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9. La consecuencia del día

Ver a Sol cada noche era una suerte de ilusión. Era una presencia calma, con el mar tranquilo siendo parte de su piel y una expresión ajena en el rostro que Laila conocía. Serena, con sus manos en las rodillas y esperando paciente que su hermana terminara de cruzar el umbral. Silente, hablando solo a través de sus ojos muertos, fríos y atemporales.

No era Sol. Era el mar en ella.

—¿Pasó algo hoy? —le preguntó en cuanto estuvieron ambas en el bote.

Laila tomó aire despacio, anticipando la reacción de su hermana. A su alrededor, el mar no parecía dispuesto a facilitarles la entrada esa noche.

—¿Por qué lo preguntás?

—Te costó dormir. No es fácil entrar al mar cuando estás alterada.

Habían pasado demasiadas cosas para un día, pero nada que pudiera hablar con Sol sin terminar en una discusión, y Laila evitaba enfrentarla. Conocía a su hermana, pero no confiaba en la representación que el mar le daba de ella.

—Tu tía se va a quedar en casa por unos días —dijo al fin—. La vi cinco minutos y alcanzó para querer mandarla a la mierda.

Sol desvió la mirada con disimulo. A pesar de que no estaba de acuerdo con el trato de Graciela hacia Laila, no podía negar que le gustaba ser la preferida. Se lo había confesado una vez, la única vez que había preferido salir con sus amigas en lugar de quedarse a una cena familiar, y Graciela la alentó a divertirse y a llamarla si necesitaba volver antes. Si Laila hubiera mencionado que iba a salir esa noche, aunque fuera después de la cena y cuando todos se hubieran ido, su tía no habría escondido la mueca de disgusto.

—Debe ser difícil para ella —atinó a pronunciar.

—No sería tan difícil si hubiera pasado al revés —dejó escapar Laila.

—Por más que choquen, son familia. Sabés que quiere que estés bien.

Desvió la mirada hacia el mar, que parecía estar atento a cada una de sus palabras.

—Es mucho para ella —insistió Sol. En su voz no se percibía emoción alguna—. Las hijas no le hablan, el hijo vive lejos. Soy lo más cercano que tuvo a una hija por años.

—Por algo no le hablan.

—Es la madre. No se le deja de hablar a una madre por más complicada que sea la relación.

Laila fijó sus ojos desafiantes en los de su hermana. La expresión inalterable que la recibió alcanzó para recordarle por qué valía la pena insistir. Cuando habló, lo hizo en voz baja, en un tono apenas más grave que el habitual, y convencida de que discutir con Sol no iba a mejorar la noche que esperaba por ellas.

—Se le deja de hablar a cualquiera que no sea la clase de persona que querés en tu vida. Punto. Y Nahuel no le hace frente porque no se anima y le es más fácil verla una vez al año.

Sol levantó su mano derecha, dispuesta a terminar la conversación buscando el primer sueño de la noche, cuando Laila se inclinó hacia ella.

—Aceptá que no es mi culpa ser la única persona de la familia con la que mis primas siguen hablando y que tu tía me odia por eso. Admití que no es por nada que yo haya hecho, no es por...

La voz de Sol se convirtió en un susurro que hizo eco a su alrededor, como si hubiera nacido de la superficie del mar y no de la figura que se mantenía erguida frente a ella.

—¿Quién llamó por teléfono a casa cuando Mili convulsionaba de tanto que había tomado? ¿Quién manejaba cuando Juli se quebró? Pasaron una semana en casa y fueron al hospital dos veces. Ni siquiera éramos mayores de edad, Laila.

No, no lo eran, pero Milagros había tomado de más porque esa noche supo que Graciela había mentido sobre los motivos de su reciente divorcio y Juliana le había pedido que la llevara a casa urgente en plena fiesta porque su mamá le había dado diez minutos para volver o regresaría a su provincia sin su hija, y tanto ella como su prima habían tomado. No se sentía responsable por haberlas apoyado cuando menos querían ser parte de su familia, pero era una resolución que Sol no terminaría de entender en ninguna de sus dos vidas.

—Eso no justifica que se la agarre conmigo —murmuró, y la discusión terminó con un silencio quebrado únicamente por el avance del bote.

La túnica era lo bastante abrigada para evitar que el aire helado rozara su piel cubierta, pero Laila tenía los labios duros del frío. Pocas veces lo sentía al navegar. Sol bajó la capucha que le cubría media cabeza e inhaló despacio, con los ojos cerrados y la cara mirando hacia las nubes grises.

—¿Qué más pasó?

Sus manos afirmaron el agarre sobre los remos. Mientras impulsaba el bote a través de un mar estático y atemporal, Laila evocó la sonrisa ganadora de Abel, los comentarios ácidos de Graciela, el silencio de Mateo. La intensidad de su mirada. Su explosión.

Laila necesitaba explotar.

—Discutí con un amigo de Lucho antes de volver a casa, no fue nada.

«Nada». No recordaba cuándo había sido la última vez que tuvo el impulso de lastimar físicamente a alguien, pero Mateo había conseguido que reaccionara, que su cuerpo respondiera antes que su conciencia. Era una derrota más para ella, una victoria que él no sabía que había ganado. Sin embargo, durante el segundo que tardó en bloquear su ataque, Laila sintió que cada milímetro de su ser respondía al ataque verbal de Mateo. Bastó una noche para que descubriera que ni siquiera Graciela, con sus comentarios fuera de lugar y su rechazo constante, era capaz de lograr que actuara.

Mateo había conseguido que, por menos de un minuto, Laila se sintiera viva a través de la violencia, y el vacío que la habitaba se cubrió de rechazo hasta inundarla. No iba a darle ese poder. No iba a permitir que la manejara a través de Sol.

—¿Tenés algo con ese tipo?

—Ni en pedo.

—¿Por qué te jode tanto si no tienen nada?

—No entiendo a qué querés llegar. No me jode. Peleamos, fui a casa, estaba tu tía, me costó dormir. —El mar resistía cada vez menos su avance—. Ya estoy acá.

Sol levantó su garra como respuesta y le mostró una sonrisa triste, apagada. Laila pensó en Abel, en la foto de él con su gemelo muerto y en la respuesta que debió dar cuando recibió la misma propuesta que ella. Si tenía suerte, él estaría navegando en ese preciso momento, lejos de su alcance, pero cerca. Tan cerca como la geografía del mar se lo permitía.

—¿No notás un patrón entre tu descanso y los sueños que visitamos? —le preguntó con voz condescendiente, la que Laila más detestaba en labios de su hermana—. La semana pasada, cuando sentiste que no ibas a poder entrar al mar, soñamos con una despedida. Fue tu miedo el que nos llevó a un sueño horrible. Fue tu desesperación la que hizo que esa chica nos encontrara. Vos dirigís el bote, sos la vida que sienten. Yo soy una más de ellos.

Le había mentido. El enredo de sus pensamientos había nacido con el descubrimiento de Abel, con la seguridad de que él tendría que haber aceptado, tal como ella lo hizo, y no dejó de pensar en él hasta que Mateo la devolvió a la realidad. Podía ser sincera y admitir que le había seguido la corriente para hablar del mar, para no sentirse la única persona del mundo con el peso de no haber perdido a Sol, pero sin poder tenerla del todo. También podía aprovechar la situación, darle lo que él buscaba y sacar el tema en el momento adecuado. O no sacarlo. No hablar del mar fuera de los sueños, como decía el acuerdo que había sellado con la muerte cuando la invitó a acompañar a Sol cada noche.

La muerte. El mar. No veía con claridad las líneas que se difuminaban ante ella.

En ese punto de la noche, mientras Sol le pedía que se detuviera, Laila se preguntó si no era la muerte la que navegaban una y otra vez. Si no era el agua la muerte y si no eran ellas peones manipulados a través del dolor y la culpa.

Sol clavó su uña en el mar agonizante. Laila pudo escuchar su propio corazón latir acelerado y lo supo. Era ella quien la atraía, quien abría la brecha que las descubría ante su urgencia.

—Te dije que nos había marcado, ¿no? —murmuró Sol con voz temblorosa—. Nos encontró de nuevo.

Hola. ♥

Laila está en el inicio de Wattpad y me hace feliz ver tanta gente linda agregándola a sus bibliotecas. Bienvenidos. ♥

¿Piensan que Laila va a poder dormir tranquila alguna vez?

¿Tendría que haber hablado con Sol de Abel?

¿Prefieren los capítulos que pasan en el mar o los de Laila cuando está despierta?

Creé un grupo de lectores en Telegram para tenerlos al tanto de todo lo que pase en mis historias, cuándo vuelve Partituras (que ya es un hecho, con fecha y todo) y cositas varias que vengo planeando y que incluyen a Laila. Quiero poder hablar con confianza con ustedes y espero que hagamos un grupo bonito y seguro. ♥ ¿Cómo entrar? Me mandan un mensaje privado y les envío el enlace.

Este capítulo va dedicado a Pauli9515 por haber leído la historia en menos de un día y haberle dado tanto amor. 

Gracias por ser los mejores. ♥

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