Capitulo cuarenta y cuatro: El Loco, las mochilas y las patadas
Hace muchos, muchos años.
Jake Williams
¿Qué se lleva en un bolso para un viaje de dos días?
Agarré mi mochila y guardé una remera de manga larga y una campera, por si acaso. Tomé también mi dinero, ese que tenía guardado muy muy bien debajo de una baldosa rota y di una rápida mirada a mi cuarto, pensando, nuevamente ¿Qué se lleva en un bolso para un viaje de dos días?
Salí, dejando la mochila a medio hacer sobre la cama. George estaba afuera, por lo cual solo éramos Irina y yo en la casa. Ella se había despertado hacía un rato y estaba haciendo algo en la cocina. Yo me moría de hambre, pero tenía que esperar que se fuera para al menos, agarrar una fruta de la heladera. Vivíamos bajo el mismo techo pero sabíamos que no podíamos estar en la misma habitación.
—Irina —la llamé.
Ella volteó, mientras batía el café instantáneo con fuerza, usando una cucharita. El ruido me molestaba. El del metal de la cuchara contra la porcelana de la taza. Tenía aún la ropa de pijama y el cabello atado de forma desordenada.
—¿Qué quieres?
—¿Dónde están mis documentos? —le pregunté, apoyando mis manos en la mesa de la sala.
—Que se yo. Los tienes en tu cuarto, Williams, no eres un niño —tiró la cuchara a la pileta, levantando la taza de la mesada— ¿Por qué?
—Me voy a ir —expliqué sin dar muchos rodeos.
—¿De la casa?
Ojala, pensé, pero solo me encogí de hombros. Ella lo dijo de forma burlona, porque sabía en el fondo que eso no iba a ocurrir. Porque era cobarde. Cobarde.
—No, tarada —rodó los ojos, bebiendo el café con cansancio—. Me voy un fin de semana —Irina bebió el café, alzando una ceja para juzgarme.
—Ah ¿por qué?
Moon, Moon, Moon, Moon.
—¿Qué te importa? —le respondí de forma agresiva.
Y como siempre, en algún momento la conversación subió el tono. En algún momento empezamos a hablar más alto, más enojados. Nunca ninguna conversación terminaba bien. Era como si buscáramos inconscientemente la forma de discutir. Ella empezaba o yo empezaba, pero los dos lo seguíamos.
—¿Entonces por qué lo cuentas, eh? —se acercó hacia mí y yo, molesto exageré el gesto de encogerme de hombros.
—¡Porque sí, Irina!
Irina soltó un bufido y yo di varios pasos atrás, yéndome de la sala.
—¿¡Quien te entiende, Williams!?
—¡Pues tú no, Irina! —Cerré la puerta de mi cuarto con fuerza.
Rebusqué en el cuarto, sin recordar en dónde guardaba eso. Tras unos minutos encontré un pequeño bolsito de tela color roja. Dentro estaban los documentos. Me veía feo en esa foto. Triste. Más grande incluso que ahora, o solo más gris. Cuando me la fui a sacar justo tenía un moretón en la cara. Decidí no mirarlo más y solo guardar el bolsito en la mochila. Lindo. Lindo.
No se si Moon recordara aquello que le conté esa vez.
En ese momento me puse rojo de pensarlo y negué varias veces con la cabeza para mi mismo. Hoy en día me pongo rojo de pensarlo, como si tuviera dieciséis y no veintisiete. Como si fuera un adolescente y no un adulto. Lindo. Lindo.
Eloísa lo negaba, pero su madre no la quería en su casa. Por eso estaba todo el día con Milo, charlando con la abuela de él o de vez en cuando cosiendo cosas a modo de trabajo. Poco a poco, de forma disimulada se mudó ahí. Incluso dormía en el cuarto de Toto.
—No me gusta.
Eloísa soltó una carcajada ante mi expresión asustada. Estaba agarrando mi mano con fuerza, obligándome a ponerla sobre su estómago, teniendo la remera subida.
—Ay, vamos...
La apoyé con lentitud, y ella sonrió de lado. No moví los dedos, temeroso. Y de repente, de forma inesperada, una patada. Apenas sentí aquel pequeño golpe moví la mano, huyendo. Eloísa volvió a reír, con el rostro rojo. Me dieron hasta cosquillas en la palma.
—¡Qué raro! —exclamé, haciendo una mueca de asco.
—Es un bebé —Eloísa calmó su risa, contenta.
Miró su propio estómago, apoyando su mano ahí y sintiendo sin la misma sensación de incomodidad que yo, las patadas. Por un instante pensé cómo se debía de sentir tener algo tuyo, creciendo en tu interior. Hice una mueca por eso, aunque muy muy en el fondo me causaba emoción pensarlo.
—Dentro tuyo —dije, agrandando los ojos—. Que asco.
Bebimos limonada al mismo tiempo.
Iris. Iris. Ese iba a ser su nombre. No puedo negar que quise llorar cuando me lo contó. Muy dentro de mi mente, afuera no lo demostré ni un poco. Pero sí, me dio un calor agradable en el pecho saber que había sido idea mía.
—El tío Jake no es muy tierno ¿verdad? —murmuró, mirando hacia abajo.
Tío Jake. Tío Jake. Tío Jake.
No sé en qué momento se elige quien es el tío de alguien. Digo en los tíos que no comparten sangre. Los de sangre son obvios, solo por ser hermano de alguien vas a ganar ese título. Pero nosotros nunca lo decidimos. Simplemente me volví un tío en algún momento.
—¿Para qué le hablas? No te escucha —yo, en lugar de mirarla a ella observé con atención el vaso como si tuviera algo interesante.
—Sí —respondió, muy segura—. Dicen que escuchan. Reconocen voces, músicas y esas cosas —me miró a los ojos—. Dile algo.
—No le voy a decir nada.
—Qué aburrido. Si luego no te dice tío es tu culpa.
Rodé los ojos, suspirando.
—¿Tú le hablas?
La sonrisa de Eloísa se hizo más grande, mostrando sus dientes. Las dos paletas destacaban en ese gesto feliz.
—Sí, todo el tiempo.
—Rarita.
Amagó con golpearme y yo solo le mostré el hombro para que lo hiciera, bebiendo más limonada cual bebida alcohólica que uno usa para emborracharse hasta la inconsciencia.
—Cuéntame algo a mi entonces.
Eloísa acomodó sus piernas sobre la silla, bajando su remera color violeta.
—¿De que?
—Pues no sé. Nunca cuentas nada.
—Porque hablas todo el rato tu —dije, como mentira para no contestar la verdad, que era tienes razón.
Dejé la limonada sobre la mesa y subí las piernas para apoyarlas junto al vaso, recibiendo una mala mirada de Eloísa. Me crucé de brazos apoyando mi cuerpo contra el respaldo.
—¿Te gusta alguien?
Era siempre la misma pregunta de mierda. Tendría que haber ensayado una mentira, porque siempre me quedaba callado de forma incómoda. Gustar. Una palabra espantosa, difícil. Y odiaba las palabras difíciles. Gustar era el momento antes de estar con alguien ¿verdad? Con Moon ya nos besabamos. ¿Me gustaba Moon? ¿Qué era gustar? ¿Físicamente? Sí, no podía negar eso. Moon me parecía atractivo ¿Pero que quisiera pasar mi vida entera con esa persona? ¿Para siempre? ¿En un futuro? ¿Ser como Toto y Eloísa? ¿Casarme con él?
—Que se yo.
—¿Cómo va en el trabajo?
—Es trabajo, ni idea.
—Chris es agradable.
No podía negar eso. En primer lugar porque era el tío de Eloísa y en segundo lugar porque genuinamente era agradable. Milo llegó, gritando un ruidoso hola desde la puerta de entrada. Con su campera deportiva amarilla y su bolso negro caminó hasta detenerse detrás mio. Me despeinó y yo le golpeé la mano. Luego le dio un beso cariñoso en la mejilla a Eloísa.
Luego fue a buscar si había comida en la heladera. No había, así que suspiró.
—Me voy este fin de semana —conté, para decir algo más.
—¿A dónde? —preguntó Eloísa, curiosa.
—Al centro.
—¿Con quien, atrevido? —se metió Milo a la conversación, alzando las cejas y apoyando su cuerpo en la puerta de la heladera.
Rodé los ojos, mostrándole el dedo de en medio y él soltó una carcajada.
—Nada, con un amigo.
Milo se acercó a la mesa, a pasos largos.
—Ah, un amigo.
—¿Pueden parar? Me tienen hasta los huevos con eso —dije, sin pensar.
—Bueno, bueno, no hablo más —me hizo una mueca, burlándose.
—¿Cómo te fue a ti en el trabajo, Milo? —preguntó Eloísa, cambiando el tema.
—El jefe es un hijo de puta, se la pasa gritando y gritando —habló, con cansancio y estirando las letras—. Pero bueno, es lo mejor que hay.
—Ya vas a conseguir algo mejor.
Esa era otra forma de decir ya va a mejorar. Ya va a estar bien. Todas esas frases que prometen un futuro más brillante.
—Si Dios quiere —contestó.
En esa respuesta me di cuenta de dos cosas. Recordé que Milo había sido criado por sus abuelos y por otro lado fruncí el ceño.
Pues espero que quiera el grandísimo hijo de puta, porque cada día me hace odiarlo más, no lo dije porque no quería ofender, pero lo pensé. Solté una risa nasal, burlona.
—Si Dios quiere —repetí, en voz baja.
Mi momento favorito del trabajo era cuando almorzábamos, porque dejábamos de trabajar. Y ese día tenía dos motivos más. El primero era porque en esa jornada me hicieron hablar con clientes. Yo odiaba hacer eso.
Uno de los primeros clientes fue un hombre joven, medio creído y que parecía tener un amor por los autos que rozaba la (literal) atracción física. Y no exagero. Hablaba de los autos como si fuesen personas. Me dio asco en un punto. Pero aún peor fue cuando intentó hacerme hablar a mi sobre autos.
Más de una vez intenté esconderme entre las cajas para fingir que arreglaba algo, pero el grito de ¡Jake! Me hizo volver al centro del taller a enfrentarme nuevamente con algún loco de los autos o un confundido que no sabía ni qué hacía ahí. Odiaba a los dos tipos de clientes.
Me costó exactamente una hora ponerme de mal humor.
Y el segundo motivo por el cual quería almorzar era Moon. Siempre era él. Esa vez fue porque iba a llevarme la comida. Cada vez que un cliente se callaba por un segundo yo me perdía en una pared y pensaba en Moon. Y sonreía. Y luego disimulaba eso por miedo a que alguien, de alguna forma, entre a mi cerebro. Eso me aterraba siempre. Era ridículo, pero me daba miedo.
Que una persona mágica con poderes dijera, mira a ese loco de ahí, debería entrar en su mente y contarle al mundo lo que piensa.
Cuando Chris nos miró y dijo corten a almorzar, salí, o más bien, huí, intentando que nadie me viera para ahorrarme preguntas y corrí de forma rápida a la esquina.
Ahí, en la de enfrente estaba Moon. Tenía la ropa del trabajo, una bolsa de plástico en su mano derecha y llevaba el cabello suelto, despeinado. Pero yo solo pude ver su sombrero rojo. Lo llevaba casi siempre, a casi todos lados aunque no hiciera frío. Yo tenía la cruz de Toto, él tenía el gorro rojo de su mamá. Él lo usaba aunque hiciera calor y yo la usaba aunque no creyera en Dios.
Me acerqué dando saltos tontos hasta detenerme de golpe justo frente a él, en el borde de la vereda. Moon me sonrió de lado.
—¿Jake? —murmuró bajo, con una seriedad fingida, cual repartidor.
Asentí y Moon me extendió la bolsa. La agarré y luego le di el dinero, que tenía guardado en mi bolsillo desde la mañana. Porque sabía que él iba a venir. Porque me agarraba el bolsillo cada diez minutos pensando Moon, Moon, Moon.
—¿Y la propina? —preguntó de forma burlona, guardando el dinero.
—No abuses —contesté sin mirarlo y apresurándome a dar media vuelta.
—Adiós.
No giré, solo seguí caminando y le respondí, bajo:
—Adiós.
Crucé la calle y recién entonces giré la cabeza. Moon ya se estaba yendo. Sonreí un poco, pero ese gesto desapareció cuando noté que Edu se estaba acercando desde la vereda a mi izquierda. Lo ignoré, como si no lo hubiera visto.
La música se escuchaba desde afuera del taller. Ruidosa y que daba dolor de cabeza. Pero a Gabo le gustaba y él tenía el parlante. Abusaba de ese poder cual dictador que a propósito ponía la peor música para que el pobre pueblo se tapara los oídos.
Entré al cuarto donde comíamos y detrás mío llegó Edu. Me senté en la mesa, abrí el tupper con la comida y crucé las piernas. Edu se inclinó hacia mí, bajando el torso. Puso su mano en mi hombro y quise golpearlo.
Solo tres personas podían hacer eso sin que me molestara. Eloísa, Milo y Moon. Nadie más. Edu no estaba en la lista. Por eso intenté correr mi hombro.
—¿Y esa chica, eh? —preguntó Edu mientras estiraba las letras, sonriendo de lado.
Chica. Edu silbó de forma divertida. No pude evitar reprimir una risa al imaginar que confundió a Moon con una chica. Me iba a reír de Moon por eso. Aunque me tranquilizaba un poco que, aunque nos vio, pensara que era mujer. Suspiré, encogiéndome de hombros. Pero todos interpretaron esa risa como un nerviosismo tonto e hicieron gestos burlones. Agarré una de las bolitas de arroz.
—Nadie.
—Ah, claro —añadió irónicamente, dándome un golpe en el hombro.
Chris sonrió mientras bebía gaseosa y Edu se fue a sentar a su lado. El Ruso se mantenía callado, pero mirándome. Todos me miraban, esperando una respuesta distinta. Le di una mordida a la comida. Nadie. Nadie. Nadie. Nadie. Perdón Moon, por decir que no eras nadie.
—No es nadie.
Hicieron un montón de comentarios desubicados que por mi paz mental decidí ignorar. Me daba un poco de risa al comienzo que fueran dirigidos a Moon porque pensaran que era mujer, pero luego del tercero me comenzaron a enojar. Mucho. El Ruso un par de veces los intentó callar. Gabo solo exageró una mueca y me hizo preguntas que, otra vez, por mi paz mental decidí ignorar. Solo comí en silencio.
—¿Tetas o culo, Edu? —preguntó cambiando de tema, con fingida seriedad.
El nombrado esbozó una sonrisa.
—Y... mejor si es ambas.
—¿Tu, Jake?
—Cerebro, que es lo que te falta a ti, imbécil de segunda.
Se rieron como si hubiera sido un chiste y yo separé las semillas del arroz, porque no me gustaban mucho. Tuve la suerte que ninguno fuera muy provocable, porque no tenía ganas de pelear con nadie.
—Eh, eh, que enojado que estas —me tiró un papel doblado y yo moví la cabeza, para esquivarlo—, dale, respóndeme.
Me levanté de golpe, agarrando mis cosas y escuchando varios uh, como de quien quiere empezar una pelea. Al final almorcé en la vereda. Quizás hubiera sido más fácil inventar alguna cosa, pero ese día no tenía ganas de mentir. Ni golpear ni mentir.
La bola de arroz estaba rellena de pescado. Era delicioso, pero lo había masticado como si fuese un pan seco. Me frustró eso.
La gente siempre arruinaba todo. Odiaba a la mayoría. O al menos, no los soportaba. Eso era lo único que había heredado de George y no tenía intenciones de cambiar.
HOLA HOLAAAAAAAA 🌠💗
COMO ESTAN? espero q bien, y si estan mal les mando un abrazo enorme enormeeee
Ya queda tan poquito de este segundo actoooooo, voy a llorar !!
Primero que nada, VIERON MI FOTO DE PEEEERFIL? AAAAA JAJAJAJ nada, quiero presumirles una foto q me saqué(?? 😭
Q cringe basta 😭😭😭😭😭😭 JAJAJAJAJAJAJAJAJAJ
( momento spam otra vez de q me sigan en mi ig @/ oliviamolinaroeijo pq ahi subo muchas cosas randommmm, fotos mias y d mi vida, cosas q escribo etcetcetc )
VAMOS CON NOTICIAS DE LA SEMANAAAA 😭😭💗🩹
VOY A CONOCER A CATAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA, VIAJO PARA SU CIUDAD DENTRO DE UNOS DÍAS AAAAAAAAAAAAAAAA 😭😭😭💖
Desp de como tres añooooosssss es una locura
(Cata si estas aca comenta un corazon)
te amo 😭💗😭💗🌷🩹🌠🌷💗
Y HABLANDO DE CATA MIREEEEN ME HIZO UN PICREW DE JAKE Y MOON<33
AHORA: PREEEEGUNTAAASSSSS 🌷🔮
¿QUE PIENSAN DEL CAPITULOOOO? 🌟🦋
Es cortito pero en el siguiente se viene algo IMPORTANTE...
¿Momento o cosa q les gustaraaaaaaaa?
¿QUE SIENTEN CON Q YA ESTE POR TERMINAR ESTE SEGUNDO ACTO? 😭🩹💗
¿¿¿¿Jake siendo tio???? lo quiero mucho 🥺💕
¿Qué opinan de Eloísa y Milo? <3
Voten para sacar a Jake de su trabajo JSKAJSKAJS 😭
¿ALGO Q QUIERAN DECIR/PREGUNTAR?
Les quiero CHAUUUUUUUUUU 😭🦋🌟🌠
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