Capítulo cincuenta y cinco: El beso de la Virgen y la Luna
Hace muchos años.
Jake Williams
Mi labio se rompió en algún momento que no recuerdo. Por George, seguramente. El piercing se salió y me quedó una horrible marca por la lastimadura. Sangró y dolió como la mierda. Moon me preguntó qué había pasado y no le contesté. Cada vez que me miraba al espejo quería llorar, porque estaba feo. Con la barba en la pera, las ojeras, el labio roto, la cicatriz de la ceja y el rostro más adulto. No me miraba más, fingía no tener rostro, ni cuerpo, fingía ser solo mis ideas dando vueltas por el mundo. Huía de los espejos.
—Para mí te ves muy bien —me murmuró Moon una vez, sin que yo le preguntara, pasando la mano por mi rostro—, me gustan tus ojos, loquito.
Quise creerle, pero como buen mentiroso pienso todo el tiempo que los demás mienten. Por eso solo me encogí de hombros. Igual dejé que me acariciara el rostro y me besara, creyendo esa mentira.
Tus ojos. Tus ojos. ¿De todas las cosas, por qué mis ojos? ¿Qué tenían unos ojos marrones especiales? Desde entonces, no hubo día en el que no me mirara los ojos. Me empezaron a gustar.
En la sala de Milo sonaba música vieja por la radio y afuera se escuchaba el viento golpear las hojas de los árboles. Milo intentaba pinchar con el tenedor una arveja, mientras observaba a Iris, acostada sobre la cunita blanca junto a la mesa. Yo agarré varias arvejas con la cuchara y las comí de un bocado.
—¿Y? ¿Me quedaron bien? —preguntó él, divertido.
—No —contesté, porque estaban medias crudas y muy grasosas.
—Bueno, es la primera vez, ya después me van a salir mejor —soltó una risa corta, dejando el tenedor sobre el plato.
Iris movía las manos, curiosa y jugando con un peluche de conejo. Milo prendió un cigarrillo y siguió comiendo, mientras tiraba el humo para el otro lado. Bebí un poco de jugo.
—La abuela está enferma —dijo Milo, moviendo el cigarrillo de arriba a abajo y las cenizas ensuciaron la mesa—, no le digas a Elo, ella está muy sensible, no quiero que se ponga peor.
Detuve mi mano, y en lugar de agarrar más arvejas, solo dejé el tenedor sobre la mesa. Una sensación amarga en mi garganta.
—¿Se va a morir? —pregunté, directo.
—No sé, gringo —se encogió de hombros—, no estoy diciendo que mañana se vaya a morir, pero sí que no está bien. Está estresada, además. Se asusta por todo, se olvida de las cosas, está triste —se encogió de hombros—. Igual no está bien desde que Toto murió. O sea, está feliz por Elo y todo pero...
—Nada está bien desde que Toto murió.
—Nada es lo mismo, no —estiró la mano libre y le dio un mimo a Iris, suave—... puta madre que lo extraño.
Ambos miramos a la niña, para no vernos a nosotros.
—Yo igual —admití.
—No me sale hablar mucho de eso, pero... sabes que tengo una sensación fea. Que se yo, como hermano mayor siempre pensé que me iba a morir antes que él. Me gustaba un poco la idea porque al menos no iba a tener que vivir en un mundo sin Toto —dio una pitada larga, triste—, que mundo de mierda es el mundo sin Toto, eh.
—Cumpliría años —dije, aunque él ya sabía—, en dos semanas.
—Aja, ni le digas a la abuela, que no se acuerda y si se acuerda va a morirse.
—O tal vez se muere de culpa —murmuré, sin pensarlo—, porque ni siquiera lo recordaba.
Milo sonrió con tristeza.
—Hay un punto donde uno deja de recordar, cuando se hace viejo.
Era de noche y hacía frío. Estaba helado y eso que tenía la campera cerrada hasta el cuello. Ahogarme o morirme de frío, no sabia que era mejor. Con cuidado, abrimos la puerta vieja de la pequeña capilla del barrio. La madera chirrió mientras entraba, vieja. Me tuve que acostumbrar a la oscuridad que había dentro, solo las velas parpadeantes iluminaban el lugar. Me sentía, de alguna forma estúpida, observado por algo que no sabía que era. Estaba vacía, silenciosa. Los asientos de madera, que me recordaron al cine del centro. Solo que, en lugar de una pantalla donde pasan películas, había un altar. Colgados en las paredes, algunos cuadros con figuras que desconocía. ¿Cuántos santos existen?
Nos acercamos al altar, con miedo a ser descubiertos, quizás porque sabíamos que no pertenecíamos ahí. Al menos yo no pertenecía ahí. Habían velas y colores por todas partes. Un crucifijo de madera estaba en el centro de la pared. Alrededor, había flores frescas, que olían rico, y otras muertas que no tenían aroma. Me detuve frente a una estatua de la Virgen María. Una vela ardía a sus pies. Tenía una expresión desgarradora.
—¿Por qué está tan triste? —pregunté al aire, en voz baja.
—Mataron a su hijo, tiene derecho a estar triste —respondió Moon, parándose a mi lado.
—Hablas como si existiera.
Giré la cabeza para mirarlo. La luz de la vela iluminaba solo su perfil. Miraba hacia arriba, al rostro de la Virgen como si haciéndolo pudiera consolarla. Tenía una sonrisa triste.
—¿Crees en Dios, loquito?
—No —fui rotundo— ¿tu?
—Yo no sé.
—¿Cómo no vas a saber eso?
Se encogió de hombros, a la vez que sonreía.
—Dios es como un equipo de fútbol —no pude evitar reír y él me dio un golpe en la cabeza—, escúchame, de verdad. Quiero decir que no te levantas un día y decides ser de un equipo, lo eres porque tu familia es de ese equipo. Lo mismo con Dios. No se decide creer en Dios, es algo que está en tu familia.
—¿Tu familia cree en Dios? —por algún motivo estaba susurrando.
—No, para nada. Mi tío siempre me habló de Dios y los mitos, de aquí y de japón. Él dice que la gente solo se convence de cosas y reza para sentir que alguien los escucha.
Volví a reír en voz baja, porque, en el fondo, eso era un poco lo que yo creía. O de lo que me quería convencer, cuando en realidad, le había pedido cosas a Dios más de una vez.
—Que pesimista resultó ser tu tío.
Moon imitó mi risa, sin mirarme. Solo observaba a Maria.
—Supongo, quizás un poco. Y ese poco de pesimista que tiene él, tengo yo de creer en Dios.
Fruncí el ceño, porque eso no tenía sentido. No existía el un poco.
—O crees o no crees, no existe creer un poco.
—Solo me gustaría poder creer.
—¿Para qué?
—Para rezar, así podría sentir que alguien me escucha.
Abrí la boca varias veces, como queriendo contradecirlo, pero no se me ocurrió nada. No sabía cómo uno podía convencerse de una mentira para estar mejor. No se podía creer en las mentiras, sabiendo que no eran reales.
Jake no llora. Jake no necesita un abrazo, lo que necesita es un buen golpe. Jake es un bruto. Jake es un burro.
—No tiene sentido.
—No, ya se —movió la cabeza de un lado a otro, divertido—. Jamás dije que lo tuviera.
—Ridículo —murmuré, quizás, para ofenderlo.
Nos quedamos en silencio varios segundos, mirando el rostro triste de esa madre sin hijo. Sin darme cuenta pensé en Irina, una madre sin hijo y luego giré a Moon, intentando darme cuenta en quién pensaba él. ¿Yo tenía madre y él no? Sonaba incorrecto, estúpido. Siempre fui yo, en los grupos, quien no tenía madre. Ahora era al revés. Era él quien podía decir ser un hijo sin madre. Y era su madre quien podía decir ser una madre sin hijo.
—¿Dios odia? —preguntó de la nada.
—Claro que odia. Odia muchísimo el viejo ese.
Me dio un golpe en el hombro, como un regaño.
—¿Y tu que sabes? ¿Leíste la biblia?
—No. Pero en la escuela nos hablaban de eso.
—¿Dios nos odia, Jake?
¿A quienes? pensé preguntar, pero ya sabía lo que Moon intentaba decir. No éramos él y yo. No éramos Moon y Jake, dos adolescentes sin importancia, él hablaba sobre nosotros. Y no tuve respuesta a esa pregunta. Porque era un sí, probablemente. Porque si todo el mundo nos odiaba ¿Qué diferencia tenía Dios?
—No existe —respondí finalmente.
—Pero si existiera.
—Tanta gente me odia en la vida real, que lo último que me importa es si alguien inventado lo hace.
Ninguno se rio. Moon estiró la mano hacia abajo, hacia la vela y tocó, muy despacio, la cera caliente, haciendo un gesto de dolor disimulado.
—Yo rezaba, a veces —dijo, mirando el fuego—. Hace muchos años, en secreto.
—¿Para que te escuchen?
—Supongo que sí —Moon juntó aire, una gran bocanada de aire que no soltó con la misma fuerza, para no apagar la vela —, ya que estamos en una capilla y aquí se confiesan cosas ¿Puedo confesarte algo?
—No soy un cura.
Moon se encogió de hombros, limpiándose el dedo con cera.
—¿Recuerdas que una vez hablamos sobre matar y morir? —asentí con la cabeza—, hubo un momento en mi vida, cuando pasó lo de Benjamín y todo eso... en el que pensé en morirme.
Quizás era lo silencioso de la capilla, lo incómodo de las estatuas mirándome o el olor a flores, pero eso sonó terrorífico. Cómo ensayado, como la escena de una película.
—¿En matarte?
—No lo hubiera hecho —aclaró con rapidez, casi asustado—. Solo porque me daba culpa pensar en mi tío y mi hermano. Pero lo pensaba siempre.
—Y rezabas —añadí, mirándolo.
—Rezando te ganas el cielo, y yo quería ir al cielo.
Miró hacia arriba, aunque la capilla no tuviera nada pintado en el techo. Tonto, pensé, porque jamás iba a poder encontrar el cielo mirando hacia arriba.
—¿No rezabas para no morirte?
Bajó la cabeza y habló usando ese tono que tanto odiaba, porque me daban ganas de llorar. Cuando se le quebraba la voz y sonreía de todas formas.
—No. Rezaba para que morirme no fuera tan malo.
Mi corazón iba rapido, por algun motivo tonto, por miedo quizas. Miedo a conocer alguna parte de él que tal vez no quería conocer. Miedo a no ser tan fuerte para conocerlo. Miedo a no ser como él, que siempre sabía qué decir o qué hacer. Miedo a que un beso no fuese suficiente.
—¿Ahora te quieres morir? —pregunté en un susurro muy bajito.
—No dije que me quería morir —noté que tenía los ojos rojos—, solo pensé que me había cagado la vida. Pero no quería morirme.
—¿Y ahora? ¿Sigues pensando que te cagaste la vida?
Sonrió en grande, negó con la cabeza y yo dejé salir el aire atrapado en mi pecho. Gracias.
—No. Ahora estoy bien.
—¿Y sigues rezando?
—De vez en cuando. Me da pena por Dios ¿Sabes? Yo, que le hablaba todas las noches, de repente lo empiezo a olvidar. Pobre. Debe sentirse solo, ahí arriba, sin nadie, escuchando todas las cosas malas de la gente.
—Deberías sentir pena por la gente normal, no por Dios.
—Tal vez solo le agarro cariño a cosas que no conocí —estiró la mano, lentamente, hasta tocarle el rostro a la virgen—, como mis padres.
—¿Estás comparando a Dios con tus padres?
Soltó una carcajada y yo tuve que sonreír también, tal vez porque no quería dejarlo solo. No quería volver más triste esa situación.
—Tienen sus cosas en común, eh. Lo único que sé de ellos es lo que me contaron, probablemente jamás los pueda ver, pero aun así siento que están todo el tiempo —y con la mano fingió limpiarle las lagrimas invisibles a la virgen, dándole una caricia con los dedos.
—¿Los extrañas?
Jamás habíamos hablado sobre ese tema, se sentía agresivo hasta preguntar. Moon no necesitaba estar de pie para alcanzar el rostro de la virgen. Estaba justo a la altura de su propia cabeza. La agarraba de las mejillas. Me miró, sonriendo.
—¿Cómo puedo extrañar algo que jamás llegué a conocer, Jake?
—¿No los recuerdas?
—Muy poquito —y giró otra vez a la virgen.
No respondí a tiempo, porque Moon ya tenía los labios apoyados sobre los de la estatua. Hasta cerró los ojos, como si fuese un beso real. La sensación de verlo besar fue extraña. Siempre era parte de los besos. Me congelé en el lugar, mirándolo, hasta que él se separó y sin dejar ni un segundo giró hacia mí. Me besó de la misma forma en la que había besado a la estatua.
—¿Qué crees que es más pecaminoso, besarte a ti o besar a la Virgen Maria? —murmuró, separándose un poco.
—Besaste a una madre angustiada —respondí, queriendo reprocharle algo y no mostrar que en realidad, quería que me besara de vuelta.
—Y besé a un hijo angustiado —puso ambas manos en mi cuello, atrapándome con diversión— ¿Cuál es peor, Jake? ¿Por cual gané el infierno?
—Nos ganamos el infierno hace años, Moon.
Moon inclinó la cabeza hacia abajo y sopló, apagando la vela. Si bien había un par más, ahora la iluminación era un poco más lejana. Lo escuché reír, bajito.
—¿Cuándo? —preguntó, volviendo a pararse frente a mi.
—Quizás cuando nacimos, chino —respondí, en un susurro al igual que él, acercándome—. Dos hijos sin padres, jamás entenderíamos a Jesus. No creo que seamos los favoritos de Dios.
—¿Cómo nos puede odiar, si así nos creó él? —pegó su nariz a la mía, mientras yo subía las manos, agarrándolo del cuello como él había hecho—, tal vez no nos odia, tal vez nos tiene pena.
—Prefiero el odio a la pena —confesé, cerrando los ojos.
—Vámonos —dijo y luego me besó otra vez—, me da miedo este lugar.
No pude evitar soltar una risa nasal, por lo infantil que sonó eso. Escapamos corriendo de aquel lugar sagrado, hasta mi casa. En mi cuarto le dimos más motivos a Dios para dejarnos en el infierno y Moon me lo hizo saber, porque cada segundo me susurraba que sus besos eran sagrados, porque habían sido bendecidos por Maria.
—Estás loco —le murmuré.
—Pensé que era al revés, loquito —respondió, con una pequeña sonrisa.
—Cállate y bésame.
Y lo hizo, sin negarse, pero entre risas porque queria hacerme saber que todo era, de alguna forma, un chiste tonto. ¿Dos hijos sin padres, de padres sin hijos pueden encontrar en el nosotros la ayuda que encuentran los otros hijos en Dios?
Dios. Dios. Dios.
HOLA, REGRESÉ !!!!!!! COMO ESTAN???
PERDONEEEEEEEEEEEN 💗🩹 Estuve con muchos proyectosssss
NOTICIAS: estoy haciendo una serie web que voy a filmar en Julio con un grupo de amigos y amigas 🌼🦋
VOY A ESTAR SUBIENDOLA A MI INSTAGRAM, TANTO LOS CAPITULOS COMO NOTICIAS DE ESOOO, ASI QUE OTRA VEZ, SIGANME, ZANGUANGOSSSSS
PERO TRANQUI QUE YA VUELVO CON LAS ACTUALIZACIONES DE ESTA HERMOSA NOVELA 😭✨🌠
LES DEJO DE REGALO DIBUJITO DE MOON BESANDO A LA VIRGEN(?
TAMBIEN ESTOY CORRIGIENDO ESTA NOVELA A SU SEGUNDA VERSION QUE (sonido de tambor) VA A SER ILUSTRADAAAA POR MI, ASI QUE LO QUE VIERON HOY ES SOLO UNA PEQUEÑA PARTE (no les quiero mostrar más para que sea sorpresa) 🌼🌷
AAAAAAAAAA Y LLEGAMOS A LAS 200 MIL PALABRASSSSSSSSSS, MIREEEN
NADA, ESTOY FELIZ, ESTOY A CASI NADA DE TERMINAR LA NOVELA y eso me hace pensar, si termino de escribir todos los capitulos ¿Qué día les gustaria que hubiera actualización semanal? 💗🌷
AHORA SI, PREGUNTASSSS 💓💝💗
¿LES GUSTÓ? 💗🩹
¿MOMENTO, PENSAMIENTO, DIALOGO QUE LES GUSTARA?
¿QUE OPINAN DE DIOS?
¿SABEN REZAR? ¿Alguna vez rezaron?
¿Qué piensan de Moon diciéndole a Jake que le gustan sus ojos? 😭💗🩹🦋🌷
¿QUE OPINAN SOBRE LO QUE MOON OPINA DE DIOS? ¿SOBRE LO QUE JAKE PIENSA?
¿LES GUSTA LA EVOLUCION DE MOON?
¿QUE PIENSAN SOBRE LA ESCENA DE LA VIRGEN?
¿SOBRE LOS HIJOS SIN PADRES?
¿SOBRE MILO?
¿EXTRAÑAN A TOTO? 😭
¿LES GUSTARIA UNA VERSION ILUSTRADA? Tengo pensado ir por editoriales, y, en ultima opción, autopublicarla AAAAAAAA Y SE VIENE NUEVA PORTADAAAA
¿Qué cambios les gustaria en la segunda version? 💗🦋🌷
¿PREGUNTAS? ✨
Sueñen lindo les quiero chau chauuuu
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro