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Capítulo 18: El Omega Que Puede Tocar El Cielo

Esta historia la voy escribiendo en la marcha, ¿qué les está pareciendo? JJAJSJSJSJSJSJAJA

Capítulo dedicado a: nav1er, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!

La primera en llegar al club de fotografía, fue Hitoka, y ésta terminó siendo arrastrada por Ritsu Ogowo y los dos mánager del Karasuno al gimnasio donde los cuervos se dedicaban a iniciar una práctica cualquiera.

La explicación había sido certera, teniendo suerte porque al llegar, la mayoría del club ya estaba en el gimnasio, y el sonido de las pelotas rebotando y el ambiente amigable se vio acallado por las buenas nuevas que podían ofrecer como su último intento de llegar a la concentración antes del torneo de prefectura para volar a las nacionales.

Todos los miembros se habían reunido alrededor de los dos chicos del otro club de la escuela, y escuchaban atentos las palabras rápidas y certeras que podía pronunciar Kiyoko con respecto a las condiciones y la aceptación de Ritsu por trabajar con ellos de manera gratuita.

Hinata trató de concentrarse lo mejor que pudo, posando sus dos manos unidas entre sí y empezando a jugar con sus dedos. Entendía lo que debía de hacer y eso lo ponía nervioso. Tener que ser el centro de atención de la cámara de Ritsu, era algo que no creía saber manejar, es más, ¡era impensable! ¡Nunca había sido fotografiado como modelo! ¡Todas las fotos que él tenía estaban en un álbum familiar resguardadas por su madre!

Además, como si eso no fuera suficiente extrañeza, tenía otras dos cosas que lograban distraerlo y desconectarlo del mundo: la primera no era muy radical, pero podía ver por el rabillo del ojo, a la chica rubia de ojos castaños en su lugar, a un lado de Shimizu y Ritsu, temblando de pies a cabeza y a punto de pasar a siguiente vida, debía de ser difícil tener que lidiar con todos esos gigantes (a excepción de Noya... y él).

Por último, y el más tentador de las tres distracciones de Shoyo. ¡La fotografía y Hitoka podían esperar! Esto se trataba de Kageyama, ¡Kageyama! ¡Era más importante!

Al inicio no lo había notado, quizás porque había estado sumergido en su propia propuesta de querer ayudar al equipo, que sólo aceptó sin reparos la prenda de Tobio antes de salir con la chica Beta a pedir ayuda al club de fotografía, pero ahora que todo se calmaba, y como sólo había dos Alfas en el gimnasio y no estaban peleando o actuando amenazantes entre ellos, notó lo inevitable. No ayudó que Tobio se parara justo a su lado de manera inconsciente, los dos se vieron por unos cuantos segundos y todo lo que parecía cobrar sentido, simplemente pasaba a segundo plano.

Ese Alfa atractivo de ojos azules, vistiendo una playera holgada de color blanco y pantalones cortos de color negro elásticos para mayor comodidad al entrenar, tenía el olor a chocolate de siempre, sólo que un poco más agudizado, ¡demasiado agudizado! ¡Le gustaba!

No sabía cómo describirlo, se podía sentir más fuerte y ligero a la vez. Picante, atrayente, embriagador, lo hacía sentirse mareado y los escalofríos comenzaba a ser parte del movimiento trazado en su columna vertebral. Su parte animal, su parte Omega, aceptaba por completo a Tobio Kageyama como la persona que podría anudarlo y marcarlo.

En pocas palabras...

«Su celo está mucho más cerca», antes apenas y era visible, pero ahora era difícil de ignorar. Su corazón empezó a dar pequeños brincos agitados, y trataba de fingir no darse cuenta de eso. Ese celo podía referirse específicamente al día siguiente o dentro de dos días. Lo peor era que su cuerpo empezaba a reaccionar al de Kageyama.

Debía de estar atento ya que por primera vez se le adelantaría el celo. Después de clases debería ir a apartar habitación de los cuartos especiales del Karasuno.

—Entonces, ¿quieres utilizar a nuestro Hinata para la fotografía del cartel? —indagó Sugawara con seguridad, queriendo ver si entendió las cosas. Ritsu asintió rápidamente, levantando la cámara que colgaba en su cuello a la altura de su rostro y sonrió ampliamente.

—¡Sí! ¡Es un Omega lindo y que me gustaría fotografiar! —Fue sincero en todo momento, llamando de su nube de trance a Hinata, olvidando por completo las cosas y sólo permitiendo que el rubor empañara sus mejillas y la emoción fuera lo principal en su rostro.

—¡Me esforzaré, Ritsu-senpai! —aseguró el de hebras naranjas, dando un bufido certero y generando una sonrisa en el mencionado, que fue casi imposible que Kageyama no los viera, con discreción y cierto sentimiento de contradicción en su pecho.

Kageyama Tobio desde su primer encuentro con Shoyo se estaba conteniendo ante el extraño cosquilleo que crecía en su estómago y sus propios instintos lo orillaban a lo inevitable. Eso era extraño, a pesar de haberse tomado sus medicamentos para poder asistir a la escuela en contra de su celo, sentía que quería tocar a Hinata.

Quizás no de una manera lujuriosa, o al menos, no estaba tan fuerte ese deseo, pero sí quería demandar atención.

Algo extraño, estaba seguro de que no sólo se limitaba solo a la condición Omega del chico de ojos cafés, ya que la llegada de Yachi, otra Omega, también lo hubiera alterado si ése fuera el caso, pero el simple hecho de verla o estar cerca de ella no le generaba nada.

—¿Quieres que actúe como si fuera parte de los jugadores del Karasuno? —La voz de Hinata preguntando su duda fue difícil de ignorar por parte de Tobio, regresando de su burbuja de aire, porque aunque le interesaban sus reacciones hacia Shoyo ante su inevitable celo, era cierto que le importaba más esa oportunidad valiosa por el rumbo que estaba tomando la conversación.

—¡Exacto! —señaló Ritsu el pequeño cuerpo de Hinata, dando una afirmación y dejando que el menor diera una sonrisa algo apenada por romper las ilusiones rápidamente.

—Pero yo no cuento con un uniforme de jugador —aseguró el chico, dando una risa nerviosa y rascando su nuca con especial cuidado.

—Tampoco tenemos un jugador extremadamente pequeño que pueda prestarle la ropa a este Omega —habló Kei por primera vez, señalando con su dedo al menor y observando por el rabillo del ojo la figura del menor, quien reaccionó como un pequeño perro rabioso al apretar sus dientes y mirar con odio al rubio más alto del equipo—. Aunque tenemos a Nishinoya, es un líbero, y entendí que lo que busca en el cartel es como un rematador que esté saltando alto. —Tsukishima fue serio en todo momento, y no temió para nada en encarar al joven de ojos verdes y pecas repartidas cerca de su rostro. Ritsu sonrió con complicidad ante el rápido entendimiento de ese poste de primer año, bajando sus cejas y sonriendo con complicidad y coqueteo que puso los pelos de punta a Yamaguchi.

—Así es, busco en Hinata-san una imagen que capte la ilusión de que puede tocar el cielo —materializó las expectativas que tenía con respecto a la toma, Yachi soltó un grito aterrada al ver la mirada decidida de Ritsu y Yuu sólo posó una de sus manos en su mentón, creyendo que tenía algo en la punta de la lengua, algo que se le estaba pasando por alto—. Si lo que Hitoka-chan dijo es cierto, puede llegar casi hasta el segundo piso desde el suelo y colgarse de la barandilla del balcón de Omegas, ¿no es eso increíble? —capturó lo que quería decir el castaño de cabellos lacios peinados hacia atrás, dejando que el color rojizo llegara a su cara y su emoción no pudiera ser ocultada por ninguno del club.

Tanaka hasta dio una risa ahogada a medio camino.

Kageyama, por supuesto, apenas oyó esas palabras, no pudo evitar querer decirle algo a su superior.

—Es cierto, la forma en la que Hinata mueve su cuerpo es increíble —postuló Kageyama con seguridad, dejando que sus potentes ojos azules miraran al otro Alfa. Ritsu conectó miradas con él y pareció entenderlo, dando un asentimiento y una sonrisa segura.

Shoyo con rapidez oyó esas palabras, dejando que todo el color rojizo se estrellara en sus facciones, y posó sus palmas sobre sus calientes mejillas. Su corazón ya había empezado a latir con rapidez y se sentía caliente: ¿la temperatura estaba subiendo?

«Idiota Kageyama, lo que dijiste puede interpretarse de muchas maneras», pensó, mordiéndose la lengua para no gritar y siendo inevitable el recordar la situación comprometedora en la que se habían visto envuelto por su culpa.

La forma en la que su cuerpo se frotó con el de Kageyama, y aunque en un principio se sintió presionado y asustado por romper la idea de querer ir lento y buscar el verdadero amor, francamente desde el beso en la mejilla, no le molestaría pasar ese celo venidero con él en una de las habitaciones silenciadas para Omegas del Karasuno.

—¡Puedo solucionar lo del uniforme, ahora vuelvo! —La voz de Noya interrumpió a Shoyo de su mar de pensamientos oscuros que se iban avecinando poco a poco. Lo que obtuvo al regresar a tierra firme fue ver como el chico de menor estatura del Karasuno salía corriendo del gimnasio y se perdía al girar rápidamente por la derecha, hacia los vestidores masculinos del club.

—Hinata salta muy alto, da la impresión de que puede volar —apoyó Tobio las impresiones de Ritsu, dejando que el otro Alfa soltara su cámara y se cruzara de brazos, dando un asentimiento certero—. Alguien que puede tocar el cielo.

Todo el club no se atrevió a decir una palabra ante la extraña conversación que estaba teniendo el colocador titular y el presidente del club de fotografía. Ni siquiera Shoyo, quien seguía con la mirada a los dos dependiendo de quien hablara.

—¡Veo que lo entiendes! Que Hinata-san salte muy alto, y que tenga un buen impulso para poder dar un brinco de esa magnitud... —Ritsu continuó, dejando su palabra a medio camino para que Kageyama la completara.

—Lo hace alguien perfecto para el deporte, porque también es muy rápido, tiene buenos reflejos... —confirmó el azabache de ojos azules, dejando que la sonrisa en el chico de tercer año se hiciera más pronunciada. La mirada veloz del chico que era el tema de conversación, sólo se paseaba entre los dos Alfas y su actitud bastante curiosa.

—Y buen equilibrio y flexibilidad...

Hinata no podía decirlo, pero de cierta forma era mucho mejor escuchar de la boca de Alfas halagos de ese estilo... en lugar de los habituales que llegó a recibir de sus otros cortejos porque su apariencia era la de un Omega frágil y delicado o que seguramente serviría demasiado para dar luz a cachorros.

—Es casi como un talento innato —confesó Tobio por primera vez, arqueando sus cejas hacia abajo al tener un oleaje de rabia creciente, y observando con cierta frustración a la pequeña figura del chico Omega, quien no pudo hacer más que pegar un chillido al sentir que la piel se le puso de gallina por esa penetrante mirada azulada que lo devoraba en segundos: un Omega con talento desperdiciado.

Aun así, Shoyo no le dio el lujo de ser sumiso frente a «su» Alfa, arqueando sus cejas hacia abajo, retrocediendo unos pasos hasta sentirse seguro y prepararse para encararlo.

—¿¡Por qué me miras como si estuvieras frustrado!? —indagó Hinata en un grito, sólo llevándose como respuesta el bufido del más alto, antes de volver a apartarle la mirada, enfocando su vista en el presidente del club de fotografía, y señaló con entusiasmo el pequeño cuerpo en guardia de Shoyo.

—¡Por favor, déjeme ser el colocador de Hinata en la toma! —Sí, si se iban a presentar oportunidades, Kageyama estaba listo para tomarlas.

Ogowo, con facilidad, ensanchó más la sonrisa larga en sus facciones ante la petición arrojada, y asintió, logrando descubrir más temprano que tarde, que el olor a chocolate que expulsaba de su cuerpo con una turbulencia algo agitada por un posible celo, era el mismo mezclado en el del Omega.

—Está bien...

Casi en el mismo instante en que esas palabras eran arrojadas, los pasos presurosos de Noya llegando al gimnasio, con su bolsa donde guardaba sus uniformes y tropezando de lleno contra el suelo de panza, logrando descolocar a todos. El más asustado tras oír el golpe fue Tanaka.

—¿Noya-san? —corrió a auxiliar a su amigo el rapado. El mencionado se levantó y Asahi fue el segundo en ver qué le ocurría.

Para suerte de todos, Noya ni siquiera pareció haber sentido el golpe, enderezando su cuerpo fácilmente, sacudiéndose el inexistente polvo y acomodó frente a él en el suelo la bolsa con el uniforme del líbero, sólo que con colores invertidos que utilizaba cuando les tocaba jugar contra jugadores que tenían colores similares al suyo o los otros ya estaban sucios.

—¡Shoyo! —exclamó con euforia su habitual grito, haciendo que el mencionado terminara por girar a verlo, con sus orbes cafés llenándose de curiosidad, mientras el Beta con olor a vainilla levantaba su pulgar al aire y le sonreía—. Tengo resuelto lo del uniforme.

—¡Ohhh!, ¡éste es el uniforme del Karasuno! —abordó con un grito Hinata, muy emocionado apenas regreso de nuevo al gimnasio por irse a cambiar. Kiyoko lo acompañó y lo esperó en la entrada de los vestidores masculinos para el club.

—¡Te queda muy bien, Hinata! —El primero en hablar fue Tanaka, dejando que su sonrisa feliz se volviera una cómplice al ver lo bien que le quedaba el uniforme. El susodicho, ante el primer halago soltado, no pudo evitar dejar que una leve y algo boba sonrisa llenara toda su cara, siendo imposible de ocultarla hasta el punto en que se volvió algo chueca y sus mejillas se fueron tiñendo de rojo.

—¿Eso crees? —consideró el menor el halago, posando una de sus manos sobre su nuca y empezó a rascarla, emocionado. Hacía mucho que no se divertía tanto en la escuela.

—¡Te ves bien, Shoyo! ¡Se te ve bien el cuatro! —continuó los halagos el líbero, siendo certero en todo momento.

Kageyama era el único que no estaba en el gimnasio, él también había salido a cambiarse con su habitual uniforme deportivo que usaban al jugar partidos oficiales en los torneos. Así Shoyo pudo sentirse un poco más tranquilo, dejándose halagar por la mayoría del club.

—¡Sí, un Omega lindo! ¡El uniforme te queda muy bien! —Se metió a la plática Ritsu, mirándolo por unos cuantos segundos, encerrando su imagen a través de sus irises verdes, para proseguir a bajar su vista a su cámara y continuó acomodando el ajuste perfecto a la hora de tomar una fotografía.

Kiyoko sólo le dio una leve sonrisa al Omega cuando sus miradas cruzaron por accidente, dando un leve asentimiento que Shoyo correspondió con una sonrisa más grande, antes de que la fémina Beta pasará de largo y llegará hasta la Omega rubia que estaba muy ocupada montando las lámparas que de seguro habían traído mientras Shoyo y Tobio se cambiaban para una mayor iluminación.

Hinata estaba seguro de que no fue su imaginación el ver a Yachi entrar en pánico y poner la cara más roja que nunca haya visto, diciéndole adiós a su heterosexualidad por lo hermosa que era la mánager de tercer año.

—Había visto el uniforme del Karasuno en la televisión una vez, pero se siente extraño llevarlo justo ahora —susurró el chico de menor estatura, dando una risa un tanto nerviosa, dejando ver su propio cuerpo utilizando un uniforme deportivo: rodilleras, sus zapatos no eran especiales para el deporte, pero eran los que usaba para gimnasia, el short y la playera que combinaba el blanco con el número del equipo, y el naranja y negro.

Simultáneamente en el que Shoyo trataba de ignorar la felicidad que lo estaba embriagando por ese sentimiento de usar esa ropa, los pasos calmados y el aroma tentador a chocolate del único Alfa del club, anunciaron su llegada cuando puso un pie en el gimnasio.

Shoyo se paralizó, la respiración se le cortó, sólo pudiendo voltear lentamente hacia el chico, dilatando sus pupilas y captando esa imagen para sus nuevas fantasías. La primera vez que lo veía en uniforme, con sus facciones serias y calmadas que lo hacían alguien bastante atractivo, sus zapatos deportivos de color negro, las rodilleras, y todo su uniforme oscuro cual cuervo que mostraba orgullosamente el número nueve, lo dejaron seco.

—Perdón por la tardanza —estipuló con un tono de voz bajo, dando una leve reverencia, y logrando hacer que la cara de Hinata se calentara, permitiendo que el rubor se instalara en sus mejillas.

Hinata Shoyo no era fotógrafo, pero a través de sus ojos castaños, se encargó de tomar fotografías mentales de la forma en la que Kageyama vestía el uniforme de su deporte adorado y lo bien que se veía.

Kageyama enderezó su cuerpo tras eso. Más tarde, al sentir como era observado de pies a cabeza por el Omega, se atrevió a mirar al chico, a pesar de que sabía lo que pasaría a continuación. Volteó su rostro, logrando que Hinata tuviera un pequeño brinco cuando sus ojos se encontraron, sólo generando que el chico empezara a actuar nervioso, alternando su mirada entre la figura ajena y las paredes del gimnasio y los otros miembros.

Tobio, muy al contrario, aceptó mentalmente que Hinata se veía bien con el uniforme de un jugador. No porque enseñara más sus piernas o porque se viera lindo (o bueno, en parte sí), pero era más, ¡porque se veía como un jugador real! ¡Pero no uno cualquiera! ¡Era un jugador del Karasuno, su rematador!

Con eso en mente, todo el color rojizo que lo envolvía se presentó en su rostro al apartarle la mirada por fin, y antes de hacer otra cosa más, direccionó sus pasos hacia Shoyo, sólo deteniéndose al quedar justo frente a él.

Hinata copió su acción con timidez, correspondiendo la mirada azulada del chico, y todos fueron testigo de como dos idiotas enamorados se perdían en la mirada del otro por un buen rato, antes de siquiera decir algo.

—Oigan-... —Tsukishima estaba planeando ser la persona que los regresara a la realidad, queriendo romperles su burbuja cursi de enamorados idiotas... pero fue callado por Koushi, quien jaló de su brazo, en una amenaza de que guardara silencio.

—Te... —Tobio por fin se atrevió a decir la primera silaba, sudando por todos lados y teniendo temblores certeros por todo su cuerpo. En su interior estaba gritando: ¿por qué todo era tan difícil? ¡Era tan difícil halagarlo!

—¿«Te»? —repitió Shoyo, abriendo ligeramente sus labios y haciendo que Tobio tuviera un ligero ataque de nerviosismo más pronunciado.

—M-muy b-bien... —murmuró, quedándose mudo de golpe y apretó sus puños, dejando que ahora toda su cara fuera un espectáculo de la vergüenza ya que hasta sus orejas se tiñeron de carmín, y sus puños a sus costados se apretaron. Debía se tomar aire, antes de siquiera hablar—. ¡Muy te ves traje bien con el Karasuno! —soltó, de golpe y tomando de sorpresa a Shoyo, quien no pudo evitar notar el extraño enredo de lengua del Alfa puro, no conteniendo el impulso de reírse al soltar un «pfff».

—Vaya, el Rey trata de impresionar a su Omega con un trabalenguas. —Tsukki no podía quedarse callado sin una burla al ambiente, dando una sonrisa burlona de su boca, siendo certero en todo momento y contemplando con burla como Shoyo no se aguantaba la risa al cubrir su boca con sus manos.

Kageyama miró con amenaza al rubio más alto, avergonzado y humillado.

—¿Qué? ¡No es cierto, bastardo! —Se defendió Tobio, sólo recibiendo el rostro burlón de Kei y Tadashi, junto con Suga, quien trataba de no carcajearse.

Estaba tan alterado que bajó sus defensas con Hinata...

—También te ves muy atractivo con tu uniforme, Kageyama. —Lo tomó por sorpresa que la flecha en su corazón se enterró con fuerza. No quería verlo a la cara, pero podía apostar que era igual de brillante que siempre.

Los dos enamorados sólo explotaron.

Ritsu, ajeno a esas extrañas acciones, sólo volteó a ver a Hitoka y a Tanaka, quien el último tenía un extraño abanico tradicional que en los programas de comedia servían para golpear a la gente.

—¿Está listo, Hitoka-chan?

—¡Sí, Ogowo-san! ¡Está lista la iluminación y tengo preparadas las pastillas contra agitación! —apoyó la mujer, dando un pequeño salto emocionada. Ritsu asintió y ahora miró a Tanaka.

—¿Y esto para qué es? —respondió a la mirada del castaño al ver el abanico que le tocaba sostener—. ¿Es para hacer aire?

—No, es para golpear a Kageyama-san si de repente siente deseos de aparearse con Hinata-san a la fuerza por la agitación que tendrá al hacer ejercicio... —contestó con simpleza, haciendo un gesto oscurecido donde una media sonrisa aterradora se amuebló en su cara.

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