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Capítulo 46: Propuesta

Kageyama lo entendió un poco tarde, sabiendo que no existía ningún mediador entre los dos debido a que no habían practicado pases: sólo eran ellos dos, e incluso se retiraron un poco antes que Hoshiumi y Hirugami, por lo que sólo eran los que estarían en el baño...

O bueno, no se suponía que eso fuera así, de hecho, Kageyama esperaba entrar a los baños y encontrarse con algunas personas que entrenaron hasta tarde: pero no fue el caso. Los jóvenes o ya habían terminado de practicar antes que ellos, o seguían con sus prácticas.

—Parece que el baño será nuestro por un rato —aseguró Hinata tras comprobar que a través de la puerta corrediza que llevaba al área de lavado no había nadie y en los vestidores tampoco. Tobio apretó su propia chamarra que Hinata le acababa de regresar, teniéndola entre sus manos y fingiendo que no le estaba prestando atención al joven que ya se deshacía de su playera, dejando a la vista su piel blanca. Tobio contuvo un grito, fingiendo que no quería verlo, sólo captando por segundos en el rabillo de su ojo, la curvatura esbelta de sus delgadas caderas, su abdomen plano, su espalda estrecha y su marca completamente visible.

Hinata dejó caer esa playera sobre el cesto de ropa sucia del Karasuno que estaba en el suelo a unos cuantos centímetros de distancia. 

 —Sí, nadie estará aquí con nosotros —respondió Kageyama, tratando de que esas palabras no fueran suficientes para dejarse llevar, cerró sus ojos y contó hasta tres. 

—Sí, nadie está aquí —incentivo Hinata sin dar un rodeo, sólo logrando que Kageyama volviera a abrir los ojos y lanzara su chamarra al cesto de ropa sucia de su respectivo equipo. Kageyama quería ser fuerte, claro que sí.

Podía aguantarlo fácilmente: no quería hacerle nada a Shoyo, pero no era un secreto que sus ojos y juicio querían cegarlo y lanzar sus ojos directamente contra la desnudez de su acompañante. Hubiera sido mucho más sencillo el disimular eso si hubiera más personas en el sitio, pero no, ¿por qué sólo estaban ellos dos?

Para colmo, Hinata estaba actuando con normalidad y lo veía ahora deshacerse de sus pantalones cortos, si de por sí éstos ya revelaban y marcaban parte de su muslo, Kageyama no pudo evitar sentir una sacudida en su pecho. ¿Cómo? Sus ojos captaron casi sin querer la piel desnuda de su trasero y sus genitales, cuando su ropa interior cayó al mismo tiempo que lo otro. Ahí, todos los colores subieron a la cara del más alto.

Un grito se le escapó, ahogándose a mitad del camino ante su abrumador enredo mental, queriendo ser alguien que no se dejara guiar por sus hormonas y su simple atracción que nacía por ver a su Omega desnudo ante él. Sin decir nada, sólo pudo apretar sus labios, tratando de fingir que no vio nada, con su cara roja, a pesar de que los ojos almendrados de Shoyo fueron llamados cuando éste gritó, y tuvo que fingir su postura al darle por completo la espalda al chico. 

Tobio se decidió, cerró sus ojos y se deshizo de su playera de igual forma, llena de sudor, sintiendo refrescante al hacerlo, despeinando un poco sus cabellos en el procesos, pero no calmando el revoltijo de emociones en su estómago debido a que su nariz todavía olía sus aromas mezclados, y el simple hecho de imaginar que detrás de él estaba su desnudo Omega, en definitiva no ayudaba para nada.

Su espalda quedó al aire antes de que pudiera colgarse su chamarra del Karasuno en uno de sus hombros y dejó caer al suelo su otra prenda. Hinata parpadeó y vio como el chico con la espalda ancho, seguía un poco atrapado en medio de su extraña forma de actuar. Pero Kageyama recordaba las palabras de sus compañeros de clase, que habían afirmado disfrutar del trasero de Shoyo al observarlo, y eso llevó al más bajo a golpear a uno de ellos, sus manos se apretaron cuando se posaron en sus propios pantalones cortos, queriendo decir que no quería hacer sentir incómodo a Hinata. 

Lo importante era su comodidad.

Sí, eso creía...

—No es necesario que seas considerado conmigo, Kageyama. —Para colmo, la voz a sus espaldas lo hizo aterrarse, un pequeño brinco lo hizo despertar, abriendo sus ojos para poder girar un poco su cuerpo y su rostro para poder observar a la cara, al chico desnudo que ya había empezando a jugar con sus dedos, ruborizándose sin poder detenerlo y dejando que su bonita cara se viera inundada por la pena al bajar sus cejas y hacer un diminuto puchero en sus labios. 

Kageyama sintió la necesidad de excusarse...

—Pero... —Trató de decirlo, pero Hinata sacudió su cabeza.

—Si te causa incomodidad no te obligaré a que me veas, pero si no es el caso, puedes observarme donde tú quieras y cuánto quieras —respondió por fin Hinata, dando un vistazo por fin al chico una vez más y logró notar como la boca de Tobio se abría en forma de O, al tener esa revelación y sus ojos se abrían con grandeza. Eso hizo a Hinata continuar, sonriendo por fin tras deshacer su puchero—. Es decir, ya me has visto desnudo e incluso lo hemos hecho, además eres mi pareja. No me resulta incómodo realmente... —Su verdad era ésa, Hinata dio un pequeño vistazo de nuevo a Kageyama y el mayor volteó de nuevo su cuerpo para quedar a su lado, dando un respiro más calmado ante esa realidad.

Sus manos temblorosas se acoplaron a sus labios delgados al tambalearse, acortando sus distancias más con Hinata y su brazo más cercano rodeó por la espalda al chico aferrándose a su piel desnuda y dejando que los dos se vieran al realizar esa acción. 

Sí, que estuvieran los dos solos era lo más satisfactorio de todo. Hinata sonrió ante eso, buscando rodear de igual forma a Kageyama por la espalda, a pesar de que a diferencia del Alfa, no pudo rodearlo por completo por el tamaño de brazos. Los dos se miraron en la cara y volvieron a crear su burbuja, sus feromonas mezcladas a través de la habitación, les hicieron entender qué era lo que buscaban. Sus ojos se vieron atrapados entre las orbes del otro, sus instintos les pidieron acercarse y Tobio se inclinó hacia él, Hinata se puso de puntitas y cerró sus ojos. Los dos se dejaron perder, Shoyo se preparó para recibir el beso, levantando sus labios hacia arriba al saborearse el aroma en su lengua de la boca de Kageyama y sus cercanías se acortaron, sus respiraciones pausadas se mezclaron, sus frentes chocaron con levedad y Tobio también cerró sus ojos.

Estaban a nada de besarse...

¡A nada!

Pero por supuesto, de nuevo, fueron interrumpidos, la puerta del vestidor se vio abierta de nuevo, la silueta cansada de Oikawa exhalando con pesadez tras haber entrenado más de lo necesario, con sus pies arrastrando y tardando un poco en entrar en el baño. Iwaizumi venía detrás de él, sorprendentemente, como nuevo, como si el movimiento o el exceso de ejercicio no lo hubieran dañado lo suficiente como para entrar con calma.

Tobio se alarmó, levantó su cabeza de golpe al ver a Oikawa agitar su mano frente a su cara para dar aire y a Iwaizumi dando un bostezo como contestación de los quejidos del castaño. Sus alarmas se encendieron al recordar que Hinata estaba desnudo, y aunque era normal entre los chicos el que todos se cambiaran y bañaran juntos en el mismo sitio, eso no implicaba que Tobio quisiera que vieran el cuerpo desnudo de su Omega.

Un gruñido se le escapó ante esa idea, fue tan diminuto y apenas sutil, que hizo voltear por completo su cuerpo y jalando un poco del de Shoyo para hacerlo quedar frente a frente. Ahí, con calma y sin prisa, dejó que su chamarra que colgaba de su hombro se la quitara del sitio para poder enredarla alrededor de la cintura del joven, dejando que todo su trasero redondo quedara escondido con la parte del chándal que debía de cubrir la espalda y al tener las mangas en sus dos manos, jaló de Shoyo hacia su cuerpo, forzando a que sus cuerpos se pegaran para poder ocultar los genitales del más bajo.

—¿Kageyama? —interrogó Hinata con la duda plasmada en su cara, no pudiendo despegarse al poner las manos en el pecho del mencionado. Por supuesto, no pudo inferir más, cuando la segunda puerta del baño que conectaba con el vestidor fue abierta, dejando ver la silueta de los dos jóvenes del equipo contrario, sólo logrando que Oikawa diera un gesto algo retraído al sentirse amenazado apenas entró, quedándose paralizado al ver la escena: el chico Omega que tenía una marca visible de dientes cerca de su cuello, estaba completamente desnudo, lo podía ver a simple vista, a pesar de que Kageyama le estaba cubriendo su trasero y cualquier parte que pudiera ser comprometedora. Hinata no decía nada, sólo tenía un pequeño color rojizo al estar demasiado cerca de su Alfa de esa forma, y Kageyama...

Kageyama no dejaba de verlo, con sus cejas arqueadas hacia abajo, sus brillantes irises azules queriendo avisarle que apartara la vista de su Omega mientras se cambiaba y tomaba el baño, lo hicieron tragar grueso. A pesar de todo, Tooru tenía un orgullo certero, así que, queriendo demostrar que no le interesaba en lo absoluto ese Omega de primer grado, simplemente fingió indiferencia y pasó de largo.

A Iwaizumi, Tobio no lo miró feo, es más, hasta lo saludó cuando el joven pasó a su lado con un movimiento de cabeza. Oikawa sintió como si una flecha se estrellara en su rostro.

¡Maldito Tobio! ¡Mocoso malagradecido!

Los días iban pasando, el paso agigantado de Shoyo se resumía en sus entrenamientos después de práctica con Kageyama, mejorando ya que al fin podía sincronizarse la mayoría de veces con el Alfa, siendo muy rara la ocasión en la que la pelota rebotaba contra su cabeza y en menor medida, llegaba a ser usual que su cuerpo se enredara en la red por no poder calcular bien su salto y no mirar al tener sus ojos cerrados. En su papel como mánager se había aprendido las señales de los árbitros y por verlo diario, aprendió a notar mejor las posiciones de cada uno, y aunque no podía aportar mucho al equipo después de eso, Kiyoko le estaba enseñando brevemente en que se debía de fijar al momento de capturar datos, así que, de ven en cuando, podía aportar algo nuevo al equipo que no haya sido notado por los demás (sólo dos veces lo había logrado). 

A pesar de todo, algo que debía de resaltar Hinata, era que el Karasuno tenía una racha en picada de victorias, rara vez ganaba y era usual verlos deslizarse por la cancha como medio de castigo. Esa vez, la batalla era contra el Johzenji, habían perdido de nuevo contra ellos y el siguiente partido debía de ser de nuevo contra la misma escuela. 

Shoyo vio a sus compañeros de equipo arrastrarse alrededor de la cancha, llegando al final de la vuelta estando casi frente al sitio donde los mánagers se encontraban. Daichi fue el primero en ponerse de pie tras llegar al sitio final, siendo seguido por Tanaka, Noya y Kageyama, siendo los dos primeros jóvenes de primero los que no estaban realizando bien el castigo por una razón: Yuji Terushima.

El Capitán del equipo rival se había fijado en Kiyoko Shimizu. Antes de iniciar las prácticas de esa mañana, el chico Beta de cabello rubio la había acorralado y le pidió con demasiado entusiasmo su número telefónico. Los habían logrado separar Nishinoya y Tanaka, pero éste no se había rendido, justo ahora, en el pequeño descanso, en el otro extremo de la cancha donde les tocó jugar, llamaba a la fémina, con su enorme sonrisa de oreja a oreja, agitando su mano para saludarla y soltando un apodo que iba ligado al uso de los lentes que ésta llevaba. 

Tanaka y Noya estaban casi escupiendo espuma por la boca, al mismo tiempo en que los demás miembros del equipo sólo miraban mal al chico y trataban de respirar con dificultad por el pesado entrenamiento. Kiyoko, por su parte, fingía no conocerlo, volteando a todos lados y dejando que Shoyo la observara, parpadeando por unos segundos y entendiendo ese sentimiento incómodo creciente.

¡Él también había sido rodeado de Alfas durante mucho tiempo! Y agradecía que ahora que estaba en una relación con Kageyama, éste llegaba a ser un freno para que dejaran de molestarlo si la persona se volvía más insistente tras el rechazo. 

Daichi observó todo: el cansancio de algunos que apenas llegaban a la meta se dejaban de caer al suelo para respirar, a los rabioso Noya y Tanaka, a Kiyoko fingiendo indiferencia y a Hinata notablemente preocupado por la condición de su senpai.

Bien, no podía quedarse simplemente de brazos cruzados, por lo que, tras dar una leve mirada de reojo a su profesor y entrenador que estaban ocupados teniendo una plática algo certera con respecto a la estrategia fallida de ese partido, lo vio como un buen momento para intervenir; por esa razón se puso firme y con las convicciones fuertes: les diría lo que pasaría en el último día del campamento.

—Deben esforzarse y sobrevivir —masculló con destreza y sin dar un titubeo o detenerse el joven azabache de piel morena. Esas palabras llamaron la atención de todo, volteando a ver al joven de tercer año y sólo siendo el número cinco el que se atrevió a soltar su nombre.

—¿Daichi-san? —Tanaka no pudo evitar extrañarse, notando al joven número uno cerrando sus ojos, dejando que las gotas de sudor lo llenaran y su seguridad fuera más marcada.

—Me enteré por casualidad y no iba a decir nada... —Hizo una pausa dramática, sintiéndose satisfecho porque había logrado captar la atención y Asahi casi le daba un paro cardíaco por los nervios de lo que pudiera decir. Suga ahora habló, expectante, quizás pensando que les tocaría un partido de práctica con una escuela súper fuerte como el Itachiyama (que no les había tocado en el sorteo durante esas tres semanas que había estado ahí, y ya sólo faltaba un día para regresar a casa), o que una nueva estrella naciente se uniría al equipo como en los típicos mangas deportivos.

 —¿Q-qué pasa, Daichi? —Suga ya se estaba contagiando de los nervios, y Daichi seguía guardando las apariencias en una coraza seria.

—Hoy es el último día en que jugaremos partidos, mañana no lo haremos —continuó de forma certera y sin dar rodeos de más, pensando en todo momento en bajar la tensión y afilando sus facciones. El Capitán de Karasuno podía dejar de ser serio si así se lo pidieran—, porque, ¡los entrenadores nos invitarán a una barbacoa! —dijo por fin, no pudiendo ocultar su emoción que hasta agua se le hizo a la boca.

Eso, por supuesto que dejó encantado a todos, incluso Shimizu y Tsukishima, los más serios del grupo, abrieron sus ojos con sorpresa. Sin embargo, los que se llevaron el premio a los mejores indiscretos del mundo, fueron sin duda el trío del desastre y un desorbitado.

—¡Bar-...! —Tanaka fue el primero en gritar.

—¡... ba...! —Nishinoya le siguió, con su boca bien abierta.

—¡... coa! —chilló Shoyo para detener esa extraña sincronización.

Pronto, el pequeño gimnasio donde sólo estaban el Fukurodani, el Aoba, Johzenji y el Karasuno, fueron testigos de como los cuatro jóvenes empezaron a bailar con un extraño canto de alabanza a una carne. Tenían a Nishinoya, Hinata y Tanaka con las rodillas flexionados y los pies ligeramente abiertos, moviendo sus brazos en círculos, y a Kageyama completamente de pie, balanceando suavemente su cuerpo al no saber sincronizarse muy bien en el baile con los demás: los dos estaban realmente ansiosos, emocionados, ruborizados y con el sabor en el paladar.

Oikawa entrecerró sus ojos al ver a los tres jugadores y al mánager cantar.

—¡Carnita, carne, carne! ¡Carne, carnita! ¡Ponla junta, carne, carne! —cantaron al unísono los jóvenes, sólo siendo Kageyama el único que no decía palabra alguna. Nadie supo si era más increíble el ver a un tipo tan aterrador como Kageyama bailar, o que los tres jóvenes tuvieran sincronización perfecta al cantar y mover su cuerpo—. ¡Viva la carne! ¡Cien veces más energía! ¡Aleluya! ¡Aleluya! —empezaron a rezar y a dar sus plegarias al Cielo, siendo Tanaka el que guiaba ahora el estiramiento de manos para dar gracias, mientras Yuu y Shoyo le seguían el ritmo. A su vez, Tobio haciendo un acompañamiento, sólo estaba bailando de espaldas con extrañeza, demostrando sus horribles habilidades para el baile, pero su felicidad notable—. ¡Carne divina! ¡Carne divina!

A lo lejos, Ukai y Takeda observaban lo que estaban haciendo sus alumnos, siendo el rubio el primero en atreverse a hablar.

 —Profesor, ¿les dijiste sobre la barbacoa? —cuestionó con seguridad, cruzándose de brazos y resignándose a que eso ya no sería una sorpresa. Takeda sonrió ante la pregunta del Beta y negó.

  —En el itinerario de mañana sólo decía descanso... —comentó, dando un pequeño suspiro de cansancio para dar una sonrisa algo torpe ante la posible mala noticia que se llevaran después de la hora de comida—. Me pregunto si también saben que perdí en el piedra papel y tijera con los demás profesores, y por eso algunos de ellos tendrán que ir a comprar los ingredientes esta tarde... 

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