Un día al volante
Había quedado con Tomás en darle vida a mi viejo auto y, consciente de su promesa, él me había llamado para indicarme a qué hora estaría por aquí. Como algo antes de que el mensaje en mi teléfono me señalara que estaba en la puerta del edificio. Reacciono rápido y corro escaleras abajo hasta encontrarlo en la puerta.
Fragancia varonil, porte casual, una sonrisa con dos lindos agujeros y unos ojos brillantes. Aparte de un envase de plástico que olía demasiado bien.
-Creí necesario traer el almuerzo -comenta y me alegro.
-¿Vamos? El estacionamiento queda por aquí. -Señalo las escaleras que bajan. Me siento presionada ¿Y yo me estaba rindiendo? No sé ni qué clase de juego me estoy metiendo, pero la verdad es que verlo y saber que ahora mismo está tan cerca de mí...
Ya en el estacionamiento miro a quien fuera la persona que había cuidado de mi pequeño desde el momento en que decidí comprarlo. Me habla con una sonrisa, pues antes ya le había comentado que alguien me ayudaría a aprender. Para él era como la noticia jamás esperada. Para mí se sentía igual. Vamos, no espero mucho de la experiencia, es decir, dudo aprender, espero otra cosa. Quién sabe si resulte.
Tomás se asoma al vehículo y lo inspecciona.
-Tenemos que cerciorarnos -dice.
-Por supuesto.
-Gracias -Le digo a Marco y él asiente.
-Estaré cerca por si me necesita.
Asiento. Veo a Tomás revisar cada parte desconocida por mí de aquel auto negro.
-¿Y bien? ¿Cómo lo ves? -digo con suspicacia.
-Impecable -suspira-. Incluso esta limpio -Lo escucho comentar sorprendido. Me pregunto si... ¡Vamos, Sam! No te preguntes nada, es plena mañana, niña. Compórtate.
-Creo haberte dicho... -Y no puedo recordar qué rayos dije.
-Sí, mil perdones. Bueno, ¿Vamos? Te llevaré hasta el lugar, luego tú tomarás el control.
Asiento, total que él me puede llevar a la Luna si tiene intenciones. Y si me deja tomar el control de lo que sea, algo saldrá. ¡Ja!
Recorremos toda la ciudad hasta que nos hayamos en una zona bastante solitaria. El camino era amplio hasta cierto punto, pero también empinado. Lo bueno es que no había autos en el camino, es un lugar poco transitado, más un sábado. Se orilla en un solar y baja del auto, me abre la puerta y lo único que puedo hacer es suspirar. Lo escucho reírse, al mirarlo noto esos ojos brillando como dos estelas. Y yo odio a los empalagosos ¡Joder!
-¿Asustada? -pregunta. Empiezo a considerarlo.
-Solo un poco -digo-. Hace mucho que no manejo un auto.
-Tranquila. No va a pasar nada.
Me adentro en el vehículo. El asiento de piloto está un tanto lejos así que procedo a arreglarlo. Tomo el volante y lo presiono. Respiro hondo, lo miro. Él solo ladea la cabeza observándome con una sonrisa pícara en su rostro.
-Si me ves de esa forma no creo poder arrancar siquiera.
Lo escucho reír.
-Claro que podrás. Anda, enciende el auto y mantén el pie en el freno.
Coloco el pie en donde se supone está el freno y luego lo enciendo. No se ha movido. Qué felicidad.
-Ahora mismo está en pare, debes mover la palanca para avanzar en d o retroceder en r. Debemos retroceder.
Muevo la palanca hacia la r. Me explica con peras y manzanas, es fácil seguir sus instrucciones, no lo negaré, pero me hace sentir adolescente. Aunque nunca me hubiera negado tener a un profesor como él. Todos mis profesores fueron unos viejos barrigones o no, que aunque muy amables y panas, demás está decirlo, eran unos viejos aguafiestas en algunas ocasiones.
-Saca el pie del freno con cuidado. Fíjate en el retrovisor.
-¿Cuál?
Hay tres por si no lo sabía.
-Todos.
¡Dios!
Saco el pie del freno como me señala y el auto empieza a andar para atrás con sumo cuidado.
-Mueve el volante hacia tu derecha. Enderezará el auto.
Como cosa extraña el auto coge velocidad.
-Sam...
Giro el volante, pero no sé dónde colocar mi pie. Estoy indecisa. Sí, es estúpido. Lo ideal es detenerme. Termino girando el volante como loca ¿Qué rayos hago?
Ese no era el freno.
-¡Sam, detente!
Piso el freno finalmente y me quedo viendo lo que estaba a punto de suceder. Casi chocamos contra la columna de rocas detrás de nosotros.
-Lo siento, lo siento, lo siento.
-No, no te disculpes. Vamos, coloca el auto en D y mueve el volante hacia tu izquierda.
-¿Estás seguro que debamos seguir? No quiero que nos estrellemos o peor, bajar por un risco.
-No, continuaremos.
Virgen santa, que sabe que de rezar no tengo nada, pero que nos proteja ahora ¡Joder!
En algo estoy de acuerdo con Tomás, su paciencia es infinita. Muy diferente de lo vivido con Samuel o cualquier otro que lo intentase; Tomás fue atento, gentil y no se inmutaba con mis errores, que dicho sea de paso, fueron demasiados como para perder la cabeza. Al final cambiamos de asiento y él tomó el control del auto hasta la ciudad. Lo mejor que pudo haber hecho porque no me sentía con la confianza de entrar con tantos autos alrededor. Lo escuché decir dar más clases y que necesitaba confianza. Estoy de acuerdo con ello, pero también tengo cierto temor. Ya intenté asesinarnos hoy, si seguimos probablemente cumpla con ello.
-¿Pasa algo? -Pregunta. Me he guindado.
-Ah, no. No pasa nada. Hoy fue... gracias por intentarlo.
-Seguiremos intentando. Quizá no en estos días, estaremos algo ocupados.
-Eso sí, pronto volveremos a reunirnos para el siguiente número.
-Sí, Saman... Sam, estaré fuera de la ciudad. Surgió uno que otro detalle en Valencia y debo retirarme, probablemente durante esta semana. Estoy seguro que con varios días demás podrán afinar detalles.
Me quedo pasmada. Y con la ilusión que iba a decir lo bien que nos había quedado, aunque tiene razón, más días mejor presentación y después de la primera, lo necesitábamos.
-¿Es grave? -Alcanzo a preguntar. Sí, suena metiche, pero se ve realmente preocupado por ello. Después de que no respondiera por segundos, noto que era muy probable haberme entrometido-. Lo siento, no ha sido mi intención.
-No, Sam, perdóname. Pocas veces comparto con alguien los problemas del trabajo. Me das mucha confianza. -Negó-. No es nada, vendré la semana próxima esperando encontrar el libro listo para la imprenta.
-Lo estará, te lo aseguro. De este lado no habrá problemas.
¿He dicho lo lindo que se le ve cuando sonríe? Creo que tengo demasiadas ganas de hincarle el diente, así que me aferro a mí misma para evitar los impulsos idiotas. Él le baja al aire acondicionado.
-¿Mucho frío? ¿Está bien así?
Asiento complacida por lo atento. Si tan solo supiera que no era por eso. ¡Ja! Creo que se desmayaría.
Pronto llegamos a mi edificio y él ingresa el auto en el estacionamiento, lo aparca en mi lugar apagando el auto. Nos quedamos por un tiempo ahí en el que miro hacia atrás notando el envase de plástico.
-Deberíamos comer algo -sopeso.
-Acepto -responde.
¿Lo dije en voz alta? Me hago la desentendida al ver sus ojos brillar. ¡Joder! Él debería dejar de hacer eso. Tomo el envase y salgo del auto con él detrás de mí. Al llegar a mi apartamento, lo invito a entrar y le doy un recital de cualquier líquido que pueda y quiera tomar, menos café. De eso sí que no hay en mi hogar, jamás.
-Creo que el jugo basta -responde.
Inmediatamente saco un vaso y lo lleno con jugo de fresas. Hacía un buen que no compraba, se habían convertido en un lujo, pero nunca estaba demás darse un cariño así sea en la comida. Saque el plato que él había traído: arroz frito. Conveniente. Tenía antojo desde hace un par de días. Bueno, no, pero no le negaré el gesto. Le sirvo un plato a él que muy bien agradece y me sirvo mi plato.
-Entonces, ¿Cuál fue mi calificación para hoy? -pregunto.
Hoy es el día, sí, el día de ser un poco más movida y ganarle la partida a La peste y tanta sonrisa me dice de que, quizá, lo esté logrando.
-Regular, quince o dieciséis, estoy indeciso.
Yo amplio la mirada.
-Pues me felicitaré. Yo me habría colocado nueve, con sinceridad -respondo.
-Estoy calificando también tu esfuerzo.
-¡Oh! Gracias -digo con tono reverencial.
Un segundo de risas, de sonrisas. Una mirada indiscreta. Creo que tuvimos varios minutos de silencio en el que únicamente nos vimos. Él baja la mirada y vuelve a levantarla. No sé qué estará pasando por su cabeza, la mía estaba por completo nerviosa. O bien, estaba a tope de muchas cosas que quería decir como por ejemplo, si podíamos hablar de ese tira y encoje que me estaba volviendo loca, pero no quiero echar a perder un momento como este.
-En verdad eres encantadora, Samantha. Le doy crédito a Samuel por conocerte desde hace tanto -comentó.
Démosle todo el crédito a Samuel por lo que sea que hable él acerca de mí con Tomás. ¡Sí! Que debe ser para bien, dicho sea de paso.
-Gracias -digo sonrojada sino es que soy un tomate ya-. Espero que Samuel no diga muchas incoherencias de mí.
-Para nada, se nota el cariño que te tiene -dice sin dejar de verme. Ahí vamos de nuevo, al juego de las miradas-. Lo siento -sonríe-. Es difícil no quedarse impregnado. Pero debo retirarme ya, no puedo seguir abusando.
Abusa, abusa ¿Qué me estoy diciendo?
-No lo haces, para nada -Eres un santo-. Gracias por las lecciones.
-No agradezcas, seguiremos con ellas. -Recordó.
Vaya ganas de hacerme manejar un auto. Seguro así se quita el resentimiento que le da verme parada esperando el bus o... o cuando Samuel me tiene que traer ¿Señor Tomás, tiene celos de mi mejor amigo?
-Espero no meter la pata.
-Me aseguraré de que no -¿Eso fue un guiño?-. Decía que debo retirarme, pero sigo aquí.
¿Te quedas?
-Sí, claro -contesto.
No sé en qué momento los platos llegaron al fregadero, ni en qué momento ambos nos vemos tomados de las manos. Tampoco tengo idea cómo es que llegué a tenerlo tan cerca que solo puedo enfocar sus ojos y sus labios. Estoy esperando, me siento ansiosa y solo puedo parpadear como idiota.
Pero nada ocurre.
-Lo siento -Yo niego. Quisiera que dejara de disculparse.
-No, no es nada -No pasó nada ¿sabes?-. Te abriré la puerta.
-Sí, sí, si
Yo gritaría esos sí, si tan solo me dejaras. ¡Basta, Samy, bájale a tu vena lujuriosa!
Lo guio hasta la puerta y, estando ahí, lo vuelvo a tener cerca. Creo que estamos demasiado nerviosos porque él no sabe si besarme o darme la mano. Jamás le tomaría la mano -eso creo-. En cambio él se desencanta por besar mi mejilla y proferirme un hasta el lunes en tono bajo, demasiado sexy, demasiado rompedor de rodillas.
Lo veo marcharse en su auto y cierro la puerta cuando ya no está. ¿Cómo debiera calificar este día? Como un completo éxito o un completo fracaso. Me desencanto por lo segundo. Si se tratara de cualquier otro, me hubiera movido más. Estoy segura que no lo habría visto partir en plena tarde fuera de mi casa, pero él no es cualquiera. Él es Tomás, mi jefe.
Cuando apenas anochece, veo el teléfono y corro a escribirle. Necesito hablar con él, como antes, como cuando no sabíamos cómo éramos ni sabíamos que estaríamos tan cerca uno del otro.
MysaLT
-Siento lo sucedido. Hoy viste que puedo ser un poco torpe para algunas cosas.
CaballeroNegro
-No creo que hayas sido torpe.
MysaLt
-Lo fui, no lo neguemos. En realidad creo que ambos lo fuimos... sabes, cuando estuve tan cerca de ti solo tenía un deseo.
CaballeroNegro
-¿Un deseo?
MysaLt
-Sí... yo, bueno, es difícil decirlo. No quiero seguir en esto. Seguir apariencias y ser otros cuando estamos a solas. Tomás en serio pensé que daríamos un paso más.
CaballeroNegro
-Mi pequeña, nadie más que yo quisiera que fuera posible. Solo, solo dame tiempo ¿sí? Estaré lejos esta semana, pero la siguiente podremos hablar de ello.
MysaLt
-Lo sé, me comentaste de tu viaje a Valencia.
CaballeroNegro
-Sí. ¿Tienes sueño?
MysaLt
-Muero por dormir pero a tu lado.
CaballeroNegro
-Hahaha siento lo mismo.
MysaLt
-Ven.
Muy envalentonada por chat pero en persona soy un manojo de nervios. Deberías golpearte a ti misma, Samy, te desconozco.
CaballeroNegro
-No conciliaras el sueño conmigo ahí.
Qué listo.
MysaLt
-Podemos probar.
CaballeroNegro
-Hahaha ya habrá tiempo.
¿Me habré lanzado sin paracaídas? Seguro que sí, y ahí estaba la respuesta. Apuesto que de haberlo hecho mientras estaba en mi casa, habría resultado igual. Pues nada, hay que cambiar un poco los movimientos. Está visto que el modo sutil no aporta nada, que la versión intermedia poco hace y que habrá de ser un poco más lanzada. Ya sé que resulta. Para la muestra está La peste.
CaballeroNegro
-Buenas noches, pequeña
MysaLt
-Buenas noches, caballero.
Estoy tan emocionada con la nueva portada que si actualicé no más fue por eso xDD
Sorry!
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