Alas De Oro
- aún deseo tenerte, pero prefiero que seas libre antes -
...
Todo le dolia. Cada paso que daba le ardia hasta los simientos de sus huesos, la pelea con los rapitorii le dejó cansado y con el cuerpo jodido.
Estuvo aguantando su dolor todo el tiempo, no era lo suficientemente valiente a decirle a su líder que estaba herido, no a Willy, aún no sabía de lo que era capaz esa cruda alma, podría haberle ayudado, si, pero también podría haberle matado el notar que no le era de utilidad, al final él y rubius son muy remplacables.
No les gustaba admitirlo pero la hermandad realmente era solo su líder, este tiene acceso a todos los hilos de cada rincón, el grupo de la secta no sólo son ellos, implica otro gran número de personas dentro del pueblo que hacen trabajos menores y todos estarían dispuestos a apoderarse de su puesto a toda costa.
Apenas llego no pudo ni relajarse un segundo su cuerpo le ardía, cada paso por más sutil que fuese provocaba su camino al sótano un martirio. Tenía graves heridas, las cuales a causa de la adrenalina y ver el estado sanguinario de su líder no pudo mostrar debilidad alguna, quitarse la mascara fue en desafío, esta se había quedado pegada al rostro por la sangre seca ajena y propia, comenzó a quitarse la parte del traje grisáceo cuando un sonido característico le alarmó, el sonido del timbre.
- ¿Fargan? ¿Estas en casa? - la voz distinguida de Alexby se escucho arriba - voy a entrar -
El descuidado y torpe ser se había dejado la puerta abierta.
Apesar del dolor se apresuró a desaserse de los ropajes antes que el oficial lo viera, sintió un fuerte tiron en su piel rasgandose más produciendo un dolor infernal.
Los pasos del héroe se acercaban sigilosos, aventó tanto la mascara y toda la parte de arriba del traje que tenía dejandose puestas las botas y el pantalón, cerró rápidamente, pequeñas gotas rojas calleron a sus pies. Se maldijo a sí mismo por no tener sus ropas habituales en su sitio.
Quiso subir corriendo pero un dolor en su espalda y las heridas en su estómago se lo impedian, puso ambos brazos cubriendo su estómago y sintió como se manchaba con el líquido cálido.
-mierda - susurro para su mismo.
Tubo que recargarse en una pared y avanzar recargandose en la misma. Dejando sin notarlo una línea roja a su paso.
-¿Fargan? - el chico ya se encontraba cerca, de no haber construido su casá con una estructura tan laberintica le hubiera descubierto con la máscara y la túnica puesta.
¿Qué más da si veía el pantalón negro y las botas? Estas no eran tan extravagantes o con alguna cosa particular que permita al policía descubrir su vida secreta. O eso pensaba.
- ¿Alex? - su voz salió quebradiza, con sabor ferrozo se presente en su lengua. Entró a su habitación sintiendo como ambas piernas le fallaban.
- Dios mío ¡Fargan! - el chico corrió en dirección del emplumado para sostenerlo antes que cayera estrepitosamente en el frío suelo.
El peso del mayor era tal que sintió como sus piernas temblaron por la fuerza que implicaba mantenerse, nunca antes fargan había soltado todo su peso enzima suya y ya veía el porque.
-por dios, fargan - como pudo se llevó a la cama al chico, dejándolo lo más suave posible, permitiendo que este no se lastime más - voy a intentar ayudarte -
El emplumado sabia que era casi imposible que Alex le descubriera, pero seguía existiendo ese mínimo porcentaje.
- tengo mis posiones y vendas en el otro cuarto - apunto al cuarto donde estos objetos valiosos estaban.
...
Alex le limpiaba y tiraba posiones curativas en las heridas del estómago, al unísono de ponerle vendas.
-Fargan, necesito que te sientes, para curar lo que sea que te haya pasado en la espalda -
- fueron creepers y zombies, ya te lo dije - el oficial seguía sin creer su historia, varias de las hileras rojizas eran demasiado profundas y rectas para tratarse de ese tipo de monstruos, pero prefería por ahora no decir nada, si el héroe búho no se lo decía lo descubriría por su cuenta.
- esta bien, pero siéntate -
- yo me ocupo de esa herida Alex, gracias -
- Fargan. Siéntate, es una orden - demandó el chico del casco blanco.
A regañadientes Fargan se sentó, espera que la sangre y las heridas cubran aquellas cicatrices que tanto odiaba.
Alexby se dirigió a la parte de atrás del cuerpo moreno, en búsqueda de las heridas. Su sorpresa fue mayúscula ver enorme heridas verticales tan abiertas que le asombro como el mayor no se habia desmayodo del dolor.
Trago fuertemente y lo primero que hizo fue hecharle posiones de curación en búsqueda de parar el camino de la enorme mancha roja, una ves hecho esto con varias gasas prosiguió a limpiar el tinte rojo. Mientras lo hacía múltiples quejidos y temblores dominaban al rapaz.
Con movimientos sutiles, usando sus finos dedos blancos como agujas presisas para ese tarea, quitaba tranquilamente el líquido carmin. Pero hubo un momento en donde la tela anterior blanca, ahora enrojecida, fue prensada por algo que se ocultaba y enrredaba entre la sangre y carne ajena.
- Fargan... Creo que tienes un vidrio encajado - le dijo intentando no alarmar al herido.
- sacalo - resto importancia esperando a que su compañero no preguntara más.
El chico policía tomó nuevas gasas y buscando la mejor posición con ellas para apoyarse y sacar ese objeto intruso.
Un sonido carnoso y viscoso invadió los oídos de ambos a la par de que el pardo sentía como algo se abría paso por su espalda.
Para su sorpresa ese objeto no fue un trozo de vidrio como el menor pensaba, o un pedazo de metal de un arma como el mayor suponía, se trataba de un fino y alargado palo con claros pelos llenos de mucosidad granate.
- ¿una pluma? - dijo casi en forma inersica el menor de los héroes.
El emplumado pardo levantó la cabeza al escuchar esas palabras, sabía perfectamente de dónde venía esa pluma, su mente quedó en blanco al recordar la última ves que salían plumas de su espalda.
- ¿fargan estas bien? -...
...
Ambos chicos estaban recostados en la misma cama, el oficial había decidido quedarse para cuidar al ave herida. No entendía el porque el mayor impidió que durmiese en el sofá.
Por más que lo intentó parecía que las heridas eran más profundas de los previsto y terminó llamando a auron el cual era el doctor del pueblo. Pasando horas con agujas he hilo cerrando de forma más certera las enormes grietas rojas que emanaba del cuerpo ajeno.
Fargan estaba profundamente dormido, justo antes de cerrar los ojos tomo su mano y la apretó con fuerza, asegurándose que el menor no se soltara de su agarre.
-... Fa... ¿Fargan? - susurro. Esperando que el contrario no le contestaste, quería asegurarse que efectivamente el contrato estaba siendo abrazado por morfeo.
Era impresionante sentir el agarre estarle apretando aún siendo que el mayor llevaba ya horas dormido. Era como si el rapaz le obligará de alguna forma a quedarse en su lugar, adueñandose de su libertad. Tuvo que jugar un poco con las sabana y deslizar levemente sus manos para liberarse sin que el otro lo notase.
Lo primero que hizo fue sentarse con cuidado de no sacudir demasiado el colchón con sus movimientos. Deslizó sus piernas con delicadeza hasta quedar fuera de la cama.
Dio una última vista a las botas que traía puestas el mayor, no pregunto nada de ellas porque sabía que las respuestas certeras hubieran sido evadidas, pero en ellas cuando lo vio por primera ves en ese mismo dia traían lodo y sangre, esa no podía ser sangre de zombie porque se oscure rápidamente una ves sale de la creatura, tampoco podía ser la del propietario de la casa porque la dirección de sapilcadura era demaciado forzada como para esa escusa.
Juraría que ese par de botas los había visto con anterioridad pero no recordaba de donde.
No le fue mucho problema seguir el rostro de lodo provocado por esas sucias pisadas. Conforme avanzaba los pasillos daban a más escaleras y la oscuridad surgía.
La obscuridad era lentamente más profunda conforme avanzaba, viéndose obligado a quitarse el casco, este le quitaba gran parte de visión.
Cuál cordero iluso camino hasta toparse con una pared manchada en sangre, la cual dirigía a la que parecía ser la última puerta y esta estaba abierta, pero la poca luz del pasillo le impedía ver lo que yacía dentro de ella.
Camino en esa dirección mientras en chinaba los ojos, detuvo su paso al escuchar el siseo de un ofidio, era probable, así que supuso que de alguna forma el animal se había colado en la casa de su amigo.
La negrura en esa habitación le provoca un extraño escalofrío. No era como estar en su casa con las luces apagadas, o como cuando se quedaba sin antorchas en una cueva, se sentía más como si un animal le observará, un predador escondido en esa negra habitación.
- ¿fargan? - intentó preguntar en búsqueda de su propia calma, pero sabia que eso era imposible, el héroe estaba pisos arriba en la nube del sueño.
Observó un cofre negro a su costado, este está cubierto de forma torpe con una sabana, por su forma dedujo que quizás este poseia algún tipo de arma en su interior.
Se agachó sigiloso en dirección al cofre, algo en su interior le decía que un movimiento brusco sacaría a la bestia imaginaria de entre la sombras y le arrancaría la cabeza de un solo tajo.
Con cuidado removió la tela que lo cubría para desvelar lo viejo y oscuro de la madera.
Abrió con cuidado para que el sonido que este llegase a emitir no alertara a la creatura escondida en la penumbra de su mente.
Sus vista quedo perpleja al ver lo que ahí dentro se encontraba. No era un arma, mucho menos un escudo o artilugios de rareza, lo que ahí se encontraba eran una gran cantidad de plumas de tonos marron, cobrizos y los más hermosos tonos dorados.
Estas no estaban revueltas o mal puestas, estaban perfectamente acomodadas indicando que de hecho no solo se trata de las plumas.
Metió sus manos entre la suave capa densa de esa bella estructura, al servir entre sus dedos la firmeza de la materia saco ligero aquel precioso manto.
El tacto era tan pulido que sospecho que aquello era un extraño abrigo. Pero se equivoco, al tenerlo un poco más fuera de su sitio vio que la aterciopelada prenda no era un textil. Y mucho menos se trataba de ropa, era una enorme ala de lo que alguna ves fue un hermoso pajaro adonado de tonos dorados y cobrizos.
Aún con miedo, pero más curioso, quiso observar en donde es qué esa bella extremidad terminaba.
Su sorpresa fue mayor, no solo por el enorme tamaño que esa cosa poseia, también al ver el borde cercenado donde esa terminaba, estaba oscurecido por la sangre seca, pero podía jurar que la figura alargada de la rara cicatrización de la carne muerta concordaban perfecto con las heridas del anfrition de esa casa.
El tacto del plumaje era tan suave que podía sentir el aire que una ves recorrieron esas alas, y sin dudarlo abrazo ese precioso pedazo de nube de ocaso, su nariz fue ahogada en un olor a viejo, pero entre el polvo podía percibir ese característico olor a pino y tierra mojada, unió más su nariz al pelaje para percibir esa brisa, olía a flores y ríos, era el olor del un bosque encantado propio de los cuentos de hadas para infantes, pero un leve olor a sangre seca invadió su mente, ese precioso bosque había sido invadido y talado cruelmente, sumergió su nariz en otra área esperando volver al cuento, el olor a madera y sudor le dejo perplejo, conocía ese olor, era el mismo que la piel morena del híbrido expira a día a día.
Con prudencia volvió a meter esa maravilla de manto en su lugar con la esperanza de pedirle explicaciones al héroe mayor sobre esta.
Paro en seco cuando el sonido de un bota con tacon resonó rebotando entre las paredes hasta llegar a sus tímpanos, se incorporó con lentitud incrédulo de lo acababa de escuchar. La dirección del sonido no venía del largo pasillo o las altas escaleras, siendo imposible que ese sonido fuese provocado por el dueño soñoliento del hogar, el sonido venía de las fauses de la habitación negra.
El pánico se apoderó de su cuerpo al darse cuenta que el demonio que pensó se había imaginado en la penumbra no era una jugarreta de sus entrañas mentales, era una visión de alerta que su cabeza le dio e ignoro por completo.
Un segundo paso y la visión de una bota saliendo de esa completa oscuridad le alarmó. Tercer paso, ahora podía observar un par de botas junto a un pantalón negro. Dio medio paso hacia atrás por la impresión. Cuarto paso, un traje negro con un enorme corazón rojo en el pecho le indico de quien se trataba aquella presencia. Quinto paso, sabía a la perfección a quien pertenecía ese máscara ahora presente.
Un escalofrío recorrió todo su ser, sudor frío, piel de gallina y una lengua entumedisa era todo el atadijo de un profundo miedo y terror de su prediccion poco errónea de lo que le deparaba esa horrida existencia. Una cosa era los asaltantes, ladrones e incluso asesinos, la hermandad y sus ramas se les atribuían las peores fechorías, pero ese de ahí no sólo era un miembro de la hermandad oscura, ese característico corazón y máscara eran propias del líder de esa mortífera secta, a él, solo a él se le atribuian cientos de desmembramientos y asesinatos a sangre fria en todo el poblado, y seguramente estaba ansioso de terminar con aquella presa que se le había escapado.
En eso último estaba en lo cierto, la bestia babeaba por dar fin a aquella delicia que le fue arrebatada.
Corre, su mente le gritaba, pero sus pies no respondían. Grita, suplicaba su garganta pero sólo un sonido agudo era emitido. Defiendete, conjuraron sus brazos, pero solo temblores repentinos fueron manifestados en sus manos.
Cerró los ojos en espera de su centencia. Al parecer los parpados eran la única parte del cuerpo que aún preservaba un poco de cordura para poder obederle.
El sonoro de las botas aproximandose de forma lenta y cautelosamente, eran como un reloj dentro de una bomba que cuando dejara de sonar el fuego le consumiria.
La bestia sabia que lo tenia, no era la primera ves que una de sus víctimas quedaba pretificada ante sus ojos sedientos, después de esperar tanto por fin podía volver a ver ese hermoso rostro y ahora esa suave carne y tersa piel blanca le pertenecía.
El sonido cóncavo dejó de escucharse para ser sustituido por la vibracion de un siseo envolvente, Alex entendió que solo podía significar que tenía enfrente a la tormenta.
Respiraciones profundas y dominantes se mezclaron con sus respiraciones entrecortadas de pavor y súplica.
- Parece que podré terminar con lo ya empezado - soltó con una voz distorsionada el diablo impetuoso - ¿continuamos con nuestra pequeña cita? Lely -
El suave roce en su mejilla le hizo soltar un gimoteo de cobardía pura, la caricia gélida recorrió esa zona hasta llegar a sus labios. El par de pliegues poseían un tono pálido por el frío, no eran ni la mitad de rojos que lo fueron aquella ves donde vio por primera ves el tierno rostro del héroe. Pasó su pulgar acariciando imperioso esta zona que tanto le llamaban su atención.
Paso su otra mano en dirección a su máscara y removió un poco hasta dejar camino libre en sus propios labios.
Una ves hecha esta tarea paso su mano a la cintura del más bajo y la que acariciaba los labios la corrió hasta rodear área de la oreja contraria teniendo un agarre firme del chico.
Alex sintió los ásperos labios uniéndose a los suyos, apretó la mandíbula al frío tacto, la mano que sostenía su cintura le obligó a repegar su cuerpo al traje negro recorriendo su dorso y tomándole entero por la espalda, rodeando le en una abrazo infernal.
En cuanto tuvo un poco de autocontrol, posó sus propias manos en el corazón rojo dibujado en el pecho de su predador, empujando en un intento desesperado de quitarse de encima al hijo cabrio.
El beso poco cercano al de un amante o una tierna union de joven pareja era frío y desapacible, uno colmado de veneno y posesibidad sublime, Alex sabía con perfección que aquel que le plantaba esos labios en su persona era la misma muerte.
El hostil empezó a moverse anonadado por la sentacion propinada, mordió un poco el labio inferior del joven y volvió a besarle con apetito, basto un sutil movimiento de caderas y un apretón en su nuca para que Alex sediera y abriera la boca en un gemido desesperado, con ello su boca fue rápidamente explorada con ansia.
La atracción del enemigo a su persona no era normal, le gritaba sin palabras que le veía con lujura y deseo al mismo tiempo que amaría llenar sus manos con su sangre y ser poseedor del título de ser el primero en matar a un gran heroe.
Otro movimiento de caderas le imponia su posición frente a la bestia, estaban tan pegado al animal que podía palpar con lujo de detalles la forma contraria, detrás de esa tela negra deploraba un cuerpo formado de músculos entrelazados con huesos firmes, podía advertir también el miembro opuesto y como éste estaba duro y le instigaba los deseos carnales que el líder demoníaco beneficiaba.
Harto de su propia sumisión y aceptación de su inevitable destino provocó un sonido crujiente en su boca después de morder con fuerza la lengua intrusa.
- ¡ahg! - soltó al tacto de arrancar el beso y dejar el sabor metálico invadiendo su boca.
El darse cuenta de que no tenía a su completa merced al menor de los guerreros respiro profundo y molesto mientras soltaba la nuca del chico y acomodaba su máscara intentando ocultar su dolor por la herida provocada.
- así quieres jugar, ¿Bravo? - a pesar de la distorsión en su voz podía percibir el tono molesto - bien -
No pensaba matarle, solo quería calmar su deseo por el cuerpo contrario pero su desobediencia desencadenó al monstruo que desesperado quería consumirlo.
En un ataque rápido serpentiante agarro el cuello del chico, empujandole y para que la mano en la garganta contraria puerta su único contacto.
Alex por inercia tomó con ambas manos el brazos que aprestaba su ser, la firmeza del agarre no sólo le demostraba la fuerza sobrehumana que la bestia negra poseia, también dejaba en claro a quién ahora le pertenecia.
Tranquilo sacó de su traje y una alargada navaja roja, mostrándole el artefacto a su presa, parecía un gato malicioso jugando con una pequeña ave antes de acabar con su vida.
Paso el filo por el abdomen ajeno, raspando un poco la piel sin llegar cortarle, detuvo el vaivén sádico dejando la punta del arma blanca frente a el pecho izquierdo de su víctima, dirigiendo la hoja junto frente al corazón precoz.
La melodia del palpitar agitado de ese órgano rojo era música para sus oídos, su mano se humedecida por sudor frío que corría desde la frente hasta el cuello del chico.
- por favor - Alex soltó el brazo que sostenía su cuello para un agarre sólido de la muñeca propia de la mano destinada a darle muerte - por favor... No -
La tensa piel empezó a ceder ante el agudo metal, un suave gota roja no espero a emerger de la herida para escurirse por el pecho y adomen del chico, entrando cada ves más lento mordiendo la suave carne.
- ¡detente! - la voz del ave de nocturna se escucho al final del pasillo - por favor, no me lo quites - el guerro apenas podía mantenerse de pie, tenía un brazo apoyado en la pared y otro en su estómago. - por favor, es lo único que te pido, a mi Alexby no -
El mayor de ellos ahí sabía que de quererlo ambos policías estarían muertos, el pequeño desarmado y con un fuerza mucho menor que el intruso era obvio que perdería en un parpadeo. Y el mayor, aunque su fuereza no era tan desigual a la del oponente oscuro sus heridas seguían siendo su mayor debilidad y en un enfrentamiento su sentencia.
Por eso al ojos ámbar no le quedó de otra que apelar y rogar al lado amable de su líder para que no le arrebatase al chico que tanto amaba, pero era de su completo conocimiento que su líder ya tenía al chico más que marcado y aunque ese día pudiese salvarle quizás un siguiente ni siquiera podría acercarse.
Pero tenía que hacer todo lo que estuviera a en su poder para alargar la vida del ya sentenciado. Aunque eso le costará la propia.
A pesar de los ojos rojos que la mascara poseia, la mirada penetrante de su líder le penetraba, recorría por sus pupilas hasta sus laberintos mentales clavando de en una puntería perfecta a su alma gris.
Entonces supo que ese día su jefe había probado la sangre y no hiba a detener su cacería por un perro herido.
- por favor, dejalo - lágrimas nacían de sus lagrimales remojado la morena piel.
Ese día su líder no sólo trincaria al amor de su vida, también despedacaria su alma en ese cruel acto.
El asesino rechino los dientes en cuanto se dio cuenta de lo unidas que estaban esas malditas almas, el acto de cazar al policía le desvelada y atocigaba en sus días y noches, pero la imaginación y el recuerdo de él híbrido de ave acompañándole y durmiendo juntos le besaba constantemente como una fiel pareja.
Frustrado apretó el la garganta ajena y arrojó con fuerza al chico al suelo, propinandole una última patada, quizás un día donde el ave no esté cerca podrá alcanzar ese deseado objetivo.
Camino sin dar la espalda a los dos guerreros siguiendo el rato de sus pisadas al entrar y esa cruel alma se perdió de la vista de ambos sumerjiendose en la oscuridad.
Fargan avanzó lo más que sus pies le permitieron, en tanto alex se levantaba adolorido y sintiendo como su corazón quería recorrer su garganta para escapar por su boca.
En cuanto pudo incorporarse fue presa de los morenos y fuertes brazos del chico búho.
El confort del cálido y protector calor del pajaro le hizo sentir en las nubes, aferrándose con fuerza a ese ángel de alas cortadas.
- Alex, pensé que te perdía -
-Fargan, no vuelvas ha hacer eso -
- lo haré las veces que sean necesarias - apretó el abrazo, uniendo sus ojos en ese tierno ser.
Siendo ese un día más para la llama ardiente en la chimenea del pecho del joven chico. Pero era bien sabido que esa luz ya no le pertenecia y era cuestión de tiempo para que la penumbra le reclamara.
No quería admitirlo pero el beso del diablo le dejó una sensación misteriosa que provocaba su fuego chillar y suplicar por ser consumido por la tormenta.
De una extraña forma esperaba volver a ser tocado por el demonio del corazón rojo.
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