Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo veintitrés: La Luna y el Loco se ven a veces

Hace muchos, muchos años.

Moon Hikari

No me pude quitar la sonrisa en toda la noche. Llegué a mi casa corriendo y con ese mismo impulso fui hacia el baño. Deje la ropa en el pequeño cesto que teníamos para lavar.

El frío golpeó mi cuerpo, así que me abrace a mí mismo, hasta que el agua se calentó. Puse mi mano debajo de la lluvia, sintiendo como las gotas golpeaban contra mi palma abierta.

Di un paso y cerré los ojos. La imagen del lago llegó a mi mente y mi sonrisa se hizo aún más grande. Solté una risa para mí mismo, avergonzado. Apoyé mi frente contra el azulejo viejo de la ducha. Sentí un escalofrío, recorrerme la espalda y giré el grifo de agua caliente, para intentar que el calor me quitase esa sensación.

En lo único que podía pensar era en Jake y en la pelota. Bueno, la pelota era una forma más sutil de referirme a otra cosa. Me llevé las manos al pelo y lo sacudí.

—¡Moon! —escuché el grito de Iza.

La puerta se abrió de golpe y una ventisca de aire entró junto a mi hermano menor.

—Me estoy bañando, vete —le respondí, en el mismo tono de voz.

—Necesito hacer pis.

Iza golpeó el piso a modo de capricho, frunciendo el ceño.

—¡Tío! ¡Dile a Izari que se vaya! —exclamé, abrazándome a mí mismo.

—Deja a tu hermano en paz, Izari —gritó mi tío, desde la sala.

—¡Necesito usar el baño!

Mi hermano pequeño fingió un sollozo, tirando la cabeza hacia atrás infantilmente.

—Vete al patio y haz pis ahí.

—Tonto.

—¿Cómo me dijiste? —una sonrisa se dibujó en mi rostro.

Iza, quien seguía intentando lucir ofendido, se cruzó de brazos. Le saqué la lengua de forma burlona y él salió del baño, golpeando con fuerza la puerta. Escuché que mi tío lo regañó y lo mandó al cuarto. Yo solo suspiré terminando de lavar mi cabello.

Cerré el agua y salí de la ducha, corriendo la cortina celeste de plástico. Tomé una toalla y me envolví en ella. Luego abrí la pequeña ventanita superior para que se vaya el vapor.

Corrí por el pequeño pasillo hasta mi cuarto. Izari estaba acostado y al verme se levantó de golpe y se dirigió al baño. Agarré ropa cómoda. Un pantalón largo de color gris, que usaba de pijama y una remera azul que había pertenecido a mi tío. Era de esas que dan durante las campañas electorales. Pero no sabía ni qué partido político era, por eso la usaba para dormir.

—¡Ya está la comida! —gritó mi tío.

Fui hasta la salita, viendo como mi tío dejaba los platos sobre la mesa baja. El olor me hizo sonreír en grande.

—Yo me siento al lado del tío —dijo Iza, llegando a pasos largos y corriendo al almohadón rojo.

Me senté frente a ambos. En el silencio mi

Itadakimasu... —murmuramos los tres, como usualmente solíamos hacer, a modo de agradecimiento por la comida.

Luego Izari agarró los palitos y empezó a comer animadamente. Y yo volví a sonreír, solo un poquito.

—¿Pasó algo? —preguntó mi tío, mirándome de reojo.

—¿Algo de qué? ¿Por qué preguntas?

—No, por nada. Solo te ves animado.

Solté una risa incómoda, encogiéndome de hombros y tomando los fideos de arroz con los palitos.

—Estoy como siempre.

Mi tío entrecerró los ojos, agachando la cabeza para acercarse al plato.

—¿Qué estuviste haciendo?

—No mucho. Solo fui por ahí... —murmuré, llenando mi boca con fideos para no hablar.

—Te estás manchando toda la cara, Izari.

Agradecí que mi tío cambiara de tema, limpiándole el rostro sucio a Iza, quien intentó alejarse, molesto. Al final solo puso un puchero y siguió comiendo, con más cuidado de no llenarse el rostro de comida.

Seguimos cenando en silencio, únicamente con el ruido de los grillos del patio y del viento.

Pasaron varios días hasta que llegó el fin de semana. Días que fueron iguales. Tuvimos una prueba de matemáticas y me fue terrible. Mejor que algunos, pero peor a lo que usualmente me iba. Eso me hizo sentir aún más triste de lo que me hubiera sentido si directamente reprobaba. Una nota media es peor que un simple cero.

Lo único bueno que pasó fue la profesora de literatura. En su materia me iba bien y además ella me quería mucho, así que me regaló un pequeño libro para que leyera. Era el primer libro que tenía, así que me alegré muchísimo. Tamaño de bolsillo, marrón y con ilustraciones antiguas en algunas páginas.

El título era "Sangre de guerra" y según lo poco que ella me había contado, narraba la historia ficticia de Peter, un huérfano sin apellido, que escapaba solo de su país natal durante la guerra y termina trabajando para una viuda de mucho dinero.

Lo había empezado a leer la noche en la que me lo dio y me había entretenido tanto que no quise detenerme. A veces usaba palabras muy difíciles que no entendía, pero en general era fácil de leer. Me detuve en el capítulo veinte, porque ya se estaba asomando el sol de la mañana siguiente. Lo dejé sobre mi cama para seguir leyéndolo cuando tuviera tiempo.

El fin de semana mi tío igual abrió la cantina, pero me dijo que no hacía falta que yo trabajase. Era mi día libre. Me desperté muy temprano, como a las cinco y media, para poder estudiar. Me quedé dormido luego de tres horas y me levanté a las once. Izari corría por toda la casa, aburrido. Así que yo agarre mi mochila y guarde el libro en ella.

—Vamos a pasear, Iza.

Él, contento, corrió en busca de su sombrero. Salimos de casa y seguimos una ruta que ya conocíamos. Saludé a algunos vecinos que conocían a mi tío y pase frente al kiosco. Dimos varias vueltas e Iza correteo, obligándome a contar cuánto tiempo tardaba de una esquina a la otra. Llegamos hasta un lugar más alejado. En medio de dos grandes construcciones, de varias casas juntas, había un callejón. Tenía flores amarillas creciendo entre el césped seco.

—¡Mira! ¡Es un pegro! —exclamó Iza, tirándome de la mano.

Su mano, pequeñita, me agarraba con fuerza, con los dedos sucios de la tierra.

—Es perro —lo corregí.

Iza frunció el ceño y me soltó, dando saltos hasta el animal. Era grande, pero viejo. De un pelaje grisáceo, como las canas de un anciano. Lucia calmo, quieto, Iza se agachó frente a él y comenzó a acariciarlo. Sus dedos llenos de tierra se ensuciaron más con la mugre del perro. Pero él lucía muy feliz, así que no dije nada.

Pegro.

—No. Perro. Perrrro —exagere el sonido de la ere.

Intentó poner la lengua de la misma forma que yo, pero no lograba nada. Seguía arrastrando la letra.

—No me sale.

—Ya te vas a salir.

Camine a su lado y me agache, acariciando su cabeza. Él soltó otra carcajada divertida. El perro se acostó sobre la vereda, dejando que Iza lo siguiera acariciando. Iza adoraba a los animales. Siempre lo hizo. Simpatizaba con cualquier bola de pelos que anduviera caminando por la calle, incluso con las ratas.

Deje que Iza siguiera jugando con el perro mientras me sentaba contra uno de los paredones de ladrillo. Iza hundió su rostro en el pelo del animal y yo solo reí en voz baja. Con ese mismo disimulo saqué el libro de mi mochila.

Guarde en mi bolsillo la servilleta con la cual había anotado la página y comencé a leer. La historia estaba ambientada en una época muy antigua, así que había carrozas y vestidos elegantes. Por un segundo me imaginé en ese lugar. Una ciudad de calles de baldosa, siendo un huérfano que camina descalzo robando pan.

Peter era muy distinto a mí. Él era confianzudo, buen ladrón e insultaba todo el tiempo, aunque los insultos de esa época eran poca cosa comparada a los que estaba acostumbrado. En cierto sentido, me recordaba a Jake. Todo el libro se enfocaba en Peter, así que pude conocer mucho de él.

Había pocos personajes, porque casi todo ocurría en una sola casa. Un mayordomo silencioso que a mí no me daba buena espina y que además trataba mal a Peter, una señora que limpiaba, vieja y también extranjera y por último la viuda. La Señora Bretenth era la dueña de aquella fortuna, era mi personaje favorito, porque se convertía en una especie de madre para Peter. Además, odiaba a todos los amigos ricachones de su exmarido y era una persona muy graciosa.

Peter estaba muy enamorado de la joven vecina de La Señora. Una adolescente un par de años mayor y mucho más culta e inteligente que él. Me daban risas los momentos donde Peter intentaba hablar con ella por la reja, o le daba flores robadas de algún campo para conquistarla.

Levanté la mirada un segundo, solo para ver que Iza estuviera bien. El niño seguía jugando con el perro, quien se negaba a correr tras la rama.

—Moon ¿Cuántos años viven los perros?

—No sé. Creo que como diez o trece años máximo.

—Entonces si tú fueras un perro ya estarías supermuerto.

Solté una risa.

—Por suerte soy un humano.

Iza se rió y volvió a agacharse para raspar la tierra en busca de alguna otra rama o algo que entretenga al perro. Yo volví mi vista al libro, cuando escuché unas voces, enojadas. Cerré el libro rápidamente y me levanté. Iza se levantó de igual forma, caminando hacia mí.

Del otro lado del paredón se escucharon gritos, una discusión que no se llegaba a distinguir. Agarré la mano de Iza y caminé, comenzando a alejarme, cuando se escuchó un sonido aún más fuerte.

Un disparo. Casi como un reflejo me agaché, llevando a Iza conmigo. Él casi no reaccionó del susto y menos de un segundo después se escuchó otro disparo. El perro ladró tristemente, sin la energía suficiente para que aquel ladrido resuene en el callejón, y nosotros comenzamos a correr, alejándonos de ahí.

Nos detuvimos ya a varias cuadras. Vimos que varios vecinos salían de sus casas a ver qué había pasado. No era la primera vez que presenciaba un tiroteo, balacera o algo similar, pero sí la primera que me pasaba estando con Iza. Iza.

Baje la cabeza para verlo y note que estaba congelado por completo. Pálido del susto.

—Iza ¿Estás bien?

Él asintió despacito con la cabeza, limpiándose las lágrimas con la manga de su remera. Me agaché, sonriéndole un poco.

—¿Seguro?

Entonces lo que recibí de respuesta fue una negación. Lo abracé y él se escondió en mi pecho. Fueron unos segundos hasta que logré que se calmara.

—¿El perro estará bien? —me preguntó, en un susurro.

Por alguna razón ese comentario me erizó la piel. Me pareció infantilmente inocente que la preocupación de Iza fuese aquel perro viejo. Le acaricié la cabeza y le limpié las mejillas con mi mano.

—Yo creo que sí.

—Me quiero ir a casa. Vayamos a casa.

Lo cargué y él rodeó sus brazos en mi cuello. Apretó con fuerza.

Caminé otra vez hacia la casa, esquivando el camino que pasaba por donde se habían escuchado los disparos.

Iza llegó a casa y lo primero que hizo fue prender el pequeño televisor de la cocina. Se sentó en la mesita y se puso a ver unos dibujos animados de superhéroes o algo así. Yo le hice una leche con chocolate, en la taza azul que sabía, era su favorita.

—¿Me puedo comer los caramelos?

Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro, mientras tomaba la taza caliente.

—Tampoco abuses, eh.

—Vamos... —susurró.

No pude resistirme, y más cuando durante todo el camino a casa no paró de llorar. Al llegar soltó un gran suspiro y al fin se pudo calmar.

Le pellizqué la cara y él sonrió un poquito. Le di los caramelos, que guardabamos arriba del mueble. Eran masticables, coloridos y con forma circular. Él los comió mientras tomaba el chocolate.

—Me voy a la habitación, ¿sí?

Él asintió, concentrado, en la televisión. Le di un beso en el cabello.

—Te quiero.

—¡Y yo!

Luego me extendió uno de los caramelos. Yo lo agarré, pero me decepcioné un poco al notar cuál era.

—Los amarillos no son ricos.

—No quedan violetas —mintió, cuando claramente quedaban.

—Dame uno rojo al menos.

Iza soltó un dramático suspiro y me intercambio el caramelo amarillo por uno rojo. Sonreí satisfecho.

Fui hasta nuestro cuarto y dejé abierta la cortina de la puerta. Me lancé a la cama y solté el aire por la nariz. Me comí el caramelo, saboreando lo dulce que era. Cerré los ojos.

Lo único que necesitaba era aunque sea un minuto de eso. De simplemente cerrar los ojos y estar bien. Nada más. De tener la misma sensación que al estar dormido. La sensación de la simple calma. Suspiré, otra vez.

Abrí el libro y decidí leer un rato antes de volver a las cosas de la escuela. Quería distraer un poco mi mente y quizás leer iba a despertarme y despejarme del susto que tenía.

Continué leyendo desde el capítulo en el que me había quedado; La Señora Bretenth había organizado una fiesta de bienvenida para su hijo menor, que volvía de haber estado en un internado. No sabía lo que eran, pero explicaban que tenía un parecido con una escuela. Solo que ahí los adolescentes vivían gran parte del año.

El hijo menor tenía la edad de Peter, pero lo describían mucho más guapo y con el cabello reluciente y dorado. Al principio no me llamó mi atención que el hijo llegase a la casona junto a una joven, hasta que recordé que aquel internado era solo para varones. No le di importancia, ya que el libro me había engañado varias veces y prefería seguir leyendo.

Cuando todos los invitados se fueron se hizo una cena solo entre la familia. Peter, escurridizo, espió la conversación entre La Señora Bretenth, su hijo y la joven.

Me aburría un poco esas interacciones con palabras antiguas y mucha formalidad, así que leí sin prestar mucha atención algunas páginas. Mis ojos solo pasaban las palabras y saltaban las descripciones largas. Hasta que llegue a ese momento.

Hay detalles que a veces cambian grandes cosas. Que quizás parecen tonterías, pero que en tu mente cambiaron algo. Iza subió el volumen del televisor, y yo tuve que concentrarme más en entender el texto. La cena ya había terminado y Peter estaba durmiendo en el cuarto de servicio. Hasta ese momento no era más que una noche común y corriente.

Peter, tras escuchar un ruido en el pasillo, siguiendo su impulso aventurero, decide salir a investigar que era. Pese a la rotunda regla de no poder pasear por la casa durante la noche. Él, a quien poco le interesaban las reglas, lo hace de todas formas.

Entonces descubre al hijo de La Señora. En una de las oscuras esquinas de la casona, donde lo único que puede notarse es el rubio de su cabello. Peter da un paso más y ante el ruido él gira.

Y, en ese movimiento, da a conocer también otro rostro. Uno aún más hermoso que el suyo, de brillantes ojos azules y cuya descripción encaja perfectamente con la de la joven.

La única diferencia es que este era un joven.

Sin su vestido rosado y con el largo cabello marrón recogido torpemente. Lo leí y mi ceño se frunció sin darse cuenta. Volví a la página anterior y lo releí.

Lo leí doce veces. Doce.

En todas las veces en las que lo leí llegué a la misma conclusión, pero fue la sorpresa que me hizo volver a leerlo. No quería continuar, porque en principio no entendía. Sí, sí lo entendía, pero quería encontrarle un error. Algo que me diera a entender que era una interpretación mía. Una mala interpretación mía. Porque iba a tener más sentido que yo me confundiera doce veces.

Pero el libro te dejaba dar a entender lo que estaba pasando. Y era obvio, muy obvio. Lo dejé un segundo en la cama, abierto. Justo en la página donde se desvelaba que el joven tenía un amante. Una sensación rara se instaló en mi pecho.

Mi corazón latía rápido. De emoción, de una emoción genuina e infantil.

Nunca había leído, visto o escuchado sobre dos chicos que se ven a veces. Es más, para mi mente pequeña que no conocía más que los paredones de ladrillo, no existían más chicos que se ven a veces.

Claro que conocía una lista enorme y sin fin de palabras negativas para llamarles, pero no era lo mismo. No era lo mismo. Quizás por eso me alegré tanto y lo releí y lo volví a leer una y otra vez y otra vez y no avance de capítulo. Cada relectura me hacía una mejor imagen de ellos. Los podía ver ahí, en esa esquina oscura, solos.

Y la imagen, mientras se construía basándose en las descripciones del libro, fue poco a poco mutando a otra cosa. Cerré los ojos y otros dos rostros vinieron a mi mente.

El mío y el de Jake.

Los dos en una esquina oscura de una casa antigua, vestidos con ropas caras y siendo descubiertos por un huérfano descalzo. De eso mi mente siguió inventando, creando escenarios cada vez más reales. De la casona me fui a la ciudad, que conocía por fotos.

Las calles grandes, los edificios altos y los ruidos de autos y esas cosas. Paseábamos por la avenida principal, riendo de chistes que no quería pensar porque no eran el punto de la escena. Solo nos reíamos. Era lo único que importaba.

Sonreí un poco, observando el techo. Pegué el libro a mi pecho, queriendo enseñarle los latidos furiosos de mi corazón. Queriendo decirle gracias. Gracias.

Pero poco a poco, ese paisaje colorido se desdibujó por una mancha negra. Una que se fue extendiendo y comiéndose todo.

Los chicos que se ven a veces no duran mucho, por eso en su nombre dice a veces y no siempre. Todos los escenarios del futuro con Jake eran fantasías. Ideas que se me hacían demasiado imaginativas para pertenecer al mundo de la realidad.

Ni siquiera sabía si dos chicos podían casarse. Ni siquiera pensaba que tenía la oportunidad de soñar con algo así. Una vida típica. Las vidas típicas se me hacían imposibles incluso en la fantasía.

No quise seguir leyendo. Dejé el libro sobre la cama y me vinieron unas ganas de llorar que en ese momento no tenían sentido. Una tristeza que podría parecer exagerada, pero que me cerró la garganta.

No sabía cuánto duraba, lo de ser un chico que a veces ve a otros chicos. Quizás siendo adulto me iban a empezar a gustar las chicas, como a los demás. Pero si imaginaba ese futuro, mi sonrisa desaparecía, contrario a lo que ocurría al imaginarme junto a Jake en las calles de la ciudad. La simple imagen fija de mí, junto a alguna chica de rostro desconocido, se me hacía rara. Lejana.

Había algo raro en eso. Porque acostado en esa cama, junto a Sangre de guerra, me di cuenta de que a lo largo de la poca vida que llevaba viviendo, me habían parecido lindas muchas chicas. Incluso más de lo que chicos. Pero con ninguna de esas, incluso si al verlas pensara lo bonitas que eran, me imaginaba una vida a futuro. Ni tampoco me hacían sentir lo que Jake me hacía sentir.

Una cosa rara en el pecho y unas cosquillas. Cosquillas en el estómago y cosquillas en la nuca. Porque sí, las cosquillas eran en la nuca. Como un escalofrío. Pero los escalofríos de invierno, no los de verano. Porque son distintos. Lo que sentía con Jake era como escalofríos de invierno, producidos por el frío de un cuarto sin calefacción.

Pero se sentía bien. Bien.

La imaginación lo puede todo. Puede crear el mundo más imposible, con dragones y sirenas, y puede crear el mundo más realista, con edificios de ladrillo y vecinos barriendo. La mente sabe, entonces, que los dragones y las sirenas nunca podrían ocurrir, así que pertenecen al mundo puro de la fantasía. Y la mente sabe que los edificios de ladrillo existen, así que pertenecen al mundo de la realidad.

¿Qué pasaba con Jake y yo? ¿A qué mundo pertenecíamos?

Porque era demasiado lejano para el mundo de la realidad y no lo suficientemente imposible para ser dragones y sirenas.

El estar justo en medio de ambas posibilidades y no ser ninguna me hizo sentir aún peor. ¿Qué pasaba con Jake y yo?

No era posible, pero tampoco completamente imposible. Era una mezcla de las dos cosas. Estar haciendo equilibrio sobre un hilo.

Estaba fuera de mi control. Y la sensación de no saber qué hacer parecía perseguirme. El no tener el control de nada.

Como si estuviera viviendo una fantasía, pero una fantasía que no me pertenecía. De la que solo podía ser espectador.

Entonces, pasaba tardes con Jake. Y charlábamos y nos besábamos y se sentía bien, pero eso era todo. Un sentimiento que parecía prestado, porque al volver a casa sentía una tristeza. Como un vacío. Vacío. Vacío.

Yo quería seguir sintiendo el escalofrío de invierno. Quería seguir sonriendo con las estupideces con las que Jake a veces podía salir. Y no podía pensar que eso tuviera que acabar. No iba a acabar. No. No. No.

Porque los chicos que se ven a veces no tienen por qué ser momentáneos. Pueden durar años, incluso hasta la misma muerte.

Pero para que duren ese tiempo, lo hacen en esquinas oscuras. Aunque en ese momento, la triste invisibilidad era la única opción que podía pensar.

Porque el hilo tira y tira tan fuerte que no se puede parar.

Tira y tira. Tira y tira. Y sigue tirando. Aún sigue tirando. Y no creo que deje de tirar nunca. Nunca.


Holisss!!! 🌟💫

Como estan queridis?? Espero q muuuuy bien 🌼

Leyeron o conocen Sangre de guerra? 😋

Es un libro bastante viejo q fue publicado por un señor bastante particular de nombre Andrew tipo en el 1800, 1890 creo¿?? (q de hecho se rumorea q era recontra homosexual JSKAJS, pese a q estuvo casado y tuvo como dos hijos)

 Y FUE MUY POLEMICO, esa escena q narra Moon donde se descubre q la amante en realidad es el amante de hecho fue censurada (obvio) 😭😭

Hubieron tres versiones del libro, una q es la q escribió Andrew originalmente, MUCHO más explicita (q recien ahora la republicaron, q es la que yo lei), la que tenia toques ""poéticos"" pero se podía entender de q hablaba y la otra que directamente BORRO TODO RELACIONADO A ESO.

Andrew lo escribió como con veinte pero fue el ultimo libro q publico, re loco. 

Y espero q no hayan ido a buscarlo en Google o algo pq lo recontra mega invente JSKJASK el libro tristemente no existe, solo lo invente para este capitulo y como mi mente funciona a mil tmb invente toda la historia del escritor JSKAJSK😔

JAKSJAKSJAKSJAKSJAKS ta, me tocara escribir Sangre de guerra <33

Quedan cuatro capitulos para el final del acto 😭💫

AAAHORAAA PREGUNTAAAS 🦋

¿QUE LES PARECIO EL CAPITULO? AJSAJS tiren lo que quieran.

¿Hasta ahora que creen que siente Jake por Moon y Moon por Jake? 🌹💫

Hasta ahora ¿QUE PIENSAN? AAAA siempre pregunto lo mismo pero es q me interesa saber 
:(

¿Alguna vez les paso de leer/ver algo y sentir "wow no soy única persona a las q le pasa eso?" a mi si me paso JSKAJS 😭🌷

¿Les gustan los capitulos que narra Moon? 🌙 ¿Qué apodo le pondrían? 

¿IZA NO ES LO MÁS LINDO? no es pregunta es afirmación igual 🌟

¿Alguien les hizo sentir escalofríos de invierno? 💞

Preguntas q me quieran hacer a mi ------>

SI NOTARON EL DETALLEEE AAAA AS9AISKASN SI NOTAROOOON 🧵🧵🧵

Oigan... ¿Creen que esto tenga final feliz? JSKAISIO0MM0S9SU829AA9IJSAK

Y miren, hice un dibujo de Jake y Moon basado en un cuadro famoso <33 

BUEENOO, creo q eso es todo por hoy :D

Les quiero y nos vemos!!! 💗💗💗

AAA Y LEAN NO HABLAMOS SOBRE COSAS MUERTAS >:( 

AHORA SI CHAUUUU



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro