12
Aster estaba pensando en escribirle una carta a su esposo, cuando se enteró de que el correo no llegaba hasta la frontera. Ya que todavía se sentía incomodo por la manera en que se despidieron pensó que sería una buena idea disculparse antes de que las cosas se enfriaran aún más ente ellos, sin embargo, la carta se quedó a medias.
—Pero ¿Cómo informan a la corona sobre lo que está sucediendo en la frontera? —preguntó, sorprendido. Tenía entendido que en algunas ocasiones habían pedido refuerzos ante amenazas de conquista.
—Porque solo el correo real pasa, ya que es muy peligroso ninguna empresa privada entra en esa zona —explico Rosemary—. La única forma de entregar una carta es enviándola tú mismo —agrego, encogiéndose de hombros. Ambos se encontraban en la habitación, era un día soleado y perfecto para derramar sus sentimientos en tinta sobre el papel.
Aster se quedó pensando un momento, mientras observaba su carta a medio escribir.
—¿Debería hacerle una visita? —pregunto entonces. Ya que siempre era Jude quien acudía a verlo, pensó que sería un lindo gesto ser reciproco e ir hasta el al menos una vez.
Rosemary soltó una exclamación de sorpresa.
—Ni se le ocurra ¿No está escuchando que es muy peligroso? Si lo dejara irse el amo Jude nos mataría a todos —explicó, mirándolo como si fuera un pequeño ignorante que apareció de la nada en su casa—. De todas formas, no tenemos el dinero para semejante viaje, no solo necesitaríamos contratar una buena escolta cualificada y de confianza, el viaje es largo y hay que pagar los peajes, no es redituable en nuestra situación viajar a la frontera —La mujer soltó un suspiro cansado.
—Pero él viaja de vuelta cada mes —Aster frunció el ceño, pensando en que Jude no parecía tener problemas para ir y venir.
—El amo utiliza un carruaje propio, con un caballo de batalla que el mismo crio y tampoco necesita escoltas para el camino porque lo conoce a la perfección —Rosemary levantó el rostro con gesto orgulloso, se notaba que estaba ansiosa por presumir a un esposo que no era el suyo.
Aster soltó un resoplido.
—¿Y los peajes? —preguntó, pensando en el gasto monetario que significaba ese viaje, no estaba seguro de cuánto dinero se necesita para realizarlo.
—Joven amo, debería concentrarse en el cuidado de la hermosa casa que su esposo dejo a su cargo en lugar de estar pensando tonterías —espetó, dando la conversación por terminada.
Aster no estaba satisfecho con aquella conclusión, pero tampoco había mucho que hacer. Rosemary West llevaba cinco años siendo el ama de llaves de aquella casa y la mayor autoridad en la misma cuando Jude no estaba presente. Aster sabía que ahora él era el nuevo dueño y estaba solo por debajo de su marido, pero todavía necesitaba de Rosemary para que cuidara de él, después de todo, por la forma en la que había sido criado, no tenía ni idea de cómo funcionaba la administración de la casa y aunque se había esforzado por aprender, todavía le faltaba mucho por delante.
Le tocaba resignarse a vivir bajo el reinado del terror de su estricta ama de llaves.
Durante la siguiente semana Aster estuvo dándole vueltas al asunto, hasta que sus cavilaciones fueron interrumpidas por la visita de Mr. Waters, que apareció en su casa sin avisar. Al principio Aster se preocupó al verlo, pensando que algo podría haber salido mal con la vela, sin embargo, el semblante del hombre parecía bastante bueno, aunque se le notaba cansado había recuperado un poco el color desde la última vez que se vieron.
De inmediato se sintió aliviado, parecía que todo salió bien con su hijo.
Cuando se sentaron a tomar el té, el hombre le explicó que las cosas ocurrieron justo como Aster le advirtió, pero que después de que utilizó la vela en su hijo, este comenzó a verse un poco mejor. Aunque todavía no hablaba estaba más abierto al contacto y parecía menos ausente. En los últimos días se estaba comunicando con señas, ellos pensaban que con un poco de ayuda de algún especialista podrían ayudarle a recuperarse del trauma y el detonante de aquella mejoría fue la vela de Aster.
—Ya sé que me dijo que no necesitaba ningún pago —comento el hombre, sacando una caja de terciopelo azul—. Pero pensé en tener este detalle para usted —dijo, entregándole el regalo.
Aster le agradeció y después de una pequeña charla ambos se despidieron. Cuando reviso la caja, se dio cuenta que eran un par de metros de tela de excelente calidad con un bordado de flores violetas cosidas a mano. Aster podía ver el trabajo de un excelente artesano cuando lo veía, esa tela era equiparable a la que su padre usaba para sus trajes.
Dentro había una nota escrita a mano por Mr. Waters, donde le explicaba que era una tela que había hecho exclusivamente para él, y también tenía un certificado de autenticidad en el que aparecía el nombre del patrón que utilizo en ella.
Se llamaba Aster.
El susodicho no pudo más que sentirse conmovido con semejante gesto y decidió guardar la tela para cuando pudiera encontrar a un buen sastre. No planeaba arruinarla con sus mediocres habilidades de costura.
De todas formas, mientras Aster pensaba en la falta de dinero, Jude buscaba una forma de hacerse rico.
Jude Brummell tenía un proyecto para su tiempo en la frontera. Fue asignado ahí cuando tenía dieciocho años y tenía un gran sueldo gracias al factor de riesgo, sin embargo, se gastó todo comprando la casa, pagando a sus empleados y en ese momento se encontraba endeudado hasta las cejas con la familia Winchester.
La costumbre en Upton Hill en cuanto a los matrimonios era la siguiente: cuando un hombre planeaba traer a otra persona a su familia se tomaban en cuenta dos requisitos, el primero era la dote y el segundo el precio de la novia.
La dote era una cantidad de riquezas y tierras que la novia ofrecía y que posteriormente llevaría a su matrimonio, era una prueba de su valor, así como de los beneficios que obtendría el esposo cuando se llevara a cabo la unión.
Con respecto al precio de la novia o en este caso, el precio del novio era básicamente una cantidad de dinero que le ofrecía a la familia en compensación por dejar que sus hijos se unieran a otro clan. Esta cantidad normalmente era puesta por los suegros y podía negociarse, como Jude no tenía dinero, tuvo que optar por un método alternativo.
El servicio del novio.
En este caso él debía prestar sus servicios a los Winchester hasta juntar todo el dinero que necesitaba para pagar el precio por su marido.
Henry Winchester entregó como dote el caballo que Jude utilizaba y pidió por su hijo mayor quinientas monedas de plata.
El salario base de Jude cuando entró al ejército era de dos monedas de plata al mes, algo bastante respetable teniendo en cuenta que alguien de su posición podía vivir holgadamente con ese dinero. La casa que compro le costó quince monedas de plata, el sueldo de aproximadamente siete meses, sin embargo, la propiedad era un desastre que solo pudo conseguir porque prácticamente tuvo que alzar todo desde cero. Esas fueron veinte monedas de plata, sin embargo, el no gastó su sueldo neto porque todavía tenía otras ocupaciones, por lo que tardó los dos primeros años que estuvo en la frontera en finiquitar la casa.
Si tomabas en cuenta que el caballo de la dote de Aster era aproximadamente cincuenta monedas de cobre, podías darte cuenta de que, de hecho, el Duque de Winchester estaba haciendo una buena inversión.
Por no decir que se estaba aprovechando descaradamente de él.
Al año Jude Brummell apenas ganaba veinticuatro monedas de plata, más una bonificación de cuatro monedas de plata durante el fin de año. Sin embargo, para su cuarto año le subieron el suelto a ocho monedas de plata al mes. Si tomaba el sueldo de su tercer año como fondos de subsistencia y comenzaba a pagar el precio del novio desde el cuarto año, eso quería decir que le quedaban más de quince años de salario neto en su deuda.
Jude todavía tenía que darle una buena vida a su marido, así que no podía prescindir de todo ese dinero en bruto, por lo que necesitaba seguir ascendiendo en el ejército o negociar.
Él tomó las dos opciones, necesitaba ganar más dinero para el futuro, pero también debía encontrar otra manera de solventar esa deuda. Aquello lo hizo con el servicio del novio.
Al principio el Duque parecía reacio, pero luego de que su segundo hijo salió sorteado para la frontera, decidió hacer un trato, a Jude se le deducirían 140 monedas de su deuda si tomaba el lugar de Cassian, luego negoció otras 140 monedas para que Lorraine se quedara en lugar de Magnus. A cambio el ayudaría a Lorraine a escalar militarmente y emplearía a sus hermanos, manteniéndolos seguros en un lugar estable mientras ella estaba lejos.
Con eso todavía le quedaban cinco años de sueldo que no sabía cómo solventar, porque no planeaba quedarse tanto tiempo en la frontera. El comenzó a considerar muchas de sus opciones hasta que la respuesta le cayó del cielo mientras luchaba contra una pesadilla.
En ese momento al abrirle el estómago encontró una piedra mágica del tamaño de una mandarina, la calidad no era muy buena, pero debido a su tamaño todavía podía venderse por una o dos monedas de plata. Las piedras mágicas eran raras de conseguir y solo podían extraerse de las profundidades del océano, sin embargo, había encontrado una ahí, en medio de uno de los sitios más inexplorados del continente.
Al principio pensó que quizás la pesadilla la robó de algún grupo de incursión de la nación vecina, que constantemente trataba de invadirlos, pero luego encontró otra piedra en un arroyo cerca de la muralla. Fue entonces que se le ocurrió que, si aquel lugar era lo suficientemente mágico y profundo como para guardar un nido de pesadillas, también era posible que tuviera alguna mina terrestre de piedras mágicas.
La probabilidad era remota, pero tampoco parecía imposible dados los antecedentes del lugar. Entonces Jude comenzó a trazar un plan.
Dibujar un mapa de la frontera, aquel lugar nunca había sido explorado, por lo que un mapa sería valiosísimo, el utilizaría su ventaja como mago de sombras para viajar, buscar la mina y en dado caso de que esta no existiera, de todas formas, podría vender el mapa a la corona y conseguir un buen precio por él.
Entonces podría volver a casa. Si pagaba su deuda, daba lo mismo que se moviera a la ciudad, donde el sueldo era menor, porque sería suficiente para que Aster viviera tranquilamente.
—¿Saldrás hoy también? —Lorraine lo observó con curiosidad. Jude estaba realmente enérgico desde que el médico le habló de la mejoría en su núcleo, era cómo si le hubiese dicho que lo habían salvado de las puertas de la muerte.
Más o menos eso era lo que pasaba.
—Si ¿Vendrás conmigo? —preguntó, colocándose la funda de la pistola en la cadera. Probablemente Jude era el único soldado en toda la fortaleza que prefería un arma de fuego a un arma blanca. Las pistolas de pólvora eran muy rudimentarias y las de magia consumían demasiada energía, el arma de Jude era del segundo tipo, pero el potencial mágico del hombre era tal que apenas pestañeaba al disparar.
Lorraine suspiró decepcionada por tener que abandonar el fuerte por segunda vez en la semana. Ella no confiaba mucho en la teoría de Jude sobre el nacimiento de piedras mágicas, pero de todas formas lo escuchó, porque si no fuera por él seguiría limpiando los pisos en Upton Hill.
Suspiró, y se puso la armadura, preparó una mochila de viaje y se dirigió a Murdock, el hombre que se quedaba encargado del fuerte cuando ellos se marchaban.
—¿Otra vez salen de excursión? —preguntó cuando la vio entrar. Murdock se escuchaba preocupado, el fuerte sin Jude siempre se consideraba una trampa mortal.
—Sí, volveremos en una semana —dijo, suspirando.
—Bien, más les vale que estén aquí para entonces —se quejó. Lorraine soltó una risita, si no volvían en esa fecha quería decir que habían muerto, lo cual solo significaba que Murdock no podría actuar con ella como si fuera el dueño del fuerte.
—Por supuesto —respondió, marchándose para alcanzar a Jude en las puertas de la muralla.
A diferencia de Jude, su capacidad mágica no era tan grande y no tenía la misma rapidez de absorción de sombras que él, por lo que todavía era un viaje bastante peligroso, pero ella estaba dispuesta a arriesgarse si tenía la remota posibilidad de asegurar el futuro de sus hermanos.
"Por la panadería de Peter y Octavia" pensó, mientras se adentraba en el bosque, siguiendo a Jude de cerca. Las pesadillas comenzaron a rodearlos en cuanto comenzaron a alejarse de la muralla, entre más objetivos hubiera en el mismo sitio, mayores eran las posibilidades de ser atacados.
Jude saco su mapa, llevaba trazando apenas la mitad, pero ya tenía lugares específicos que quería visitar, si realmente había una mina ahí cerca, tenía que estar en esos posibles destinos.
—¿Estás seguro de que este es el camino? —Lorraine observo como la luz del día aminoraba y el bosque se volvía todavía más denso.
Jude soltó un suspiro.
—No estoy seguro de nada.
Bueno, ahora ya saben porque Jude no se tomó ni un vasito de agua antes de irse a trabajar xD.
Pero bueno, el que quiere azul celeste que le cueste (?).
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