32
Medio mes después Mr. Lovelance estaba de regreso y Aster tuvo una reunión con él para hablar sobre el negocio de las velas. El hombre estaba de muy buen humor y le recibió junto con su esposa e hijo para merendar. Al parecer las velas se vendieron por el quíntuple de su precio en el extranjero, así que estaban teniendo una ganancia excepcional, que cubrió los gastos de transporte y les generó una buena demanda.
—Saldré de viaje una vez más la próxima semana y me quedaré unos meses fuera, así que sería ideal que tuvieras una cuenta de banco para que recibas tu parte —explicó el hombre, quien en ese momento tenía un brillo especial en los ojos. El dinero podía hacer cosas excepcionales al temperamento de una persona, Aster lo entendía más que nadie.
—Tengo una cuenta de banco donde mi marido me envía dinero ¿Esa sirve? —dijo, esa cuenta la usaba una vez al mes sólo para retiros así que no estaba muy enterado de cómo funcionaba.
—Es perfecto, eso funciona muy bien —Mr. Lovelace estaba un poco sorprendido por la ignorancia de Aster, pero luego recordó la clase de familia de la que provenía y entendió un poco mejor la situación. Cómo sea, parecía que tenía un personal bastante competente si su casa no se había caído a pedazos todavía.
Los nobles no solían ser muy despiertos en cuanto a los asuntos del dinero, tenían tanto que lo gastaban a manos llenas, eran sus administradores los que solían poner correas en sus cuellos para que no terminaran con sus fortunas familiares. Aster parecía un poco más despierto que la mayoría, se acopló bien al estatus socioeconómico de su marido y estaba haciendo todo lo posible por aportar algo a la casa en lugar de intentar mantener un estilo de vida que ya no le correspondía. Mr. Lovelance admiraba mucho eso en una persona.
El famoso "perro del infierno" había traído un cachorrito muy trabajador a su familia.
—Todavía no entiendo porque la gente ama tanto esas velas —dijo Aster, cuando estaban disfrutando del postre. Su rostro parecía genuinamente confundido por el éxito de su propio negocio—. Cualquiera puede hacerlas si se lo propone.
—De hecho, hay un hombre que las está comercializando en masa —Miss Lovelance intervino en la conversación, mientras arrullaba a su bebé. El pequeño estaba somnoliento y era absolutamente adorable, Aster sintió que se le apretaba el corazón al verlo—. Pero no es lo mismo, no tienen la misma calidad ni la misma versatilidad en su uso —agregó, encogiéndose de hombros.
—La mitad del lote que llevé la última vez la compró un médico de Gold city —el hombre ladeo la vista, pensativo—. Debería estudiar un poco al respecto, estoy seguro de que esas velas pueden ser el inicio de algo —aunque no estaba seguro de que.
Aster no dijo nada, pero estuvo de acuerdo.
Aster estaba brillando de felicidad, lo primero que hizo fue correr al registro y meter los papeles para solicitar la apertura de un nuevo gremio. Rosemary ya tenía todo listo, simplemente fue una cuestión de asistir a las oficinas y pagar el dinero que necesitaban.
Cuando volvió se sentó, en las escaleras del quisco a tomar limonada con el resto. Matthew, Octavia y Peter ya estaban buscando lugares para abrir su tienda, así que todos estaban muy ocupados, los momentos de ocio se volverían cada vez menos.
La casa pronto se quedaría relativamente sola, aquellos tres seguirían viviendo en la mansión porque así lo habían acordado Lorraine y Jude, además de que Aster no veía razón para que se fueran, pero era obvio que tendrían que contratar más gente, quizás sería hora de habilitar todas las habitaciones de la casa.
Estuvieron hablando al respecto, Octavia y Peter pensaban que podrían encontrar gente que estuviera dispuesta a trabajar en la casa, pero Lorraine les dijo que aguardaran a que Jude volviera, técnicamente él era quien tenía la última palabra y el hombre tenía una política de sólo contratar magos de magia oscura.
Aster no tenía idea de esto último, nunca se había puesto a pensar en ello, pero viéndolo en retrospectiva era lógico, si todos ellos tenían magia oscura sería más fácil que respetaran a un amo con sus mismas condiciones, además los magos oscuros tenían muchos problemas para conseguir trabajo, pues solían verse siempre bajo una luz poco favorable.
Rosemary les avisó entonces que Jude le había encargado buscar posibles candidatos y que él haría lo mismo. A final de mes, cuando volviera, podría realizar una selección más exhaustiva. Aster estaba encantado, se encontraban en camino a transformarse en una casa respetada y aunque no se preocupaba mucho por su propia reputación, adoraba el hecho de que pronto nadie podría despreciar a su marido.
La siguiente semana acudió a las oficinas para iniciar la desvinculación de Alexander del clan. No les había informado de esta movida a sus otros hermanos porque no estaba en la posición para hacerlo; Cassian era el heredero de la casa Winchester y se encontraba en un viaje de despedida de soltero junto con algunos amigos, mientras que Magnus seguía en la isla tortuga y apenas tenía noticias sobre él. Probablemente el día después de la boda los cuatro podrían contarse todas las buenas noticias, pero por ahora estaba apresurándose para poder sacar a Alexander del agujero en que lo había metido su padre.
Irónicamente la desvinculación de Alexander fue aún más complicada de lo que parecía, pues se le exigía pagar una compensación más alta debido a los costos de manutención que se invirtieron en él cuando era niño, como era un hijo fuera del matrimonio y estaba registrado como Alexander Zhao, la familia no tenía ninguna necesidad de cuidarlo, pues las leyes sólo protegían a los hijos reconocidos.
Él pagó la compensación, furioso al darse cuenta que Alexander no estaba registrado como hermano suyo, todo mundo asumió que estaba reconocido por la familia, pero no era así y su padre había mantenido esto como un secreto durante años. Suponía que Alexander debió saberlo, pero no les contó nada por vergüenza o quizás él tampoco sabía, tampoco tenía idea de si en algún momento fue registrado y luego lo borraron de los libros de la familia. Esto último parecía bastante probable si tomabas en cuenta el disgusto de su padre cuando se enteró de la profecía de su nacimiento.
—Viejo bastardo —furioso, Aster comenzó a darle vueltas a la idea de ir a ver a su padre para decirle unas cuantas cosas, aunque sabía que no valía la pena.
Él no tuvo que mortificarse toda la semana con eso, pues tres días después de enterarse de aquello su padre se apareció en la casa hecho una furia. Aster estaba seguro de que debió haber sido un golpe duro para él verlos independizarse, porque nunca en su vida se habría imaginado que un hombre como el Duque de Winchester se rebajaría a acudir a la casa de alguien para exigir respuestas, a menos que fuera la propia reina o los príncipes. Era demasiado orgulloso para ello.
Cuando Aster vio a su padre, este se encontraba parado en la sala de la casa, no parecía dispuesto a sentarse y tampoco a tener una discusión racional, su rostro no tenía expresión alguna lo cual sólo quería decir que estaba tan furioso que debía poner todo de sí para que no se le notara. Por un momento Aster volvió a tener catorce años y estaba siendo arrastrado a una mesa de rituales para sellar su memoria, se encontraba igual de asustado, igual de sorprendido.
Sin embargo, ya no era un niño y la figura de su padre ya no podía hacerle daño ¿Cierto?
—Padre —Aster lo llamó, pero el Duque estaba concentrado viendo la mesa, pasó los de dos por la superficie, odiándola al igual que todo lo que lo rodeaba.
—Sabía que serías una decepción desde que naciste —Las palabras fueron frías, duras, pese a todo Aster pudo sentir que la opinión que tenía su padre de él todavía lo lastimaba—. Cuando eras un bebé las estrellas dijeron que traerías desgracia a los Winchester, que te llevarías la gloria de la familia y yo, porque soy tu padre, todavía te crie y te eduqué pensando que de esa forma tendrías al menos un poco de lealtad a los tuyos —había reproche y desagrado en su voz.
—¿De qué estás hablando? —intentó ser autoritario, ser dueño de sí mismo, pero no pudo, su voz se escuchó como el lastimero maullido de un gato. Su padre dio un paso hacia él, mirándolo y descubrió en su expresión un odio difícil de ignorar.
Era tan visceral, algo que le nacía desde las entrañas, un odio que atravesó a Aster y lo congeló en su lugar.
—Cuando te vi revolcándote con ese animal de magia oscura aún te perdoné —escupió dando un paso más.
"¿Animal?" pensó Aster inmediatamente antes de darse cuenta que estaba hablando de Jude.
Así era como lo veía, como algo menos que humano.
—Cassian es el futuro de la familia y pensé, después de muchos años, que si querías estar con esa horrible criatura podía concedértelo, eres mi hijo después de todo y me encargué de que te mantuvieras quieto, alejado de los problemas —la magia se agitó a sus alrededores. Aster apretó los puños, sintiendo como todas sus alarmas se encendían y su instinto de supervivencia le pedía que se alejara.
—¡Rosemary! —gritó, sus palabras se escucharon temblorosas—. ¡Octavia! ¡Peter! —pero nadie llegó, nadie apareció en esa habitación.
—Aun así, insistes en meterte en el camino de tu hermano —él negó con la cabeza—. Y, además, acogiendo a esa estrella de la mala suerte —su padre suspiró, los dedos de su mano izquierda comenzaron a moverse, la magia salía poco a poco de ellos como si se estuviera escapando de forma descontrolada.
Aster apretó los labios, sintió un nudo en el estómago y su respiración se agitó. No podía moverse, se había quedado paralizado ante la presencia de su padre, después de todo, era un mago mucho más experimentado que él, seguramente también más poderoso. Aster se hizo pequeño en su lugar, sin poder cerrar los ojos, encarando al hombre mientras se daba cuenta de lo que estaba a punto de pasarle.
Entonces la puerta se abrió, la luz se hizo en la habitación y el Duque se giró, sorprendido por la repentina intervención.
—¿Padre? —Cassian estaba ahí, parado, observando la escena sin saber que era exactamente lo que ocurría entre aquellos dos.
—¿Cassian? —el hombre frunció el ceño—. ¿Qué estás haciendo aquí? —inquirió, retrocediendo ligeramente. La magia en sus dedos se calmó y nada parecía fuera de lugar.
—Vine a traer un regalo, me enteré de que Aster está a punto de abrir su gremio —dijo, como si fuera obvio, una pequeña sonrisa apareció en sus labios, Cassian parecía vivir en un mundo distinto al resto de sus hermanos, incluso Magnus podía leer las intenciones de su padre mucho mejor que el segundo hermano—. ¿Qué hace usted aquí?
Un silencio siguió a aquella pregunta y el hombre se giró hacia Aster, habiendo recuperado por completo la compostura.
—Estaba haciendo lo mismo —dijo, colocando una mano sobre el hombro de Aster, consiguiendo que se sobresaltara—. Espero que pienses en lo que hablamos, y recuerda a quien le debes todo lo que tienes.
Dicho esto, se despidió escuetamente de Cassian y se marchó. Cuando los hermanos se quedaron a solas apenas hablaron de algo, pues Aster estaba demasiado alterado, aunque fingía no estarlo y Cassian se dio cuenta que lo mejor era dejarlo solo, así que le entregó el pastel que había comprado y se fue.
Esa noche tuvo pesadillas.
Hay un montón de cosas que quiero decir, pero mejor cuéntenme ustedes ¿Que les pareció el capítulo? xD
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