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Capítulo 27: Omega & Alfa

Capítulo dedicado a: -BadWriter- y Puerta-San, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

Advertencia de contenido sexual.

Hinata gimió con más intensidad al sentir el pedazo de carne envuelto en látex adentro de su cuerpo. Su flexibilidad servía mucho en esos casos, por lo que no fue incómodo o agotador el tener sus piernas lo más abiertas que podía al estar en la posición del misionero con Kageyama.

Shoyo tiró su cabeza hacia atrás, cerrando sus ojos al sentir sus paredes anales siendo penetradas en un vaivén donde el pene entraba y salía de él con una fuerza tal que lo hacía enloquecer. Preocuparse por el sonido que realizaran era lo de menos, nadie los molestaría a esa hora y sus cuerdas vocales se estaban descargando por el elevado tono de su voz por las deliciosas sensaciones que le estaba generando su primera vez teniendo sexo con su Alfa.

Kageyama tampoco se cohibió por los sonidos que se iban escapando de su boca, y prefería encargarse en el ruido similar a unas palmadas fuertes cada vez que sus testículos tocaban las nalgas de Shoyo porque su pene llegaba adentro con fuerza.

—Ka-kageya-... —Hinata no podía pronunciar su nombre por completo, envolviéndose con el aroma a chocolate del mencionado mezclándose con el suyo. Hace poco, los supresores habían sido anulados y eso podía explicar la extraña intensidad que estaban teniendo los dos al momento de fornicar—. Se siente bien, Kage... yama —habló en un tono cortado, posando sus dos manos en la espalda del susodicho y permitiendo que el chico que estaba arriba de él, empalando su miembro entre sus piernas y con sus brazos a sus costados impidiendo el escape, recorriera con su boca todo su cuello. Sentía la lengua resbalando entre sus sentidos, podía sentir como los dientes de Kageyama se encajaban en su piel varias veces en el mismo sitio donde estaba la marca permanente y los calientes belfos dejando un recorrido desde el inicio de la barbilla hasta el inicio del cuello.

Tobio farfulló en medio de contestación ante el voto positivo de Shoyo, dando un gesto deseoso al enderezar su espalda, de tal forma en la que pareciera sentado, pudiendo observar como su Omega desnudo jadeaba deseoso después de que éste frenara las embestidas.

Sí, lindo, como Hinata ya no podía aferrarse a su espalda, buscaba posar sus manos sobre las sábanas, aferrándose a éstas y observando con sus fuertes ojos rasgados la figura esbelta del voleibolista joven que ya lo había tomado. Kageyama sonrió con torpeza, dejando que un extraño zigzag se posara entre la curvatura de sus labios, y en lugar de destruir el ambiente, sólo logró que Shoyo le correspondiera el gesto, con alegría más pronunciada.

Sí, Shoyo Hinata era lindo. Lo era por la suavidad de su piel blanca, su abdomen plano y sus brazos delgados, tenía los pezones erectos por la excitación y ya algo hinchados después de que Kageyama se los hubiera relamido y succionado un buen rato con la boca y los apretara y frotara con las manos. Podía ver la marca en su cuello que los unía como pareja oficialmente, y si bajaba la vista, podía notar sus piernas bien abiertas, sus muslos regordetes y su pene bien erecto al que ya le salía líquido preseminal. Si descendía su panorama un poco más, podía vislumbrar como su propio pene se desvanecía al ser atrapado en el interior de Hinata, podía ver la unión, la prueba de que estaban follando justo en ese momento.

Alzó la vista para ver a su pareja, notando a Hinata algo impaciente por su extraño detenimiento y por ponerse a contemplar su cuerpo. Pero era imposible no hacerlo, sentía que encajaba demasiado bien con él y quizás Shoyo sentía lo mismo.

Shoyo también se puso a examinarlo, lo podía ver en sus ojos. Lo podía notar por el color café recorriendo su cuerpo, la forma en la que su pecho desnudo y sus músculos apenas marcados por el deporte, eran devorados mentalmente por Hinata, reforzándose la idea de ver como su delgada lengua salía de entre su boca, para remojar sus propios labios en modo de querer humedecerlo y sus orbes castaños se encontraron con los azules.

—¿No vas a continuar? —preguntó, dejando que su tono de voz notablemente ruidoso que siempre tenía, se oyera un poco más bajo, su respiración se le dificultaba y su celo probablemente lo obligaba a jadear en deseo de ser preñado casi como un instinto. Por supuesto, su organismo podía ser engañado, pero la mente de ambos sabía que estaban usando protección.

Kageyama posó sus dos manos sobre los muslos de Shoyo, una en cada uno, al tenerlos atrapados, les dio un ligero apretón y parecía tomar esa pregunta como un modo de reto de parte de su pareja para continuar con la acción. La orden fue acatada y el movimiento con sus caderas volvió a ser retomado, empezando lento, dejando que su pene fuera apretado por las paredes anales del Omega que saltaba alto, y fuera saliendo lentamente, hasta que en el interior del chico estuviera sólo la punta; para proseguir a entrar al empujar fuertemente su aparato cavernoso contra su pequeño cuerpo.

Hinata farfulló a un tono de voz elevado, mostrando su felicidad de ser penetrado nuevamente al secretar más lubricación en el sitio, haciendo más resbaloso el lugar y más fácil que el movimiento de adentro hacia afuera se realizara.

Kageyama se creía un pervertido, o al menos alguien que se podía sentir excitado rápidamente con la vista ofrecida de Hinata, al ver como su cuerpo se retorcía abajo de él, queriendo arquear su espalda y siendo testigo de como el más bajo estiraba sus brazos para llegar a duras penas a su pecho, tocando los músculos de ese sitio y bajando lentamente su mano a su abdomen lo más que la longitud de sus brazos se lo permitieran. Las caricias eran delicadas, no tan duraderas por el esfuerzo, pero eran fascinantes, calientes, candentes y excitantes. Tobio amó el sentir las manos de Shoyo arañando cerca de sus pezones y como el pene de Shoyo se movía con violencia al reaccionar contra el movimiento que generaba su falo al introducirse en el orificio.

—¡Hi-hinata! —dijo en un tono de voz alto, gimiendo su nombre y apretando un poco sus manos que sostenían sus muslos y que también servían para abrirle las piernas lo más que podía. Shoyo gimoteó en modo de contestación, alejando sus manos del cuerpo de su ahora Alfa, y se dedicó a mirarlo.

Los dos se observaron a la cara, las penetraciones seguían, el balanceo de la cadera de Kageyama y el sonido similar a un chapoteo porque sus testículos rebotaban en el trasero de Hinata los hizo perderse en su mundo. Fue cuestión de tiempo antes de que Shoyo, en medio de su respiración turbada y sus sentidos de Omega, estirara sus brazos al aire, diciéndole con señas que quería abrazarlo mientras era cogido.

Tobio tuvo un respingo por segundos, su boca se abrió con ligereza y un rubor se hizo notorio. Pero no se cohibió a acercarse al de cabellos naranjas, siendo atrapado por el cuello por los delgados brazos del chico abajo de él con velocidad inminente y sintiéndose en las nubes a pesar de que sus caderas seguían moviéndose con violencia entre sus piernas, queriendo atraparlo fuertemente y así poder marcar territorio de una manera casi instintiva. Hinata gimió por lo bajo, su gesto deseoso seguía ahí, pero ahora también era acompañado por una tenue sonrisa que se iba delineando en sus facciones.

Tobio no pudo evitar consentirlo, acrecentando las embestidas y permitiendo que el menor hiciera todo el ruido que quisiera y que sus piernas se enredaran en su cadera, invitándolo a que aumentara el ritmo y que no se detuviera.

—Hinata —llamó por su apellido al joven, dejando que una de sus manos se paseara por la cara sudorosa del susodicho hasta el sitio donde estaban los cabellos pegados a su frente por el sudor, y apartó esos mechones naranjas para poder depositarle un beso en el sitio.

Hinata se mostró complacido, sonriendo en medio de su excitación, creyendo que estaba llegando al límite por los espasmos que se iban formando alrededor de su vientre y el propio actuar de Tobio le hacía saber que estaba a punto de venirse, porque sentía que el pene dentro suyo se iba hinchando, buscando anudarlo y el movimiento de éste en su interior iba bajando lentamente.

Tobio, por supuesto, cediendo ante su parte animal y preparándose para eyacular (en el condón), se sintió atraído por mimar a su pareja. El último golpe seco se dio y Kageyama experimentó como el semen salía de su pene y se quedaba atrapado dentro de Shoyo por sus celos.

Shoyo rio al suspirar tras mucha actividad, bajando sus manos del cuello de su pareja para poder posar sus palmas en las mejillas delgadas del Alfa. Los dos se vieron a la cara y Shoyo se sintió protegido al notar como la mano que estaba sobre su frente bajaba hasta su cachete, siendo acariciado y volviendo a ser bombardeado por besos en la frente.

Shoyo se rio en modo de demostrar disfrutar los besos, posando sus brazos alrededor del cuello de Tobio una vez más y lo apegó contra su cuerpo, para poder ser ahora él quien le dejara un pequeño beso cerca de la boca.

Sus labios se movieron al ritmo suavemente, creyendo que su corazón se le saldría del pecho al sentir como la mano de Tobio se paseaba por su mejilla y la piel de Tobio se humedecía por su reciente beso cerca de la boca. Seguido de eso, no se tardaron para nada en separarse un poco: los brazos de Hinata aferrándose a su cuerpo, sus piernas dobladas y la sensación algo incómoda de tener algo largo y grande atascado en el trasero, pero eso era lo de menos, la sonrisa no podía borrarse de sus labios y Tobio sólo podía examinarle.

—Te he anudado —soltó por fin el Alfa, quedándose quieto y no moviéndose de más porque sentía que si hacía un movimiento brusco, al estar enlazados, fácilmente podría lastimarlo.

Shoyo dejó escapar de sus labios una sonrisa, envuelto en medio de su nerviosismo y la fragilidad de sus sentidos al abrigarse por las feromonas mezcladas de los dos. No fue imaginación del Omega el sentir que el olor se hacía cada vez más agudo hasta volverse dulce y delicioso, casi como si sus cuerpos hubieran sido engañados al creer que la fecundación se realizó con éxito.

—Estamos usando condón, no hay problema —relató Shoyo, ampliando más sus acciones y quedándose quieto al ser testigo de como la mano que estaba sobre su mejilla, bajó, llegando hasta su barbilla. Shoyo se estremeció, los dedos largos de Tobio tantearon su piel de ese sitio, levantándole un poco el rostro y los dos se vieron a la cara por unos segundos.

Hinata explotó en rojo, se mareó con fuerza al entender lo que estaba pasando y Kageyama copió su acción.

—¿Puedo...? —preguntó el azabache en un tono de voz bajo, sin prisa. Esos ojos oceánicos sólo se enfocaban en sus labios carnosos algo entreabiertos, buscando lograr su cometido, que Shoyo notó cuál era al ver la dirección de sus orbes.

—Sí puedes —respondió el más bajo, abriendo un poco más sus labios para dar permiso al mayor de que lo besara y sus brazos alrededor del cuello de su pareja se hicieron más firmes.

Un pequeño beso en los labios, fue sutil y lento, el movimiento era un tanto torpe por la inexperiencia de ambos, pero podían sentir sus cuerpos calientes por estar demasiado juntos y desnudos, y ese extraño revoloteo en sus estómagos por cada roce.

Hinata gimió un poco cuando se separaron, teniendo que regular su inspiración para poder calmarse y su cuerpo fue un traicionero sensato al aceptar que amaba los besos de Kageyama Tobio.

Por su parte, Tobio reflexionó en parte lo que implicaba que los dos estuvieran anudados, desnudos, tras haber tenido sexo y en un cuarto donde el sonido no salía.

Sí, lo que antes parecía ser una ventaja, un deleite para el de cabellos lacios el poder escuchar como su bonita voz se turbaba al placer por cada vez que el pene salía y entraba de él... ahora era un arma de doble filo.

—Tengo miedo... —murmuró por fin el Alfa, pensando en mil cosas y sólo logrando que Hinata lo contemplara con duda y una preocupación que fue difícil de esconder o regular—. Pensé que como estamos anudados, no podremos movernos si empieza a temblar o si nos cae un meteorito.

«Otra vez el meteorito», pasó por la mente de Shoyo, abriendo con ligereza su boca que aún mantenía la sensación de haber sido besado y la risa se comprimió en sus facciones.

—Si eso pasa, tendrás que sacarme cargando y nos envolveremos en cobijas. —Dio paso a su respuesta, haciendo que Kageyama lo escuchara con atención como si eso fuera de suma importancia o de vida y muerte—. Eres más alto, y como estamos anudados, no podría caminar yo. También, creo que me dolerá un poco mi cuerpo, eres muy salvaje —reconoció, enrojeciendo con suavidad y haciendo que Kageyama dejara de lado problemas un poco ajenos a la situación.

—Si todavía te duele el cuerpo para cuando tengamos que dejar el cuarto de juegos, me aseguraré de que no camines —manifestó con seguridad y sin ningún titubeo, empezando él también a seguir el mismo camino de color rojo del chico, hasta que los dos parecieron pequeños tomates andantes que hablaban de los cuidados después del sexo—. ¡Te llevaré a tu casa cargando!

«Espero que mi mamá no me regañe tan feo si se entera de que ya estoy marcado y no le dije nada», Shoyo se sintió nervioso, sudó frío al recordar en su mente la imagen trazada de su madre hecha un monstruo furioso en la entrada de su casa al verlo llegar en brazos del Alfa al que debía de llevar a cenar (que nunca llevó), y que para colmo, habían tenido relaciones sexuales porque la marca los delataba.

—Kageyama es muy amable conmigo y yo ni siquiera pude seducirlo bien —mostró Shoyo en modo de una pequeña broma que era una verdad a medias. Claro, los Alfas debían de usar el cortejo para demostrar que eran buenos partidos, y los Omegas debían de seducirlos resaltando sus atributos físicos y lo bien que se podían mover en la cama, una buena opción para tener cachorros. La única vez que lo hizo fue en el almacén y salió un poco extraño.

La sonrisa en los labios de Shoyo se tambaleó un poco al soltar sus palabras y los escalofríos en su cuerpo se iban haciendo un terror creciente que bailaba entre la idea de saberse atrapado en el concepto de un mal Omega.

—Me gusta mucho como saltas y la forma en la que mueves tu cuerpo con tanta facilidad, tienes buenos reflejos —aseguró por fin Kageyama, haciendo que todas las inseguridades de Shoyo frenaran de golpe y su gesto consternado se viera suavizado al ver con sorpresa como el serio Alfa puro le estaba hablando frente a frente como un igual—. Me alegró mucho el ver como te esforzaste en buscar en cómo podríamos llegar a la concentración en Tokyo...

Hinata se quedó mudo al principio, sintiendo como su pecho se sentía agitado y un cosquilleo inundaba todo su cuerpo al sentirse desnudado por los fuertes ojos azules de Tobio sobre su cara, sin apartarle la mirada. Por esa misma razón, también fácilmente pudo ser testigo de como el chico comenzaba a sonrojarse por mayor intensidad y le apartaba la mirada con timidez.

—También tu cuerpo me pareció muy tractivo la primera vez que me invitaste a que tuviéramos s-sexo y te marcara... —aseguró por fin, haciendo que Shoyo soltara un grito ahogado por esa realidad, apartando sus manos del cuello de Tobio para poder cubrirse con éstas—. Me sentí muy excitado.

En definitiva, Hinata se sentía hecho un revoltijo de emociones que no alcanzaba a comprender del todo.

Lo que Kageyama no recordaba por estar en una nube de felicidad por quizás poder ir a Tokyo y ser pareja del chico que le gustaba (y sería su rematador), es que quizás tendría problemas apenas saliera del cuarto de juegos.

Kageyama, ¿ya estudiaste para los exámenes finales?

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