Capítulo treinta y cuatro: Los sueños y la cercanía de la Luna sobre el Loco
Hace muchos, muchos años.
Jake Williams
Hay olores que me llevan al pasado. O colores, sonidos, cosas que cuando siento o veo pienso en situaciones que pasaron hace mucho tiempo. Por ejemplo la limonada, la textura de la tierra contra los pies descalzos o el olor de Moon, que en realidad simplemente es el de un desodorante barato. Aun así, aunque millones de personas tengan ese aroma yo solo puedo pensar en Moon cuando lo huelo. Él se hizo dueño de ese olor genérico como Eloísa se hizo dueña de los limones con agua y hielo. El cuerpo de Moon cerca del mío. El olor de Moon cerca del mío. Como dos cosas con forma que se fusiona.
En general nunca era yo quien buscaba esa cercanía física, o no al menos de forma evidente. Pero de vez en cuando estiraba mi pierna, para que rozara la de Moon, o hacía un movimiento de forma casual para que nuestros torsos se pegaran. Todas cosas pequeñas, que podrían parecer involuntarias pero que en mi mente estaban muy bien pensadas. Me gustaba estar cerca de Moon, de todas las maneras posibles, pero también me aterraba, así que la gran mayoría de las veces esa cercanía solo existía en mi mente. En la vida real solo lo miraba, como pensando está es la única manera que tengo de estar cerca, la distancia.
Moon también me aterraba porque a medida que creció se hizo más hermoso. Esa palabra es la correcta. Hermoso. Y esa hermosura también era incómoda de vez en cuando.
Como una sensación que a veces se escuchaba como un envidioso quisiera ser así, otras como no, en realidad quisiera verlo durante horas y otras más parecido a quisiera besarlo, ser el único que lo haga y tocar y sentir cada parte de él. Todas eran malas de formas distintas. Todas daban miedo. Además todas me confundían, incluso más cuando una llegaba junto a la otra. La envidia y al mismo tiempo las fuertes ganas de besarlo. Todo eso era tanto y tan confuso que terminaba siempre alejándome. Sacando mi pierna de encima de la suya y no estirando mi mano para tocar su cabello.
—¿En que piensas? —preguntó, mientras caminábamos por una de las calles de tierra.
—En nada.
—No se puede pensar en nada.
—Yo lo estoy haciendo —contesté con simpleza.
—¿Eres un genio? —curioseó, con diversión en su voz, a unos metros de distancia.
—Nah, no lo creo.
Murmuró un infantil ajá y siguió caminando, con ambas manos en su espalda.
—¿Un inventor?
—Tampoco.
—Entonces no puedes estar haciendo algo que no existe.
—Hago cosas imposibles —bromeé con seriedad, aunque una pequeña sonrisa se me escapó.
Moon abrió en grande sus ojos actuando como si se lo hubiera creído y a saltos se posicionó a mi lado. Despacio se inclinó a mi oreja.
—¿Eres un superhéroe?
Superman. Superman. Negué con seguridad, porque yo no era ningún super hombre y Moon soltó una carcajada, que no tenía nada de timidez. Que era torpe y tonta.
—¿En qué piensas entonces?
En ti. Siempre en ti.
—¿Tú en qué piensas?
—Te pregunté primero.
—Pero yo te pregunte ahora, taradito.
—¿Qué es ahora? —Moon fingió un tono serio y filosófico, como los profesores de primaria cuando creían decir algo inteligente que en realidad eran una estupidez hasta para mi.
—Lo que estamos viviendo —respondí, siguiéndole la corriente en esa conversación que navegaba lo superficial de un tema profundo.
—Pero dentro de un segundo va a ser el pasado —Moon subió la cabeza, observando las poquitas nubes que hacían forma en el cielo mañanero del fin de semana.
—Pero el ahora es esto.
—Esto —repitió, en voz baja.
—Esto —dije yo, mirándolo.
Esto. Nosotros somos esto y esto es el ahora. Así que ahora es nosotros. Y nosotros somos ahora. Esa era la única respuesta que tuve, pero no la dije, con miedo a que fuera demasiado tonta. Con miedo a que fuese errónea.
—¿Y cuando pase un segundo y esto sea pasado entonces qué queda?
—Quedamos nosotros.
¿Que era nosotros? Tal vez la mezcla de nuestros olores, o los toques poco disimulados. O nosotros eran estas charlas, esos momentos donde por un rato nos permitíamos pensar que éramos y para qué estábamos, aunque nunca lográramos encontrar ninguna respuesta.
—Pero nosotros solo existe ahora —dijo Moon, deteniéndose en seco.
Señaló el suelo como si el suelo fuese el presente y yo miré el cielo, como si el cielo fuese el futuro.
—Pero cuando esté ahora sea pasado va a existir el ahora del futuro.
—Me estoy confundiendo.
—Entonces no eres tan inteligente —sonreí un poquito, atinando a darle un golpe en su brazo sin tanta fuerza.
—Nunca dije que lo fuera —se defendió Moon, devolviéndome el golpe con más fuerza.
Seguimos caminando sin volver a hablar del tema, volviendo a lo normal de una caminata aburrida. Moon llevaba su gorro de lana rojo, aunque no hiciera tanto frío. Me miró de reojo luego de unas cuadras en silencio y me sonrió, como si eso fueran muchas palabras y yo le respondí con otra sonrisa más tímida.
—¿Qué quieres hacer? —le pregunté acercándome a él.
—Besarte —me respondió bajito, con vergüenza y colorado aunque lo hubiéramos hecho tantas y tantas veces.
Bajé mi tono de voz, entrando en el tipo de conversación que tienen dos personas que comparten un secreto. Me incliné a él como él había hecho conmigo y le hablé contra el oído, despacio.
—No podemos aquí.
—¿Por qué?
—Porque puede haber gente.
Nos separamos un poco, fingiendo ser dos varones que caminan lo suficientemente juntos para ser amigos pero no demasiado para no parecer algo más. Entonces, de repente sentí una mano en el cuello de mi remera que, violentamente me golpeaba hacia atrás. Y yo, que no pude darme cuenta de ese movimiento tan rápido, terminé cediendo a la acción y di un paso atrás, hasta que mi espalda chocó contra una pared. Moon me miró, acercando su rostro al mío y apretando la tela de mi remera. Mi mirada vagó entre sus ojos y su boca, entreabierta. La suya hizo lo mismo y despacio se acercó a mí, cerrando los ojos y yo hice lo mismo.
Porque éramos ahora y aunque todo pudiera arruinarse en segundos íbamos a disfrutarlo mientras lo tuviéramos. Tendríamos que haberlo hecho incluso más. Mucho más.
Nos besamos y fue la primera vez que sentí que ese beso tenía algo más. Una cosa rara que no era simplemente dos bocas juntas. Que no era simplemente un beso. Que tenía más de quisiera besarlo, ser el único que lo haga y tocar y sentir cada parte de él que de quisiera verlo durante horas.
—Jake... —susurró, separándose un poco y suspirando contra mi boca.
—¿Qué?
—Nada. Nada.
Volvió a apretar mi remera, y aunque no fuese mi piel sentí que me dolía. Como si lo intenso de ese agarre se transportará a mi cuerpo. Y me gustó. Mucho. Tanto que, para que estuviéramos más a la altura bajé mi cuerpo un poco, como fingiendo sentarme en el aire y Moon, divertido por eso me acorraló más contra la pared, en medio de mis piernas. Nosotros. Ahora. Esto. Al olor de Moon y al cuerpo de Moon cerca del mío. Y su boca. Y la mía. Y todo. Y tanto. Tanto. Tanto. Tanto.
—Moon, Moon —dije, varias veces—. Basta.
—Está bien —respondió, separándose, pero sin soltarme— ¿Es por la gente?
No. Es por mi. Es porque me da miedo. Me da miedo cuando todo empieza a ser tanto y me dan cosquillas y tengo calor y de repente estás solamente tú. Y nadie más. Y siento que voy a desmayarme, pero me gusta, me gusta esa sensación. Pero al mismo tiempo me aterra que me guste porque creo que no debería gustarme tanto. Porque tú eres tú y yo soy yo. Y yo soy un chico. Y tú eres un chico. Y somos dos chicos ¿es por eso? ¿De verdad es por eso? O tal vez simplemente me da miedo cuando siento tanto sobre todo, sobre cualquier tema, sea con quien sea. Porque siento que ya no estoy donde estoy. Y no se que puede pasar si no estoy.
—Si —mentí, como hacía siempre.
—Bueno. Sigamos caminando entonces.
E hicimos eso. Bajamos por una calle y jugamos una carrera, que terminé ganando yo, simplemente porque Moon tropezó y cayó de cara al suelo. Solté una risa al verlo, parándome encima para que no pudiera levantarse. Él me gritó y se encogió en el lugar con dolor, pero sonriendo en grande. Me terminó pateando y volvimos a correr por esa misma calle hacia abajo. Terminamos en un gran baldío donde tiraban basura. Recorrimos el lugar, viendo si podíamos robar algo de esas cosas sin dueño. Moon pateaba latas y se agachaba de vez en cuando, medio asqueado. Yo le lanzaba cosas y él gritaba, sin miedo a que lo escucharan.
—¿Encontraste algo? —pregunté en alto.
—Aja, ven.
Me acerqué dando saltos hasta que mi cuerpo chocó contra su espalda, y me quedé ahí, pegado a él. Moon no dijo nada, y sonrojado señaló una bicicleta frente a nosotros. Era roja y dentro de todo estaba bastante bien.
—¿Sabes andar?
—Creo que sí.
—¿Cómo creo?
Levanté la bicicleta, que estaba lo suficientemente inflada para poder andar. Le hice un gesto a Moon para que se acercara y él, miedoso, me hizo caso. Caminamos hasta la calle de tierra.
—Yo sé andar ¿te enseño?
—Se andar, chino.
Di un saltito y me subí, agarrándome con fuerza del manubrio. No sabía andar, pero tenía suficiente fe en mí para creer que iba a aprender sin pedir ayuda. Moon se acercó y sin preguntar se sentó en el caño que había entre mi asiento y el manubrio. Lo único que lo protegía de caer eran mis brazos, a los costados de su cuerpo. Me miró y sonrió.
Nos caímos cuando dimos un par de pasos. Uno encima del otro. Moon soltó una carcajada ruidosa, cuando se dio cuenta que se había raspado la rodilla.
—¡No te rías, imbécil! —le pegué, ahora con fuerza una patada en su rodilla.
—No me estoy riendo, no, no —se seguía riendo el muy tarado.
Levanté la bicicleta, enojado.
—¿Te enseño?
—No tengo ganas de aprender. No soy un nene.
—Entonces puedo llevarte yo.
Lo miré de reojo como si hubiera dicho una locura y él, muy tranquilo se encogió de hombros. Suspiré, intentando pensar por qué camino había menos casas y por ende menos gente. Nadie podía ver al hijo de Williams andando en bicicleta con el chino puto del barrio. Iba a ser raro. Muy raro.
—Bueno... solo un rato.
Moon se subió, aguantando la bicicleta con su pie y me hizo un gesto divertido, cual galán qué pasa a buscarte a la puerta de tu casa.
—¿Quieres que te dé un paseo, tesorito? —preguntó, tirándose hacia atrás.
—Idiota —le contesté, sin darme cuenta que tenía la cara roja.
—¿Te pusiste nervioso, bombón? Tranqui que no muerdo.
Alzó en alto las cejas sabiendo perfectamente que él si mordía. Lo pensé y por alguna razón me puse más rojo. Le pegué en el hombro y de un salto me senté de costado sobre el caño de la bicicleta. Me dolía todo, era incomodo. Moon miraba al frente, sonriente.
—¿A dónde te llevo, lindo? —bajó el tono de voz, susurrando.
Está vez no le pegué por aquel apodo tan solo me hice chiquito en mi lugar y no lo miré. Moon comenzó a andar. En un momento condujo solo con una mano y con la otra se sacó su gorro de lana. Me lo puso en la cabeza, sin preguntar y tapándome la frente.
—Por la gente —dijo y supe que estaba mintiendo.
Me lo bajé aún más, escondiéndome aunque me diera calor en la cabeza. Anduvimos por calles lejanas, que solo tenían un par de construcciones a medias y baldíos sucios. Una zona más nueva del barrio, detrás de la estación de tren. Algunos niños nos gritaban insultos y yo les respondía aún peor, para que se callaran. En ese momento incluso me hubiera bajado a pegarles.
—Son niños, déjalos.
—¿Y? Son estúpidos —contesté y él solo sonrió.
—Son niños —repitió.
—Si, como los que te golpeaban —dije, mirando a aquel grupo de niños que nos hacían señas—, ¿no los golpeabas por eso? ¿Por qué eran niños?
—Puede ser...
—Tú también eras un niño.
Su sonrisa desapareció y también su humor de corregirme cuando insultaba a algún mocoso que nos gritara. Seguimos andando hasta un caminito muy estrecho, rodeados de matorrales, por donde a unos metros iba la vía de tren. Escuchamos como el suelo temblaba y como dos niños curiosos giramos la cabeza. Los vagones traseros del tren estaban ahí.
Intentamos jugarle una carrera, pero jamás íbamos a ganarle a algo como un tren. Por las ventanas la gente nos miraba y una niña pequeña nos saludaba, con alegría. Levanté tímidamente mi mano para devolverle el gesto y ella con timidez se escondió en una mujer que iba al lado. Sonreí un poquito por eso. La mujer me miró de mala manera y a ella no le devolví el saludo. Es más, gesticule un exagerado vieja metida y Moon aceleró el pedaleo hasta perdernos a la derecha, en un camino que no sabíamos a dónde iba.
Poco a poco perdimos el sonido del tren, y pudimos ver, muy lejos los edificios del centro, los más altos, los rascacielos comerciales. Eran como un mundo desconocido que teníamos ahí, casi casi a nuestro alcance. Pero la única cosa que nos acercaba era ese tren que ya se había ido. Que se había escapado de nosotros también. Como hacían todos todo el tiempo.
—¿Crees que llegaríamos en bicicleta?
—No. Queda muy lejos para eso, me moriría antes —dijo Moon, con simpleza.
—Detente aquí. Descansemos
—¿Descansemos? —se rió, deteniéndose en seco.
Me bajé y me senté en el suelo de tierra. Moon dejó la bicicleta en el suelo e hizo lo mismo.
—¿No te da curiosidad pensar de quién era esa bicicleta?
—No.
—A mi si. Podría haber sido de un padre de familia que terminó arruinado así que tuvo que tirarla.
—La hubiera vendido si no tuviera dinero. Para mi es que se la regaló su amante y su esposa dijo que la tirara.
—¿Qué amante le regalaría una bicicleta a otro? —preguntó Moon, riéndose de mí otra vez.
—Que se yo.
—¿Tu harías eso? —acercó su cabeza a la mía—, ¿Le regalarías una bici a tu amante?
Me puse colorado de pensarlo y negué muchas veces.
—Cierra la boca.
—Oye, Jake ¿Te puedo preguntar algo?
—No.
—Te lo voy a preguntar igual —advirtió, como si tuviera que contarme que me iba a faltarme el respeto— ¿Te gustan las mujeres?
Giré de forma automática a él, confundido. Me esperaba todo menos eso. Recuerdo que la pregunta sonó tres veces dentro de mi cabeza. ¿Te gustan las mujeres? ¿Te gustan las mujeres? ¿Te gustaban las mujeres? Fue una pregunta que nunca me había hecho ni a mí mismo. Por eso fue aún más raro que lo hiciera otra persona. Robándome esa duda que se suponía tenía que ser natural en mi. ¿Gustar de qué forma? ¿Físicamente? No, esa respuesta era clara. Jamás en mi vida ninguna chica, de ninguna edad y ningún lugar me había parecido linda. Ni las que había en revistas o series de televisión. Nunca me imaginé estando con una chica de ninguna manera posible, ni cuando era un niño. No había nada en ninguna chica que me hiciera pensar quiero besarla o quiero mirarla.
¿Gustar como de su personalidad? Tampoco. Quizás no había conocido a ninguna lo suficiente. Pensé en Eloísa. La quería y mucho. Como una amistad, nada más. No podía pensar en ella como nada más que eso. Recordé cuando algunas veces en verano hacían una pileta en su patio y nos bañábamos con Toto. No se me ocurría desviar la mirada a ella y su traje de baño. Pero tampoco a Toto ¿Entonces era porque eran mis amigos? ¿Moon no era mi amigo? Pensé entonces que era una forma más discreta de preguntar ¿te gustan los hombres?
Esa respuesta era fácil. Incluso más que la otra.
—¿Qué pregunta de mierda haces?
—No sé, me dio curiosidad.
Luego de mi pregunta agresiva relaje mi cuerpo, que estaba demasiado tenso. Lo miré de reojo, dejándome ganar por el miedo a responder.
—¿A ti?
Él se calló y se encogió de hombros. Eso me hizo fruncir el ceño ¿no tenía que ser más fácil para él contestar? Él incluso me había confesado, hacía un largo tiempo, que le gustaban los hombres ¿no era esa suficiente respuesta? Si te gusta uno entonces el otro ya está descartado ¿no funcionaba así?
—De vez en cuando. O sea, hay chicas que me parecen lindas y así. Pero no sé si es como gustar.
—¿Te imaginas besando alguna?
—Antes —confesó, colorado por completo—. Pero era muy raro. Casi siempre eran varones, por no decir siempre.
—¿Y haciendo... —por más desvergonzado que fuera preguntar eso era extraño. Usar esa palabra que jamás habíamos dicho entre nosotros— algo más?
—Muy muy poquitas veces. Solo con algunas chicas que conocí —susurró.
—¿Lo dices de verdad? —asintió con timidez y sin mirarme— ¿Y con hombres?
Eso lo hizo ponerse aún más colorado, aunque eso fuese físicamente imposible.
—¿Tu?
Fui yo quien se puso más colorado de lo que físicamente era posible. Era como una completa invasión a mi mente. Primero pensé en mi primera pregunta. La respuesta era no. Ni poquitas ni muchas veces. No se me había cruzado por la mente jamás la idea de compartir ningún grado de intimidad con ninguna chica. En cambio con chicos... me tensé más, incómodo. Muy incómodo. Supuse que así se deberían sentir los criminales en un interrogatorio.
—Te pregunté a ti...
—Si —me interrumpió, sin pensarlo.
—Ah.
—Nada, eso —dijo, despacio, mirando a otro lado.
—Está bien, creo.
—¿Si?
—Supongo.
—Bueno...
—Yo también.
Me sentía como un niño chiquito otra vez. Moon volteó de golpe al escuchar eso. Esa conversación entre nosotros se me hacía ilógica, como si no tuviera sentido. Aunque sí lo tenía. Tenía más sentido hablar con él sobre eso que con nadie más ¿no?
—¿Pero con chicas o con chicos? —susurró, tan bajito que me costó escucharlo.
—Eres un lento de mierda. Estupido. Dije que yo también.
—Pero es que no entendí, Jake... ¿Tu también a que? Yo dije dos cosas —habló dulce, sin enojo.
Lo estaba haciendo a propósito, o eso pensé al menos. No se me ocurrió pensar qué tal vez estaba igual de perdido y confundido que yo. Lo hacía a propósito.
—Con... no sé, qué sé yo, o sea... —junté aire y cuando miré la expresión de Moon que me pedía, me rogaba por favor que dijera lo que iba a decir, hablé— con los chicos.
Moon sonrió en un gesto que decía gracias, gracias, gracias. Gracias por ser valiente, o gracias por hacerme sentir que no soy el único raro o gracias por aceptarlo o gracias porque ahora no me siento tan terrible pensando lo mismo que piensas tú. Gracias.
—Guau...
—¿Guau que?
—Pues es raro.
—¿Eres imbécil?
Se le escapó una risita y negó varias veces. Me saqué el gorro, observándolo con atención. Moon se pegó un poco más a mi, curioso.
—¿Con quiénes?
—¡Dios! Maldito raro ¡Cállate!
—Los amigos hablan de esto.
Ni me percate que había dicho sin decir que éramos de amigos. Estaba demasiado incómodo para darme cuenta de ese detalle sin importancia.
—No, no hablan de esto.
Era Toto el único que hablaba sobre eso, muy eufórico porque era un tema divertido para él. Yo solo lo miraba, asqueado y pensando que estaba en otro lugar. Que no estaba escuchando a mi hermano hablar sobre eso. Entonces él decía ¿y tú? Y entonces yo me encogía de hombros y respondía un genuino y nada. Nada. Nada.
—¿Te da vergüenza?
—Cállate. Cállate.
—No quiero.
—Voy a golpearte entonces.
—No lo harías.
No, no lo haría.
—Jake. Jake.
—¿Qué?
—Jake... —murmuró, bajito, mirándome directo a los ojos— ¿Te cuento algo?
—Depende.
—¿Te cuento en quienes pienso yo?
Me daba curiosidad. Enorme. El saber su secreto y que Moon jamás supiera el mio. Como un poder divertido. Por eso, guiado solamente por mi egoísmo asentí, sin tener ni idea con qué respuesta podría salir. Qué cosa podía decir.
—En ti.
En ti. En ti. En ti. Abrí en grande la boca, sorprendido, asustado. Sin poder creerlo y de alguna forma sintiéndome yo como un pecador, simplemente por ser parte de las fantasías de alguien más. No iba a poder mirar más a los ojos a Moon, que de todas formas lucía igual de asustado que yo. Y quise golpearlo, pero como había dicho jamás podría hacerlo. No de verdad. No si no se trataba de un juego. Me dio un cosquilleo en todo el cuerpo, uno raro, que no me gustó del todo. En los dedos, en las palmas, en el estómago y más abajo. Que asco, tendría que haber contestado, pero hubiera sido solo una mentira. Y una mentira mala porque no habría forma de que Moon me creyera. Porque él sabía, y estoy seguro que sabía, que una pequeña parte de mí se alegró por esa confesión. Hice la misma expresión de gracias. Gracias porque ahora no soy el único.
—Ah.
—¿Ah? ¿Solo vas a decir eso?
—¿Qué más tendría que decir?
—No lo sé —estiró su mano, me quitó el gorro, y en ese movimiento muy sutilmente nuestros dedos se tocaron.
Como si Moon tuviera las manos eléctricas me dio un toque, que me obligó a levantar mi mano, alejándola. Eso hizo que Moon escondiera la suya, tal vez asustado, tal vez avergonzado. Tal vez solo para molestar. Se colocó el gorro de lana y luego acomodó su cabello. Sin decir nada nos subimos otra vez a la bicicleta y anduvimos por el mismo camino a la inversa.
No pude evitar preguntarme sobre la conversación que tuvimos. Me sentía extrañamente bien. Tendría que haberme enojado, o asqueado o extrañado, pero por alguna razón mi corazón latía con alegría infantil. Tonta. Me sentía medio tonto. Pero tonto bien, como a quien se le cumple un deseo y ríe mientras llora. Cuando fui a dormir esa noche, tapado hasta la mitad del torso y observando el techo me sentí, solo un poquito, menos mal por el sueño que estaba a punto de tener. Moon debe tener los mismos, pensé, si, eso. El hecho de que ambos compartiéramos el secreto y todo lo que el secreto significaba era tranquilizante y al mismo tiempo me confundía un poco.
¿Te gustan las mujeres? Tal vez debía ser como Moon, que de vez en cuando pensaba en ellas. Intenté hacerlo. Dormirme y que mi pensamiento no sea Moon y sea alguna desconocida. Pero se sentía incorrecto, como quien finge escuchar otra música para quedar bien en un grupo. Me incomodaba, como si solo la cercanía ficticia fuera lejana. Las manos y sus manos y los cuerpos no estaban bien. No era ahí. No era eso. Siempre terminaba pensando en Moon. Y ese pensamiento se sentía bien. Se sentía lo que tenía que ser. El correcto. Correcto. ¿Pero como algo malo puede sentirse correcto? Me confundía. Y no era el hecho de que un varón ocupase mis pensamientos lo que me molestaba, era el hecho de que directamente no hubiera espacio para una chica. Al menos para engañarme durante un rato. A mí mismo. No al resto.
Era uno u otro, eso pensaba yo. Pero como Moon tenía ambos, entonces llegué a la conclusión de que era al revés. Siempre eran ambos. Seguro alguna vez, en un pasado Toto había pensado en varones. O eso quería creer. La diferencia era que en su mente había más chicas. En todas las mentes siempre había más chicas y con el paso del tiempo los varones desaparecían ¿no? Por eso no conocía ningún viejo que estuviera con un viejo. Lo mismo con las viejas. No conocía ninguna que estuviera con otra vieja.
Pero en mi mente directamente no había espacio para las chicas. Ni aunque me forzara a hacerlo. Tal vez iba a venir con el tiempo. ¿Pero cómo iba a suceder si seguía besándome con Moon? ¿Si seguía soñando con Moon? Me ahogue contra la almohada, gritando sin sonido y pateando, cual niño haciendo un berrinche.
Iba a cumplir dieciséis años y seguía pensando en varones. Algo debía estar mal. Pero Moon también lo hacía ¿tan mal no estaba, no? Tal vez sí había gente que luego de muchos años seguía pensando en varones. Maricones, putos. ¿Así se llamaba? ¿Era eso? ¿Tenía un nombre científico?
A los pocos días me di cuenta que era mejor dejar de pensar. No le intenté poner nombre. No intenté pensar porque no había chicas, no insistí otra vez en el tema con Moon, no le dije es imposible que te gusten ambos. Ignoré por completo el tema y preferí hacer de cuenta que no ocurría nada. Aunque quería, muy en el fondo que Moon me contara qué era eso que pensaba, que era exactamente ese algo más.
Y cuando me di cuenta llegó mi cumpleaños dieciséis
Hola! Primero que nada, feliz navidad a aquellos que festejen navidad 🪅🎊
SEGUNDO, CASI SE ACERCA FIN DE AÑO AAAAAHH, que locura, que emoción que esta historia nos vaya a seguir acompañando en 2024 😭💖
Aun no es fin de año así que aun no hay mensaje emocional, nos vamos al siguiente bloque:
ESTE CAPÍTULO UA9SAJS8A9S0OASNB AYAYAYAYAY, es de los mas largos (creo) quería regalarles algo largo luego de varias semanas de inactividad JAJAJAJ 💗
Hay muchas reflexiones y cosas en este capítulo, así que cuenten acá su frase, momento, reflexión o diálogo favorito ❤️🩹
Nada, están creciendo los mocosos, son muy lindos 😔🫶🏻
Momento también para decir, que temazo. 💞
Ahora si seguimos con la historia:
LA CONFESIÓN DE MOON??? O SEA?? JAJAJAJ RE QUE LA ESCRIBÍ YO, PERO IGUAL, ME SORPRENDE 😭💖
El otro día vi un TikTok q se reía sobre las notas finales de las novelas de wattpad/fan fictions y yo sigo sosteniendo q son la mejor parte 💪🏻 dale, yo q les hago un capítulo de 4000 palabras, ustedes me tienen que aguantar diciendo tonterías.
<3 Ahora momento de las preguntitas:
¿Saben andar en bicicleta? 🚲🫶🏻
¿QUE LES PARECIÓ EL CAPÍTULO? 🫶🏻😭
¿Tienen olores, sonidos o cosas que lo lleven al pasado? ¿Alguna persona se hizo dueña de un olor para ustedes? <3
¿PREGUNTAS O COSAS QUE QUIERAN DECIR? ¿Pensamientos o cosas que anden rondando por su mente hasta ahora de la novela?
¿QUE OPINAN DE LA EVOLUCIÓN DE MOON? ¿Y DE JAKE?
¿Les gusta verlos juntitos? ❤️🩹😭
¿Estas charlas medias filosóficas los entretienen? ¿Que les gustaría ver? 🫶🏻🫶🏻
¿Ustedes tienen charlas así con sus amistades? 🍂🌈
Ya aceptaron que son amigos, eso es un avance AAAAAAAHHH (yo y mis señales imaginarias)
SE ACERCA EL CUMPLE DIECISÉIS DE JAKE ¿Que crees que hagan estos nenes? ❤️🩹😭
BUENO, eso es todo por hoy, les quiero mucho. Compartan esta historia a sus amistades, voten y espero que les este gustando. Adioooooss
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