Capítulo treinta y dos: La lluvia que hizo correr al Loco y la Luna
Hace muchos, muchos años.
Jake Williams
Estaban peleando, no recuerdo bien porque, aunque probablemente no había un motivo que justifique esa situación.
Gritaban tan fuerte que las paredes parecían a punto de caerse. Irina movía los brazos, de arriba a abajo y su voz se quebraba con los gritos, gritos que lastimaban los oídos.
Cuanto entré, por la puerta principal, George giró como un toro excitado con el movimiento de una bandera y se acercó a mi.
Corrió, mejor dicho.
Me agarró de la nuca y el cuello y me sacudió como cuando era pequeño. Fuerte, apretando tan fuerte hasta dejarme marcada la piel. Me mareé y estuve por vomitar. No podía respirar. Le golpeé los brazos. George no parecía dueño de sí mismo, sus ojos ni siquiera me miraban, porque no estaban ahí. No gritaba, no hablaba, estaba serio e inexpresivo. A veces le pasaba y a mi me aterraba, porque no había forma de calmarlo.
—¡Loco, loco! —recuerdo que gritó Irina, en algún momento.
Loco. La locura era parte del apellido Williams. Como una carga en la espalda. Mi abuela se había vuelto loca tras una situación que nunca me quisieron contar, pero Irina lo decía siempre, como un recordatorio.
Mi abuelo era aún pero mi padre y ambos compartían el mismo apellido. Williams. Me da asco decirlo. Pronunciarlo.
Recordar que ese es mi apellido. Que es mi sangre, mi historia. Los Williams terminan rotos. Y la gente rota nunca se arregla. Viven rotos y así terminan locos. Locos. Locos.
Me daba miedo ser eso. Romperme tanto y volverme loco. Impulsivo, incontrolable, como un animal.
Un viejo triste, amargado, solitario.
No sabía cómo iba a poder ser feliz. Estar bien. Si era hijo de George. Hijo de mi apellido, de mi familia. Y me negaba a aceptarlo, pero lo era. Era Jake Williams.
Y estaba roto. Y eso me enojaba. Porque no sabía llorar. No veía la posibilidad de ser normal si no sabía cómo llorar.
Y las personas rotas se quedan rotas. Para siempre.
Eso pensaba yo en ese momento, que daba vergüenza, que lo único que tenía que hacer era aprender a ocultarlo. Como las cicatrices, que se tapan, se esconden. Porque aunque no le haya dicho a Moon que era un debilucho por tener cicatrices, a mi me daban vergüenza las mías. La de mi ceja, la de mis brazos, todas.
Cuando un plato se rompe uno lo desecha, cuando una pintura tiene un error, nadie quiere comprarla, cuando un escultor golpea mal el mármol lo tira y empieza de cero. Así funciona, con las personas también.
Yo se que los recuerdos te hacen lo que eres y que uno aprende las cosas cuando debe hacerlo y toda esa mierda. Pero si pudiera borraría todos esos años de mi mente y me enseñaría mucho antes que eso, que todo eso era mentira. Que no era así.
Irina lanzó un vaso de agua helada al rostro de George y todo el cuarto se congeló. Caí al suelo y ninguno de los tres dijo nada. Hubo un silencio terrorífico.
Me levanté y corrí. Corrí tan rápido que casi tropiezo y caigo de cara al suelo. Huí de esa casa dejando atrás una serie de gritos que nunca antes había escuchado y me perdí entre las calles de tierra. Me agaché porque tuve una arcada, pero no vomité nada.
Me desvié hacia unos caminos de tierra que llevaban a la estación de tren.
Me senté sobre un tronco podrido y observé como del otro lado de la reja la gente se iba en esos trenes. Pasaba uno cada un largo tiempo, así que entre tren y tren yo solo observaba a las personas. Algunos intentaban colarse y descubrí que había una forma de hacerlo, que a la mayoría le servía.
El suelo temblaba cuando un tren avanzaba. Como un tambor o como si la tierra tuviera un corazón que latiera. Las piedritas saltaban en la tierra e intenté agarrarlas en el aire.
Me toqué el cuello, que me ardía y me dejé caer en el suelo. Miré el cielo y cerré los ojos, hasta que la tierra dejó de temblar. El tren finalmente se había ido.
Los domingos eran mi día favorito, porque me juntaba con Moon.
Solté humo por la boca, tirando hacia atrás mi cabeza y viendo como el cigarrillo entre mis dedos se consumía. Lo moví un poquito, de arriba a abajo y una ventisca fría se llevó la cenizas. Moon, junto a mí, observaba el lago, de agua amarronada.
—¿Alguna vez fumaste hierba? —pregunté, y al ver la expresión de Moon volví a hablar—, marihuana.
—Ah, no. Nunca.
—Milo sabe donde conseguirla, otro día le voy a pedir así la puedes probar.
Ni me molesté en explicar quien era Milo, y Moon tampoco lo pidió. Solo apoyó la espalda contra el césped y junto sus manos sobre su pecho.
—¿Tu la probaste? —me preguntó.
—Aja, una vez en su casa. Pero nos pegó mal, así que no estuvo muy bueno.
Estiré mi brazo y le pasé el cigarrillo a Moon. Él dio una pitada y soltó humo, medio tosiendo. Frunció el ceño y me devolvió el cigarrillo. Lo apagué contra la tierra, haciendo fuerza y dejándolo ahí. Moon se levantó con lentitud, limpiando la tierra de su pantalón.
—Voy al lago —avisó.
—Debe estar helada.
Moon se quitó la remera y la lanzó a un costado. Noté que su cuerpo se erizó por el frío. Su piel era muy blanca, casi pálida. Y más en el pecho, donde casi nunca le daba el sol.
Tenía la cintura marcada, como las chicas que yo conocía, aunque nunca había visto una así, sin remera. Al menos no en la vida real. Pero al verle el resto de cuerpo no parecía para nada una chica.
Era confuso, pero decidí simplificar todo a porque es un chico luna. Por eso puede parecer una chica y un chico al mismo tiempo. Y me gustaba eso. Eso lo volvía tan lindo de ver.
Siempre me gustó mirarlo, incluso cuando no lo conocía. Cuando estaba callado, cuando estaba solo, cuando estaba jugando con la tierra. Moon siempre tuvo eso. Tenía esa cosa rara que hacía querer verlo. Quizás por lo bonito que era, físicamente, o por el aura que tenía. O por lo que sea.
Estaba alto y se notaba que iba a seguir creciendo, lo que me daba un poco de envidia. Al menos en ese momento era más alto que él. Su rostro también había cambiado. Más marcado, menos aniñado.
Mientras yo lo miraba él se desató el nudo de su pantalón de tela y lo dejó caer, quedándose solo con la ropa interior. Me levanté y Moon dio pasos hasta la orilla del lago.
Copié lo que había hecho él y me saqué las chancletas. Dejé mi bermuda y mi musculosa a un costado. Solo me quedé con la cadenita de Toto en mi cuello. Pasé mi dedo por el tatuaje y sonreí.
Nos quedamos mirando al lago, a unos metros de distancia entre nosotros. Moon estaba rojo. Bajé la cabeza para verme a mí mismo y luego lo miré a él, como comparándonos. Viendo que diferencias había.
Él casi no tenía cicatrices, ni pelos en las piernas. Me dio risa y Moon sonrió, como si supiera el chiste qué pasó por mi mente.
Ambos teníamos las manos abajo, tapándonos con vergüenza. Sin pensarlo volví a bajar la cabeza y noté que en la espalda baja Moon tenía dos hoyuelos, como los que se le formaban en la cara al sonreír. Moon me dio un golpe con el puño cerrado en el brazo, que me hizo volver a levantar la cabeza. Yo se lo devolví, y él me lo devolvió más fuerte.
No sé en qué momento Moon había aprendido a golpear, pero lo había hecho. Me agaché un poco, con los brazos adelante, fingiendo la pose de un luchador y él hizo lo mismo. Es más gracioso cuando recuerdo que estábamos medio desnudos.
Moon estiró su brazo y me tomó de la nuca. Yo hice lo mismo, sin dejar que se pudiera mover.
Tomándolo desprevenido estiré mi pie y agarré el suyo, haciéndolo caer, pero cayendo junto a él. Nos reímos cuando nuestros cuerpos golpearon la tierra. Moon volvió a levantarse y se lanzó sobre mí. Como dos animales peleando, nos removimos en la tierra, ensuciándonos.
Giramos uno sobre el otro y Moon amagó con morderme el cuello. Intenté sacarlo, pero gracias a la tierra en mis ojos no pude y él clavó sus dientes como un perro. No tan fuerte como para lastimarme de verdad, pero lo suficiente para dejar una marquita en mi piel
―¡¿Me acabas de morder, imbécil?! —grité y Moon solo se levantó, comenzando a correr hacia el lago.
Se lanzó y comenzó a nadar adentro, huyendo. Me levanté y me toqué el cuello. Me ardía. Se sentía raro tocarlo. El bruto me había literalmente mordido.
Fui hacia el lago y corrí varios metros hasta lanzarme de clavado al agua. Me congelé por completo. Nadé debajo del agua, aguantando la respiración, hasta la parte honda, dónde estaba Moon. Saqué la cabeza y junté una bocanada de aire, sacando el cabello mojado de mi frente. Sonreí en grande. Estaba feliz. Sonriendo. Me dolían las mejillas de sonreír.
No veía a Moon, así que pensé que podía estar aguantando la respiración. Intenté hundirme y mirar el fondo del lago pero el agua estaba tan turbia que no se llegaba a distinguir nada. Volví a la superficie, y en el tiempo en el que buscaba a Moon jugué con ponerme la cruz en la boca, nadando con la cabeza fuera del agua.
—¡Jake!
Giré y vi a Moon, haciendo el muerto a unos metros. Me impulsé con las piernas hasta llegar a su lado e imité su gesto, juntando aire para poder flotar. Estiré los brazos y las piernas.
—¿Por qué crees que no viene nadie a este lugar? —pregunté, observando las nubes grises que empezaban a formarse en el cielo.
—Creo que hace muchos años mataron a unos chicos y los encontraron aquí.
—¿De verdad?
—Aja, mi tío me contó que cuando tenía como diez u once hubo todo un problema, porque había un tipo dando vueltas por aquí que secuestró a unos niños o algo así. Quizás por eso a la gente le da miedo venir.
—Así que en esta agua hubieron cadáveres.
—Pero no lo sé, tal vez es mentira.
Moon hundió su cuerpo en el agua y salió a los segundos. Su cabello mojado le caía por los hombros y algunos mechones le tapaban la frente. Estiré mi mano y le tiré mechón. Moon se sonrojó, divertido.
Lo besé, apoyando ambas manos sobre sus hombros y haciendo fuerza para intentar hundirlo y subirme sobre él. Moon soltó una risa entre el beso e intentó escapar. Enredé mis piernas en su torso, pero Moon no pudo sostenerme y cayó de espaldas al agua.
Solté a Moon, y él se deslizó en el agua con brazadas largas, alejándose de mí. Lo seguí, y llegamos a unas rocas que sobresalian del agua, de tierra cubiertas de musgo.
Moon se sentó sobre una de estas piernas, estirando las piernas para dejar que flotaran en el agua. Siguiendo su ejemplo, me senté a su lado. Moon levantó una pierna, colocándola sobre la mía con una risa juguetona. En respuesta, le di un ligero golpe en su pierna, con el pie.
—¿Quieres venir un día a la cantina? Puedo cocinarte algo —comentó, bajito.
Me encogí de hombros, asintiendo. Me gustaba la idea de que Moon volviera a cocinar algo y más me gustaba pensar en conocer esa cantina, un lugar del que había escuchado ya muchas historias.
Las nubes se unieron en un gran cuerpo gris y el viento empezó a levantar las hojas. Había ladridos ruidosos de perro.
A los pocos minutos comenzó a llover, y pudimos ver como el agua del lago se salpicaba, ruidosamente. Primero unas pocas gotas y luego una gran tormenta que no dejaba ver ni siquiera un metro adelante. Nos levantamos y corrimos hasta la tierra, para ocultarnos debajo de los árboles.
—La ropa se va a mojar toda —dijo Moon, señalando con la cabeza en donde estábamos antes. Pero para ir había que cruzar todo el lago nadando, y no pensaba hacer eso.
Caminé sobre la tierra húmeda, ensuciando mis pies y me senté debajo de un gran árbol torcido, cuyas hojas detenían la caída de la lluvia. Moon se sentó a mi lado, abrazándose a él mismo.
—Mierda. Parece una gran tormenta —comentó, subiendo la cabeza para mirar el cielo.
—Tengo mucho frío.
—Hace mucho frío, sí.
Me abracé las rodillas también, pegando mi espalda al árbol. Las gotas que traía consigo el viento, nos mojaban un poco, pero no demasiado.
—Estás rojo —le dije.
—Es por el frío —me respondió, pero no terminé de creerle.
Me acerqué a él y Moon apretó su propio abrazo, soltando aire contra su piel en un intento de calentarse.
—Le pregunté a Irina porque me nombraron Jake.
—¿Ah, si? ¿Qué te dijo?
Irina me contó que mi nombre no tenía sentido.
No se bien porqué le pregunté, quizás porque me quedé pensando en la historia de Moon y tuve la esperanza de descubrir que mi nombre también tenía un significado profundo o una anécdota divertida. Luego de que me gritara, decidí irme, dejándola sola en la sala, como ella quería.
Caminando por la calle me sentí frustrado. Decepcionado y triste por la historia de mierda que ni siquiera era historia. Luego suspiré, enojado porque luego de tantos años, seguía teniendo esperanza en Irina y George.
Jake. Jake. Nunca me había puesto a pensar mi nombre. Jake. Jake. Lo que soy, la forma en la que los demás me reconocen. Lo que figura en mis documentos. Lo que me distingue, pero al mismo tiempo el nombre que tienen otras miles de personas.
Nada único. Nada especial. El nombre de una lavandería.
Estoy seguro que incluso el que nombró esa tienda para limpiar ropa pensó más que mis propios padres al nombrar a su único y primer hijo.
Jake Williams Jami.
Hubo un momento donde odié mi nombre. Especialmente porque lo habían elegido George e Irina, pero cuando descubrí que ni siquiera había sido idea suya, que había sido producto de una casualidad, le agarré un poco más de cariño. Sentí que ya no lo odiaba, que sentía pena por él. Por Jake.
Me frustraba un poco que Moon supiera más sobre su familia que yo, cuando sus propios padres lo abandonaron y nunca los conoció. Porque quizás en realidad yo no tenía nada que saber, porque no había nada. No había historia, ni anécdotas.
—Cuando nací no tenía nombre, porque ellos nunca lo pensaron. Entonces estaban caminando hacia el registro conmigo cuando vieron una lavandería que se llamaba Jake o una cosa así.
Moon sonrió un poco. Me confundió.
—¿Y donde estará la lavandería? —Moon jugó con sus manos, alegre— Que gracioso, tal vez sigue estando ahora. O puede ser también que la hayan cerrado... entonces ¿Cómo se llamará ahora?
Quise llorar, porque de una historia triste y sin gracia Moon inventó preguntas. No hizo incómoda la situación ni se lamentó por mi. No dijo lo siento tanto, cosa que solo me habría recordado que él sí tenía una historia divertida. No. Moon simplemente sonrió y encontró, en la mierda que era mi nombre, algo divertido.
Moon hizo que mi nombre significara algo lindo.
—El tuyo es mejor igual —le dije.
—Es difícil de escribir. Como se pronuncia mun la gente cree que se escribe así, pero tiene dos o no una u. Los profesores siempre se confundían.
—El mío también, tarado. Cuando lo escuchan, le ponen una i donde no va y cuando lo leen no saben como carajo decirlo.
—¿Sabes? La primera vez que lo leí pensé que se decía como jaque, de jaque mate.
Ambos soltamos una risa, y el viento nos golpeó el rostro con una cortina de agua. El cabello de Moon volaba y le tapaba el rostro.
—Ahí tienes, es un nombre de mierda.
—A mi me gusta como suena, Jake ¿Tienes un segundo nombre?
—Creo que no.
Me temblaban los labios del frío, y solo en ese momento pensé por qué mierda me quité toda la ropa para meterme al lago. Luego recordé por qué y me avergoncé.
—¿Y algún apodo?
Jackie. Pero no lo dije, porque era patético. Me encogí de hombros, negando con la cabeza.
—Dejemos de hablar de esto, me aburre.
—¿Qué hacemos? —preguntó, apoyando su pera sobre su rodilla.
—Esperar que deje de llover.
—Si, si, pero mientras hacemos eso.
Nos miramos, y Moon sonrió. Se le marcaron los hoyuelos, que antes lo hacían ver más pequeño y en ese momento solo lo volvían más bonito. Bonito.
—Besarnos —dije, sin otra intención que ser sincero.
A Moon le dio tanta risa que tiró su cabeza hacia atrás y de sus ojos salieron lágrimas. No entendí que le causó tanta gracia, pero sonreí igual.
—¿De que te ríes, tarado? —murmuré, despacito.
Moon me miró y se acercó gateando hacia mí. Me besó y tomó mi rostro con fuerza. Yo hice lo mismo y ese movimiento repentino hizo que Moon cayera sobre mí. Sentí su pecho, desnudo, mojado y frío tocar el mío. Me encogí en el lugar, extrañado e incómodo por esa cercanía. La brisa helada hacía volar el cabello oscuro de Moon, haciendo formas en el cielo y los árboles ya no podían protegernos de la tormenta. Aun así, en ese momento no sentí las gotas mojarme, los perros ladrar o el agresivo sonido de esas mismas gotas golpeando la chapa de las casas. Todo era Moon y yo.
Y lo raro que se sintió cuando se inclinó más, cortando toda distancia, observandome. Me acosté lentamente, de espalda a la tierra y sentí como el barro me ensuciaba. Era molesto.
La sensación de la tierra húmeda en mi cabello, la de tener que entrecerrar los ojos por el viento, del frío y del cuerpo de Moon tan cerca. Pegado al mío, sobre el mío.
Noté que tenía la piel erizada, al igual que los pelos de sus brazos. Y miré mi brazo y estaba igual. El eco de sus latidos golpeó mi pecho. Sentí retumbar mi cuerpo como si el tren que se iba del barrio estuviera pasando a centímetros de mi. Tum-tum, tum-tum.
—Moon... —dije bajito, en un susurro que parecía más un suspiro.
—Jake —me respondió, de la misma forma.
Me temblaba el cuerpo, y solo pude concentrarme en los ojos de Moon. En la forma de su boca, de su cara, de todo eso que usualmente no veía. Pensé en eso para no pensar que estaba semidesnudo con Moon encima, porque si pensaba de más iba a desmayarme. Me había desmayado un par de veces y no se sentía bien. De pronto, sentí cómo sus manos se deslizaban hacia abajo y como sus dedos me rozaban suavemente. Suspiré.
—¿Puedes cerrar los ojos? —dijo.
Ni lo pensé y lo hice. Quise responderle, algo altanero, burlándome de él, de su pedido pero no me salió. Lo pensé, tardé cinco segundo y decidí finalmente no decirlo. No decir nada. Cerré los ojos y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, desde los pies a la nuca. Se sentía demasiado, no podía procesarlo todo a la vez.
No me gustaba no saber ponerle nombre a las cosas. Si era miedo, si era tristeza, si era emoción o era incomodidad.
Y cuando eran más que una, cuando todo se juntaba me presionaba el pecho y me daban ganas de gritar porque no sabía qué otra cosa hacer. No tenía idea cómo procesar esas cosas. Me costaba llorar con una muerte o sonrojarme con un abrazo.
Y cuando además, eran más de una cosa juntas me congelaba. Entonces me iba. Lejos, a algún lado dentro de mi mente. Mi vista se nublaba y ya no controlaba mi cuerpo. No era que quisiera hacerlo. No podía evitarlo. Una sensación extraña de no ser yo, de no estar en mi cuerpo.
Era más fácil eso que encontrarme luchando con las cosquillas de los dedos, que me congelaban las manos. Había algunas sensaciones que conocía, que eran fáciles, pero cuando experimentaba algo que era distinto entonces sentía esas cosquillas.
No me gustaban. No, no. No sabía qué hacer con ellas.
Moon se movió hacia adelante, tan solo un poquito y la fricción de nuestros cuerpos me robó un suspiro. Hizo lo mismo otra vez. Y otra vez. Varias veces. Tum-tum, tum-tum.
Y si bien no podía verlo me di cuenta que había apoyado su rostro en mi hombro, porque sentí una prisión ahí. Hundí mis manos en el lodo, apretando con fuerza y escuché a Moon, bajito. Un perro ladró y me congelé. No me gustaban esas cosquillas. Esos ruidos. Lo raro de la piel mojada de Moon. Todo. Me desagradaba, se sentía lejano e incómodo. Era todo tan rápido que no podía darme cuenta que me pasaba. Y esas cosquillas, que no eran más que la muestra de eso, se intensificaron.
—Moon, Moon —dije, con seriedad, pero fue tan bajo que él no me escuchó—, Ya está. Basta ¡Basta, imbécil!
Abrí los ojos de golpe y sin pensarlo lo tomé de los hombros y lo empujé, con tanta fuerza que cayó de culo al suelo. Nos miramos y sonó un trueno que me volvió a sobresaltar, como un animal asustado que corre tras ver una patada al aire. El rostro sonrojado y confundido de Moon se frunció. Respiraba agitado, y de su cabello caían gotas de agua. Bajó sus manos y se tapó. Yo hice lo mismo, nervioso. Desvié la mirada.
—Lo siento, lo siento —dijo apresuradamente, con el rostro colorado.
—Deja de hacer eso.
—P-pero lo siento, no te escuché. Te juro que no te escuché.
—¡Ya, ya! Basta, basta. Solo cállate —bajé mi tono de voz—, cállate.
—Lo siento mucho.
Negué con la cabeza, intentando limpiar mis manos que temblaban, tal vez del frío, la vergüenza o la tristeza. O el miedo.
—¿Estás temblando? —preguntó y rodé los ojos— ¿Es porque hace mucho frío?
—No estoy temblando, basta con eso.
—Pero...
—No quiero hablar —lo interrumpí.
Tendríamos que estar juntos hasta que dejara de llover y eso me hizo soltar un suspiro frustrado. Quería irme e ignorar todo lo que había pasado, pero me veía obligado a hablar. Odiaba hablar. Nunca supe hacerlo bien. Aprendí a huir. Huir antes del problema.
—Está bien.
La atmósfera entre nosotros se volvía más incómoda con cada segundo que la lluvia se hacía más ruidosa. Solté aire por la boca, y el humo me recordó a fumar. Al humo de un cigarrillo.
—No creo que deje de llover —dijo, observando las nubes—, yo creo que deberíamos buscar la ropa e irnos.
—Tengo muchísimo frío.
—Pero en tu casa vamos a tener menos frío.
Me llamó la atención como se incluyó a sí mismo en el plan de ir hacia mi casa. De todas formas ambos sabíamos que íbamos a hacer eso, porque luego de la pelea George no apareció e Irina tenía uno de sus trabajos. No se cual, pero se puso sus zapatos altos, los que usaba siempre que se iba varias horas y no volvía contenta. Eso me dio a entender en algún momento, que iba a trabajar y no con sus novios.
—Corramos entonces.
Ambos nos levantamos despacio y juntamos energía para comenzar a correr debajo de los árboles, rodeando el lago, mojandonos por completo. Cuando llegamos a la ropa, empapado y sucia con barrio, nos cambiamos con rapidez. La ropa se me pegó a la piel y no podía mover bien el cuerpo. Trepar la reja se nos dificultó, pero logramos hacerlo. Ayudé a Moon, sosteniéndolo de las piernas, pero lo solté apenas tocó la tierra. Él me miró, nervioso.
Comencé a caminar hasta detenerme, cuando me di cuenta de que Moon seguía parado.
—¿Y?
—¿Y qué? —preguntó, confundido.
—¿Vamos a mi casa o no?
Una sonrisa enorme, feliz e infantil se dibujó en su rostro. Me tocó el hombro, apenas un toquecito sin fuerza y comenzó a correr, saltando para no resbalarse.
—¡El que llegué último es puto! —gritó, entre risas.
Sin decir una palabra, comenzamos a correr de nuevo, esta vez a través de las calles de tierra.
Aumenté la velocidad y alcancé a Moon. Con una sonrisa traviesa, cual niño pequeño, intenté empujarlo, pero en un rápido movimiento, él me devolvió el golpe y casi caigo al suelo. Moon soltó una risa, exclamando que eso era trampa.
Agarré un mechón de su cabello con fuerza, lo suficiente para frenarlo durante un segundo y Moon soltó otra carcajada, mezcla de sorpresa y diversión, mientras intentaba liberarse de mi agarre. Lo logró y siguió corriendo.
Perdí de vista a Moon entre la lluvia que continuaba cayendo, pero de todas formas no me detuve. Junté aire, sintiendo el frío contra mi piel mojada, y decidí seguir corriendo. Su risa se mezclaba con el sonido de las gotas golpeando el suelo y el viento, sacudiendo todo. Deje de escuchar a Moon cuando se alejó demasiado y quede yo solo, en la lluvia. Sonreí.
Al final llegué último. Moon, parado junto a la puerta me sonreía con orgullo y yo solamente abrí la puerta y lo dejé entrar, sin decir nada, porque la victoria había sido justa.
HOLAAA!!!!!
LLEGAMOS A 1.7K LECTURAS, MÁS DE 3400 COMENTARIOS Y PASAMOS LOS 400 VOTOS!!! Muchísimas gracias aaaa!!!!!
Y tmb pasamos a otra cifra importante en cantidad de palabras pero quiero que intentan adivinar cual es <33
Y miren la nueva portada, creo que va más con la historia y se ve más profesional, me gustan los colores 😭🫶🏻 (también es mía <3)
Y en otras noticias, contarles que gracias a unos trabajos tengo un contacto con una editora de Pinguin random house q es de argentina, que anteriormente ya leyó cosas mías ❤️🩹🫶🏻
Para la gente que es más vieja acá, ella leyó Un chico de nombre Océano, que al haber sido adaptada a serie por mi y una compañera y luego ser aceptada en algunos mercados audiovisuales como iberseries (creo que en la pagina aun pueden ver eso<3), por seguridad decidí pasarla a borradores, pero era una historia mía 🦋💕
Pero como mi sueño es publicar esta novela, me gustaría pasarle esta novela para que la lea y me cuente que le va pareciendo. Aunque no se si esperar a tenerla toda o compartirle primer el acto uno.
¿Les gustaría tener esta novela en su casa? <3
Se que es muy distinto leerla aquí gratis y tener que pagar para tenerla en papel JSKAJS, y a veces mis inseguridades me dicen "nadie va a querer comprarla" JAKSJKA, pero bueno, yo le tengo fe.
Además, si algún día se publica, amaría poder enviarles a su país una copia en físico a mis lectores originales, los que me leyeron desde el comienzo 🛫✨
Y no es porque sea mi novela, pero amaría subrayarla toda y anotarla JAKSJAS, es que es uno de mis proyectos favoritos AAYYY, no se, los quiero mucho a estos boludos
AHORA SI, FIN DE ESTE COMUNICADO 📢💞
¿MOMENTO FAVORITO, DIALOGO, FRASE O LO QUE SEA DE ESTE CAPITULO? Amo que respondan todos/todas cosas distintas 😭🌼
PREGUNTITAS QUE USTEDES TENGAN HACIA MI, lo que sea, de este capitulo de otros de la historia, lo que quieran 😋💪🏻
ESTE CAP ES LARGO AOSASIAIOSHA0S0A9S bueno ta es que necesito hacer tantas cosas en este acto pero me aterra que sea larguísimo
CONOCEMOS LA HISTORIA DEL NOMBRE DE JAKE ¿Qué piensan? 🌙🌷
¿Qué opinan de Irina y George? ¿Pq creen que tuvieron a Jake si lo detestan tanto?🤬😭
Q Jake piense que esta roto me duele, pero desp se me pasa cuando pienso como opina en el presente 😔💗
¿QUE LOS WILLIAMS SE VUELVEN LOCOS? JOSPAISAPSPOA,ayuda q triste
LOS NENES EN EL LAGO JUNTITOS ES MUY LINDO, me dan felicidad 💗😔
Este es como de los primeros encuentros más íntimos entre ellos y me dio una VERGUENZA ESCRIBIRLOOO, ES COMO QUE AAA, no se, es como escribir a mi mejor amigo hacer algo asi, es tan raro bo no puedo explicarlo 😭😭 queria que quedara medio poético en el sentido de q son gurises re chicos medio experimentando por primera vez eso¿? entonces queria que la sensación de Jake fuera producto de su propio miedo tmb 😔💔💔
¿¿Y ESO Q SE DESCONECTA CUANDO SIENTE TANTO?? JASIASOJASO ayyy es que lo quiero cuidar mucho
¿QUE MOON VOLVIO SU NOMBRE ALGO LINDO? Nada, yo creo que es raro estar fangirleando d mi propia novela pero es que AAAAAAA, DIJO Q MOON VOLVIO SU NOMBRE ALGO LINDO DE DECIR, DE PENSAR Y DE PRONUNCIAR SPAISPOAJSO 😫😫😫🦋🦋
🥺💗 Moon es hermoso, lo estoy imaginando y solo puedo decir "Jake t entiendo"
Jake tmb es lindo y todo bla bla pero MOON >>>>>
¿Estan sintiendo q los conflictos de los personajes tienen coherencia con sus personalidades? ¿Los ven evolucionar?
¿LES GUSTAN SUS CHARLAS TONTITAS SOBRE COSAS SIN SENTIDO? A mi me gustan, siento que tal vez aburren un poco pero es que los conecta mucho esas conversaciones sobre la vida y las cosas 🌷🌼
Ademas creo que eso muestra un poco como poco a poco se agarran más confianza y todo, amo escribir sus capitulos juntos ¿Ustedes que quisieran volver a ver? 🌼
Hay una estación de tren en el barrio... 🚂🕴🏻 solo lo recuerdo¿??
BUENO, eso es todo por hoy, les quiero muuuuuuuuucho!!
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