Capítulo 32: Hinata, El Salvador... Tal Vez
Advertencia de ligero contenido sexual explícito.
Capítulo dedicado a: ha-neulseong06 y -Midori_Kitsune-, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
La noche cayendo sobre Miyagi podía ser bastante tenebrosa para Yamaguchi estando solo, no sería de extrañarse, debido a varias leyendas y rumores, que afirmaban el avistamiento de ciertos espectros o fantasmas que rondaban las calles oscuras. Pero, si estaba con Tsukishima, sentía que todo podía estar bien, que podía andar con tranquilidad y nada ocurriría mal.
Sus ojos verdes vieron al suelo, no pudiendo evitar emocionarse, y observando por el rabillo del ojo, al alto chico que se paseaba a su lado, con sus auriculares recargados cerca de su cuello y su mirada directa hacia el frente.
Un Epsilón debía de buscar por naturaleza a un Alfa, eran similares a los Omegas, después de todo. Pero los Epsilón no eran muy queridos, no eran muy adorados, y, muy al contrario, llegaban a ser el blanco de burlas de castas superiores.
—Me sorprende que Kageyama sea malo en la escuela —declaró sus pensares Yamaguchi, queriendo apartarle la mirada y lanzando toda su atención al camino que tenía delante—. Parecía ser inteligente... —masculló, recordando que desde un principio, en su entrada al club, había sido un chico con buenas estrategias de ataque, profesionalidad al hablar del deporte y un talento natural que lo hicieron ser titular desde un inicio.
—Realmente es un idiota, sólo tiene espacio en su cabeza para el voleibol... y Hinata —contó lo último, sin despegar su cara de pocos amigos, y tratando de fingir que era su imaginación el oír los pasos veloces de dos personas corriendo hacia ellos y el rodar veloz de una bicicleta que acompañaba el ruido de sus pasos. Sus cejas se arquearon hacia abajo, maldiciendo al ver a Tadashi detenerse, girando su cuerpo para ver a los dos jóvenes que trataban de unirse a su conversación certera.
Quiso ignorarlos. De verdad que quiso ignorarlos.
—¡Tsukishima... -san! —El grito venidero se hizo casi a la par, no pudiendo ignorarlo ya a esas alturas y volteando un poco su cuerpo, con su típica cara de pocos amigos y notando como los dos idiotas enamorados con el chándal del mismo equipo. Sólo que las diferencias eran certeras y diferentes, teniendo a Kageyama poniendo sus manos en sus bolsillos y queriendo apartar la vista; Shoyo lo miraba sin parpadear, apretando sus manos al manubrio—. Ayuda a Kageyama a estudiar, por favor... —La voz de Hinata era firme, no había duda ni miedo en sus palabras.
Tsukishima enderezó su cuerpo y se cruzó de brazos, alzando una de sus cejas ante tremenda osadía.
—No quiero. —Se limitó a decir, cortando de golpe cualquier ilusión de ese Omega, y se burló mentalmente, por ver al de cabellos naranjas apretar sus dientes y conteniendo sus ganas para empezar a reclamarle en busca de una ayuda obligatoria.
—¡Só-sólo menos de una hora al día! —Trató de dar opciones, teniendo un tono tembloroso y sólo logrando que el rubio alto le apartara la mirada, para poder ver al serio azabache que no había hecho sonido o movimiento de más—. O dinos cómo estudiar...
Hinata se mostraba desesperado, y Yamaguchi entendió en parte a qué se debía. Por esa razón, volteó a ver a Tsukki por el rabillo del ojo, queriendo no ser tan imprudente y meter sus narices donde no lo llamaban.
—No haría daño hacerlo un par de minutos antes del club... —soltó Yamaguchi una opción certera, porque aunque nunca tuvo una conversación directa con Hinata, éste le agradaba. Se sintió bien ver a Shoyo sonreír ante el apoyo, y Kei no tomó a mal la propuesta, deshaciendo el cruce de brazos para poder colocar sus manos en su cintura, sin apartarle la vista al Alfa puro, listo para burlarse.
—Oye, no creo que sea justo que la pulga pregunté por ti, Rey. —Hizo saber lo que se estaba pasando por alto, usando un tono burlón que buscaba iniciar una pelea, y lográndolo fácilmente tras eso. Tobio se paralizó, teniendo un escalofrío certero, apretando sus dientes al querer disimular su rabieta y afilar sus facciones—. ¿Qué dice el grandulón?
Tobio se puso recto, quitó sus manos de sus bolsillos y miró hacia el cielo.
Kageyama y Tsukishima eran buenos «amigos». Desde el principio, Kei molestó al chico que era centímetros más bajo que él, porque era fácil de irritar y hacerlo perder la paciencia. Ahora, se le hacía satisfactorio en demasía, ver como Shoyo le daba ligeros codazos a su pareja, para que no se quedara callado.
El ambiente se quedó un silencio un minuto entero, mientras el de ojos azules trataba de darse la fuerza suficiente de voluntad como para decir algo, y la burla impregnada en Tsukishima, se hacía cada vez más notoria. Sí, Tobio hubiera mandado al demonio todo, pero su Omega se había esforzado tanto en que el viaje fuera posible, así que, no debía de ser tan quisquilloso.
—Por favor, enséñame —pidió, en un murmuro casi inaudible que casi le sacó una carcajada al que estaba postulado para ser un profesor de manera involuntaria.
—¿Qué? —destacó el más alto del grupo de cuatro, parando la oreja.
—Por favor, enséñame a estudiar —repitió, agregando dos palabras más, y elevando un poco el volumen de su voz. ¡Todo fuera por el campamento, el voleibol y Hinata!
Pero su paciencia se le estaba agotando.
—No te escucho... —Se burló el número 10, acercándose más, y deshaciendo toda la amabilidad que podía caer en Tobio.
—¡Enséñame a estudiar, maldito! —gritó con más fuerza Tobio, dejando salir todo el aire de sus pulmones, asustando en el proceso a sus tres acompañantes al dar una larga reverencia mal hecha, porque sus piernas estaban algo abiertas.
Ahora se escuchó tan bien, que el propio Ukai tuvo que salir de su tienda, con el enojo plasmado y queriendo callar a esos escandalosos.
—¡Cállense, están molestando a los vecinos! —exigió, dejando seco a todos, y sólo siendo Hinata y Tadashi quienes se disculparon con un movimiento de su cabeza y palabras breves. El entrenador los observó, dio un bufido certero antes de aceptar la disculpa y volver a meterse en su tienda—. Vayan con cuidado a casa. —Fue lo único que les dijo, refiriéndose específicamente al Epsilón y al Omega, antes de volver a cerrar la puerta.
Seguido de eso, el lugar volvió a quedar en silencio, dejando a los cuatro chicos en una pausa incómoda, que quiso ser destruida por el propio Shoyo.
—¿Entonces-...? —dijo Hinata por fin, sólo logrando que Tsukishima lo viera con ironía, queriendo decirle muchas cosas, pero sólo callándose y apartando la mirada.
—No quiero —repitió su veredicto final, sólo permitiendo que los dos chicos se quedaran congelados, con sus pupilas comenzando a dilatarse, y la frustración creciente, se hizo demasiado grande como para frenarlo. Hinata Shoyo estalló, y Kageyama estaba a un paso de morir.
—¡No importa, Kageyama! —animó Shoyo, girando su rostro hacia el sitio donde el mencionado se encontraba. Tobio lo observó, teniendo un pequeño sobresalto al volver a notar esa mirada decidida escapándose del color café—. ¡Yo te ayudaré a estudiar! —contestó Shoyo con emoción, dando una afirmación certera que se extendió por el sitio, y Tsukishima creyó que eso podría ser una idiotez.
—¿Cómo le enseñarás a ese Alfa idiota? —reveló Kei sin dar reparos, realmente esperando que le rogaran más, antes de aceptar su propuesta de enseñarles. Pero, bueno, no se iba a quejar si el idiota de Hinata se ofrecía como sacrificio para aguantar a ese chico... aunque tenía sus dudas. ¿Ese Omega de cabellos alborotados siquiera era listo?
Hinata enrojeció ante la petición, apartando la mirada hasta que toda su cara fue un completo tomate andante.
—Le daré premios por cada respuesta correcta... —Esas palabras salieron al aire, Tobio pareció perdido y Tsukishima creyó que eso no era algo tan bueno, porque sentía que eso implicaba algo inapropiado de lo que no quería enterarse.
—¿Dónde realizan las plantas la fotosíntesis?
—En el aire.
Respuesta incorrecta por parte de Tobio, pero que no hubo mentira para Shoyo. Era cuando se daban cuenta de que compartían la misma neurona, porque Hinata lo estaba premiando.
Tobio soltó un leve quejido, tirando su cabeza hacia atrás y agradeciendo demasiado que la madre de Hinata y su hermana no estuvieran en casa, saliendo al supermercado para comprar las cosas necesarias para la cena. Se encontraba sentado, con las piernas abiertas, sus pantalones y bóxer estaban bajados sólo lo suficiente como para que su pene estuviera al aire.
Las manos de Shoyo estaban sobre Tobio, el chico más bajo estaba recostado frente a él, entre sus piernas con sus manos sobre el miembro y su cara demasiado cerca de éste para poder hacerle una felación. Tobio se mordió los labios, sintiendo como su vientre se iba revolviendo, creyendo que sentía espasmos, y todo lo que había «estudiado» se le estaba yendo por el desagüe. Se estaba cegando.
El chocolate y el naranja se enlazaban, se hacía adictivo el aroma al ingresar por sus fosas nasales. Hinata gimió por lo bajo, al sentir como la mano de Tobio tomaba sus cabellos sin lastimarlo, y lo empujaba con suavidad sobre el sitio, metiéndose lo más que pudo el pedazo de carne en la boca.
Dentro de él, sentía como palpitaba, como apretaba con fuerza por el lugar estrecho, y Tobio se deleitaba al sentir el sitio completamente húmedo. Cuando Hinata lo sacó de su boca, buscando poder obtener el aire que había perdido, el leve sonido de un chapoteo, y el diminuto hilo de saliva que unía los labios carnosos del Omega y el tronco del falo, sólo hicieron que el ambiente se encendiera más. Shoyo suspiró, dejando que todo el aire lo llenara de nuevo, antes de sonreír, sintiendo como esos largos dedos se enredaban en sus cabellos, acariciándolo y haciéndolo sentirse satisfecho.
Volvió a adueñarse del miembro una vez más, con su lengua pasando alrededor de la corona del glande, delineando todo y dejando que toda la carne se viera llenada de saliva. Shoyo sonrió al ver lo que estaba logrando, notando el prepucio contraído, y sus manos sobre el tronco dieron un ligero apretón.
Antes de hacer alguna otra acción, dejó suaves besos en la punta, devorando la pequeña parte rosada de donde ya escurría el líquido preseminal, tomándose su tiempo para de vez en cuando observar de reojo a Kageyama, notando como tenía gotas de sudor recorriendo su cara, sus ojos entrecerrados y jadeando sin prisa.
Lo estaba disfrutando.
Hinata se lo metió a la boca por fin, sólo que esa vez no fue completo, deteniéndose en el frenillo y moviendo su lengua torpemente en un movimiento circular para quedar llenando cada espacio, succionando de vez en cuando y tratando de incentivar al mover levemente sus dedos cerca de la base, queriendo consentirlo.
Tobio se sentía en las nubes, los exámenes ya no importaban en ese momento, porque lo único que quería, era que ese chico lindo que ya se sacaba el pene de la boca, fuera cogido con él sin importar lo demás.
—Kageyama... —murmuró Shoyo, soltando el pene del azabache de manera temporal, para poder enderezar su cuerpo y sentarse en sus piernas.
Tobio soltó un quejido, sintiendo como el pene oculto de Shoyo a través del chándal, mostraba una erección y se frotaba con el suyo, notando la dureza del mismo. La pequeña fricción que realizaban era tentadora, quería quitarle los pantalones al más bajo y hacérselo ahí mismo.
Tobio abrió un poco sus labios, saboreando esa idea y dispuesto a hacerlo.
Claro... hasta que algo conectó dentro de su mente.
¡Se suponía que estaban estudiando! ¡No debían de dejar eso de lado y ponerse a hacerlo como salvajes justo en ese momento!
—¡Hi-hinata!
Ese método no servía, ¡rechazado!
Los premios a los que Shoyo se refería (por segunda oportunidad), como era de costumbre y algo especial para ese idiota enamorado del voleibol, era algo que tuviera que ver con el deporte: una pequeña actividad de recibimiento, donde Shoyo le lanzaba una pelota a Kageyama por cada respuesta correcta, para que ésta la recibiera.
O al menos... las respuestas que Shoyo creía que eran las correctas.
—¿Qué tipo de relaciones se pueden establecer entre individuos de la misma especie? —soltó la pregunta, poniéndose firme y listo para aventarle la pelota nueva que Tobio le había regalado al intentar cortejarlo. Creyó que sería buena idea usarla.
Tobio seguía en la misma posición baja, inclinándose para adelante, tomándose su tiempo para poder conectar algo dentro de su mente, y poder llegar a una conclusión venidera. Pensó, pensó y pensó. Volvió a pensar, y de nuevo pensó. Sus ojos se perdieron en el vacío, y decidió que era buena idea tomar un descanso para poder soltar alguna respuesta que consideraría lógica.
Regresó a tierra firme, tras oír al de cabellos rizados soltar un leve carraspeo, enfocando sus potentes ojos rasgados en la bonita y delgada figura del chico al que había mordido. Así pudo ponerse a divagar: los dos eran de castas diferentes, pero podían considerarse de la misma especie. Se habían atraído y decidieron formar pareja, así que...
—Las sexuales y los romances... —declaró por fin su veredicto final incorrecto. El ambiente se quedó en silencio, Kageyama dejó que sus orbes notaran como su Hinata abría con ligereza sus labios, su cara se ponía demasiado roja y sus pupilas eran dilatadas.
—¡Correcto! —dijo Shoyo sin prisa, lanzando la pelota con un pequeño golpe, de la forma en la que el joven que olía a naranjas le había enseñado. Por supuesto, si Tobio no sabía nada, Hinata menos.
Tobio se puso firme en la posición para recepción, dejando que chocaran contra su piel desnuda al no estar usando el suéter escolar durante el descanso, y la pelota regresó sin previos aviso hacia Hinata. No fue tan fuerte el regreso, pero tampoco tan débil, fue perfecto para una práctica relajada de estudio entre dos novios, que querían ir al campamento. Hinata volvió a detener la pelota con sus manos abiertas, antes de que ésta se estrellara contra su pecho, y sonrió al ver a Kageyama emocionado. Fue la mejor estrategia del mundo.
—¿Por qué Saturno tiene tres anillos? —cambió de pregunta al azar el de menor estatura, volviendo a ponerse en una posición adecuada para lanzarle la pelota.
Y Tobio pensó en el Dios Romano en lugar del planeta...
—Porque se casó tres veces. —Esa vez, Kageyama no se lo pensó demasiado... estando mal.
—¡Correcto! —Y Hinata se la tomó como buena a pesar de todo, lanzándole el balón para que fuera recibida por ese prodigioso Alfa.
La siguiente pregunta, parecía marcar la sentencia de cada uno de sus pasos por el examen. Los dos estaban encerrados en su burbuja, que no se percataron de la presencia de Tsukishima y Yamaguchi llegando al pequeño patio que utilizaban para llegar a la otra parte de la institución donde estaba la cafetería. Pasaron a unos metros de distancia de ellos, y el de ojos cafés dejó que toda su atención se viera plasmada a través de la extraña actividad que realizaban.
—¿No deberían de estar estudiando para los exámenes finales? —habló con cierta preocupación Yamaguchi, deteniendo su paso para ver como Hinata recibía con facilidad la pelota. Tsukishima igual copió su acción, y dio un suspiro, sacando una sonrisa algo burlona y levantó sus hombros.
—Ya sabes, son unos idiotas... —masculló, dando un bufido al ver al mánager listo para lanzar la pelota una vez más.
—¿Las primeras células estaban posiblemente...?
—Solas.
—¡Correcto! —El sonido del balón al lanzarse, y la estúpida respuesta de ese idiota con aire en el cerebro, dejaron paralizado a Tsukishima, tras no entender del todo la actividad que estaban realizando. Los contempló por un momento, entrecerrando sus ojos y no queriendo creer cualquier tontería...
No pensaban que con eso iban a poder sacar una nota aprobatoria para el examen, ¿o sí?
Kageyama Tobio era un idiota, pero ¿Hinata Shoyo?
—«I don't have a husband. I'm not...»
—Handsome... —respondió Kageyama esa oración mal planteada. Tsukishima sintió que la bomba de tiempo explotó dentro suyo.
El sonido de la pelota volvió a sonar, y algo se quebró dentro del cuerpo del más alto.
—Alude a la fuerza del dinero que influye incluso en quienes no lo aprovecharán. Con dinero baila el...
—Cuervo.
¡Suficiente!
Si los dejaba a la deriva de esa forma, se sentiría la peor persona del mundo.
—Tsukki... —susurró Tadashi, llevándose un vistazo de reojo de su parte, antes de tomar la decisión de acercarse a ellos, por la decisión de ocultar su desconcierto en una mueca burlona.
Los ayudaría.
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