Capítulo veinticinco: La Luna, el tío y la divorciada.
Hace muchos, muchos años.
Moon Hikari.
Tuve que faltar a la escuela ese lunes.
En realidad ya se había hecho rutina, faltar los lunes a la escuela. Faltar a la escuela.
Desde la mañana cociné en la cantina, mientras mi tío atendía a los clientes. Fue un día productivo, tanto que mi tío decidió cerrar unas horas, para tomarnos un descanso. El olor a comida ya había empezado a marearme. Me tomé una botella entera de agua helada.
Volveríamos a abrir ya en la noche. En la noche siempre venían más personas. Casi siempre los mismos clientes que, además, iban a comer los mismos platos de comida. Había cierto aire de familiaridad que me gustaba.
Mi tío tuvo que ir hasta casa, para traer de ahí unas cosas que se había olvidado, así que me quedé solo cuidando el lugar.
Aproveché para limpiar un poco. Barrí el suelo y pasé un trapo de tela por la cocina sucia. Prendí la radio, en un canal donde se escuchaban las canciones más populares de ese momento. Casi todas eran internacionales.
Si tenía suerte, a veces sonaban canciones de Japón.
Uno de mis sueños es conocer ese país. Siempre sentí una conexión extraña, como si una parte de mí estuviera ahí. Por eso cerraba los ojos y esperaba que sonara alguna canción japonesa. De las populares, las que escuchaban adolescentes de mi edad allá.
Sentía que al escucharla de alguna forma yo también estaba ahí. En las calles de Japón, yendo a alguna escuela y volviendo de tarde, mientras cantaba canciones en voz alta con un grupo de chicos.
Nunca supe por qué mis abuelos vinieron. Si los trajo el sueño de un futuro mejor o estaban huyendo de alguna desgracia. No lo sé. Lo único que sí sé, es que vinieron sin nada. Dos maletas con su ropa, las tazas de mi abuelo y nada más. Mi árbol genealógico termina ahí. Es todo lo que sé sobre mi historia.
Seguro tengo familia en Japón. Los que se quedaron ahí y tuvieron hijos. Pero ninguno de esos tiene mi apellido. No podría saber quienes son parientes.
Porque Hikari no existe. Es un invento producto de un error. Quizás era la intención de mis abuelos. Olvidar todo y tachar para empezar de nuevo.
No tiene sentido el porqué siempre me dio más intriga esa parte de mi familia que la otra, la de mi madre. Lo único que sabía sobre sus padres era que la habían echado de casa y de lo que trabajaba mi abuelo. No más que eso.
Pero nunca me llamó la atención. No me interesaba saber más. No quería conocerlos, incluso siendo mucho más fácil contactarlos a ellos que a mis propios padres.
Sentía un enojo, quizás. Un rechazo. Mis abuelos fueron los que echaron a mi madre, los que la alejaron de su vida.
No me interesaban. Pero mi historia en Japón sí.
Por obra del destino, en la radio comenzó a sonar el inicio de una canción que yo conocía. Sonreí por eso y subí el volumen. Como no había nadie, podía escucharlo al cien por ciento, casi a un nivel que saturaba los sonidos.
暗い闇、秘密の愛
(En la oscuridad, un amor secreto)
Susurré la letra, que me sabía de memoria por la cantidad de veces que la había escuchado. Pasé el trapo mojado por la mesada y estiré mi otra mano, hasta agarrar la botella de Sake. Como mi tío no estaba, la abrí con cuidado y vertí solo un poquito sobre un vaso de porcelana.
Lo bebí de un golpe y al ser no más que el fondo no tarde en tragarlo. Sabía extraño. Me quemaba bastante la garganta y me hizo fruncir el ceño. No era rico.
—Agh... —murmuré, abriendo el grifo para tomar el agua con un sabor medio terroso.
Hice un buche y la escupí en la pileta. Si mi tío viera como me asqueaba el sake probablemente me hubiera desheredado.
Aunque en realidad no tenía herencia.
隠れた 星、夜の中で
(Una estrella oculta en la noche)
Escuché a alguien entrar y tocar la pequeña campanita de la barra. Bajé el volumen de la radio. No era mi tío, porque él nunca tocaba. Y si era un cliente debería echarlo muy amablemente.
Dejé el trapo donde estaba y me sequé las manos contra el delantal, caminando hasta mover la cortina roja que separaba la cocina de la barra. Del otro lado, sentada sobre una banqueta, había una mujer alta, con el cabello largo y teñido de rubio. Sus ojos eran claros, algo celestes y su sonrisa pintada de rojo. Era muy hermosa.
Parecía tener la edad de mi tío, o quizás un poco más.
—Hola... perdón, pero estamos cerrados.
La mujer levantó la cabeza y clavó sus ojos claros en mí.
—Oh. No lo sabía —ensanchó su sonrisa—. Estoy buscando a Takeo.
Takeo. El nombre de mi tío. No estaba acostumbrado a escucharlo, por lo cual tardé unos segundos en asociar que hablaba sobre él. Caminé hasta la barra, con lentitud.
—Soy su sobrino. Va a volver en un rato, pero si quiere puede esperar aquí.
Ella lució confundida, pero volvió a sonreír a los segundos.
—¿No te molesta? —su voz sonaba bonita, como la de una cantante.
—No, no. Está bien.
Le sonreí y me senté en la silla frente a la máquina registradora.
—¿Quiere tomar algo? Eso si puedo servirle, si quiere.
—No quiero ser molestia —soltó una risa y negó varias veces con la cabeza—. Y no hace falta que me trates de usted, me hace sentir vieja.
—Perdona —recordé lo que Jake siempre me decía y me regañé mentalmente—. No, no es molestia.
—Entonces me alegraría mucho si me sirves una cerveza.
Asentí y caminé de vuelta a la cocina. De la heladera saqué una cerveza. No sé cuál era, solo la primera que encontré, porque ella tampoco especificó nada. La abrí con un cuchillo, y tiré la tapita en el cesto de basura. Se la dejé en la barra, frente a ella.
—Muchas gracias.
—No es nada.
—¿Tu nombre es Moon, cierto?
—Sí.
—Yo soy Tami, soy amiga de tu tío desde hace un tiempo. Él me habló mucho de ti, es un tío muy orgulloso.
Me sonrojé ante lo genuino que sonaba lo que estaba diciendo. Un tío orgulloso. Tami me señaló con la cerveza, entrecerrando un ojo.
—¿Tienes dieciséis, no?
Me sorprendí y negué, soltando una risa nerviosa.
—No, no. Tengo catorce. Pero ya voy a cumplir quince, falta poco.
—¿Catorce? Hubiera jurado que eras más grande. Mi hermano tiene catorce años, pero a tu lado parecería un niño de preescolar.
Ambos reímos. Solté mi cabello, que llevaba atado en una apretada coleta. Solté aire cuando sentí la comodidad de no tener la frente dolorida.
—Seguro Takeo mencionó tu edad, pero soy algo terrible para acordarme de detalles. Sí sé que tienes un hermano menor que tiene un nombre rarísimo.
—Izari. El nombre lo inventaron mis papás, creo que viene de una palabra que significa estrella en algún idioma o una cosa así.
—Luna y estrella. Sí que les gustaba el espacio.
Asentí mientras ella bebía más cerveza, mirándome.
—Y los nombres raros —añadí yo, sonriente.
—Ni un Juan, ni un Gabriel. Un Izari y un Moon.
Me reí, divertido por la personalidad de Tami. Ella soltó otra carcajada, subiendo una pierna encima de la otra. Su falda roja se movió.
—¿Y de dónde conoces a mi tío?
—Es una historia complicada, la verdad. Fuimos amigos de niños, los primeros años de escuela. Pero luego yo me mudé y perdimos el contacto. Me casé muy joven, y luego me di cuenta de que mi marido era un imbécil, me divorcié, huí de la casa que teníamos y regresé hace unos meses a vivir con mis padres.
Quedé con la boca abierta, por su historia y por lo rápido que hablaba. De un solo sorbo terminó de beberse toda la botella.
—Nos vimos un par de veces este mes, pero aún no había venido aquí. Tu tío prepara muy rica comida.
Sonreí dándole la razón. Mi tío era un muy buen cocinero.
Gran inventor de recetas y muy bueno siguiendo las que ya existen. Si hubiera tenido la posibilidad, de seguro sus restaurantes habrían sido mundialmente reconocidos.
Lo raro era que mi tío no me contó sobre ella. Él era algo callado, pero siempre me contaba sus cosas. Incluso si había descubierto qué tal condimento era mejor que otro. Teníamos charlas nocturnas, mientras Iza dormía.
El no contar sobre el regreso de una amiga de la infancia con la que ya se habían visto (y además que él había ido a su casa) era extraño.
—¿Y a ti? ¿Te gusta cocinar también?
—Si, lo hago desde siempre.
—¿Quisieras hacer eso de adulto? ¿Ser cocinero?
—No lo sé. La verdad solo puedo pensar en ahora —admití, medio avergonzado.
—Está bien. Yo a tu edad tampoco sabía qué quería hacer. El único consejo que voy a darte es que no te cases a los veinte, porque siempre termina mal.
—No creo que me vaya a casar.
Ella dejó la botella vacía sobre la barra. Rodó los ojos, divertida.
—Lo mismo dice mi hermano. Son pequeños aún, pero ya te enamoraras.
Sonreí de forma automática, nada más. No quería entristecerme por una estupidez, pero desde aquel libro, sobre el huérfano y los amantes, estaba más sensible que de costumbre.
Espero nunca enamorarme, pensé para mí mismo. Enamorarme significaba más cosas malas que buenas.
—¿Quieres otra? —señalé la botella.
—Más tarde, quizás, ahora es demasiado temprano para tanto alcohol.
Volví a soltar una risa. Tami tenía una forma divertida de hablar, genuina. Todo lo contrario a mi tío. No podía imaginarme una conversación entre ambos. En realidad sí, si podía. Pero en esa imaginación la única que hablaba era ella. Era bastante divertido pensarlo.
Otro ruido, que venía de la parte trasera de la cocina, me hizo girar la cabeza. Tami sonrió y sus ojos celestes se iluminaron.
—Ya llegué.
Mi tío apareció por la cortina roja. Su cabeza estaba agachada, así que no prestó atención a la nueva invitada. Dio un par de pasos hasta mirarme. Y esa mirada lo llevó también a notar la presencia de Tami.
—Oh... Hola.
Tami movió sus hombros, como si bailara una canción.
—Hola.
Se miraron y mi tío esbozó una sonrisa. Pequeña, que luego desapareció a los pocos segundos. En cambio, la sonrisa de Tami permaneció hasta que mi tío llegó a la barra. Yo me levanté de la silla. Él la agarró y la llevó hasta quedar frente a Tami.
—Moon ¿Nos traes cerveza? —me pidió mi tío.
Quise decir que Tami no quería más, pero ella lucía bastante de acuerdo. No comenté nada y simplemente seguí el pedido.
Agarré dos cervezas de la heladera y tardé más a propósito.
Hice todo con lentitud. Tomé dos vasos, abrí las botellas con un cuchillo y jugué a tirarlas al cielo, para luego agarrarlas antes que caigan. En todo ese tiempo mi tío no me llamó ni preguntó por qué estaba tardando tanto. Se olvidó por completo de las cervezas.
Con las botellas en ambas manos caminé hasta la cortina roja. Antes de salir, acerqué mi cabeza a la tela, intentando escuchar su conversación.
Solo risas. La de Tami y la de mi tío. La segunda era más susurrada, pero de todas formas se escuchaba. Me hizo sonreír un poco. Más tarde le preguntaría quién era en realidad esa tal Tami.
—Gracias Moon.
—No es nada... —dejé ambas cervezas sobre la barra.
Hablaban sobre temas que no me interesaban mucho, así que caminé hasta la máquina registradora y agarré una revista que teníamos debajo del montículo de papeles. Me había olvidado mi libro en casa, así que eso era todo lo que tenía. Revistas de un papel suave, que brillaba con la luz y que mezclaban autos, moda y famosos sin camisa.
Sí, muchos famosos sin camisa. Aunque en realidad no tenía de qué quejarme. Eran las páginas que más tiempo leía, y no tienen ningún texto.
Apoyé ambos brazos en la barra, del otro extremo donde estaban los adultos y pasé las páginas. Los famosos sin remera empezaron a aburrirme, porque todos eran iguales, así que me salté todas las publicidades relacionadas con el verano.
Me detuve en una página en el medio de la revista, justo a la mitad. Una lista con fotos y datos sobre los mejores destinos en el centro de la ciudad. Pase mi dedo por el título, en amarillo y grande.
Aprovechando que mi tío estaba distraído arranque la hoja, con tanta lentitud que hizo más ruido de lo que hubiera hecho arrancarla de un tirón. Por suerte Tami reía más fuerte.
La doble con cuidado y la guardé en el bolsillo de mi pantalón trasero.
—¿No escuchaste lo qué pasó? —dijo Tami, sorprendida.
—¿Sobre qué?
—Mataron a un chico no muy lejos de aquí. Justo ayer.
Fingí mirar la revista, pero en realidad estaba prestando atención a la conversación. Levanté un poquito la cabeza.
—Tenía la edad de Moon, creo —bajó el tono de voz—. Lo mató la policía, pero en la misma calle.
—¿Pero el chico tenía algo que ver con eso?
—Me parece que no, eso es lo peor de todo. Aunque algunos andan diciendo que sí, pero bueno, versiones hay muchas. Yo personalmente no sé cómo siguen pasando estas cosas.
Tami soltó un suspiro frustrado, indignada. Mi tío no dijo nada más y bebió cerveza. Me quedé con una sensación extraña en el estómago después de escuchar eso. Como unas ganas de vomitar, aunque no había comido nada.
Me enteraría, varios meses más tarde, que al grupo viejo de Jake también los habían matado. Desaparecieron y no mucho más tarde sus familias fueron avisadas.
Pero la policía no los encontró nunca, fueron los mismos asesinos que tocaron las puertas de las casas y contaron lo que había pasado. Todo el grupo, ni uno más ni uno menos, se convirtieron en cuerpos sin vida, tirados en un descampado.
Los culpables fueron otros chicos, de su misma edad. Entre quince y diecisiete años.
Del grupo asesinado, todos eran consumidores y andaban metidos en alguna de las bandas pequeñas, que trabajan a su vez para un cartel más grande.
Según los rumores, se habían querido pasar de listos. Se pusieron de acuerdo y pensaron que quizás ganándose la confianza de los más grandes podían llevarse un poco más.
Solo un poco más. Pero ese poco más les costó la vida.
Los descubrieron, los mataron y esperaron el tiempo suficiente para que las familias se desesperaran, hasta decirles la ubicación.
Cuando me enteré todo tuvo sentido. La razón por la cual no me siguieron acosando era porque estaban muertos. Los muertos no pueden pegarle a las personas.
No puedo negar que me tranquilizó un poco saber que no seguían vivos. Que se había terminado, que todo recuerdo de lo que había sido Benjamín no existía. Pero la otra parte, la humana, la que no puede evitar sentir empatía, se sintió algo triste. Solo un poco.
Jake, en cambio, no sintió nada. Se lo conté yo, pero no pareció interesarle. Su única respuesta fue cortante, seca.
—¿Y qué pensaron que pasaría? —dijo, encogiéndose de hombros.
Lo dijo así, como si no se tratara de quienes, al menos yo pensaba, habían sido alguna vez sus amigos. No me atreví a preguntar si él ya sabía toda la situación o porque había dejado de hablar con ellos. Me quedé en silencio y cambié de tema. Jake no me lo agradeció, pero me di cuenta de que su incomodidad desapareció.
Se hizo la tardecita en la cantina, pero entre cervezas mi tío se olvidó de volver a abrir. Prendimos las luces, cálidas, que iluminaron el lugar.
En algún momento Tami me involucró en la charla. Yo era un chico algo tímido con la gente que no conocía, así que solo me reía ante los chistes y comentaba alguna que otra cosa.
Bebí un poco de cerveza, no mucho.
—Entonces se arrodilló, en frente de todo el mundo. Ni siquiera supo qué decir. En general a ese hombre costaba hablar —Tami se mordió el labio, negando con la cabeza—. Qué vergüenza.
—¿Y le dijiste que sí? —pregunté, escuchando la terrible historia de lo que fue la pedida de matrimonio.
—Pues claro, ¿Qué otra cosa iba a hacer? ¡Estaban sus padres en frente! Moon, si alguna vez le pides matrimonio a alguien, no lo hagas frente a su familia, te lo ruego.
Alguien. Eso me hizo sonreír. Reí en voz baja por la expresión de mi tío, quien frunció el ceño y negó despacio, como no queriendo aceptar aquella imagen que su mente creaba. ¿Los chicos pueden pedirle matrimonio a otros? Para responderme esa pregunta, primero tendría que descubrir si dos chicos podían casarse.
—Mejor no le pidas matrimonio a nadie... —murmuró mi tío.
Tami soltó una risa y eso hizo sonreír a mi tío, orgulloso.
—Bueno, creo que se me hace un poco tarde. Fue una charla muy divertida.
Tami se levantó y acomodó su cabello rubio hacia atrás, con un movimiento de cabeza. Mi tío se levantó también. Al tener la barra entre ambos, Tami tuvo que inclinarse hacia adelante. Le dejo un beso en cada mejilla, ruidosos. No pude evitar sonreír.
—Nos vemos otro día, Moon.
—Un gusto conocerte.
Estiró su cuerpo y me besó ambas mejillas. Antes de separarse me susurró en el oído.
—Y no le hagas caso a tu tío. Tú enamórate de quien te dé la gana —me despeinó y mi rostro se tiñó de rojo.
El último pensamiento que tuve cuando la vi salir de la cantina fue: Me cae bien. Muy bien.
Y por la forma en la que mi tío la miró cuando desapareció en la esquina, creo que él pensó lo mismo.
HOLA! COMO ESTAN MIS SERES HERMOSES DEL UNIVERSO??? ME EXTRAÑAROOON? YO a ustedes aaaayyy
VAMOS CON EL MARATON DE CAPITULOS PARA TERMINAR EL ACTO UNO !
1/3 ☘️
Espero q estén muy bien, que disfrutaran el capitulo y q comieran algo rico para el desayuno¿?
Yo ya extraño ver a Jakoon interactuar no se ustedes 😭 AAAYY es q mis nenes los quiero taaantooo
En este capitulo tenemos varios detalles de cosas q van a ser importantes para la trama, asi que diganme ¿Van notando detalles en este capitulo o anteriores q les llamen la atención? 🌷
Y MIREEN ESTOO, Coco me hizo un dibujo de Jake adolescente 😭💗 tqm Coco
AAAAY ¿No entra en el top de personas más hermosas que pisaron la tierra? Q se yo por lo menos eso opina un tal Moon de apellido Hikari.
El pierceng maybe es un pequeñito spoiler 🤫💗
El Wattpad de la talentosísima es @sadclown_ y ya ahi pueden encontrar sus otras redes🌟 💗
Y VAMOS DE UNA A LO IMPORTANTE: MOMENTO PREGUNTAS 🫶🏻
¿QUE OPINAN DE TAMI? Bien linda mi mujer 😻
¿Se esperaban lo del grupo de Jake? ¿Habían pensado en donde estaban?
¿Les gusta la comida japonesa? ¿Alguna vez probaron? 🇯🇵
¿Quieren saber porque nombraron a Moon así? Tipo q les pinto a los padres para ponerle luna en INGLES AJSKAJSK
¿Recuerdan q en un capitulo Jake comenta que es una historia divertida? Fue en el presente...
Y APROVECHANDO LA SITUACIÓN ¿EXTRAÑAN EL PRESENTE? 🫶🏻
¿Quieren más capítulos en el pasado? ¿Les gustaría ver el pasado de Moon esta vez? MOON MINI ❤️🩹❤️🩹😭
¿Personaje favorito hasta ahora? (Pregunta difícil) 😔💕
¿Y sobre el nombre del tío? ¡POR FIN LO CONOOOOCEEEMOOOS! 🌸
¿Soy la única persona q se hizo la imagen mental de Moon pidiendo matrimonio? 😔
Sin duda seria algo desastroso JSKAJSKAJS
Bueeeno creo que eso es todo por hoy!!! Les quiero ❤️🩹😻🫶🏻
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