Capítulo 20: Omega, Alfa & Una Habitación
Capítulo dedicado a: lovesickloeyy, Veronicav_1993 y KiiKocho, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
—Lo mejor es llevarlo a los «cuartos de juego» —evaluó la situación Sugawara-san, observando por el rabillo del ojo el como Daichi hablaba con el ligeramente agitado Ritsu Ogowo en la entrada del gimnasio y éste le enseñaba las tomas obtenidas. Parecía complacido por los resultados arrojados en la cámara, y el acuerdo entre los dos capitanes de los clubes posiblemente llegaría a un buen punto.
—Entonces, tomáremos la última foto y ésa será la mostrada en el cartel —comentó, aceptando que era extrañamente curioso esa fotografía. No por el salto, no por la posición del Omega en el aire o la profesionalidad que manejaba el colocador, más bien era algo trivial que nunca había visto en todos los festivales deportivos y el voleibol en disputa—. Creo que llamará la atención a los aficionados del deporte, ver que el rematador en cuestión tenía los ojos cerrados —asimiló con una pequeña sonrisa, orgulloso de sí mismo por haber captado algo quizás único, o muy raro de ver.
Por supuesto, esa afirmación del castaño llegó a los oídos del único Alfa miembro del equipo de voleibol, quien estaba demasiado concentrado en Hinata.
Shoyo ya había terminado por rendirse, toda su cara estaba roja, sus hormonas y feromonas estaban disparadas, en forma del delicioso aroma a naranjas y sus gemidos queditos al aferrarse al cuerpo de Kageyama, le habían generado en el azabache un instinto primitivo de cuidado.
Posesivo.
Tobio sentía la necesidad de actuar así sin buscar lastimarlo o tocarlo de más, sus grandes brazos envolvían a Shoyo, y su aroma a chocolate inconscientemente quería dejarlo marcado sobre su cuerpo.
—Aunque, ¿no es algo tarde ya? —comenzó Asahi su duda, señalando tímidamente la escena donde Tobio volteaba para todos lados, estando alerta, aferrándose al Omega como si su vida dependiera de eso, y cuando cruzaba miradas con alguien, les inyectaba odio o presión para que terminaran apartando la mirada. El único que lo desafiaba era Tsukki, y al sostenerse la mirada por un rato, era que Tobio empezaba a gruñir—. No creo que quiera separarse de Hinata justo ahora...
—¡Hi-hi-hi-hi-...! —Yachi ni siquiera podía pronunciar sílabas u oraciones más allá de una repetición larga, poniéndose casi pálida al querer llamar a su amigo que ya no le prestaba atención a nadie a su alrededor, salvo a Kageyama. Para variar, ella se vio obligada a callar cuando la penetrante mirada azulada del azabache cruzó con la castaña suya por tratar de llamar a su Omega, y ella rápidamente se congeló.
De hecho, murió ahí mismo.
Yachi Hitoka, qué descanse en paz.
—Bueno, no parece querer marcarlo a la fuerza o tomarlo —respondió Suga a la duda de Kageyama, viendo que el chico de primer grado daba las vibras de alguien similar a: «no voy a tocar a Hinata, pero tampoco dejaré que nadie más lo toque».
Era el intento de Tobio de proteger a Shoyo.
—Deberíamos de separarlos aun así —mencionó Tanaka, posando el enorme abanico blanco sobre sus hombros y observó la situación. Tanaka no era un Alfa, era un simple Beta, pero su hermana sí lo era. Podía entender un poco su naturaleza gracias a eso—. Puede que ahora esté reaccionando su cuerpo en una necesidad de cuidar de Hinata, porque puede percibir que éste no quiere un tacto sexual. Pero si por algún motivo Hinata empieza a tratar de seducirlo o dar su permiso para ser tocado, puede que terminen cogi-... con coito —corrigió su tono brutal y vulgar por uno más formal, al sentir la amenazante mirada de Suga sobre su cuerpo.
—Entonces, debemos de separarlos y llevar a Hinata a un lugar donde pueda estar seguro —presentó sus planes, haciendo un diminuto puchero con su boca y arqueando sus cejas. Luego miró a Hitoka, quien había sido la encargada por el mismo Ogowo para que le extendiera las pastillas contra el celo, cosa que en definitiva no había podido hacer porque Kageyama estaba sobre él, como si fuera un sobreprotector por naturaleza.
—¡Hitoka-chan! —La voz elevada del castaño en la entrada del gimnasio justo a tiempo logró llamar a la fémina, quien sólo pudo dar un pequeño brinco por el susto y observó al presidente de su club, quien volvía a cubrir su nariz con una de sus manos y con la otra sostenía su cámara—. Llamaré a otros Betas para que te ayuden a recoger. Yo por el momento me alejaré —completó Ritsu en modo de una despedida, dando una ligera reverencia personal.
—Yo seré quien le llevará las frases que pensé con Hinata para que vayan incluidas en el cartel —avisó Kiyoko con su habitual seriedad, llevándose una asentimiento en modo de agradecimiento del Alfa con un tenue olor agrio en su cuerpo y pasó a retirarse, recorriendo la puerta del gimnasio tras sus pasos.
Seguido de eso, la sonrisa irrefutable en las facciones de Daichi se volvieron cada vez más oscuras, la amabilidad se borró de golpe, que Asahi tuvo que dejar escapar un grito para poder materializar lo que había sentido. No estaba enojado con nadie en específico, pero sabía que sí debía de ponerse firme si quería separar al Alfa del Omega.
Y eso pareció servir, ya que cuando sus aterradores facciones que a veces hacían dudar a la gente de si era un simple Beta, porque sabía imponer su presencia, como lo haría un Alfa puro, se cruzaron con los orbes de Tobio, se puso pálido de golpe, siendo imposible de ocultar los ligeros temblores en sus piernas y casi pasó al Cielo.
El verdadero Alfa puro temblaba ante Daichi Sawamura. Pero ni así soltó a Hinata. Los pasos del azabache de tercer grado sonaban por el gimnasio al chocar y a Shoyo no parecía afectarle, haciendo fuerza en sus manos para agarrarse del uniforme del moribundo Tobio que trataba de protegerlo.
Nadie del Karasuno se atrevió a hacer un movimiento de más, ni siquiera una palabra. Sabían que no era buena idea meterse cuando el capitán mostraba esas facciones y acciones aterradores, corría la leyenda de que la última persona que intentó confrontarlo, no salió viva (una leyenda ficticia, por cierto, inventada por Yuu).
—Debemos de llevar a Hinata al «cuarto de juegos» —contó la realidad el capitán del equipo, llevándose con rapidez el asentimiento del chico de primer año de ojos azules, en modo de acuerdo. Daichi con eso pudo notar que Tobio seguía más cuerdo de lo esperando, animándose a hablar todavía más—. Eso quiere decir que tú debes de separarte de él —soltó la bomba y Asahi apenas y pudo contener el grito en su garganta al ver como Kageyama frunció su ceño, haciendo su gesto aterrador y apegó el pequeño cuerpo del Omega contra su cuerpo, antes de negar frenéticamente una y otra vez esa idea.
—¡No me alejaré de él! ¡Tomé la decisión de cuidar de él! —completó sus planes en voz alta, haciendo un mohín certero y correspondiendo el duelo de miradas que el de mayor edad trataba de observar para hacerlo ceder.
—Hinata no necesita que cuides de él...
—Lo sé, pero puede tomarme como un apoyo para que los demás Alfas no se le acerquen —insinuó su verdad, mezclando su tono de voz decidido para hacer chirriar sus dientes.
Shoyo escuchó esas palabras, también experimentando el tacto posesivo de Tobio sobre su cuerpo, sin buscar lastimarlo, sintiendo sus dos grandes brazos abrazándolo y tratando de ocultar sus feromonas disparadas al soltar las suyas. A pesar de que sentía que quería tener sexo con él, se sentía en paz, era como un arrullo suave donde podría terminar por quedarse dormido.
Tobio siempre le ha transmitido confianza, y le hacía feliz que éste quisiera protegerlo. ¿Ése era el cortejo? Era el más lindo que nunca antes le habían hecho.
Quería que Tobio fuera su Alfa.
—Tú también ya has entrado en celo, ¿no es así? —dijo en medio de un suspiro, al notar como la respiración tranquila del azabache comenzaba a turbarse, producto de su organismo al aceptar el aroma del Omega. Kageyama, al verse descubierto tuvo un respingo, aceptando con timidez la idea y tratando de contener todas sus ansias.
—Yo seré quien vaya con Hinata al «cuarto de juegos» —insistió Kageyama, siendo certero en todo momento, reafirmando su posición y desafiando la autoridad de Daichi al alejar suavemente a Shoyo, sólo para voltear a verlo por unos breves segundos. El rostro agitado y lloroso de Hinata, preso de la excitación del momento y sus ganas de ser tomado y marcado por Tobio, daba una imagen linda porque toda su cara estaba roja, sus labios carnosos estaban abiertos ligeramente y esos ojos cafés lo devoraban con la mirada.
Tobio se sintió necesitado de querer cumplir sus caprichos, pero volvió a contenerse, volviendo a acercarse a él, sólo que de una manera un tanto particular.
Shoyo abrió sus ojos con fuerza, al verse despegado del suelo después de que Tobio terminara por cargarlo, de esa tradicional forma en que los novios cargaban a su pareja en las nupcias.
—Kageyama —susurró Shoyo al encontrarse en los brazos ajenos, posando con timidez sus manos en el pecho de Tobio, en un extraño modo de coqueteo o permiso para que supiera que no le molestaba ser tocado.
Tobio se retorció, las mariposas parecieron volar por su cuerpo y toda su cara se pintó de rojo, sintiendo esas suaves manos quemando sólo por pasar a través de la ropa y haciendo fricción con su piel. La temperatura se elevó y todo empeoró cuando Hinata rodeó su cuello con sus brazos y se recargó de él.
Tanaka pensó que era buena idea tomar medidas drásticas y noquear a Tobio. Pero se lo volvieron a impedir, ya que apenas lo vio hacer una acción sospechosa, se llevó la fulminación inminente del de hebras grises que lo hizo titubear.
Ahí, Sawamura notó a Hinata, lo cómodo que su Omega interior se sentía con el aroma de Tobio, su tacto, y su sola presencia. Pero su parte responsable quería estar seguro...
—Aun así-...
—Daichi-san, yo estoy bien con Kageyama —interceptó las palabras ajenas el chico en celo, aferrándose todavía más a Kageyama en una forma de que no se alejara de su cuerpo. Tobio bajó la mirada al verlo, queriendo escucharlo y Daichi hizo lo mismo—. Kageyama será mi Alfa, y he decidido confiar en él.
Kageyama abrió sus ojos ante esa extraña elección de palabras, no sabiendo si había entendido bien las cosas, pero eso prácticamente era que su cortejo había sido un éxito (a pesar de que sólo había hecho una jugada).
¿¡Eso era posible!?
—Bueno, si Hinata está bien con eso...
Tobio había llevado con éxito a Shoyo a su destino, teniendo el tiempo suficiente incluso para envolverlo en su chaqueta deportiva del Karasuno para tenerlo más cómodo en sus brazos.
Quizás era difícil para la chica Beta de la recepción, ver a un Alfa y un Omega completamente rojos, algo agitados y casi pegados. La fémina había logrado leer por completo el nombre de registro de Omegas y observó la fotografía tomada. Casi al mismo tiempo, levantó la mirada y sus ojos miel observaron al chico que se acababa de bajar de los brazos de Tobio, pero no quiso soltarlo en ningún momento.
Más bien, ahora lo tomó del brazo. El brazo de Tobio estaba siendo atrapado por las manos de Shoyo y no planeaban soltarlo.
—Sí está en el registro de la institución —continuó la mujer con una suave sonrisa, indicando a un adulto Beta con traje que estaba de pie a su lado, como un guardaespaldas, para que guiara al chico por las escaleras y lo llevara a su habitación—. Te tocaría la habitación 03.
—Muchas gracias —agradeció el chico Omega, dando una reverencia y fingió que no le asustaba ese hombre músculo con cabello rubio y gafas oscuras que se acercaba a él con una seguridad envidiable. Su impulso fue el cortar su respiración y aferrarse más fuerte a Tobio.
—Por aquí. —Muy al contrario, el hombre dio una reverencia y soltó una voz tranquilizadora, comprando a Kageyama y tranquilizando un poco al de cabellos naranjas.
El «cuarto de juegos» era un edificio algo alejado del instituto principal del Karasuno, cerca de la cancha deportiva del equipo femenino de béisbol y el masculino de fútbol. Era un edificio de tres pisos de altura, alargado y con cuartos pequeños que retenían las feromonas de los Omegas con un filtrador de aire para que ningún Alfa se sintiera atraído por éstas; de igual forma, dentro de la institución había juguetes sexuales con los que pudiera satisfacerse, televisión, libros, baños con ducha y videojuegos. ¿Un pequeño paraíso?, tal vez, porque hasta estaba programado para que los Omegas fueran alimentados a su hora habitual.
Hinata en su primera visita, había llegado a ver que había Betas y Alfas castrados (por voluntad propia) en traje afuera del edificio, rondando por si alguien trataba de meterse por algún otro lugar.
Podría decirse que era el edificio mayor cuidado de toda la escuela. Los Omegas eran como sus muñecos de aparador que debían de cuidar, y debían de protegerlos de ataques.
—Entonces, Hinata... —Kageyama habló, al ver al rubio señalar hacia las escaleras que llevaban al segundo piso. El mencionado asintió, pero no se separó de Tobio; en su lugar, cuando éste trató de separarse al alzar su brazo para que lo soltara, lo único que obtuvo fue a Hinata enroscándose más a él.
Ese proceso se repitió varias veces, y la paciencia de Kageyama poco a poco iba cayendo.
—¿¡Por qué no me sueltas!? —exigió una explicación, dejando seco al guardaespaldas y a la Beta. Shoyo, en lugar de asustarse, simplemente lo miró.
—Dijiste que tú vendrías conmigo al «cuarto de juegos» —recapituló sus propias palabras que el azabache le había dicho a Daichi.
Tobio se quedó helado ante el malentendido, Shoyo pareció suplicarle con la mirada y la chica Beta sólo suspiro.
—¡Sólo iba a acompaña-...!
—¿Ustedes son pareja? —La voz de la mujer adulta los regresó a tierra firme, obligándose a dejarse de ver para observar a la de ojos miel en el mostrador. Casi al mismo tiempo, los dos negaron.
—Quiero que sea mi Omega.
—Kageyama será mi Alfa —asimiló Shoyo, y los dos hablaron casi al mismo tiempo.
Eso abrió un espacio de posibilidades a la mujer. ¡Maravilloso!
—En ese caso, Kageyama-san también puede pasar. —Invitó con destreza, notando como el chico Omega en definitiva se negaba a soltarlo del brazo. Y Kageyama se perdió en el espacio sideral, al abrir una puerta ante sus ojos de posibilidades antes desconocidas para él—. Hay condones y lubricante en cada habitación y buenas comodidades para pasar el rato. A un Omega le vendría bien el aroma de su futuro Alfa durante su celo para estar tranquilo...
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