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El tipo raro


- ¡ya Seokjin! te dije que no me estaba mirando, además no sé qué sentir, apenas hemos hablado un par de veces... - hablaba un rubio por teléfono, llegaron dos pequeños corriendo de alrededor de ocho y seis años a interrumpir, el mayor de ambos estirando su manita y mirando con urgencia al rubio quien los miró sorprendido y luego escucho con atención, una música en midi, dulce y reconocida, sacó dinero de sus jeans - vayan pero Tae no le compres a kookie algo con chocolate y ¡ten cuidado al cruzar la calle, no le sueltes la mano! - los niños salieron corriendo en cuanto el dinero fue depositado en la mano del castaño, el rubio siguió su tarea de lavar trastos mientras siguió su llamado - lo siento, Jin, Mi hermanito y el vecino vinieron corriendo, va pasando el de las nieves... - siguió.

El pequeño de cabello oscuro entró en la cocina llorando abrazándose fuertemente a la pierna derecha del rubio - Jin dejó colgar, te llamo luego - colgó apurado para darle la completa atención al pequeño que solloza a silenciosamente y parecía asustado - Kookie, cariño ¿que pasa? ¿Porqué lloras? ¿Y Tae? ¿Te pego? ¿Paso algo? - al no recibir respuesta se alarmó, tomó al niño en sus brazos y corrió a la puerta a buscar a su hermano, lo encontró al lado del columpio que está en el porche sentado con su cabeza entre sus piernas abrazándola y sollozando, lo sabía porque temblaba, bajo con cuidado a Kookie qué corrió a abrazar al castaño y sobaba su cabello torpemente en un intento de consuelo.

Jimin, su hermano mayor pudo ver el dinero que le dio tirado a un lado - Tae ¿que pasó? Dime - el pequeño sin mirarlo señaló a la camioneta blanca aún estacionada a unos metros calle abajo - ¿te hizo algo? Tae contestame - su voz urgía, no entendía que pasaba pero era evidente que le pasó algo a los niños, su hermanito era valiente y confianzudo, casi descarado y alegre, pocas veces lo veía asustado y sentía su sangre hervir de pensar que alguien dañara a su dulce y fastidioso hermanito
- el hombre de las nieves, Minnie, es raro... - su voz ligeramente quebrada fue todo lo que necesito Jimin para dirigirse a esa camioneta a poner en su lugar al idiota que asusto a su hermano.

Al llegar no había nadie en la ventanilla, camino al volante y tampoco, regresó a la ventanilla y tocó demandante - hey, hey señor, oiga, hey Id...

De la nada un hombre de presencia perturbadora salta de debajo de la ventanilla y lo mira en silencio, de rostro estoico y mirada vacía, el cabello rizado desacomodado y obviamente desaseado, Jimin tuvo que forzarse a evitar una mueca de disgusto y malestar, el tipo era de esos que sin hablar te activan todas las banderas rojas, quiso retroceder pero debía ponerlo en su lugar, ese idiota había asustado y quien sabe que más a su hermano y al pequeño vecino.

- oiga, asusto a mi pequeño hermano, ¿qué rayos le dijo?

El tipo lo miró fijamente sin reaccionar, Jimin sintió un escalofrío en la nuca y la urgencia de correr a casa, abrazar a los pequeños y encerrarse a esperar a su padre, pero el tipo entonces habló - oh, lo siento, le daré una paleta para su bonito hermano, es casi tan bonito como él, ¿cuál es tu hermano, el que tiene la sonrisa cuadrada o el otro niño bonito de ojos de Bambi?

"Bonito" jamás volvería a escuchar la palabra igual después de eso, el como la pronunciaba ese hombre, con evidente lujuria y pesadez, le produjo una arcada inminente que tuvo que aguantar

- no gracias, sólo no vuelva a pasar por aquí o le diré a mi padre, para que investigue la policía porque le parecemos tan bonitos los menores de edad - respondió lo más amenazante que pudo, empuñando sus puños.

El tipo soltó una risita digna de ser protagonista en pesadillas y siguió repitiendo - bonito, bonito, bonito, bonito - casi ausente, casi ajeno a la presencia de Jimin se dispuso a arrancar.

Jimin quedó de pie totalmente desconcertado en medio de la calle, de pronto vio con sumo terror que el tipo detuvo de golpe la camioneta, pero no se bajó, no hizo movimiento por casi dos minutos que le supieron a Jimin eternidades, en eso lo ve que lo está mirando por el retrovisor, la camioneta se sacude como si hubiera un movimiento brusco dentro y luego sigue su paso, a un inquietante paso lento, como si fuera un caracol.

Tipo loco, pensó Jimin, caminó hasta el porche, ambos niños seguían en la misma posición que los dejó, se agachó a su estatura y le preguntó de nuevo al castaño que pasó y este le dijo que el tipo trataba de jalar a Kookie hacia adentro y el lo pateo y golpeó haya que lo soltó, trató de afianzar el brazo de Tae pero este logró zafarse del agarre por poco y corrieron a la casa.

Jimin se alarmó, apuro a los niños dentro y cerró la puerta, llamó a su padre para decirle lo que pasó.

Luego de unos treinta minutos llegó su padre, los niños estaban en la habitación de Tae, y Jimin esperaba nervioso su llegada en el sillón, su padre escucho atentamente la noticia de voz del Rubio, suspiro al final y hizo un par de preguntas, sobo el puente de su nariz entre sus dedos y soltó el aire sonoramente.

- pero ¿nada pasó?

- si a jalonear al pequeño Kookie a la camioneta con quien sabe que intenciones, tratar de jalar a Tae y asustarnos a muerte te suena a nada papá - contestó sarcástico y claramente frustrado el rubio al ver que su padre restaba importancia a la interacción que tuvieron con ese tipo raro.

- está bien, lo informaré a la junta de colonos.

Jimin no podía creerlo, simplemente no podía creer lo poco al pendiente de ellos que parecía su padre, luego de que su madre falleciera su padre pareció desconectarse de la familia convirtiéndose en sólo un proveedor, una sombra que aparecía al anochecer para cenar, dejar dinero y dormir, sin mucha interacción con sus dos hijos, Jimin a veces sentía que era como haber perdido a ambos padres, muchas veces trató de hacer reaccionar a su padre ganando sólo tensión en la casa y discusiones que asustaban a Tae, así que empezó a aceptar a su padre ausente y empezó a hacerse cargo de su hermanito y la casa, equilibrandolo con sus estudios.

- Si papá, haz eso... - bufo alejándose girando sus ojos en muestra de fastidio, era por demás discutir si su padre no le tomaba importancia a lo que les pasó y al peligro evidente de ese loco por las calles y que además sabía dónde vivían, tenía por su hermanito y su pequeño vecino, Kookie y su mamá vivían solos, ella salía casi todo el día a trabajar y llegaba hasta cerca de las 7 de la tarde, le pidió a Jimin cuidar de su pequeño al ver que se llevaba tan bien con el pequeño Tae, le daba dinero a la semana por cuidarlo, al principio Jimin se negó alegando que no era molestia y eran buenos amigos pero la señora insistió hasta que el rubio aceptó con la condición de que solo tomaría de ese dinero para los antojos de Kookie, la señora nego entonces, - por favor, acepta el dinero y déjame mantener el orgullo al pagarte, no tengo familia con quien dejar a mi pequeño, si tu quieres que sea como un trabajo extra, como niñero, por favor.

Y así Jimin termino aceptando hacer de niñero por las tardes, no creía realmente que fuera un trabajo, Kookie era un niño muy educado y dulce, tímido incluso, claro ya jugando con Tae a veces eran un par de torbellinos pero Jimin disfrutaba de pasar tiempo con ellos, y de cualquier modo tenía que cuidar a su hermanito y preparar la cena.

Pasaron un par de días, cuando Jimin escucho de nuevo la tonada musical, de repente ya tenía abrazado a su pierna a Kookie, camino hacia la sala, encontró a Tae mirando entre las persianas hacia afuera, emulo a su hermano mientra abrazaba al pequeño de cabellos oscuros, ambos observaron como la camioneta se estacionó por varios minutos, Jimin esperaba grabar con el celular alguna evidencia del tipo loco jalando a algún niño pero ninguno salió, y la camioneta reinicio su camino, pero, en vez de seguir por la calle, se retrocedió hasta la esquina y viró alejándose, ese comportamiento extraño no le gustaba ni un poco al rubio.

Así pasó en unas tres ocasiones más, Jimin desistió de la grabación pues no había nada que grabar, no se acercaba nadie a comprar, quizá lo que vendía era muy malo, y sierpe el mismo comportamiento extraño, pienso que tal vez el tipo sentía vergüenza y por eso sólo llegaba hasta su casa y se alejaba retrocediendo.

Que equivocado estaba.

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