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Corazones Rotos

El atardecer teñía de naranjo las telas negras y blancas que portaban ambos héroes.

– Auron, ¿vas a regresar? –

– no lo sé mi niño, no quiero dejar morir a mi pueblo –

– puedo acompañarte – intento no mirar aquellos ojos en profundo negro – no tienes porque ir solo –

– sabes que no puedes – suspiro intentando tratarse su propia sal – no puedes, cuida bien de Frederick en mi ausencia – entrego al ave de blanco plumaje dejándole en brazos de quien poseía la mayor de sus confianzas.

– va a estar tan bien cuidado como manolo, apuesto a que regresa a ti rodando cuando regreses – ambos rieron con la idea de una esfera de plumas cacareando por la salida del astro sol.

– también quiero darte esto – paso su mano por su cintura tomando el mango de su arma principal – me la dio Lolito cuando llegue aquí, tiene muchos encantamientos y su filo es casi imposible de disipar, tómala – el sonido del metal saliendo de aquella funda fue como un canto divino que al tocar los pocos rallos de sol brillo como ninguna otra lo haría.

– Auron pero es tu espada – dijo iluminado por el brillo del metal azul – no necesitaré tanto para cuidar de Frederick –

– lo sé, pero quiero que la tengas, sé que eres fuerte, que no me necesitas para defenderte, pero me sentiré mejor en el viaje si te la quedas, así sabré que una parte de mi te acompañara en aquellas difíciles batallas apoyándote como si estuviera junto a ti – entrego también la funda de aquella valiosa arma – cuídate, mi niño, mi ángel nocturno, por favor, no te pierdas de nuevo, no puedo prometerte volver, pero te prometo que mi alma te seguirá hasta el fin del mundo –

– te amo zorra –

–yo también te amo –

Sin poder resistirlo más se unieron en un tierno y largo beso apasionado, ambos sabían que aquel Preciado tacto podría convertirse en el último que sus labios tocarán.

Rezaron al padre de todos que detuviera el tiempo y convirtiera el momento eterno, pero ese día dios creador estaba ensordecido por la guerra de bestias que se asomaba cada vez más penetrante para un futuro oscuro.

Ambos varones se separaron de su momento íntimo para alejarse en silencio triste y no volverse a ver.

Camino por aquel sendero alejándose del pueblo que fue su hogar por largos meses si no es que años, divisó la figura de un guerrero pelirrojo junto a dos caballos pardos que le esperaban halla donde la luz se ocultaba.

– Auron, cuanto tiempo, aunque que mal momento para vernos de nuevo –

– solo vámonos quieres, vámonos Perchas, no quiero seguir más tiempo aquí – se subió a un corcel sin siquiera preguntar si era el correcto para él.

– veo que tu estadía en este pueblo no fue agradable – subió al otro caballo aun intentando sacarle platica a su amigo de antaño. – hasta estas desesperado por irte –

Su mirada afligida y melancólica se dirigió a aquellas últimas casas y el gran cartel que indicaba el nombre se ese pueblo problemático.

– todo lo contrario, solo... solo no preguntes ¿quieres? No estoy de humor para preguntas – su corazón ahora pertenecía a casa piedra y madera, cada niño, niña y adulto que protegió con fervor, cada aventura bien o mal lograda, cada amigo nuevo y viejo, estaban ahí junto al más importante aquel que le hizo sentir de nuevo latir el corazón cenizo.

– ¿estás bien? ¿Auron? – preguntó el pelirrojo caballero al notar por primera vez en muchos años las gotas cristalinas sobre las mejillas morenas.

– antes de que me arrepienta – dio una fuerte patada al corcel para que este fuera tan rápido como pudiera alejándose de ese pueblo donde su ángel caído de amor vivía.

Las lágrimas no se hicieron esperar al grito desgarrador de su pecho por saber que muy posiblemente no vería a su otra mitad. Apretó sus dientes decidido a no perder frente a la cruda batalla propia de los sentimientos mortales.

Galopo con fiereza esos chuecos caminos sin mirar como aquel amarillo se perdía en la distancia, no podía frenar mucho menos regresar pues un pueblo aledaño le necesitaba, una guerra había empezado y de no desear perder a otro amigo tendrá que apresurarse o cientos morirán por su debilidad frente a sus emociones.

...

En aquel mismo tiempo, pero al otro lado de ese curioso poblado existía un híbrido desecho por emociones más que nostálgicas sus lágrimas rozaban el muelle de lo trágico.

Estaba en aquella cabaña contraída con sus fervorosas manos y que odiaba recordar aquel que le había ayudado a construirla.

Vegetta era su amante, no, era más que eso, y por algún extraño motivo se había desaparecido por varios meses sin motivo conocido. Parecía que a los demás héroes no les interesaba lo más mínimo su pérdida pues solo soltaba comentarios vagos sobre la ausencia del héroe.

Vegetta se fue a una misión – les dijo la serpiente albina que tenían como héroe – pero no me dio detalles ni nada parecido–.

¿Porque no me dijo nada? Si bien aquello fue de lo más extraño le dolía hasta el alma que su amor ya no estuviera en sus tiempos.

Aquel híbrido de oso invoco hasta el último dios benévolo que conocía de sus más grandes conocimientos como sacerdote, pero con ninguno logró conectar para que le mostrará donde estaba su brillante amatista.

Fue hasta que decidió hacerle caso a sus instintos terrenales cuando decidió tomar una oveja y sacrificarla para llamar a una bestia del averno y le escupiera en cara la verdad que se sospechaban.

"el mismo que decía ser su amor, el mismo que peleó con él como en contra, aquel albino Rey sentenció ante sus súbditos, mis hermanos, que el héroe de amatista fría debía sufrir la peor de las condenas y al igual que alguna ves su dios lo hizo con él decidió limpiar al mundo en las aguas de un rio, Valak"

Aquellas fueron las palabras dichas por el demonio invocado, apenas dijo la última frase supo a lo que se refería, no podía hacer que sus fieles dioses blancos le ayudarán con su búsqueda porque no había nadie sobre la tierra a quien buscar.

Apenas habló la bestia esta volvió al fuego donde anida para desaparecer nuevamente, el invierno se acerca tanto que el animal sentía como su cuerpo lentamente se entumida tanto exigiendo la hibernación, pero no debía quedarse dormido, aquella noticia no sólo le destrozó el corazón también se tragó su firme cuerpo impidiendo el correcto almacenamiento de los nutrientes necesarios para el ciclo del inverno.
De caer sobre los largos meses de frío no se levantaría como lo hacía todas las primaveras.

– ¿Rubius? –

Otra vez su mente le jugaba sucio, en sus intentos desesperados por hacer que reaccione aquel cuerpo ya sentenciado le hacía imaginar al amatista en un intento desesperado por levantarlo.

– Doblas, soy yo –

Ya eran muchas las ocasiones que escuchaba aquella voz y se levantaba emocionado buscando el provenir de la misma para terminar decepcionado al notar que la voz era una madriguera más en sus memorias.

– Osito, volví mírame–

Su conciencia en esa ocasión fue tan audaz que le llegó el suave tacto sobre sus hombros de los tiernos dedos de su amor muerto.

– Chiqui, estoy aquí, por favor voltea–

Quizás fue la insistencia, o la ternura del recuerdo, pero termino girando su cuerpo para ver a su guerrero, se preparó mentalmente antes de hacerlo pues sabía que en esa habitación solo existía lo que quedaba de su persona.

Cuál fue su sorpresa que al girar su cuerpo logró ver esas preciosas amatistas relucientes como la última ves.

Sin dudarlo se lanzó a los fuertes brazos de su creyente perecido, mil vueltas le dio a su mente sobre el asunto, era de su conocimiento que podría ser que cayó en una mentira del maligno, no sería la primera ves que una de esas bestias mentía a costa de causar un sufrimiento mayor.

– ¿enserio eres tú? – lloriqueo sobre el pecho de su amado. – pensé que te habías muerto –

– Ya estoy aquí – Se unieron en un abrazo tan íntimo que ningún ser podría separarlos – tengo que confesarte algo, no quiero que te asustes – hablo con suavidad.

– ¿que pasa Vege? –

– no nací con el nombre que tú me llamas, pero ya sabias mi verdadero nombre, aquel que me fue dado cuando fui creado, por tu profesion asumo que ya lo sabrás – soltó el firme abrazo para que el de orejas redondas le viera con perfección.

Entonces aquel hombre amatista extendió enormes alas claras como la luz de las estrellas y su piel relució como solo un sol del ser divino podría hacerlo. Expuso su forma como nunca lo había hecho en siglos ante una terrenal creatura. Entonces aquella bestia híbrida sabía a quién tenía enfrente.

– Amenadiel – susurro el cura.

Entonces aquel ser divino y puro hablo con el impuro ser sobre su destino y canto a esas orejas redondas revelando la naturaleza del albino héroe y como el destino de la humanidad yacía en sus manos tan divinas como oscuras pues, aunque no podría matarle si propia obligarle a regresar del agujero donde vino. Así no sólo aseguraría su estadía en las vastas nubes del paraíso también se cumpliría su deseo de compartir con el ángel una eternidad uniendo sus almas como una pareja.

Una vez contada la canción de sus historias y verdades relatadas el ángel ordenó dos favores al oso hecho fiel súbdito de lo santo

– Tienes que quitarle al búho antes que este alzase nuevamente su vuelo y al hombre perdido tras la máscara antes que se vuelva el prometido –

– quieres que asesine a ¿Fargan y Alex? – tembló ante la petición.

Esa tarde el oso de corazón roto se volvió en una bestia de palpitar frío y asesino.

Y entonces el ángel asintió.

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