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Capitulo cuarenta: La Luna, el Loco y las cosas prohibidas

Hace muchos, muchos años.

Moon Hikari

La lluvia duró media hora, fue por la madrugada, silenciosa, casi nadie la notó. Yo lo hice, porque estaba despierto. Era la lluvia de mis dieciséis, no podía perderme algo así. Sonreí cuando acabó y volví a dormirme, tapado con varias mantas.

Mi hermano fue quien me despertó a las pocas horas, trepando encima mío y repitiendo en mi oreja despierta, despierta, despierta.

—Feliz cumpleaños —murmuró, apoyando su frente en la mía y riendo despacito.

—Gracias, Iza.

—Te tengo un regalo —dijo luego, con evidente emoción.

Iza siempre tuvo eso, por más que creció no perdió aquella capacidad de alegrarse y emocionarse como un niño. Se volvió hacia atrás, sacando algo de su bolsillo. Tenía un pantalón verde que en algún momento había sido mío y una remera de un club de fútbol (del cual ni siquiera éramos) que le había regalado un amigo para su cumpleaños. Y lucía gracioso con su cabello esponjoso por la humedad. Lo despeiné.

—¿Ah sí?

—Aja, mira —y me extendió otra pulsera, parecida a la naranja.

La nueva era de hilos color azul oscuro y celeste. Sonreí, abriendo los ojos en grande para acostumbrarme a la luz del día e Iza me ayudó a ponerme la nueva pulsera debajo de la vieja. La ató despacio, y quedó algo suelta.

—Kiki me ayudó a hacerla, ella tiene en la casa el hilo que se usa.

—Muchas muchas gracias.

—Muchos muchos feliz cumpleaños.

Le di un ruidoso beso en la frente.

—¿El tío? —pregunté estirando hacia arriba los brazos.

—Salió con la tía Tami.

Iza seguramente no llegaba a darse cuenta que esos dos se traían algo, por eso me divertía que le dijera tía Tami. Agarré de los brazos, haciendo fuerza para levantarlo hacia el aire e Iza soltó una carcajada. Luego volví a sentarlo en la cama.

—Me baño y te hago una leche ¿bien?

—Ya me hice yo —imaginé el desastre de la cocina y suspiré—. Es tu cumpleaños, no tienes que hacer nada.

—Bueno. Pero ponte un buzo porque hace frío y vas a resfriarte —y él rodó los ojos.

Cumplir dieciséis fue extraño. Sonaba como un número bastante grande, bastante importante. Dieciséis. Era la edad que tenían mis padres cuando me tuvieron. Quizás eso fue lo más raro. Aun así no sentí nada nuevo al despertar de la cama. No me sentía lo suficientemente grande para tener un hijo o una hija. Fui al baño y me quité la remera, mirándome al espejo y pensando si algo había cambiado.

Estaba más grande, al menos físicamente. Tenía el cabello más largo también y caía hacia abajo de forma aburrida, por eso, esa misma mañana agarré las tijeras e intenté acomodarlo. Lo dejé donde siempre, a la altura de los hombros, pero más desordenado. No tenía idea de peluquería, por eso mismo el resultado no fue perfecto. Tampoco estuvo mal. Me veía más grande así, con el cabello desmechado.

Me duché durante un rato largo, con la cabeza apoyada en la pared y el agua mojándome la espalda. Miré las pulseras y sonreí un poquito.

Cuando dejó de salir agua caliente apagué el grifo y estiré los brazos hacia atrás, hasta hacer sonar mi espalda. Me sequé el cabello moviendo la cabeza de un lado a otro. Con una toalla atada a la cintura fui al cuarto nuevamente, y lo primero que hice fue sacar mi caja y contar el dinero de forma rápida. Con el dinero del trabajo estaba cada vez más cerca, solo me faltaba hacer un par de preguntas y planear todo mejor. Oculté rápidamente la caja.

Me cambié con una musculosa negra y un pantalón de tela gris, que ya me quedaba algo corto. Intenté ponérmelo un poco más abajo de la cadera, para que no se note que tenía todo el tobillo descubierto. Pero así parecía que tenía un top, porque la musculosa no era tan grande y se veía el ombligo. Al final terminé decidiendo que era mejor que quedará corto a que se me notara la pelvis.

Volví a la sala, donde Iza me esperaba, sentado en el suelo con una sonrisa.

—Ani.

—Sí ¿Qué pasa?

—Dos cosas te quiero decir.

—La primera es si me podías cortar el pelo alguno de estos días, porque me creció atrás —y bajó la cabeza, para enseñarme que el rapado de la nuca había crecido bastante.

Su cabello se estaba oscureciendo, yendo del castaño a un marrón oscuro, que si bien no llegaba a ser el cabello negro que teníamos mi tío y yo, se parecía un poco más. Igual no teníamos mucho parecido, a la gente le costaba creer que fuéramos hermanos. A él jamás le dijeron chino.

—Bueno, cuando quieras —mientras él habló yo caminé hasta la cocina, para hacerme algo de desayuno y de paso ordenar el desastre que había dejado mi hermano— ¿Qué es lo segundo?

—¿Me puedes contar más sobre lo de besar chicos?

Casi tropiezo con mi propio pie y caigo al suelo. Iza lo dijo en un susurro, incluso cuando no había nadie en casa. Giré a verlo. Iza hizo un puchero divertido.

—¿Eh?

—Es que me dio curiosidad.

—No hay... —me encogí de hombros—, mucho más que contar sobre eso.

—¿Pueden dos chicos ser novios?

Novios. Novios. Qué palabra grande y por grande imposible. Novios. Mi primera respuesta, casi instintiva fue no. ¿Ser novios no significaba implícitamente que había un chico y una chica? ¿No era eso? Los chicos podían besarse y las chicas podían besarse (al menos eso creía, jamás había conocido a una chica que besara a otra), pero de eso a ser novios o novias había una gran diferencia. Novias, esa palabra ni siquiera estaba en mi vocabulario.

Pero otra vez, Iza dijo pueden, no deben. Y poder, técnicamente podían, sí, no había explosiones que lo prohibieran. ¿Pero era posible? No, de seguro no. Un novio con otro novio que fueran novios. Dos chicos siendo novios. Presentándose como novios. Sonaba como una locura. Una locura ahí. Y yo solo conocía ese lugar. Y ese lugar era todo. Y ahí dos chicos que se ven a veces no eran novios.

Por suerte, o desgracia, antes de que pudiera contestar, mi tío tocó la puerta y sin dejar tiempo a una respuesta, entró junto a Tami. Ella estaba con el cabello casi por completo marrón, ya que la tintura se había ido. Solo tenía las puntas un poco más rubias. Su maquillaje usual, colorido y un vestido de flores azul. Se veía bonita, feliz. Iza, apenas los escuchó entrar se puso alerta, corriendo hacia la puerta.

—¡Miren al cumpleañero! —exclamó Tami, moviendo los brazos de forma alegre y haciendo que sus pulseras grises sonarán con el movimiento.

—Buenos días —respondí, sonriendo un poco.

—¿Cómo se sienten los dieciséis? —siguió hablando, mientras se acercaba a mi.

—Bastante bien, creo. |

—Ay, los dieciséis, suenan como hace una vida —dijo, con un tono nostálgico, mientras yo soltaba una risa.

En realidad, Tami al igual que mi tío, tenía veintiocho años, por lo que me causó risa que dijera un comentario de señora mayor.

Me dio un ruidoso beso en la mejilla y me felicitó, halagando que era un joven muy bonito y haciéndome sonrojar por eso. Luego mi tío, más reservado me dio un golpe cariñoso en el hombro. Me regalaron una remera a rayas verde y naranja y una camisa blanca.

—¿Y eso? —preguntó mi tío.

Me estaba quitando la musculosa para probarme la remera nueva y en los segundos que quedé sin nada mi tío señaló mi espalda. El tatuaje. Abrí en grande los ojos, quedando con la musculosa atorada en mis brazos y volteando para poder verlo, nervioso.

—Eh...

—¿Pero qué es? ¿Un gancho? ¿Un garfio? —intentó adivinar Tami, apoyada contra la pared de la cocina.

—Es una J, la letra —aclaré rápidamente, poniéndome la nueva remera—, es por alguien —mi tío abrió en grande los ojos—, un amigo, por un amigo.

Tami soltó una risa y mi tío dejó salir el aire en un gesto tranquilo. Supongo que el trauma de su hermano (mi papá) lo perseguía, porque cada vez que hablaba sobre algo que le diera a entender de una posible novia mi tío parecía morir. En un momento incluso pensé que saber que no había posibilidad de que eso sucediera iba a alegrarlo.

No había tenido nunca una camisa, así que me obligaron a probarla también y pasarme por la casa para que la vieran. Me gustaba mucho como me quedaba.

Luego intentamos enseñarle a Tami a cantar el feliz cumpleaños en japonés, y aunque al comienzo le costó, terminó encontrando la forma de cantarlo. Comimos unas tortitas que había hecho Tami, con azúcar encima y chocolate derretido dentro. Eran deliciosas, pero como hermano mayor que soy le terminé dando un poco de mi parte a Iza.

—Dieciséis —murmuró mi tío, abrazándome por los hombros y acercándome a él.

Apoyé mi brazo en su hombro de igual forma, sonriéndole de lado.

—¿En qué momento creciste tanto, eh?

—Tu también creciste —bromeé y mi tío sonrió, divertido.

Me dio un golpecito en el hombro y fue a ayudar a Iza, al patio, que se había subido a la moto y no sabia como bajar. Quedé dentro de la casa con Tami.

—Oye ¿Te puedo preguntar algo?

—No tienes que preguntar cada vez que vayas a preguntar algo —bromeó Tami—, pero si es otra de tus preguntas como qué significa ser chica, entonces no.

Ambos reímos, sabiendo que era un chiste, porque Tami adoraba mis preguntas sin contexto ni aparente sentido. Me acerqué, sentándome junto a donde estaba ella.

—¿Cuánto cuesta pasar un fin de semana en el centro?

Como ella había vivido en el centro supuse que debía de saber ese dato. Tami acomodó su cabello hacia un costado, observando el aire de forma pensativa.

—Depende. Hay lugares baratos para dormir, en la zona norte. Ese es el gasto más grande.

Baratos ¿que era barato? No tenía ni idea cuanto costaba un lugar para dormir y menos idea tenía de qué significaba eso ¿un departamento? ¿Una casa? ¿Una cama?

—¿Pero más o menos puedes decirme un número?

—¿Por qué estás tan curioso con eso? —sonó casi como una acusación divertida.

—Es que... estoy ahorrando dinero desde hace varios años —conté, por primera vez y bajando el tono de voz, con miedo a que mi tío escuchara—. Me gustaría ir a pasar un fin de semana ahí, con un amigo.

—¿El del tatuaje?

—Aja.

—¿Y del cumpleaños?

—Sí, ese.

—Parecen llevarse muy bien —no hubo ninguna segunda intención con ese comentario, porque los chicos no pueden hacer nada más que llevarse muy bien.

Nos besamos bien, y nos tocamos bien, también. Reí en voz baja por mi pensamiento, pero lo disimulé y Tami no pareció darse cuenta.

—Parece que sí.

—Ahora no puedo decirte un número, así de rápido, pero luego hablo con una amiga y te digo ¿bien?

Sonreí en grande.

—Bien.

—¿Y tu tío sabe de está idea?

—En eso también podrías ayudarme ¿No?

—¿Y por qué debería hacerlo?

Inflé aire en el pecho, inclinando mi cabeza hacia ella y susurrando.

—Porque si quieres caerme bien tienes que hacerlo —respondí, de forma infantil a propósito.

—¿Y por qué quisiera caerte bien a ti, mocoso? —se hizo la ofendida.

—Porque eres la novia de mi tío —murmuré, sin mirarla.

Sus ojos, remarcados de un color azul, se abrieron en grande, como si no hubiera esperado ese comentario para nada. Movió las manos de arriba a abajo.

—Nosotros no...

—Claro, sí, sí —me levanté, escondiendo las manos en los bolsillos de mi pantalón.

—¿Él te contó?

—Acabas de confirmarlo —y solté una carcajada, a lo que Tami solo se puso más pálida.

—¿De qué ríen ustedes? —entró mi tío a la casa, con Iza en los brazos, quien lloraba, probablemente porque lo habían retado.

—No se, pregúntale a Tami. Yo me voy.

—¿A dónde?

—Con un amigo.

—Se va con su novia —murmuró Tami, de forma vengativa.

Iza soltó una carcajada y mi tío, quien supuse que debió estar minutos para bajarlo de la moto, lo miró confundido. Miré a mi hermano y le hice un gesto de shh. Él me lo devolvió.

—Quizás sí ¿sabes? Porque lo de tener cortinas acá no me sirve mucho —di pasitos hacia atrás, yendo a la puerta, observando la expresión consternada de mi tío y aguantando la risa—, a ustedes tampoco, eh, no les cuesta nada poner algo, qué hay gente como a mí que le cuesta dormir con ruidos ¡los quiero!

Agarré el gorro, que estaba sobre un mueble al lado de la puerta y salí de la casa, tras escuchar gritos en japonés de parte de mi tío, que me insultaba y la voz de Iza preguntando qué significaba eso. Se va con su novia.

Nos habíamos encontrando en el lago, pero Jake me llevó hasta su casa, contándome que ese día tampoco había nadie. Casi nunca estaban sus padres en la casa. Pero era mejor para nosotros. No se si para Jake personalmente. Pero para nosotros sí.

Entramos y abrimos dos latas de cerveza. Yo tomé de la mía con toda la intención de ponerme lo suficientemente divertido para no tener vergüenza y lo suficientemente consciente para recordar. Jake se fue hasta la sala, dejándome solo en su cuarto. Le había contado que era mi cumpleaños en el lago y él, de forma orgullosa solo había contestado lo se.

Recordar eso me hizo sonreír. Sonreí toda la caminata hacia su casa. Me dolía la cara de hacerlo. Jake regresó, parándose frente a mí. Llevaba una campera gris de tela, porque era un día frío y unos pantalones largos de jean. Me daba risa que Jake fuese tan friolento.

—Toma.

Me extendió un par de billetes, doblados y arrugados. Los tomé y le sonreí, mientras Jake daba pasos hacia atrás, fingiendo no mirarme.

—No sabía que mierda comprarte —admitió, sentándose otra vez en su cama, a mi lado—, entonces compra lo que quieras.

—Gracias —guardé el dinero en mi bolsillo.

Esperaba de forma ansiosa que Tami me contase cuánto dinero costaba ese fin de semana en la ciudad. Primero tenía que convencer a Jake de irnos. Porque si no iba con él no tenía mucho sentido.

Nos acostamos en su cama, observando el techo, con el sonido de la radio de fondo. Sonaba alguna canción popular en inglés o algo así. Me saqué el gorro y noté que tenía un hilo roto, intenté ponerlo nuevamente junto a los otros, pero solo se seguía saliendo. Asi que agarré el hilo suelto con los dientes y lo corté de una mordida. Dejé el gorro sobre la mesita y miré el hilo, rojo, medio desmechado.

—¿Se rompió? —preguntó Jake.

—No, solo se estaba saliendo un hilo.

Tomé la punta del hilo con mi pulgar y mi índice, moviéndolo en el aire y Jake miró ese movimiento igual de concentrado que yo.

—Dame tu mano —dije, sin mirarlo.

—¿Eh?

—Tu mano —repetí.

Jake, sin mucha confianza me extendió la mano y despacio até el hilo a su meñique, sonriendo un poco. Tiré del hilo rojo, moviendo su mano por el aire y él entendió el juego, porque no hizo resistencia. Llevándolo del meñique hice que bajara un poco la mano y en un acto sin pensar, divertido, la apoyé sobre mi entrepierna, girando la cabeza para mirarlo. Él abrió en grande los ojos y movió la mano de arriba a abajo. Él muy maldito aprovechó el momento en el que cerré los ojos para subir el puño y golpearme con fuerza. Solté un grito, abriendo los ojos y subiendo las rodillas.

—Pervertido —me dijo, volviendo a cruzar los brazos sobre su pecho, aun con el hilo en el meñique.

—¡Dolió, pedazo de bruto! —solté un sollozo, girando mi cuerpo, para hundir mi cara en la almohada y gritar.

—¡Me pusiste la mano en tu pene, imbécil!

Con todo el cuerpo contraído y aguantándome las ganas de llorar, levanté la cabeza y lo miré, entrecerrando los ojos de forma retadora.

—No sería la primera vez que lo haces —le murmuré, y Jake palideció.

—Te voy a... —dejó la frase sin terminar, lanzándose encima mío y atrapando mis manos.

Cerré las piernas, sin fuerza suficiente para patearlo, o siquiera defenderme. Terminé debajo de él, con ambas manos sobre mi cabeza y Jake con la cadera levantada, quizás porque le daba vergüenza ahora sentarse encima mio. Eso me dio gracia y sonreí, para molestarlo.

—Es mi cumpleaños —dije, y Jake se encogió de hombros.

—¿Y qué me importa a mi?

Le hice una burla, observando su rostro, bien cerca del mío. Podía verle los lunares del cuello.

—Voy a golpearte.

Me mordí el labio, poniendo un tono más agudo del usual y Jake cambió su expresión enojada por una confundida.

—Ay, ay, hazlo.

Se le pintó la cara de rojo, pero no soltó mis manos.

—¿Estás borracho? —preguntó en voz baja, como si eso cambiara algo.

No recuerdo si lo estaba o no, pero por algún motivo parecía que la vergüenza se había ido por completo de mi cuerpo en ese momento.

—¿Te puedo besar?

—No.

—¿Por qué no?

—Estas actuando raro.

—¿No te gusta?

No respondió, por lo que asumí que estaba intentando darse cuenta que era ese raro. Al ver que se puso más rojo me di cuenta que era raro bien. Sonreí más por eso, enseñando todos los dientes.

—¿Me vas a soltar?

Negó con la cabeza, apretando más fuerte mis manos. Y en ese instante, con la pura intención de seguir molestando y quizás, solo quizás, porque tenía alcohol en sangre, murmuré:

—¿Sabes? Pensé que te gustaba estar abajo.

El silencio que se hizo luego de eso fue fuerte. Ruidoso, a pesar de ser silencio. Se podía notar, se podía escuchar. Estaba ahí. No era la ausencia del ruido, era silencio.

Jake tenía el rostro rojo y la boca entreabierta. No parecía siquiera enojado u ofendido. Solo estaba procesando. Procesando lo que eso significaba. Lo que eso quería decir, que no lo estaba diciendo. Porque así éramos nosotros. Diciendo cosas sin decirlas, pensando que el otro iba a entenderlas. Incluso los te quiero fueron todo menos esa frase.

—Era un chiste —y me besó, interrumpiendo lo que sea que iba a decir.

—Cállate.

Me soltó las manos y yo aproveché eso para dar la vuelta y terminar arriba. Jake no dijo nada y yo, usando algo de inteligencia decidí no hacer ningún chiste.

Me gustaba así, tampoco podía negar eso. Jake, sin preguntar se separó y se sacó la campera, tirándola al suelo. Todo sucedió tan rápido que no me dejó tiempo a pensar. Tenía una remera roja lisa, que le quedaba algo grande y yo, con la misma energía aventuré mis manos por debajo de su remera, sin romper el beso. Beso que sabía a cerveza y a humo, porque Jake había estado fumando antes de que yo llegara. Las manos de Jake se enredaron en mi cabello como era costumbre.

Y en algún momento extraño su remera terminó donde estaba la campera, al igual que la mía. Hacía frío, tenía razón, pero era en lo último en lo que podía pensar. Si es que podía pensar. No, no podía pensar. Tampoco podía saber cuál iba a ser el final de todo eso. Jake bajó su mano, tocando mi tatuaje y la fugaz idea de tocar el suyo pasó por mi mente. El único problema era que estaba oculto debajo de su pantalón.

Pero las cosas ocultas no tardan mucho en aparecer, las cosas que no se dijeron en algún momento comienzan a doler en la garganta, un pensamiento fugaz muchas veces define todo y en entonces el pantalón de Jake pasó a estar sobre la pila de ropa. Y lo más extraño de todo es que no puedo recordar exactamente lo que pensé en ese momento. Tengo la imagen acompañada con la infantil frase de que bien se ve. Supongo que pensé muchas más cosas, pero solo esa fue la que guardé para el futuro. Que bien se ve.

Jake no me pidió que hiciera lo mismo. Ni con palabras ni con miradas ni con nada. Así que pensé que no quería eso, pero tampoco me molestó. En realidad me costaba creer que todo eso estuviera pasando. Incliné el cuerpo hacia adelante y lo besé, pero en la mejilla. Jake cerró los ojos y quise poder saber que pensaba. Y los besos fueron en todos lados, en lugares donde usualmente no se dan besos. En los hombros, en el brazo derecho (no el izquierdo, el derecho) en la nariz y en el tatuaje. El último fue ahí.

Jake tuvo un escalofrío. Él se hubiera excusado que fue por el frío, pero que justo fuese en el momento del beso lo delataba. O quizás es que yo estaba prestando mucha atención. El beso, a diferencia de los otros, no fue sobre su piel, porque tenía la ropa interior puesta, pero se sintió de alguna forma, como el beso más impuro que habíamos tenido. Como algo prohibido, más prohibido que un beso normal. Como si hacer eso fuese mandar todo a la mierda. A la mierda.

Él abrió los ojos, pero no de golpe como alguien asustado, abrió los ojos como quien sabe que acaba de hacer algo malo, pero le parece divertido. Un niño pequeño que mira a otro y le dice ¿¡viste?! Aun sabiendo que sus padres van a matarlo cuando se enteren.

¿Viste lo que hicimos? ¿Viste? Eso parecía decir con sus ojos. Y yo asentí, respondiendo a una pregunta que no existía. Jake sonreía. Recuerdo muy bien que sonreía, respirando por la boca. Levantó la cadera y lo abracé por el torso, apoyando mi cabeza contra su pecho y riendo.

Sigue, sigue, sigue, decía sin decir, con sus ojos ¿pero que seguía? Ya no sabía que hacer yo. No sabía que seguía. Que era más que eso pero menos que lo otro. Que era suficiente pero no demasiado. Que era malo pero no terrible.

Agarré el hilo e hice que levantara la mano del colchón, acercándola a mi rostro. Cerré los ojos y él solo pasó el dedo por mi nariz. Luego por mis cejas y por todo mi rostro, de forma torpe y avergonzada. Porque en el fondo Jake era torpe y vergonzoso.

—Feliz cumpleaños —murmuró y me morí, no en esa dimensión, pero seguro en otra.

—Gracias, loquito.

Nos besamos, normal. Rodé en la cama y terminé acostado junto a él, observando el techo. Tuve que subir mi pierna a la de él, porque ya no entrábamos los dos con comodidad. Jake cerró los ojos y yo hice lo mismo, girando el cuerpo y tirando del hilo rojo, para que su mano abrazara mi espalda. Jake no hizo nada, solo aceptó eso. Creo que nos dormimos.

BUENASSSSSS!!


😭❤️‍🩹
Como están??? espero que todo bien y si no están bien, entonces les mando un abrazo enooorme 🫂🫂

CAPÍTULO CUARENTAAAA AJSIOAPJAS EN Q MOMENTO??????


Y para la gente q me sigue en ig y vieron a cuantas paginas llegamos, griten junto a mi 😭💖

Por un lado quiero terminar de escribir, por otro no quiero, igual honestamente no se cuanto falta JSKAJSKAJS, o sea si, pero no...


AAAAAAA, q lindo escribir un capituló feliz después del sufrimiento del presenteee 🫶🏻😻
Moon ya cumplió dieciséis, emoción, emoción. Mensajitos para el cumpleañero? 🥳🥳


A ver, por donde comienzo LA PASE LINDO ESCRIBIENDO ESTOOO, la verdad que lo disfrute mucho, si, si.


Las interacciones que tienen estos dos >>> cada vez tienen más química, amo amo 🧑🏻‍❤️‍🧑🏽

Iza es un bonito, lo quiero, me hace recordar a mi hermano menor 😔❤️‍🩹


Tengo una crisis, porque me gustan las escenas como las de final pero batallé para escribirla JKSKAJSKAJSJAKAJS AAAY, igual céreo que dentro de todo, quedo bastante bien, asi que vamo arriba !!


EL DINERO Q LLEVA AHORRANDO MOON AAAAA, ya sabemos para que es 😭💞


¿QUE LES PARECIÓ EL CAPÍTULO? 😔💗 A mi personalmente se me hace un cap bien lindo <3


¿Momento, dialogo, pensamiento que les gustara? ❤️‍🩹

¿Creen que Jake acepte lo de pasar un fin de semana de viaje? 🤨❤️‍🩹

¿Que piensan de Tami y el tío? 😭💖

¿PREGUNTAS QUE QUIERAN HACERMEEE?


ESO ES TODO POR HOY!!


Les quieroooooo, bye, byeeee 🥳❤️‍🩹

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