miró con seriedad antes de lamer sus labios—. Mencionaste que... no saldrías del clóset porque... bueno, tu carrera como deportista es un inconveniente.
—Sí, eso dije.
—¿Es la única razón? —preguntó en un susurro, como deseando no ser escuchado. El mariscal miró a sus manos por largos segundos y Taehyung no supo qué esperar. Sin embargo, nunca imaginó que Jungkook quitara su mano en un gesto perezoso y forzosamente disimulado.
—Tal vez no —contestó castamente.
—Entiendo. —Taehyung miró su pizza. De repente ya no se veía tan apetitosa.
Lo peor era que ya lo sabía.
[♥]
—No volveré a tomar —declaró Jimin. Tal vez nunca pensó que esas palabras saldrían de su boca alguna vez, pero el dolor de cabeza iba a matarlo antes que la furia de su madre—. Maldita sea, no recuerdo una mierda.
Taehyung resopló castamente, sin nada que agregar. Solo había insultado el auto de Hoseok, el trasero de Jungkook y dijo cosas que no debía, pero nada demasiado grave. Había salido bien librado, podría decirse.
—¿Escuchaste? —Jimin lo codeó; estaba inusualmente callado y su cara apagada de seguro que no era por los lentes de sol que él llevaba—. La próxima vez que tome una botella, golpéame.
—Está bien.
Y mientras caminaban entre el gentío de Seúl, mirando las placas que ponían la dirección de los edificios, Jimin confirmó lo obvio: Taehyung estaba actuando muy raro.
—¿Tan mal estuvo la película? —cuestionó en voz baja—. ¿Ese idiota hizo algo que no debía? Porque tomaré un taxi ahora mismo hasta su rico apartamento solo para patearle...
—No —respondió en voz baja el castaño. Jimin tomó su brazo y lo miró con seriedad, deteniéndolo.
—Escucha, hemos hablado de esto. Si insistió tanto como para verte obligado a decir que sí, eso sin duda es...
—No. Solo vimos una película —le restó importancia—. Literalmente. Pero su deportista trasero no sabe cómo mantenerse despierto en la madrugada así que se quedó dormido antes y luego yo, así que fue un completo fiasco.
—Oh. El príncipe Jungkook comienza a perder su encanto.
—Quiero decir, ese ni siquiera es el problema. —Y no lo era. Frustrado, volvió a mirar su celular para revisar la dirección una vez más. Según el mensaje de Hoseok, tendría que ser un edificio negro con cristales azules. Quizá era ese que se alzaba al final de la calle.
—¿Entonces?
—Acordamos que lo dejaríamos en una amistad y ninguno está haciendo un buen trabajo con eso, así que me fastidia recordar que esto no va a ningún lado. —Frunció el ceño, pero no estaba molesto; tal vez decepcionado consigo mismo por olvidarlo.
—Nada nunca lleva a ningún lado —suspiró Jimin. No necesitaba esa vibra en su vida y aun así le dio la razón.
La persona que les mostraría el lugar los esperaba en la puerta; un hombre que hizo un gran esfuerzo para verse formal y elegante pero parecía bastante incómodo en su traje. Hoseok mencionó que sería mejor descartar el lugar que revisó junto con Jackson, y si lo decía un cavernícola de su calibre, entonces el lugar estaba por debajo de pésimo. Taehyung esperaba sacar algo de esa visita, porque honestamente, comenzaba a hartarse del asunto de la fiesta.
—Según la información que tenemos se trata de una fiesta de graduación, ¿no? —El hombre miró su Tablet y presionó sobre ella varias veces—. Solemos trabajar con una empresa de logística que tiene una buena banda. Si firman el contrato con nosotros podríamos añadir el costo sobre el alquiler y les saldría muchísimo más económico que contratar y pagar por las tres cosas por separado. ¿Qué dicen?
Amplio, dos plantas, baños en buen estado y ventilación. Para Taehyung lucía como la mejor opción y la tomaría, después de discutirlo con el comité. Otro dolor de cabeza, por cierto.
—Bueno, no salió tan mal como esperaba —murmuró Jimin—. Ahora, tenemos que reunirnos con Seokjin.
—Sí. Tengo —corrigió.
—Como sea.
Aunque, cuando terminas en la otra punta del mundo, en un autoservicio, solo y decepcionado, estar a solas con él tampoco le parecía buena idea.
Sin embargo, a Taehyung le hubiera gustado un aviso con anticipación: después de horas esperando y un par de mensajes que nunca llegaron, se dio cuenta de que Seokjin no vendría.
Hola, gracias por leer hasta aquí (: Espero poder traerles prontito el siguiente capítulo, también de The village c: gracias por el apoyo a ambas historias. Espero que se encuentren muy bien, les envío fuerzas si no es así, sé que todo es un desastre ahora mismo y muchos tal vez necesiten ánimo y energía. Gracias por tanto.
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