Capítulo 42: Confusiones
De alguna forma, en el pequeño descanso para comer y las dos horas libres entre comidas para que ésta se pudiera digerir, Hinata terminó recostado sobre su propio futón, después de que Kageyama se lo llevara sin importarle nada más, al cuarto donde todo el equipo masculino dormiría. Kageyama copió su acción al echarse a un lado suyo, y todo su cuerpo estaba volteado hacia donde él estaba.
Los nervios se iban calmando: demasiado cerca de su Alfa al punto de poder recargarse de su pecho si inclinaba un poco su cabeza, y una de las manos del armador puesta en su vientre, formando pequeños círculos con las caricias que le propinaba, lo llevaron a relajarse inconscientemente. Hinata cerró sus ojos, sintiendo su estómago lleno tras poder comer, disfrutando la sensación de sus fosas nasales al percibir sus aromas mezclados y los mimos que estaba recibiendo.
—¿Se siente bien, Hinata? —murmuró al referirse a las caricias contenidas en su parte baja, Hinata dio un suspiro tras sentirse satisfecho por el tacto, dando una media sonrisa algo torpe que se convirtió en un ligero asentimiento, antes de que esos ojos cafés buscaran los orbes de Kageyama. Pronto chocó con éstos, notando el mar azul mucho más calmado, y agradeció de forma certera el simple hecho de que el Alfa buscara bajar sus feromonas en intensidad para no incomodarlo.
«Así que estaba embarazado...», concluyó Kageyama, tratando de ignorar el simple hecho de que los dos eran demasiado jóvenes, y posiblemente ninguno de los dos sabía cómo ser padres. Es decir, ninguno de los dos trabajaba, no tenían casa propia, y Kageyama nunca había tratado con niños.
—Kageyama... —murmuró Hinata en un tono de voz bajo, volteando por completo su cuerpo hacia el sitio donde estaba el mencionado, y buscó acurrucarse en su pecho, pasando tímidamente sus delgados brazos alrededor de la espalda ajena y se apegó más a él. Quería seguir sintiendo más de esas feromonas que le generaban paz, quería seguir por siempre con Tobio como su Omega—. Abrázame, por favor —pidió en un tono de voz bajo, generando en Kageyama una reacción en cadena bastante curiosa. En menos de un momento, una flecha se estrelló directamente en su pecho, su cara se calentó y el sonrojo se hizo lo más notable en él.
Claro, cómo estaba embarazado era más cariñoso, ¡era muy lindo! ¡Hinata era muy lindo!
Tobio no dudó ni un poco en corresponderle el abrazo, la mano que le acariciaba su vientre rodeó su cintura, y con el otro brazo, se encargó de usarlo como una almohada para el más bajo.
Kageyama ahí pudo meditarlo y llegar a una conclusión certera que se volvió una realidad de manera inevitable, a pesar de que estaba disfrutando mucho del campamento, el haber podido conocer a gente increíble entre partidos y poder enfrentarse a ellos, era cierto que pronto sería papá, debía de mirar primero por el bienestar de Hinata al estar en cinta. En definitiva, una concentración llena de Alfa, Betas y Épsilon sudando por todos lados, sacando sus feromonas y llenando el gimnasio de olores fuertes para un Omega embarazado, debería de ser molesto.
Hinata pronto deshizo el abrazo, con facilidad y sin dar un titubeo. Quiso ver las expresiones que estaba teniendo Kageyama, levantando su cabeza para poder mirar a los ojos al joven, y éste le correspondió la mirada. No se dijeron nada por segundos, siendo el primer factor que hizo estremecer al de hebras naranjas al experimentar los largos dedos de Kageyama apretando un poco más su cadera y todos los escenarios que conducían al desastre, se iban colando por su mente.
Kageyama podría dejarlo en cualquier momento, y no podría culparlo.
—Ahora que estás más calmado, tenemos que hablar —habló Tobio con decisión, tras tomarse su tiempo para contemplar a su Omega, y notando el terrible gesto aterrado del más bajo al creer que su ruptura vendría dentro de poco.
Lo sabía, a pesar de todo, le gustó tanto la idea de que Kageyama fuera su pareja, que éste estuviera arriba de él al tener relaciones para poder marcarlo. Se había imaginado un futuro feliz donde encontraba a su pareja ideal.
Claro, los Alfas podían cambiar de pareja cuántas veces quisieran, y los Omegas y Épsilon eran los únicos afectados. Ellos no podían marcar a otras personas, y casi nadie quería Omegas ya «utilizados» y «estrenados» por alguien más.
A pesar de todo, no podía enojarse con Kageyama, tragó grueso al sentir esa potente mirada azulada sobre su persona, bajando la vista con cuidado antes de asentir, no pudiendo evitar sus nervios al apretar sus manos que sostenían la espalda de Kageyama y se aferró a su playera blanca, cerró sus ojos con fuerza y sus labios le temblaron.
Kageyama pudo sentir la obvia incomodidad del chico y su terror creciente, creyendo que todo apuntaba a que realmente el más bajo si le estaba ocultando algo, y no podía dejar las cosas en el aire. ¡Lo principal era comunicarse!
Quiso detener la tensión, sus feromonas salieron en un tono más bajo, queriendo calmar al menor y la mano sobre su cintura, subió suavemente hasta su bonito rostro. Kageyama creía que Hinata tenía un rostro muy bonito, lo pensó incluso desde antes de verlo saltar, le había llamado la atención de manera inevitable: sus labios carnosos, sus mejillas algo regordetas, sus cejas delgadas, esos ojos cafés que ahora eran ocultos por sus párpados y sus pestañas cortas, sus cabellos alborotados que olían bien y eran tan suaves... Kageyama sonrió con torpeza, sonrisa de un enamorado que no fue notado por Hinata al tener los ojos cerrados, y sintió cuando las yemas de sus dedos acariciaron la suave piel de su mejilla como el joven se tensó de forma notoria.
Por supuesto, el susto de Shoyo pasó con lentitud, aceptando las caricias de su Alfa cuando los largos dedos empezaron a pasearse, volviéndose una calma tan profunda, que no fue de extrañarse que Tobio se volviera a poner serio y uno de los ojos cafés del Omega se abrieran al extrañarse por su silencio.
—Deberíamos dejar el campamento —invitó de forma certera el Alfa, dando el tiempo suficiente como para que los grandes ojos del Omega se abrieran con sorpresa de golpe.
¡Eso no se lo esperaba! Los nervios se le esfumaron de golpe, sus labios se abrieron y sólo pudo parpadear varias veces.
Hinata esperaba algo como: «realmente ya no quiero seguir con esta relación». Ahora todo apuntaba a que quería irse del campamento que tanto había soñado.
¿¡Qué!?
—¿P-por qué? —pronunció en un tono de voz bajo, tratando de entender todo y sólo llevándose como respuesta, que el azabache apartara la mirada, empezando a avergonzarse—. Te emociona mucho esta concentración, ¿no?
—Sí, pero ahora tú debes de ser mi prioridad y no te has sentido bien últimamente —avisó de forma certera Kageyama, queriendo ser directo en todo momento y sólo hundiendo en una fosa profunda al más bajo al rematarlo sin querer.
¡Nooooooooooooo!
La escena mental de ver a Kageyama llegando a casa con él tras abandonar el campamento, completamente irritado y frustrado porque por su culpa no pudo aprovechar esa oportunidad única, ya que su vida se arruinó por tener a un frágil Omega como pareja, lo llevaron a decirle lo siguiente: «¡eres una molestia, no me sirves para nada! Por tus problemas y preocupaciones estúpidas no puedo entrenar», al mismo tiempo lo sacó de una patada de su casa, antes de cerrarle la puerta frente a sus narices.
Hinata sintió como todo su cuerpo se le estremeció, tratando de detener ese desastre inminente, separándose levemente al dejar que sus inseguridades se adueñaran incluso de la lógica y sacudió su cabeza con velocidad. No, no podía dejar que Kageyama se distrajera con sus estúpidas preocupaciones sin importancia.
Justo ahora, Tobio tenía cara perdida, ante la negación, copiando la acción de enderezarse y poder sentarse a un lado del nervioso y pálido Hinata que estaba al borde de las lágrimas.
—¡N-no quiero ser molestia! —destacó el joven, volviendo a ver a su pareja mucho más alta, creyendo que lo estaba arruinando todo y en el precipicio a punto de caer para ser reemplazado por el chico de Kamomedai, trató de ganar tiempo al voltear a ver a diferentes puntos de la habitación compartida—. Me esforzaré, ¡te ayudaré con tus levantadas! —confesó con seguridad, sabiendo que las dudas se iban arremolinando y el gesto de Kageyama se mostró reacio cuando arqueó sus cejas hacia abajo, al fruncir su ceño.
—Imposible, no podrás practicar conmigo por un rato —aseguró Kageyama sin titubear, cortando el rollo de Hinata, porque creía que como estaba embarazado, debía de cuidar su físico, no recibir golpes o hacer actividad bruscas que en un futuro podrían lastimar a su bebé o al propio Hinata. Los sensores del Alfa interior del joven se estaban activando, poco a poco sus actitudes se verían más posesivas al querer cuidar de su familia y de no dejar que nadie se acercara a su Omega.
Por su parte, Hinata lo interpretó como: «el Épsilon del otro equipo ahora me gusta más».
¡Hinata gritó! ¡Ya ni siquiera le servía ahora como rematador!
Quería llorar, sus ojos se pusieron acuosos. Kageyama se alertó al verlo así, queriendo extenderse para contarle que ya lo sabía todo —según él—.
—Debo cuidar de los dos... —murmuró Kageyama, dejando que una de sus manos volviera a subir al rostro asustado del chico que ya dejaba que su Omega dentro suyo siguiera interpretando todo de forma errónea, al sentir la suavidad de la mano de Kageyama cerca de sus ojos, queriendo detener el llanto ante la asociación de creer que era un síntoma similar al cambio de humor.
Hinata murió ahí mismo: ¡¿Kageyama no quería reemplazarlo, si no que iba a tener dos parejas?!
Sus labios le temblaron, queriendo reclamarle y decirle que él no quería ese tipo de relación. Pero, cómo era de esperarse, su boca hizo lo contrario a lo que su mente pensaba y sólo bajó la mirada.
Tampoco podía golpear a Kageyama.
—Si nos vamos ahora, te llevaré a mi casa si no te molesta —enfatizó de forma certera—. Tendré casa sola unas semanas porque mis padres sabían que iría al campamento, y como sólo llegaban a casa de vez en cuando para verme por la lejanía del trabajo, pensaron que sería buena idea aprovechar y quedarse en su hospedaje temporal que les da la empresa.
Algo dentro de la mente desviada de Shoyo donde sus temores lo iban llenando hasta deformar todo lo hicieron conectar cables, quedándose quieto ante esa invitación: ¿qué?
—Creo que estarás más cómodo allá, te alejarás de las feromonas de otros Alfas y Betas —dijo Kageyama, dando una solución a sus vómitos y ganas de ir al baño tan seguidas. Hinata ya no estaba entendiendo nada: ¿Kageyama a qué se refería?—. Quiero que te sientas lo más cómodo posible, nos quedaremos en mi cuarto, podrás hacer todo el desastre que quieras para que puedas construir cosas con mi olor —declaró, queriendo encaminar los hechos a la creencia de que los Omegas en cinta buscaban crear un nido con las cosas de su Alfa. Además, de sólo imaginar a Hinata hecho una bolita en su cama mientras se envolvía entre sus prendas y cobijas para cubrirse al intentar cuidar de su bebé, lo hizo estremecerse—. Incluso si eso te relaja, podrás dormir desnudo. Aquí no puedes hacerlo. —Se refirió al gusto de Hinata de dormir como Dios lo trajo al mundo, y el impedimento de esa acción por como estaba reunido alrededor de varias personas.
Una sacudida directo en su pecho y creyó que era purificado. Hinata notó como su Alfa daba una sonrisa torpe y entendió que un malentendido estaba ocurriendo.
—¿Por qué dices eso, Kageyama? —Ahora todo se desvío, y algo dentro suyo se dio cuenta de que Kageyama sí era un Rey con él... pero no en el sentido malo—. No quiero irme de la concentración.
La respuesta fue dada y Kageyama dio un bufido en modo de desaprobación, pero no le recriminó. Tobio sabía que Hinata era un necio y ya venía llegar esa opción.
—Entonces podemos adaptarnos, te daré mi chaqueta y la rociaré con más feromonas de lo normal —aseguró con destreza, dando a entender a Shoyo que éste iba demasiado en serio—. Trataré de hablar con los profesores de la situación, para que mantengan las puertas del gimnasio abiertas, no te pongan trabajos de fuerza y que te den una habitación para ti solo.
Sí, Kageyama Tobio era arrogante y seguro de sí mismo, digno de un Alfa. Era un Rey que sabía en qué posición estaba, era el Rey de Karasuno.
—¿Por qué necesitaría todo eso? —reveló el de ojos cafés, aunque aceptó mentalmente que le gustó mucho la idea de que Tobio le pusiera más feromonas a su chamarra que le prestaba.
—Porque estás embarazado, y quiero cuidar bien de ti y el bebé —confesó de forma certera, revelando su preocupación más reciente, apartando la mirada y congelando a Shoyo ante esa verdad—. Lo intuí por los síntomas que estás presentando, no sé si lo estás ocultando por alguna razón, pero yo apoyaré y aceptaré cualquier decisión que tomes: incluso si decides tenerlo como si decides no hacerlo, yo siempre me quedaré a tu lado.
Shoyo dejó que todas las lágrimas y sus nudos mentales se deshicieran. Dejó de lado el discurso extraño del embarazado, cuando claramente no había ningún bebé de por medio, ya que la última frase lo hizo poner los pies sobre la tierra: «yo siempre me quedaré a tu lado».
Entonces, ¿no lo iba a reemplazar por alguien mejor que él? ¿No lo iba a desechar si sólo no le servía para algo o si lo abrumaba con sus problemas estúpidos y sin sentido?
La respuesta era no.
Su terror se le pasó de golpe y la rabia contenida lo hizo insultar mentalmente a Kindaichi, al mismo tiempo en que el rojo Kageyama daba un vistazo hacia un lado, al estar avergonzado por las palabras cursis y quizás tontas que dijo.
Hinata se sintió enternecido.
—Pero, no estoy embarazado —soltó de golpe, ahora siendo Hinata quien soltaba la bomba y se llevaba el gesto confundido de Kageyama por completo.
—¿No lo estás?
—No, sólo he estado nervioso y preocupado —manifestó la realidad, dando un asentimiento y dejando que Kageyama se quedara deshecho tras haber interpretado todo mal. Hinata decidió comenzar a jugar con sus dedos, realizando un puchero al querer decirle lo que realmente pasaba en un embarazo Omega—. Usamos condón a pesar de que estábamos en celo, y bueno... un Omega al estar en cinta, a partir de su tercera semana de embarazo toma un pequeño aroma a leche por los cambios en su cuerpo —destacó con seguridad, dejando que la imagen mental de Kageyama teniendo a su Hinata con aroma a leche lo hiciera estremecerse de la buena manera—. Mi olor sigue siendo el de naranjas.
Bien, eso tenía sentido, Kageyama asintió de forma certera tras aceptar esa realidad, y creyó que a pesar de todo, eso era lo mejor. Eran demasiado jóvenes.
Sin embargo, eso no resolvía el problema...
—Y entonces, ¿por qué has estado preocupado y nervioso? —indagó todavía más, acorralando a Hinata contra la espada y la pared, entendiendo que no podía huir.
El más bajo direccionó su vista hacia el suelo, empezó a jugar con sus manos para calmarse y sonrió con torpeza.
—Quizás sea algo estúpido y sin importancia —contestó de forma certera el de hebras naranjas, dejando que Kageyama se viera ensimismado por fin, en la creencia que tenía Shoyo de sí mismo. Ahí, se vio obligado a actuar, levantando una de sus manos a la altura de la cara de Hinata, para dejar que ésta se adueñara de los cachetes de Shoyo, llamando su atención, sacándole un quejido, formando un pequeño pico con su boca y gruñendo por lo bajo sin querer.
La piel de Shoyo era suave y le dieron ganas de besarlo, pero ése no era el asunto en ese instante. Kageyama lo entendió.
—Por más pequeño que sea tu problema, si éste llega a preocuparte y ponerte nervioso, es igual de importante que cualquier otro —atiborró con destreza y de forma segura, dejando que Hinata sintiera como las palabras se clavaban en su pecho como una estaca—. Tus sentimientos son válidos, mi abuelo me ha dicho que no hay que ignorarlos.
Y Shoyo, ante lo último dicho, pudo sentir como su boca le temblaba, un pequeño sentimiento venidero ante tales palabras y el escalofrío al recorrer su cuerpo, se vio acariciado a través de los dedos del mayor apretando sus cachetes, casi lo hacen llorar.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro