Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 10: Reencuentro

Una disculpa por demorar demasiado, pero como comenté en un aviso, sentí que no comencé la historia a mi gusto y eso me mantenía incómodo sobre actualizar.

Aún así, como ven, decidí continuar y ya iré modificando algunos capítulos iniciales en el transcurso de la historia.

Disfruten.

...

La última vez que los líderes de las tres facciones se reunieron, fue en aquella fatídica batalla contra los Dragones Celestiales, que para los demonios costó la vida de Los Cuatro Maous y para los ángeles costo la vida de Dios y uno de sus serafines más poderosos en aquel entonces, Sariel.

Los caídos no perdieron a nadie muy importante para ellos, debido a ciertas circunstancias

Desde entonces, el mundo no volvió a ser el mismo.

Las guerras entre las facciones se detuvieron por un tiempo que permanecía en incógnita, y solo se comunicaban a través de intermediarios y obtenían información mutua debido a ciertos colaboracionistas.

A pesar de los esfuerzos de Michael, Gabriel, Uriel y Raphael, no pudieron volver a hacer funcionar el sistema de los cielos con tanta eficacia como Dios. Tampoco pudieron evitar que varias cosas sucedieran sin su consentimiento, tal es el hecho de que el Vaticano experimentaba y asesinaba a niños solo por sus ambiciones. De igual manera, el odio de los Ángeles incremento, no solo dirigido hacia los demonios y la caídos, ahora despreciando incluso a otras razas y odiando con todo su ser a los Dragones, aquellos que les habían arrebatado a su ser más preciado.

A pesar de que Sariel se ganó el respeto y temor de muchos de los Ángeles, nunca fue aceptado del todo por ellos, motivo por el cual muchos ángeles olvidaron incluso el hecho de que había "muerto" en el mismo lugar que Dios.

Por otro lado, los demonios fueron posiblemente la raza más afectada de todas, además de los caídos. No solo habían perdido a sus Cuatro Maous originales, sino que tan solo poco después comenzó una guerra civil que los dejo mucho peor parados contra otras facciones, afortunadamente en ese entonces ya nadie quería seguir combatiendo, pues de otra forma los habrían podido exterminar con suma facilidad. La ventaja que los demonios tenían sobre los ángeles, es que ellos si encontraron la forma de aumentar sus filas, y eso era reencarnar humanos como demonios a través de un sistema de piezas de ajedrez que ellos llamaban "Evil Pieces", aunque eso también produjo muchos problemas sociales como el racismo hacia los reencarnados.

Los Ángeles Caídos ya habían sufrido mucho, incluso desde antes de que la guerra finalizará, sus números habían caído hasta lo más bajo, casi al punto de que Azazel creyó que se extinguirían. Afortunadamente todo acabo pronto y pudieron seguir subsitiendo como especie por mucho tiempo más.

Había algo que demonios y caídos compartían, su miedo y alegría porque Sariel no estaría nunca más en el mundo.

Lamentablemente, esos sueños no fueron posibles.

Pues justo ahora, una nueva situación ocurría frente a los Maous Lucifer y Leviathan actuales, frente al líder de los Ángeles caídos; Azazel, y frente a tres de los Cuatro Arcángeles: Michael, Gabriel y Uriel.

Sariel se encontraba volando imponentemente en el cielo.

Aquello trajo muchos recuerdos a los más viejos. La sensación, el ambiente, todo parecía haberlos llevado muchos años atrás, tanto así que parecieron verse a ellos, mucho más jóvenes, nuevamente en la guerra.

Por otro lado, los nuevos Maous le miraban seriamente. Lucifer ya sabía quién era gracias a las historias que Azazel le había contado. En realidad aquel Serafín infundia un aura de respeto incluso sobre los líderes que se encontraban ahí presentes.

-¡Azazel!-, el líder caído miro al suelo, por un momento habían olvidado al masacrado Kokabiel.

El Cadre comenzó a arrastrase hasta el líder de su facción. Ahora mismo había quedado muy mal parado, su plan no había funcionado para nada... ¿O si?

El que los líderes de las facciones estén reunidos en un mismo lugar después de mucho tiempo, producía un ambiente muy tenso.

Los jóvenes que antes habían peleado contra Kokabiel, estaban sin mover un solo dedo, sentían que sí lo hacían morirían tras haber sido tomados como amenaza.

La "paz" era muy frágil, cualquier solo movimiento de parte de cualquiera podría comenzar otra guerra.

Lo que Kokabiel había hecho es demasiado grave y había involucrado a todos los seres que justo quería ver actuar.

Los líderes permanecían atentos de sí mismos, sin bajar la guardia en ningún momento.

Kokabiel arrastrándose llegó a dónde Azazel y solo tomo con fuerza de una de sus piernas.

-¡Por favor, ayúdame!-, grito lleno de terror.

Azazel solo lo miro por un momento, los demás líderes miraban todo de reojo.

-Lo que has hecho es considerado como alta traición-, dijo seriamente.

-¡Lo que sea será mejor que morir aquí!-, al Cadre ya no le importaban las represalias que podría haber en su contra, solo quería salir de aquel lugar y alejarse lo más que pueda de Sariel.

-No te escaparás-, escucharon la voz de Sariel, este había comenzado a formar una esfera de magia sagrada en sus manos.

Nuevamente varios recuerdos llegaron a la mente de ellos, ese era uno de los ataque más simbólicos del Serafín.

-¡Sariel, detente!-, Michael grito desde el suelo.

Su voz era demasiado serena, pero aún así se notaba la seriedad y autoridad con la que hablaba.

Algún mal movimiento y todo quedaría sin arreglos.

Los Maous se pusieron en guardia por lo que pudiera pasar, mientras que Azazel estaba muy serio por todo eso, pero calmado por alguna razón.

Sariel miro a su hermano mayor por un momento, para luego suspirar y desvanecer su ataque.

Los nuevos Maous se sorprendieron, incluso los jóvenes que estaban ahí lo hicieron. Sariel no parecía ser el tipo de persona que obedecía las órdenes de su superior.

Pero era todo lo contrario.

Azazel y los Arcángeles presentes vieron todo con normalidad, Sariel siempre fue alguien muy correcto y seguía las órdenes de sus superiores, que en aquellos años era solo Dios.

Sariel nunca incumplió ni desobedeció ninguna orden.

Pero de igual manera lo hizo debido a que comprendió rápidamente la situación.

Poco después vieron una luz dorada que salía disparada hacia el pelinegro, de nuevo se alarmaron, pero Michael y Uriel solo sonrieron para sus adentros.

En realidad ella ya se había tardado.

Dicha luz no era nada más que Gabriel a toda velocidad.

Una vez estuvo frente al pelinegro, lo abrazo con todas sus fuerzas, aferrándose a él. Comenzó a llorar como todas las noches hacia, pero está vez lloraba con una mezcla de felicidad y a la vez nostalgia.

Sariel había regresado.

El pelinegro también la abrazo con fuerza mientras algunas lágrimas escapaban de sus ojos, en realidad él nunca fue muy expresivo, al menos desde la muerte de sus padres hace ya mucho, desde aquella vez y cuando fue nombrado Serafín.

Pero el también la extrañaba, comenzó a suspirar su aroma después de mucho tiempo.

No solo a ella, extrañaba a todos sus hermanos, pero Gabriel era demasiado especial para él.

Los demonios seguían igual de sorprendidos.

Yosef por su parte noto cuan cierta era la historia de Ddraig, en realidad, parecía que su única debilidad era Gabriel. Soltó una sonrisa para sus adentros, había comprendido que ahora parecían estar del mismo bando. Su risa se dió al pensar en el pobre infeliz que se atreva a hacer algo en contra de la Serafín, no solo su vida estaría acabada, al parecer aunque le disguste, también su raza lo haría.

El líder caído solo apretó los puños al ver la escena, Sariel no solo le había quitado su valentía, también le quitó a la mujer que pretendía.

Por su parte, el pelinegro miro a Michael por un momento, Gabriel no parecía querer soltarlo.

-¿Podemos irnos?-, preguntó.

Michael solo sonrió mientras asentía.

Entonces, un círculo dorado apareció en los pies de ambos Serafines, ambos se retiraron al sexto cielo, lugar donde residían.

Una vez se fue, los demás líderes y los chicos pudieron tranquilizarse un poco.

Azazel creo un círculo mágico debajo de Kokabiel, transportandolo a un calabozo temporal en lo que esperaba su juicio.

Entonces los líderes se miraron un poco.

-Es un placer verlos Azazel-dono, Sirzechs-dono y Serafall-dono-, Michael fue el primero en hablar, fue muy cortes con ellos.

Uriel solo permaneció en silencio junto a su hermano.

Parecía que el único que ponía tensión en el ambiente era Sariel.

-Un placer Michael-dono, Uriel-dono-, dijeron ambos Maous.

En realidad sus interacciones eran demasiado tranquilas.

-Es un gusto verlos de nuevo, Michael y Uriel-, Azazel dijo con una sonrisa. -Lamento que nos tengamos que reunir en esta situación...-, mencionó el caído.

-Bueno si, es complicado, después de todo fue ocasionado por uno de tus subordinados, Azazel-dono...-, Serafall mencionó con un leve tick en el ojo.

Azazel solo se quedó callado ante eso, no quería arruinarlo más.

-Creo que deberíamos reunirnos en otro momento para hablar sobre todo esto...-, Uriel dijo y todos parecieron estar de acuerdo.

La situación era muy grave, pues no había sido obra de un simple Angel Caído, fue obra de un Cadre, además de que había involucrados del cielo y del infierno, sin mencionar a los portadores de Ddraig y Albion.

Una vez eso quedó cerrado, todos se preparaban para volver a sus actividades o arreglar sus asuntos.

-¡Esperé!-, Michael quien estaba por irse, miro como una pequeña jovencita parecía hablarle.

Se detuvo a esperarla, pues ella iba corriendo a dónde él.

-¡Usted es quien está sustituyendo a Dios ¿Verdad?!-, la chica no era otra más que Irina.

Michael la miro sorprendido de que supiera aquello.

Ni que decir de los demás líderes, solo Azazel se había retirado de inmediato.

-¡Irina!-, Yosef grito al ver lo que estaba haciendo.

El actual Overlord del cielo la miro con serenidad.

-Así es-, contesto tranquilamente.

Suponía que Kokabiel debió decirle todo eso.

-¡Es un placer conocerlos!-, ella estaba muy emocionada.

Enterarse de la muerte de Dios fue un golpe muy duro, pero en ese momento estaba viendo a dos Serafines muy importantes.

Yosef llegó a su lado rápidamente.

Michael le miro también.

-Muy buen trabajo, Yosef-, felicito con una sonrisa.

El chico solo le miro con una sonrisa algo decaída.

-En realidad no hice mucho...-, murmuró.

El Arcángel le escucho y solo sonrió un poco más.

-Evitaste la guerra-, dijo mientras un círculo mágico aparecía debajo de él y Uriel. -Mañana puedes informarme más en el cielo-, dijo despidiendose.

Yosef asintió antes de que él desapareciera.

Luego volteo a ver a la castaña que se había quedado viendo el lugar donde antes estaban ambos Serafines.

-Irina, ¿Estás bien?-, preguntó suavemente.

Ella solo suspiró un poco nostálgica.

-Si... Es solo que hoy han pasado muchas cosas...-, mencionó despacio.

El chico la entendió.

-Vayamos a casa-, propuso, ella solo asintió.

Fueron con Xenovia y los tres regresaron al hogar de Yosef.

Los chicos de la academia se quedaron un poco más, pues los Maous aún seguían ahí.

-Onii-sama-, Rías fue la primera en hablar al ver a su hermano acercarse.

Saludo algo animada, pero su hermano no lo estaba para nada. Se dirigía hacia ellos con una mirada preocupada, pero a la vez iba serio.

Serafall fue un caso distinto, ella corrió y se apropió de su hermana como de costumbre.

-Onee-sama, comportate-, decía ella con un notable sonrojo debido a todo el cariño que recibía y debido a que todo su séquito la observaba.

-Moooh~, So-tan, estaba tan preocupada, déjame abrazarte más para quitarme está preocupación-, decía ella frotando sus mejillas con las de su hermanita.

Esa escena solo hacía sentir incómodos a aquellos que les prestaban atención.

Por otro lado, Sirzechs había llegado frente a su pequeña hermana.

-Rias ¿Porqué no me llamaste?-, fue todo lo que preguntó.

-Eh-, la mencionada quedó sin palabras.

-Sabes lo peligroso que fue todo esto y las consecuencias que habría traído si alguna de ustedes hubiera sido dañada. Y aún así, no me llamaste-, siguió con su especie de reclamo.

Rías no sabía que responder, nunca había visto a su hermano de esa forma.

El séquito de ella también estaba sin palabras y no sabían cómo ayudar a su rey.

-Veo que aún te hace falta madurar y comprender la importancia de muchas cosas-, Sirzechs suspiro decepcionado.

En realidad estuvo muy preocupado por su hermana y se sintió peor cuado supo que ella no lo había llamado para auxiliarla en un problema que pudo escalar a algo mayor.

-Oh vamos, Sirzechs-chan, Rías solo no quiso interrumpir tus actividades como Maou-, llegó Serafall tratando de calmar las cosas.

-Tu hermana si te llamo a ti, tu también eres una Maou-, ante esa respuesta, ella guardó silencio.

Sirzechs solo miro como su hermana tenía la mirada al suelo, mejor decidió retirarse, afortunadamente no paso nada malo.

Pero antes de hacerlo, Rías lo llamo.

-¡LO SIENTO!-, fue el gritó que dió su hermanita.

Sirzechs volteo a verla y la miro ahí, haciendo una gran reverencia.

-Prometo hacer todo de mi para cambiar esta tonta actitud que tengo-, cuando dijo eso, levanto la mirada determinada hacia su hermano.

Este solo sonrió y se acercó a ella para abrazarla.

-Te quiero, cuídate mucho-, murmuró a su oído antes de separarse y retirarse junto a Serafall.

Una vez finalizado todo, ambos séquitos decidieron reparar todo el desastre ocasionado por la batalla.

-Sexto Cielo-

Un lugar muy hermoso y dónde solo residían los ángeles de alto rango, como los serafines.

Cuando Sariel y Gabriel llegaron, fue un golpe de nostalgia para el pelinegro que hacía tanto tiempo no estaba en tal lugar.

Todo seguía perfectamente igual, pero eso lo hacía mejor.

Ambos mantenían aún su abrazo, pero Sariel noto algo en su acompañante, ella había dejado de sostenerse por si misma y solo el estaba cargando todo su peso.

La miro a detalle, se había dormido.

Decidió llevarla a su habitación, la cual afortunadamente seguía en donde siempre, por lo que no fue difícil llegar.

Una vez llegó la acostó, pero ella no quiso soltar su cuerpo, aún estando dormida seguía aferrada a Sariel.

Después de un rato de intentar soltarse sin obtener éxito alguno, Sariel se rindió y decidió acostarse también, después de todo estaba muy cansado.

Se sentía tan tranquilo, una tranquilidad que no experimentaba desde hace mucho tiempo. Al fin estaba en casa.

Sin saberlo y a la vez por haber caído ambos en el morfeo, una figura les observaba a través de una pequeña abertura en la puerta, está figura solo sonrió y se retiró. La felicidad se sentía en el ambiente.

Pero no por mucho tiempo.

...

Cortito, pero fue con lo que sentí que debía terminar este capítulo.

Nos vemos en el siguiente.

Bye bye ^^.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro