-6- Se puede romper
Karim sintió su alma siendo arrancada de su cuerpo. Ver a Mika, su Gamma siendo mordido por el Alfa. Verlo siendo apartado de él, lo estaba destrozando.
Kato tenía solo una idea en mente. Sabía que en el momento que un lazo se hacía, entonces se volvían uno. Entendía que el momento en el que la unión era más fuerte era en el instante de morder a su pareja. Kato tenía la esperanza de que si marcaba a Mika entonces una parte de su fuerza pasaría al Gamma en ese momento. Entonces quizá Mika tuviese la oportunidad de sobrevivir a la bala en su pecho. Quería esa esperanza.
Y supo que tuvo razón cuando sintió, bajo su palma, los latidos en el pecho de su pareja. El dolor fue insoportable, Kato sintió el ardor de una bala quemándole el pecho, pero no se detuvo hasta estar seguro que Mika estaba a salvo.
Su esperanza viva fue rota cuando un fuerte empujón lo separó de Mika.
—¡¿Qué has hecho?! —Karim tomó el cuello de Kato y aprovechando aquella debilidad en el alfa empezó a apretar su cuello— ¿Qué mierda has hecho?
Kato entonces respiró, sintió a Mika respirar y él lo hizo igual. Su pareja estaba viva. Seguía con vida. Y ahora no podría separarse de él.
—Deshaz el lazo —exigió Karim, sus manos sujetas en el cuello de alfa— si no lo haces voy a matarte.
—Jódete —Kato sonrió, incluso sin el aire atravesando sus pulmones, tuvo la fuerza de sonreír— está hecho y no voy a romper el lazo.
—Karim —Víctor entonces se acercó. Lamentaba aquella pérdida, haber viajado tantas horas por nada— si matas a Kato, Mika morirá, lo sabes.
—Toma un caballo y sube a Mika en él, nos lo llevaremos —ordenó Karim. Cegado por el odio.
—Si lo separas de su pareja entonces morirá, Karim, sabes la debilidad de los Gamma.
Karim entonces soltó a Kato y se levantó para golpear el rostro de Víctor.
—¡Yo soy su pareja! ¡Ahora haz lo que te ordeno! ¡Pon a Mika en un caballo! ¡¡AHORA!!
Víctor retrocedió, asombrado por los oscuros ojos de su líder. La mirada de Karim estaba cubierta por la desesperación.
—¡Vas a matarlo! —Kato intentó pelear contra Karim, se acercó a él, pero tres delta lo detuvieron— ¡Suéltalo! —gritó cuando vio a Víctor tomar a Mika y subirlo a un caballo, el Gamma seguía desmayado— Si se atreven a sacarlo de esta región entonces una guerra estará siendo declarada —amenazó.
—Adivina qué —Karim volteó a verlo— siempre hemos estado en guerra.
La mañana empezó a tener un sabor amargo. Nadie se atrevió a parar al pequeño número de deltas que llevaban a la pareja de su Alfa. Nadie los detuvo pues una noticia más importante había llegado a la región el problema de los Delta se hizo mucho menor.
Con un golpe en la nuca, Kato quedó inconsciente en medio de aquel bosque.
Cuando la noche volvió a la región Alfa entonces Kato pudo sentir su alma siendo despedazada. El suave aliento de su vida se le era arrebatado con tortuosidad.
El Alfa se levantó con fuerza y tomó al primer hombre que vio, sosteniéndolo del cuello y pidiéndole explicaciones.
—¡¿Por qué no lo detuvieron?!
—Señor —El beta lucía indomable, su semblante no daba paso a la cuestión— Fue una ordén dejarlos.
—¡¿Quién es más que yo para ordenar?! ¡¿Quién dio la orden?!
—Fui yo
Balt era un beta de prestigio. Su fama era reconocida incluso por Raku. Por eso el Alfa lo dejó a cargo cuando llevó a su esposa al hospital. En ese instante Balt estaba a cargo de la manada y por lo tanto él daba las órdenes.
—Tu deber es casarte con un Omega que pueda darte hijos. Se escogió a Dena como tu pareja. Lo morderás y romperás el lazo con el Gamma. Por el bien de la manada harás lo que tu padre te ordenó hacer.
Kato sonrió, sin creer lo que estaba escuchando, habían dejado ir a un gran número de deltas porque era más importante su unión.
—Iré a recuperarlo yo, entonces —Kato tomó un abrigo y se dispuso a salir.
—Recibimos noticias de tu padre —Balt se puso en el camino de Kato, impidiendo su salida—, hubo problemas con los humanos, tu madre murió.
Mika despertó cuando la tarde estaba acabando, sus ojos lucían hinchados por el llanto que tuvo mientras dormía. Sus manos estaban atadas a un caballo que no se detenía y un fuerte e insoportable dolor en su pecho.
Gritó.
Gritó de una forma tan rota y fuerte porque era lo único que le quedaba. El llanto bañando sus ojos y la tortura consumiéndolo. Sentía su pecho vaciarse y a sus propios huesos tronar para intentar llenar aquel vacío. Ni siquiera la bala que atravesó su cuerpo le dolió de tal forma. Mika lloró tan fuerte y con el dolor tan pegado a sus sollozos que los Delta lloraron a su lado, en silencio.
—Karim —Víctor se acercó a su amigo y con una mano en su hombro intentó hacerle entrar en razón—, si sigue de esta manera podría morir.
—Cuando lleguemos a la tribu roja, tomarás a los demás y rodearán el lugar hasta estar por el sendero verde del mapa.
—¿Que harás tú?
—La tribu roja sabe la manera de romper un lazo, entre todos esos brujos debe haber alguno que sepa hacerlo.
—Es imposible, si se rompe Mika podría morir.
—¡No lo hará!
Karim estaba perdiendo los estribos. Simplemente saber que había perdido lo estaba llevando a la locura. No, no iba a aceptar el perder a Mika, no quería y tampoco lo haría. Por eso iría a la tribu roja y si ello le costaba su vida y la de Mika entonces lo aceptaría porque su felicidad dependía de ello.
Víctor retrocedió, seguro de que hablar con su líder en aquel instante era imposible. Con el ceño fruncido acató las órdenes y llevó al grupo hacia su región.
Karim tomó a Mika y lo sostuvo con cuidado intentando transmitirle paz hasta que llegaran a la tribu roja y la esperanza vuelva a surgir.
—Karim —Mika lloraba su dolor. Tan insoportable que deseaba su propia muerte—, lo lamento.
—No fue tu culpa, él solo te mordió sin preguntarte, pero hallaré la forma de deshacerlo.
—Duele —Mika tenía los ojos llenos de lágrimas, cada paso que daban sentía que su cuerpo colapsaría. Alejarse lo estaba matando de dolor—, duele tanto.
—Lo solucionaré —Karim sostenía el cuerpo del Gamma con fuerza, sus ojos pronto empezarían a soltar lágrimas de impotencia ¿Realmente había perdido a Mika?
Cuando llegaron a la tribu roja todos se quedaron quietos. Karim sintió el ambiente tenso y varias miradas de odio lo atacaban. Aunque había una que parecía ser de dolor, una mirada que no era dirigida a él sino a Mika, quien quedó completamente inconsciente por el dolor.
Karim entonces caminó por todo el territorio desconocido, todos los habitantes lo miraban a la espectativa de sus actos. Sus vestuarios eran primitivos, una piel de algún animal cubriendo su intimidad y el torso desnudo con diferentes dibujos y rayas que él notó eran diferentes en cada uno de ellos. Estaban descalzos, en sus orejas grandes perforaciones. Karim estaba aliviado de que Mika estuviese dormido porque sabía lo asustadizo que era.
El delta fijó su vista en una cabaña de paja, extravagante y rozagante. Estaba seguro que ahí era la casa de algún brujo. Aún había esperanza.
Sin embargo, cuando entró, el espeso humo verde aturdió sus sentidos. De pronto estaba fuera de la cabaña y el lugar lucía casi inhabitable.
Karim bajó la mirada cuando sintió la ligereza de sus manos, ya no llevaba a Mika en ellos. Lo había perdido. Con miedo y desesperación empezó a llamarle.
—¡Mika! —Merecía un golpe en la cabeza por haber perdido a su pareja— ¡Mika!
—¡Kay! —Al mismo tiempo, una señora de edad avanzada gritaba otro nombre.
Karim la vio de cerca, ella lucía anciana, casi rozando la inmortalidad. Sus cabellos blancos resplandecían ante el sol y una mueca de preocupación la atormentaba. Karim quería ir a ella, pero el peso de su pareja muerta lo trajo de nuevo a su problema. Debía encontrar a Mika.
—¡Kay, se llevaron a Kay! —La mujer lloraba entre los brazos de su pareja— ¡Debes traerlo de vuelta!
Entonces el Delta se quedó quieto, curioso por aquella situación.
Karim intentó ignorar aquel escenario, debía buscar a Mika para así quitarle la marca, pero no podía. Sentía la obligación de ver aquello, de presenciar aquella escena. Presentía que estaba por presenciar lo más importante de una novela mal intencionada, quizá era algo de lo que luego se arrepentiría. Sin embargo, ahí estaba, frente a aquellos dos hombres que ignoraban su presencia.
La desesperación estaba tan presente en las facciones de la mujer que de pronto sintió la misma tristeza. Con suavidad levantó una mano, intentando dar consuelo a una completa desconocida, pero ella simplemente se evaporaba en el aire y volvía al mismo sitio. Lo mismo pasó cuando atravesó, con la mano, al hombre con la que ella hablaba. Él no existía, al menos no en esa realidad
—Se llevaron a Kay —La mujer volvió a llorar, su voz rota por el llanto y la tristeza apresando sus ojos amatista. Una opresión se instaló en su pecho al ver aquella mirada conocida.
Intentó avanzar, debía salir de aquel lugar, algo no estaba bien. Debía encontrar a Mika y salir de aquella tribu, fue una mala idea, una muy mala idea.
Estaba en la puerta, casi al borde cuando vio un dibujo a los lejos. Un retrato, ahí estaba una hermosa familia, una pareja y sus dos hijos que los abrazaban. La felicidad predominaba en aquel recuerdo, pero le heló la sangre la imagen del hijo menor. Su cuerpo se congeló y un par de lágrimas cayeron por sus mejillas.
¿Qué es lo que estaba haciendo Mika en aquel retrato?
—Las vidas vuelven a encontrarse, un amor lo suficientemente fuerte puede volver a nacer. Una pareja puede seguir amándose incluso después de la muerte, si lo desea con tanta fuerza entonces es posible.
Karim elevó la vista hasta el hombre que lo veía con firmeza. El primero que tomaba en cuenta su presencia.
—¡Debemos pelear por él! —La mujer al fondo seguía gritando con desesperación— podemos hacerlo.
—Escucha —Pero el hombre lucía derrotado, sin ánimos de siquiera seguir en aquel lugar, de seguir con vida—. El pueblo ha decidido entregar a nuestro hijo, lo hizo porque es el deber de Kay velar por la seguridad de su pueblo.
—Los alfas nos darán su apoyo —De pronto una pequeña muchacha que tenía más edad de la que aparentaba apareció, su cabello era rubio y tenía unamirada amatista y decidida.
—No.
Karim quiso salir una vez más, aquello estaba abrumando su cabeza de una manera que no comprendía. El dolor estaba creciendo en su pecho y la ansiedad de perder a Mika le estaba matando. Debía encontrarlo, aquel drama que parecía estar ocurriendo en aquella cabaña no era de su incumbencia. Ellos no le importaban, el tal Kay no era alguien que siquiera conocía, por ello no le debería interesar. Por eso salió, camino a buscar a su Gamma.
—¿Sabes la razón de existencia de los gamma? —El hombre lo siguió, tenía el cabello blanco y una barba demasiado larga. En sus manos había un libro y su ropa solo consistía en una bata blanca que a penas y cubría su cuerpo entero.
—¿Dónde está Mika? —Karim siguió buscando, intentando ignorar al hombre, pero los gritos dentro de la cabaña lo seguían intrigando. Sentía que debía volver, que debía seguir viendo algo que ni siquiera le incumbía.
—Los Gamma son la raza más débil, ellos mueren con un toque simple. Pueden resfriarse y morir; ser dejados y morir; dejar de comer unos días y morir. ¿Por qué la luna creó una raza tan inferior entonces? ¿te has preguntado aquello?
El escenario cambió. Ya no estaban cerca de aquella cabaña, ahora estaban en un campamento de guerra. Miles de hombres listos para pelear con armas y coraje. La persona que estaba frente a él pronto se convirtió en un soldado que lucía un uniforme y un arma entre sus bolsillos. Alrededor de él estaban otros diez sujetos, todos con la mirada decidida.
De pronto el lugar se llenó de silencio cuando alguien más entró. Su rostro era duro y el cuerpo trabajado. Un alfa, Karim lo distinguió en seguida y corrió hacia él para golpearlo, quería hacerlo, pero como antes había sucedido, su mano solo traspasó aquel recuerdo que no le pertenecía. ¿Qué hacía aquel alfa en aquel lugar? No debía estar en su recuerdo.
La misma mujer que antes se quejaba y lloraba ahora tenía una armadura y cuchillo entre sus manos, sus ojos estaban llenos de odio y el dolor apenas y podía distinguirse en ellos. A su lado la misma muchacha lucía decidida.
—¿Cuál es el problema ahora? —El alfa tomó el mapa con ambas manos y siguió el plano.
—El Gamma no piensa volver, mi hijo ha encontrado a su mate en aquella tribu y nada podemos hacer contra ello —dijo la mujer. Decidida y confiada.
Karim saltó del susto cuando el alfa tomó a la mujer de cuello y la lanzó con fuerza hasta lo más sucio de aquel lugar.
—Me han dado a su hijo, hicimos un trato —El alfa refunfuñó entre dientes y volvió su mirada a la muchacha que temblaba por el miedo—, me has prometido la mano de tu hermano a cambio de que dirija esta guerra hacia la victoria. ¡Fue un trato!
—Lo sé —Ella empezó a llorar de pronto, tan temblorosa y asustada como una Gamma puede estar al enfrentarse a las fuertes feromonas que desprendía el alfa. La estaba intimidando—, pero no podemos quebrantar la ley de las parejas destinadas, si es que Kay ha encontrado a su mate en la región Delta, sería un delito contra la luna quitarle de su lado.
—Los Gamma son demasiado débiles —El mismo anciano de hace rato volvió a hablarle y Karim sintió que todo aquello le estaba confundiendo más de lo que debería—, lo único que pueden hacer es ver los ojos, las almas y el espíritu, pero eso no sirve en batalla. Siquiera sirve en otra área. Pero Abad fue el que descubrió que ellos eran más que debilidad, vio en los Gamma una tranquilidad que otorgaban a los Delta. Su debilidad hacía que ellos tuviesen cuidado y sin siquiera pensarlo su actuar se volvió menos bárbaro. Ese es otro de los tantos dones que la luna le dio a los Gamma y quizá uno de los pocos que realmente le sirven.
Un nuevo cambio de escenario. El campamento de batalla se volvió en una noche sin estrellas, con una horda de personas que aclamaban la muerte de alguien frente a ellos.
—Creo que conoces la historia de Abad, el líder Delta que intentó ser rey entre todas las regiones. Estoy seguro que conoces el cuento a la perfección —El hombre señaló el centro de toda aquella junta de personas, hacia un Delta derrotado— Estamos en su ejecución.
Abad levantó la cabeza, la sangre bajando por su rostro y sus manos esposadas tras su espalda, su cuello siendo rodeado por una soga. Todos tan animados en una ejecución, pero en el momento en el que el Delta levantó la cabeza, cuando Abad fue bañado en agua helada y su rostro fue despejado de la sangre. En ese instante Karim cayó al suelo, su mirada fija en el hombre que era idéntico a él.
A lo lejos escuchó un grito desgarrador, uno que le heló el alma y le envió escalofríos en todo el cuerpo. Su mente viajó a través de la multitud. Intentó avanzar, quizá salvarse a sí mismo, o salvar a Abad en aquel recuerdo. Ya no entendía lo que ocurría, ya no sabía lo que estaba pasando y su cuerpo quería correr hasta el otro lado del pueblo, a aquel sitio de donde el grito desgarrador salió. Sin pedirlo, el hombre que lo estaba guiando en aquel mar de recuerdos lo transportó a aquella celda.
Sus rodillas temblaron y finalmente se dejó vencer por el llanto, la imagen mató una parte de su alma. ¿Por qué Mika estaba en aquella celda? No era Mika, lo sabía, su aroma era diferente, pero su imagen era similar, igual. Karim atravesó los barrotes de metal y llegó hasta él, sintiendo su cuerpo frío, viendo el rastro de lágrimas en sus pálidas mejillas. Estaba muerto.
Recordaba aquella parte de la historia. Aquella en la que el Gamma no soportó estar lejos de su pareja y murió en la fría celda.
Luego un enorme brillo bañó la ciudad entera. La luna parecía haber explotado y vuelto a su lugar en un segundo, dejándolos ciegos a todos por un instante.
Claro, también recordaba aquella parte de la historia, esa en la que Abad lanzó la tan conocida promesa al cielo. Aquella que aseguraba volver a encontrarse con el amor de su vida. Aquella promesa que se había vuelto poesía. En ese instante Abad debió ser ejecutado en la región Alfa. Esa era la prueba de que la diosa luna había escuchado sus ruegos y súplicas.
—¿Qué es esto? —Karim quiso preguntar por primera vez. Porque ver a Mika, a ese Mika, muerto, le estaba costando cada segundo de locura, le estaba matando poco a poco, quería que el brujo le diga que ese no era su Gamma, que la persona que tanto amaba estaba segura.
—Son los recuerdos que esta tierra ha tenido por tanto tiempo. Las memorias que decidieron mostrarte a ti —El hombre se sentó a su lado y con un solo dedo tocó a Mika, logrando que todo se desvanezca y finalmente ambos vuelvan a su presente—. La verdad ha sido mostrada ante ti.
—Abad y Kay —Karim recordó aquella historia— ¿Por qué se parecían tanto a Mika y a mí?
Eso es, debía atar los cabos sueltos, debía encontrar una razón de ser a todo lo que había visto en aquel lugar. No quería apresurarse a las consecuencias, ni tener esperanzas en algo que solo sería sufrimeinto, no, debía asegurarse antes. Porque tenía la esperanza de que la promesa de la luna se haya cumplido en Mika y él, de que su amor estaba destinado a ser y que ninguna pareja destinada podría quitársela. Quería creer aquello. Quería aferrarse a la idea.
—Dime, si has robado la tienda del pueblo, pero te han atrapado por un pequeño detalle ¿Volverías a cometer el mismo error?
—No.
—El destino es igual.
Mika apareció en aquel instante con sus ojos llororos y aquella marca en el cuello que le recordó la razón de haber llegado hasta aquel lugar. No importaba lo que había visto, no importaba en absoluto lo que fue el pasado, debía tener a Mika, debía estar a su lado, si no, moriría de tanto dolor que su pérdida le causaría.
—Sé a lo que has venido, Karim —El hombre sujetó una pequeña hoja entre los libros que tenía en sus manos—. Sé lo que pasará después de eso. Por eso la preocupación no me molesta, solo me sentaré a ver lo que harás.
—Si sabe a lo que he venido entonces hágalo, le pagaré cuanto dinero consiga a lo largo de mi vida.
—No —El hombre rió— no se hace así. Violar una ley sagrada no es tan sencilla —suspiró, agotado y orgulloso—, viste el pasado porque la tierra quería mostrarte tu futuro. ¿qué acaso no ves el sufrimiento que has causado y vas a causar? ¿no comprendes las muertes que has ocasionado? Incluso de esa manera ¿sientes que mereces el amor de una persona tan pura como un Gamma?
—Ese no era yo.
—No, no lo eras —Una vez más, rio, dejando que la hoja en sus manos muestre su imagen y la de Mika, en un retrato que nunca antes había acordado hacer— eran Abad y Kay, dos personas que no tienen nada que ver contigo, pero que están sujetas a tu futuro. ¿Que no lo entiendes?
—He venido a que rompa el lazo del alfa con mi pareja, quiero que Mika sea mío. Lo necesito.
—Bien —Finalmente el hombre había comprendido que el tema a hablar no debía desviarse ni un segundo más—, pero a cambio quiero a su Gamma y a tu Delta. De esa manera la marca que Kato hizo con él se disolverá, un alfa no puede marcar a un humano o a un beta. Es la única opción y además yo conseguiré una forma para mí.
—Entonces ¿acaso eso no eliminará la la marca que yo le haré igual?
—Es lo que hay, podrán vivir como humanos en la región que les pertenece, no serán molestados y podrán casarse con tranquilidad.
—No será mío.
—Mika no es tuyo, por eso es que nacen las parejas destinadas, para que el apego se vuelva inmediato. Él ya ha conocido a su mate, su condición Gamma no le permite reconocerlo, pero ya está a su lado, de la misma forma que tú conociste a tu destinado ¿no es así? Has conocido a tu mate e incluso de esa manera te aferras a tu primer amor. Como todo un niño llorón.
—¡Lo haré! Si debo dejar mi estado Delta entonces lo haré.
—Bien. Es un trato.
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