Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16 - {III}



Canción en multimedia: I'm gonna show you crazy - Bbebe Rexha 🎵 🎶




—Jimin, escucha. Esto es urgente.

¿Uh?¿Por qué me despiertas tan temprano? —masculló su amigo del otro lado de la línea.

—Son las once de la mañana, Jimin.

Se escucha como temprano para alguien que se acostó esta madrugada a las cinco haciendo muy responsablemente sus correcciones al trabajo de Redacción antes que salir con Seokjin.

—Sí, bueno... Sobre eso... ¿Podrías venir a buscarme?

Taehyung miró a su alrededor con un suspiro. Ah, ¿cómo había llegado a eso?





[...]




Taehyung rascó su cuello. Seguro que tendría una buena cicatriz allí si volvía a hacerlo, pero su cuerpo no encontraba una manera de canalizar de todo lo que sentía.

La situación era demasiado extraña para él. Tal vez nunca había visto a Seokjin así, de esa manera.

¿Qué manera?

Bueno, así. Deshecho y sin poder controlar su llanto; ni siquiera trataba de disimularlo, pero estaba esforzándose por conducir como si nada estuviera pasando. Taehyung no sabía qué hacer o decir, para ser honestos, porque no entendía absolutamente nada.

—Hyung —murmuró para llamar su atención—. Detente; no tienes que forzarte a manejar. Puedes hablarlo conmigo.

—Está bien, Taehyung. Solo te llevaré a casa —dijo toscamente, casi escupiéndolo entre dientes. Él aceleró y Taehyung se removió en su sitio.

—Hyung —repitió el castaño, encogiendo sus dedos alrededor del cinturón de seguridad. Él lamió sus labios con nerviosismo y le dio una mirada de reojo—. ¿Qué pasó en Rubí? ¿Acaso tú... tienes que ver con la muerte del hermano de Jungkook? ¿Por eso te odia tanto? ¿L-Lo mataste?

La reacción de Seokjin lo tomó por sorpresa. Taehyung no estaba esperando calma, pero tampoco pensó que aquello terminaría por descolocar a Seokjin. El chico golpeó el volante con sus manos varias veces, con furia, y el claxon sonó varias veces mientras el chico gritaba:

—¡No, maldición, no! —Su cara se puso roja y Taehyung sintió su cuerpo pegándose al asiente del auto cuando el acelerador fue oprimido hasta el fondo. Mierda, no. Mierda, no. Si había algo que de verdad aterraba a Taehyung, era ir en un auto a toda velocidad.

—Hyung, detente. Está bien, por favor, detente —susurró sintiendo su corazón yendo tan rápido como el auto.

—¡Dime por qué tienes que ser tan cotilla y entrometido siempre! ¡Qué mierda te importa! —vociferó Seokjin hacia él, sin siquiera mirar el camino. Otro vehículo que venía en la misma vía, en dirección contraria, hizo sonar su claxon bruscamente.

—¡Por favor detente! —gritó Taehyung sin prestarle atención. Demasiado asustado como para sentirse dolido por esas palabras.

Bruscamente, Seokjin pisó el freno y el dolor estalló en su clavícula y hombro cuando el cinturón de seguridad sostuvo su cuerpo antes de quedar aplastado contra el para brisas como un huevo.

—¡¿Qué?! —El mayor espetó, mirándolo.

"¿Qué?" —repitió Taehyung alzando su voz también—. ¡Jódete!

Él abrió la puerta del auto y la cerró con fuerza. Las piernas le flaquearon y se sintió mareado. De verdad odiaba la velocidad, le aterraba, pero más le asustaba estar encerrado en un automóvil con alguien que ciertamente estaba loco.

Ahora, ¿dónde estaba? Necesitaba ubicarse. Allí había un árbol, y allá había otro. Y más o menos en cada metro cuadrado. ¿Ya habían pasado el autoservicio? No podía recordarlo. Seguro sí.

Como fuera, llegaría caminando o moriría en el intento, pero no se quedaría allí.

—Taehyung —Seokjin también abrió su puerta y salió de su automóvil—. Taehyung, ven aquí.

Pero el castaño no le escuchó. Y si ahora quería que alguien escuchara lo que tenía que decir, ese no sería Taehyung, nu-uh.

—¡Taehyung, maldición! —El grito hizo que el chico respingara. Dios mío. ¿Pero quién era aquel desconocido? Tres años. Tres malditos años, y Taehyung nunca lo había escuchado siquiera alzar su voz. Tal vez él vio el horror y la confusión en los ojos del castaño, porque de inmediato su expresión se llenó de culpa y se suavizó—. Por favor.

Por favor tu madre. No entras a un auto con un tipo que primero te grita y luego parece dócil como un cachorro.

—Jódete —repitió enseñándole el dedo medio de su mano. La otra sostenía firmemente su celular y, si es que había dejado alguna cosa en al auto, Seokjin podía tirarlo a la basura porque no había manera de que regresara.

Caminaría veinte minutos en aquella dirección y, si acaso no encontraba siquiera un alma en el camino que lo orientara hacia el autoservicio, caminaría veinte minutos de regreso. La idea de pedir un chance cruzó su mente y fue rápidamente descartada. No había salido de un auto con alguien a quien apenas lograba reconocer para entrar a otro.




[...]




Aún con los últimos atisbos de batería, su celular logró sonar y despertarlo de su sueño. Jimin miró el número desconocido en su pantalla y, quizá, si no hubiera estado tan adormilado, habría colgado de inmediato. En cambio, solo murmuró un perezoso:

—¿Diga?

¡Jimin! ¡Gracias al cielo!

Aquella voz solo lo hizo fruncir el ceño un poco.

—¿Taehyung?

Jimin, escucha. Esto es muy urgente.

El rubio miró el número nuevamente. No era el de su amigo y además, ¿qué eran esas horas?

—¿Uh?¿Por qué me despiertas tan temprano? —masculló frotando sus ojos con pereza.

Son las once de la mañana, Jimin —siseó su amigo del otro lado de la línea.

—Se escucha como temprano para alguien que se acostó esta madrugada a las tres haciendo muy responsablemente sus correcciones al trabajo de Redacción antes que salir con Seokjin.

Sí, bueno... Sobre eso... ¿Podrías venir a buscarme?

—¿Qué? —Él se incorporó un poco, algo más despierto pero luchando ferozmente contra sus cálidas sábanas—. ¿Por qué? ¿Dónde estás?

Esa es una buena pregunta. Oye, amiga, ¿dónde estamos exactamente? —Él preguntó hacia alguien más y eso fue todo lo que necesitó Jimin para despertarse.

—¿Cómo que "amiga"? ¿No estabas con Seokjin? —exclamó levantándose de su cama.

Estaba. Las personas van y vienen. Es parte de la vida, Jimin.

—¿Qué mierda significa eso? ¿Dónde estás? —Él repitió, perdiendo la paciencia.

Dice que en el kilómetro 54 vía Gwacheon. En un autoservicio. Dice que está cerca de Seúl pero francamente no le creo. Esto luce como el camino hacia alguna ciudad perdida llamada El Dorado.

—¿Cómo se supone que llegaré?

No lo sé. ¿GPS? ¡Me lo debes!

—Jungkook. Él tiene auto, ¿no? Lo llamaré —resolvió después de meditar unos segundos, pero solo recibió una rotunda negativa.

¡No! —chilló Taehyung de inmediato. Más que estar molesto con él... no quería escuchar "te lo dije".

—¿No? ¿Por qué?

Solo... Dile a Hoseok hyung. Sí. Mejor. Ugh, Jimin. No tengo mucho tiempo. Esta llamada tiene una tarifa bastante indecente e indignante. ¿Acaso viene con teleconferencia a Marte, amiga?

—Oh, por supuesto. ¿Por qué no a Hoseok? —bufó Jimin con ironía—. Está bien, mira, este aparato se quedará sin batería. No te muevas de tu lugar.

Él cepilló sus dientes y arregló un poco su cabello frente al espejo antes de colocarse unos zapatos. ¿Quién necesitaba una ducha cuando tu amigo estaba camino a Tangamandapio?




[♥]




Jimin tocó la puerta una media hora después, casi en contra de su voluntad. Estar allí no le causaba mucha gracia.

Hoseok era un idiota. Jimin prefería atribuirle su estúpido comportamiento a todo el dinero que el chico tenía en su billetera y no exactamente a sus padres, quienes tal vez trataron de inculcarle buenos valores y no solo de cumplir sus caprichos.

Con un suspiro que casi le hizo doler el pecho, Jimin tocó la puerta del apartamiento sin saber qué esperar. Unos segundos después, Hoseok abrió la puerta. Llevaba apenas una pantaloneta puesta para cubrirse, a la que Jimin trató deliberadamente de no prestarle atención. Él pelirrojo lucía sorprendido de verlo allí, pero, contrario a lo que sus arrogantes pensamientos dijeran, Jimin no venía por una visita y mucho menos por otra cosa.

—Escucha. El torpe trasero de Taehyung está en problemas y... —Y las palabras murieron en sus labios al ver a sus espaldas. ¡Otra vez esa chica estaba allí! En el sofá, inmersa en un par de libros, luciendo de lo más tranquila y cómoda. La ira casi bulló dentro de sus entrañas con una rapidez impresionante. Casi. Porque luego lo pensó mejor y, maldita sea, no le importaba. Si la chica no le había dado importancia a lo sucedido era su maldito problema.

—Oh —Hoseok notó su mirada y negó rápidamente—. No. No es lo que piensas. Ella está con Namjoon ahora mismo. En serio.

—Olvídalo. Llamaré a Jungkook —declaró Jimin con un segundo suspiro, esta vez de decepción y resignación—. Dame su número.

—No, espera. ¿Qué pasa con Taehyung? —demandó saber Hoseok. Cuando Jimin sacó su celular del bolsillo de sus pantalones, se dio cuenta de que había muerto definitivamente. Sin batería.

—Qué importa. Tú estás bastante ocupado —silbó Jimin—. Solo... necesitaré que llames a Jungkook... Por favor —añadió entre dientes al ver a Hoseok cruzándose de brazos con incredulidad.

Hubo una larga batalla de miradas entre los dos. Lo incómodo de la situación era ciertamente hilarante; Jimin estaba conteniéndose con todas sus fuerzas de gritarle un par de cosas al chico, pero sabía que tarde o temprano ellos iban a terminar teniendo una —no civilizada— conversación.

—Bien —Hoseok cedió, tecleando en su celular para marcar el número de Jungkook. Jimin estiró su mano ingenuamente pensando que podría hablar con él, pero no, el pelirrojo se llevó el aparato al oído y lo mantuvo lejos de su alcance—. Hey, Kook. ¿Tienes tu auto? Voy a necesitarlo. Wonho vomitó una canasta de cerveza en el mío así que está en proceso de desintoxicación...

—¡Tú no vienes! —declaró Jimin siguiéndolo al interior. Al percatarse de la algarabía, Namjoon y la chica miraron exaltados hacia ellos. Jimin hizo como que no existían.

—¿Iremos a algún lado? ¿Uh? Es un poco apresurado para hacer planes —respondió Jungkook del otro lado de la línea, ajeno a todo—. Y el auto no es mío, es de mi mánager; no lo tengo conmigo.

—Bueno, ¿puedes llamarlo? Porque Taehyung necesita ser rescatado o algo así.

¿Qué? —Después de incontables segundos, esa fue la única sílaba que Jungkook dejó salir—. ¿Qué demonios? ¿Qué pasó?

—Esa es una excelente pregunta —contestó Hoseok—. No lo sé muy bien, Kook. Jimin no quiere darme detalles. Simplemente planeaba utilizarme de Uber.

—Oh, mira quién está hablando de utilizar ahora —exhaló Jimin, indignado.

Mierda, no tengo tiempo para lidiar con ustedes —espetó Jungkook y se escuchó otra voz de fondo—. Está bien. Veré que puedo hacer. ¿Dónde está él? Puedo ir a buscarlo. ¿Dijo algo? Él no contesta el maldito teléfono.

Sí, bueno, específicamente dijo que no te llamara —señaló Jimin echado incómodamente sobre Hoseok para escuchar algo de la conversación—. No sé qué hiciste pero es una mala señal.

—Mierda. ¿Nos vemos en el café de la manzana, Hoseok?

Sí. Seguro. Te espero.




[♥]




Taehyung miró con mucho interés las neveras, muy consciente de la mirada de reproche de la chica en la caja. Algo como compra-algo-y-págalo-o-vete. Porque bueno, ¿qué era otra media hora escondido en el autoservicio? Él no deseaba siquiera asomar su cabeza y arriesgarse a encontrar a Seokjin de nuevo.

Esperaba que la chica lo entendiera y, si no era ella, al menos su compañero. Con su cabello castaño y mechas rosadas lucía un poco más divertido que la chica. No es como si Taehyung llevara mucho tiempo prestándoles atención, pero se hizo un poco difícil no mirar en su dirección cuando el tipo castaño casi se fue a los golpes con un cliente bastante grosero y testarudo que tuvo los nervios de espetarle en la cara que saludaría cuando se le diese la gana y que si aquello le generaba problemas, en palabras textuales, lo atendería cuando dejara de importarle una mierda. El gerente del local evitó una tragedia y como niños regañados los mandó a un rinconcito.

Fue por eso que el suspiro de alivio más demoledor lo golpeó con fuerza cuando, por fin, Jimin asomó su cabeza por la puerta del local. Él nunca estuvo tan feliz de ver a ese rubio enano malgeniado y engreído en su vida.

—¡Taehyung! Qué mierda. No veo el auto de Seokjin afuera. ¿Dónde está? —soltó su amigo apresuradamente al verle, sin importarle el abrazo apretujado de Taehyung—. ¿Está varado o algo así? ¿Debemos ir a buscarlo?

—No. Más bien, él... Oh, sagrada mierda, Park Jimin. Te dije que no llamaras a Jungkook —alargó Taehyung viendo al pelinegro cruzar las puertas del pequeño local.

El mariscal miró con impaciencia de un lado a otro hasta encontrarlo, y para cuando lo hizo, Taehyung no estaba seguro de si estaba molesto o no. Esperaba un sermón, un zape, una nueva discusión, o cualquier otra cosa; pero no esperaba que el chico lo asfixiara en un abrazo que lo tomó con la guardia baja. Tal vez toda la tensión del día se resumió allí, en ese momento, y Taehyung tuvo unas horrorosas ganas de llorar.

—Lo siento —murmuró el castaño. Supuso que también debía una disculpa; tal vez por terco y obstinado.

—Yo también lo siento. —El mariscal se veía angustiado al separarse. Detrás de él venía Hoseok y, si es que no era suficiente ya, Ji-Eun, de alguna manera.

Una ola de vergüenza golpeó a Taehyung entonces. Él de verdad había hecho que medio mundo corriera en su auxilio como un niño o la princesa en la torre, sin importarle nada; incluso Jimin había tenido que buscar la ayuda de Hoseok, aunque seguro era lo último que el rubio deseaba.

—Lo siento —repitió Taehyung para todos y para nadie. Decir "no tenían que venir" habría sido una enorme y cortés mentira. En realidad, había estado tan asustado por un momento que por primera vez en su vida universitaria había puesto sus patitas a funcionar y a correr, y, aún más impresionante, todo con el fin de estar lejos de Seokjin.

Así que sí, maldición, tal vez ellos no debían estar allí, pero estaba muy agradecido de que así fuera.

—Pero qué mierda —siseó Jimin cuando, por segunda vez, el castaño le abrazó—. Está bien, está bien. Tú podrías empezar explicándonos qué pasó, ya sabes, nos tienes un poco intrigados.

—Descuida, fosforito, tómate tu tiempo —Jungkook le rodeó los hombros y desordenó su cabello en un gesto típico, guiándolo a auto, que resultó ser el de Ji-Eun. Taehyung no pudo evitar mirarlo por largos segundos y sentirse aún peor. ¿Cómo era que alguien a quien apenas conocía de repente era más cálido y seguro que el chico por el que había tenido un flechazo por tres años?





Quería traerles todo en un solo capítulo, pero me demoraría más. Recuerden que estoy un poco ocupada en parciales, so, de allí mi demora 🥺 😢 gracias por su espera y comprensión. Espero que les esté yendo muy bien ❤️ Por favor no olviden sonreír ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro