Capítulo 07: Chaqueta Con Olor A Chocolate
Capítulo dedicado a: Kimirashiye, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
Shoyo se sentía nervioso y atacado, al ser su primer día de manera oficial en el Karasuno, hace unos momentos atrás, había firmado su sentencia de muerte —el ingreso al club—, y Daichi lo recibió, indicando que ahora era un miembro oficial del Karasuno. Francamente, no tenía ni idea de qué era lo que tenía que hacer, y cuando el silbato sonó, para dar paso al comienzo de las actividades, lo único que recibió fue una pluma y una pequeña libreta con pastas de color verde, cortesía de Nishinoya.
Ese día, se topó con dos adultos que no notó el día anterior: un hombre apacible de cabellos negros con gafas y un hombre alto e imponente con cara de maleante. Sólo reconoció al profesor, ese amable hombre lo ayudó una vez cuando golpeó a un Alfa por recibir un «halago» nada bonito sobre la forma de su trasero, el Alfa casi le regresaba el golpe, casi, porque el profesor estaba cerca y lo detuvo.
«¿Qué debo de hacer? ¿Escribir? ¿Escribir qué?», se ahogó el pequeño mánager, centrándose en su propio mundo y empezando a flotar en una espesa nube de incomodidad.
Para su suerte, Kiyoko lo tomó del brazo, con una simpleza tal, que hasta el mismo Hinata se sintió extrañado. En menos de unos minutos, el pequeño Omega que olía a naranjas regresó a tierra firme, permitiendo que sus ojos cafés observaran el pequeño círculo que formaron los jugadores, estaban de pie y hacían flexiones con sus brazos. Luego, volteó hacia la Beta que lo llamó, la amable mujer hermosa que tenía un tenue aroma a fresas con crema.
—Normalmente, nuestro trabajo es muy simple, tranquilo —concordó la fémina, dando un asentimiento y mirando a la cara al chico al decirle eso. Shoyo tragó grueso, dando un asentimiento, pero sin saber si debía de tranquilizarse, o muy al contrario, asustarse más: ¿significaba que su papel en el club era prácticamente inútil?—. ¿Sabes cuál es la función del mánager?
—No... —murmuró Shoyo, observando su libreta y la pluma. Era la primera vez que se decidía a hacer algo, aunque no le llamara del todo la atención y sólo estuviera ahí por un Alfa—. He visto que algunas celebridades lo tienen, o los deportistas famosos.
Kiyoko dibujó una apenas visible sonrisa que con rapidez fue captada por Tanaka y Noya, quienes pudieron regocijarse ante tremenda bendición.
—Sí, en las grandes ligas o equipos profesionales, un mánager es el ojo crítico que toma las decisiones —completó la único mujer del club, dando un pequeño repaso a sus notas mentales. Shoyo sólo pudo sentirse mareado: apenas iba iniciando y ya creía que todo era muy complicado—. A veces es el responsable de contratar y despedir deportistas, es el que se encarga de supervisar cada negociación y contrato con los atletas. También sirve como promotor de marketing, y a veces hay casos donde los deportistas tienen un propio mánager personal.
Hinata estaba más confundido que en el inicio: ¿eso no era muy complicado? ¿Qué iba a hacer si no era muy bueno en cuanto a sus calificaciones? ¡Su mayor calificación en exámenes era 39!
—¡Bien!, ya que calentaron, es hora de iniciar el entrenamiento. —El hombre adulto con facciones aterradores se acercó al grupo, y Shoyo abrió un poco sus labios.
—Sin embargo, nuestro trabajo aquí es bastante diferente —aseguró la fémina una vez más, logrando que Hinata tuviera un sobresalto cuando ella le rompió su burbuja—. Realmente es el profesor Takeda quien se encarga de conseguir partidos de prácticas, yo sólo me he encargado de lo básico, como el lavado de uniformes, los primeros auxilios durante los partidos, la proporción de agua y toallas en medio de las actividades o la creación de carteles para invitación al club...
Shimizu sacó las tareas de un mánager a menor medida, sólo logrando que Hinata abriera un poco sus labios y su sorpresa fuera más notable: ¡más que como un mánager, era un asistente deportivo!
«¡Prácticamente somos inútiles!, ellos podrían hacer eso solos», pensó Hinata de forma inevitable, pero no lo dijo en voz alta por simple respeto, en su lugar, se limitó a dar un asentimiento, y se sintió más inútil de lo que ya se percibía.
—¡Tengamos un buen juego! —El capitán expulsó esas palabras de sus pulmones, logrando que el resto del club soltara un «sí» que resonó por todo el gimnasio. Shoyo no pudo evitar enfocar su mirada, viendo con claridad que sólo había seis jugadores en la cancha, tres en cada extremo de la red.
De un lado estaban Asahi, Sugawara y Tsukishima. Del otro Kageyama, Daichi y Tanaka.
—¡Es nuestro turno, Hinata! —Kiyoko lo sacó de su trance, al tomarlo del brazo con absoluta facilidad y lo hizo caminar hacia la otra pared del gimnasio, donde llegaron a lo que parecía ser un pequeño marcador de puntos. Shoyo dilató sus pupilas, al ver que ese marcador era como el automático que salía en la televisión.
Hinata sólo pudo reaccionar, cuando la fémina sacó del bolsillo de su chamarra negra un marcador negro de esos que se utilizan en pizarras lisas, y tras quitarle la tapa, se acercó para escribir los nombres de los dos equipos que jugarían en la primera ronda.
Kiyoko era eficaz y rápida, sus facciones fueron serias en todo momento y recibió con absoluta profesionalidad un silbato que el entrenador se encargó de entregarle.
—Éste es nuestro trabajo en el club, Hinata —informó la mujer, dando una pequeña curva hacia arriba entre su silencio. El mencionado asintió, aun sin entender del todo a qué se refería—. Sólo deberás cambiar el marcador cuando el equipo de Sawamura, Kageyama y Tanaka anoten un punto.
—¿«Un punto»? —ladeó su mirada Shoyo hacia un lado, sin entender cómo se podía meter un punto. La mayoría del equipo también lo miró, Kageyama incluido. Shoyo tuvo un ataque de nervios, sacó su pánico al sentir todas las miradas del club sobre su persona y retrocedió unos cuantos pasos, frenando al sentir la pared sobre su espalda—. ¡Nu-nunca he jugado voleibol, así que-...!
—Hay formas de obtener un punto en voleibol... —inició Kiyoko.
—La primera es si el balón toca de manera exitosa el piso del equipo contrario —comentó Koushi al seguir con las reglas, paseando su dedo, por la línea blanca que delimitaba los espacios de juego en el suelo.
—La segunda es si el equipo comete una falta, como por ejemplo, que toque la red —continuó Daichi en la explicación. Shoyo asintió, agradeciendo por las aclaraciones y un poco apenado por retrasar su partido.
—Un set se gana cuando un equipo complete 25 puntos, con una diferencia de 2 puntos como mínimo —finalizó Kiyoko la breve explicación, sólo logrando que Hinata tragara grueso, y que un escalofrío le recorriera toda la columna vertebral. Ahora estaba temblando como un niño pequeño, demasiado obvio y para nada sutil.
Por supuesto que entendió las reglas, pero también era cierto que eso lo mareó de sobremanera. Una cosa era entender las cosas de manera verbal y otra ponerla en práctica, ¡y no sabía si podría ponerlo en práctica! Shoyo castañeó sus dientes en una melodía temblorosa que se mezcló en medio de su pánico, empezando a expulsar un aroma perturbado a naranja, con la inquietud a flote que fue fácilmente recibido por todos los ahí presentes en el club. Tsukishima arrugó su nariz con cierta aspereza al ver que las feromonas tenían un ligero olor agrio producto del miedo, y Tobio sólo observó las pequeñas acciones del chico que trataba de ser calmado por la mánager de tercer año, diciéndole palabras de aliento y calma, que no tuviera miedo a equivocarse porque era su primera vez.
Los Omegas eran cuidados hasta el extremo, que casi no hacían algo por su cuenta. Sólo sirven para complacer a un Alfa, cuando trataban de hacer otra cosa, la imagen desdichada que se tenía de ellos, terminaba generando, como si fuera una cadena, ataques de pánico similares a los que Shoyo estaba sufriendo. Un causa y efecto.
Quizás...
Bien, Kageyama debía de frenar eso. Así no podrían avanzar.
Tobio giró sobre sus pasos, y sin mirar o decir nada a sus demás compañeros, caminó hacia la salida del gimnasio.
Rápidamente, captó la atención de Koushi.
—¿Adónde vas, Kageyama?
—No tardo, regreso en un momento —respondió con simpleza el azabache, cuando su figura salió fuera del gimnasio y se perdió de la mirada entorpecida de todos los del club al no entender qué pasaba. Shoyo vio sus acciones, y el simple hecho de ver a Kageyama alejándose del sitio, lo hizo entrar más en pánico de lo que ya estaba: ¿su aroma lo hizo alejarse? ¿Se fue por eso? ¿Se enojo porque estaba retrasando al equipo? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué-...?
La mano de Sugawara sobre sus cabellos lo hizo volver de su nube aterrada, sus pupilas se dilataron y al levantar la mirada para ver a su amable superior que lo ayudó a llegar a su aula el primer día de clases. Suga era una persona apacible y tranquila (según primeras impresiones), la simple tranquilidad de su rostro lo hizo mantener por unos instantes, su mente distraída, pero los temblores seguían presentes y el aroma a naranjas agrias se hizo cada vez más fuerte que Tsukishima tuvo que taparse la nariz.
—Hinata... —Kageyama regresó al gimnasio demasiado rápido y captó la atención de Shoyo al instante. Vio que el chico regresó, y que en sus manos venía lo que parecía ser su chamarra deportiva del Karasuno. Sugawara sonrió ante la buena idea de Tobio y tomó sus distancias con Hinata, el azabache empezó a acercarse a él, pero al pasar a un lado de Tsukishima, éste se burló de él de manera inevitable por sus actitudes cursis.
El mayor dio un gruñido al rubio, se paró por unos segundos para sacarle la lengua al voltear a verlo y siguió su camino. Llegó a quedar frente a Shoyo.
Hinata se congeló, al estar frente a ese Alfa de mayor estatura que seguía con su típica mirada seria, su ceño fruncido y un diminuto color rojizo en sus cachetes... ¿eh? ¿Un rubor?
Antes de que siquiera Hinata pudiera decir palabra alguna en medio de sus temblores, el veloz movimiento de Kageyama con sus manos y la propia chamarra con exceso a chocolate cayó directamente sobre su cabeza, sólo permitiendo que su rostro quedara al descubierto, pero parte de sus cabellos naranjas fueron ocultados y aplastados por la prenda.
Tobio se mostró tímido en todo momento, sus labios volvieron a temblar y se acercó demasiado a Hinata, agachándose a su altura, y posando sus dos manos sobre los hombros del Omega. Su intención no era ponerlo nervioso, era para que lo mirara a la cara. Cosa que funcionó casi al instante, logrando que las temblorosas irises de Shoyo se adueñaran del atractivo rostro del Alfa, completamente ruborizado.
—El suéter está rociado de mis feromonas, se su-supone que éstas calman a los Omegas nerviosos, ¿no? —preguntó, temiendo equivocarse, y sólo siendo ligeramente tímido al tratar de evadirle la mirada, llegando a mirar de reojo el marcador todavía en ceros porque ni siquiera había iniciado el juego. Era una pena afirmar eso, más si contaba que tenía toda la atención del Omega con olor a naranja que poco a poco ya iba disminuyendo del gimnasio, bajando la intensidad de su pánico al mezclarse con el chocolate—. Cuando acabe la práctica, puedes rechazarlas si quieres... tampoco es necesario que las aceptes ahora, puedes quitarte la chaqueta cuando quieras.
—Kageyama —dijo Hinata de improviso, no pudiendo evitar sentirse extrañamente en paz cuando su olor empezó a llenarlo. El aroma a chocolate al ingresar por sus fosas nasales, provocó que su pecho se sintiera caliente, y la chaqueta deportiva cubriendo sus cabellos lo hicieron sentirse a salvo.
Kageyama Tobio era un Alfa puro muy peculiar.
—Escucha, idiota, sólo presta atención a lo que Shimizu-san te dirá —indicó, logrando que Shoyo diera un leve gruñido y arqueara sus cejas hacia abajo por la forma en la que fue llamado. Los dos por fin se miraron a la cara, el azul y el café chocaron por unos breves segundos, antes de que Shoyo le terminara por asentir, prometiendo que le prestaría atención a Kiyoko—. ¡Bien! —Cuestión de tiempo antes de que alejara del pequeño y perdido Hinata, enderezó por completo su cuerpo, y sin permitir que éste dijera palabra alguna, caminó hacia la cancha con su respectivo equipo.
¿Ése era el inicio del cortejo de Tobio? ¿Era ése? ¡Lo era! ¿Lo era?
¡Siempre eran flores!
¿Cómo era eso posible? Hinata sintió como su cara empezaba a calentarse, y aun con la chamarra sobre su cabeza, sintió como el color rojizo empezó a llenarlo. Imposible no mirar la seria figura de Kageyama, volviendo a ponerse en la cancha, listo para llevar a cabo su posición. Sus ojos cafés se adueñaron de su figura y sus delgadas manos pasaron a tocar la chamarra que le prestó, bajándola de su cabeza y mostrando sus cabellos un poco más despeinados que de costumbre por la estática, y se la puso lentamente.
—¡Lo crié yo! —escuchó a Noya decir desde la pared paralela de donde se encontraba Hinata a Tsukishima y Sugawara, para referirse a Tobio. Sugawara se atragantó una risa, y Tsukki, aun sin moverse de su posición de inicio en la cancha, miró con burla al serio Kageyama.
—¿Cuándo es la boda, Rey?
—¡Guarda silencio, Tsukishima! —exigió Tobio, evadiendo la mirada del ácido chico y se dedicó a mirar al joven Omega que estaba a un lado del marcador, con su chamarra puesta. Fue una imagen muy tierna de ver, en definitiva le quedaba demasiado grande que sus manos incluso no se asomaban a través de las mangas.
Hinata Shoyo era un Omega muy lindo. Tobio lo entendió, mientras lo veía acomodarse las mangas de la chaqueta para poder manejar el marcador.
Ennoshita terminó acercándose hasta donde estaba Kiyoko, y le entregó el silbato. El chico era un hombre azabache de cabellos y ojos, apariencia simple pero muy apacible, su neutralidad estaba siempre bien trazada, y lo demostró al pararse a un lado de la cancha, listo para dar inicio al partido.
—Hoy te enseñaré a mover el marcador —confirmó Kiyoko, y el silbato sonó.
A partir de ese momento, Hinata conoció la belleza de ese deporte.
Asahi fue el primero en sacar, y la sorpresa contenida en la boca de Shoyo salió sin querer en un grito de sorpresa y cierto miedo cuando el potente saque fue recibido fácilmente por Daichi. Tsukishima bloqueaba con facilidad, sus pasos eran perezosos, pero había firmeza en sus brazos. Tanaka gritaba mucho, lo logró engañar en más de una ocasión a Shoyo, pero tal parecía que al equipo contrario no. Sugawara levantaba el balón con mucha facilidad y Kageyama... Kageyama era alguien veloz. La sorpresa se asomó en sus pequeñas facciones cuando en menos de un segundo la pelota ya estaba en el aire, y Tanaka saltaba para rematarla.
Imposible que a Hinata no se le escapara un chillido de la emoción, viendo como anotó un punto tan rápido. Kiyoko lo observó, notando que Hinata se perdió en sus gritos de emoción.
—Hinata, el marcador... —llamó la fémina, después de que Tobio golpeara el balón en un saque y entrara justo en medio de la línea que lo conectaba a la salida.
Hinata reaccionó por fin, dando un asentimiento y pasando a contar el siguiente punto en el marcador.
—Lo siento —dijo Shoyo, con un tono algo apenado. Kiyoko sonrió y negó.
El partido terminó pronto, acabando con el equipo de Daichi vencedor por 2 sets. Hinata para ese entonces, ya tenía sus mejillas completamente sonrosadas, sus ojos brillantes y una enorme sonrisa que dibujaba su cara de un extremo a otro. ¡Qué genial fue ese partido en vivo! ¡No se parecía en nada a los que vio de reojo por televisión que a veces su padre y hermana menor veían!
—¡Bien! Lo hicimos bien-... —El capitán dio unos breves aplausos. Se notaba completamente cansado y el sudor recorría su rostro, los demás estaban iguales, Tanaka era el que más desesperado tomaba su agua.
—¡Woahh! —exclamó Hinata en medio de las felicitaciones y las observaciones con completa facilidad. Su grito salió mal trazado y tuvo un extraño ruido, fue alto y llamó la atención de todos los del club. Hinata Shoyo, se mostró bastante emocionado y sorprendido al verlos jugar.
—¿Qué pasa, Hinata? —interrogó Sugawara con facilidad, pasando su propia mano sobre su frente húmeda y limpiaba el sudor. El susodicho no pudo hacer más que acercarse hasta donde se encontraba parte del equipo reunido, llegando listo para descargar toda su emoción que encontró al mirar un partido de tres contra tres por primera vez.
—¡Fue genial! ¡Genial! —aseguró con absoluta facilidad, dando unos pequeños brincos en su sitio y mostrando su entusiasmo al abrir sus dos manos al aire—. ¡Tanaka-san hizo goooosh!, Asahi-san estuvo genial, Daichi-san atrapaba las pelotas como kooooo, el idiota de Tsukishima hizo fuuu y Sugawara-san levantaba el balón muy alto, de repente ya lo estaban golpeando como booom... ¡Kageyama hacía movimientos increíbles cuando aventaba el balón como koooou! ¡Kageyama se veía muy atractivo mientras realizaba sus saques!
El club quedó en completo silencio, y Shoyo ni siquiera se dio cuenta de lo último que dijo. Estaba metido en su propia euforia y sólo se contagió más cuando Tanaka saltó sobre él y empezó a envolverlo con uno de sus brazos.
—Gra-gracias... —dijo Daichi, sin saber qué más decir ante tan extraña explicación donde sólo entendió ciertas cosas. Asahi y Sugawara asintieron casi a la par.
Y Kei, sólo le dio un codazo a Tobio, sacándole un gruñido.
—Dijo que eras atractivo mientras hacías tus saques. —Se mofó de él abiertamente y Tobio sólo apretó sus dientes, poniéndose rojo.
—Cierra la boca.
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