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Capítulo 28: Pertenencia

Capítulo dedicado a: xdwachiturrosxdsradenorman y Allmight_oficial123, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

Kageyama en definitiva no aceptó dejar a Shoyo solo. No aceptaría que su Omega llegara a casa, y tuviera que enfrentar el problema serio en el que seguramente se metió tras haber sido mordido sin un aviso previo.

Para salir del edificio donde estaban los cuartos de juegos, la pareja debía de salir con el uniforme puesto, por simple etiqueta.

El notablemente ansioso Hinata que usualmente se tiraría al suelo y comenzaría a temblar por el terror de ser confrontado pronto por su madre, ahora estaba emocionado. La madre de su pareja estaría ahí pronto, y a Hinata eso no le importaba en lo absoluto, era lo de menos. En medio de la oscuridad de esa noche, ambos juntos en la entrada de la escuela, podía ver a través de sus gafas oscuras como el chico a pesar de tener cargando una mochila donde venía toda la muda de ropa que utilizó, se encontraba corriendo por toda la cuadra.

Tobio ya había visto como el chico brincaba y saltaba felizmente por todos lados, con sus brazos bien extendidos y muy divertido al tomar impulso, sin cohibir su cuerpo y su radiante sonrisa. Kageyama no le había dicho nada, él era el único que se había quedado quieto en la entrada, con sus bolsas cargando y no molestando o interrumpiendo al Omega que se encontraba radiante.

Su gran sonrisa, su risa escandalosa que esperaba no fuera callado por habitantes de la calle que tal vez pensarían que se trataba de un duende o una aparición de ultratumba, sus piernas ágiles corriendo por el sitio (ni siquiera parecía el chico agotado que había sido cogido con fuerza por el salvaje Tobio el día anterior), sus mejillas sonrosadas, sus cabellos meciéndose contra el viento y su alegría por poder hacer algo que se le había negado por varios años.

—¡No me he agitado! —gritó Hinata con felicidad, regresando a un lado de Kageyama tras la décima carrera completa y llevándose toda la atención del Alfa puro. Cuando tuvo esa mirada azulada dispuesta a prestarle toda su atención, Hinata dejó escapar sus suspiros turbados por la agitación y la gran sonrisa en su cara ya no podía ser borrada—. Mañana podré llegar a la escuela en bicicleta, ¡me encanta manejarla! ¡Y no me pondrán una inyección diario! Ya no seré rodeado de Alfas que me quieran cortejar... —Hinata contó los beneficios de la marca, empezando a recuperar su compostura y expulsando su aroma a naranja combinada con chocolate ya un poco más suave porque su celo ya había pasado. Kageyama apretó sus dientes, sintiéndose algo satisfecho porque Hinata podría tener más libertades, y eso lo estaba entendiendo el joven Omega que ahora buscaba con su pequeña mano la de su Alfa.

Tobio se quedó paralizado, al sentir su propia mano que se aferraba a una de las bolsas siendo tocada sin fuerza y ganas de pelear por el que era más bajo, y le transmitió esa sensación caliente que había creado por andar corriendo como desquiciado al dar vueltas por la calle.

—Pero lo que más me emociona es que ahora somos pareja oficialmente, ¡tendremos citas! —encomendó entusiasmado, sacando un bufido con orgullo ante su euforia porque en definitiva era alguien muy afortunado: tenía de pareja a un Alfa súper atractivo de carácter particular y sentimientos dulces—. Cuando vayamos al campamento, déjame hacerte un almuerzo especial, ¡me gusta cocinar! ¡Nunca lo he intentado, pero me gusta!

«¿Cómo puede ser posible que te guste algo que nunca has hecho?», cruzó por la mente del Alfa, pero siendo algo inevitable el hecho de que toda su cara se empezara a colorear de color rojizo, empezando en sus cachetes, y extendiéndose en su frente, su barbilla, sus orejas, y pronto toda su cara. Su mirada pérdida ante el rostro lindo del Omega que le estaba prometiendo cocinar para él aunque no supiera hacerlo: Shoyo igual ya iba por el mismo camino tras soltar lo último, podía ver su cara estropeada en rojo y sus orbes cafés bailando en la inexperiencia amorosa.

Una comida casera creada por las manos de su Omega...

Una comida casera creada por las manos de su Omega...

Una comida casera creada por las manos de su Omega...

Una comida casera creada por las manos de su Omega...

¡Una comida casera creada por las manos de su Omega!

Kageyama se sintió afortunado de forma inevitable, su cuerpo le tembló y la felicidad se divisó en una muñeca extraña de zigzag.

—¿Estás seguro? —asimiló, haciendo que Shoyo asintiera con decisión, ignorando el hecho de que en la materia de Actividades domésticas y Cocina era el peor de la clase. Una vez casi hizo que las alarmas de incendio de la escuela se activarán por el humo que salió en su intento de crear un huevo estrellado para ponerlo sobre el curry. ¡Pero eran detalles sin importancia!

—¡Has hecho mucho por mí! Yo también quiero mostrarte lo mucho que me interesas —concordó con seguridad. Hinata se afianzó a esa realidad, que fue imposible que Kageyama no se detuviera para verlo. Los dos se vieron a la cara que lo demás simplemente ya no era de importancia—. Apenas estoy aprendiendo sobre el voleibol, pero ¡soy un mánager! Debo de apoyar al equipo y eso significa que si necesitas de mi ayuda como rematador, practicaré contigo —afianzó, sólo logrando que Tobio diera un asentimiento seguro ante esa realidad.

—¡Por supuesto, idiota! —Marcó el ritmo el de cabellos lacios, dando un movimiento para nada aterrado o dudoso que hizo a Shoyo apretar más su mano contra la de Kageyama—. Serás mi rematador, ni de broma te dejaré ir ahora.

Su madre no lo había regañado por la marca, pero sí se llevó una fuerte impresión de ésta, que casi se desmayó apenas la notó. Al principio, vio a Kageyama mal durante todo el trayecto en el que lo acompañaron a su respectivo autobús. Podía ser entendido, la señora Hinata tenía razones para estar a la defensiva: «tuvieron relaciones aunque habían prometido que no harían nada estando juntos».

Hinata se abrazó a su cuerpo, aferrándose al uniforme escolar completamente negro que llevaba y dejó que un escalofrío se colara por su cuerpo. Si de por si la mañana era algo fría, estar afuera sólo envuelto en guantes y bufanda de color verde, quizás no ayudaba mucho.

Recordó vagamente como la mujer lo había obligado a permanecer en su propio cuarto con ella, lejos de los ojos curiosos de Natsu, y le dio por segunda vez en su vida la plática sobre una vida sexual plena, y recalcando sobre todo, la implicación de tener sexo durante los celos. El de cabellos naranjas soltó un bufido, pero no fue del todo cansado o estresado, más bien, quería dar paso a la felicidad venidera y su reciente logró. Sus pasos ágiles rodearon su casa, cuidando de no encontrarse un jabalí salvaje suelto en su patio y cruzando por su mente la idea de que si Kageyama viniera a visitarlo a su casa, como cualquier novio, debería de subir las montañas corriendo, en riesgo de ser encontrado por un jabalí salvaje.

Hinata sabía que podía llegar a ser fantasioso, pero no era del todo una imaginación de su mente, recordando con vaguedad como en las noticias locales de televisión y en el periódico físico y virtual, se hablaba de personas que fueron correteadas por jabalíes sólo por el simple hecho de estar en el momento equivocado.

Una sonrisa se le escapó de su boca sin querer, tapándola con una de sus manos y llegando al patio trasero donde tenía aparcada su bicicleta que antes en secundaria llevaba a todos lados, y al descubrirse su segundo género y liberarse su primer celo, se vio obligado a alejarla.

¡Pero ya no más!

Una sonrisa torcida por la emoción se iba delineando en su cara en el momento en que sus temblorosas manos se aferraban al manubrio y se sentía más tranquilo porque no la agarraría sin permiso, ni se iría en ella a la escuela a escondidas.

Al mismo tiempo en que se montaba en la bicicleta y su trasero tocaba el asiento, su teléfono que estaba en uno de los bolsillos de su suéter escolar lo hizo detener su partida idealizada. Puso sus dos pies sobre el suelo para poder alejar sus manos del manubrio de la bicicleta y no terminar cayendo por perder el equilibrio. Al sacar su teléfono y encenderlo, notó en la barra de notificaciones el grupo oficial del equipo de Karasuno y se podía leer el apodo que le habían puesto a Nishinoya, junto con lo que escribió.

Rolling Thunder: ¿Tendremos una plática matutina?

Poste con lentes: NO.

Ésas eran las únicas novedades del grupo en el que Shoyo había sido agregado recientemente por su participación activa como mánager. Casi no hablaba, le daba un poco de vergüenza meterse en la conversación virtual de los demás, a pesar de que Suga, Noya y Tanaka eran los que más buscaban integrarlo, haciéndole preguntas o etiquetándolo directamente.

Daichi, necesito que estén todos antes de que inicien las clases, quiero hablar sobre la concentración y la importancia del cartel que tomamos.

Era curioso ver cómo el capitán era el único que no tenía apodo. Una sonrisa se le escapó al pensar que podían ser un grupo de amigos poniéndose de acuerdo para verse, ¡y eso lo hacía muy feliz!

Pecas: Pero, ¿si le dará tiempo a Hinata para venir? ¿El autobús de Omegas no llega casi a la par para que sólo tomen sus clases?

Sí, eso era cierto, sólo te daba el suficiente tiempo como para que te pusieran tu inyección diario y después partieras a tu aula a tomar clases.

Chico refrescante: Tenemos que estar todos, podemos dejarla para antes de que inicien las prácticas de la tarde.

Hinata leyó ese mensaje y no pudo evitar sentirse cálido, feliz de que lo tomaran en cuenta. Por eso, se apresuró a escribir.

Hinata: Ahora ya puedo ir en bicicleta, ¡llegaré a tiempo!

Daichi: ¿Estarás bien?

Claro, el resto del club no sabía de que ya había sido marcado.

Rey de los idiotas: Hinata estará bien. 👍

Para colmo, el desaparecido Kageyama sólo apareció para darle su apoyo.

Poste con lentes: ¿Cómo estás tan seguro?

A dónde tan peinado: HUELO A CHISME.

Rey de los idiotas: Mi Omega es totalmente capaz de bajar una montaña en bicicleta en 30 minutos.

Shoyo leyó ese mensaje, y por alguna razón, sintió que debía de tomar eso como una competencia indirecta. ¡Ya vería cómo puede casi volar por el fuerte pedaleo que haría esa mañana! Si se hacía media hora, ese día serían sólo 20 minutos.

A dónde tan peinado: «Mi Omega»

Repitió el rapado del equipo, sólo haciendo que Shoyo se ruborizara tras recuperar sus propios recuerdos donde se veía apegado a la realidad de ser el Omega del Alfa número 9. Y el usual lengua larga de Tsukishima no dijo nada, y eso fue de extrañarse, porque estaba leyendo el chat, podía ver la pequeña burbuja de su foto de perfil bajando por cada mensaje mandado.

Rey de los idiotas: Hace dos días mordí a Hinata.

Jesucristo: De alguna forma me lo esperaba...

Chico refrescante: Sí, desde el principio los dos se la pasaban pegados y parecían coquetearse.

Rolling Thunder: ¡Lo crié yo!

Hinata no pudo evitar sentirse entusiasmado tras leer esos últimos mensajes, emocionado por ese hecho de que todo el club supiera lo que estaba pasando. Tras eso, una última notificación de su teléfono por parte de Tsukishima lo hizo rabiar.

Poste con lentes ha modificado tu apodo: La Reina del Rey de los idiotas.

La Reina del Rey de los idiotas: ¡sOY UN CHICO!

Rey de los idiotas: ¡Hinata es un chico!

Tsukishima no respondió tras eso, y en lugar, fácilmente después de unos segundos, una nueva respuesta salió de forma certera con una nueva notificación.

Poste con lentes ha modificado tu apodo: Pulga.

Poste con lentes: Ya está corregido.

Hinata experimentó la necesidad de cometer un crimen de odio, apretó sus dientes tras esa respuesta y comenzó a querer escribir una biblia larga hacia Tsukishima para decirle hasta de que se iba a morir, pero fue rápidamente importunado por la voz de su madre llamándolo y la puerta del patio trasero abriéndose de golpe.

Shoyo dejó su teléfono de lado, pálido y creyendo que su madre lo iba a reñir por no haberse ido ya, siendo algo obvio al ver a la mujer con su cara de pocos amigos que siempre tenía tras despertarse, sus ojos cafés cansados y sus hebras negras despeinadas. Estaba despierta tan temprano porque debía de ayudar a Natsu a prepararse para la escuela.

—¿Seguro que no quieres tomar el autobús para Omegas? —Muy al contrario, la mujer habló, haciendo que Shoyo dejara sus insultos a media escritura y guardó su teléfono en su bolsillo. Seguido de eso, negó.

—No puedo llegar tarde, tendremos una junta matutina antes de que inicien las clases —contó, con una enorme sonrisa que nadie podía borrarla. Su madre parpadeó un par de segundos, antes de ver al chico prepararse para avanzar en irse solo a la escuela.

Quizás era su imaginación, pero sentía que su hijo se veía un poco más alegre desde que se unió al club de voleibol.

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