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Capítulo nueve

Al día siguiente, Dégel nuevamente se preparaba para otro día más en su empresa.
La noche con esos dos griegos fue lo mejor que había pasado en toda su tediosa vida; fue un momento fugaz en el cual sintió su cuerpo como recorría una descarga eléctrica envolviendo su cuerpo de los pies a la cabeza.

Ver el rostro de satisfacción de Kardia y sentir los espasmos del cuerpo de Defteros era algo que ni el mismo dinero que les había ofrecido tenía comparación con todo ese espectáculo que se dió el solo como participe de ese encuentro.

- Con que Albita los dejó entrar a manos llenas a mi mansión - Susurró Verseau con una sonrisa maliciosa mientras terminaba de acomodarse la corbata.

En esa parte ambos griegos tenían razón, dado a qué Verseau contaba con cámaras escondidas en su habitación, en aquel cuarto donde descansaban esos dos y también en el baño.
Fue imposible pasar desapercibido esos comentarios entre Kardia y Defteros.

Ante esta situación desde muy temprano Dégel mandó un recado urgente con Fluorite para que Albafica se presentará en su recámara.

Todos los trabajadores de la mansión de Verseau sabían que al ser llamados por el dueño, tenían que estar puntuales a sus órdenes y no fue la excepción para Albafica.
A los pocos minutos se presentó ante la puerta de la recámara de Dégel, con un poco de temor tocó un par de veces esperando que no fuera algo relacionado con aquellos griegos que les había ayudado a entrar a los dominios de Verseau.
Desde hace algunos días atrás no ha podido contactarlos ni mucho menos se encontraban en la pequeña habitación que rentaban en la ciudad y era evidente que algo malo les hubiera sucedido.

No, no, no. Se negaba una y otra vez por qué no podía creer que Dégel fuera capaz de hacer algo malo.

- Dégel no fue - Susurró intentando calmar su nervios - Siempre se la pasa encerrado en su biblioteca.

Sus manos nerviosas se colocaron sobre la manija de la puerta, con cautela abrió lentamente para poder entrar a la habitación.

El señor Verseau lo esperaba de pie mirando por la ventana el exterior de su mansión, en sus manos sostenía unos cuantos billetes aunque Albafica no entendía para que había requerido su presencia.

- Bien día señor Dégel, ya estoy aquí ¿En qué puedo servirle?

- Buenos días Albafica, seré breve; hace varios días atrás me pediste de favor que te hiciera un préstamo para que pudieras liquidar una deuda que tenías ya que mencionaste que tú padre estaba enfermo.

- Así es - Contestó con la voz baja - De hecho no he podido terminar de pagar.

Sin darle demasiada explicación Dégel extendió su mano entregándole el dinero, ante esto Albafica se quedó mirando por unos momentos ese fajo de billetes que el señor Verseau le ofrecía.
Era demasiado en cantidad, mucho más de lo que había pedido.

- Es mucho señor Verseau, no puedo aceptarlo.

- Insisto, haz hecho un buen trabajo - Después de decirle esto le regaló un guiño, dejo los billetes en las manos de Albafica y salió de su habitación para poder ir a su trabajo.

- Algo me dice que esto es obra de esos dos griegos - Se dijo a si mismo mirando el dinero que su jefe le había dejado en sus manos, al menos con eso podría terminar de pagar los costosos estudios que su padre requería desde hace días atrás.











La siguiente orden en la tarde que dejó Verseau para sus amantes escondidos era muy simple.

Les dejó unos pantalones ajustados de cuero negro y eso era todo lo que pidió Verseau.

Si bien tuvieron toda la mañana y parte de la tarde para descansar y alimentarse bien con los buenos platillos que les mandaban a través de la puerta, algo les decía que Dégel desquitaría esas ganas por todas las comodidades que les ha dado desde el primer día.

- Kardia - Lo llamó el gemelo menor dejando nuevamente las charolas y los platos detrás de la puerta.

- Dime mi demonio.

- Verseau dice que nadie debe saber de nuestra existencia en este lugar pero ¿No se le hará extraño al personal de la cocina de Dégel que preparen más alimentos de lo normal? Además, tienen que poner dos charolas, es evidente que algo así llamarà la atención.

- Podría ser - Respondió Kardia llevándose su pulgar a su mentón mientras pensaba - Aunque ningún hombre rico está excluido que  realmente se porte bien, con dinero pueden tapar todo lo que se les venga en gana.

Defteros se dejó caer en el mismo colchón donde Kardia se encontraba sentado; aprovechando este momento para que ambos se acomodaran en ese pequeño lecho mientras disfrutaban de la compañía del contrario.

- La verdad por el momento del deseo carnal lo disfruto pero en otras circunstancias preferiría estar fuera de esta jaula de oro, ser libre y no estar esperando que un hombre que ha vivido siempre en la alta sociedad venga y me diga que hacer.

- ¿Lo dices por qué no te gustó que te rebajara a lugar de pasivo? - Se burló Kardia, si algo que amaba demasiado es intentar hacer que el moreno pierda la paciencia que tenía - Además bien que lo disfrutaste, así me podrás dar la oportunidad de tomar ese lugar.

De manera inmediata Defteros se colocó sobre el cuerpo de Kardia tomando sus manos para inmovilizarlo, aprovechando es cercanía entre los dos no dudó ni un segundo en robarle un beso a su amigo.

- ¿Cuánto tiempo llevamos con este absurdo juego Kardia?

- ¿El de Dégel? - Cuestionó sin entender  que tema trataba el gemelo menor.

- No... Me refiero al nuestro, dime qué amigos se besan y disfrutan de unas buenas rondas de sexo solo por amistad.

- Claro que hay parejas así Defteros, hay quienes disfrutan de las cogidas casuales - Cuando mencionó la palabra cogidas lo hizo con toda la intención de burlarse - Verseau dudo que lo haga con nosotros por sentimientos de por medio, ese tipo no nos conoce realmente, solo entramos a su casa y nos trata como sus pu...

- Ni lo menciones - Interrumpió antes de que las palabras de Kardia fueran más allá - Aunque nuestro nombre no conocía y ya estábamos besándolo.

- Solo por qué el tipo se ve que busca algo más de lo contrario se me haría lindo como pareja.

El gemelo menor se llevó una mano a su rostro, quizá si algo que tenía es que no sabía expresar realmente sus sentimientos.

- ¡Kardia intentó decirte que ya no quiero verte como un amigo más!

- ¿Que? - Al escuchar esto paso saliva para aclarar un poco su garganta, no se esperaba algo así de Defteros.

- ¡Siempre te he querido idiota! Solo espero que pronto salgamos de aquí por qué no pienso tolerar que te estén usando.

Al escuchar la confesión repentina de Defteros, Kardia se acomodó en los brazos del moreno y colocó su mano sobre su pecho sintiendo como sus latidos se volvían más repentinos.

- Creí que el único celoso era yo.

Añadió Kardia mientras cerraba sus ojos por unos momentos, después de todo Dégel no tardaría en llegar para seguir usando los como sus experimentos más placenteros.

- Adoro todas las locuras que hacemos juntos...

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