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Fiesta en la ciudad

Cuando abro los ojos lo primero que hago es torturarme ¡Le he dado mi Skype! Bueno, no mi Skype, más bien uno que hice con toda prisa, pero es mío al fin. Seguramente conversaremos más ahora que lo tengo agregado, seguramente me enviará mensajes cada que pueda ¡Ay, por favor que no sea un caramelo! Muero si el caballero de mis ojeras fuera todo un meloso de atar. Vamos, Samy, respira, hasta ahora mi caballero ha demostrado tener la justa medida de intrigante y amoroso. Tal como me gustan, nada de pegarse como sanguijuelas queriendo absorber tu boca, no, mi caballero era paciente ¡Dios, sí que era paciente!

Me levanto tan rápido como puedo viéndome en el espejo. Definitivamente era el caballero de mis ojeras. Baño listo, vestimenta lista, y maquillaje en proceso. Me muevo por el apartamento pensando en que llegaría tarde al trabajo, pero con la sensación de ¡Idiota hiciste algo grande! En mi pecho. Sí que hice algo grande. No sé si es emoción o miedo, no sé qué esperar y no sé qué...

CaballeroNegro

—Buenos días, sirena. Hablamos en la noche ¿sí?

Si tan solo fuera un helado ya fuera liquido en este instante.

MysaLt

—Buenos días, caballero. Claro, pero un ratito, tengo planes para hoy.

CaballeroNegro.

—Como bien dispongas. ¡Bonito día!

¡Ay, por dios! No, nada de meloserias, nada de "princesas eres mi lucero por la mañana y ter cargare en mi estúpido pony". No, solo un bonito recuerdo de que se levantó pensando en mí y ahora puede seguir con sus quehaceres. ¡Yay!

Salgo prisa del apartamento entrando en mi corcel indomable y me quedo embelesada con la vista en la ventanilla. Creo tener cara de idiota y me alegro que nadie lo note porque no lo soportaría. Sería el trágame tierra en ese instante. Entro en el edificio con la vista en la recepción y luego en el ascensor aunque mis ojos se quedan pegados en la recepción. ¡Vaya que tenían prisa por despedir a Verónica! Detrás del ovalado mueble está una pelirroja de escote pronunciado y cutis marmóreo. Los de la oficina de RRHH se mueven con rapidez para contratar. Sin embargo, aun cuando puedo incluso ver parte de su brasier, la chica no es más que pura superficie porque esta realmente enredada con los teléfonos. Me aproximo a ella con una sonrisa leve viendo la cara de tragedia en la chica, presiono todos los botones que estan en rojo y cada uno fue desistiendo.

—De nada —lanzo volviendo al ascensor ¡En tu ego niña! Pobre Verónica, ella era un as en la recepción.

Camino hasta la oficina encontrándome con el buenote de Samuel hurgando entre varios papeles. Entro y dejo mi bolso a un lado. "Llegas tarde" es su saludo mientras me acomodo en la silla intentando descifrar que busca con tanto ahínco.

—¿Viste a la nueva recepcionistas? —Pregunto sacando el tema—. Has debido verla, tiene un par que hasta a mí me hizo voltear.

—Si la vi —dijo chiflando ¿Qué le ocurría?

— ¿Pasa algo?

Toma la silla y se sentó frotándose los ojos, se reclina como nunca lo vi hacer. Algo malo pasa como para que esté de esa forma.

—Harán recorte de personal — ¡Ay no!—. Ya tienen a varios en la mira y hay algunos de mi equipo de trabajo, igualmente del tuyo.

—¿Me despedirán? —pregunto indignada.

Samuel sonríe sorprendido. ¿Qué? Seré la directora creativa, pero en estos tiempos los altos cargos pueden ser removidos con un simple chasquido.

—No, Samy, no te despedirán, pero si te dejaran sin un importante personal, creo que los reducirán a solo cuatro.

—No dejes que se lleven a Mónica —lanzo inclinada sobre el escritorio—. Es como mi hija, lo sabes. Y si van a recortar a tantos, que no se olviden de Cristina.

Samuel carcajea observándome y negando. Suspira y reconozco ese suspiro. Es tan característico que ¡pf! Arqueo mi ceja escaneando sus facciones.

—Hay una nueva chica —murmuro. El me ve extrañado y sé que tengo razón porque está haciendo esa cosa que hace con sus labios que no sé cómo explicar.

— ¿De qué hablas?

—Suspiraste y de paso hiciste eso —digo señalándolo.

— ¿Qué?

— ¡Eso! —Reitero intentando imitarlo—. Eso que haces con tus labios.

—No seas paranoica —exclama y se levanta caminando hacia la puerta. Lo veo mirarme como si estuviese loca. No lo estoy, tan solo que él no lo ve como yo.

Me muevo de un lado a otro finiquitando detalles importantes. Mi mente se encuentra ocupada con el trabajo, tanto como para olvidarme del mundo a mi alrededor, sin embargo la aparición de Daria con un poster de Batman me hizo pensar en mi caballero. No porque se parezcan, sí, pero él es fanático de Batman, por eso lleva su nickname de esa forma ¡Y no sé por qué me explico tanto!

Tomo el teléfono y marco a Miranda esperando que se encuentre lo suficientemente desocupada como para atenderme y ponerme los pies en la tierra.

—Aló.

—Le di mi Skype —lanzo sin que pueda decir algo más. Escucho el silencio. El bullicio de las líneas—. ¡Habla! —grito por debajo.

— ¡Ay, por dios! ¡Ay, por dios! ¡Lo hiciste!

Sé que están brincando de la alegría porque brincar y gritar no se le da bien, de hecho se atraganta.

— ¡Si, lo hice! ¡Y ahora no sé qué hacer!

Ella se ríe y yo espero a que termine para fulminarla.

— ¡Ay, no! Samy eres una mujer inteligente, desinhibida, sin miedo a nada que no sabe qué hacer con el hombre misterioso.

—No es que no sepa qué hacer es que... de aquí en más me pedirá una foto y si él...

—Espera ¿Nunca lo has visto ni siquiera en foto?

Miro el suelo.

—Si —canto.

—Samy, estás loca. —Se ríe y sé que debo colgarle.

¡Espera que te vea Miranda Arias, te haré trizas y luego te entregaré a tu novio!

Noto a un sujeto observarme con extrañeza desde fuera de la oficina. Anda con las manos en los bolsillos como si fuera dueño y señor. Yo frunzo el ceño y me volteo. Sé que ha hecho una mueca y ha sonreído por el pequeño espejo en una de mis mesas. Giro apenas se marcha y me quedo extrañada, me pregunto quién será. Supongo que las cotorras me lo dirán en su momento, ellas son infalibles en esa clase de cosas.

Me extiendo en el asiento observando la noche caer con premura. Es hora de irme y justo Samuel pasa por mi oficina un poco más activo que en la mañana. Tomo mis cosas y aprovecho que puede darme un aventón hasta mi departamento. Hablamos sobre la oficina, sobre la zafada de Miranda e incluso de la escabullida mirada que le echó a la de recepción.

—Entonces —murmuro picara.

— ¿Entonces?

— ¿De quién se trata? —pregunto.

—No te das por vencida —exhala y yo niego—. La conocerás esta noche no comas ansias.

—Espero que valga la pena, Samuel Velázquez —acuso.

—Es solo una amiga, Samantha Argento, no te hagas ilusiones de poder echar a perder una relación mía nuevamente. —Abro la boca ofendida y él se ríe ¡Canalla!

Me despido de él con un beso en la mejilla y un hasta luego.

Minutos después me encuentro en mi habitación durmiendo un poco para soportar la trasnochada que pienso aguantar. Hace un mes que no salgo a bailar así que bien podría decirse que estoy emocionada. Escucho la musica y dejo que la canción me active para la noche. Ya es hora de despegar la mente ¡Sí, señor! Busco entre mi bolso mi teléfono y abro la aplicación de Skype, me muerdo el labio viendo que mi caballero está conectado. Me muero por conversar con él aunque no sé de cuánto tiempo disponga.

Miranda y Ernesto siempre me buscan cuando vamos a la disco, pero para saber a qué hora pasaran por mi hay que pedirle a las estrellas que vinculen con las ganas de Miranda y el tiempo de acción en los dos para hacer un pequeño promedio. Lo que resulte es el tiempo que tengo disponible para conversar con Caballero.

MysaLt

—Buenas noches, caballero :)

CaballeroNegro

—Buenas noches, sirena ¿aun trabajas?

MysaLt

—No, ya estoy en casa ¿Tú?

CaballeroNegro

—Dígamos que igual. Me ha tocado ir a casa de mi tía por un momento.

Mysalt

—:o espero que no sea por algo malo.

CaballeroNegro

—No, no te preocupes. Dijiste que tenías planes para hoy ¿alguna cita?

MysaLt

—Mmm ¿te molestaría?

Suelto con la malicia en mi rostro.

CaballeroNegro

—Eso depende.

MysaLt

—¿De qué?

CaballeroNegro

—De la oportunidad que tenga.

¡Eso no está bien, caballero! ¡No! Cuando empiezas a hablar de oportunidades, empiezas a hablar de ligue y tú, hombre, eras más astuto que eso ¿Dónde te has metido?

CaballeroNegro

—De todas formas eres tú quien decide. Yo me limitaré a hacer lo que sea necesario.

Creo que me empiezo a revolver...

MysaLt

—Sorpréndeme —sí, claro—. Ya tengo que irme, que duermas con los angelitos ;)

CaballeroNegro

—Disfruta la noche, amore. Hasta luego.

¡Mi caballero se ha empalagado! ¡Puag! Creo que iré a llorar al monte del olvido y tan bien que iba. Bueno, no puedo enterrarlo todavía, quizá pasó por un proceso de ligue atrofiado, quien sabe. Cálmate, Samy, solo ha sido hoy ¡En dos años y solo ha sido por hoy! Las cosas pueden no...volverse tan cursis. Eso espero.

Cuando estoy sobre la hora me remuevo hasta el armario buscando un lindo vestido ceñido que diga ¡Aquí estoy! Para sorpresa mía mi armario está vacío —tiene ciento de trapos arremolinados— ¡pero no hayo algo decente! Saco lo que creo conveniente viendo vestidos de faldas vaporosas, uno que otro ceñido, hasta encontrar uno blanco que grita ¡Úsame! Bien, al fin algo aceptable.

Corro a arreglarme y verme al espejo pensando en lo sucedido con caballero, un puedo evitar hacer una mueca y sentirme idiota. El hombre me agrada, podría decir que me atrae —aunque nunca le he visto la cara— ¡Y si es un viejo verde! Eso diría mucho de su salida empalagosa ¡Se está volviendo un sapo! Remuevo la idea. Le daré una oportunidad, lo dije y lo haré, se la daré porque el pobre hombre se lo merece. Me ha aguantado por mucho tiempo, así que bien puedo hacer esto, solo espero que no se convierta en un dulce tan pronto.

Escucho la bocina desde mi planta y sé que debo darme prisa. Corro por las escaleras descalzas y termino de colocarme los tacones en el vestíbulo. Una vez afuera camino con movimiento haciendo que alguno sujetos chiflen a lo lejos. Si, así se hace. Entro en el vehículo, escuchando a los tortolos hablar de sabrá dios qué.

—¡Qué hermosa, cuñada! —lanza Ernesto y veo a Miranda quejarse sin decir palabra alguna.

—Deberías estar pendiente de quien tienes a tu lado —lanzo. Él se ríe y avanza.

La disco esta abarrotada y es posible que, en esta ocasión, no nos dejen entrar, pero Ernesto tiene una carta bajo la manga. Saluda a un par de sujetos y acto seguido nos llama. No veo a Samuel y su chica por ningún lado, así que empiezo a dudar de que nos acompañe. Ese idiota, seguro me mintió. El lugar está lleno por todos lados. La pista es una multitud de personas en la que no se bien si se mueven por voluntad propia o porque otros los están moviendo. La segunda planta también está llena pero Miranda fija su mirada en un par de sillones vacíos, corremos hacia ellos y me doy contra la torre de Samuel.

—¿Esa es tu manera de ligar? —grita sonriente. Lo golpeo el hombro.

—Pensé que nos habías engañado.

—Ya ves que no —grita a mi oído. Miranda se acerca y abraza a Samuel efusivamente.

—¿Dónde está tu chica? —pregunta y lo escucho a duras penas. Samuel mira por sobre su hombro y vemos a una linda chica —de al menos veintitrés años— hablar animadamente mente con un grupo de personas. Cabello negro, en bucles, ojos de mismo color y piel tostada. Bonita, no tenía muchas curvas como le gusta a Samuel, pero es bonita.

—Está hablando con unos amigos, ya viene —lanza y yo me siento en uno de os sillones.

La chica resultó ser simpática, aunque algo no me olía bien. Por lo general, las novias de Samuel suelen ser más: "esto es mío". Y Dulce no resultó ser así, de hecho lo vi solo un par de veces ¡¿Qué clase de amiga hace eso?! Lo arrastré conmigo a la pista de baile y me contorneé frente a él. Ver la cara de tonto que ponía siempre me resultaba divino ¡Sobre todo porque no sabía que hacer! Miranda nos vio riéndose a carcajadas y yo solo pude anclarme a su cuello y sonreír ampliamente.

—¿Qué sería de ti sin mí?

—Ah... tendría una vida más fácil —dice y yo me enojo ¡Yo no le complico la vida a nadie!

El resto de la noche me la paso en la pista con Miranda, de un momento a otro había perdido de vista A Samuel y a Ernesto y la verdad estaban de sobra. De vez en cuando veo a mí alrededor notando una pícara mirada hacia nosotras, hasta que Miranda me haló hacia ella y vi hacia donde señalaba. La escucho gritar por debajo un "qué lindo". Y para mi mala suerte, sí, lo era, pero resulta ser el mismo sujeto que había visto en las oficinas ¡Es que acaso me seguía!

Salgo de la pista buscando los escalones. Samuel y Ernesto hablan a gusto como dos sementales en los sillones. Ya puedo imaginarme la conversación. Me siento al lado de Samuel y veo al par escudriñando. Ninguno dijo nada.

La paso bomba, tanto, que he olvidado por completo el momento en que salimos del lugar. Samuel me guia hasta el departamento, toma mis llaves y lo introdujo en la cerradura. Entramos y acto seguido, me deja sobre el mueble. Se mueve por el apartamento entre que yo, ausente como pudiera estar, solo veo mi laptop... ¿mi caballero estará ahí?

—Vamos, hora de dormir —dijo tomándome del brazo.

—No te preocupes, puedo por mí misma —Samuel arquea la ceja y no me hizo caso. Me lleva con él a la habitación donde me encuentro con el acolchonado mueble de frente. Me moví por la cama hasta verlo de frente buscando alguna manta o qué se yo—. ¿Quién era ella? —pregunto. Recuerdo que durante la noche no vi más a Dulce, que chica tan rara. Samuel me observa y se deja caer en el filo de la cama, pasa un mechón de mi cabello por detrás de mi oreja y, curiosamente, la escena se me hizo romántica ¡¿qué te pasa Samy?! Se trata de Samuel ¡Solo le falta salir de closet para ser tu amiga!

—Un familiar.

Una arcada.

—¿Familiar? —Sonreí—. ¿Llevaste a quién? ¿Una prima?

El asintió poco convencido. 

Segunda arcada.

—Será mejor que te traiga el tobo de la basura.

Tercera arcada.

Debió moverse más rápido.

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