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-7- Más vale un humano que un Gamma

La ceremonia para acabar con aquel lazo estaba comenzando. Mika fue dejado en sus brazos, el pequeño Gamma estaba tan débil que hasta el momento seguía inconsciente. Incluso de esa manera Karim aseguraba que este aceptaría lo que estaba haciendo. Le agradaba pensar que después de ello ya nada podría separarlos, ninguna pareja destinada ni un destino que había sido el resultado del pasado.

A su alrededor habían varios hombres que preparaban el lugar, una fogata al centro, tan grande como diez pumas. Platillos de, aunque a Karim le costó averiguarlo, restos de huesos, comprimidos y diseñados para hacerse pasar por platos. También habían tres bloques de madera y uno de piedra, rodeaban la enorme fogata y el humo que estos soltaban iba directo en dirección a la luna, como si quisieran emborracharla para así engañarla.

Karim dejó a Mika a un lado, su olfato siendo llamado por un dulce aroma que había sentido hace poco y que lo volvía loco. Sus pies avanzaban con una clara decisión y había olvidado por un segundo lo que estaba buscando.

Una vez más lo vio. Cabello blanco y ojos verdes. El omega que había dejado en la región de los Alfa, aquel omega que estaba quebrantando su decisión. No pudo evitarlo, por más que su cabeza quería volver a Mika sus pies avanzaron hasta llegar a él, a su lado y así poder sentir aquel aroma con más cercanía. Calentando su corazón del más puro y adormecedor encanto.

—Le has encontrado —La voz del anciano de aquella tribu lo despertó. Karim volteó hacia el viejo notando aquella sonrisa chimuela directo a él—, tu mate es hermoso si es que me lo preguntas.

En segundos ya varios otros lo estaban rodeando, con curiosidad en la mirada y una sonrisa igual de macabra que su líder. Aquello no le gustaba en absoluto. Por eso se puso frente al Omega, su Omega. No, ese era el omega de su delta, no el suyo.

—Tu nombre es Dena si no me equivoco —Un muchacho de su edad habló, en su voz se notaba la misma sabiduría que el anciano— un Omega infértil ¿a qué has venido?

—Kato enloqueció —El Omega lucía preocupado, en su cuello habían marcas de rasguños y su mejilla izquierda estaba sangrando. Sin embargo, parecía más preocupado por los demás que por sí mismo—, viene para acá.

Karim gruñó al darse cuenta que el brazo del omega igual estaba lastimado. Quería acabar con el bosque en aquel mismo instante. Sin embargo, el suave quejido de Mika al otro lado de la multitud le despertó. Hizo que una vez más domine su mente y que su corazón vaya tras su Gamma, aquel que siempre estaría a su lado.

—Debemos hacerlo antes de que llegue —Le dijo al líder viejo, su preocupación por separarse de Mika una vez más lo estaba consumiendo—, acabemos esto así él ya no podrá quitarlo de mi lado.

—No, debemos esperar a que la luna llegue sobre la fogata. De otra manera el Gamma podría morir en el proceso de cambio.

—Correremos el riesgo ¡Hagámoslo ahora!

Es más fácil apostar por otra vida que no sea la tuya. Pobre Delta, está cegado por el coraje de que su juguete le haya sido quitado. Su alma hierve al saber que el dueño ha venido a reclamar lo que le pertenece, no quiere aceptar que el Gamma no es suyo y que nunca logrará serlo, pero lo haremos. Mataremos al Gamma y a cambio tendremos un cuerpo más que enterrar en nuestro suelo. Y también nos cargaremos el orgullo de Delta —Uno de ellos susurraba como si aquello fuese un cántico, como si supieran lo que estaba por ocurrir—. Pobre Delta, perderá el amor y, al ser humano, no estará con su mate. Pobre Gamma, morirá sin siquiera saber lo que pudo ser. Desdichado Omega cuya mirada se ha trabado en el pasado y afortunado Alfa que yacerá junto a su amado.

Cada humano de la tribu se reunió alrededor de la fogata, sus manos en los hombros del que estaba a su lado y en el centro, junto a la fogata estaba el anciano quien tenía en sus brazos al inconsciente Gamma.

Un solo día y el Gamma ha muerto dos veces, sin siquiera saber que la tercera será su última —El viejo continuó con el suave susurro, uno que Karim ni Dena entendían pues estaba en su idioma— una sola semana y el omega ha sido rechazado dos veces. Un solo día y el Delta ha cometido más de un error. Unos minutos y el Alfa arribará.

Karim se acercó a ellos, a su lado Dena veía asombrado el cuerpo del Gamma, lucía más pálido y parecía estar al borde de la muerte. Quizá las leyendas eran ciertas, quizá los Gamma eran tan débiles que no podían soportar un día sin estar a lado de su pareja. Aquella debilidad estaba a punto de matarlo y el Omega fue el primero en darse cuenta, el crujido del corazón hizo que se ponga alerta y corriera hasta Mika. Preocupado y asustado.

Inmediatamente fue detenido por Karim quien no lo dejaría acercarse a su Gamma, no se lo permitiría. Usó toda su fuerza para detener a Dena.

En el fuego parecían nacer figuras de las azules llamas. Cuatro.

Sin embargo, antes de que se forme una figura más, el fuego se apagó y el grito llenó la noche. Un lamento tan desgarrador que todos dejaron de susurrar y voltearon atrás, al Alfa que estaba de rodillas, con los ojos al suelo y las manos en el pecho, como si una bala hubiese perforado su corazón. Sentía como el fuego llegó a él y estaba consumiéndolo por dentro.

Otro grito más, esta vez de Mika. El gamma había despertado y gritaba incluso más que el Alfa, con sangre brotando de su boca y lágrimas bañando sus mejillas. Seguía quieto en los brazos de aquel anciano pues estaba completamente paralizado, viviendo su pesadilla solo dentro de su cuerpo. El Gamma sentía que su cabeza estaba partiéndose en dos y como si una parte quisiera incendiarse en aquel fuego apagado.

Ese grito fue suficiente para que el Alfa tenga adrenalina corriendo por su cuerpo, se levantara y avanzara.

No ahora.

Sus garras atravesaron a todos los que se ponían en su camino. Sus ojos completamente rojos parecían quemar la noche misma y el dolor en su pecho le hacía recuerdo que el odio estaba implantado en él, igual que una enfermedad. Tan rápida que crecía a medida que sus manos se manchaban de sangre.

No me dejes...

Al último, el que protegía a Mika era Karim, quien ya estaba en su forma animal, dispuesto a saltar sobre el lobo. Kato hizo lo mismo, cambió dispuesto a matar por recuperar a su pareja.

La pelea se dio a través de gruñidos y rugidos. El enorme puma negro se avalanzaba con garras y colmillos al lobo que había perdido la velocidad de antes pues el dolor volvió al sentir como Mika estaba alejándose una vez más. Kato cayó casi rendido sin haber recibido un rasguño pues el punzante ardor en su pecho llegó a su cabeza. Causando que chillara mientras sus ojos se dirigían al Gamma que estaba despierto, viéndolo.

Dena tomó a Mika de los hombros y de inmediato esparció feromonas, las suficientes para adormecer una vez más al Gamma, creyendo que así sufriría menos. Un acto que le salvó la vida pues estaba tan débil que si sufría otra vez sería su fin.

El anciano se levantó, enfurecido por la sangre que corría por sus tierras y asombrado al no haber visto venir aquella tragedia. Tomó una madera caliente de la fogata que estaba completamente apagada y entonces se dirigió al Delta que estaba a punto de matar al Alfa. El anciano repitió una vez más, una y otra vez las mismas palabras, mientras se acercaba en un tiempo que parecía haberse detenido.

—La sangre de los míos es incluso más valiosa que la vida de un Gamma.

El anciano entonces presionó la punta caliente de la madera en la frente del Delta. El aroma a carne quemada inundó una vez más el lugar y tan pronto como una marca había quedado en la piel de Karim el anciano desapareció por completo.

Karim llevó su mano a la zona afectada y de pronto sintió como una oleada de dolor atravesó todo su cuerpo. Se sentía débil, tanto que cayó al suelo y ni siquiera podía mover los dedos.

Dena tembló ante la imagen del anciano desaparecer del lugar junto a toda su tribu. Se volvieron cenizas que se esparcieron en el aire y el Omega reaccionó de inmediato cuando se dió cuenta que el viento dirigía el rastro hacía Mika. Cubrió el cuerpo del Gamma con el suyo. Impidiendo que la tribu roja se atreviese a llevárselo.

Cuando la mañana llegó a aquel inmaculado bosque Kato se levantó con la fuerza renovada y la preocupación tan precipitada en su pecho. Sus ojos buscaron de inmediato el cuerpo de su Gamma, sintiendo que el aire volvió a él cuando lo encontró recostado en el pasto verde siendo protegido del frío por una pequeña manta roída por el tiempo.

Sus pies temblaron al caminar hacia su predestinado, pero seguía ahí. Suspiró aliviado al notar que su marca de pertenencia permanecía. Que aquel Gamma seguía perteneciéndole y esta vez no cometería los mismos errores. Esta vez quería mantenerlo a su lado como una pareja debe hacer para preservar la seguridad de su amante.

—Estoy feliz por ti —La voz de Dena bañó la mañana de un dulzor cálido que le recordó a Kato lo agradecido que debía de estar con el Omega—, debe ser una gran dicha encontrar a tu pareja destinada.

—¿Por qué sigues aquí? —Kato no era indiferente. Los sentimientos que Deba tenía por él, los sabía con claridad— ¿Por qué proteges a la persona que ha ocupado tu lugar?

—Ya es hora de que vuelvas a casa —El Omega le sonrió como siempre lo hacía— espero que esta vez hagas las cosas bien y cuides lo que el destino te ha dado.

—Dena —Retrocedió hasta llegar a Mika y con un poco de dolor en el pecho lo alzó— te juro que si esto...

—No me regales esperanzas —susurró Dena— son más dolorosas que lo que siento ahora.

—¿Qué harás con él? —Kato señaló a Karim quien seguía inconsciente.

—Es mi pareja destinada —rio con suavidad y alzó un pequeño vaso con agua— no nos reconocemos todavía, él sigue prendado del amor que siente por Mika y yo por el amor que siento por ti.

Kato no sabía una manera correcta de reaccionar a ello así que solo asintió en forma de agradecimiento hacía el Omega que una vez le perteneció. En menos de un minuto desapareció junto con Mika en aquel paisaje repleto de naturaleza. Dejó atrás a un Omega y Delta que no parecían estar incluidos en aquella historia de amor.

Dena caminó hasta el Delta y se dejó caer de rodillas frente a él, viendo con parsimonía el aspecto rudo de Karim. El hombre era atractivo, Dena sabía que aquella atracción la producía su lazo, pero le agradaba. Karim era alguien que desbordaba fuerza hasta por los poros y verlo de una manera tan indefensa hizo que el espíritu noble de Dena quisiera protegerlo. Por eso el Omega acercó su mano hasta la frente del Delta y le permitió levantarse.

Los ojos de Karim estaban encendidos en furia, de inmediato se levantó y buscó a Mika. Como era de suponerse enloqueció cuando no vio al Gamma.

—Escucha —Dena parecía estar hablando consigo mismo— es por nuestro bien. Es lo que nos corresponde —susurró incluso cuando sus ojos se llenaron de lágrimas.

El poder de los Omega es esparcir sus feromonas y así crear emociones en las personas que le rodean. Dena tembló y entonces decidió que aquello era lo correcto.

Hizo lo que creía correcto.

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