Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo cincuenta y tres: La Luna y su primer amor.

Hace muchos años.

Moon Hikari

Los sábados siempre cortábamos unas horas luego del almuerzo. Mi tío y Tami se quedaron en la cantina y yo me fui a casa. Entré y ordené cosas que Izari había dejado tiradas en la sala. Luego fui a la cocina y prendí la televisión. Abrí la heladera y suspiré. Sólo había botellas de agua para llenar espacio y una leche llena por la mitad. De todas formas no tenía tanta hambre. Agarré la leche y la calenté en una olla pequeñita.

También tomé de uno de los cajones la bolsa de cacao. Rompí la punta de la bolsa roja de cacao y ensucié toda la mesada por lo torpe del movimiento. Junté lo que había quedado en la mesada y lo puse en el fondo de la taza. Luego vertí leche y batí con la cuchara hasta que se mezcló todo. Quedaron grumos arriba. Los comí con la cuchara.

Al rato la puerta se abrió de golpe y entró Iza. Tenía la ropa que usaba cuando iba a jugar y la cara colorada. Lo miré y le sonreí.

—Buenos días.

—Buenos días —respondió, corriendo hasta frenar en el marco de la puerta de la cocina—, almorcé en lo de un amigo.

—Ah, bien.

—Ani ¿te puedo contar algo?

Iza dio pasos largos hasta pararse a mi lado. Estaba más alto, ya me llegaba al hombro, por eso siempre yo me ponía más recto cuando estaba cerca. Me costó ver crecer a mi hermano. La primera vez que le salió el bigote él era un manojo de alegría y yo solo me encerré a llorar en mi cuarto. Todas las primeras veces que le ocurrió algo me las contó, y no se si eso fue peor, o mejor. Por un lado me alegraba, porque yo nunca le conté nada de eso a nadie, ni a mi tío, y por otro lado dolía, porque era aceptar que no era más un niño pequeño.

—Aja, puedes.

Se apoyó contra la mesada. Estaba sucio con tierra y tenía las rodillas raspadas y sangrando. Me sonrió igual, y yo le sonreí.

—Di un beso.

Alcé las cejas de golpe en un gesto que seguro fue gracioso porque Izari sonrió más.

—¿Qué? —exageré la voz, estirando la última letra.

—Eso, que di un beso.

—Pero eres chico para eso.

Por un segundo lo miré y vi a un niño de cinco, luego parpadeé y vi al niño de casi nueve que estaba físicamente parado frente a mi. Fruncí el ceño, nueve, o cinco, seguía siendo un niño. Se encogió de hombros.

—Mis amigos ya tienen novias —explicó con simpleza, rascándose una cascarita roja de la rodilla.

—¿Qué novia va a tener un niño de nueve? —me escuché y me sentí como un anciano, así que solo suspiré—, bueno, cuéntame —eso hizo que sus ojos se abrieran en grande, contento.

—Fue con la Kiki

—¿Con Kiki? ¿Eh? —él asintió sonriendo y mostrándonosla que le faltaba el diente de arriba.

Iza pasó de ser un niño enfermizo, con mala suerte, que tenía fiebres, a un mono que se metía en problemas él mismo. De pequeño teníamos que taparlo para que no agarrara resfríos y de niño pedirle que no se tirara del techo de la casa de un amigo. Siempre su vida corría peligro, solo que por razones distintas. Ese diente se le había caído tras golpearse contra un paredón por tirarse de la bicicleta sin freno. Además que desarrolló algo que nos faltaba a mi tío y a mi. La capacidad de decir que pensaba, aun sabiendo que se iba a meter en problemas. Y se metía, siempre.

—¿Te gusta?

—No sé. Es muy buena amiga y muy linda —contó, feliz—, pero su mamá no la deja tener novio.

—¿Y tu cuando me preguntaste si podías tener novia, eh?

—Pero no eres mi papá, dah —solté una risa y él quedó callado—, ojalá lo fueras.

Sentí un pinchazo en medio del pecho, y me tuve que quedar en silencio hasta procesar lo que acababa de decir. Ojalá lo fueras. Iza juntó las rodillas, jugando, como si no acabara de decir algo así. A mi también me hubiera gustado ser el papá de Iza. Estiré la mano y lo despeiné, divertido.

—Igual me dijo que no le iba a contar a su mamá —susurró, como un secreto—, mientras ella no se entere no pasa nada.

—¿Así que le vas a preguntar si quiere ser tu novia?

Iza se encogió de hombros y yo volví a sonreír, bebiendo un poco de leche. Me quemé la lengua. Los dos caminamos hasta la salita.

—¿Tu... eres novio de alguien? —preguntó.

Solté una risa nasal, negando con la cabeza varias veces. Me causó gracia que no usara la palabra novia, pero tampoco supiera usar la palabra novio para alguien que no fuera yo. Mi novio.

—No.

—¿Pero te gusta alguien?

Me senté en el suelo, tomando más leche. Gustar. Gustar. Sin pensarlo Jake llegó a mi mente y sonreí un poco.

—Sí.

Él frunció el ceño, confundido.

—¿Y por qué no salen?

No supe como explicarle, así que solo me encogí de hombros, usando la respuesta que usaban siempre los adultos (o al menos mi tío) cuando no sabían cómo contar algo. Es difícil.

—Porque no es tan fácil.

—Ah —se sentó frente a mí—, ¿quién te gusta?

Sonreí y él abrió en grande los ojos, curioso. Negué y tomé leche.

—Alguien.

—No vale. Yo te dije a ti.

Me encogí de hombros, haciéndome el superado.

—No te voy a decir como se llama.

—Te odio —murmuró, levantándose— ¿sabes que? No te voy a contar más sobre Kiki.

—Bueno.

Me enseñó el dedo de en medio y yo le grité que se comportara. Se encerró en el cuarto, enojado. No pude evitar reír.

Limpié la taza en la pileta de la cocina mientras Izari hacía su tarea en la habitación. A veces simplemente, quizás para distraer la mente, me ponía a lavar todos los platos sucios.

Tomé el control de la televisión y subí el volumen hasta el máximo, para que eso ayudara a callar mi cabeza. Levanté la cabeza para mirar mejor la pantalla. En la televisión estaban entrevistando a alguien. Pero no era solo alguien. Me di cuenta que era él por sus pecas. Siempre fueron sus pecas. Tenía el cabello más corto, la cara más adulta y bigote, pero estaba igual. Como pensé, la primera vez que lo vi, era de esa gente que va a seguir siempre igual. Pero lo que terminó de confirmarlo fue cuando apareció, debajo de él, un texto sobre un cartel amarillo. Y el texto era su nombre.

Benjamin. Benjamin. Benjamin.

¿Y como sientes está victoria siendo capitán del equipo? Es la primera vez que el club gana un título como este —preguntó el entrevistador, animado.

Eh.. la verdad sí fue difícil, pero lo logramos como un equipo.

No pude despegar mis ojos del televisor, intentando darme cuenta si era posible. Lo era. El mismo nombre, el mismo apellido y el mismo rostro. Era Benjamin.

¿A quién quisieras dedicarle este triunfo histórico?

A mi novia y a mis padres.

Con eso se fue, sin decir nada más, sin sonreír mucho. No parecía ni tan emocionado por ganar. Apagué el televisor y tiré el control a la mesita. ¿Por qué seguía recordando su nombre? Sus pecas o su cara. ¿Por qué no era solo alguien? Una sensación extraña se extendió por mi cuerpo. Error. Error. Abrí el grifo otra vez, pero solo me quedé quieto, viendo como el agua se perdía.

La imagen del barrio de tardecita llegó a mi mente. La sensación asquerosa del calor del verano que hacía sudar la nuca y los grillos que sonaban de forma ruidosa. Nunca, jamás, pude encontrar un grillo. Solo estaban ahí, escondidos en alguna parte.

Benjamín estaba ahí, pero no hablaba, solo jugaba saltando en una pierna y yo lo miraba. No se si fue un recuerdo real o una invención de mi mente para joderme más. Solo sé que él se dio una vuelta, sonrió y yo, en la cocina de mi casa, lloré. Lloré por algo que no sé si pasó, muchos años después.

Corrí al baño y me encerré. Me encerré como me encerraba cuando era niño. De repente parecía que había vuelto a ser uno. Yo, que pensaba tontamente, que ya era adulto, estaba siendo más niño que nunca. Los adultos tienen todo bajo control y saben siempre qué hacer (mentira), los adultos hacen las cosas aunque duelan (mentira)

Tantas mentiras, mentiras, mentiras. Me enojaba. Me enojaban las mentiras, me enojaba no poder hablar, me enojaba pedir disculpas, sentirme culpable y me enojaba que todo fuese secreto. Me enojaba la puta sensación de todo el tiempo pensar que estoy parado en un hilo. Un hilo porque existe la muerte y existe el abandono. Y me da miedo morir y me da miedo estar solo. Me da miedo que se vayan, por eso nunca me voy. Me enoja.

Enojo. Enojo. Enojo. Enojo. Enojo.

Le pegué al espejo del baño y no me di cuenta hasta el momento después, cuando la imagen que tuve frente a mí fue mi mano sangrando. Mi corazón se detuvo.

—¿¡Qué pasó?! —escuché lejos, muy lejos, el grito de Izari.

El espejo hecho pedazos, el vidrio por el suelo y la sangre por todos lados. Me dolía tanto que dejé de sentir la mano. Izari entró, corriendo y sus ojos se abrieron en grande al ver la situación. Giré, asustado y avergonzado. Perdón, murmuré al aire.

El hospital me resultaba desagradable en todos los sentidos. El olor a desinfectante del aire, la luz blanca y fría y la gente, con sus miradas de preocupación, me hacía sentir incómodo. Pero, allí estaba yo, sentado en una de las sillas, con la mirada de mi tío, de Tami y de la enfermera en mí, como si estuvieran esperando una explicación que yo no podía dar.

—¿Qué pasó? —preguntó mi tío, con una mezcla de preocupación y frustración en su tono de voz.

—No sé —respondí sinceramente, con la mente aún aturdida por lo que acababa de ocurrir

Era la verdad. Si hubiera sabido, hubiera contestado. Pero no tenía idea que había pasado. Miré mi mano, vendada, que dolía, punzante. Nada demasiado grave, dijo la enfermera, gracias a Dios, es solo superficial.

—¿No sabes? —Hubo algo de enojo en su tono.

La sensación de sentirme fuera de control era horrible. En medio de un caos sin nombre, las palabras de mi tío resonaron como quien grita en una iglesia. La pregunta, la obligación de contestar algo. De explicar y de saber ¿Saber que? Lo sabía. Sabía que todo había empezado el día después de volver a mi casa.

Pero, tío, yo tengo todo aquí.

—No sé, tío, no sé qué hice. No sé qué pasó.

—Tú no eres así.

Dijo, y cada sílaba de esa afirmación resonó en mi interior Ni yo sabía que era o quién era ¿Mi tío lo sabía? Me pregunto de verdad si alguna vez lo supo. No como forma de criticarlo, no como queriendo decir ¡jamás me conociste! sino, más como si sabes que carajo soy, dímelo, te lo ruego.

—Lo siento —dije, llorando—, lo siento, de verdad.

La mirada de mi tío, llena de preocupación me golpeó como un puñetazo en el estómago. Sabía que él esperaba respuestas claras. Esperaba que yo no fuese como lo que tanto temía. Pero la respuesta me aterraba. Me aterraba decirla porque decirla era aceptarla.

—Es que no se que hacer —seguí hablando, aunque la enfermera estuviera en la sala—, no se que hacer.

Esperé que me dijera "todo está bien", o que se acercara a abrazarme, pero solo se levantó. Nos fuimos a casa sin hablar más del tema. Sacaron el espejo apenas volvimos a casa y ya no volvimos a tener uno.

Buenas gurisadaaa 💗🩹

Como andan?? 🌠 ESPERO QUE BIEN, y si andan mal les mando un abrazo y un chocolate, bonitos, bonitas y boniteeeesssss

Ayer me dormí a las 3 de la mañana peeerooo hoy me levanté a las 2 de la tarde 😝💗🩹

LLEGAMOS A 190 MIL PALABRAAAAAAAAAS 😭🌷 QUE EMOCION, celebremos, yo llevo la torta (con merengue, QUE RICO, QUE RICO)

🦋🌠 ESTOY TAN FEEEEELIZ, tengo varios proyectossss, ando escribiendo una serie web para filmar con la gurisada (QUIENES ME SIGAN EN IG ATENTIS PQ VOY A SUBIRLA AHII), desp tuve ideas para mi opera prima y ESCRIBIENDO MUCHO ESTA NOVELA! 💖🌼


ESCUCHEN LA CANCIONNNN 🌷🩹 se volvió una obsesión en estos últimos días JSKAJSK 

MOMENTO DE LAS PREGUNTASSSSS ✨🔮

¿SE ESPERABAN UN CAMEO DE BENJAMIN? Feo fifa.

¿LES GUSTÓ EL CAPITULO? 🌠✨

¿MOMENTO, DIALOGO O PENSAMIENTO QUE LES GUSTARA O LES DEJARA PENSANDO? 💙🩹

IZA ESTA CRECIENDOOOO, chiquitooo 💗🩹

¿QUE OPINAN SOBRE LA ULTIMA ESCENA? . . .

¿SOBRE LA CRISIS DE MOON? ¿Pensaban verlo asi alguna vez? 

¿PERSONAJES FAVORITOS HASTA AHORA? 🌷🩹

¿ALGO QUE PREGUNTAR / DECIR?

LES QUIERO BESO BESO BESO 💗🩹

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro