18 - {I}
Canción en multimedia: Falling for u - peachy ft. mxmtoon 🎵 🎶
—Tú estás loco —declaró Jimin y Taehyung mordió su labio, preguntándose seriamente si en realidad lo estaba. Los ruidosos pasillos de la universidad y las demás conversaciones acallaron sus propios pensamientos, así que solo resopló mientras se aferraba al cuaderno en sus brazos.
—Solo... creo que merece el beneficio de la duda. Te lo dije. Yo y mi bocota metimos la pata —señaló el castaño—. Y definitivamente no lo escuché.
—Aun así es una pésima idea. Iré contigo —declaró su amigo.
—No creo que Seokjin hyung quiera contarme algo contigo allí —replicó Taehyung con una mueca y Jimin le dio un golpe en la nuca, chasqueando su lengua.
—Estaré en la misma cafetería. Solo por si la cosa se pone extraña. ¿Qué? Puedo estar en una esquina, gafas, gorro. No notará que soy yo —dijo Jimin a la defensiva. En la cara de Taehyung podía ver que no lucía muy convencido, pero él no estaba dispuesto a cambiar de opinión. No después de aquella chocoaventura en Tangamandapio.
—Bueno, qué más da. Supongo que es necesario.
El salón que normalmente utilizaban para las reuniones del comité estuvo a la vista unos cuantos minutos después; al parecer eran de los últimos en llegar a la fiesta, pues Seulgi ya se encontraba allí, esperando para entrar, y varios del equipo estaban también, incluido Jungkook.
Solo verlo hizo que Taehyung fuera de un extremo a otro con fuerza. Primero, a juzgar por su cabello húmedo, ellos acababan de terminar el entrenamiento y demonios, el mariscal en serio era atractivo. Demasiado. Su postura serena, sus brazos cruzados y sus fuertes bíceps luchando contra la camiseta que los apresaba. No había duda de por qué algunas chicas que pasaban de camino miraban una segunda vez al chico, aunque este pareciera no percatarse de ello.
Y segundo: bueno, el asunto de Seokjin. La culpa iba a comérselo vivo si no le contaba a Jungkook, pero tampoco deseaba hacerlo. No quería problemas, o empezar una guerra. Y no es que temiera por cómo reaccionaría Jungkook; solo... ahora sabía que el chico seguía herido, y no quería poner limón con sal en la herida entrometiéndose en el asunto.
—Disculpen, chicos, el conserje no estaba por ningún lado. —Luego de abrir el salón y ocupar cada quien un lugar, esperaron a los miembros restantes y solo entonces dieron inicio a la reunión.
Taehyung estaba bastante aliviado, a decir verdad. Las cosas iban sobre ruedas y los chicos del equipo habían conseguido dos potenciales lugar en donde sería la fiesta; después de esto, tendrían que averiguar sobre la logística, la música y por último las invitaciones y la publicidad. Hoseok, el dueño de la primera opción, se ofreció a revisar el lugar el sábado, para sorpresa de Taehyung. Estaba demasiado colaborativo y aunque en parte seguro se trataba de su pobre intento de redención, el castaño no iba a quejarse.
—Pero realmente no deseo ir solo —musitó Hoseok y luego miró a Jimin. Ahí estaban, por supuesto, sus segundas intenciones.
—No puedo. Iré con Taehyung el sábado a... ¡a revisar el otro lugar! —añadió rápidamente, al ver la mirada exasperada del castaño. El aludido ni siquiera sabía que se había ofrecido a revisar el sitio.
—Sí, ujum —Aun así dijo, asintiendo.
—Oh, puedo acompañarlos entonces —intervino Jungkook y Taehyung realmente deseó que el chico no fuera tan atento en momentos como ese.
—No —balbuceó Jimin—. No hay necesidad.
—Pero puedo acercarlos en el auto —replicó el mariscal haciendo un sutil puchero—. Vamos, no me cuesta nada. Tampoco sería justo dejarlos ir a su suerte. ¿Qué tal no den con la dirección? ¿Y si se pierden? ¿Y si toman el autobús equivocado?
Taehyung apretó sus labios firmemente. Ese idiota era tan lindo.
—No. Tienen el partido contra Hanam el viernes, ¿no? —dijo Seulgi—. Pueden descansar. Y yo iré con Yeonwoo al otro lugar, Hoseok.
—Yah —Jackson aplaudió, complacido por las atenciones—. Francamente no me quejo. Eso es lo que hace un equipo. Por eso los tengo en mi corazón, amigos.
—Duh, lo que eres es un vago perezoso —replicó Chanyeol dándole un puntapié en su silla—. Lo dices porque despertarás con una resaca el día siguiente, ya que para embriagarse nadie aquí se siente cansado después del partido.
—¡Sh! Traidor —siseó Jackson, pero la amable Seulgi ya no lucía tan comprensiva y caritativa, así que ellos comenzaron una discusión acerca de quién iría al dichoso lugar. Mientras las voces se elevaban, Taehyung viró la mirada hacia Jungkook y encontró al mariscal mirándole devuelta entre el escándalo. La clase de mirada que no cree absolutamente ni una palabra de lo que está escuchando.
—¿Por qué no quieres que los acompañe? —preguntó Jungkook cuando la reunión hubo acabado y todos habían dejado el salón. Finalmente, Jackson y Hoseok fueron los (obligados) elegidos. Taehyung no se sorprendió por la pregunta; de hecho, la estaba esperando y la respuesta salió casi de inmediato.
—Tú no te embriagas y mereces descansar más que aquellos cavernícolas.
—Pero quiero verte —Sin embargo, ninguno de sus años en la carrera pudo haber preparado a Taehyung para aquello, o al menos no a su corazón, que casi se había saltado un latido—. ¿Al menos irás al partido?
—Sí —contestó el castaño con una sonrisa, para su sorpresa y la de Jungkook. ¡Él nunca había ido a uno de esos partidos en su vida! —Quiero decir, no. Ni siquiera entiendo el maldito juego.
—Pero aceptaste. Y si no vas, harás que se rompa mi corazón, Kim Taehyung. No quieres ser el culpable de mi muerte, te lo aseguro. —Jungkook sonrió ladino y alcanzó su mano, pero no pudo tomarla porque el castaño la alejó, jadeando.
—En serio, deja de... hacer eso en la universidad —susurró Taehyung, mirando con ansiedad las ventanas del salón. Nadie particularmente interesado en lo que ocurría al interior de este, pero, de todas formas, prefería evitar alguna tragedia.
—Ugh. ¿Ves? Quiero verte, fuera de aquí. Mañana tengo la tarde libre. ¿Qué tal si, cuando termines con tus clases, pasas por mi apartamento y nos vamos? —sugirió el mariscal, alzando sus cejas.
—¿Nos vamos?
—Sí, no sé, fuera de la ciudad. Debe haber algún restaurante o algo interesante a los alrededores.
Sus palabras arrancaron una corta carcajada por parte de Taehyung y Jungkook frunció el ceño, sin saber realmente cuál era la parte chistosa del asunto.
—Lo siento. La gente normal invita al cine o alguna cosa así, pero supongo que ser un deportista promesa te da algunos beneficios —suspiró, aún un poco risueño—. De todas formas, no seas ridículo. Tendrás el partido al día siguiente. ¿Qué tal si regresamos tarde? En serio, descansa. Puedo acompañarte cualquier otro día.
—Vale, pero eso no resuelve el hecho de que quiero verte. ¿Qué tal una película? —Él no iba a rendirse así de fácil—. Prometo comprar golosinas y cosas que amenacen la salud a largo plazo.
—Me convenciste con la parte de las golosinas.
—Entonces, ¿te veré mañana?
Taehyung sonrió de forma estúpida y asintió.
—Totalmente.
[♥]
Llegada la mañana siguiente, la tácita promesa de encontrarse con Taehyung fue lo único que lo motivó a levantarse.
Jungkook inspiró profundo y rodó en su cama sin muchas ganas. Casi escuchó el eco de su respiración. Aquel apartamento era endemoniadamente grande y solo estaba él para llenar el silencio.
Tal vez era la razón por la que salía tan temprano de allí, a trotar. Y la razón por la que prefería regresar tarde en la noche, después de los entrenamientos, de algún aventón a los miembros cuando podía. Porque la soledad en ese lugar era... asfixiante.
¿Qué era lo más mortificante? Quizá era el hecho de que, luego de la discusión de Ji Eun, los recuerdos no paraban de llegar. Él cerró los ojos, cansado. Esas imágenes era como balas que se incrustaban en su cabeza una detrás de otra, sin piedad.
Lo últimos meses antes de que su hermano partiera habían sido una completa guerra. Sus padres, su hermano y él eran como perros y gatos. Ni siquiera... ni siquiera podía recordar la última vez que lo había abrazado. Ese peso en su pecho lo volvería loco en algún momento. Jungkook echó un vistazo a su mesa de noche, donde estaba su celular. ¿Cuándo había sido la última vez que recibió una llamada de sus padres, también?
Fue el timbre lo que lo obligó a abrir los ojos. No terminaba de levantarse de la cama cuando sonó la segunda vez y aunque estaba esperando por alguien, se le antojó extraña la insistencia y la desesperación con la que parecían tocar.
—Chico, alístate ahora mismo. —Su mánager no se molestó en saludar o pedir permiso para entrar. Era su apartamento, después de todo. Jungkook rascó su nuca sin entender por qué lucía tan afanado.
—Seung-nim, pensé que la reunión sería al mediodía —murmuró, revisando su reloj de muñeca solo por si acaso. No, aún eran las nueve de la mañana.
—Hijo, no hago las reglas en el mundo del espectáculo —dijo el hombre, arreglando la chaqueta de su traje—. Mi trabajo es conseguir lo mejor para ti y tienes una entrevista en media hora. Aquí mismo. Ordena esto —Él señaló su sala, un poco hastiado por el desorden—. Y tu cara. Debes lucir como la futura promesa del fútbol americano, no como un universitario con demasiadas responsabilidades.
—A este punto creo que soy ambas cosas —farfulló Jungkook, pero él se estaba moviendo hacia el sofá para recoger las cosas que definitivamente no iban allí.
—Llamaré a Hyo-joo. ¿Cómo es posible que no haya llegado? —se quejó su mánager, mascullando mientras sacaba su teléfono. Esa vendría siendo la estilista y si ella no se aparecía pronto, alguien iba a perder la cabeza—. Dios. Abre la cortina, las ventanas. Necesitamos luz, profesionalismo. —Bien podría ser Jungkook el primero.
—Esto es muy apresurado, Seung-nim.
—Lo sé, pero quiero decir... Mierda, ella no contesta —gruñó su mánager, presionando con desesperación las teclas en su teléfono—. No lo sé. Alguien habló conmigo esta mañana; dice que vieron algo interesante en la página de la universidad —Le restó importancia, con el celular en su oreja—. Quieren entrevistarte para televisión nacional. ¡Hyo-joon, dónde estás! ¿Oh? Oh, en la entrada. Perfecto, perfecto.
Mientras Seung salía del apartamento para reunirse con la estilista, Jungkook tuvo un pequeño momento de calma para buscar en su celular qué era aquello tan interesante. En la gaceta, en primera página, aparecía una nueva entrada que ponía: ¡Conoce al equipo de fútbol!
El primer miembro en aparecer era, cómo no, Hoseok. Bajo su imagen, había un largo párrafo de alabanzas que Jungkook no dudaba que hubiesen sido redactadas por él mismo; al final de este, un corto video que alternaba entre los entrenamientos y momentos en los vestuarios. El patrón se repetía con cada miembro del equipo, por ende, la suya no era muy distinta. La diferencia radicaba en el vídeo. En el suyo, había cortos de su estancia en el equipo de Busan; su uniforme rojo le trajo algo de nostalgia, ver a sus anteriores compañeros también.
Sin embargo, hubo algo que lo descolocó por completo y fue justamente mientras se preguntaba cómo habían conseguido esos vídeos: uno de ellos era, sin lugar a discusión, de su hermano. A la distancia ambos podrían lucir de facciones bastante similares, pero Jungkook sabía a la perfección que ese chico era Junghyun, no él.
La molestia lo invadió desde lo más profundo de sus entrañas. ¿Así que Seokjin aún tenía esos videos y ahora por accidente había colgado uno de su hermano?
—¡Jungkook-ssi, arriba! —El animado grito de la estilista impidió que Jungkook ahondara mucho más en el tema. Aun así, el mariscal estaba seguro de que eso no terminaría allí.
[♥]
Taehyung creyó haber entrado a otro mundo cuando atravesó la puerta del apartamento de Jungkook, la cual, por cierto, estaba abierta de par en par.
Había al menos una docena de personas en la sala, unas enormes lámparas y extrañas sombrillas de aluminio, todas apuntando hacia el sofá, que al parecer era el centro de atención, pues allí mismo apuntaban las cámaras. Le costó un mundo adentrarse un poco más, solo para descubrir que era Jungkook la estrella del lugar.
—Muy bien, tomemos un descanso —anunció alguien a todos en general y el mariscal dejó salir un largo suspiro, brincando del sofá como si este le quemara. Le dio una sonrisa de disculpa a la mujer que le entrevistaba. Nada personal; solo estaba un poco abrumado.
—¿Jungkook? —Escuchar la peculiar voz de Taehyung entre los murmullos de las conversaciones fue tanto un alivio como una nueva preocupación. ¿Acaso no había quedado con él en la tarde? Una mirada a su reloj le indicó que en realidad eran las dos de la tarde, y sí, él había pasado al menos cinco horas en esa famosa entrevista.
—Fosforito, lo siento. Carajo —farfulló acercándose a él. La culpa en su mirada desconcertó a Taehyung, quien más maravillado no podía estar.
—¿Qué dices? ¡Esto es genial! —Descaradamente y aunque las miradas del personal de producción estaban sobre él, el castaño se echó sobre el sofá y posó frente a las cámaras, aunque estuviesen apagadas—. Yo lo veo, ¿eh? Lo veo. Kim Taehyung: la promesa de la actuación.
—Sí, fosforito, pero sal de ahí, por favor —murmuró Jungkook con señas desesperadas antes de que alguien les llamara la atención. Prácticamente tuvo que arrastrarlo, pues Taehyung estaba demasiado ensimismado en su fantasía, asintiendo para sí mismo mientras meditaba acerca de su futuro y lo mucho que amaba estar frente a cámaras.
—Ow —alargó el castaño, notando la energía de Jungkook, que distaba de lo feliz que él se encontraba—. ¿Vine en mal momento?
—No —Mientras caminaban lejos del tumulto, Jungkook los guio a la habitación por un poco de privacidad—, es decir, esto es estresante. Sin lugar a dudas soy mejor con las letras que con las palabras. Solo quiero que acabe.
—No te preocupes, cavernícola. Necesitas más esta entrevista o lo que sea que mi compañía —resolvió Taehyung con un ademán; él entró en la habitación y Jungkook cerró la puerta detrás de ellos—. Quiero decir, podría ir con Jimin pero él aún está en modo hibernación post-ruptura. No quiere mis buenas vibras.
—Huh. Quien lo viera pensaría que enamorarse es realmente peligroso.
—Lo es —replicó el castaño, asintiendo con vehemencia—. Quiero decir, no el sentimiento. Es peligroso si es de la persona equivocada. ¿Acaso nunca te has enamorado, cavernícola?
Taehyung picó su pecho con el dedo índice y el mariscal sonrió tranquilamente, atrapando su mano.
—No, nunca.
—Oh. —Jungkook tiró de él y Taehyung trastabilló un poco, sintiendo su pecho golpear contra el fuerte torso del mariscal y luego los brazos del chico rodeándole en un abrazo de oso—. Por supuesto. ¿Cómo no lo imaginé? No hay tiempo para eso, cosas de chicos malos e inalcanzables.
—Estoy completamente a tu alcance, Kim Taehyung —susurró el pelinegro viéndolo a los ojos—. ¿Qué quieres hacer conmigo?
Uf. Taehyung confirmó que el apartamento tenía calefacción automática porque él de repente se sentía bastante acalorado dentro de su chaqueta.
—¿E-Esa es una pregunta para mayores de edad? —preguntó muy serio, aunque balbuceando como un idiota—. Porque, uh, honestamente hay mucha gente allí afuera, pero si me estás proponiendo lo que creo que me estás proponiendo entonces...
—Mmh —Jungkook cerró los ojos, aguantando una pequeña carcajada—. No puedo tomarte en serio, fosforito. Me haces esos ojos de cordero y lo único que puedo pensar es en apretar tus mejillas.
Taehyung sonrió de forma dulce y el mariscal acarició sus labios, juntos. Por inercia, se deslizaron en un suave compás, sereno, perezoso, la clase de besos que despierta cosas estúpidas en tu estómago. O al menos en el de Taehyung. Y aunque la sensación lo hizo sentirse asustado, no quiso separase o terminar con aquello. Ellos no debían. No debían besarse.
—Jungkook —exhaló Taehyung, o al menos lo intentó; casi se derritió en un corto suspiro. El mariscal sonrió y sostuvo sus mejillas, aplastándolas.
—Ojos de cordero. No puedo. —Sus manos dieron el doloroso apretón y Taehyung gimoteó con fastidio, alejándose.
—¡Eso no era necesario!
—¡Jungkook, volveremos en cinco minutos!
—Fosforito —musitó Jungkook con una expresión angustiada—. Creo que debemos aplazar nuestra tarde de películas. No creo que esto termine aquí. Lo siento mucho, de verdad.
—Está bien —respondió Taehyung tranquilamente, apretando una mano en su hombro—. Aún tenemos el viernes, después del partido. ¿Bueno?
—Bueno —El mariscal tomó sus mejillas una vez más, aunque sin apretarlas; más bien, acariciando sus pómulos con los pulgares—. Es una promesa.
Hola, chiquillas y chiquillos... He estado lidiando con un problemilla de salud, así que he estado ausente 😔 además de estar lidiando con asuntos por los que todos seguro atravesamos, así que les envío ánimos y mucha fuerza 🤧❤️
Respecto a The village, a pesar de que el capítulo está escrito, no planeo actualizarlo porque no logro llegar a una versión que me guste y no pretendo actualizar por actualizar. Quiero traerles un buen capítulo 😔 Gracias por entender, sonrían 🤧❤️
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