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Capítulo cincuenta y cuatro: El Loco está del lado justo

Hace muchos años.

Jake Williams

No pude estar con Moon en mi cumpleaños diecisiete. En realidad, originalmente el plan iba a ser encontrarnos durante la noche. Pero yo no fui. No fui porque no tenía energía y sé, que cuando no tengo energías me vuelvo un tarado y no quería ser un tarado con Moon.

Eso es una mentira, en realidad. Porque sí fui, solo que hago de cuenta que no. Finjo, a la hora de recordar la historia, que me quedé en casa. Porque yo ya sabía en ese momento que los días malos me ponían de mal humor y, aun así, de egoísmo solamente, fui a la laguna. Porque quería verlo y no pensé que tal vez no era el momento para hacerlo. Porque pensé que podía ponerme de buen humor, como si Moon fuera algo así como una pastilla que levanta el ánimo. Fueron tantas razones las que volvieron ese día un día de mierda.

Irina no me dijo feliz cumpleaños. Solo me miró y ya. Pero sus miradas no eran como las de Moon. No era lo mismo. Aunque quizás sí. Lo era. Quizás me quiso decir feliz cumpleaños como yo le quería decir, te quiero a él. No nos habíamos vuelto a decir, te quiero desde el fin de semana en el centro.

Me peleé con George cuando desperté, aun con la ropa con la que dormía y la mirada nublada del cansancio. No fue nada nuevo, fue la misma pelea de siempre, por el mismo motivo de siempre. Que ni recuerdo, que ni me importa. Si yo tenía la culpa, si la tenía él, si no la tenía nadie, me daba igual. Pero el hecho de que fuese mi cumpleaños me entristeció. Me entristeció que ni en ese día podíamos fingir que estábamos bien. Solo fingir, un rato.

Por eso, sin pensarlo, le tiré una de las tazas, que, solamente porque tuve mala puntería, le rozó la cabeza. Se rompió de forma ruidosa contra la pared de la cocina y los pedazos salieron volando a todos lados. Nos miramos en silencio durante minutos tras esos, como si él también quisiera procesar lo que había acabado de ocurrir. Hui, como siempre, y corrí tan rápido que ni sus gritos me atraparon.

Sentí culpa. Culpa, aunque lo odiaba, culpa o miedo, quizás. Porque nunca había hecho eso antes. Nunca le había lanzado algo y mucho menos queriendo romperle la cabeza. O quizás no quería hacer eso. Probablemente, sabía que iba a pegar contra la pared y ya.

¿Lo sabía? ¿Lo había pensado? No. Solo lo hice y eso me aterraba más. Hasta Irina quedó callada. Ella no dijo nada. Fui hasta el taller, vestido con una remera vieja y los pantalones de tela gris con las rodillas rotas. No sé si se dieron cuenta de que era la ropa con la cual dormía.

—Hola —me saludó Chris y luego frunció el ceño—, llegas tarde.

Apreté mis manos, con fuerza, pero sin ganas de pelear. Sin ganas, en realidad, de nada. Chris suspiró.

—Quería hablar algo contigo, Jake.

—Ah —fruncí el ceño—, no voy a volver a llegar tarde —me apresuré a decir—, hoy hubo un problema, solo eso.

Chris estuvo a punto de hablar, pero, otra vez, lo interrumpí.

—Hoy es mi cumpleaños —le respondí, quizás porque quería excusarme o porque verdaderamente necesitaba qué alguien lo supiera y me dijera feliz cumpleaños.

Chris sonrió de un lado, y su enojo se fue un poco. Nunca le hablaba, nunca le contaba que me ocurría y seguramente le agradó que se lo dijera. Al fin y al cabo era el reemplazo de Toto. Toto. Toto. Toto. ¿Por qué estabas pensando eso? ¿Por qué estaba tan triste si en realidad no había ocurrido nada? Basta, basta, basta.

—Feliz cumpleaños, Jake —feliz cumpleaños, feliz cumpleaños, feliz cumpleaños. Puso su mano en mi hombro— ¿Diecisiete, no?

—Diecisiete —sonaba tan real que asustaba.

—No te voy a echar —y esa vez fui yo quien suspiró, calmado—, todo lo contrario, en realidad. Ven a mi oficina un rato.

Todos se enteraron de que era mi cumpleaños y se enteraron también de que fui a hablar con Chris. Se enteraron porque hablamos durante casi una hora y, conociéndolos, seguro fueron a espiar, a descifrar si me iba a echar o no. Y se enteraron, desgraciadamente, que no. Me senté en la silla giratoria que tenía y Chris en frente. Movió unos papeles antes de mirarme.

—Estoy pensando en abrir otro taller —comenzó a hablar—, en el centro. Falta bastante, para ese entonces vas a cumplir dieciocho. Los empleados van a quedarse aquí, probablemente, pero quiero llevarte, si te parece bien. Allá va a haber más trabajo, más clientes y el salario va a ser mejor.

—¿Eh? —se me escapó, porque no terminaba de entender lo que acababa de escuchar—, no tengo dinero para alquilar nada allá.

Porque, me hago el que no, pero le doy casi la mitad de mi salario a Irina. Por pena, por culpa, por obligación, no se. Lo pensé, no lo dije.

—No te preocupes por eso. El taller es enorme, tiene un pequeño departamento en el fondo. Puedo hacerte precio, te va a convenir más que alquilar afuera.

—No entiendo... —Chris sonrió un poco— yo no tengo experiencia haciendo esto, llevó muy poco tiempo ¿por qué no llevas a alguno de los otros? Esos llevan muchos años aquí.

Me intento explicar con excusas, pero yo me di cuenta de que no era cuestión de oficio, ni de trabajo. Que seguro, Eloísa le había contado mi vida. Le había exagerado, probablemente, lo que me pasaba. O tal vez era yo quien hacía lo contrario y volvía todo más pequeño. Seguro, Eloísa le contó sobre George, sobre que yo no sabía cómo irme, sobre que quería irme. Seguro Chris me veía cómo había visto a Toto. Solo que yo era peor. Un mocoso perdido, que no tenía un amor como Eloísa. De una familia de mierda, pero que no era tan malo. Y la gente ama salvar a personas buenas de lugares malos, supongo. Pero no me puedo quejar. No tengo derecho de quejarme.

—Piénsalo ¿si? —me dijo.

Irme. La idea era tentadora. Recordaba que en la escuela nos hablaban sobre la biblia a veces. Recuerdo que la primera vez que leí sobre Adán, Eva y la manzana de mierda, pensé: ¿qué tan difícil era no hacerlo? No sé si alguna vez tuve gusto por lo prohibido. Creo que era lo contrario. No disfrutaba nada de hacer lo prohibido y por eso odiaba que mucho de mí estuviera hecho de eso. De cosas que no se podían hacer. Pero cuando escuché la idea de Chris, fue la primera vez que esa sensación tentadora me recorrió el pecho. De saber que eso traía muchas cosas malas y aun así quería probarlo.

Pero luego recordé a Moon y la idea pareció menos tentadora. Y no quiero que Moon parezca una cuerda que me ataba al suelo. Nunca lo sentí así. Nunca pude sentirlo como algo que no fuese lindo, porque era de las pocas cosas lindas que tenía. Por eso le dije sí, lo voy a pensar, pero en mi mente ya descarté la idea. Porque no había forma de que yo me fuera sin Moon. Pero tampoco había forma de irme con él. Porque no tenía sentido.

¿Qué íbamos a hacer? ¿Caminar por la calle de la mano como hacían las parejas en la ciudad? Sonaba ridículo. Se veía ridículo hasta en mi imaginación. Vivir juntos en ese departamento pequeño en el fondo del taller. ¿Cómo iba a explicarle a Chris quién era Moon? La mentira de que era una chica no iba a durar ni cinco minutos. Y dudaba que Chris entendiera. Dudaba de que todos entendieran. Dudaba de que alguien que no fuera yo o Moon nos entendería a Moon y a mí.

Volví a trabajar sabiendo que todos habían escuchado y sabiendo que todos me miraban. Que todos pensaban que era injusto. Que era porque era amigo de Eloísa y lo era. Yo estaba consciente de que lo era. Que era injusto. Pero la vida era injusta. Lo único raro fue estar del lado justo de la injusticia. Me había acostumbrado a pertenecer al otro lado. ¿Cómo puede decir uno la vida es injusta, cuando es el que está viviendo en la justicia? La vida es dura, y jamás te golpeaste. Las cosas malas pasan, y jamás te ocurrió nada malo. Amar no debería doler, puta mierda todo eso. Es gracioso que sean ellos quienes vuelven la vida dura, quienes hacen las cosas malas y convierten el amor en algo triste. ¿Quiénes son ellos? ¿No estaba yo ahora siendo ellos?

Me agarraron a la salida del trabajo, a pocas cuadras. Mientras Gabo me decía que era un gringo de mierda, Edu me golpeaba. No sé cómo no me lo vi venir, no sé cómo salí tan tranquilo. Pero de repente, a mitad de la vereda, Edu me dio un puñetazo directo en la nuca, desde atrás. Al final Edu y Gabo se volvieron ellos. Porque solo los que están del lado justo golpean por detrás. Los tipos malos.

No sé tampoco cómo no me dio el tiempo para hacer nada, que ya estaba en el suelo y Edu sobre mí. No sé cómo no le grité algo y solo me quedé callado, tapándome el rostro. No sé cómo ocurrió todo tan rápido. Al final terminó llegando El Ruso y tomó de los hombros a Edu, quien lloraba. Entonces me sentí ellos.

Me sentí, como cuando era niño, merecedor de los golpes, porque el culpable era yo. Edu tenía una esposa, dos hijas pequeñas y una casa que construir, ¿Qué tenía yo? Gabo se hacía cargo de toda su familia él solo porque sus padres estaban enfermos y no podían trabajar, ¿Qué tenía yo? ¿Qué tenía yo más que el capricho de huir con Moon? ¿Era un capricho?

Era amigo de Eloísa, era amigo de Toto. No era más digno, no estaba más solo, no era más pobre, solamente había sido amigo de Eloísa y amigo de Toto. Toto. Lo extrañaba tanto, mierda. No estaba siendo un buen él. Jamás iba a ser un buen él. Porque no podía ser ni papá de Iris, ni novio de Eloísa, ni nieto de sus abuelos, ni hermano de Milo y mucho menos iba a ser lo que era Toto para Chris. Toto. Me puse a llorar, en el suelo y como un ridículo. Porque lo extrañaba a él y porque lo quería ahí conmigo.

El Ruso me ayudó a levantarme mientras Gabo intentaba calmar a Edu. Pero no era bueno calmando a las personas, porque Edu solo se agarraba más fuerte la cabeza y lloraba, enojado. El Ruso me llevó a la otra esquina, diciéndome que ya se le iba a pasar, prometiéndome que iba a estar bien. Que todo iba a estar bien. Eso siempre significaba que las cosas iban a salir mal.

—Eres un buen chico —dijo, mientras yo me limpiaba la cara lastimada con mi remera—, recuerda eso.

Fui a la laguna, aunque me dolía la cara y solo tenía ganas de llorar tirado en el suelo de algún lugar. Salté la reja sin ganas y caminé hasta donde estaba Moon, entre los matorrales de siempre. Estaba abrigado y llevaba su gorro rojo. Se giró a verme y sonrió en grande, pero yo no tuve ganas de sonreír de vuelta. Me acerqué y él me preguntó, mil veces, qué me había pasado y las mil veces respondí nada.

—¿Seguro? —preguntó, bajito— ¿Estás bien, loquito?

¿Estás bien? ¿Estás bien? ¿Estás bien?

—Aja.

Sonrió, aunque no me estaba creyendo, y se agachó para abrir su mochila, volviendo a su alegría habitual. Alegría que casi siempre me ponía alegre, pero esa tarde solo me entristeció más.

—Te traje un regalo de cumpleaños —murmuró como cantando, mientras sacaba un paquete.

Lo agarré y lo abrí, dejando la tela sobre el pasto. Eran esos dulces que siempre hacía. Se veían deliciosos. Los miré, en silencio. Quise llorar, quise lanzarme a él y pedirle un abrazo, pero no sabía cómo hacerlo. Por eso me quedé callado.

—¿No te gustaron? —preguntó, preocupado.

Me encogí de hombros cuando en realidad quería decirle claro que me gustaron, chino. Quería contarle que desde ayer a la noche había estado pensando en vernos porque sabía que me iba a regalar lo que me regalaba siempre. Lo dejé junto a su mochila.

—Feliz cumpleaños —murmuró, medio nervioso

Lo besé, y Moon cayó de espaldas al suelo de tierra. Yo caí encima de él, pero no dejé de besarlo, aun cuando se reía por el golpe. Pasé mis manos por debajo de su remera y su piel se erizó, quizás porque mis manos estaban frías. Pero no me detuve. Subió las piernas hasta que sus pies tocaron mi pecho y me pateó en chiste, sin fuerza

—Acá no —murmuró.

Fruncí el ceño, arrodillado en el pasto.

—¿Por qué?

Se puso colorado y negó varias veces.

—Porque no —dijo, con obviedad— ¿Podemos ir a tu casa?

—No. En mi casa no.

¿Y en la tuya? Quise preguntar, pero no me atreví. Además él tenía familia. Si íbamos tendría que terminar hablando con la mujer teñida y no tenía ganas ¿no tenía ganas? en realidad tenía muchas ganas. Muchas. Demasiadas. Justo eso me enojaba.

—Bueno —me levanté de golpe.

—No tengo muchas ganas tampoco.

La voz en mi cabeza, que me hacía hacer y decir estupideces, estuvo a punto de ganar. Podría haberle dicho siempre hacemos lo que tu quieres, que en parte era mentira y era verdad. A mi me gustaba, a veces, que hiciéramos lo que Moon quería y otras no. Pero era especialmente cuando él no quería hacer lo que yo sí quería hacer. No lo hubiera forzado, jamás. Pero igual me molestaba. Que estuviéramos ahí, y no ocultos en la ciudad. Que no hubiéramos escapado como yo quería. Siempre cuando estábamos en mi casa, en mi cuarto y terminábamos él actuaba pensativo y jamás me explicaba que le pasaba. Solo miraba el techo y me sonreía, triste. Y no puedo culparlo, porque yo tampoco le explicaba nada. Pero me enojaba. Como si él no entendiera lo que significaba para mí todo eso. Que cuando solo se levantaba, se cambiaba y fumaba observando la ventana yo pensaba, sin quererlo ¿Qué había hecho mal? Porque el miedo a que alguien me odie sin saber el motivo me perseguía.

—Pero podemos hacer algo aquí —añadió.

—¿Qué?

Moon estiró su brazo e intentó acariciarme la pierna, pero yo esquivé el toque. Moon frunció el ceño, confundido.

—No sé, hablar un rato.

—¿De qué vamos a hablar?

—Cuéntame como estas.

¿Cómo estás? ¿Estás bien? ¿Estás bien?

—No quiero hablar de eso —miré hacia el costado—, me pegaron una paliza en mi cumpleaños, fue un día de mierda y solo quiero olvidarme un rato, no que me preguntes.

Olvidarme un rato. Quizás fue eso lo que lo entristeció. Quizás entendió que solo estaba con él para olvidarme de lo malo ¿y no fue un poco eso? No. De verdad me gustaba estar con él. Hablar con él. Sobre él, sobre mí, me daba igual. Pero ese día solo quería desconectarme. Y para eso tenía que sentir mucho ¿no funcionaba así? Si nos besábamos, si teníamos sexo, con el ruido del ventilador de fondo y la radio narrando un partió, iba a irme. Solo un rato. Pero Moon decía que llorar estaba bien y que había que hablar sobre lo que nos pasaba. Pero nunca contaba que le pasaba a él. No sabía porque pensaba mirando el techo. Porque se iba, como yo. Me enojaba que no me dijera y a él le entristecía. Y como teníamos reacciones distintas no sabíamos darnos cuenta que en el fondo, sentíamos lo mismo. Solo un poco diferente.

—Perdón.

—Basta de disculparte —subí la voz, y él suspiró.

—Tengo la llave de la cantina, está cerrada ahora —dijo, de la nada—, pero tiene un baño. Podemos ir ahí.

Me levanté con frustración, parándome frente a él, molesto.

—Me haces quedar como un imbécil —exclamé y Moon solo se confundió más—, parece que te obligo a hacer esto.

—No, no, lo digo de verdad.

Mentira. Mentira. Estaba mintiendo. Lo sabía. Porque sabía cuando de verdad quería hacer algo y cuando no. Porque lo conocía. Porque te conocía, tarado.

—¡Acabas de decir que no tenias ganas! —él se levantó también—. Decídete entonces.

—Pero quiero que estes bien...

Ahí estaba. Lo confesó, sin siquiera darse cuenta. Que lo estaba diciendo por mí, no por él. Apreté las manos y sin pensarlo grité, fuerte.

—¡Ese es tu problema! ¡No necesito que me arregles, Moon!

Moon acercó sus manos a su pecho, mirándome a los ojos.

—¡Solo te quiero ayudar!

—¡No quiero tu ayuda! —Si tu ayuda significa hacer cosas que no quieres, ocultar, callar, sonreír aunque no estés feliz o pedir disculpas sin haber hecho nada, si esa es tu idea de ayudar, no la quiero.

Se quedó en silencio y parecía a punto de llorar. Apretaba con fuerza los labios y sus ojos habían comenzado a enrojecer. No entendí el motivo por el cual tan de repente se puso triste. No entendí que dije o qué hice que fuera tan grave para hacerlo llorar.

—Bueno —murmuró, mientras se agachaba para buscar su mochila.

—¿Te vas a ir?

—No quieres hablar —dijo, colgándose la mochila al hombro—, no quieres ir a la cantina ni a tu casa, no se que hacer. Yo no quiero pelear y menos quiero pelear en tu cumpleaños. Y tampoco quiero arreglarte. No hay nada que arreglar —me miró directo a los ojos.

—¿La culpa es mía entonces?

—Estás molesto —soltó un suspiro—, y lo entiendo. Pero no estés molesto conmigo.

—Es fácil para ti decirlo.

—¿Fácil?

Entreabrió la boca, medio ofendido. O lastimado. O triste. No sé. No recuerdo muy bien su expresión.

—Y sí, Moon, tienes la puta vida.

—Ah, está bien —repitió la frase en voz baja, apretando las tiras de su mochila—, feliz cumpleaños, Jake. Si se te pasa el enojo estúpido conmigo ven a verme.

Comenzó a caminar y se detuvo a mi lado. Lo observé de reojo, frunciendo el ceño.

—Y que creas que vivo la puta vida y no tengo problemas no significa que sea verdad —lo dijo serio, pero su tono se hizo débil al final y se limpió los ojos antes de irse.

Quedé solo y con una carga de frustración en mi pecho pateé el suelo. La tierra ensució el postre de regalo. No se el motivo por el cual esa noche, en lugar de solo acostarme y decirle que venga a mi lado, me enojé. Que en lugar de no decirle nada, aceptar el regalo y tirarme encima, le dije que su vida era fácil. No logro darme cuenta que nos llevó a destruirnos así. Quizás es que ese día estuve del lado justo y no sabia que hacer con eso.

Me sentía culpable por solo pensar en irme. Culpable porque Edu y Gabo se lo merecían más, incluso cuando me caían mal. Culpable porque no le conté a Moon. Culpable. Culpable. Dormí en el pasto ese día. No nos vimos por casi una semana entera.

BUEEENAAAAS, VOLVÍ 💗🩹

Hoy tenemos doble actualizaciónnnnn, festejen, celebren 🌠✨

FELIZ CUMPLE JAKE, dejen los mensajes q le quieran dejar al petizo, que ya tiene diecisiete


¿LES GUSTÓ EL CAPITULOOOOO? 🦋🌼

¿MOMENTO, DIALOGO O COSA QUE LES GUSTARA/DEJARA PENSANDO?

¿Qué piensan de lo que esta ocurriendo entre Jake y Moon? MIS NENES

¿QUÉ OPINAN DE CHRIS?  💗🩹

¿Ustedes que sienten sobre la relacion de Jake con la muerte de Toto?

Momento de filosofar acerca de lo justo e injusto 🔮✨

¿Ustedes que sentirían si se ven beneficiados de forma injusta?  💀

¿De Edu, Gabo? ¿Logran entenderlos, los justifican?

¿Creen que es justo que le de el trabajo a Jake? 

¿Alguno de los temas o preguntas de las novela les dejo pensando?

¿Jake va a decir que sí o que no? 😭💔

¿Creen que hay una diferencia entre intentar arreglar a alguien, o solo ayudarlo¿Escuchar es suficiente?

¿Jake tiene una peor vida que Moon? . . . 

ESA PREGUNTA ES HORRIBLE 😭💔
Pero quiero saber que piensan, desp de la pelea q tuvieron Jake y Moon por eso

¿PREGUNTASSS? 

ESO ES TODO POR HOY, BESO BESO BESOOO


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