Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 41: Un Épsilón, ¿Una Amenaza?

Hinata había podido mantener la calma la mayor parte del tiempo, cuando Shimizu Kiyoko regresó y a instancias de eso, pudo ponerla al corriente de su inevitable derrota en los primeros dos partidos. Ése era el tercero del día, Hinata se mantenía atento a cualquier movimiento que se realizaba: Kageyama Tobio se lucía en esos momentos con un saque con salto que iba de lleno contra el líbero del Kamomedai. El chico pudo reaccionar demasiado rápido a pesar de la velocidad de Tobio, y aunque pudo frenarlo, el menor pudo divisar unas pequeñas marcas rojas que le dejó en el sitio donde golpeó la pelota.

Hinata tuvo un escalofrío al notar esa realidad, poniéndose pálido al creer que ese ataque fácilmente podía zafar brazos. Sí, si dejaba pasar por alto sólo un poco lo bien que se veía al hacer esos lanzamientos: desde la forma en que hacía rebotar la pelota, como sus piernas bien formadas se preparaban para brincar al lanzar la pelota y la fuerte palmada que resonaba al hacerlo, lo hicieron estremecerse. 

Quizás era su instinto Omega disfrutando en su fantasía de querer ser dominado por el Alfa. Sus mejillas se tiñeron de rojo y se perdió en su nube, apartando la vista con levedad y queriendo morderse el labio, que ni siquiera notó cuando Tsukishima se percató de su forma de actuar. 

—Deberías de calmarte. —Lo bajó de su nube el rubio, posando su palma abierta sobre sus cabellos en forma de un pequeño golpe que regresó al más bajo de su nube, destacando su mirada agrietada al dar un traqueteo nervioso. Un chillido se escapó de su cara y sus cejas se arquearon hacia abajo, posando rápidamente su mano sobre sus cabellos naranjas donde la palmada fue profesada.

Esos ojos cafés vieron con amenaza la alta figura del Beta, tronó sus dientes al verlo sonreír con sorna, antes de dar un bufido y mirar hacia arriba. Hinata se regañó en su interior, tomando nota para no volver a pararse a un lado de Tsukishima cuando le tocaba descansar en ese partido.

—Realmente te interesa ese idiota... —abordó con destreza, direccionando su mirada hacia el frente, y pasando por alto como el joven de menor estatura volvía a dejar su mirada sobre Kageyama, enrojeciendo con más fuerza y teniendo la necesidad de crear círculos con su tenis al mover su pierna.

—Bueno, es mi Alfa... —acentuó, dando una media sonrisa apenas visible y notando por fin que las defensas del otro equipo eran extrañamente poderosas. Sin embargo, prefirió enfocarse en dar un respiro y recargarse contra la pared, sabiendo que aunque estaba más tranquilo, esa pequeña espina de incomodidad seguía presente. Había demasiados buenos jugadores, mucho mejores que él—. Son demasiado buenos. Hasta hacen saques extraños... —acordó, dando un respiro al ver como al número seis le tocaba hacer un saque, y a pesar de que éste no era muy poderoso o era golpeado violentamente como ocurría con Kageyama, llegaba a causarle ciertos problemas a Tanaka—. Es como si se desviara de su trayectoria.

—Un saque flotante —corrigió Tsukishima, sin querer extenderse más. Hinata dio un pequeño brinco por la sorpresa, no obligando al más alto a que le siguiera contando, y en su lugar, se enfocó en escribir en su libreta lo necesario.

—Así que el Kamomedai usa muchos saques flotantes —anotó, hablando en voz alta y dejando que Kei lo observara dando un chasquido, al ver su notable mejora y lo comprometido que estaba con el equipo.

Eso podía ser bueno, Tsukki lo sabía, volvió a mirar al frente y notó otro saque directo del joven Hirugami, recordando que Yamaguchi hacía unos similares sólo que con más torpeza. Debía de pulir su lanza poco a poco. Ese campamento era una buena oportunidad.

A pesar de todo, no podía pasar por alto el hecho de que Hinata se encontraba algo nervioso. Como si algo le preocupara. 

Claramente no le iba a preguntar qué era lo que le ocurría, sería una molestia el simple hecho de tener que escuchar sus problemas. No, gracias. Fingiría no darse cuenta, no, no, no, no, n-...

—Oye... —comunicó el chico Omega de golpe, con un tono mucho más bajo y calmado de lo habitual, pudiendo respirar tranquilo cuando el sonrojo se le fue bajando, y volvió a levantar su mirada al partido. Kei deseó que éste no lo buscara como ayuda moral. Hinata sonrió y Tsukishima se acomodó con sus dos manos su pechera con el número diez, para jalar de ella hacia abajo y que no esté arrugada—. ¿Kageyama es conocido como el Rey de la Cancha? —argumentó con destreza, logrando que el rubio lo volteara a ver de nuevo, sus facciones no revelaron nada y su seriedad innata hizo temblar al Omega cuando esté lo miró por el rabillo del ojo.

—Así que ya lo sabes... —coincidió de forma certera, haciendo que por fin el joven lo volteara a ver después de que éste lo confirmara. Otra vez, ese golpe certero se inundó dentro de su cuerpo hasta volverse un escalofrío; al final, pudo hacer un puchero.

—Lo escuché de un chico con cabeza de nabo que parecía ser su compañero de secundaria, también te he oído llamarlo de esa forma —coincidió, volviendo a mirar al frente al oír un silbato y la seña del arbitro para indicar el cambio de jugadores del equipo contrario, mostraron por fin a la siguiente gaviota en entrar ahora en la cancha. El nueve salía y entraba el número cinco: un jugador que a pesar de su estatura, su complexión delgada y esbelta, junto con sus facciones más finas, apuntaban a que era un Épsilon. 

A pesar de su condición, sus cejas gruesas estaba arqueadas hacia abajo con decisión, su postura era erguida y sin temor. Hinata apretó la pluma con la que escribía al verlo entrar.

—En secundaria vi las preliminares del torneo de la prefectura, donde antes jugaba Kageyama —atestiguó, volviendo a llamar la atención de Hinata. El partido retomó, y toda la atención del mánager, se la llevó en parte el joven alto con gafas negras—. La levantaba de una manera muy egocéntrica. Levantaba para diezmar a sus oponentes, y de paso también a sus propios compañeros de equipo.

—¿E-eso quiere decir...? —citó de forma baja, algo nervioso por eso y sacando una pequeña sonrisa en el joven de cabello corto.

—Ese apodo se lo dieron sus propios compañeros: que es un Rey egocéntrico, un dictador opresivo —destacó sin nada de tacto, mirando ahora como el joven azabache se enfocaba en una levantada perfecta que se estrelló de lleno contra la palma de Asahi. Así, la sonrisa se le escapó de su boca y se puso serio—. Escuché esos rumores... esperaba encontrarme con esa versión suya cuando me enteré que ese Rey de la elite estaría en el mismo equipo —calculó, casi siendo inevitable el simple hecho de poder sacar una pequeña risa mal hecha al revelar la verdadera imagen de él—, realmente sólo obtuve un Rey manso e idiota, con aire y pelotas de voleibol flotando en su cerebro. 

De alguna forma, esa imagen para Hinata llegaba a ser más realista.

—Lo único cierto es que es un perfeccionista, hace todo lo necesario para llegar a la cima y desecha lo que no es necesario. Puedes entenderlo por la razón por la que quiso cortejarte, fue algo tonta, ¿no? —condenó el pequeño corazón de Hinata tras esa afirmación, dejando que sus ojos se abrieran con destreza y notando la realidad al casi golpear contra el suelo—. La forma de pensar no es tan fácil de cambiar.

Ahora que lo pensaba, Kageyama empezó a cortejarlo para que fuera su rematador, el tenerlo en la cancha fue su principal motivación, se emocionaba demasiado cuando lo aceptó como su colocador y él ni siquiera pudo seducirlo correctamente. La pluma se apretó más, los temblores se fueron atrapados a través de su cara y aceptó todo: sí, sabía que en cualquier momento podía ser reemplazado. Lo entendía. 

Siempre lo supo. 

—¡Hoshiumi-san! —gritó el colocador del equipo contrario, alzando sus manos hacia arriba, cuando la pelota estaba a una altura suficiente como para ser lanzada. Los ojos de Hinata se enfocaron en todo eso por la rapidez en la que todo ocurrió.

Su mano se aferró a su libreta y su cuerpo se tensó. Sabía que su trabajo como mánager no era la gran cosa, no sabía rematar ni golpear la pelota porque su experiencia era nula, podía mejorar con el pasar del tiempo, pero eso sólo indicaría que retrasaría a Kageyama y que lo haría esperar. 

Creía que su trabajo no era la gran cosa.

¿La idea del club de fotografía? A cualquiera del club se le pudo haber ocurrido, y todo apuntaba a que Shimizu lo había tomado en cuenta desde antes. 

¿Él, como modelo de la fotografía del cartel? Cualquier Omega lindo pudo hacer lo mismo que él, o cualquier rematador talentoso que saltara alto podría ser la opción perfecta para la toma.

Hoshiumi tomó impulso para poder saltar, tomando impulso con destreza ante la atenta mirada de Kageyama y Hinata. La pluma la apretó más.

¿Ser el mánager de Karasuno? Si Kiyoko no lo hubiera seleccionado, cualquier otra persona podría hacerlo. 

De ser eso posible, quizás no se hubiera hecho tan cercano a Kageyama. 

Si Kageyama hubiera conocido a alguien que brincara igual o más alto que él, también se fijaría en él. 

Hoshiumi brincó, dio la sensación de volar: su equilibrio fue perfecto, el movimiento de su cuerpo al parecer flotar en el aire, la posición perfecta, la intuición, la velocidad, la forma en que pudo ser ágil a pesar del bloqueo y fácilmente pudo atravesar la muralla para anotar un punto. La pelota rebotó contra el suelo, esquivó el bloqueo de Kageyama y Asahi.

¿Y Kageyama? El gesto sorprendido al ver el poder del joven de cabellos blancos se vio contenido con un pequeño rubor y una sonrisa certera que se dibujó en su cara cuando sus piernas tocaron el suelo tras caer.

Y Hinata, como un simple mánager, sólo tuvo que apretar su pluma con más fuerza y ver la libreta donde todos su apuntes del deporte se iban amontonando: también debería de crear una lista de todo lo que debía de hacer y aprender para ser un Omega digno de alguien tan genial como Kageyama, antes de ser reemplazado.

Las nauseas volvieron a inundarlo.

La hora de la comida había llegado, Hinata se sentía nervioso, teniendo en sus manos su bandeja de comida que se había cocinado y con el reciente aviso de Kiyoko de que a él le tocaría ayudar en la preparación de la cena y el desayuno de esa mañana. 

Sus manos temblorosas se iban apretando con la bandeja, notando con velocidad que la comida del campamento era muy saludable y completa: arroz blanco cocido, salmón asado con sal, natto y sopa de miso. 

Shoyo dejó salir un suspiro de su boca, buscando sentarse en el espacio del comedor grande destinado al equipo: mesas pequeñas donde cabían siete personas en cada una. Una de las mesas ya estaba llena, notándose bastante animada, teniendo a Kiyoko comiendo sus alimentos tranquilamente, a un lado a Tanaka y seguido de éste a Noya, que se deleitaban por comer alimentos preparados por la Beta. A un lado de Kiyoko estaban los tres jóvenes de tercero y Ennoshita, hablando tranquilamente.

—¡Hinata! —La voz de Yamaguchi lo ingresó a tierra firme, sus pensamientos lo regresaron al sitio y pudo notar a los tres jóvenes de primero: Yamaguchí sentado a un lado de Tsukishima, seguido de eso había un asiento vacío, y después estaba Kageyama. Shoyo sonrió con torpeza, queriendo no tomarle mucha importancia al asunto a pesar de que le fue imposible el simple hecho de esbozar su curva alegre que siempre mantenía.

—Eres tan pequeño que casi no te alcanzamos a ver —La burla inundó el sitio después de que Tsukishima dejara salir su personalidad picante, esperando que el más bajo le regresara el insulto, o, al menos, recibir su cara hecha un manojo de rabia.

—Ah, ya veo... —soltó Hinata como contestación simple, dejando que su mirada vacía y su terror fuera mucho más notable hasta el punto en que Kageyama dejó a medio camino su cuchara con algo de sopa de miso. 

Sin tocarla, esos ojos azules lo examinaron y el de menor estatura terminó por sentarse a un lado de su pareja.

—Realmente estás extraño —habló Kei, sin buscar extenderse de más. Hinata por fin lo vio, y esa preocupación que se iba formulando a través de su mente, sólo hicieron que sus labios se abrieran, pero no dijo palabra alguna.

—¿Estás bien? —Ahora fue Yamaguchi quien le preguntó por su estado de ánimo, y sus ojos cafés sólo saltaron del rubio hacia el chico con pecas, dando un asentimiento algo vago al querer demostrar que todo estaba bien. Por supuesto, eso no resultó para nada convincente para Yamaguchi, y mucho menos para Kageyama.

—E-estoy bien, gracias por preocuparse —agradeció de forma sutil, dando una pequeña reverencia y sonriendo con sutileza.

La sonrisa parecía ser verdadera si nunca le prestabas atención, pero los tres jóvenes restantes no se creyeron en absoluto esa mueca discreta y quisieron indagar más.

—¿Sigues nervioso? —El turno de Kageyama llegó, con eso, su voz gruesa que no buscaba ser intimidante, pero con facilidad, logró sacar un chillido nervioso al más bajo, teniendo que girar ahora su cuerpo para ver cómo el joven regresaba la cucharada de miso a su plato y se ponía serio. Hinata sólo le apartó la vista y trató de ver hacia todos lados: las demás escuelas, su propio alimento, la pared pintada de crema o la barra de comida.

Los ojos de Kageyama y su cuerpo girando un poco en la silla para poder prestarle toda su atención, pusieron nervioso al Omega, quien trataba de mentir al negar, fallando en el intento.

«Esto debe de ser una molestia para él, en cualquier momento puede cambiarme por ese chico que saltaba alto», cruzó por su mente sus inseguridades, sólo dando un pequeño toque a su terror y creyó que debía de esforzarse.

—No me pasa nada —dijo en un tono de voz muy bajo, volteando a ver por fin a Tobio y notando como sus cejas se iban hacia abajo y su boca mostraba desaprobación certera ante eso: aterrador. Hinata dio un grito interno y fingió que eso no le molestaba o preocupaba. ¡Aterrador, aterrador!

De seguro lo estaba molestando, debía de ser más convincente.

—¡Sólo estoy muy hambriento! —aludió con destreza, dando un brinco de felicidad interior al no tartamudear a pesar de todo, y para ser más convincente, volteó a ver a su Alfa, dando una sonrisa decidida al mismo tiempo en que una de sus manos tanteaba a través de la mesa para alcanzar su vaso de agua.

Al atraparlo entre sus dedos, lo levantó, ante la estupefacta mirada de Tsukishima y la atenta de Kageyama, Hinata bebió de golpe parte del vaso, sólo deteniéndose y despertando de su trance al escuchar el grito de Yamaguchi.

—¡Ése era el vaso de Tsukki! —avisó, aterrado de que esos dos quizás compartieron saliva. El mencionado dio un gruñido y Hinata enrojeció, queriendo que la tierra se lo tragara, dejando de ver a Tobio para observar el vaso casi vacío de agua, para poder alternar después su mirada el gesto de asco del rubio con gafas.

—¡L-lo siento, Tsukishima! —Trató de disculparse, ni siquiera pidiendo recibir una respuesta del Beta porque la mano de Kageyama lo hizo paralizarse, aumentando sus nervios al escuchar la silla arrastrarse hasta que chocó con la suya, dejando los espacios entre él y el Alfa acortados.

Hinata no pudo hacer más que girar lentamente su cabeza, para toparse simplemente con el joven de ojos azules y cabellos negros con una expresión preocupada y algo molesta demasiado cerca. Hinata estaba muerto.

—Mentiroso —insistió Kageyama, antes de que su mano posada en su hombro, ahora decidiera darle un medio abrazo completo. Hinata se derritió, quedándose completamente quieto, las ganas de vomitar se atoraron en su estómago como un revoltijo y pronto se encontró siendo empujado hacia el cuerpo de Kageyama.

Su aroma a naranja se turbó a pesar de estar cerca del tranquilo aroma a chocolate de su pareja, la idea de creer de que esa tranquilidad que tanto amaba pronto pudiera perderla, lo hizo estremecerse. Tobio no lo dejó ir, incluso le dio el tiempo suficiente al más bajo para que éste pudiera acurrucarse en el arco de su cuello y el medio abrazo se hizo más pronunciado y firme cuando los largos dedos de Tobio le apretaron levemente el hombro.

Shoyo tuvo ganas de llorar, apretando sus labios y con la sensación de querer salir corriendo al baño por sus mareos se hizo presente.

—Estás tenso, tus feromonas las siento pesadas, nuestra unión está algo inquieta... —empezó a susurrar, tratando de soltar más sus feromonas para poder calmar el estado de ánimo del Omega, y logrando un pequeño progreso porque el chico se relajó—. Realmente me preocupas. —Esas últimas palabras, ¡esas últimas palabras!

Las alertas dentro de Hinata se encendieron, su tranquilidad se volvió otra vez una inquietud certera, su cuerpo se puso duro y buscó separarse del abrazo e intento de consuelo de Kageyama: no estaba bien preocupar a Kageyama, él debía de enfocarse en ser el mejor en el campamento. ¡Él no debía de estorbar si no quería ser desechado!

—Me... —Su voz sonó baja, su aroma se hizo más intenso a olfato de Kageyama, y sus ojos a punto de llorar, dieron la impresión al más alto de que algo estaba ocurriendo—. ¡Me esforzaré para serte de utilidad! —gritó Shoyo, sólo pudiendo pronunciar por completo en sus palabras, antes de sentir como algo se atoraba en su garganta.

Hinata se asustó, posó su palma abierta sobre su boca y trató de retornar lo impensable. No pudo decir nada, sólo se enfocó en salir corriendo directo al baño.

Kageyama se quedó en su lugar por unos segundos, notando como su pequeña figura salía del espacio de la cafetería, casi chocando con dos gemelos y contras las mesas del Inarizaki, antes de entrar en los pasillos que conectaban al segundo piso de la institución abandonada donde se estaban quedando a dormir.

¿Qué quería decir Hinata con «serte de utilidad»?

Sus labios temblaron y se puso de pie, queriendo ir tras él. Al mismo tiempo en que lo hacía, Yamaguchi lo hizo al mismo tiempo.

Tadashi dio una pequeña sonrisa algo nerviosa cuando sus ojos chocaron con los curiosos y algo amenazantes de Kageyama, que fue inevitable el no iniciar una conversación.

—Te acompaño —aseguró.

Tobio agradeció con un pequeño movimiento de cabeza y siguieron a Hinata con paso rápido, sabiendo que los baños estaban al fondo del pasillo, entre tantos salones cerrados con llave. Tsukishima decidió continuar con su comida en su sitio, y Yamaguchi no pudo evitar querer indagar más en la situación de pareja de Hinata y Kageyama cuando entraron por el pequeño pasillo vacío que conectaba a los baños: su paso era apresurado.

—Todo el día ha estado algo débil, con náuseas, vómitos y ha pasado al baño muchas veces —destacó Kageyama, llamando la atención del joven con cabello verde, quien sólo pudo dar un asentimiento certero ante esos síntomas juntos. Kageyama quiso extenderse más tras haberse llevado su atención—. Me ha dicho que está nervioso, pero creo que está ocultando algo... o al menos, no me quiere decir qué es lo que le pasa realmente —manifestó con destreza, siendo Tadashi el que le dio la razón al ver cómo se había comportado recientemente.

El joven con pecas dio un suspiro, dando un vistazo al techo al verse más cerca del baño para chicos, y su mente trató de atar cabos sueltos, obteniendo una pequeña respuesta torpe.

—¿No estará embarazado? —indicó con destreza, dejando que el mundo de Kageyama dejara de girar en ese momento.

El paso de Tobio se detuvo, quedándose a medio pasillo y dejando que Yamaguchi también lo hiciera después de avanzar cinco pasos más que él, girando parte de su cuerpo para poder notar el rostro consternado de Kageyama, con sus pupilas temblorosas y perdiendo la fuerza de sus piernas.

Kageyama se negó mil veces esa opción desde que se le presentó: eso no podía ser cierto, ¿verdad? Usaron condón... ¿no es así?

Las gotas de sudor rodaron por su cara y las miles de opciones negativas llegaron a la luz: vómitos, ir al baño muchas veces, tener una actitud voluble y cambiantes, con debilidad y estresado. Quizás su estado de ánimo estaba peor porque estaba rodeado de Alfas y Betas, con sus feromonas regadas por el gimnasio tras jugar, abrumando su pequeño cuerpo que se preparaba para traer a su cachorro. Y como no estaba en casa o en un lugar seguro, no podía construir su pequeño nido donde podría cuidarlo cuando éste naciera.

¡Noooooooooooo!

Quizás el condón se rompió y como lo hicieron en sus días de celo, posiblemente lo fecundó, o tal vez, ¿¡no se puso bien el condón!? ¡Incluso había pasado un mes y unos cuantos días desde que lo mordió!, ¡los síntomas empezaron a surgir!

¡Eran demasiado jóvenes! ¡Como los Omegas tenían un instinto de protección con sus cachorros bien arraigado a su cuerpo, quizás no le ha dicho nada porque piensa que lo obligara a renunciar a él! ¡O quizás, Hinata no lo quería tener y pensaba que él lo obligaría a tenerlo!

¡Noooooooooooooooooooooooooooooo!

Kageyama Tobio murió ahí mismo.

O casi...

No podía morirse todavía.

Si Hinata no le había dicho nada, eso quería decir que posiblemente tenía incertidumbre al creer que no aceptaría su decisión y lo abandonaría a su suerte. Incluso si fue por accidente, si Hinata le abrió sus piernas, él también fue responsable por enterrarse entre ellas.

Kageyama no podía morir todavía, ¡le demostraría todo su amor a Hinata!

¡Le haría saber de alguna forma que estaba muy feliz de estar a su lado sin importar las circunstancias!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro