Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo veintidós: La pelota de la Luna

La escuela estaba siendo agobiante.

Tenía que trabajar con mi tío por la tarde y no tenía tiempo de hacer la tarea. Mi profesora favorita se enojó mucho y yo no supe como explicarle que no era mi culpa no poder entregar los trabajos a tiempo.

Solo me quedé callado y escuché lo mismo de siempre. El mismo discurso. El que seguro le repetía a todos sus estudiantes. El de la decepción.

Se me hacía un nudo en la garganta y tenía que apretar con fuerza las manos para evitar llorar como un niño pequeño.

En donde vivía, se organizaban eventos extracurriculares donde se intentaba involucrar a las familias. Ferias, charlas y cosas así. Yo nunca fui a ninguna, porque eran muy aburridas.

Además, no tenía muchos amigos en la escuela y mi tío odiaba las reuniones sociales.

En esos días libres trabajaba en la cantina o intentaba estudiar. A veces ambas al mismo tiempo. Pero mi mente no lograba procesar la información si al mismo tiempo tenía que cortar comida.

Las palabras se mezclaban entre ellas y no me acordaba de ninguna a los dos minutos. En casa, a la noche, prendía una pequeña luz y leía en la oscuridad. Pero me ardían los ojos y mi cabeza tambaleaba. Al darme cuenta ya me había dormido. Eso me frustraba.

Mis calificaciones bajaron. Yo era inteligente, me gustaba aprender y sabía hacerlo. Pero cada vez que recibía ese número en rojo me daban ganas de llorar.

Yo podía hacerlo mejor. Mejor. Mejor.

Pero también sabía que mi tío estaba pasando un mal momento. Que no podía manejar la cantina solo ni pagarle a alguien. Mi tío necesitaba ayuda. Ayuda.

Durante clase me dormía, porque el sueño era más fuerte que mi voluntad. Mis ojos se cerraban solos y las palabras se escuchaban lejos, tan lejos que no podía distinguirlas. Y cuando me daba cuenta tenía a alguien despertándome. Sentía mi cuerpo encogerse de vergüenza y quería desaparecer.

Lo único que hacía en mi tiempo libre era intentar estudiar. A veces no entendía nada, pero no tenía a quien preguntarle. Lloraba solo porque me sentía tonto. Tonto por no entender lo que significaba esa palabra que no recordaba haber escuchado en clase.

Fue porque te dormiste, se repetía dentro de mi cabeza.

Lloraba de frustración porque al final iba a terminar igual que todos en mi familia. Sin estudio secundario terminado. Sin carrera universitaria. Sin nada.

El cansancio nos nubla la capacidad de analizar nuevos problemas y a veces potencia los que ya existen.

Además, estaba Iza. Cuando no trabajaba ni estudiaba tenía que cuidarlo a él. Bañarlo y hacerle la comida. Cocinaba y al mismo tiempo intentaba repetir el párrafo que había leído. Pero entre eso escuchaba a Iza, gritando que quería jugar conmigo. Así que jugaba con él, aunque no tuviera ganas ni energía. Solo agarraba su juguete y lo movía en el aire, en silencio.

Y a veces él me pedía ayuda. Y yo no entendía sus ejercicios. Intentaba hacerlo, pero solo eran palabras que no podía conectar entre sí y preguntas cuya respuesta no lograba encontrar y eso me hacía sentir aún peor. Como un tonto.

Tonto. Tonto.

No lograba entender a Jake. A él parecía no importarle la escuela, al contrario que a mí. Faltaba casi siempre y cuando no faltaba no prestaba atención. Nunca hacía la tarea e insultaba a los profesores.

Me di cuenta de que cuando hacía eso recibía una sola respuesta. Risas. Risas de parte de sus compañeros, una validación que le sacaba una sonrisa. Pero su sonrisa desaparecía cuando el profesor no se volteaba y seguía dando la clase, como si nada.

Me di cuenta también que cuando tenía moretones decía los chistes más alto. Se sentaba como quería y hablaba con sus amigos, sin prestar atención. De forma ruidosa.

Fumaba siempre, pero justo fuera de la escuela. No tenía sentido, porque si quisiera ocultarlo lo haría lejos. Pero no. Él se paraba en la entrada, al lado de la puerta, y sacaba un cigarrillo.

Los profesores pasaban, pasaban y ninguno decía nada.

Entonces Jake se quitaba la capucha, mostrando el color violeta que tenía su ojo. Y los profesores hablaban más alto entre ellos. Y Jake apretaba la mandíbula lanzando el cigarrillo al suelo.

Lo pisaba con agresividad y se iba. Luego faltaba días seguidos a clase, o llegaba hasta la entrada y estando ahí se largaba. Dejando en claro que él había estado ahí.

Luego de su cumpleaños nos habíamos encontrado más veces. En su casa, el lago o algunas veces solamente caminando por las calles del barrio.

Ya se había vuelto costumbre eso. Encuentros donde a veces no hacíamos nada, otras veces nos besábamos y unas pocas donde solo nos mirábamos.

Las conversaciones eran un poco más incómodas. Había noches donde yo hablaba más y él solo escuchaba, en silencio. Cuando él hablaba era corto. Me contaba sobre su día mientras jugaba con la tierra de sus zapatos. A mí me gustaba escucharlo. Y de vez en cuando yo hacía un chiste, él reía. En voz baja y casi sin ruido.

Me gustaba recordarlo. Me hacía sonreír, solo un poco. Pero de esas sonrisas tan pequeñas que se sienten más de lo que se ven. Como una caricia interna que no tiene forma.

Lo que sea que teníamos con Jake se volvía cada vez más complejo. Al principio nos llevábamos mal y de repente nos habíamos acercado de un momento a otro. Luego fueron besos y de los besos, charlas. Algunas más profundas que otras.

Teníamos muchas diferencias, pero había algo en él que me intrigaba. No lo entendía del todo, pero sentía una extraña conexión. Me gustaba estar con él.

Y eso era suficiente. En ese momento no necesitaba ponerle un nombre. Si éramos amigos, si éramos chicos que se ven de vez en cuando o lo que sea. Solamente estábamos bien.

Una tarde, después de un largo día en la escuela y en la cantina, decidí ir al lago. Puse algunas cosas en mi mochila y corrí lo más rápido que pude.

Al llegar lo vi, a lo lejos, acostado cabeza arriba. No tenía remera, así que seguro se había metido al agua.

Me acerqué despacio, sin querer molestarlo. Cuando notó mi presencia, levantó la vista y esbozó una pequeña sonrisa. Muy pequeña. Lo observé desde arriba. Tiré la mochila a unos metros, con cuidado.

—Hola —saludé tímidamente.

—Hola.

—¿Qué haces? —pregunté, sentándome a su lado.

Jake estiró los brazos, aún acostado, y me tomó de la cintura. Dio una vuelta en el pasto y me llevó con él. Solté una risa.

Terminé yo boca arriba con él encima. Jake puso ambas manos al costado de mi cabeza y noté que sus ojos, nerviosos, recorrían todo mi rostro. Me sonrojé por eso.

—Jake... —comencé a hablar.

—¿Qué quieres ahora?

Soltó un suspiro ruidoso y yo no pude evitar sonreír, porque el gesto me dio más gracia que otra cosa.

—¿De qué te ríes, tonto? —preguntó en un susurro.

Su tono también delataba que no estaba enojado. Se inclinó y me besó. Su pecho tocó el mío y me encogí en el pasto. No sabía bien dónde poner mis manos y la idea de abrazar a Jake no era buena opción.

—Hoy no me puedo quedar mucho tiempo... —murmuré, separándome un poco.

—¿Por qué?

—Porque tengo que estudiar.

Jake bufó, sin separarse.

—Pero estudias todo el tiempo. Es un aburrimiento.

—No es como que me divierta.

—¿Entonces por qué lo haces?

—Porque tengo que hacerlo.

Él frunció el ceño, confundido. Para Jake las cosas siempre fueron simples. Era , era no. Era bien, era mal.

—No tienes que. Quieres.

—No quiero —repetí, sonriendo un poco.

—¿Entonces por qué lo haces?

—Porque tengo que hacerlo...

—¿Alguien pone un arma en la cabeza si no haces? —negué ante la exagerada comparación— ¿Tu tío te hace algo si no lo haces? ¿Eh?

—Pero si no estudio entonces no me va bien en las pruebas y si no me va bien en las pruebas no voy a pasar de año.

—¿Para qué quieres pasar de año?

—Quiero terminar la escuela, Jake, es obvio.

—¿Y para qué quieres terminar la escuela?

Solté un suspiro ante la insistente mirada de Jake. Sabía que quería llegar a algún lado.

—Para ir a la universidad, tener un título y luego trabajar, qué sé yo.

—Y vas a terminar viviendo en la misma casa de mierda porque no te van a contratar en ningún lugar importante —Jake se encogió de hombros— ¿Sabes por qué? Porque van a contratar al hijo del jefe de la compañía, que seguro es un idiota que no sabe sumar dos más dos, pero nació con un chupete de oro en la boca y le hacen cuadros hasta con la mierda que caga ¿Si me entiendes?

Me quedé helado. Abrí la boca queriendo contradecirlo, pero no tenía palabras.

—Tú tienes un poco más de suerte igual. Eres chino. Te limpias la tierra del rostro y ya está —se miró el brazo, sonrió con picardía—. Yo me baño y me baño y no se me va lo sucio de la piel.

Mi mirada se desvió a su torso, de tez más bronceada. El chiste que a él le causó risa a mí solo me hizo un nudo incómodo en el estómago. Su sonrisa se desdibujó.

—Jake, eso no es gracioso...

Jake rodó los ojos y volvió a inclinarse hacia mí. Bajó el tono de voz, sin dejar de verme a los ojos.

—De verdad eres malditamente sensible.

—No lo soy —me defendí, casi pisando el final de su frase.

—Claro que lo eres. Lloras por todo.

—Llorar no es algo malo.

Él imitó el gesto de antes, rodando los ojos con una superioridad que sí me ofendió un poco.

—¿Y si mejor no hablamos más? Me estoy aburriendo —propuso, abriendo en grande los ojos.

Y me besó otra vez. Sus manos pasaron a mi cabeza y tuvo que sentarse sobre mi para no perder el equilibrio. Me sobresalté y abrí los ojos pero Jake me ignoró. Igual yo tampoco dije nada. No me molestaba mucho el cómo se estaba desarrollando la situación.

Perdí la percepción del tiempo cuando Jake bajó las manos de mi cabello hasta mi cuello y de ahí aún más abajo, hasta donde comenzaba mi remera. Yo, en cambio, me quedé quieto, bien quieto, contrario a como ocurría casi siempre.

Recuerdo que teníamos un juego favorito con mi hermano. Subíamos a algún lugar que fuera alto y tirábamos desde ahí una pelota. La veíamos bajar y agarrar velocidad de un segundo a otro, mientras rodaba, hasta que chocaba contra una pared, solo una pared podía detenerla, nada más. Sin pared la pelota seguiría cayendo y cayendo.

Cuando una pelota agarra velocidad no hay forma de frenarla. No se puede correr e intentar agarrarla, es imposible.

Jake y yo éramos como una pelota. Había momentos donde simplemente algo comenzaba, no sabíamos cómo, pero lo hacía. La única diferencia es que era posible de detener. Pero nosotros no queríamos.

Pero una vez que empezaba solo seguía tomando velocidad.

Por eso cuando Jake puso la mano por debajo de mi remera yo no hice nada. Porque no quería detener esa pelota. Me intrigaba saber donde iba a terminar si simplemente la dejábamos hacer su camino.

De todas formas iba a encontrar su pared en algún momento. Mientras tanto yo solo cerraba los ojos y dejaba que cayera. Como esa noche, cuando la mano de Jake imitó lo que había hecho yo en la fiesta, con más torpeza.

En mi mente no hubo escuela, no hubo tarea y mucho menos cantina. Fue casi como si el mundo se hubiera detenido en lo que estaba pasando. Cuando uno experimenta demasiadas sensaciones juntas a veces pasa que al final no sientes nada, pero esa noche fue todo lo contrario. Sentí diez cosas distintas, por separado, y pude diferenciarlas todas.

Miedo.

Mucho miedo. Pero ese miedo que te hace pensar "no debería acostumbrarme a lo bien que se siente esto", así que al final no es un miedo del todo malo, porque va de la mano con sentirse bien.

Muy bien.

Abrí los ojos solo un instante para encontrarme con el rostro de Jake, sonrojado como jamás lo había visto. Me miró y abrió aún más los ojos. Acto seguido me tapó el rostro con su otra mano, en un gesto que seguro no pensó. Fue un reflejo. Yo lo acepté y cerré los ojos, sin pedirle que quitase la mano. Y él no la quitó. Se aseguró de que yo no pudiese ver. Igual la vista es un sentido bastante torpe cuando de situaciones así se trata.

Si lo pienso hoy todo pasó muy rápido, pero en el momento se sintió hermosamente lento. Y así como la pelota empezó a rodar cuesta abajo, se chocó contra la pared. Intenté cerrar las rodillas y Jake hizo más fuerza con su mano contra mi rostro, mientras yo soltaba un suspiro. Fin.

Ambos nos relajamos y sonreímos solo un poquito. Abrí los ojos y Jake, con precaución, quitó su mano de mi rostro.

—¿Ya está? —se le escapó, en un susurro.

Me sonrojé. Él se sonrojó. Nos sonrojamos.

Jake bajó la mirada y se dio cuenta de que estaba sentado sobre mis piernas. Recién en ese momento yo me di cuenta de que no las sentía, por el peso de su cuerpo. Él dio una vuelta y dio un salto, quedando parado a mi lado.

Intenté levantarme, pero mis piernas estaban dormidas. Jake me miró, soltó una risa burlona y estiró los brazos. Miré sus manos. Sucias y con raspones. Tenía una herida en el dedo meñique de la derecha.

Las tomé y él hizo fuerza para ayudarme. Di un paso y quedé frente a él. En ese momento Jake era un poquito más alto que yo. Baje la cabeza y observe nuestras manos. Juntas. Yo lo apretaba con fuerza y él solo tenía las palmas abiertas. Fueron unos segundos hasta que Jake las bajó rápidamente, escondiéndolas en sus bolsillos.

—¿No tenías que irte? —preguntó, sin mirarme.

—Ah... sí.

Se hizo un silencio entre ambos. Jake giró un poco la cabeza, viéndome de reojo.

—Nos vemos —le dije.

—Si, nos vemos.

Otro silencio incómodo. Di un paso intentando darle un beso a Jake y él, asustado retrocedió. Fruncí el ceño, confundido. Jake tenía las mejillas enrojecidas.

—¿Estás bien? —pregunté, bajando la voz.

—¿Te vas a ir o no?

—¿Quieres que me vaya?

Muy despacito, Jake negó con la cabeza y su sonrojo se volvió más fuerte, casi como la piel quemada por el sol. Solté una risita y él estiró los brazos, para intentar darme un golpe, sin éxito. Yo lo agarré, deteniéndolo y él luchó. Lo vi contener su sonrisa. Me tiró hacia atrás otra vez y caí de espalda al pasto. Pero no me dolió, es más, comencé a reír otra vez.

Él cayó sobre mí y atrapó mis manos con fuerza. Sus ojos brillaban, quizás por la luz o quizás por la felicidad. Me besó con esa misma energía, cuál perro jugando a atrapar una pelota. Pelota. Volvimos a lanzarla y yo, nuevamente, dejé que siguiera su rumbo. El rumbo de la pelota y el de la mano de Jake.

Ambos imitando lo que ya conocíamos, pero que se sentía distinto cada vez.


HOLA!!!

LLEGAMOS A LAS MIL LECTURAS 😭💗 Gritemossssss.

(Ignoren el 34 partes JSKAJSK, es que tengo capitulos y cosas en borradores sin publicar JAJAJAJAJ)

💖 No puedo ser más feliz, muchas gracias por todo el apoyo que esta recibiendo esta historia. Últimamente se estan sumando nuevos lectores (no se como llegan JAAJAJA) pero gracias por estar 💕🌷

Quiero hacer un especial por las mil lecturas, pero no se que es mejor. Quizas podria hacer algo que no sea parte de la historia tipo preguntas y respuestas¿?, o un capitulo que no sea parte de la cronología no se no se, que opinan???  AAAAA

Perdonen la tardanza al actualizar, pero estuve viajando mucho!! Quiero organizar mejor esto, asi que seguro voy a actualizar ambas historias semanalmente de forma obligatoria JAJAJAJAJA

Cuéntenme 🌷💗

¿Qué les pareció el capitulo? 🌙💞

¿Van a la escuela? JSKAJS en ese caso ¿Sienten algo parecido a Moon? ¿A Jake?

JAKE SONROJADO AAAAA como lo quiero al boludito 😭🦋

¿Algo que les gustara del capitulo?  💝

No se q otras preguntas hacer la verdad, este capitulo es cortito pero lindo JSKJSKAJSK 

Faltan maso cinco o cuatro capitulos para terminar el acto uno. EMOCIONNNN 💫
(Recordando lo q va a pasar en realidad me dan ganas de llorar ja,ja,ja)

Disfruten lo lindo mientras dure 👍🏻👍🏻

BUENOO, voy a ir a escribir el siguiente cap y taaambien el de NHSCM 💋

Les quiero mucho muak


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro