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Capítulo treinta y nueve: El Loco (tampoco) lo sabe.

Presente

Jake Williams

Juego con mis dedos, juego a hacer ese movimiento repetitivo de un círculo intentando que los pulgares no se toquen. Juego a hacer todo que no sea hablar con Moon. ¿Qué más hay por decir? Mil cosas. Mil y un cosas o mil y dos cosas o un número incluso más grande que mil que no se pronunciar.

—¿Y a qué te dedicas ahora? —pregunta de golpe y dejo de mover los dedos.

Levanto la cabeza para verlo, y Moon, apoyado con la espalda en la mesada, me mira también. Dejo la fotito sobre la mesa, con cuidado, como un tesoro. Claro que recuerdo esa noche. ¿Cómo olvidar una cosa así? ¿Cómo uno se olvida de uno de los días más felices de su vida? Es imposible. Físicamente imposible.

¿Por qué la recuerda él? Eso me hace latir muy rápido el corazón. ¿Qué de especial tuvo para él eso?

Yo la pienso siempre. Yo la pienso siempre. Yo la pienso siempre. Yo la pienso siempre. Yo la pienso siempre. Yo la pienso siempre. Yo la pienso siempre. Yo la pienso siempre.

¿Por qué mierda no le grité que yo también? Quiero llorar porque no existe una máquina del tiempo. ¿Por qué no dejé que me tocara la rodilla? ¿Por qué? Si yo quería eso. Yo lo quería ¿Por qué entonces mi cuerpo se levantó? ¿Por qué no podemos estar de acuerdo? Jake y Williams. Y siempre es el último imbécil el que termina eligiendo qué hacer, porque es más fuerte, más grande.

—Trabajo en un taller mecánico —respondo, encogiéndome de hombros porque no quiero hablar de mi—. En uno que abrió Chris aquí.

—Que bueno.

—¿Y tú?

—Yo cocino en un restaurante.

Lo imaginaba. Y me alegra, porque recuerdo que Moon quería ser eso y saber que lo es me hace sonreír. Sonreír en grande.

—Que bueno —repito su frase, sonriendo de lado.

—Sí, es divertido —dice, mientras cuela los fideos—, estresante, pero divertido. Trabajamos mucho.

Una risa. Él ríe y yo siento otra vez cosquillas. Y entonces me doy cuenta porque estoy aquí y junto aire con la boca.

No voy a huir. No hoy. Quizás mañana sí, y pasado, y el resto de mi vida. Pero hoy es hoy. Y hoy no voy a huir.

—Los fideos quedaron algo pasados.

—No pasa nada.

—Te prometo que en realidad si se cocinar.

—Ya sé que sabes —digo, en voz más baja.

Me remuevo incómodo. Ya se que Moon no quiere que este aqui. Me doy cuenta, no soy estúpido. Ya sé que me odia. Eso me dijo él. ¿Si me odia entonces por qué me quisiera a aca? En la sala de su casa, comiendo de su comida. ¿Si me odia por qué quisiera escuchar lo que tengo para decir? Como, por ejemplo, que en diez años solamente se volvió más lindo. Lindo. Lindo. Lindo

Las personas cambian, tú lo dijiste antes, repito la frase que dije. Repito toda la conversación, pensando que podría haber dicho o hecho distinto. Pensando si me equivoqué. Golpeándome a mí mismo con muchos lo hubieras dicho distinto.

Moon termina de poner los fideos en dos platos y yo pienso que hace cinco minutos estuvimos bien, viendo fotos. Estuvimos bien. Se sintió bien. Lo que, quiero pensar, significa que podemos seguir estando bien ¿No? Está noche. Y si estoy bien entonces puedo decirle lo que quiero decirle. Puedo confesarle lo que quiero confesar y quitarme de la espalda el peso del secreto.

De todas formas no tengo nada que perder. Y estoy bien. ¿Estoy bien, no? Tengo una vida feliz. Tengo a Eloísa, tengo a Iris, me tengo a mi. No te tengo a ti, Moon. Pero estoy bien. Bien.

—Listo.

Y Moon deja ambos platos, uno frente al otro. Se sienta, en completo silencio y comienza a comer. Hago lo mismo, aunque no tengo hambre. Me duele el estomago. Me duelen las manos y la cabeza. Y quiero llorar y vomitar. Cierro despacio los ojos y tomo otra bocanada de aire. Cuando los abro Moon me observa.

—Sigues haciendo lo mismo —dice, clavando su mirada en mi.

Sigo siendo lo mismo para él. Ese es el problema. Sigo siendo el mentiroso, el cobarde, el imbécil. No lo soy, quiero decirle, puedo jurarte que no soy lo mismo. Que no soy tan Williams, que soy más Jake. ¿Pero vas a creerme, Moon? Seguramente no.

—¿Qué cosa?

—Eso. Lo de sentir mucho.

Me confundo durante unos segundos. No lo entiendo, y él se debe dar cuenta porque sonríe un poco, volviendo a comer. Le parece divertido. Todo eso le parece divertido. Parece tan tranquilo. Tan bien.

En lugar de inclinar su cuerpo, agarra el plato y lo sube, para tenerlo más cerca de su boca. Yo hago lo mismo. No decimos nada. El silencio se vuelve entonces mi peor enemigo, y quiero decir alguna cosa para romperlo, pero Moon me gana.

—¿Te puedo pedir algo?

—Sí.

—¿Puedes decirme que lo vas a hacer?

Lo pienso y eso me hace doler más el estómago.

—Sí.

—¿Podemos no discutir?

Quiero responderle desde el orgullo, pero me contengo. Respiro y pienso una y otra vez en todas las veces que por hablar desde el orgullo perdí cosas y entonces, muy despacio solo asiento.

—Bien —dice, sonriendo de lado.

—¿De qué podemos hablar?

Él vuelve a sonreír, bebiendo un poco de gaseosa. Hace un gesto, alzando las cejas y encogiéndose de hombros.

—Pues no sé. Yo te conté de mi hermano y eso. Cuéntame algo más sobre ti.

Estoy por decir que no hay nada interesante que contar, pero luego me esfuerzo en pensar. Si hay mil y dos cosas para decir entonces alguna tengo que decir ¿No?

—Tengo un gato.

—Sí, lo dijiste antes —Moon vuelve a sonreír y yo sonrío también.

—En realidad no es mío, pero estaba en mi casa cuando me mudé, así que no me quedó otra que cuidarlo.

—¿Cómo se llama?

—No tiene nombre —digo y Moon frunce el ceño.

—¿De verdad? No lo creo, algún nombre tiene que tener ¿Como lo llamas tú?

—Gato.

—Gato no es un nombre.

—Moon tampoco, y aquí estamos.

Nos miramos un instante en silencio y luego ambos reímos, de forma ruidosa. Otra vez el aire se siente liviano y lo respiro con tranquilidad. Quisiera contagiarme de la que tiene Moon, pero no se si se puede robar la tranquilidad de otro.

—Así que solo gato —concluye Moon, bebiendo otro trago de gaseosa—. Yo quisiera tener uno.

—¿Un gato?

—Prefiero los perros, pero no podría tener uno aquí.

Moon observa el pequeño departamento, divertido.

—¿Y es un gato pequeño o viejo el tuyo?

—No se cuanto tiene, pero es grande.

¿Dónde quedaron nuestras charlas, esas sobre cosas interesantes? Donde podíamos conversar sobre temas profundos, miraros e intentar descubrir lo que no sabíamos. Y ahora hablamos sobre gatos, sobre la edad de un gato ¿Cuándo nos volvimos esto? O más bien ¿Por qué dejamos de ser lo otro?

¿Qué piensas que somos, eh? ¿Qué vamos a ir caminando de la mano como novios? ¡¿Eres imbécil o te haces?! Novios. Novios.

Eres el peor error de mi vida. Error. Error. Error.

Te odio. Te odio Te odio. Te odio. Te odio Te odio.

Luego del golpe de recuerdos, como un sonido lejano que me aturde, tengo que tomar gaseosa. Lo dulce me distrae unos segundos. Que incomodo todo.

—Cuéntame del restaurante —le pido.

—Es bastante grande. Trabaja mucha gente. Todas son mujeres, así que soy el único chico de ahí.

Eso me hace recordar a la charla o mejor dicho, el tema de los chicos y las chicas. De que era ser uno y que era ser otro. ¿Te gustan las mujeres? Sonrío recordando eso.

—¿En que piensas? —pregunta, con un tono curioso.

¿En que pienso? En ti. Así, haciendo corto el relato, pienso en ti. Porque todo, de alguna forma, termina en ti. El color azul y el color rojo intenso. Cuando veo hilo o veo lana, cuando escucho la palabra Japón o la palabra Chino. Incluso escuchar otro idioma, aunque no sea el tuyo me recuerda a ti. Todo lo que desconozco eres tú. Y lo que conozco también. Lo nuevo, lo viejo. La gente de cabello largo. Y cuando a veces, veo a dos chicos de la mano, pienso, al menos por un instante en nosotros, no en ti.

—¿Yo? En nada ¿por qué?

—No sé. Estás sonriente.

Que lo diga como si fuese algo novedoso me lastima un poco. Es difícil saber cómo fuiste. Creo que recién puedes saber eso cuando escuchas a otros hablar sobre ti. Qué Moon, una de las personas que más me conoció, se sorprenda por mi sonrisa, me duele.

—Solo recordaba una conversación que tuvimos.

—¿Ah, sí? —y se sorprende, otra vez.

¿Qué tan malo fui? O más bien ¿Qué tan malo me recuerda? Se sorprende porque sonrío, se sorprende porque recuerdo. ¿O será por qué él directamente no recuerda? No, si, lo hace, lo dijo antes. Él recuerda ¿Por qué recuerda?

—Sí.

—¿Cuál?

—Muchas. Por ejemplo, cuando me preguntaste si me... —lo miro a los ojos, y él sonríe suave— cuando me preguntaste si me gustaban las mujeres.

Sus ojos se abren en grande y por un instante su seguridad parece desaparecer. Está alerta, como los caballos que levantan las orejas o los perros que se ponen rígidos.

—¿Y qué piensas sobre eso?

—Que me dijiste, literalmente, que pensabas en tener sexo conmigo —murmuro y veo como el rostro de Moon se pinta de rojo.

Levanta las manos y se tapa el rostro, negando muchas veces con la cabeza. Yo me río en voz baja, porque ahora soy yo quien incomoda a él y eso me gusta. Me divierte.

—Dios, no, no, no fue así.

—Claro que sí.

Y no puede darme la contraria, porque tengo razón.

—Era pequeño —se justifica, sin mirarme.

—Con más razón. Me dejaste un trauma —él ríe en voz baja, porque en el fondo sabe que es un chiste—. Tuve que tratarlo en terapia ¿sabes?

Entonces baja las manos y sonríe, confundido, saliendo de ese ambiente chistoso.

—¿Terapia?

Ahí está. Claro que lo dije solamente como excusa para contarle eso. Porque me daba más vergüenza simplemente decirle que fui a terapia que comentar que recordaba la vez que hablamos sobre con quienes fantaseábamos.

—Aja.

Su mueca se hace más exagerada, sorprendida.

—¿Es chiste o es verdad?

—Es verdad.

—No jodas.

Sigo comiendo, aunque la pasta ya esté algo fría.

—No estoy jodiendo. Fui un par de veces.

—¿Como? Cuéntame más, Jake —insiste, inclinando su cuerpo hacia adelante y apoyando ambos codos en la mesa.

Mierda. Ahora me dio vergüenza contarlo. Que imbécil.

—Que se yo —digo, como quitándole importancia—. Fui por la pública, así que tardan quince años en darte un turno. Pero estuvo bien.

—¿Y por qué? Quiero decir, nunca creíste mucho en eso.

El ambiente está relajado. Moon parece contento o puede ser la sorpresa que no lo deja pensar bien.

—Y tampoco creo en Dios y tengo una cruz —y agarro la cruz con la mano, encogiéndome de hombros—. Ni idea, Moon.

—Esas cosas no son comparables, loquito.

Loquito. Loquito. Loquito. Loquito. Loquito. Moon lo dice con una sonrisita pero parece arrepentirse al instante. Se le escapó ¿Se le escapó algo así? Ahora ambos estamos rojos. Parecemos niños pequeños. Ni siquiera, ni de niños fuimos tan ridículos e infantiles. Loquito. Loquito. Me quedo congelado, porque nunca pensé volver a escuchar a Moon diciendo eso. Y por su expresión, Moon parece nunca haber pensado en decirlo de nuevo.

—Perdón —dice.

¿Perdón por qué? Si me acabas de hacer feliz, pienso, pero no lo digo.

—No pasa nada —respondo—, no me molesta.

—Ya, pero es raro...

—¿Qué raro, Moon?

Él frunce un poco el ceño, perdiendo su sonrisa. Raro bien y raro mal ¿acaso se lo olvido? Si lo inventó él, si lo inventamos juntos. Si fue todo para mi ¿no lo fue para él también?

—¿Te olvidaste ya? —susurro y parece más triste de lo que quise que pareciera.

—No —confiesa, avergonzado.

—Entonces dime.

Moon vuelve a ponerse rígido, recto, abandonado esa postura cómoda. Ruego que me diga raro bien.

—No se que está pasando, Jake, honestamente.

—¿Sobre qué?

—Sobre ti.

¿Sobre mí?

—¿Es por el chiste que dije antes? Moon, fue...

—¡No! No es por eso —suspira de forma ruidosa, acomodando su cabello con una mano—, es que no termino de darme cuenta que está pasando.

Y siento esa cosa extraña que hace años no sentía. Al mirarlo a los ojos, me doy cuenta de todo lo que está pensando y no quiere decir.

—Pensabas que yo iba a seguir igual, como la última vez que nos vimos —y él asiente con la cabeza.

Vaya equivocación, pensar que iba a estar como estuve en el peor momento de mi vida. Pero está bien, tú tampoco nunca preguntaste que me pasaba, no lo digo. No voy a decirlo.

—Pensaba que estabas muerto, Jake... —y él dice algo mucho peor y sonrió, de forma amarga.

—¿Pensabas o deseabas? —murmuro, muy bajito y Moon abre en grande los ojos—, ¿Sabes que? No quiero saber la respuesta.

—¡¿Qué dices?! ¿¡Cómo voy a desear que te mueras, Jake?! —levanta el tono de voz, sin gritar, más decepcionado que otra cosa.

—¡No lo se! ¡No lo se!

—¡No podía dormir pensando que estabas muerto! Pensando que te había pasado algo. Te fuiste tan... tan mal —quiero llorar, quiero llorar, quiero llorar— ¡Pero nunca dejas que me explique! Sacas tus propias conclusiones sin sentido —y cuando estoy por hablar Moon me interrumpe—. Como la estupidez de que quería dejarte ¿¡en qué momento quise dejarte?!

—¡El día en el que conseguiste un empleo aquí, sin preguntarme antes siquiera!

—¡Pensé que ibas a decir que sí, Jake! ¡Esa es la verdad! Creí que ibas a querer venir conmigo —habla, moviendo las manos de forma nerviosa—. Nunca quisimos la misma cosa, ese fue el problema. Y tú quieres que se haga todo a tu modo.

—¡Vete a la mierda! —y me levanto.

Moon hace lo mismo, estirando la mano para señalar mi pecho y me detengo, quedando parado frente a la mesa.

—¡¿Sabes?! ¡Yo de verdad quería que vinieras conmigo! Lo quería por sobre cualquier cosa. Le pedía cada mañana el diario a una vecina porque sabía que habían unas páginas sobre casas en alquiler y las miraba todas, todas, todas aun sabiendo que no podríamos pagar ni la mitad. Miraba que tuviera un solo cuarto y pensaba que íbamos a dormir los dos en una sola cama, siempre. Buscaba las casas que tuvieran una enorme ventana y fantaseaba con que íbamos a estar las tardes mirando la vista. Las buscaba en el mapa y si tenían un parque cerca pensaba que seguro íbamos a caminar por ahí. ¡Y me voy incluso más lejos! Soñaba con vivir en un cuartucho de mierda. Me daba igual. ¡Porque la estúpida idea de salir a un parque contigo me alegraba, imbécil de mierda!

Moon se pone a llorar luego de gritar todo eso. Y no me doy cuenta, pero estoy llorando también. Baja la cabeza y solloza, de forma ruidosa.

—Te detesto... —murmura y me hace llorar más, pero lo disimulo.

—No sé cómo llegamos a esto, Moon —confieso, en un hilo de voz.

No se como nos volvimos esto. En qué momento pasamos a ser extraños. En qué momento tiramos todo a la mierda y nos volvimos esto.

Moon aprieta las manos con fuerza, subiendo la cabeza para mirarme. Tiene los ojos rojos, la nariz llena de mocos y lágrimas en las mejillas. Parece en medio de un ataque de nervios, porque sus manos dejan de moverse.

—¡Yo tampoco! ¡Eso es lo peor de todo!

—Eh, Moon...

—¡No lo entiendo! ¡No sé en qué momentos nos volvimos esto, Jake! ¡Dios! —y suelta otro sollozo triste, pesado— ¿¡Por qué mierda tenias que volver?! —dice, frustrado.

—¿¡Y me echas la culpa a mi!?

—¡Tú eres el que está en mi casa! —y abre los brazos, como queriendo enseñar el lugar.

—¡Si quieres puedo irme!

—¡Ese es el puto problema! —grita, y yo me quedo callado— ¡No quiero que te vayas, eso es lo que no entiendes, Jake!

—¡No te entiendo!

—¡Quédate! ¡Solo quédate! —lo dice como si fuera así de fácil— ¡Por una vez en tu vida, ponle huevos y quédate!

Mueve los brazos y yo hago lo mismo, pero no nos acercamos más. Nos separa esa mesita baja. Nos separa nada. Y la horrible sensación, que está dentro de mi pecho de querer lanzar algo contra la pared aparece, de querer golpear, no a Moon, sino a alguien. De sentir que no me pertenece más mi cuerpo y que me duelen las manos y la cabeza. Y es física. Es puramente física y me enoja más que aparezca. Por eso respiro, respiro muchas veces y lo controlo. Respiro una vez y suelto el aire por la nariz.

Una, dos, tres, cuatro. Una, dos, tres, cuatro.

—Me quedé muchísimo tiempo —digo, aunque no significa absolutamente nada.

—¡¿Dónde, Jake?! ¡En los lugares donde nadie te quería! ¡Te quedaste en esa casa con los dos hijos de puta que decían ser tus padres, pero luego huyes de los lugares que te hacen bien! ¡Eso es lo que no entiendo de ti! ¡Te da miedo ser feliz, Jake! ¡Te da miedo estar bien!

No respondo nada y siento las lágrimas caer por mis mejillas, mojándome el rostro. Moon intenta calmarse, juntando aire y limpiándose la cara con las manos. ¿Me da miedo ser feliz? ¿Ese es el problema? No lo pienso, no lo analizo, solo respondo, porque de eso se trata una pelea ¿estamos peleando? ¿No que no íbamos a discutir? Pero eso estamos haciendo.

—¡Me daba miedo acostumbrarse a estarlo y que luego todo se fuera a la mierda, Moon!

Moon me mira, con una expresión seria, los labios apretados y los ojos enrojecidos. Tiene la cara mojada y sonrojada, respirando por la boca.

—No puedes vivir así —murmura, serio.

—Dije daba, Moon.

¿Qué intento decir con eso? ¿Cuál es la diferencia entre decir que me daba y decir que me da? ¿Qué una quedó en el pasado? ¿Lo hizo? ¿Ahora me da miedo ser feliz? No. No me da miedo. Lo tengo claro, clarísimo. No voy a huir más de lo que me hace bien por miedo y no voy a quedarme donde soy lastimado por el mismo motivo.

¿Pero qué le intento decir a Moon aclarando que ya no pienso lo mismo? ¿Es que sigo teniendo esperanza de...? Que cosa ridícula e infantil, la esperanza. ¿Es que sigo queriendo a Moon de la misma forma? Un poco. Si pudiera, viajaría al pasado y entonces me abrazaría. A mi mismo. Siempre, cuando hacía cosas mal, tenía la imagen de por un segundo, salir de mi cuerpo y golpearme. Hoy en día, cada vez que pienso en las veces que hice cosas mal, solo quiero viajar a ese momento, salir de mi mismo y abrazarme.

—No quería pelearnos así —dice Moon, relajando su cuerpo.

—Y yo no quería tenerle miedo a ser feliz, Moon —confieso, muy bajito y él frunce la nariz.

Se me rompe la voz, aunque no quería que sucediera eso. Me oculto el rostro y vuelvo a sentarme, o más bien, me dejo caer.

—Jake... —escucho su voz, cerquita y entonces siento que me abraza.

—Lo siento tanto. Lo siento. Lo siento.

Lo siento, lo siento, lo siento, lo siento, lo siento.

¿Cuántas veces tengo que decirlo para que volvamos a ser lo mismo? ¿Es suficiente? Moon me abraza con fuerza, y yo solamente apoyo mi cabeza contra su hombro, intentando de alguna forma, ahogar mis sollozos y con eso mi tristeza y con eso todo. Todo, todo. Que no quede absolutamente nada más que ese abrazo.

—No te disculpes, tonto. No te disculpes —lo dice tan bajo que me hace cerrar los ojos, como una canción de cuna.

Aprieto sus brazos también, separándome un poco del abrazo. Moon me mira a los ojos y me sonríe de labios cerrados.

—Me voy a quedar —digo, en un susurro.

—Bien.

—Y vamos a hablar.

—Bien. Como adultos.

Lo miro y él me mira y al notar que tenemos la nariz roja, la cara mojada, y la voz rota por gritar cual caprichosos, reímos, suavecito.

—Como niños, mejor.

—¿Por qué?

—No sé. Dicen que los niños siempre dicen la verdad.

Yo de niño era mentiroso, aunque siempre alabaron mi sinceridad. Nunca entendí bien eso. Iris siempre dice la verdad, sin filtro. Quizás eso. Que de niño uno no piensa en el otro y solo dice. Es más egoísta. Puede que yo nunca fui niño, por eso mentía.

—Pregúntame lo que quieras —dice, sentándose algo más lejos —Quiero que se acerque, pero no insisto.

—¿Quién es tu ex? Dilo como lo diría un niño.

—Su nombre es Dan —Dan, Dan, Dan, Dan—. Lo conocí cuando tenía veinte y estuvimos tres años juntos.

Tres años. ¿Es mucho o poco? En realidad es solo un año menos de lo que estuvimos nosotros. Solo un año menos. Además nosotros nunca fuimos novios. Ellos fueron novios y estuvieron la misma cantidad de tiempo. Ellos fueron reales. Me hace sentir mal eso. No raro, directamente mal. Feo. Triste. Oscuro.

—¿Y cómo es? —me da miedo preguntarlo.

—Es lindo —yo nunca fui lindo—. Sabe mucho sobre muchas cosas —yo nunca supe muchas cosas—, es gracioso —yo no soy divertido—, sus ojos son algo verdes —los mios son marrones mierda—, y cariñoso —y con eso dice todo, porque si algo nunca fui, fue cariñoso.

¿Por qué ahora suena tan feliz hablando de él, cuando hace un rato criticó hasta a su primo? ¿Es para ponerme mal a mi? No. ¿Qué ganaría él con eso? No suena como una mentira pero tampoco se escucha como una verdad, ese es el problema. Que no logro darme cuenta. La habitación se llena de un silencio incómodo, que solo se rompe por el sonido de los autos afuera, lejanos.

—Voy a lavar los platos —dice, de la nada.

Se que es una excusa, tampoco soy tan estúpido, pero solo asiento. Él toma los platos que aún tienen comida y se levanta.

—Te ayudo —y me levanto de golpe.

No me dice que no, así que supongo que es un . Caminamos la mesada y Moon abre la heladera. Mientras él guarda los fideos en un tupper de plástico, yo limpio los cubiertos, con jabón y esponja. Ninguno dice nada. Moon solo tararea, muy bajito una canción que logro reconocer. Es aquella japonesa de la radio. Muevo la cabeza despacito, y tarareo igual. Escucho la risa de Moon y río también. Nos veo así, casi en tercera persona, y la simple imagen de ambos limpiando los platos y tarareando canciones me hace sonreír.

Soñaba con vivir en un cuartucho de mierda. Me daba igual. ¡Porque la estúpida idea de salir a un parque contigo me alegraba, imbécil de mierda! Como te explico que yo igual, Moon.

Q puedo decir 😃 

PRIMERO, LLEGAMOS A 2K LECTURAAAAS 🥳🥳🌟

No me maten, bo, yo tmb odio el presente odio escribirlo y odio leerlo y lo detesto y es re difícil y siempre me da miedo hacerlo mal 🥳💪🏻

Son las seeeis de la mañanaaa, otraa noche siin dormiir. No fuera de joda, son las seis de la mañana y acabo de terminar el capitulo AJAJSKA TENDRIA Q IRME A DORMIR😔💗

Advertencia: seguro el cap tiene errores de ortografía pq me da tristeza releerlo y no tengo ganas de corregirlo, chau ✍🏻🩹

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH

Este es el momento para decir lo que piensannnnn 🌼🌟 

AY NO SEEE, odio hacer estas notas en el presente LO DETESTOOOOO

A VER, no se por donde empezar 😭

🌠 Antes que nada, QUE PIENSAN USTEDES???

MOMENTO, DIALOGO, PENSAMIENTO QUE LES GUSTARA/LES ENTRISTECIERA? 🦋💞

QUE CREEN QUE PIENSA MOON SOBRE TODO ESTO? CREEN Q MOON Y JAKE ESTAN EN LA MISMA SINTONIA? 😭😭

Sienten un cambio en el pasado y el presente?? 😔💕

Creen que Moon sigue amando a Jake y Jake sigue amando a Moon? 😔💗🩹 Esta pregunta me rompe asi q chau

...Quisieran conocer a Dan? 💀

Hace mucho q no usaba estas imágenes de mierda pero es q tengo nervios y necesito ponerle humor o voy a llorar 💔

Jake llorando me destruye y Moon diciéndole loquito me destruye más.

Piensan que los conflictos de los personajes tienen sentido o cobrando sentido? 😔💗

IRIS, NOMBRO A IRIS, AYAYA 😭😭😭💗 Es q nombran muchas cosas en este cap, mejor q se den cuenta ustedes.

Odio escribirlos pelear, les juro que pasa poquitas veces </3

Quieren conocer cuanto evolucionaron y q fue de sus vidas los 10 años separados? 

JAKE FUE A TERAPIA, aun falta desarrollar ese tema pero AYYY q orgullo 😭😭💗🌠

AAAAAAAA TEORIAS DE Q VAYA A PASAR???????

NO SE Q MÁS DECIR, si tienen preguntas pregunten.

LES QUIERO.

FELIZ

TODO

FELIZ

FELIZ

FELIZ

FELICIDAD

FELICIDAD!!

(lo siento)



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