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Canción en multimedia: He likes boys - Simone Battle 🎵 🎶


Había una razón en especial por la que Taehyung quería que la fiesta de despedida saliera a la perfección: Kim Seokjin.

Eso es, el chico del que había estado enamorado por tres años. Taehyung conoció el amor a primera vista cuando lo vio el primer día de clases: Seokjin era tan deslumbrante, tan atractivo, que parecía sacado de un manga shōjo; para el final del día, el castañito estaba suspirando corazones por él.

Con Seokjin, Taehyung conoció lo que era querer ser follado hasta el cansancio por un chico y también conoció el amor imposible: Seokjin era terriblemente heterosexual. Pero la desilusión no impidió que siguiera admirándolo: él era agraciado, chistoso, atento, amable, fuerte, detallista... ¡Como un príncipe!

Y luego... y luego estaban los cavernícolas con los que tendría que trabajar para montar la fiesta. Ugh.

Sudorosos, jadeantes y desaliñados por el entrenamiento que acababan de finalizar, los miembros del equipo de fútbol americano bebían de sus botellas de agua como si fueran vacas. Él incluso podía ver sus desagradables lenguas, lamiendo y violando la inocente botella... Bárbaros.

Dio una barrida a sus macizos cuerpos. Algo tenía que rescatarles y era que ese uniforme les quedaba malditamente bien: las hombreras y su pinta salvaje eran algo hipnótico, pero la licra blanca adhiriéndose a sus fuertes muslos y la descarada manera en la que apretaba sus entrepiernas, atentaban contra su castidad e inocencia. Taehyung nunca hubiera imaginado que tipos con suspensorio pudieran verse sexy.

Lástima que lo que tuvieran en la cabeza opacara lo que tenían entre las piernas.

—Danos un minuto —Había dicho Hoseok, el capitán, guiñándole un ojo—. Estaremos listos y a tu entera disposición entonces, Taehyungie.

El aludido no hizo más que rodar los ojos. El capitán del equipo era de esa clase de heterosexuales arrogantes que juraban gustarles a todos los hombres homosexuales solo porque tenía un pene. Bueno, él no estaba para nada mal, pero ese no era el punto.

Cuatro meses. Era lo que tenía para planear la despedida de los de quinto año, con un presupuesto mediocre y ayudantes que lucían más como cavernícolas y menos como gente civilizada. Taehyung miró su adorada libreta con el ceño fruncido, revisando la cantidad de nombres allí escritos y luego contando a sus sudorosos compañeros. Las cuentas, ciertamente, no daban.

—¡Falta uno! —se quejó con un mohín hacia Hoseok. El capitán dejó la toalla con la que se secaba el cabello y señaló hacia la cancha.

—Es Jungkook —dijo—. Nuestro mariscal de campo. Creo que está hablando con el entrenador.

El castaño frunció el ceño un poco, tratando de recordar quién demonios era Jungkook. Con esfuerzo, podía reconocer a Hoseok, a Chanyeol y algunos tipos más, todos más ineptos que el anterior.

—Es nuevo —explicó Hoseok al ver su cara de confusión—. Apenas llegó la semana pasada desde Busan.

—Bueno, pues va a tener que traer su culo pálido hasta aquí porque su entrenador sin duda alguna no va a salvar su semestre y...

—Ya estoy aquí —lo interrumpió alguien a sus espaldas—. Estaba en el baño. Perdón por tener una vejiga.

Taehyung estaba preparado para dar su mejor réplica de sabelotodo, pero la voz simplemente abandonó su garganta al girarse. ¡Aquel chico estaba sin camisa! No estaba listo para encontrarse de frente con ese torso marcado (¿eso era un eight-pack?), sus pectorales, ni aquel tatuaje de aves bajo la clavícula. Madre mía. Como si eso no fuera suficiente ya, su cabello oscuro y húmedo por el sudor le daba una apariencia salvaje y desaliñada. Taehyung boqueó varias veces, noqueado, y estuvo a punto de ir por lencería y decir "yes daddy" porque sí a todo con ese chico, de no ser por la voz de Hoseok.

—Ahora entiendo —susurró risueño—. Esto es a lo que Jimin se refiere cuando dice "se me dilató el..."

Taehyung abrió los ojos con demasía y cubrió la boca del mayor antes de que pudiera soltar tan embarazoso comentario. La calentura se le bajó al ver la mirada arrogante de aquel pelinegro: se veía exactamente como el deportista popular que iría por la virginal chica nueva solo porque esta le ha hecho el feo. Tan altanero, presumiendo sus músculos proporcionados... todo un hijo de puta. Taehyung suspiró con desánimo. Otro más a la lista de imposibles. Debajo de Seokjin, por supuesto.

—Muy bien, cavernícolas, los espero en el salón 102 de la facultad. ¡Apúrense, apúrense!

Jungkook vio al castaño alejarse por la puerta refunfuñando cosas como idiotas e ineptos. Ciertamente, estaba desconcertado por su actitud. Su única respuesta fue mirar a Hoseok, el cual solo negaba con diversión.

—Él es tan mandón como el entrenador —musitó con desagrado.

—Espera a verlo molesto.



[♥]



La lluvia de ideas para la temática de la fiesta resultó siendo apenas un par de gotas. Taehyung no quería nada cliché y eso incluía nada de máscaras o disfraces, y mucho menos quería cosas frikis como el cosplay. Su idea se inclinaba más hacia la temática de príncipes y la realeza (porque vamos, Seokjin tenía que verse muy bien con una corona), pero lo cierto era que todo el comité estaba en negación, así que seguían sin ideas.

Los miembros del equipo de fútbol llegaron unos minutos después con su usual escándalo y algarabía. Parecía que no podían mantener la boca cerrada ni siquiera un segundo, o al menos utilizar un volumen moderado de voz. Cuando estaban en la cafetería, su mesa era la más ruidosa y sus risas podrían escucharse hasta Nueva York, pero nadie tenía los huevos suficientes para pedirles que se callaran. Dominaban el bajo mundo estudiantil; no porque fueran tenebrosos, solo... estaban sobrevalorados entre los estudiantes que no podían dar ni siquiera una vuelta a la cancha sin sentir que iban a desmayarse.

Taehyung rodó los ojos mientras los veía tomar asiento. Quizá el más callado de todos era el mariscal, Jungkook. Seguro también era el más joven, lo cual resultaba bastante injusto: no tenía derecho a ser tan atractivo. Las chicas del comité se derritieron un poco al verlo. Casi escuchó el suspiro colectivo de sus compañeras cuando el chico le sonrió a Jackson por algún chiste estúpido, mostrando sus adorables dientes de conejo.

—Entonces, ¿qué tenemos que hacer? —preguntó su capitán con su enorme sonrisa.

Los chicos lucían como niños mega desarrollados emocionados por dar su primera clase. Los puestos se veían pequeños bajo sus traseros; Chanyeol ni siquiera podía acomodar sus largas piernas. Por lo demás, parecía que querían colaborar con la causa.

—Necesitamos ideas para la temática de la fiesta —dijo Taehyung para ponerlos en contexto—. Los escucho.

—¡Fútbol americano! —exclamó Seungjun levantando su mano apresuradamente. Taehyung consideró la idea, y no resultó ser tan mala si pensaba en Seokjin con licra y hombreras. ¿Pero para qué hombreras? Si ese hombre tenía unos hombros tan anchos que cargaba con sus sentimientos no correspondidos y la frustración de todos los gays. Ah.

—Ew, no —respondió Jimin de inmediato—. No tenemos presupuesto para una ambulancia. Ya los quiero ver a todos ustedes ebrios golpeando sus cascos y haciendo competencias hasta que uno tenga una lesión cervical —El chico de cabellos rubios rodó los ojos cuando la manada de mastodontes protestó y argumentó en contra, pero dado que Seulgi y Yeon Woo tampoco estuvieron de acuerdo, la idea quedó descartada.

—Quiero una fiesta como la de American Pie —opinó Jackson ni corto ni perezoso. El corazón de Taehyung dio un vuelco a imaginarse a Seokjin en esas condiciones. ¡Su Seokjin, su perfecto Seokjin! ¡Santo cielo! ¿Dónde tenía que firmar?

—Yah, qué sucio —replicó Hoseok dándole un golpe en el hombro aunque tampoco iba a negarse cuando Jackson soltaba argumento tras argumento.

Taehyung, de todas formas, descartó la idea en su mente. Seguro que una fiesta así le traería problemas, como mínimo una suspensión, lujo que no podía darse. Su mirada vagó por todo el salón mientras veía a los chicos del equipo discutiendo por qué sí y por qué no contra Jimin y las dos chicas; en esas, se dio cuenta de que mariscal de campo no estaba incluido en el debate. Jungkook tenía la barbilla apoyada en su mano y le miraba atentamente, con una intensidad que podría resultar perturbadora para cualquiera. Cuando se dio cuenta, solo parpadeó y miró a otro lado, como si nada.

—¡Opino que deberíamos hacer una fiesta como la de Qué pasó ayer! —exclamó Chanyeol con un par de aplausos—. Le pintamos el cabello a Jackson, lo metemos al baúl y ya está, tenemos a nuestro chino.

—¡Yo consigo el bebé!

—¿De dónde planeas sacar un bebé, Hoseok? —le reprochó Jimin.

—Pensé que tú querías hacerme uno.

—¡Ya supéralo! ¡Estaba emocionado por tu anotación en el partido, pedazo de imbécil! —chilló el rubio con las mejillas rojas de la vergüenza—. ¡Fue hace dos años!

Taehyung anotó en su libreta "no llevar mucho alcohol"; estaba seguro de que esos chicos terminarían casándose en Las Vegas, con un tigre en el baño y, si tenían suerte, con un dragón como mascota.

—¡Basta! —exclamó empezando a perder la paciencia. Cuando aceptó la oferta de su profesor, no pensó que planear la fiesta y llevar el control del asunto iba a ser tan difícil—. Si no toman esto en serio —empezó entre dientes—, les aseguro que convenceré al entrenador de que los cuelgue por las pelotas de un árbol y yo mismo voy a jugar con ustedes como si fueran piñat- ¡Seokjinie hyung, hola!

Jimin soltó una risilla al ver cómo a Taehyung se le dilataban todos los esfínteres con tan solo ver al mayor en la puerta del salón. Este le dio una sonrisa cálida mientras se adentraba, saludando con una corta reverencia a las demás personas allí. ¡Siempre tan educado! Sin duda, el mejor.

—Taehyungie, qué bien que te encuentro. Pensé que ya te habrías ido a casa —farfulló Seokjin manteniendo su voz baja, aunque con la algarabía de los miembros del equipo no era necesario—. ¿Tienes un minuto? Quería pedirte un favor.

—¿Lencería, orejas de gato, esposas? —preguntó Taehyung con una sonrisa soñadora—. ¡Quiero decir...! ¡Claro, hyung! ¿Qué es?

Seokjin sacudió la cabeza, riendo un poco.

—Ya sabes, este año debo presentar mi trabajo de grado... —empezó el mayor con cierta incomodidad—. Quería pedirte que fueras mi modelo porque, bueno, pedírselo a otro chico sería bastante... extraño.

Todos en la facultad sabían —y tal vez todos en la universidad también— que Taehyung era abiertamente gay. Él no se avergonzaba al respecto y estaba muy bien aunque su madre se quejara de que no tendría nietos. Lo que Taehyung odiaba era que Seokjin estuviera al tanto de eso y que, además, supiera acerca del severo crush que tenía por él. Ni siquiera podía negarse aunque lo quisiera. Era como si Seokjin presionara todos los botones correctos con su estúpida y hermosa sonrisa.

—Claro —musitó Taehyung con una pequeña sonrisa, provocando que el mayor revolviera sus cabellos de forma cariñosa en agradecimiento. Ajá. Seguro que ni con un milagro Seokjin se fijaría en él: lo veía como un dongsaeng nada más.

Se despidieron con un par de sonrisas y la promesa de una llamada para cuadrar cuándo se verían. ¡Verse! Él de verdad iba a hablar con Kim Seokjin, iban a salir y compartirían tiempo juntos. Ya casi iban a casarse; solo tenía que comprar las argollas, ¡y listo!

Algo desanimado, bajó la mirada al suelo y se dio cuenta de una cosa: otra vez Jungkook lo estaba mirando. Ni siquiera parpadeaba; el tipo lucía hipnotizado. ¡Qué chico tan raro!

—¿Se te perdió algo? —gruñó de malas pulgas hacia el pelinegro, el cual solo sacudió la cabeza y sonrió.

—Nada. Solo pensaba que eras divertido.

Taehyung rodó los ojos. No solo era un heterosexual arrogante, también disfrutaba de ver el sufrimiento de los demás. ¿Eran graciosos sus sentimientos no correspondidos?

—No lo entiendo —murmuró Jungkook llamando su atención otra vez; los demás estaban demasiado ocupados discutiendo como para prestarles atención.

—¿Qué cosa?

—¿Por qué no solo le dices que estás babeando por él y ya? —cuestionó el mariscal de campo, como si en serio fuera tan fácil.

—¿Es tu manera de conquistar a las chicas? —bufó Taehyung—. No es tan fácil. Míralo, es terriblemente heterosexual.

La burbujeante risa de Jungkook llegó a sus oídos como una contagiosa melodía. La forma en la que sus ojos se volvieron pequeños y su sonrisa se tornó tierna se le antojaron bastante infantiles a Taehyung, el cual solo frunció el ceño, preguntándose qué era lo gracioso.

—¿Bromeas? —El pelinegro cabeceó hacia la puerta, por donde Seokjin había salido—. Ese tipo suda brillitos y esmaltes rosados. Es tan gay como... tú.

—Voy a ignorar tu desubicado comentario.

La mirada tranquila del mariscal hizo que algo se sacudiera dentro de él; había algo difuso en ella, algo travieso y juguetón. Sencillamente, Jeon Jungkook era la clase de hombres que debía evitar a toda costa.

Taehyung dio por concluida la reunión, aunque no lograron mayores avances. De repente se sentía como una soberana mierda y necesitaba llegar a casa para ver su anime y por... tarse bien. Seulgi y Yeon Woon fueron las primeras en dejar el salón, seguidas por el equipo de fútbol con Hoseok a la cabecera y Jungkook en la retaguardia.

Jimin y Taehyung se quedaron hasta el final, justo para observar en primera fila el momento exacto en el que una chica corría hacia el mariscal de campo para darle un gran abrazo de oso que él no dudó en corresponder.

Síp, concluyó el castaño, Seokjin y Jungkook se quedan en la lista de imposibles.




Bueno, hola.

Adoro las historias cliché y especialmente adoro a los deportistas arrogantes. Excepto a mi hermano, a él no >:c

Quiero decirles que yo no soy buena con esto del fútbol americano. He estado estudiando el deporte como por cuatro meses o más (en mis tiempos libres) y aún no he podido comprenderlo del todo (ni sus reglas, ni posiciones, ni campeonatos), así que si escribo algo erróneo, por favor, deben hacérmelo saber (y tenerme mucha paciencia). Sonrían 🤗❤️

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