08
Canción en multimedia: Sucker - Jonas Brothers 🎵🎶
Jungkook tomó su casco del casillero y se preguntó si era buena idea entrenar. El reloj marcaba las dos de la tarde, hora del entrenamiento, pero él aún no había probado bocado alguno porque había estado ocupado con algunos trabajos que debía entregar. Adelantarse en sus clases no estaba siendo fácil, en especial cuando había perdido varias semanas por el proceso de transferencia.
Pero no podía faltar a la práctica. Estaba al tanto de que aún no se ganaba al equipo completo, pese a su excelente debut contra la universidad de Incheon. No lo decían en voz alta, pero algunos preferían a Hoseok como mariscal. El chico tenía más experiencia táctica y pensaba las cosas con la cabeza fría, aunque no fuera tan rápido como él. Jungkook solo seguía «corazonadas». Hasta el entrenador Jisuk lo había insinuado.
Por eso no podía darse el lujo de faltar. Decidido, vistió lo que faltaba del resto de su uniforme y echó a andar fuera de los vestuarios, ansioso por reunirse con el resto del equipo. Con Hoseok habían estado hablando de abrir «convocatorias» y suplir algunas de las posiciones que creaban huecos en la defensa, así como en el ataque. Ese día, el entrenador Jisuk tenía planeado observar a la defensiva y mover algunas fichas dependiendo de su desempeño contra el equipo ofensivo. Claro que no iba a faltar.
—¿Escuchaste lo que pasó con Irene?
Aunque la pregunta no era para él, y la conversación ciertamente no lo incluía, Jungkook no pudo evitar mirar de reojo en dirección a la plática mientras se reunía con Hoseok en la yarda 35 de la cancha. Conocía a Irene; bueno, había escuchado que estaba en la misma Facultad de Taehyung. ¿Había pasado algo malo con ella?
—Querrás decir Joohyun —respondió Won Sik con una risa extraña—. Claro que lo sé. Todo el mundo lo sabe.
Todo el mundo menos Jungkook, claramente.
—Hyung —El pelinegro codeó a Hoseok, interrumpiendo su estiramiento—. ¿Pasa algo con Irene?
Como si fuera un sacrilegio hablar del tema, el mayor le siseó para que bajara la voz y Jungkook solo frunció el ceño, sintiéndose perdido. ¿A qué se refería Ravi?
—Alguien hackeó la cuenta de Yoonji noona y publicó en la gaceta virtual cosas... privadas sobre Irene —contestó Hoseok en voz baja, haciendo sonar su cuello—. Como que se cambió el nombre y dejó Daegu después de, cómo decirlo... un accidente. No me corresponde hablar de eso.
—Oh —Jungkook asintió, todavía confundido, pero su curiosidad no estaba satisfecha con la respuesta y fue por eso que —sin su celular a la mano—, no pudo evitar la tentación de volver su cabeza hacia Won Sik.
—La vi llorando en cafetería con Kim Taehyung —se burló el moreno con un resoplido—. Chupapollas. Es tan patético. Fingiré ser gay para acercarme a ella.
Los dos amigos se carcajearon en voz baja y el entrenador Jisuk hizo sonar su silbato para dar comienzo al entrenamiento. Jungkook se quedó estático en su lugar mientras sus compañeros iniciaban a trotar de extremo a extremo, sintiendo la furia burbujear en su pecho. Chupapollas. Él presionó la cara interna de la mejilla con su lengua y aferró su casco con más fuerza, hasta que sus nudillos se volvieron pálidos. Patético.
—¡Muy bien, todos a sus posiciones!
—Entrenador —Jungkook tenía una predilección de ubicarse en diagonal al center —en este caso, Kai—, cerca del guardia ofensivo a su izquierda; le hacía sentir más seguro y le daba más tiempo para armar la jugada, pero esta vez, no tenía esos planes—. ¿No será mejor si probáramos a los tacleadores como guardias ofensivos? Solo una prueba —sugirió tranquilo, como quien no quiere la cosa.
El entrenador Jisuk meditó unos segundos e hizo señas para que cambiaran, de modo que ahora Won Sik estaba en el equipo defensivo —en pocas palabras, era su rival—. Won Sik tenía que taclearlo antes de que pudiera pasar el balón o siquiera recibirlo en el snap, y oh, Jungkook estaba anticipándolo.
Normalmente, como mariscal, era su trabajo gritar las instrucciones para la primera jugada, pero el entrenador Jisuk era el encargado de hacerlo en los entrenamientos, mientras revisaba su cuaderno de apuntes, jugadas y figuras. Aun así, Jungkook le hizo un par de señas a Yonghae para que diera un paso a la izquierda y así poder ver a Won Sik a la cara.
Cuando sonó el silbato, recibió el balón y esperó hasta el último segundo para pasarlo mientras esperaba que Won Sik lograra llegar hasta él. Jungkook lanzó el balón a Hoseok y —sin la atención sobre él—, enganchó su mano en la máscara metálica del casco de Won Sik, tirando de él hasta que el chico cayó duramente sobre su hombro. No satisfecho, Jungkook siguió con el teatro y fingió ser tumbado, aterrizando sin intención alguna con su codo sobre el abdomen de Won Sik.
—¡Argh! —Ravi soltó un gruñido y empujó a Jungkook para sacárselo de encima; lanzó su casco lejos y así lo hizo Jungkook, saboreando la sangre en su boca cuando Won Sik le dio un buen gancho derecho que lo envió directo al suelo.
El moreno se trepó sobre él, iracundo, y entre golpes y forcejeos, Jungkook lo hizo rodar sobre su espalda, empuñando el uniforme del chico para lanzar su cabeza contra el suelo. Chupapollas. Patético. Oh, Ravi iba a arrepentirse de decir eso sobre Taehyung. Lo golpeó con los nudillos repetidas veces, antes de que sus compañeros intervinieran para evitar una verdadera tragedia.
—¡¿Acaso quieren una suspensión?! —bramó el entrenador Jisuk—. ¡Ninguno de ustedes es irremplazable! ¡Si no pueden comportarse se irán!
[♥]
—¿Te gusta?
—¡Es tan lindo! —Maravillado, el castaño pasó las páginas del álbum de fotos, repasando cada fotografía con cierta admiración. Tal vez Seokjin era un increíble fotógrafo, o tal vez era un excelente modelo. ¿Era muy tarde para cambiar de carrera? Seguro que Gucci moriría por contratarlo.
—¿De verdad? —Seokjin sonrió complacido—. Qué bien. Sin tu ayuda, seguro no habría obtenido la aprobación del maestro. Le gustó mucho el concepto.
Taehyung frunció un poco el ceño. En realidad, él aún no entendía el concepto del álbum. Si Seokjin decía que sonriera, él lo hacía; si Seokjin decía que llorara, él lo hacía. Por lo demás, las fotos parecían no tener un verdadero sentido.
—Explícame —dijo Taehyung cerrando el álbum—. Soy tu modelo, pero no comprendo tu cabeza, hyung.
Seokjin soltó una risa a medias. Ese miércoles se sentía especialmente feliz, aunque no podía decir por qué. El campus lucía vacío a esa hora y la brisa era fresca y suave. Nunca había compartido un momento así con Taehyung, porque su interacción se reducía a conversaciones fugaces y encuentros dentro del ámbito académico, pero descubrió que el chico era particularmente agradable. Justo lo que necesitaba.
—Solo quiero contar una historia gráfica —respondió el mayor después de meditar unos segundos—. Quiero mostrar la transición de un hombre que ha perdido la cordura a raíz de sus propias dudas sobre el bien y el mal... Pero, el bien y el mal dentro de la cotidianidad, ¿me entiendes?
—Absolutamente no.
—Es decir... —Seokjin frunció el ceño y se encontró peleando contra sus propias palabras para explicarse—. ¿Alguna vez has arrancado una flor?
—Eh... sí...
—¿Te das cuenta de lo cruel que eres por eso? Es un ser vivo, y tu inmunda arrogancia mundana ha decidido que tus caprichos son más importantes.
Taehyung jadeó, un poco ofendido, pero hey, él tenía un punto.
—¿Matarías para salvar a alguien que amas? —insistió Seokjin—. Te voy a poner una situación. A la izquierda, le apuntan a una persona querida, sean tus padres o tu pareja. Y al otro lado, le apuntan a alguien inocente; un niño, una persona que nunca has visto. Si tuvieras la oportunidad de salvar a la persona que quieres matando a la persona de la derecha, ¿lo harías?
—Dijiste cotidianidad —replicó Taehyung—. No todos los días tienes que decidir entre un niño inocente y tu madre. Quiero decir, lo siento pero soy un niño de mami; la señora se queda. Tiene que conocer a sus nietos.
—¿Eso no te hace una mala persona?
—¿Puedo pedir ayuda al público?
—Tae.
—Hyung, hay tantas perspectivas...
—Y si pudieras matar al secuestrador, a la persona que está detrás de todo eso, ¿lo harías?
—Uhm... ¿Sí? Es decir, ¿por qué no? —El castaño hizo un mohín—. Así salvaría a dos personas inocentes en lugar de una. Es bueno, ¿no?
—Pero aún eres un asesino. ¿Qué tan bueno es entonces?
Taehyung suspiró. Ya no estaba seguro de que su nombre fuera Taehyung siquiera. Al menos, ya entendía por qué el hombre de las fotos se estaba volviendo loco.
—Está bien. Cotidianidad —dijo Seokjin, cabeceando—. Lo siento por tomarte de ejemplo, pero... ¿crees que ser homosexual está bien?
—No es algo malo —replicó el castaño de inmediato y algo horroroso creció en su estómago.
—¿Entonces es bueno? No creo que todos piensen así. Piensan que está mal.
—Hyung.
—La noción del bien y el mal se distorsiona en cada persona. El personaje de mi historia gráfica no sabe discernir entre lo que está bien y lo que está mal —explicó Seokjin con una sonrisa tranquila—. Desde arrancar una flor hasta matar una persona. ¿Qué está bien y qué está mal?
Luego de un silencio un tanto incómodo, dejaron el tema del concepto de lado y se enfrascaron en cosas triviales, como sus planes para el fin de semana. Taehyung, por su parte, debía terminar un guion para la materia de Redacción, un monólogo para Técnicas y, además, no podía olvidar que debía volver al centro de la ciudad para cambiar el hanbok de las chicas. Con Jungkook.
Y tampoco podía olvidar que había quedado en ir a casa del mariscal para ver una película.
"Ver una película".
Pero cuando Seokjin le preguntó si podían tomar algo el domingo, no pudo negarse. Es que no había alma en pie que pudiera negarse a Seokjin. En especial si tenía un ramo de flores en su mano y dramáticamente lo extendía hacia él, de rodillas.
Bueeeeno, no era el escenario, pero Taehyung podía imaginarlo con detalle a la perfección.
—¿Te acompaño a casa? —preguntó Seokjin cerca de la entrada de la universidad.
—¡Sí! —Taehyung escuchó las trompetas de los ángeles, el coro de querubines cantando para él en su asunción al cielo, pero luego fue brutalmente sustituido por un doloroso golpe contra la realidad—. Mierda. No. Lo siento, Jimin me espera en biblioteca. Me ayudará a estudiar para técnicas... me fue mal en el examen.
—Oh. Entonces, te veré el domingo, ¿está bien?
Jimin no dijo nada cuando su amigo ingresó a la biblioteca bailando y tarareando aunque recibió varias miradas mordaces. El castaño se dejó caer en la silla, suspirando como si su idol favorito hubiese mostrado sus abdominales en pleno concierto. Fuera lo que fuera, él no deseaba saber.
—Demoraste —le recriminó en un bufido—. Ya saqué las guías en la fotocopiadora y los textos. Comencemos.
Pero Taehyung volvió a suspirar, esta vez con más dramatismo.
—¿Quieres empezar por un repaso o lo haremos mientras resolvemos las guías? —insistió Jimin, indiferente. Taehyung dejó caer sus manos con un mohín aburrido. ¿Por qué siquiera Jimin era su amigo? El chico era tan cruel. Le faltaba un corazón, un poquito de amor, comprensión y ternura.
—Jiminie, tienes que preguntarme por qué estoy tan feliz —dijo—. Es lo que hacen los amigos.
—No necesito preguntar. Los amigos también son adivinos —Sin embargo, el rubio dejó su lápiz de lado—. Solo te pones así cuando se trata de Seokjin. ¿Hay algún avance con el chico hetero?
—En realidad, descubrí que está loco —declaró Taehyung—. Su proyecto es un poco... extraño. Pero no me importaría ser su Harley Quinn. Lo siento, daddy Leto, las cosas están así.
—¿Y qué hay de...? —Jimin levantó las cejas—. Mmm. Ya sabes, el otro.
—¿Qué otro? ¿Heath Ledger? Mmm, buena personificación, pero...
—Quiero decir... —Su amigo miró a todos lados, a sabiendas de que decir su nombre sería un poco riesgoso. No importaba si en la biblioteca estaban solo los más estudiosos y nerditos: entre más callados, más peligrosos—. El innombrable.
—¿Ahora hablamos de Harry Potter?
—Taehyung —siseó Jimin—. Dijiste que verías una película en su casa el viernes.
—Oh. Ese otro...
Bueno, Taehyung no tenía mucho que decir al respecto. Jungkook se estaba ofreciendo en bandeja de plata y Taehyung tenía hambre, no iba a negarlo. No tienes que ser adivino para saber qué significaba ver una película, juntos, en un apartamento solo para ellos. Eso gritaba sexo en voz alta.
—Hombre, decídete de una vez —bufó Jimin—. Seokjin o Voldemort.
Sí. Había una pequeña vocecita en su cabeza que no dejaba de decir el nombre de Seokjin, una que casualmente se escuchaba como Jimin.
—Si Hannah Montana podía tener lo mejor de ambos mundos, ¿por qué yo no? —replicó con una sonrisa divertida—. Además, sabes cómo es mi suerte en el amor desde que me negué a reenviar esa cadena en Kakao: un asco. ¡Eran veinte personas!
—Así que... Vas a tomar todos los jodidos limones que te dé la vida y harás una maldita limonada. Dios —Jimin suspiró, rendido—, esta es una de las peores ideas que has tenido. Solo... no olvides los gorritos el viernes.
—Cállate; lo que dices es vergonzoso. Y hablando de cosas vergonzosas... Pobre Irene.
—Ni lo menciones. ¿Cómo está Irene?
Taehyung hizo una mueca. ¿Cómo podía estarse después de aparecer como primicia, donde fuiste la protagonista de una supuesta aventura con tu profesor y te convertiste en una rompehogares?
—No está bien —declaró. ¿Quién lo estaría después de ver su vida divulgada por todo Internet? Él estaba francamente decepcionado y frustrado. La verdad, que utilizaran la gaceta de la universidad para algo tan ruin lo molestaba, y ni hablar de cómo se encontraba Yoonji. Junto al técnico de sistemas de la universidad estaban tratando de recuperar su cuenta, sin resultados hasta el momento. —Ella está muy arrepentida de lo que pasó, Jimin. No necesitaba que alguien se lo recordara y mucho menos que le contaran a toda la universidad.
—En serio, qué mierda. ¿Y ella de verdad... uhm —Jimin hizo una pausa y bajó su voz—, iba a tener un hijo?
—No lo sé. No era mi tarea investigar la historia real, solo consolarla. Como sea —musitó fastidiado y dolido—. Debo reunirme con Hoseok hyung más tarde. La hora de publicación coincide con la hora de los entrenamientos, así que el director quiere reunirse con él.
Su amigo meditó unos segundos. El culpable lo hizo desde los computadores de la sala de redacción, así que sin duda tenía acceso al salón.
—Deberías prestarle más atención a tus cosas, Tae. Siento que esto no será el último accidente.
[♥]
—Mierda, Kook, eso va a dejar marca —murmuró Jackson con un silbido—. Tus admiradoras van a perder la cabeza.
—No tengo admiradoras —Jungkook frunció el ceño, y su ceja dolió. Con el entrenamiento acabado y el bajón de adrenalina, sentía que su cuerpo estaba siendo triturado centímetro a centímetro. No tenía fuerzas para nada, en especial para discutir con ellos.
—Jungkook, Ravi es el guardia ofensivo porque hace bien su trabajo —espetó Hoseok, molesto—. Si no quieres que te tacleen en cada jugada, será mejor que te lleves bien con él. No me importa quién empezó —siseó con un dedo acusatorio arriba, haciendo que Jungkook cerrara la boca y su excusa desapareciera.
—Hombre, ya. Sin amenazas. Vamos por unos refrescos —sugirió Jackson dándole unas palmadas en la espalda al menor—. Guarda tu uniforme. ¿O acaso no vienes?
—No, gracias. —Refunfuñando mientras presionaba un algodón contra su labio sangrante, Jungkook optó por quedarse en los vestuarios hasta quedar solo. Era un buen momento para pensar y cuestionarse a sí mismo. En esos momentos, a pesar de dolor y los golpes que recibió, se sentía... bien. Sentía un una fresca ventisca. Chupapollas. Patético. Esas dos palabras no dejaban de resonar en su cabeza, y pese a todo, él sonreía, gozando de la dulce venganza.
Jungkook bufó mientras empacaba todo su uniforme para llevarlo a casa y lavarlo —porque definitivamente era hora—. Idiota. Ravi se lo merecía.
La pesada mochila raspó sus nudillos y se quedó mirándolos como si las marcas en ellos fueran algo verdaderamente alucinante. Él nunca... había hecho algo así.
—¿Hoseok? —Apartó la mirada de sus nudillos maltratados hasta el dueño de aquella ronca voz. Entre los casilleros apareció la desaliñada cabellera castaña de Taehyung y su fulminante mirada, que solo se acentuó más al ver los vestuarios vacíos—. Mierda, ¿ya se fue? ¡Le dije que esperara!
—El entrenamiento acabó antes —explicó Jungkook levantándose de las bancas—. Y ya se ha ido. ¿Lo necesitas? Te aseguro que puedo serte más útil que él.
—Lo necesito a él —recalcó el castaño con un resoplido—. ¿A dónde fue?
—Hhm. Creo que entiendo mejor tus necesidades de lo que Hoseok podría—replicó el mariscal con una sonrisa tranquila—. Si vienes hasta aquí, puedo decirte dónde está.
—Buen intento, orangután. Tu estrategia roba-niños no funciona conmigo. Puedo llamarlo, duh. —Y a pesar de sus palabras, él le mostró la lengua como lo haría un niño pequeño.
Jimin debería estar orgulloso de su autocontrol; en otro momento, Taehyung habría sentido sus piernas como gelatina y casualmente hubiera terminado en los brazos del mariscal. Casualmente. Sin embargo las cosas estaban un poco serias ahora, así que mejor recogía su mierda.
Pero mientras esperaba que la llamada fuera atendida, escuchó el estruendo de los casilleros y su celular y la llamada quedaron olvidados en cuanto vio a Jungkook en el suelo. No lo pensó dos veces para ir a su lado, con su corazón latiendo demasiado rápido por el pánico y la confusión. Dios Santo.
—¿Jungkook? —susurró preocupado, dándole un par de golpecitos en su mejilla—. Ay, mierda santa, dime por qué me pasan estas cosas a mí.
Él estudiaba actuación. Él podía fingir que era un guapo doctor. Pero definitivamente no era un jodido doctor.
Jadeó al darse cuenta de las heridas en el rostro del mariscal. Su labio estaba herido y sobre su ceja se alzaba un pequeño globito que, apostaba, dolería un montón la mañana siguiente. ¿Qué demonios? ¿Por qué estaba tan golpeado?
¡Extra, extra! ¡El mariscal de campo frecuenta peleas ilegales en su tiempo libre! ¡Extra, extra!
—Oye, cavernícola, ¿me escuchas? ¿Estás bien? —Aliviado de que al menos estuviera despierto, le dio gracias a papá Odín y como pudo, lanzó el brazo del pelinegro sobre sus hombros para llevarlo hacia la banca de madera en medio de los casilleros —. ¿Puedes levantarte?
Jungkook era un pesado saco de músculos y testosterona. Ayudarlo a sentarse no fue fácil y ni siquiera podía sostenerse por su cuenta. El chico se recargó pesadamente sobre él, parpadeando con lentitud mientras su respiración pausada y forzada chocaba contra la piel de su (SENSIBLE) sensible cuello.
No. No era el momento de pensar en eso.
Voto de castidad.
Aléjate Satán, aléjate.
—Jungkook —lo llamó una vez más, a punto de echarse a llorar—. ¿Puedes sostenerte? Déjame ir por mi teléfono y...
—Dios. Tu cara ahora mismo —Pero tan rápido como había empezado, el show llegó a su fin y Jungkook se separó de él con una cruel carcajada—. Es tan hermosa. Eres tan lindo, fosforito. De verdad quiero verte en mi casa este viernes.
El mariscal apretó sus mejillas hasta que sus labios formaron una figura graciosa y se inclinó para besarlo, mientras él, entre la incredulidad y perplejidad, miraba al pelinegro como si le hubiera dicho por primera vez que Santa no existe.
La situación fue divertida para Jungkook hasta que Taehyung empezó a temblar, sollozando. Su cara se convirtió en un mar de lágrimas unos segundos después, y entonces gritó:
—¡Me diste un susto de muerte! ¡Vete a la mierda!
—Oye, no fue para tanto —Jungkook rodó los ojos—. ¿Tae? Mierda, no llores, fue solo una broma, lo sien... ¿Por qué mierda te estás riendo?
—Tu cara. Es chistosa —se carcajeó el castaño, limpiando sus falsas lágrimas—. Cariño, no trates de jugar con el mejor en la clase de improvisación. Vas a perder.
—Oh, vamos. Admite que estabas asustado.
—Claro que estaba asustado —Taehyung sonrió—. Si mueres conmigo en la misma habitación y no hay nadie en diez kilómetros a la redonda, yo sería el primer sospechoso. ¿Quién quiere ser sospechoso de un asesinato? ¡Duh!
—Listillo. Admite que te preocupaste por mí, aunque sea un poco —Se inclinó hacia él nuevamente, pero el castaño colocó una mano en su cara y se levantó.
—Estás todo... golpeado —señaló Taehyung—. ¿Qué te pasó?
—Mmm. Nada interesante. Te contaré el viernes —respondió Jungkook con una sonrisa divertida.
Ah. El chantaje; el anzuelo perfecto para su alma (chismosa) curiosa.
—Puedo enterarme por otras fuentes —declaró Taehyung con arrogancia y en cuanto dio media vuelta para partir, Jungkook lo arrastró desde sus caderas, obligándolo a sentarse sobre sus fuertes piernas.
—Tienes la primicia conmigo, fosforito. ¿No quieres quedarte un rato y averiguar?
—Uhm. Creo que puedo esperar hasta el viernes. —Se escapó de sus brazos, riendo, pero muy a su pesar. La oferta era tentadora; sin embargo, necesitaba encontrar a Hoseok y acabar con el asunto del hacker cuanto antes. Podía ser una mala broma —punible, y esperaba que la persona en cuestión lo supiera—, pero mientras no supieran la identidad del culpable, sabía que empezaría una nueva época del terror en la universidad.
Mientras se iba, no pudo evitar mirar hacia Jungkook una vez más. Si de verdad su secreto podía arruinar su carrera, entonces Taehyung quería apurarse y encontrar al culpable antes de que las cosas se salieran de control.
Espero que les haya gustado y sonrían 🤗❤️
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