Capítulo 22: Cuarto De Juegos
Capítulo dedicado a: RoronoaZafiro, CamilaMartinez025 y _KarinaSimp_, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
Hinata se envolvió en medio de las feromonas esparcidas que Tobio roció sobre la camisa de un pijama a rayas que alternaban entre el blanco y negro, para que lo utilizara al dormir.
Al principio, no quiso ponérsela, aceptando que el aroma a chocolate era delicioso y sus brazos buscaban por inercia, aferrarse a él. Era bastante curioso el como a pesar de las píldoras o los supresores empleados, el aroma seguía demasiado dulce para sus fosas nasales.
El aroma de su Alfa era dulce. Sonrió al ver eso, sintiéndose limpio y usando como pijama los pantalones cortos negros de su ropa de descanso como mánager deportivo. Terminó por complementar su vestimenta al colocarse esa camisa de mangas largas y abrocharse los botones con algo de dificultad tras remangar las mangas porque éstas le quedaban algo grandes. ¡Sus manos desaparecían!
Su satisfacción llegó a un punto límite, cuando se encontró completamente abrigado por el olor de Kageyama, y tratando de ignorar su extraña necesidad de hurgar en las abundantes mudas de ropa que su madre le había traído al Alfa para algunos días y rodearse de ellas.
Era la primera vez que sentía la necesidad de crearse un nido en base a la esencia de alguien más.
Sacudió su cabeza, queriendo ignorar esos sentimientos bien guardados en su mente, y sólo quedándose con la imagen mental de Kageyama avisándole que tomaría un baño, mientras tomaba la otra parte de la pijama.
—Esta vez no es tan doloroso —susurró para sí mismo el más bajo, tirándose de espaldas contra el mullido colchón, estirando sus brazos a sus costados y dedicándose a captar cualquier cosa del aburrido techo rojo.
No era tan doloroso en la actualidad, a pesar de que su primer celo fue una tortura porque no tenía a nadie que lo acompañara, y las ganas de ser consumido por alguien más, se hacía cada vez más evidente, ahora todo era diferente.
Simultáneamente en que esos recursos inundaban su mente y su rostro lo giraba hacia el pequeño buró donde estaban el lubricante, los condones, y el bollo que Tobio le regaló y que había decidido guardar para la cena, fue que la puerta del baño del cuarto se abrió de par en par.
Un poco de humo contenido se esparció hasta desaparecer del punto de vista de Shoyo, y apenas se enderezó, se topó con Tobio Kageyama, usando los pantalones largos de la pijama a rayas de la camisa que portaba Shoyo, y sus cabellos lacios mojados estaban hechos hacia atrás la parte que normalmente era el fleco, dejando su frente al descubierto. Por si eso fuera poco, no estaba usando nada en la parte superior de su cuerpo. Todo el abdomen, espalda y pecho desnudo.
Hinata tuvo que tragar grueso al ver esa imagen, culpando al celo, sus feromonas y sus hormonas de adolescente con necesidades reproductivas por cualquier pensamiento impuro que pudiera cruzar por su mente.
—¿Que no es tan doloroso? —La voz de Kageyama hizo retumbar a Hinata, sintiéndose como un animal indefenso que disfrutaba ser dominado y por mero instinto, casi abrió sus piernas.
Pudo agradecer mentalmente por los supresores y su lado más cuerdo el no hacer esa bochornosa escena, y en su lugar, se limitó a apartar la vista, dando un breve vistazo a la puerta blanca de entrada.
—Mi celo, tener tu aroma me hace sentir cómodo y calmado —atribuyó el chico de menor estatura, dibujando un apenas visible mohín. Tobio abrió sus labios un poco ante esa revelación, sabiendo que no era un secreto o algo nuevo esa verdad.
—Ya veo... —En su lugar, eso fue lo único que pudo expulsar, tiñéndose de rojo ante esa revelación y con el temblor a flote empezando a crecer en sus manos y labios.
Hinata creía que en cualquier momento el corazón se le podría salir del pecho, y ésa era francamente una sensación muy molesta. Era como si tuviera que andar con cuidado, o podría terminar muriendo y cayendo en un laberinto sin salida.
No había escapatoria. Probablemente.
—¿No te pondrás ropa arriba? —interrogó Shoyo, evadiendo la mirada azulada que le era inyectada de signos interrogantes por parte del Alfa. El aliento se le escapaba y toda la culpa lo llenaba, por su extraño modo de comportarse: ¡sin querer tenía ganas de voltear a ver a Kageyama y tomar fotos mentales de esa escena! Pero, su orgullo y su fuerza de voluntad se lo impedían. Quería parecer despreocupado, pero todo parecía apuntar a que no era el caso.
—Acostumbro dormir sin camisa cuando tomo una baño antes de acostarme —completó su pequeño secreto, dejando a Hinata con la sorpresa contenida en toda su cara y mostrándose tímido por primera vez. Sus orbes azules se proyectaron de lleno contra el suelo, y miró sus calcetas con pequeñas pelotas de voleibol regadas en un patrón desastroso de color amarillo con azul—. Lo olvidé y no metí una playera, he venido por una... —susurró, levantando la mirada y haciendo que Hinata correspondiera la mirada ante las últimas palabras.
—¡Está bien!, ¡no me molesta! —destacó Shoyo, apretando sus manos en puño y sacudiendo su cabeza a una velocidad impresionante. El azabache no se atrevió a hacer un movimiento de más, y se dedicó a escuchar al de menor edad—. S-si vas a morderme algún día, quiere decir que puede que terminemos viviendo juntos. ¡Sería buena idea que nos fuéramos acostumbrando a algunos de nuestros hábitos...!
¡Sólo sonaban como excusas! Su cara se iba pintando de tonos vivaces de colores y todo su terror creciente se amuebló en su pequeño corazón desbocado, cortando el filo hasta volverse una torpe sinfonía donde ese océano atrapado en las irises de Tobio, lo examinaban con duda, antes de asentir.
—En ese caso, ¿cómo duermes tú? —cuestionó de manera abierta Tobio, enlazando sus pesares con el terror a flote en el rostro expectante de Hinata apenas lo entendió. Eso no estaba bien... ¡no lo estaba!—. Yo también podré acostumbrarme a tu forma de dormir.
El Omega se mareó con fuerza, volviendo a apartar la mirada y considerando la opción de replantearse la idea de mentir para salir con buenas referencias.
Sí, eso era lo mejor...
—De-desnudo —murmuró en un tono de voz bajo su verdad, evadiendo la mirada con torpeza de Tobio que ya se había congelado apenas la palabra salió a la luz.
—¿Cómo? —soltó Tobio, tratando de procesar la idea. Shoyo arqueó sus cejas más por impulso que por gusto, queriendo ser atrapado entre sus propias palabras e infló un poco sus mejillas.
—¡Ya te dije que desnudo! —reclamó Hinata con seriedad, cerrando sus ojos con fuerza al querer elevar su voz. Tobio se ruborizó ante el tono elevado ocupado, posando su mano sobre su boca y le apartó la vista.
—¿Y... cuándo hace frío?
—También, sólo que con más cobijas —contó sus experiencias con el frío. Apretó sus dientes al ver a Kageyama aguantarse las ganas de mirarlo.
—¿Y... qué pasa si tiembla? —afirmó con seguridad, algo exorbitante y extremo a ese punto. Hinata parpadeó rápido.
—¡Nunca me ha pasado! ¡Pero sólo sería cuestión de enredarme con una cobija! —marcó su pequeño plan improvisado creado al paso. Tobio por fin lo la observó, y Hinata tuvo un sobresalto, mirándolo con extrañeza y creyendo por unos cuantos segundos que quizás habló de más.
¡A nadie le gustaría estar con un Omega vulgar que durmiera desnudo!
Nooooooooooo-...
—Si quieres dormir desnudo... —Muy al contrario, Tobio lo llamó, despertándolo de golpe con su drama de telenovela, antes de caer en seco ante los ojos interrogantes del Alfa puro sobre su persona. La apariencia dominante de Tobio se veía destruida por el sudor que lo golpeaba contra su cara—. Puedes hacerlo, no te tocaré o haré nada indebido.
Hinata sintió que una flecha se estrelló contra su corazón. Un traqueteo desconocido y su aroma endulzado a naranja, se vio atrapado entre el aroma a chocolate contenido y su corazón enamorado, subió otro nivel más.
Lo hizo sonreír sin querer, y la vista de un Omega hermoso con sus labios carnosos mostrando una suave curva mientras sus mejillas se teñían de rojo y sus orbes cafés brillaban, dejaron a Kageyama cegado.
—No es necesario, no me molesta dormir con ropa —confesó, recordando cuando tuvo una pijamada en la secundaria con Izumi y Koji, y tuvo que dormir con ropa por obvias razones. Seguido de eso, antes de que Tobio pudiera protestar, Hinata trató de cambiar de tema—. ¿Harás algo antes de la cena? —interrogó, acercándose a gatas hasta el buró, y entre las cosas que había en él, tomó el bollo todavía envuelto en la bolsa. Se había enfriado un poco.
Kageyama asintió y se acercó hasta la bolsa donde su teléfono estaba guardado.
—Pensé que sería bueno ver un partido por línea antes de dormir. Creo que hoy la selección japonesa jugó contra la de Italia —aseguró, haciendo que Shoyo abriera con ligereza sus labios y lo viera sacar el aparato. Shoyo guardó silencio por unos breves segundos.
Seguía sin entender la pasión de Kageyama al voleibol.
Creía que era un deporte muy llamativo y hermoso, pero no hasta el punto de querer jugarlo o esforzarse en él. Sus ojos se enfocaron en la figura del chico entrando al buscador para poder encontrar lo que buscaba, y Hinata apretó contra sus manos el papel donde estaba el bollo.
Últimamente, se había sentido más feliz, el saber que logró ayudar a algunas personas lo hizo sentirse importante. Ser mánager era algo que no debía de entender, y creía que su trabajo no fue la gran cosa. Cualquier persona del club pudo haber pensado en el club de fotografía, e incluso todo dio la impresión de que Kiyoko lo tomó en cuenta, pero fue rechazada por Ritsu por no encontrar un modelo atractivo.
Incluso si él no hubiera sido el modelo de la fotografía, cualquier Omega lindo hubiera podido actuar en la toma.
Si Kageyama hubiera visto saltar a otro Omega de esa forma, probablemente se interesaría en él.
Si Kiyoko no lo hubiera seleccionado, cualquier otra persona podría ocupar su lugar.
Odiaba sentirse de esa forma. Y aun así, sus ojos cafés al captar a Tobio entrando a la cama y buscando tomar una almohada para pegarla al respaldo y recargarse de ésta, lo llevaron a ese extraño sentimiento de querer entender los gustos de Tobio y la forma de sus sueños.
—¿Puedo ver el partido contigo? —interrogó, al verlo acurrucarse en su sitio seleccionado y doblar sus piernas un poco. Tobio lo observó, estando a tiempo de hablar con él porque faltaban 10 minutos para ver la transmisión liberada—. También, puedo compartirte de mi bollo —aseguró con destreza, recibiendo como respuesta positiva a Tobio haciendo un hueco entre sus piernas para que entrara ahí. Hinata tuvo un ligero temblor en su cuerpo, pero no se rehusó a negarse en medio de las piernas de Tobio, recargándose de su pecho desnudo y siendo una posición más cómoda de lo esperada.
—El bollo lo compré para ti —advirtió Tobio, y Shoyo rio abriendo la bolsa y ampliando más su mueca.
—Que Kageyama haya sido mi colocador es de suma importancia, así que él también se merece la mitad —tarareó en modo de contestación, sacando por fin el contenido esponjoso antes de partirlo a la mitad—. Yo también me esforzaré como mána... —Su voz se detuvo por unos breves segundos, al sentir como una de las manos de Tobio que estaban sosteniendo el teléfono, terminó cayendo contra el abdomen de Shoyo, pegándolo contra su cuerpo con fuerza: ahora lo abrazaba—... Ger.
Kageyama Tobio había disfrutado esas palabras más que cualquier otras. Eso para él era lo equivalente a la de una confesión amorosa.
—Sí, soy tu colocador. —Se atrevió a responder, animado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro