Capitulo diecinueve: El Loco y la Luna escapan de la fiesta
(La cancion es una referencia de como me imagino lo que esta sonando en la fiesta, si quieren pueden escucharla mientras leen)
Hace muchos, muchos años.
Jake Williams.
Yo solo salía de fiesta porque Toto me insistía hasta el hartazgo. No sé bailar y odio a la multitud. Lo único que tenían de divertido las salidas era el alcohol. Casi siempre me emborrachaba y terminaba o durmiendo toda la fiesta o vomitando en alguna esquina.
Cuando salíamos casi siempre era yo quien iba a casa de Toto. Luego él, Eloísa y yo caminamos hasta donde se hacía el encuentro. Debido a nuestra edad y a la falta de bares en el barrio las fiestas eran en descampados.
A veces llegaba la policía, haciendo una redada dramática y preocupando a todos. Entre gritos y amenazas casi siempre agarraban a algún desprevenido.
Tenias suerte cuando no pasaba nada, pero siempre habia algun herido, ya sea un idiota al que se le ocurrio ponerse a discutir con un policía o alguien medio borracho que corriendo se dio la cabeza contra una pared.
Si bien siempre había droga circulando en estos encuentros, Toto y yo preferíamos mantenernos alejados. La droga era un camino de ida. No queríamos meternos en problemas con bandas o alguna cosa así.
Fue tanta la insistencia de Toto por salir que al final terminó aceptando. Era domingo por la noche e Irina había invitado a alguien a casa. Un joven de barba y objetivamente muy poco atractivo.
Irina me miró de arriba a abajo y sin necesidad de hablar entendí que me estaba echando. La insulté y de paso insulté al chico con quien había venido y luego me marché.
Quería ir con Moon, esa es la verdad. Pero no tenía ni idea donde vivía ni cómo encontrarlo a esa altura de la noche. Saliendo de mi casa recordé la vez que había venido, unos días atrás.
Cuando me desperté él ya no estaba. Salí de la cama seguro de que iba a estar en la cocina o el baño, pero simplemente no. Me enoje mucho. Aunque en realidad estaba triste, solo que no sabía cómo sentir la tristeza.
Me desperté varias veces en la noche, porque no estaba acostumbrado a tener a otra persona junto a mi. Abría los ojos y al principio me asustaba, hasta que, a los segundos, recordaba que ese era Moon.
Camine de forma automática hasta la casa de Toto, dejando que mi rostro sonrojado se perdiera entre la oscuridad. Si lo pensaba muy fuerte hasta podía sentir la mano de Moon...
No, no, no, no.
Todo esto se había ido muy lejos, pensé. Demasiado.
Lo invité a mi casa. Lo invité a mi cama. Dormí con él.
Dormí con él.
¿Qué pensaría George si se enterara que bajo su propio techo su hijo había estado acurrucado junto a Moon? Ni siquiera entendía porque pensaba en el idiota de George ¿Qué mierda me importaba lo que él pensara?
Pero si, me importaba. Me importaba tanto que me dolía el estómago al pensar en él. Me importaba tanto que me quemaba. No tenía porque importarme lo que un ser tan despreciable pensara. Porque yo lo odiaba, lo odiaba tanto que si pudiera lo mataría.
¿Entonces por qué? ¿Por qué cada vez que hacía algo venía su rostro a mi cabeza?
Por mis venas corre su sangre. La sangre Williams. Y lo odiaba. Lo odiaba tanto que a veces quería cortar una línea en todo el brazo y dejar que se vaya y se vaya y se vaya. Hasta quedar vacío por dentro y no compartir nada con él.
Yo no podía ser como él.
Yo no puedo ser como él.
Yo quizas fui como el.
Yo quizas soy como el...
—¡Por fin llegas, hermano!
Toto me abrió la puerta, con una gran y contenta sonrisa. Su cabello estaba trenzado. Tres trenzas ajustadas pegadas a su cuero cabelludo. Seguro le dolió hacérselas, pero la verdad es que le quedaban bien.
Entramos a la casa y caminamos hasta su cuarto. Sus abuelos no estaban, porque habían ido a cenar en lo de unas vecinas, así que solo éramos él, su hermano y Eloísa .
Eloísa , sentada sobre la cama peinaba su largo cabello negro y tarareaba una cancion. Su vestido de tiras azul le llegaba un poco más arriba de los muslos y no se movía, ya que era bastante ajustado. Se veía bonita, y sin duda Toto pensaba lo mismo, porque no paro de hacerle cumplidos al respecto. Ella solo se sonrojó y le dijo que parará, hasta que Toto se sentó a su lado y le susurro cosas al oído. Eloísa se puso aún más roja.
—Si quieren que me vaya me dicen, eh...—comente, incomodando aún más a Eloísa .
Toto soltó una carcajada e intentó dar un beso a su novia, quien ofendida se lo negó. Siguió poniendo algo en sus pestañas, mirando hacia otro lado.
—Solo estaba bromeando...
El hermano mayor de Toto se llamaba Milo. Era alto, y tenía la piel más oscura que Toto. Tenía el pelo afro y siempre usaba una vincha atada en la frente. Le llevaba tres años a su hermano.
Entró al cuarto, solo vestido con un pantalón deportivo y se apoyó en la puerta, viéndonos. Me saludó desde la distancia y yo levanté mi mano como respuesta.
—¿Vienes con nosotros? —le pregunto Toto.
—Nah, hoy no tengo muchas ganas.
Cuando Eloísa ya había terminado de prepararse salimos de la casa. Milo nos dijo que no hiciéramos ninguna estupidez y que no dejáramos a Eloísa sola. Toto le dio un ruidoso beso y luego le gritó que se quedara tranquilo. Yo solo rodeé los ojos.
—Oh, no estés celoso, Jackie. A ti tampoco te vamos a dejar solo —dijo Eloísa , sonriente.
—No me digas así.
Toto rodeó los hombros de Eloísa en un abrazo y ella solo soltó una risita mirándome.
—Pero es un apodo lindo.
—Ponle apodos lindos a tu novio y no me jodas a mi.
Eloísa rodeo los ojos, dándome un golpe en el brazo que quizás si me merecía. Toto, que ya estaba acostumbrado a estas interacciones, sólo nos ignoró.
Caminamos hasta encontrarnos con el grupo de amigas de Eloísa que iban para el mismo lugar. Yo decidí quedarme un par de pasos atrás, porque no tenía muchas ganas de saludar a la gente. Toto y ella se sumaron al grupo y me adelantaron. Los seguí en silencio, pasando desapercibido a la hora de entrar al baldío.
Alejado de todas las casas, un gran espacio donde antes había habido una construcción, que tras conflictos de interés fue destruida por completo. Había mucha gente, parlantes, alcohol y parejas por todos lados. Suspire. Ya tenía ganas de irme y ni siquiera había llegado.
—¡Jake! —me gritó Toto, llamándome con la mano.
Me acerqué a él y me extendió una lata. La abrí y comencé a beberla.
—Hoy no tomes tanto, Jake.
Por un momento me sentí mal. El tono con el que lo dijo y el hecho que lo susurrara me hizo sentir que estaba siendo regañado por mi padre. Como si yo tuviera alguna clase de problema con el alcohol
Cosa que claramente no tenía.
—Y tu deja de joder un rato.
Toto me hizo un gesto burlesco y luego bebió de su propia lata. Eloísa ya se había acercado a sus amigas y conversaba animadamente. La música que sonaba de los parlantes era demasiado alta y ruidosa.
Unos minutos después de llegar, cuando ya llevaba la mitad de la cerveza, Toto y Eloísa comenzaron a bailar. Bueno, bailar no. Más bien se besaban mientras Toto, ajeno a las miradas, pasaba sus manos por las piernas de Eloísa , hasta subirle un poco el vestido.
La música era demasiado ruidosa para generar algo en el cuerpo. Una melodía que parecía más a alguien rompiendo algo que a una batería. Al final, tras un par de gritos por parte de los jóvenes terminaron cambiando la canción.
Todos gritaron de alegría y se acercaron a bailar ante el comienzo de la canción. El cantante principal rapeaba, sus rimas, ingeniosas daban ganas de gritarlas, mientras que una voz femenina lo acompañaba, repitiendo el estribillo y haciendo los coros.
El ritmo era repetitivo, pero daban ganas de moverse. Pam, pam pam, pam. Los tambores se entrelazaban con el ritmo característico del género. Las parejas bailaban. La espalda de una pegada al pecho de otro, y se movían de arriba a abajo siguiendo el ritmo.
Eloísa , con el cabello desordenado, se acercó, entre risas. Se sentó junto a mí, en el suelo. Su vestido se levantó un poco y yo se lo hice notar. Ella lo acomodó y amablemente me volvió a hablar.
—¿No vas a bailar?
Negué varias veces, bebiendo de la cerveza. El sabor amargo bajo por mi garganta. Toto vino hacia nosotros, sentándose al lado de su novia, o más bien dejándose caer.
—Oigan... ¿Ese de ahí es Hikari?
Hikari. Hikari. Moon.
Levante la mirada y me concentré en encontrarlo entre la gente. Lo vi, aunque fuera tan solo una silueta. Estaba con el pelo recogido en alto y una ropa oscura. Frente a él, dándole la espalda había una chica, un poco más grande.
El bailaba con la chica, quien tomaba sus manos y las posicionaba justo en su cintura. Moon era bueno siguiendo la música, porque sus movimientos acompañaban los de ella. La extraña tiró su pecho un poco hacia adelante y movió su cuerpo de arriba a abajo, cosa que le sacó a Moon una sonrisa tímida. Fruncí el ceño al verlo.
—Pense que era maricon —comento Toto.
—Lo es —respondí yo, muy seguro.
Eloísa le pegó a Toto en el brazo y este confundido se giró hacia ella. Se encogió de hombros, sacando peso al asunto.
—No lo digas así —lo reprendió, molesta.
—¿Qué tiene?
—Que no está bueno.
Toto soltó una risa sin gracia, irónica.
—¿Vas a corregir cada cosa que digo?
—Pues si dices idioteces entonces sí —sentenció, con seriedad.
Ella se volvió a levantar y caminó hacia sus amigas. Toto bufó, enojado.
—¿Dije algo malo? —me preguntó, bajando su tono de voz.
Yo me encogí de hombros. No me importaba, como casi todas las cosas.
—Ella se ofende por todo... —añadió, suspirando.
—No. Tu eres idiota.
—¿Ahora estás de su lado? —preguntó, divertido.
—Eloísa es el doble de inteligente que nosotros. Si no estuviera de su lado sería aún más bruto.
Mi broma le volvió a sacar una risa. Su risa era estruendosa, alegre. Como él era casi siempre. Alegre.
—¿Sabes que? Me voy a casar con ella algún día.
—Dios, no empieces con eso...
—Lo digo de verdad. Y tú vas a ir a la boda.
—Nunca fui a una boda —comenté, terminando de beber la cerveza.
—La mía va a ser la primera entonces. Vas a usar traje, aunque los odies y espero que escribas algún discurso en mi honor.
Se escuchaba muy seguro al respecto. Casi como si fuera una frase tallada en piedra, para siempre. Yo solo asentí, porque no sabía qué más hacer ante una declaración de tal importancia. Él me rodeó con los brazos y me acerco a su cuerpo.
—Hueles a sudor, asqueroso —le dije, intentando alejarme.
Toto había bebido poco, pero el alcohol ya le hacía decir y hacer tonterías. O quizás estaba siendo más genuino que nunca. Su boca se abrió con una gran sonrisa.
—Te quiero, hermano.
—Ya, suéltame, idiota.
—¿No me vas a decir te quiero también?
Negue. El solo volvió a reír y me pegó en la cabeza, sin lastimarme. Se levantó y corrió hasta donde su novia, antes de lanzarse encima hasta casi tirarla. Eloísa le dio un manotazo y tras unos segundos le dio un pequeño beso en la mejilla.
¿Por qué no le dije que lo quería? ¿Por qué? ¿Por qué fui tan estúpido? ¿Por qué?
Te quiero, Toto. Te quiero muchísimo, como si hubiéramos compartido sangre. Te quiero pero en ese momento no sabía lo que era querer. Te quiero, Toto y perdóname por no decírtelo. Solo espero que lo hayas sabido. Estoy seguro que lo sabías, aunque nunca te lo dijera.
Decidí quedarme observando a los demás, como un espectador fantasma. Cuando terminé la lata la lancé lejos, al suelo. Volví a mirar a Moon, quien seguía bailando con la misma chica. No puedo negar que era algo hipnotizante verlo. Entre tanta gente estaba seguro que nadie iba a darse cuenta que mi mirada estaba clavada en el chico pelinegro. Solo y únicamente en él.
Una sensación amarga llegó a mi boca y no era la cerveza. Era algo más, algo distinto al alcohol. Celos, puede ser.
Celos. ¿Celos? ¿Qué?
Y aquella sensación se hizo más fuerte cuando Moon se volteo. Giró la cabeza, y sus ojos negros miraron los míos. Y nos miramos, entre toda esa gente. La chica frente a él seguía moviéndose al ritmo de la música, frotándose contra Moon, pero él solo me miraba a mi. A mi.
Y me guiñó un ojo. Me guiño un ojo en un gesto divertido. Yo, sin quererlo, me puse colorado por completo. El rojo pintó todo mi rostro y me sentí más perdido que un marinero sin mapa. Las olas eran las personas, bailando y moviéndose bruscamente. Yo era el pescador y Moon algún ser marino que capturó mi atención usando magia antigua.
Me levanté, esquivando su mirada y caminando rápidamente hacia un lugar despejado. En el baldío, a varios metros había una construcción a medio derrumbarse. Entré y me senté en el suelo, corriendo los escombros con mi mano. La música se escuchaba, pero menos fuerte que antes.
Oculté mi rostro entre mis piernas, suspirando.
—Hola... —escuche una voz, susurrando.
No cualquier voz. Era su voz. No le respondí y Moon simplemente caminó hacia mí, sentándose a mi lado. Apoyó su espalda en la pared rugosa y estiró sus piernas. Su cabello se había desatado un poco.
Tenía un buzo de lana largo y negro y su pantalón de jean claro estaba atado con un cinturón rojo, ya que le quedaba algo grande.
—¿Y ella? ¿Tu novia? —pregunté, sin mirarlo.
La reacción de Moon fue sonreír, sonrojarse y negar con la cabeza. Tiró un poco de la manga de su buzo, ocultando sus manos pálidas.
—No. Solo es una chica.
—¿Ah sí? No me había dado cuenta... —le respondí, con ironía.
Moon se rió ante mi chiste y yo solo suspire. El se acercó un poco más, hasta que su rodilla chocó contra la mía. La movió y la golpeó contra la mía otra vez, en lo que supongo era una caricia.
—No creo tener novia nunca.
—Claro que no ¿Qué chica se fijaría en ti?
Moon ladeo la cabeza, confundido pero no enojado por el comentario. Un mechón de su cabello tapó uno de sus ojos y le dio un soplo para que se moviera.
—¿Por qué dices eso?
—Nada, no importa —dije, terminando la conversación.
—Está bien... ¿Puedo besarte?
—Hay gente.
—No nos van a ver aquí.
Me incorporé un poco para ver, por el hueco de la pared, al resto de la gente. Todos parecían en su propio mundo. Incluso la chica que había bailado con Moon se encontraba charlando con otro de los chicos. Nadie iba a percatarse de nuestra desaparición.
Me gire, en un movimiento brusco y con esa misma energía tome la nuca de Moon y lo acerque hacia mi. Nos besamos. Él levantó sus manos y me acarició el torso, por encima de mi remera. Me olvide por unos segundos en donde estábamos, quienes nos rodeaban y la música que sonaba. Solo pude concentrarme en el cabello de Moon, suave. Le desate el pelo, dejando que este caiga a sus hombros de forma desordenada.
Nos separamos un instante. Él pegó su frente a la mía, con los ojos cerrados. Yo los abrí, y lo observé con esa cercanía. No bajé mi mano, pero tampoco acaricié su nuca. Solo la deje ahí, quieta.
—Jake... —susurró el, bajito.
No le respondí porque no hacía falta responderle y él no volvió a hablar porque no hacía falta volver a hablar. Moon dibujó un círculo con su dedo sobre mi remera. Luego abrió la palma y la dejó quieta. Una sonrisa se dibujó en su rostro. Yo cerré los ojos, imitándolo a él. De los labios de Moon se escapó una risa tonta.
Entonces sentí como Moon bajaba su mano, lentamente, como si dentro de su mente estuviera debatiendo si hacerlo o no. Se detuvo varias veces y yo no dije nada. Porque no había nada que decir y porque las palabras se me atoraban en la garganta.
Y bajo más. Y más. Y más. Por debajo de la ropa y casi que podía sentir su mano temblar. Quizás del frío, quizás del miedo. Quizás de ambas. Se quedó quieto y ninguno dijo nada. Yo no me anime a hacer lo mismo. Deje mi mano quieta en su cuello y nada más.
—¿Puedo...?
La mano de Moon se aventuró dentro de mi pantalón, y me atrajo hacia él con una sutil presión. Mi cerebro se congeló, mi corazón latía a mil por hora, casi que dolía . No podía creer que esto fuera cierto, pero estaba sucediendo. Estaba sucediendo. Real, real, real.
La mano de Moon se deslizó más abajo, y su toque me hizo querer abrir los ojos por un segundo. No lo hice. Al contrario, los apreté con más fuerza, mientras mis rodillas se cerraban, de forma automática.
Solté aire por la nariz y escuche que Moon hizo lo mismo. Aunque tenía los ojos cerrados podía verlo. Ahí, sentado a mi lado, con una expresión serena en su rostro, la luz de la luna seguro iluminaba su cabello. Nuestros hombros se rozaban levemente.
La música ahora era suave, lenta y mis suspiros y los de Moon casi se convirtieron en parte de la canción. Para nosotros. Porque nadie más podía escucharlos.
Solo yo.
Y Moon.
Moon, Moon, Moon.
Levanté mi mano y la apoyé sobre su rodilla porque no tenía la valentía suficiente para hacer nada más que eso. A él no le molesto, porque simplemente me dejó un beso. En la mejilla.
Y eso fue suficiente. Mi mente quedó tan en blanco, que ni siquiera pude pensar en Moon. Sin quererlo cerré con más fuerza mis rodillas y el color rojo me tiño todo el cuerpo, hasta las orejas. Los dos nos quedamos quietos. Congelados en lo que acaba de pasar. Por primera vez la vergüenza se había apoderado de mi.
Mi respiración estaba agitada e intenté juntar aire, sin abrir los ojos. No podía verlo a los ojos. Creí que iba a desmayarme en ese mismo instante, porque eso era mejor que tener que decir algo. No sabía qué decir.
Moon, con timidez sacó su mano. Recién ahí abrí un poco los ojos, cayendo finalmente en cuenta. No lo mire. Solo observe el suelo. Él limpió su mano contra el piso, sin decir nada tampoco.
Subí mis rodillas y puse ambas manos ahí, en una posición que se suponía tenía que parecer cómoda. Pero mi incomodidad era demasiado obvia. Tan obvia que Moon me miró, preocupado.
—Lo siento. Yo pensé que...
—Deja de disculparte por todo, idiota —lo interrumpí— ademas, me gusto.
El abrió en grande sus ojos y yo me puse aún más rojo de lo que estaba. Tuve la necesidad de explicarme, negando con la cabeza varias veces.
—O-osea, quiero decir...
Y fue su risa la que me interrumpió a mi. Se tiró hacia atrás acompañado de ruidosas carcajadas. Y me reí. No sé por qué pero me reí. Él ocultó su rostro, igual de rojo que el mío con sus manos. Y vi que intentaba no continuar riéndose. Pero de alguna manera, eso me hizo reír aún más.
Fue como si fuéramos dos niños pequeños, riéndonos de un chiste que en realidad no causaba nada de gracia.
Nos miramos fijamente, en un estado de risa y risa, hasta que se nos pasó el momento. Respiramos intentando calmarnos. Entonces nos miramos el uno al otro, y nos reímos al mismo tiempo. Sentía que iba a ahogarme, porque de tantas carcajadas no podía respirar. Me dolía el pecho y me lagrimeaban los ojos.
Era raro, porque ni siquiera recordaba cómo sonaba mi voz riendo. Hacía mucho que no lo hacía de esa manera. Moon se limpió las lágrimas de sus ojos y apoyó su cabeza contra la pared, calmándose.
Tenía tantas ganas de decirle algo más, pero no conseguía encontrar las palabras y no quería arruinarlo. Casi siempre cuando hablaba arruinaba las cosas y no quería hacerlo. No está vez.
Por eso no dije nada. Y él tampoco. Pensé que Moon también podía tener miedo de arruinarlo. Pero no había forma en la que él lo arruine.
Nos quedamos ahí, sentados sin decirnos nada. El suave murmullo de la fiesta de fondo, las risas y la música, se mezclaban con la brisa de la noche.
Nos miramos, compartiendo sonrisas cómplices, y supe algo en ese momento. Quizás fue ese día o puede haber sido el día en el que nos conocimos. No lo sé.
Pero me di cuenta. Me di cuenta que había tomado un tren que no tenía vuelta.
¿Por qué te tuve que conocerte, Moon?
Hola a mis fanáticos favoritos de ver sufrir a Moon y Jake !!! 💝
MIREN ESTO, RANAAS, me siento muy orgullosa grrr 🐸🐸
Ya llegue a las 45000 palabras 😭😭
pedazo de librito, y aun faltan un monton de capitulos, lloro.
Que les pareció el cap??? 😋🌷
No saben lo q me costo escribir la ultima escena JSKAJSKAKJ en mi mente fue re facil y cuando me puse a escribirla no sabia como mierda hacerla.
AAAA Preguntas?? Comentarios? Cosas que decir? 💗
Toto nos cae bien, verdad? Al q diga que le cae mal le va a caer una bomba a su casa 😡😡
No se q más decir, solo contarles que últimamente estoy con MUCHAAAS COSAAS, ahora dentro d poco viajo a España unos dias por una oportunidad q podria cambiarme la vida ahh AJKsjak bueno ta, si, es re importante, asi q ando trabajando mucho en eso. 😁😁
Igual como me inspire mucho y quiero seguir esta historia prometo actualizar 🤞🏻🌟
Les quiero mucho y gracias por leeeeer, recuerden compartir la historia a gentuza q quizas quiera leerlaaaaa!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro