Capítulo 02: Shoyo Hinata
Capítulo dedicado a: Ashal_Kageyama910, por seguir esta historia. ¡Muchas gracias!
El de hebras naranjas estaba temblando con demasiada fuerza, arrepintiéndose por la decisión a la que se vio arrastrado tras gustarle un Alfa. ¡Eso no podía ser posible!
Se quitó la playera, en el salón del club completamente vacío, con la chica de tercero esperándolo afuera. Se volvió a colocar el uniforme de deportes de color rojo, sacudiendo y tratando de alisar el uniforme. El menor dio un suspiro, sintiendo de su boca un temblor agudo al creer que iba a regresar a esa terrible decisión. Ciertamente sería más productivo entrar a un club de artes, aunque no estuviera muy interesado en esa área.
Shoyo no tenía talento. No se consideraba una persona que tuviera talento. Tampoco era importante, los profesores los tenían educados para sólo esperar a que un Alfa llegara a sus puertas: un Omega sirve para casarse con un Alfa, su vida prácticamente estaba arreglada.
Al cambiar sus zapatos, y tras dar un largo respiro, sólo pudo asentir, con ese amargo sabor en su boca al sentirse incapaz de poder huir de la situación. No podría huir porque quería ver al chico de ojos azules otra vez, y porque el rostro de la mánager realmente se mostró emocionado por su respuesta, como si estuviera lleno de esperanza. ¿Cómo podía abandonarla después de aceptar?
Así salió del aula, abriendo la puerta con una timidez tan extraña y sólo atinando a ver el cuerpo de la fémina recargado de la pared, esperando pacientemente a que él saliera de la habitación.
Cuando sus miradas se cruzaron, la mujer dio una sonrisa amable que lo tranquilizó al instante, y la comodidad empezó a inundarlo de manera inevitable.
—Te llevaré a que conozcas a todos los del club —aseguró la chica, haciendo una pequeña ceña con sus manos para que éste lo siguiera. Hinata asintió, mostrando una sonrisa mal hecha entre sus facciones y sintiendo como un escalofrío lo llenaba de pies a cabeza.
Sus pasos no se sentían pesados pero tampoco ligeros, no sintió absolutamente nada especial o fuera de lugar mientras continuaba detrás de Kiyoko por las escaleras y por todo el trayecto que conducía directamente al gimnasio. Al menos, algo que el de hebras alborotadas podía sacar como positivo en esa situación, era que el traje de los mánager del Karasuno eran asombrosos: ropa deportiva de color negro.
Al llegar a la entrada del gimnasio principal, fue casi imposible que el bullicio de los balones rebotando en medio de la cancha y el sonido del silbato al señalar el final del set, le hicieron recordar el peso de su decisión.
La mujer colocó su mano en la pequeña manija donde podías tomar para abrir la puerta al recorrerla. Antes de hacer un movimiento, se giró un poco para poder mirar a la cara al chico que no había dicho palabra alguna durante el recorrido.
—Todos son muy buenas personas —afirmó Kiyoko, dando una sonrisa amable que logró que Shoyo dilatara sus pupilas y lo obligaran a confiar: si lo decía una chica amable, eso debía de ser cierto—. Como podrás ver, no debes de preocuparte, la mayoría son Betas y un Épsilon... sólo hay un Alfa, pero toma sus medicamentos, por lo que sus instintos están controlados. Cada mes me entrega un papel firmado de su doctor de cabecera.
Sus delgados labios se abrieron por mero impulso al oír esa afirmación, encontrándose a sí mismo queriendo soltar una pregunta al aire por mero capricho: «¿va a estar el chico de ojos azules hoy?»; pero ni siquiera pudo formularla o expulsarla de su boca, ya que, antes de que la chica pudiera continuar con la plática, la puerta abriéndose de golpe, dejó que el sonido fuera llenado por la risa de un chico mucho más bajo que el mismo Shoyo y a un chico rapado.
Los dos chicos sonrientes apenas vieron a Kiyoko, su emoción de dos enamorados salió a la luz.
—¡Kiyoko-san! —cantó el que era mucho mas bajo, en modo de un coqueteo y alzando sus dos brazos hacia arriba. Si no fuera por el tono de la voz, el de cabellos naranjas pensaría que era un niño de primaria que vino de visita a ver a su hermano.
—¡Te ves muy hermosa hoy, Kiyoko-san! —halagó el otro chico que se veía como un delincuente amenazante. Shoyo tembló, creyendo que era llevado al matadero.
«¡La chica hermosa me mintió!», lloró.
—¿Pueden darme un momento? —La de cabellos negros ignoró por completo los halagos de los dos chicos, y en su lugar, su gesto apacible y sus oceánicos ojos azules que se encerraban en sus gafas, miraron la figura de Hinata. Al mismo tiempo en que lo hacía, los dos chicos que se asomaban también posaron su vista, y apenas cruzaron miradas con el color café de ese chico demasiado bajo, sus facciones se afilaron, sintiendo el peligro: ¿venía a buscar un romance con Kiyoko?—. Él es Hinata, vino hoy para ver cómo es el club de voleibol —presentó la mujer de improviso, haciendo un pequeño movimiento para que el chico se fuera acercando, invitándolo a pasar. Shoyo aceptó la invitación, siendo testigo de como los gestos de los dos adolescentes aterradores se relajaba, y cuando sus dos pies tocaron el gimnasio, llamó rápidamente la atención de todos los implicados: todos eran chicos, Kiyoko era la única chica.
—¡Un nuevo jugador! —Por fin, el chico enérgico que tenía una mecha rubia cayendo sobre su frente miró al chico, acercándose más de la cuenta y notando con rapidez que Hinata era un poco más alto que él. Shoyo se ruborizó con facilidad, el chico era demasiado genial—. ¡Mucho gusto, me llamo Nishinoya Yuu! —Yuu se presentó, dando unos cuantos golpes en el hombro al nuevo, integrándolo con rapidez. Hinata tuvo un extraño brillo en sus ojos, al creer que juzgó mal por la apariencia a ese chico tan increíble.
Hinata miró mejor a Noya, en el instante exacto en que el alegre chico empezaba a olfatear como si fuera un perro, al sentir un potente aroma a naranja inundado el gimnasio: no era demasiado fuerte, se notaba que estaba siendo controlado por las inyecciones especiales de los Omegas. Ahí, Noya encontró a un Omega y Shoyo juzgó por los shorts negros, rodilleras y la playera blanca que todos los demás usaban, que Yuu era un jugador, un jugador bajito.
En poco tiempo, el nuevo miembro logró captar la atención de la mayoría del club.
—¿Qué posición juegas, Omega? ¿Ya has sido mordido? —Un chico de cabellos grisáceos y mirada apacible preguntó, acercándose con cierta curiosidad de ver al chico y queriendo asomarse tímidamente a ver el cuello donde usualmente se dejaba la marca. Lo segundo que hizo ese joven amable que Shoyo recordó como la persona que lo ayudó a llegar a su aula, fue enfocar su mirada en los cabellos desastrosos del nuevo mánager y su mano no resistió la tentación, acariciándolos y deleitándose por las caricias cuando las yemas de sus dedos rozaron los cabellos—. Será un placer tener ahora a dos Kouhai que sean de menor estatura que yo —atisbó con emoción, señalando a Noya, y después dedicando su mirada acusadora al otro chico que parecía un criminal, y a otros tres jóvenes altos que con la insinuación de Sugawara, Shoyo intuyó que eran de primer año. Ahí, entre los tres chicos señalados, destacaba un rubio y un chico con pecas, y Hinata volvió a ver al chico de ojos azules.
Apenas lo vio y Kageyama chocó su vista con él al sentirse observado, Shoyo tuvo un sobresalto, haciendo un paso par atrás y tratando de fingir indiferencia, volviendo a mirar a otro lado.
Sí era muy atractivo, pero también le daba miedo.
—Y-yo sólo seré el mánager del equipo —murmuró Hinata, evadiendo la mirada a todos, y tratando de no entrar en pánico porque todos los del club empezaban a arremolinarse a su alrededor. Por supuesto, el chico de ojos azules iba incluido en el acercamiento, ¡qué vergüenza!—. Tampoco he sido marcado, por lo que puede que vaya a ser un estorbo...
—¿¡El mánager nuevo no va a ser otra chica!? —gritó con pánico el que no tenía cabello en la cabeza, haciendo una mueca aterrada y Noya lo acompañó. El capitán los miró extrañado, creyendo que estaba siendo impertinentes.
—¡No podremos ver a Kiyoko-san hablar animada con otra chica! —Lloró Yuu, dejando que la curiosidad llegara hasta los dos ojos del nuevo mánager. Con rapidez, ante la insistencia de los dos chicos de segundo y su decepción certera, el capitán del equipo sólo les pudo dar unas cuantas palmadas en la espalda, que a simple vista parecían animadas, pero Hinata apostó por la expresión paralizada de los dos chicos, que realmente la intención era otra completamente.
—Tanaka, Nishinoya, basta —llamó con un aparente tono de voz calmado el serio hombre de piel morena y hebras negras. Los dos mencionados sudaron frío.
—¡Sí, Daichi-san! —dijeron al unísono, sintiendo el sudor rodando por su cara.
Al parecer, todos eran buenas personas y muy animados...
Casi todos...
—¿Una pulga? —El rubio con lentes habló, con demasiada simpleza y sin apartarle la mirada al nuevo chico. Shoyo escuchó claramente ese apodo, primero congelándose y después no pudiendo evitar observar con hostilidad al chico alto, chirriando sus dientes y mostrando su enojo. ¡No lo conocía pero ya le irritaba!
—¡Tsukishina Kei! —regañó Daichi al más alto.
—¡Bienvenido! —Sugawara fue el primero en darle la bienvenida, el amable superior de tercer grado que purificó a Hinata con tan sólo esa palabra, que inconscientemente juntó sus dos manos, simulando rezarle. Sí, ese amable superior que lo ayudó a encontrar su aula el primer día de clases era un pan de Dios.
—Bienvenido al club —saludó un chico que parecía más bien un adulto por la barba y el cabello largo. A Shoyo le brillaron los ojos ante la amabilidad de todos, pero le fue casi imposible no correr a esconderse detrás de Sugawara ante la apariencia aterradora del chico llamado Asahi.
—¡Muchas gracias! —afirmó Hinata con emoción, sólo atinando a que Asahi sintiera como mil flechas se enterraban en su pecho, consciente del rechazo que recibió y la carcajada de Sugawara demasiado obvia porque tal parecía que ya encontró a su menor favorito.
Kageyama observó todo, viendo como Yamaguchi era ahora quien se acercaba a Hinata para poder presentarse. Él sólo pudo agudizar su vista, encerrando entre sus ojos azules la figura del nuevo integrante y pensando seriamente en que Kiyoko hizo un buen trabajo al traer un mánager lindo al gimnasio. Sí, era lindo.
Kei observó de reojo las acciones del azabache, no diciendo nada por el momento pero entendiendo el punto que se tomaría a partir de ese instante. Tal parecía que ese mánager captó su atención.
Claro, cualquier persona normal sólo pasaría eso por alto.
Pero...
Pero...
Pero a Tsukishima eso era lo de menos, sacando aire de sus labios casi al instante y dando una risa burlona de su boca, como si quisiera reírse de esa condición tan contradictoria.
—¿Qué pasa, Rey? ¿Te llamó la atención el Omega? —La voz del Beta con lentes sonó más fuerte de lo esperado, y fue fácilmente escuchado por las cuatro paredes del gimnasio, que quedaron en absoluto silencio, dejando a la intemperie a Kageyama, sin poder defenderse y sólo atinando a dilatar sus pupilas, sintiendo como los ojos de todos caían sobre su persona, y en efecto, los ojos rasgados de color café del único Omega en el gimnasio, también lo observaron.
Tobio sintió como su cara empezó a arder en color rojizo, teniendo que apartar la mirada con absoluta rapidez, mirando a una de las esquinas del gimnasio que estaban completamente vacías.
—¿Y tiene algo de malo eso? —soltó por impulso esa cuestión, no negando el hecho de que el Omega le llamó la atención. Su voz sonó fuerte, normal, ni siquiera titubeó, y ante el sonido de sorpresa de todos, el chico nuevo en ese sitio, no pudo hacer nada más que quedarse mudo, la voz se le escapó de las cuerdas vocales y toda su cara ardió en rojo.
Tsukishima dio otro respiro al ver sus acciones.
—No hay nada de malo, pero como nunca muestras atención por nadie, llega a ser extraño. —Se burló abiertamente Kei, mientras Hinata por fin dejaba sacar un pequeño chillido agudo al ver como el Alfa enrojecía ahora hasta las orejas y apretaba sus dientes. ¿Por que vino a meterse a un lugar tan peligroso? ¿Quién se creía ese idiota rubio y con lentes? Hinata maldijo a Tsukki otra vez—. El Omega también te observó fijamente, ¿acaso serán destinados? —Hinata quería huir, al sentirse expuesto tan rápido, tan fácil.
—Pero si un Alfa y un Omega son destinados, ¿eso no se descubre durante el sex-...? —Nishinoya trató de lucirse en cuanto a su inteligencia, pero fue interrumpido por Tanaka y lo forzó a que no se atreviera a decir palabra alguna al taparle la boca.
Tanaka sonrió forzado y el nervioso Hinata se vio obligado a mirar el rostro del Alfa, que, de igual forma y completamente rojo, apenas sintió la mirada del chico sobre su persona, correspondió. Hinata dio un grito de pánico, antes de correr lo más rápido que pudo hasta la puerta que estaba abierta de par en par.
Murió de vergüenza en su primera presentación.
Tal vez no regresaría...
—¡Nos vemos mañana! —gritó Hinata con pánico, ahogando su voz cuando sus pasos se alejaron del gimnasio. Hinata siempre hacía lo contrario a sus debates, inseguro de sí mismo.
Daichi tendría una larga plática con Tsukishima.
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