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Capítulo cuarenta y tres: El amor en palabras del Loco

Hace muchos, muchos años.

Moon Hikari

Tuve una charla con mi tío. Una donde le tuve que contar, en principio, que me iba a ir con Jake un fin de semana de viaje. Él lo aceptó rápido, también teniendo en cuenta que yo, con la edad que tenía, no tenía por qué pedirle permiso.

—¿Me prometes que se van a cuidar?

—Sí, tío —asentí despacio.

—No hagan estupideces.

—Yo no hago estupideces —dije, mirándolo—, no soy mi papá

Papá. Hacía mucho no decía esa palabra, sonaba extraña en mi boca. Como un niño pequeño diciendo mierda y sintiendo, de alguna forma un cosquilleo en la lengua. De lo incorrecto, de lo desconocido. De ambas.

La segunda parte de una charla fue horrible. Tami, a quien no culpo por hacerlo, pero detesto un poco de todas formas, le recordó la discusión con Jake. Mirándolo a los ojos, muerto de pena tuve que decidir que era mejor. Mentir o...mentir. En realidad tenía sólo esas dos opciones. Siempre era mentir. Era pensar cuál mentira era mejor. O mejor dicho, cual era menos peor.

—¿Es verdad todo eso? —preguntó, cansado.

Era de noche y yo estaba sentado en la sala de mi casa, mientras Iza dormía en el cuarto. Tami tomaba un café en la cocina y mi tío estaba frente a mi. Solo quería dormir, tenía sueño.

—No, tío, estábamos jodiendo solamente.

Mi tío pocas veces me había rezongado. En general siempre fui bien portado, de niño y de adolescente. No hacía cosas que no tenía que hacer, no me metía en problemas y no respondía mal. Por eso era una situación incómoda, mirarnos y saber que se suponía que él tenía que decir algo de adulto responsable y yo tenía que disculparme.

Como un padre y un hijo. Pero éramos un tío y un sobrino que se llevaban solo un poco más de diez años. Solo un poco más que la diferencia entre mi hermano y yo. Dos personas que eran más amigos que otra cosa. Más hermanos.

—Bueno —soltó un suspiro—. Pero no se bromea sobre eso, Moon, tu lo sabes.

—Perdón —dije, asintiendo con la cabeza.

Tami le dejó un café y él solo sonrió un poquito, agradeciendo. Se miraron y luego a mi. No entendía por qué aún disimulaban lo que sea que tuvieran. Quise gritarle ¡bésense! Pero me contuve. Jugué con mis dedos.

—¿Tienes novia? —preguntó curioso, mientras Tami se sentaba a su lado.

Me puse colorado y negué varias veces. Tal vez estaba muy emocional, por el viaje, o por un montón de cosas en mi mente, pero tuve que apretar las manos para no llorar. Llorar. No sabía ni el motivo de mi llanto. Solo quería hacerlo. Llorar. Llorar.

—Me puedes contar si quieres —una sonrisita divertida se dibujó en su rostro.

No, no puedo contarte, pensé y me tembló el labio. Me daba vergüenza llorar frente a Tami y mi tío sin aparente motivo, pero no pude evitarlo. Saber que solo tenía dos opciones, mentir o mentir me dolía. Me dolía el pecho. Me daba una tristeza que con dieciséis no sabía manejar. Que no tenía por qué tener. La sensación constante de estar solo.

Me tapé el rostro con las manos.

—Moon... —murmuró mi tío, con preocupación.

—Perdón, perdón.

¿Perdón por qué? ¿Por tener que mentirte? ¿Por no tener novia? Perdón. Solo perdón por todo. Había tantos de que perdonarse y no sabía cómo empezar. Tami se levantó, se acercó a mí y apoyó su mano en mi hombro, despacio, mientras yo lograba calmarme. Lo que más me entristecía era pensar que seguro ellos pensaban que todo este escándalo era porque me habían roto el corazón, cuando mi corazón estaba muy contento. Contento con Jake, roto por no poder contarlo.

—La vida amorosa es muy difícil, mi amor —susurró Tami, con una media sonrisa.

Más difícil es cuando muere en callejones sin gente, cuando se oculta en la palabra novia y cuando no hay nadie, o al menos uno siente, que no hay nadie en todo el mundo que se sienta como tu. La vida amorosa es difícil cuando no es la normal. Normal. Odio es palabra. La odio. La odio. La odio.

Me enojé porque no sabía qué otra cosa hacer. Conmigo. Con Tami. Con Jake. Con mi tío. Con todos. Con todas las personas en la tierra. Pero sobre todo conmigo. Y con Dios. Que no sabía si existía o no, pero era imbécil por hacerme así. Y con el hilo rojo, que no sabía si existía, pero lo odiaba, porque no me unía con la gente que se supone tenía que unirme.

—No quiero novia... —dije enojado y seguro, otra vez, pensaron en alguna respuesta lógica, como podía ser otra vez, le rompieron el corazón.

Las respuestas lógicas a veces son mentira, es solo la mente intentando encontrarle sentido a algo que se sale de su propio sentido. Incluso, en ese momento, creí que era mejor que Tami pensara que Jake y yo éramos dos misóginos que se enorgullecen de estar con muchas chicas, a dos chicos que se besan. A dos chicos que se ven a veces. Que todo era mejor que eso. Porque a la gente le asusta más las cosas que se salen de su normalidad a las que cosas que son malas. La gente prefiere cosas malas a cosas distintas.

—No quería ponerme así, disculpen —me limpié la cara, estirando las letras con pereza, pereza de mentir.

—Está bien, cariño, a veces hay que llorar —dijo Tami, suavecito.

No, no, no, no, no, no, no, no.

—Es que no entienden —respondí y ambos me miraron—, no entienden...

—¿Qué cosa, Moon? —preguntó mi tío, confundido.

Lo culpable que me siento por ocultar. Por esconder. Por hacerles creer que me conocen cuando no es así. Porque ni siquiera es por mi. Nunca fue por mi. Nunca. Siempre son ustedes. Siempre es culpa. Siempre pienso en ustedes. Siempre. Siempre es ojalá no me golpeen para que mi tío no se entristezca. Siempre es ojalá no estar mal, porque si estoy mal pongo mal a Jake.

Ustedes, ustedes, ustedes, ustedes, todos ustedes y luego yo, yo a veces, solo a veces.

—Nada, no importa, nada —dije de forma cortante y junté aire—, me voy a dormir.

—Moon... —empezó Tami.

—¡De verdad no quiero hablar! —exclamé, subiendo en tono de voz, pero ninguno de enojo por eso.

—Nosotros estamos aquí.

¿Aquí donde? ¿Que significaba estamos? Claro, estamos, ahora porque no lo sabía, no dijo estaremos. No iban a estar. Yo estoy, siempre, pero el resto no.

Benjamin no estaba y yo sí.

Jake no estaba y yo sí.

Pero incluso cuando ellos se van yo seguía estando. Yo estaba aquí, por si querías volver. Yo estaba. En el fondo tal vez si había una razón egoísta y era simplemente mi terror a estar solo.

A que me dejaran solo.

Como Benjamín.

Como Jake.

Como mi papá.

Como mi mamá.

—No. No, ese es el problema —seguí hablando, intentando calmarme—, no entienden.

—¿Pasó algo malo, Moon? ¿Pasó algo? —mi tío preguntó, con preocupación— ¿Te hicieron algo?

¿Te hicieron algo, mi amor?

No, no, no, no.

¿Te hicieron algo, Moon?

No, no, no, no.

¿Te... hicieron algo, Ani?

No, no, no, no.

Te hicieron algo, chino.

Sí, sí, sí, sí.

Tu también eras un niño.

Un niño.

Niño

Niño.

Me callé. Por culposo, por imbécil, tarado, por sumiso, por miedoso, por niño, por adulto por todo. Me callé por todos los motivos que tenía para callarme.

Lloré contra mis manos, triste. Con una tristeza que pocas veces había sentido. Que me lastimaba. Me levanté de golpe, comenzando a caminar a mi cuarto.

—Me quiero ir a dormir, perdón.

Perdón. Perdón. Perdón.

Y me fui. Pero no dormí en toda la noche.

Me emborraché en la casa de Jake. Nos emborrachamos. Él por el simple hecho de emborracharse y yo porque estaba triste. Fumamos lo que Milo le había dado a Jake. Él por el simple hecho de fumar y yo porque estaba triste. Triste.

Contrario a lo que quería me pegó bastante mal, quizás por lo sentimental que estaba. Acostado en la cama de Jake, sin la remera por el calor que hacía y con los brazos cruzados quise llorar. Jake se dejó caer a mi lado, mientras tomaba la lata de cerveza. Estaba rojo por el calor y con los ojos entrecerrados.

—Quiero llorar —le avisé, soltando un sollozo bajito.

Jake giró el rostro para verme, encogiéndose de hombros.

—No lo hagas.

—Es que estoy triste —dije, y fruncí el ceño, quejándome en voz baja.

—Llora entonces, que se yo.

Me limpié el rostro con las palmas de las manos, pero duré poco, porque a los segundos estaba llorando. Jake suspiró, acercándose a mí para poder verme.

—¿Qué te pasa?

—No sé. Estoy triste.

—¿Pero por qué?

Pasé las manos por mi cabello, molesto.

—¿Me puedes besar? —pregunté, bajito.

—No. Estás lleno de mocos —Jake estiró la mano y limpió mi rostro, lento, perezoso.

Solté un sollozo, girando el cuerpo para apoyar mi frente en la almohada. Recuerdo que me sentía mareado, con dolor de estómago y solamente quería llorar. Jake, quien también me miraba con los ojos rojos, desconcentrado, perdido.

—Hasta llorando te ves lindo... —murmuró, estirando la mano.

Me tiró un mechón de cabello para que yo girara. Y lo hice, mirándolo de reojo.

—¿Eh?

Lo decía porque estaba borracho o drogado. O quizás porque yo estaba borracho y drogado y pensaba entonces que no lo iba a recordar. Que tenía la total libertad de decir lo que fuese porque no iba a acordarme luego. Pero lo recuerdo. ¿Él lo recordará?

—Eso.

—Callate... —apoyé mi frente en la cama y Jake se recostó más cerca.

—Porque tú eres lindo. Pero es distinto ser lindo de ser solamente atractivo o... estar bueno y eso. Ser lindo es como...—cerró los ojos, concentrándose— como las flores. Las flores son lindas. Son tan lindas que cuando estás caminando te detienes a verlas —hizo un silencio, bajando su tono de voz, un susurro que casi le quebró la voz—. Las ves y piensas oh, qué linda flor —puso una voz aguda, exagerada—, y luego sigues tu camino con esa flor en la mente. ¿Si me entiendes? Tú eres así. Lindo. Pero como una flor. Sí, como una flor. Dan ganas de verte, solo eso.

Lindo. Lindo. Lindo. Lindo. Lindo. Lindo. Lindo.

Me enojé con Jake, porque me dijo la cosa más hermosa del mundo una tarde de calor, tirados en su cama, con ganas de vomitar y luego de habernos bebido todas las cervezas de su heladera. Porque fue la declaración de amor más pobre y quizás por eso más preciosa de todas. Porque cada vez que escucho lindo pienso en una flor, pienso en mí y pienso en él. Me enojé con Jake, porque ahora cada vez que abro un libro romántico y leo una página nada me emociona, porque él dijo eso. Porque yo escuché eso. Porque ahora cuando alguien me dice que soy atractivo pienso que alguien en algún momento me dijo lindo y que para ese alguien ser lindo es como ser una flor.

Y me puse a llorar, despacio, contra la almohada. Me enojé con Jake por haberlo dicho justo en ese momento. Porque es más fácil explicar un corazón roto. Quería un corazón roto. Y tanto lo deseé que lo termine teniendo.

—Cien, ciento diez, ciento quince, ciento veinte... —murmuré, muy bajito.

Jake inclinó su cuerpo hacia mí, mirando las pilas de dinero que estaba contando. Habían pasado unos días del lindo y Jake no parecía recordarlo. O era buen mentiroso y no había dicho nada. Mi tío era otro buen mentiroso, porque tampoco había dicho nada.

Nadie había dicho nada. Nadie nunca decía nada.

—¿Cuánto vas?

Acomodé los billetes que había contado y suspiré. Jake subió las manos mientras rodaba los ojos, fingiendo inocencia.

—Me desconcentro y pierdo la cuenta, shh —dije, volviendo a contar.

—¿Cómo es el plan entonces?

—Vamos en tren —empecé a hablar, mostrándole la pequeña guía que había guardado, esa con fotos de parques y edificios—, bajamos allá y nos tomamos un metro al norte.

—¿Y allá a donde vamos?

Jake observó la guía, pasando las páginas.

—Pues a donde quieras, loquito.

—Vayamos a un bar —Solté una risa.

—Tu solo te quieres poner borracho.

Él se encogió de hombros dándome la razón sin dejar de ver el papel.

—¿Qué quieres hacer tú entonces? ¿Alimentar palomas en un parque? —su pregunta fue irónica y burlona, pero yo asentí, sonriente.

—¿Y que si te digo que si? El viaje lo pago yo —subí la cabeza y él suspiró, rindiéndose porque yo tenía razón—, así que ve preparándote para alimentar muchas palomas.

—Las palomas están sucias.

—Tu también y yo no te digo nada —murmuré, y Jake me pateó con el pie la rodilla.

—Chino de mierda.

Reí otra vez, cortito, antes de dejar todo el dinero junto otra vez.

—Mira, hay un cine —contó, leyendo la guía.

—No se si nos dará el dinero para eso.

Nos miramos y Jake sonrió de lado, divertido.

—Pero entramos sin pagar.

—No quiero ir a la cárcel —negué varias veces con la cabeza, seriamente.

Ya imaginaba la situación. Chino encarcelado por intentar colarse a ver una película de superhéroes en el cine.

—No vas a ir a la cárcel por entrar a una película, imbécil.

—Uno nunca sabe —Jake me imitó, burlón—. La policía es una mierda.

Soltó una risa amarga que no entendí hasta que habló, tras unos segundos.

—Dime a mí, a mi me mataron a mi mejor amigo, chinito —y se agarró la cruz de su pecho.

Abrí en grande los ojos, arrepintiéndome en el instante, gesto que no tenía nada que ver con la tranquilidad de Jake.

—Lo siento mucho, de verdad yo no...

—Deja de disculparte, pesado, fue un chiste —se recostó en la cama, exagerando un suspiro—. Que insoportable. Si no me dejas bromear con eso me voy.

—No, no, tu... bromea con lo que quieras.

—Tu puedes bromear con que tus padres te abandonaron.

Estiré el pie para patearlo, suave.

—No se si me sale a mí —murmuré.

No sabía si en el caso del asesinato de mi mejor amigo podría reírme como hacia Jake. No sabía si era mi forma de resolver los problemas. Yo prefería llorar.

—Mirando el lado positivo, no te pueden insultar.

—¿Por qué? —dije, sabiendo que venía algún remate ridículo.

—Porque muchos insultos tienen que ver con tu madre —giró la cabeza, sonriendo de lado enseñando los dientes—, y tu no tienes madre.

—Si tengo —contesté, medio molesto.

En algún lado está. Quizás muerta, pero está. Tener madre la tengo, de algún lado salí ¿no? Jake fingió leer, mientras sonreía, divertido.

—Tráemela y te creo.

—Cállate ¿qué sabes tú sobre padres? Si los tuyos te... —fruncí el ceño tras aquel comentario sin pensar— perdón. Estoy cansado.

—Aja —giró la cabeza para verme otra vez, sin perder su aire burlón— ¿quieres que te los traiga? Seguro se mueren por conocerte, maricon. O te mueres tú. Una de dos.

Volví a patearlo sin fuerza y Jake dejó la guía sobre el colchón.

—Dejemos de hablar de esto —pedí.

—No tienes humor.

—¿Encontraste algo que quieras hacer? —cambie de tema.

—Sí, el cine.

Solté una risa corta y él sonrió como respuesta.

—Está bien. Vamos al cine.

—Y nos emborrachamos —añadió, y yo volví a reír.

—Y nos besamos.

Jake negó con la cabeza, fingiendo desinterés.

—Nah, yo no hago esas cosas.

—¿Ah no?

Estiré la pierna para subirme encima de él, y mirarlo a los ojos, divertido. Jake observó el techo, ocultando su sonrisa en la mueca seria que siempre tenía.

—Va a ser divertido, Jake.

Y asintió. Y nos besamos.


HOLA! 🫶🏻😭

Como estánnnnnnn?? ✨❤️‍🩹

ESTE CAP NO ES TAN LARGO, PERO PASAN MUCHAS COSITAS IMPORTANTES 🌷🔮

CADA VEZ FALTA MENOS AAAAAAA este ya es parte del maratón de los últimos capítulos del segundo acto LLOREMOS 🥹🥹❤️‍🩹

La declaración de amor de Jake 🫂💞


Es una de mis cosas favoritas de esta novela 😔✨ (ignoremos el hecho de que la escribí yo)

Mi pregunta ahora es ¿QUE COSA RECUERDAN MUCHO DE LA NOVELA? 🐙❤️‍🩹 O sea algo ya sea una escena un dialogo o un pensamiento que les quedara en la cabeza.



Y LA OTRA ES ¿COMO VENDERÍAN ESTA NOVELA? JAJAJA si tienen q convencer a alguien de leerla 😻🫶🏻

¿QUE LES PARECIÓ EL CAPÍTULO? 🥹❤️‍🩹

MOMENTO, DIÁLOGO O COSA QUE LES GUSTARÁ 🍂🫶🏻

¿QUE PIENSAN DEL HUMOR DE JAKE? Cuando pasan cosas malas son más Jake o más Moon 😔💗

¿CREEN QUE MOON LES CUENTE A TAMI Y EL TIO? 😭😭

¿Se sienten más Jake o más Moon en general hasta ahora? 😔🩹💗

¿QUE COSAS CREEN QUE HAGAN EN LA CIUDAD? (Ademas de claramente alimentar palomas 🕊💗🩹)

PREGUNTAS DE USTEDES SOBRE LO Q SEA MENOS MATEMATICAS ---->

Moon se merece un abracito, lo quiero mucho aayyy😔🌠

¿Ustedes creen q el conflicto de Jake esta más desarrollado q el de Moon y que Moon es medio aburrido? JAJAJA es q alguien me dijo eso hace poco y me dejo asi 😔

PERO BUENO, LES QUIERO!!! nos seguimos leyendooooooooooo


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