NamJoon se detuvo frente a la puerta del despacho de su padre, con el ceño fruncido y las manos crispadas detrás de la espalda. Había ensayado este momento en su mente una docena de veces, perfeccionando cada palabra. No era común que se enfrentara a su padre, un hombre cuya autoridad era indiscutible tanto en tierra como en alta mar. Sin embargo, esta vez, no iba a retroceder. 

Golpeó la puerta dos veces con los nudillos. 

—Adelante —la voz de su padre resonó firme desde el interior. 

NamJoon empujó la pesada puerta de madera y entró al despacho. La habitación olía a madera envejecida y cuero, con las paredes cubiertas por mapas náuticos y retratos de barcos que habían pertenecido a la familia durante generaciones. Su padre estaba sentado detrás del escritorio, con la mirada fija en unos papeles, pero levantó la vista al verlo. 

—NamJoon. ¿Qué sucede? No esperaba verte tan temprano. 

NamJoon se sentó frente a él, cruzando las piernas con una falsa tranquilidad. 

—Quiero…hablar sobre el próximo viaje del lucero azul.—le mencionó al mismo tiempo que recorría su mirada por el despacho de su padre que hacía tiempo no veía.

El ceño de su padre se frunció levemente. 

—¿Qué hay con él? 

NamJoon inclinó la cabeza ligeramente, como si tratara de encontrar las palabras exactas. 

—No creo que sea buena idea que SeokJin sea el capitán esta vez. Ahora que estoy de regreso en el pueblo puedo hacerme cargo de el…

El rostro de su padre se endureció, y dejó los papeles a un lado. 

—¿Por qué dices eso? SeokJin es un excelente capitán. Conoce el mar como la palma de su mano.  

—No se trata de su capacidad, padre —respondió NamJoon, con una calma calculada—. SeokJin… no me parece alguien en quien podamos confiarle el lucero azul completamente.

La mandíbula de su padre se tensó, pero su voz permaneció controlada.

—¿A qué se debe tu repentino interés por lucero azul? Si no mal recuerdo tu dijiste que era un barco de cuarta y que no te importaba en lo más mínimo—le recordó, a lo que NamJoon comenzó a desviar su mirada y fingir que no recordaba haber dicho eso.

—Puede que en un lejano episodio lo haya llegado a mencionar…—dijo, sin llegar a admitirlo completamente—. Sin embargo, el lucero azul fue… importante para ti y para MinHyuk, así que creí que ya es hora de tenerlo en poder para poder, no sé, "honrar tus memorias"—respondió, al mismo tiempo que realizaba comillas con sus dedos. Y su padre al conocerlo tan bien sabía que a NamJoon le valían un comino sus memorias y que algo se encontraba detrás de ese interés tan desesperado.

El niño siempre fue un consentido…

—NamJoon, SeokJin es más que un capitán para esta familia. Es el hijo de MinHyuk, mi mejor amigo. Le prometí que cuidaría de él, y eso incluye darle las oportunidades que se merece. 

NamJoon apretó los dientes, pero no dejó que su frustración se mostrara. 

—Entiendo el compromiso que hiciste con el señor MinHyuk, pero esto no es personal, padre. Es una cuestión de lo que es mejor para la tripulación, para el barco. 

—¿Y qué te hace pensar que SeokJin no es lo mejor para ellos? —preguntó su padre, cruzando los brazos con una sonrisa burlona. 

NamJoon se inclinó hacia adelante, bajando la voz como si estuviera compartiendo un secreto. 

—Hay rumores… sobre su conducta. Nada que pueda probar aún, pero lo suficiente como para preocuparme. 

Los ojos de su padre se entrecerraron, estudiando a NamJoon con sospecha. 

—Rumores, dices. ¿Qué clase de rumores? 

NamJoon dudó por un instante. No podía revelar todo, no todavía. 

—Solo diré que hay cosas en su comportamiento que podrían poner en peligro la reputación del lucero azul. 

Su padre dejó escapar un suspiro largo, frotándose la sien con una mano. 

—Sabes que no tomo decisiones basadas en chismes, NamJoon. SeokJin ha demostrado su valía una y otra vez. No voy a apartarlo solo porque no te agrada. 

NamJoon apretó los labios, pero no se dio por vencido. 

—No te estoy pidiendo que lo apartes inmediatamente, padre. Solo que lo reconsideres. Dame una oportunidad para mostrarte lo que he encontrado. 

Su padre lo observó en silencio durante un largo minuto, como si estuviera evaluando la sinceridad de sus palabras. Finalmente, habló. 

—Haré esto, pero bajo una condición. SeokJin seguirá siendo el capitán para este próximo viaje, tal como está planeado. Si hay algo que respalde tus… preocupaciones, lo discutiré contigo al regreso. 

NamJoon se tensó. No era la respuesta que quería, pero era un gran paso.

—De acuerdo. Si eso es lo que se necesita, acepto. 

Su padre asintió, volviendo a tomar los papeles de su escritorio. 

—Espero que esto no sea solo una vendetta personal, hijo. Porque si resulta serlo, no será SeokJin quien tenga problemas conmigo. 

NamJoon asintió, ocultando una sonrisa detrás de una expresión seria. 

—Entendido, padre. 

Salió del despacho, su mente ya trabajando en el próximo movimiento. Tenía una semana para prepararse, una semana para encontrar algo que pudiera destruir a SeokJin y revelar el secreto que escondía muy bien detrás de su máscara de capitán masculino.

Este viaje no solo era un desafío; era una oportunidad, y NamJoon no pensaba desperdiciarla…

Por otro lado, el padre de NamJoon se encontraba preocupado por su hijo. El haberle proporcionado todo para su buen crecimiento le había hecho tanto daño hasta el punto de querer quitar lo que otros tenían.

Por qué sí, SeokJin era pobre y aquel barco era lo único que le quedaba. Para subsistir y como un medio para mantenerse conectado con su fallecido padre, ya que tenía la creencia de que su padre se encontraba con él cada vez zarpaba al mar abierto…

Kim Nam Kuk era un hombre de palabra, sin embargo esta vez no cumpliría con su palabra, pues no sería un monstruo al arrebatarle a SeokJin lo único que tenía, aún si los rumores decían ser ciertos…