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7

El carruaje llegó a las doce del día, guiado por un enorme caballo negro de una especie autóctona de la frontera. El pelaje del animal era brillante, lustroso como el hilo de seda y parecía imposible de montar debido a sus proporciones exageradas.

Los trabajadores estaban en fila, esperando su llegada. El carruaje llevaba cinco minutos estacionado, pero por costumbre, necesitaban que Aster estuviera presente para darle la bienvenida a su esposo.

Rosemary permanecía a la cabeza en una postura tensa y cada segundo parecía ponerse de peor humor. Octavia echó un vistazo a la puerta, preocupada por la ausencia de su amo, Matthew igual, de modo que Peter les dio en empujón a ambos para que mantuvieran la vista al frente.

Dentro Johan estaba ayudando a Aster para que saliera lo más rápido posible. Este bajó corriendo, con la respiración agitada y el cabello ligeramente despeinado. Se quedó dormido, así que apenas tuvo tiempo de arreglarse. Johan salió por la parte de atrás, dirigiéndose a las caballerizas.

Afuera hubo un suspiro colectivo de tranquilidad cuando el chico apareció de repente. A pesar de su apariencia desordenada, Aster brillaba como un sol. Con una sonrisa en los labios se colocó a la cabeza de la formación, como si no hubiera pasado nada. Parecía que había conseguido salir airoso, cuando el caballo relinchó, tirando del carruaje y amenazando con echarse a correr. Rápidamente el cochero controló al animal, pero este permaneció un poco intranquilo.

Aster apenas pudo mantener la compostura, fue un esfuerzo tremendo no pegar un grito ante la escena.

Rosemary les lanzó una mirada furiosa y nadie se atrevió a moverse. Sólo hasta que el caballo se estuvo quieto pudieron seguir con el protocolo al pie de la letra.

La visita no inició con buen pie.

—Bienvenido mi señor —los trabajadores se inclinaron al unísono en cuanto Rosemary les dio la señal. Aster los imitó, todavía un poco descolocado ante la situación.

Entonces las puertas del carruaje se abrieron y Jude Brummell por fin dio la cara.

Lo primero que Aster notó fue la manera en que el viento sopló sobre el rostro estoico de Jude. El hombre era alto, de hombros anchos y el cabello negro como las alas de un cuervo. Todavía estaba utilizando el uniforme de la milicia, un traje oscuro ajustado que cubría casi cada centímetro de piel. Igual que en ocasiones anteriores, Aster se fijó en los guantes de cuero que su esposo siempre utilizaba, hacía mucho tiempo que no veía sus manos desnudas.

Sin darse cuenta le sonrió y dio un paso al frente, Jude jamás le devolvió el gesto, no lo hizo en ese momento, ni cuando eran niños, simplemente lo observó con aquellos ojos fríos, del color del topacio.

—Bienvenido, esposo mío —por la forma en la que lo dijo, parecía que estaba burlándose, pero lo decía en serio. Aster siempre lo llamaba "esposo mío", era una expresión que se sintió correcta desde la primera vez que abandonó sus labios.

Jude asintió hacia él.

—He vuelto.

La voz del hombre era profunda, pero ausente, su atención se centró rápidamente en la casa. Aster ya estaba acostumbrado, Jude siempre actuaba de esa manera. Era imponente y a pesar de la falta de sentimientos al pronunciar cada palabra, todavía resultaba feroz.

Rosemary se tensó ante la presencia de su jefe. Todos los demás trabajadores parecían igual de asustados, Aster comprendía parcialmente sus reacciones, Jude tenía una presencia impresionante, pero él pensaba que era gentil en el fondo.

—Entremos.

Jude no agregó nada más y comenzó a andar hacia la puerta. Aster sonrió cuando Mathew y Peter se adelantaron para dejarlos pasar, el aire fresco les recibió acompañado de un suave olor a lavanda. La casa estaba bañada en luz y a lo lejos, uno de los discos favoritos de Jude se reproducía, dando la sensación de que se trataba de un hogar mucho más cálido de lo que en realidad era. Jude se giró momentáneamente hacia la calle. Frente a la casa había un cerezo que florecía todo el año, era el orgullo de Johan y en ese momento, los pétalos entraban por la ventana, cayendo suavemente al suelo.

Aster vio la aprobación en la expresión de Jude. A pesar de lo accidentado de su llegada, todo estaba saliendo perfectamente.

—¿Almorzarás conmigo? —preguntó—. La mesa se pondrá en un momento.

Jude se giró hacia él, evaluando sus expresiones y luego negó con la cabeza.

—Me uniré hasta la cena —y se dirigió a la habitación en silencio.




El cochero apareció en la cocina y cuando se quitó el sombrero dejó caer una preciosa cabellera roja que dejó a Aster con la boca abierta. Después de todo, no se trataba de un hombre, era nada más y nada menos que Lorraine, la mano derecha de Jude y también la hermana de Octavia y Peter. En ese momento ambos estaban atosigando a la chica con preguntas sobre su estadía en la frontera, mientras él los observaba desde la puerta.

Lorraine solía usar vestidos cuando regresaba, pero en esta ocasión, se había dejado el traje de la milicia.

—Ahora que me han subido de rango, planeo alardear de ello el tiempo que sea posible —explicó en tono divertido. La chica era una combinación perfecta de sus dos hermanos, era alta y atlética como Peter, tenía los mismos rasgos cincelados y la piel blanca, pero su sonrisa se parecía a la de Octavia, así como el color de ojos y la forma de hablar. Aster sentía mucha curiosidad por ella, pero nunca había podido hablarle directamente.

—¿Has ganado alguna medalla? ¡Quiero verla! —Octavia la observaba como si pudiera sacar mágicamente una de algún sitio. Lorraine soltó una carcajada.

—No tengo ninguna todavía, pero me han subido el sueldo, pronto podremos poner esa ridícula panadería que tanto quieren —dijo, revolviéndole el cabello a su hermana. Esta soltó un grito de felicidad y se le abrazó, mientras una sonrisa aparecía en los labios de Peter.

En alguna ocasión Octavia le contó al respecto, al parecer su mayor sueño era tener una panadería familiar, donde pudieran vender los panes más deliciosos de la ciudad, sin embargo, aunque llevaban unos años ahorrando todavía no conseguían el capital inicial. Desde el fondo de su corazón, Aster esperaba que lo consiguieran, aunque eso significara renunciar a dos de sus personas favoritas en aquella casa.

Él estaba recargado del marco de la puerta, observando la escena con tranquilidad, cuando notó que la sonrisa en el rostro de Lorraine desaparecía. La chica se había dado cuenta de su presencia y enseguida se puso rígida. Octavia y Peter se dieron cuenta de su presencia, la chica, ajena a la reacción de su hermana, se apresuró a hacia él.

—Jefe, jefe, mire, esta es mi hermana, creo que nunca los había presentado —dijo, tirando de Aster para colocarlo frente a Lorraine.

—¡Niña! —espetó Rosemary a modo de regaño, aunque sin insistir mucho en ello. Ella también estaba feliz por las visitas.

—Jefe, mucho gusto —Lorraine hizo una reverencia, mostrándose evidentemente incómoda. Entonces Aster se dio cuenta que en el último mes su relación con sus empleados había mejorado lo suficiente como para que no se mostraran intimidados por su presencia, pero no era el caso de Lorraine.

—El gusto es mío —dijo extendiéndole la mano. Era extraño saludar a una persona a la que conocía de mucho tiempo, alguien trabajaba con su esposo, pero con quien nunca cruzó palabras antes. Lorraine pareció pensar lo mismo, porque se quedó quieta un instante antes de corresponder al gesto.

Aster no pudo evitar que su atención se centrara en las manos de la chica, enfundadas en unos guantes de cuero idénticos a los de su marido. Cuando ambos rompieron el contacto estuvo a punto de preguntar al respecto, pero Octavia y Peter continuaron interrogando a su hermana sobre el viaje.

No tuvo corazón para interrumpir aquel reencuentro.

Hola a todos, un poco tarde, pero me ando poniendo al día con los capítulos que les debo de esta historia.

Hace una semana prometí que subiría tres capítulos si argentina ganaba el mundial, pero como no tuve internet al final se quedó en la nada, así que hoy vengo a cumplir mi palabra. XD

Espero que estén disfrutando de esta historia. :-:

PD: Feliz navidad. <3

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