Capítulo 19: Agitación
Algo que Ritsu no había previsto a pesar de la obviedad del asunto, y que se estrellaba contra su cara al mismo tiempo en que el chico saltaba al aire lo más alto posible y Tobio, con un notable sonrojo y una sonrisa por esa oportunidad, lanzaba el balón de una forma en la que podría llegar fácilmente contra su mano.
Una vista hermosa, un chico Omega que daba un salto largo y al estar en el aire, su rostro atractivo era mucho más visible... pero se destruía rápidamente cuando intentaba golpear la pelota, su rostro se arrugaba y su mano al querer golpear la pelota hacía un movimiento extraño que podía ser descrito de cualquier forma, menos estética. Ritsu bajaba la cámara lentamente, viendo de lleno como por fin la mano de Shoyo lograba golpear suavemente el balón y pasaba la red por pura suerte, pero el mal cálculo del salto lo terminaba estampando contra la red.
—¡Hinata, idiota! —gritó Kageyama, en una extraña mezcla de preocupación y rabia contenida. Pero estaba algo extraño, quizás eran sus imaginaciones, o Shoyo desde el segundo salto estaba dejando escapar sus feromonas producto del ejercicio, pero... un poco más endulzadas.
El simple aroma lograba agitarse en sus fosas nasales y el aire a través de cada salto que daba. Vio por completo como Hinata, con el uniforme del Karasuno prestado, se sobaba la cara con sus dos manos tras haber sentido la red estrellándose fuertemente contra él. ¡En definitiva no había sido una experiencia grata!
—Cómo me lo esperaba, el enano no es bueno con el deporte. —La voz de Tsukishima con un tono un tanto burlón llegó a los oídos de Shoyo y Tobio. Unas palabras simples y normales en alguien con esa personalidad tan ácida que llegaba a ser extraña, pero que por alguna razón lograron hacer rabiar a Hinata.
¡Sí, Tsukishima había dicho la verdad! Que cualquier persona le hubiera dicho eso, no era algo de extrañarse y no lo tomaría a mal; pero si se trataba del idiota de Kei, de una forma u otra, terminaba detestando todo.
Detestó ese comentario, apretando sus dientes con rabia y antes de que Ritsu pudiera decirle palabras de aliento, Shoyo ya se había girado para ver al rubio cruzado de brazos que observaba la toma.
—Es obvio que no será bueno con el deporte, nunca lo han dejado jugar —soltó Kageyama cuando la boca del menor ya estaba a punto de abrirse, haciendo su mayor esfuerzo para no terminar perdiendo los estribos con Shoyo por lo mucho que le atraía. Decidido, a partir de mañana él faltaría a clases, su celo lo pasaría en casa como las otras veces.
Y Shoyo se quedó helado ante la afirmación de Tobio, sintiendo como parte de su corazón daba un vuelco y su instinto de ponerse violento con ese poste andante se vio entorpecido por las palabras de Tobio.
Muy al contrario, Tsukki sólo soltó un pequeño bufido y dibujó una sonrisa para hacer más pronunciada su burla.
—Aceptas que es malo, ¿eso significa que tus expectativas han bajado? —Se burló abiertamente, dejando seco a Shoyo ante esa pregunta tan directa...
¡Tenía razón!
Hinata reflejó con honestidad el terror creciente que se iba formulando en sus acciones, ¿cómo? ¿Cómo?
¿Kageyama ya no lo iba a querer porque vio que no le servía en la cancha?
Gritó internamente ante esa posibilidad, posando sus dos manos sobre sus cabellos y pareció notablemente asustado. Eso lo notó Sugawara, que le llamó la atención a Kei sin decir palabras de más, más que señalar al pobre Omega.
Sí, porque mentalmente incluso se había creado una novela donde él perdía. No importaba como lo viera, siempre llegaba al mismo resultado: Kageyama se daba cuenta de la verdad, lo miraba con amenaza y lo vetaba del gimnasio, sacándolo de una patada. «No me sirves en la cancha, cancelo el cortejo», son las palabras imaginarias que se formuló, siendo el pequeño Shoyo encogido tirado afuera del gimnasio, teniendo a un Tobio notablemente grande en la entrada de la puerta, mirándolo con desprecio antes de cerrar la puerta.
Noooooooooooooo-...
—Él será mi rematador y mi Omega —soltó con seguridad Kageyama ante la burla insinuante de Tsukishima. El rubio alto lo miró a la cara y el drama mental de Hinata fue destruido en un simple parpadeo. A Tobio no le había gustado esa broma, y Kei lo notó al ver los ojos azules encarando su cuerpo con una violencia tan mística que llegaba a ser algo aterradora.
—¡Kageyama! —chilló de la emoción Hinata por esa afirmación soltada, viéndose en la obligación de poner sus dos manos sobre su boca para no llorar conmovido, pero no pudo evitar ocultar el cómo su cara se puso completamente roja.
Tobio volvió a ver al chico de hebras naranjas, con su habitual gesto serio y viendo como éste tenía un ligero sobresalto algo nervioso por ser llamado así de repente.
—¿Q-qué pasa? —dijo en un hilo de voz el más bajo, haciendo que Tobio frunciera su ceño antes de apartarle la mirada y se enfocara en Ritsu, el chico con cámara en mano que también parecía estar algo afectado por el aroma más dulce de lo habitual de Shoyo, se retenía fácilmente sólo al mover sus dedos sobre la cámara, como si nada pasara.
Tobio dio un bufido y volteó por completo todo su cuerpo hasta él, encaminando sus pasos para poder acortar sus distancias, lo tuvo casi frente a frente. Al hacerlo, ni siquiera dejó al menor responder, porque el mayor ya se adueñó de uno de sus brazos y lo jaló casi hasta la esquina de la cancha. Ahí fue donde colocó una de sus manos sobre sus cabellos alborotados, y se preparó para poder hablar.
—Remata cuando la levante —indicó el azabache, arqueando sus cejas al tratar de explicarse y experimentando una creciente sensación de agitación por verlo. No sabía por qué, pero tenía el impulso casi necesario de acariciar esos suaves cabellos y ese aroma estaba demasiado fuerte—. Me molesta bastante que desperdicies tu talento, así que trataré de usar tu habilidad. Eres rápido y saltas alto, así que sólo haz eso —consideró con seguridad, dando un bufido satisfecho y dejando que Shoyo lo contemplara con la duda entorpeciendo sus acciones—. Yo te haré llegar el balón a la palma de tu mano.
—¿Me lo harás llegar? —respondió Shoyo con un poco de destreza, estaba algo perdido. Tobio asintió con facilidad, guardando silencio unos cuantos segundos para ordenar sus pensamientos y poder llegar a una conclusión.
—Sí, sólo toma impulso y salta —destacó, tratando de tomar las palabras de una forma amable y las moldeó a su gusto—. No hace falta que mires cómo la levanto, tampoco quiero sincronizarte con el balón, sólo quiero que remates —continuó con su plática, dejando más dudas que respuestas a Hinata.
—¿Qué? ¿Y cómo se supone que haga eso si no podré verlo? —contestó con una pregunta, con un tono de voz ligeramente elevado. El ambiente se iba tornando pesado porque las cercanías obligaban a sus aromas a tentarse entre ellos, quizás era la emoción del momento, quizás porque Shoyo ya empezaba a agitarse desde el segundo salto o porque el celo de ambos se había acomodado de tal forma en que iniciara casi al mismo tiempo.
—Es probable, pero creo que podemos intentarlo —aseguró con facilidad, dedicándole una mirada de seguridad a Hinata por la forma en la que fue observado. Shoyo tuvo la sensación de que el piso se le movió, un extraño sobresalto donde un Alfa lo miraba de frente.
Así que confiaba en él... Hinata Shoyo entendía que ese tipo de mirada era algo nuevo para él. Nadie lo había visto de esa manera, esa sensación de que alguien te veía como algo útil a pesar de los fallos, lo hizo sentirse atrapado entre sus pensamientos que en menos de un segundo, ya se encontraba listo para caer al vacío, sabiendo que Kageyama lo atraparía.
—Lo intentaré —confirmó el chico, teniendo un pequeño rastro de felicidad flotando en su cuerpo. El Alfa puro recibió de manera positiva esas palabras, dando un asentimiento antes de bajar su mano de los cabellos de Hinata para poder observar al otro Alfa algo alejado con cámara en mano.
—Probáremos algo, por favor, asegúrese de tomar una foto —pidió el más alto, dando una reverencia certera a la hora de decir esa afirmación y sólo llevándose rápidamente el asentimiento por parte del de hebras castañas.
—Entonces, vamos de nuevo —indicó Kiyoko, recibiendo una pelota que Noya le ofreció y lista para lanzarla hacia Tobio para que pudiera hacer una levantada.
Ritsu fue obvia la concentración innata en el campo de visión de Kageyama, su gesto imperturbable se iba haciendo cada vez más cerrado hasta donde todo dejaba de existir. Todo, menos Hinata listo para tomar vuelo, retrocediendo unos pasos antes de poder dar un salto. Ritsu preparó la cámara.
«Mira, mira, ¿en dónde está el balón? ¿En dónde está el rematador?», pensó Tobio, moviendo sus ojos por todos lados para poder notar a Shoyo empezando a correr cuando el balón fue lanzado al aire por la mánager de tercero.
Tobio encontró rápidamente el ángulo perfecto al ver a Hinata en el aire, como un proyectil disparado y la pequeña desviación que tuvo el balón al aire, no fue impedimento para que Tobio se posicionará rápidamente abajo de él, se pusiera en posición y el pase perfecto fuera pasado a la palma de Shoyo, impactando al otro lado con fuerza. El click sonó rápidamente de la cámara y el rostro de los espectadores fue demasiado grande por la extraña particularidad.
—¡Bien! —relató Tobio con seguridad, alzando su puño al aire y no pudiendo evitar sentirse emocionado porque sus instintos fueron correctos.
Le fue imposible no dibujar una sonrisa emocionada: Shoyo saltaba alto, golpeaba su remate con facilidad, con buenos reflejos... se coordinaba bien con él.
¡El amor de su vida!
Shoyo ni siquiera se creyó lo que hizo. Ese salto y esa pequeña carrera había reforzado su agitación, ya imposible de ocultar sus mejillas sonrosadas presas de una creciente excitación y el olor a naranja se hizo mucho más pesado. Pero eso ahora no le importaba, miró su mano que había golpeado el balón, esa reciente sensación de golpe y lo bien que se sintió.
—Mi mano... ¡mi mano lo golpeó! —confesó con emoción el chico, siendo testigo y queriendo carcajearse ahí mismo y luchar con la compostura. Tobio, comenzó a acercarse a él—. ¡Kage-...! —Cuando Hinata ya iba a empezar a gritarle al mayor por su reciente logro, en medio de su respiración cortada y su excitación aumentando a una velocidad demandante por sentirse mareado, fue que los brazos de Tobio rodearon su cuerpo por la espalda, apegando su pequeñez contra su pecho y apretándolo.
—Juega conmigo para siempre —relató Tobio con la voz ligeramente ronca, sintiéndose ansioso con el roce de sus manos sobre el cuerpo de Hinata y el aroma empezando a embriagarlo. El chocolate con naranja podía llegar a ser adictivo, y eso lo entendió cuando el exceso de tacto logró que el celo de Shoyo se adelantara.
Hinata gimió por lo bajo al sentirse tocado, en un pequeño jadeo silencioso que sólo sirvió para que Kageyama lo escuchara. El olor fue perceptible incluso para los que no eran Alfas y Omegas, y Ritsu tuvo que posar su mano sobre la nariz y apartarle la mirada para no hacer nada incorrecto.
El aroma de los Omegas en celo era tentador para los Alfas, pero eso no quería decir que tenían el derecho de dejarse cegar por sus instintos.
El rostro de Shoyo lucía precioso, cuando Tobio tomó distancias con él y sólo posó sus dos manos en los hombros del más bajo. El chico más lindo nunca antes visto, con su mirada deseosa conteniéndose y sus dos pequeñas manos luchaban contra su compostura para apretar la playera que estaba usando del Karasuno de Noya.
—Ka-kageyama...
—Creo que acaba de entrar en celo —confesó Suga su pequeña preocupación, mientras Tanaka parecía empezar a practicar el bateo con el abanico grande, listo para golpear a Tobio.
Tanaka no pudo hacer nada más allá de eso, ya que Koushi lo jaló del brazo, interrumpiendo su bateo falso en modo de práctica, para poder observar la siguiente escena.
A pesar del reciente celo, Ritsu fue el único que tras dar una reverencia, prefirió salir del gimnasio por el ambiente pesado que ya estaba flotando. Por su parte, el Alfa azabache había empezado a tocar a Hinata, posando sus dos palmas abiertas sobre las suaves mejillas del Omega, acercando su nariz a su frente al agacharse y comenzó a olfatearlo.
Hinata ni siquiera pareció cohibido o molesto al ser examinado, dejándose tocar y sintiéndose seguro al tener al Alfa cerca suyo, con su aroma a chocolate tan dulce.
—¿Pasarás mi celo conmigo? —interrogó el menor de pronto, cuando la nariz de Shoyo subió hacia sus cabellos para olfatearlo.
Hinata se quedó quieto, sabiendo que no era su imaginación la idea de que su entrada comenzaba a lubricarse. Sus mareos se hacían cada vez más constantes y sus instintos lo hacían jadear.
Para colmo, Tobio parecía estar yendo por el mismo rumbo, ahora bajando sus manos de nuevo a sus hombros y su nariz comenzó a olfatear su cuello, dejando que el cosquilleo se hiciera más potente por el inocente roce que se iba paseando por su piel pálida, donde la marca se deberá de colocar y sus gestos deseosos los delataron.
¡Bien! Tobio tomó una decisión.
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