CAPÍTULO X
Las cosas entre ellos estaban avanzando a pasos agigantados, y cada día que pasaban en la presencia del otro era como un reloj de arena, que cuando terminaba, la tensión sofocante llegaba a su fin y sus más bajos instintos eran los que tomaban las riendas. Luego volteaban el reloj para dejar el tiempo correr nuevamente y esa misma tensión volvía a acumularse en grandes cantidades. Y así, hasta que explotaba una y otra vez.
El objetivo de cada uno parecía haberse disipado de sus mentes con el paso de los meses, pero en algún momento tenían que recordar. Cada uno y su papel. Sin embargo, eso estaba más cerca de lo que creían, y había que afrontarlo.
JungKook lo pegó a su cuerpo, sus grandes manos adentrándose a su bata, paseándolas con todo el derecho que se acreditó por toda su espalda y la cintura. Su nariz se hundió en su cuello, olisqueando, el cazador tenía los ojos cerrados, perdido en sí mismo y en la presencia del príncipe, sin notar nada más a su alrededor; entonces, cuando sus labios le besaron el cuello y sus dientes mordieron suavemente, casi juguetón, las voz rota del príncipe le sacó del trance.
—JungKook, ¿Qué estás haciendo? —TaeHyung susurró a su oído, y el cazador se quedó rígido. El príncipe le abrazó por el cuello e intentó buscar sus labios.
¿Qué estaba haciendo? Él tampoco lo sabía, sólo sentía una necesidad enorme, sentía que debía estar junto a TaeHyung y...
El príncipe sí sabía lo que hacía: parecía que JungKook quería marcarlo con su olor, como si él fuera...
Disipó el absurdo pensamiento, quizá solamente lo estaba haciendo por inercia y porque JungKook era irritante y encimoso como él solo. No debía ser nada.
—¿Puedes por un momento dejarme odiarte como se supone debería? —exhaló el príncipe con los labios del cazador ya besando su cuello, sus ojos cerrados y el ceño fruncido.
—Creí que ya habíamos pasado esa etapa.
TaeHyung tuvo el impulso de reír, pero no lo hizo, quiso mantenerse firme, como siempre.
—Pero si lo quieres, podemos seguir fingiendo un poco más. —El cazador le mordió el lóbulo de la oreja y TaeHyung juró poder sentir su sonrisa socarrona.
Perdió. Nuevamente.
—Desvístete —musitó seriamente entonces. ¿Quería jugar? Iban a jugar—. Quítate toda la ropa... lento.
JungKook suprimió su sonrisa, pero no tenía sentido discutir o provocar, ya no estaban más para eso. Para lo que sí estaba era para obedecer las ordenes del príncipe, dispuesto a lo que sea para complacerlo.
Sin decir nada y con los ojos oscuros bien puestos en los amarillos, desabotonó su camisa; el príncipe infló el pecho y enterró las uñas suavemente en el reposabrazos de su silla. El último botón fue desabrochado y la camisa cayó por sus fuertes hombros con gracia.
La respiración de ambos intensificándose. El silencio era abrumador, si no fuera por el latir desesperado de ambos corazones y el ligero sonido de la ropa de JungKook siendo retirada.
Continuó con el cinturón, sacándolo con lentitud antes de lanzarlo a su lado y deshacer la bragueta de su pantalón.
Quedó completamente desnudo ante la vista del príncipe, flexionando sus músculos intencionalmente para jugar un poco con la razón del contrario, lo cual fue sencillo.
JungKook se arrodilló frente a él y lentamente tomó una de las piernas del príncipe. El contacto visual nunca terminó, sobre todo cuando JungKook abrió su bata, encontrándolo desnudo debajo de esta igualmente. Reposó la pierna sobre su hombro y se agachó para besar el interior de su sensible muslo; el rubio entonces dejó caer su cabeza hacia un lado, para tomar los cabellos del cazador entre sus dedos y suspirar al momento de que su cálida boca rodeo su excitación. Cerró los ojos y se sostuvo de los oscuros cabellos; en eso JungKook levantó ambos brazos y con sus uñas arañó suavemente el torso de TaeHyung, escuchando el dulce gemido que le sacó por eso.
En algún momento JungKook se retiró de su entrepierna con un húmedo sonido y subió a su boca, para besarle con calma.
—Me encanta tu aroma. Sobre todo en estos momentos. —Sus piernas rodearon las caderas contrarias y en un instante JungKook le cargó fuera de la silla y lo dejó sobre el mullido colchón de su cama.
Pero TaeHyung cayó en cuenta de algo. Se levantó de golpe.
—¿Qué pasa? ¿Te sientes bien? —El príncipe respiraba pesado y parecía sudar.
—JungKook... dime, dime a qué huelo. —Éste le miró confundido. Un sentimiento extraño emanando de sí mismo cuando vio al rubio exponerle el cuello, esperando por él. Se acercó como polilla a la luz.
Olfateó. Su nariz rozando ahora sin intención la cálida piel, pero no había nada extraño, TaeHyung olía igual que siempre.
—Lavanda. Siempre hueles así. No entiendo. —Al retirarse el omega se tensó y JungKook se sintió todavía más confundido cuando la expresión del contrario era casi de terror.
—¿S-siempre? ¿A qué te refieres con siempre? JungKook, no estoy jugando. —El príncipe se acercó hasta el buró a un lado de su cama y hurgó entre los cajones.
—Yo tampoco estoy jugando. No entiendo de qué estas hablando, siempre hueles así, ¿Por qué estás... —Se calló, y como balde de agua fría la realización le golpeó—. Mierda.
—Las píldoras ya no están funcionando —afirmó el omega, aliviado de que el cazador por fin comprendiera—. No importa cuántas veces las tome, no funcionan. Dime, ¿Desde cuándo no hueles otra cosa en mí que no sea lavanda? —urgió, acercándose a él.
—No lo sé, tiene mucho tiempo. Creí que habías dejado de tomarlas o algo parecido. No me apreció extraño hasta ahora.
El príncipe casi se arranca los cabellos.
—Esto está muy mal, no puedo salir así... si alguien me huele estoy perdido. La coronación se acerca, no puedo presentarme oliendo así.
—¿La coronación?
—Sí... es en un mes. Lo he estado evitando estos últimos años pero le prometí a... —Se calló de repente, sobre todo cuando la expresión del pelinegro cambió ante eso—. Prometí que no evadiría más esa responsabilidad. Tengo que ser rey algún día, si o sí. No puedo permitir que la gente sepa qué soy realmente. Sería un completo desastre.
JungKook no dijo nada más, ni siquiera le miró. El omega se asustó cuando le vio haciendo amago de levantarse e irse, pero le sostuvo del brazo antes de que sucediera. Sintió el músculo de su bícep tensarse y automáticamente le abrazó con su piernas para que no se fuera.
Con eso recordó que seguían desnudos y en medio de algo.
—¿Dije algo? —Ya lo sabía, pero temía que así fuera. JungKook volvió a evadirle la mirada y el omega sintió la urgencia de arreglar lo que sea que estuviera mal. Le dejó un par de besos en su mandíbula y sus dedos se pasearon por la amplitud de su espalda. JungKook no se movió.
—TaeHyung yo... yo quería hablar contigo sobre algo. —Su cuerpo también se sintió tenso, y sólo entonces JungKook le miró. Hubo una pausa larga antes de decir—: No tenías que hacerlo, lo sé, y tal vez no debería importarme, pero... hubiera sido bueno que me dijeras que estabas con alguien antes de enrollarnos en todo esto. —JungKook comentó al aire, queriendo por fin sacarse aquello del pecho—. Quiero decir, sabía que al principio traías algo con se alfa, pero después de... —aclara la garganta y se rasca su nuca—, después de lo de nosotros... no sabía que estaban realmente juntos.
Esperó un par de largos minutos por una respuesta.
—Sí, sé que debí hacerlo. —respondió tajante, lo cual sorprendió al cazador, pues creía que simplemente lo negaría, como el terco que es; o que quizá cambiaría el tema.
—Entonces por qué...
—No creí que esto llegara tan lejos, ¿entiendes? Hasta la fecha no sé qué estamos haciendo, ni por qué, ni siquiera me percaté el momento en que todo esto sucedió. No te debo explicaciones de nada, pero no soy un cobarde, y puedo admitir que mis acciones dañaron a personas que quiero. —interrumpió. La sinceridad plasmada en su expresión. El pelinegro no supo qué hacer mas que quedarse mirándolo y sopesando cuidadosamente sus palabras. El omega se sintió molesto de pronto. El rechazo momentáneo de sus toques y el reproche le pusieron de muy mal humor, así que soltó a JungKook. El cazador frunció el ceño.
No creyó que esto llegara a ser un tema.
—¿Sabes qué? Lo que sea que esto sea, JungKook, creo que deberíamos...
—¿Parar? —JungKook se sentó en la cama, lejos de él—, ¿Quieres parar?
TaeHyung inspiró hondo y se tocó las sienes, el estrés causando estragos, pues ni siquiera sabía si esa era la solución. El daño ya estaba hecho, los problemas ya habían iniciado, él ya estaba...
Cerró su bata nuevamente y vio como el cazador buscaba su ropa en el suelo. Su omega arañando su interior de impotencia.
—Hubiera sido bueno que lo mencionaras, no sé, ¿Hace meses, tal vez? —replicó el cazador molesto, abrochándose los pantalones—. Así pudiste evitarnos toda esta mierda. Así pudiste evitar que... —También se calló. La cólera subiéndole por la garganta.
El príncipe se levantó bruscamente de la cama, caminando hasta él.
—¿Evitar que? ¿Evitar qué, JungKook? ¡Habla! —le empujó del pecho, cansado de todos esos juegos.
—¡Esto, TaeHyung! ¡Nosotros! ¡El que de repente hayas engañado a tu novio conmigo! ¿¡Y para qué!? Ni siquiera sabes lo que quieres, y yo de verdad creí que al menos te habías decidido. —TaeHyung frunció el ceño—. Esperé estos meses creyendo que te dignarías a decirme lo que realmente pasaba, a que te dignaras a ponerme las cosas claras, pero no fue así.
—¿De qué mierda estás hablando? —escupió.
—Me gustas TaeHyung, de verdad. Me encantas. Pero eso no quita que sigas siendo un completo imbécil. —El omega se quedó frío. Escuchar esas palabras por primera vez le habían dejado con el corazón palpitando tan fuerte que sintió que le explotaría dentro del pecho—. Podemos parar si eso quieres, ya da igual, contigo todo es un juego —espetó el cazador con seriedad, sin embargo TaeHyung alcanzó a ver un algo en sus ojos que no parecía estar coordinando con la seguridad de sus palabras. JungKook no quería eso—. Y sólo para ser claro, el que hagamos como que esto nunca sucedió no arreglará tus problemas. No puedes tapar el sol con un dedo, alteza. —Y él tampoco podía.
Antes de que JungKook saliera por la puerta, TaeHyung lo detuvo, su voz temblorosa.
—Alguien saldrá herido, JungKook... alguno de los dos saldrá herido. —El cazador detuvo sus pasos, y finalmente sólo miró sobre su hombro para contestar—: Honestamente no le tengo miedo al dolor, príncipe.
Y salió.
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Aquel día NamJoon volvía al castillo. Luego de tres largos meses donde había ido a visitar a su padre. En la entrada sólo se encontraba Jimin para recibirlo, quien por cierto, portaba una sonrisa tan grande que el alfa sintió que su rostro se deformaría en cualquier momento.
—¡Bienvenido otra vez! ¿Cómo te fue en tu viaje? —NamJoon dejó sus maletas en la entrada y miró al príncipe con una ceja curveada.
—Alteza, sólo fui a visitar a mi padre.
—¡Pero te has ido un largo rato! Hacías falta aquí. —NamJoon realmente apreciaba sus esfuerzos.
—Yo sé que no, pequeño, pero gracias por intentarlo. —El alfa le sonrió dulce pero tristemente, pasando a su lado después de sacudirle el cabello.
—Oye, no estoy intentado nada, alfa necio, ¡Yo si te extrañe! —Esta vez él sonrió genuinamente y le regaló un abrazo al omega—. ¿Cómo está tu padre?
—Bastante bien, ha mejorado muchísimo. —respondió mostrándole su hoyuelos.
—No sabes cuánto me alegra. —Jimin le ayudó con sus maletas por el pasillo; ellos sin saber que un lobo de ojos amarillos había estado escondido a la vuelta de éste, escuchando la conversación.
Su corazón todavía se apretujaba al mirar al alfa, pero debía aprender a perdonarse a sí mismo, y confiaba con que algún día, podrían volver a hablar.
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La colilla del cigarrillo fue lanzada a la tierra, dónde quedaban rastros de seco césped que nadie cuidó. Su bota negra lo aplastó, antes de entrar al pequeño límite dónde iniciaba el Viejo Mundo.
Se veía muy diferente a la última vez que estuvo allí. Se notaba que a esa gente le gustaba vivir en la miseria.
Al pasar entre los puestos que se ponían desde temprano en las calles, las personas que le miraron en un segundo agachaban sus cabezas al reconocerlo, y seguían en lo suyo esperando a que no se detuviera frente a nadie, por ninguna razón.
No lo hizo. Iba por una sola cosa en particular.
No tuvo que caminar tanto tiempo antes de detenerse frente la carnicería que tanto conocía, dónde un hombre de pelo negro y una fea cicatriz en la cara cortaba con un machete un pedazo grande de carne cruda.
Los ojos de este hombre le miraron y su semblante se ensombreció.
—¿Qué estás haciendo aquí? —YoonGi no pudo ocultar el desprecio combinado con sorpresa en su voz. Apretó el machete en su puño y los ojos afilados de un verde esmeralda casi le sonrieron.
—Min YoonGi, cuánto tiempo. —El tono barítono le saludó con sorna, pero ninguna expresión en su rostro. Una sudoración fría recorrió la espalda de YoonGi—. Vaya, creí que para este entonces estarías en un lugar menos...
—¿Qué haces aquí? —repitió con brusquedad esta vez. La mesa se sacudió cuando el machete fue enterrado con fuerza sobre la tabla de madera, y el peligro se inclinó sobre la mesa, mirándole fijamente. YoonGi nunca iba a bajar la cabeza ante él. Lo sabía.
Es por eso que seguía agrandándole el tipo. Era duro, terco, testarudo y tenía los huevos que a más de la mitad de hombres en ese maldito pueblo les faltaban.
Era una pena que no pudieran llevarse bien después de todo.
—SeungHo. Parece que tu querido padre tiene problemas... —canturreó con burla, sonriéndole.
YoonGi sintió un nudo en el estómago, unas náuseas que le hicieron enterrar las uñas en la mesa. La ira que le inundó fue inmediata.
—¿De qué mierda estás hablando?
—Si tanto te importa, ¿Por qué no vas a preguntarle a tu papi? Seguro él tiene una muy buena explicación para darte. —Al inclinarse frente a YoonGi para burlarse, el beta, con agilidad tomó el machete y lo levantó en el aire, pero antes de poder hacer algo, le sostuvieron la muñeca y tuvo que quedarse con las ganas de clavárselo en el hombro, o quizá en el cuello—. No te funcionará esta vez. Y aunque estés muriendo por asesinarme hijo de perra, todavía no se te cumple tu sueño.
YoonGi apretó la mandíbula y retiró el brazo con fuerza para que le soltara.
—Te veo luego, Min. —Su semblante cambió en cuestión de segundos, ahora dedicándole una sonrisa burlona al pelinegro, quien observó como pasaba su lengua por sus colmillos, para luego seguir su camino.
—¡Maldita sea! —YoonGi gruñó, golpeando con el puño el pedazo de carne sobre la mesa, provocando que tambaleara y las gallina de atrás se asustaran en sus jaulas.
No se quedaría así, por supuesto que no, así que lo siguió para saber qué mierda se tramaban.
—No puedo creer que en serio vinieras. —SeungHo recibió al hombre con una falsa sonrisa, la cual por supuesto no fue devuelta.
—¿De verdad? ¿Cómo podría ignorar el llamado del hombre que me desterró de mi hogar y destruyó todo lo que me quedaba? —La ironía en la voz gruesa y calmada no movió al hombre ni por un segundo.
—Creí que ya habíamos superado eso, Demian, ¡Por favor! ¡Han pasado años! Además, estoy seguro de que ahora tienes una vida excelente, ¿no es así? Mírate. —SeungHo se acomodó en su silla, mirando de pies a cabeza al que alguna vez había sido aliado.
Demian cambió el peso de una pierna a otra, sin siquiera parpadearle al viejo que se regocijaba de la miseria ajena. Sus ojos de un verde esmeralda casi cristalino se pasearon por los alrededores del almacén viejo y descuidado, el mismo que SeungHo llamaba oficina; no tardó en darse cuenta de que las cosas ahí también habían cambiado, pues en su escritorio ya no tenía más la fotografía de sus hijos, ni la de su esposa. La madera permanecía vacía y simplona, solamente algunos papeles amontonados a la orilla y un cuchillo que previamente había estado afilando.
También podía olerlo, aquel olor de un humano que yace putrefacto en vida. Él mismo creía que era malo, ¿Pero SeungHo? SeungHo se había perdido totalmente.
Nadie lo entendió, pero a él tampoco le importaba más. Aún la sed de venganza corría por sus venas como veneno caliente.
—Déjate de tonterías. Vengo aquí por una sola cosa, y lo sabes.
—El dinero queda a discusión al final, chico. Sabes cómo funciona.
—Tendrás que ofrecerme algo más grande que sólo Myras* para esto, SeungHo. —El hombre se dejó caer en una de las sillas, mirándole fijamente.
—No se te escapa nada. —El beta se regocijó, y en su mente realmente creía que había tomado una buena decisión al llamar al alfa.
Afuera YoonGi quiso escuchar la conversación, sintiendo un nudo muy apretado en la garganta, pues sabía muy bien lo que se avecinaba.
Quería tener toda la información posible antes de actuar.
Y con Demian tenía que ser bastante cuidadoso.
—Me estás pidiendo que... —escuchó la voz de Demian, luego la risa molesta de su padre.
—No quiero que lo mates, tampoco quiero que le hagas daño físico —aclaró, levantando el índice en el aire—. Quiero que dañes a alguien cercano a él. Quiero que le hieras emocionalmente para darle una pequeña lección.
—Y con herir te refieres a...
—Mata a Kim TaeHyung. Quiero la cabeza de ese príncipe en mis manos, ¿Me oíste?
YoonGi apretó los puños, y el resto de la conversación pasó sorda por sus oídos pues ahora sólo estaba pensando en algo por hacer para detenerlos. Se escondió en cuanto escuchó pasos y pronto el lobo salía del almacén, encendiendo otro cigarrillo y atándose el largo cabello en una coleta, antes de marcharse.
No dudó en entrar después, encolerizado.
—¡Demian!... ¡Llamaste a Demian! ¡¿Qué mierda te pasa por la cabeza, SeungHo?! —YoonGi entró pateando la puerta, con la cara roja de furia y el sudor corriendo por sus sienes.
Su padre le miró sin expresión, ni un poco asustado por la actitud de su hijo mayor. Se lo esperaba.
Esperó a que YoonGi dejara de maldecir y caminar en círculos por la habitación, en un intento por calmarse.
—Caíste muy bajo, papá... Has cometido un grave error —informó YoonGi, abriendo la boca y apretándose las mejillas con una mano. Una manía que tenía cuando estaba rabioso—. ¿Qué demonios estás planeando? Habla ya.
Estaba cansado de las tonterías de su padre, y quería que le dijera la verdad, aunque sea por una vez en su maldita vida.
Pero por supuesto que no conseguiría algo como eso de aquel hombre.
—Es el único que puede ayudarme, ya que mis hijos son un par de imbéciles inútiles. —SeungHo murmuró, inclinándose sobre la mesa.
YoonGi ignoró aquello, y se atrevió a decir: —¿Un par de inútiles? —comenzó, perdiendo los estribos—. Dime papá, ¿Tus estúpidos hijos son tan inútiles para ti porque no van a asesinar al maldito príncipe de Cravytian por ti? ¿Por tu ego de mierda? Por eso llamaste a un asesino, por eso quieres que un maldito loco se haga carga de lo que tú no puedes. —YoonGi fue a zancadas hasta el escritorio y azotó las palmas en la madera. Cara a cara con su padre—. Si se atreve a tocarle un mísero pelo a JungKook juro que voy a matarlo, ¿Me oíste? Y a ti también. Juro que voy a hacerlo.
Y con eso se largó. Dejando a SeungHo mirando a la puerta con la misma expresión insípida.
La rabia le estaba carcomiendo y no quería estar ahí; rápidamente sus pensamientos viajaron a un lugar y persona especifica, así que sin pensarlo más fue donde su caballo y sin prepararse realmente tomó camino a Cravytian, ansiando llegar lo más pronto posible.
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Jimin ya se encontraba en su cama, listo para ir a dormir. Estaba a punto de apagar su luz de noche cuando un ruido proveniente de la ventana le alertó, y divisó a YoonGi entrar por ella. Se sorprendió porque se supone que no lo vería sino hasta dentro de una semana. Sonrió en grande y abrió su boca para saludar, pero se quedó a medio camino cuando el beta caminó con un semblante sombrío. El Omega pudo jurar que le salía humo por las orejas.
—Hey, ¿Qué sucede? —pronuncio suavemente, haciendo el amago de levantarse pero el beta fue directo hasta él, tirándosele encima.
Jimin se quedó en blanco, y estaba sorprendido pues YoonGi siempre mantenía el espacio personal, por más que Jimin quisiera lo contrario. Pero ahora lo tenía recostado sobre su pecho, abrazándolo como si tuviera miedo de que se le escapara.
El omega decidió no presionarlo, así que sólo se acomodó contra la cabecera con YoonGi encima. Le acarició el cabello y se sumergieron en un cómodo silencio.
Cuando creyó que el pelinegro estuvo a punto de quedarse dormido, le sobó la espalda suavemente.
—Oye, ¿Por qué no vamos a la cocina por algo de cenar? He escuchado a tu estómago rugir desde que llegaste. —dijo Jimin, dándole pequeñas palmadas.
Escuchó a YoonGi gruñir y rodó los ojos.
—TaeHyung no está. Según sé salió con JungKook, y esos dos no volverán hasta tarde. Además no hay ningún guardia camino a la cocina. —Jimin le sonrió, asegurándole. YoonGi se lo pensó un poco pero era verdad que moría de hambre, con todo el embrollo olvidó comer y el camino a Cravytian también lo tenía cansado.
Así que aceptó.
No pudo ver el sonrojo en las mejillas del omega cuando aceptó su mano y lo llevó fuera de u habitación. Por inercia entrelazó sus dedos. No estaba pensando en lo que hacía, él sólo... lo hizo.
Caminaron en silencio, sin embargo fue demasiado tarde para actuar cuando alguien dobló por el pasillo y pasó a su lado rápidamente. Ambos se detuvieron y quedaron estáticos, Jimin apretó la mano del pelinegro cuando escuchó a NamJoon detenerse también.
Solo le tomó un segundo ponerse frente a YoonGi antes de que NamJoon se le fuera encima.
—¡Es un amigo! ¡Es un amigo!—urgió Jimin, poniendo sus manos en el pecho de NamJoon para que no se le lanzara. El alfa le miró con las cejas arqueadas. Estaba a nada de cambiar de forma—. Por favor no le digas a TaeHyung. Te prometo que es bueno.
—No tengo forma de comprobar eso. —Hizo amago de moverse pero Jimin nuevamente se interpuso, así que dijo lo primero que sabía que lo convencería.
—¿Recuerdas lo que les conté después de que me secuestraron? —Jimin buscó sus ojos, acelerado—. No escapé. Él me salvó y me trajo hasta aquí. No es un cazador. Tienes que creerme, NamJoon.
—¿Y se puede saber por qué está este beta aquí en medio de la noche príncipe? —replicó el alfa, obviando el hecho de que también los vio tomados de la mano.
Jimin repitió "por favor" mil veces más, rogándole porque no hiciera nada. Sin embargo le pareció un poco extraño, conociendo al alfa, le sorprendía que a este punto no le hubiera empujado lejos para atacar al beta, y fue ahí que notó que se notaba cansado y que estaba haciendo un esfuerzo extra por interponerse en "la amenaza"
El alfa pasó su vista de los ojos suplicantes del príncipe a los fieros pero pasivos ojos del beta, quien estaba de pie ahí, esperando, como si no tuviera miedo de lo que NamJoon pueda hacerle. No sabía por qué razón un beta estaba en el castillo, mucho menos cerca del príncipe, pero si era cierto lo que decía... si de verdad lo había salvado, no lo entendía, ¿Desde cuándo esas personas se habían tocado el corazón por los de su especie? Luego olió a Jimin en ese hombre, y entendió que quizá todo el asunto era más simple de lo que parecía.
Después de un abrumador silencio, el alfa relajó los hombros, pero el omega pudo notar la mueca que hizo al hacerlo, como si algo le doliera.
—Si le tocas un pelo estás muerto. —NamJoon le señaló con tranquilidad, como si el asunto no le molestara más, luego simplemente se dio la vuelta y se fue.
—No lo haría nunca. —Jimin tragó saliva al escuchar al beta murmurar a su espalda, pero decidió ignorarlo para llamar al alfa que ya había avanzado.
—¿NamJoon? —El alfa se detuvo y se giró.
Todavía tenía esa mirada triste encima.
—¿Le dirás a TaeHyung? —repitió avergonzado. El alfa sólo resopló.
—TaeHyung ya no es mi problema, príncipe. Buenas noches.
Eso le había dolido incluso a él. Jimin deseó poder hacer algo por el alfa, pero nada de lo que intentara le sacaría de aquel duelo.
—No entiendo qué acaba de pasar, pero él me cae bien. —Escuchó decir a YoonGi, mientras se rascaba el lagrimal. Jimin rodó los ojos.
—Créeme, en otras circunstancias te hubiera arrancado el cuello. —afirmó, llevándose a YoonGi a la cocina con jalones en la manga de su camisa.
—Bueno, lo respeto, te quiso proteger. Yo hubiera arrancado cuellos también. —YoonGi se calló de tajo, dándose cuenta de lo que había dicho, que lo dijo en voz alta.
Jimin fingió no haberlo escuchado, era mejor así, pues se evitaba otro rechazo más...
Si tan sólo el omega supiera realmente.
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Cuando la luz del sol atravesó las cortinas delgadas y le molestó en sus ojos cerrados, fue que despertó. Primero se estiró, haciendo ruido innecesario como siempre, luego bostezó, todavía con más ruido innecesario, y en cuanto se dio la vuelta en la demasiado cómoda cama y se encontró con una carita muy familiar, fue que recordó dónde estaba y casi le da un infarto.
—Mierda, mierda, mierda... —repitió como un mantra, queriendo levantarse sin hacer ruido.
¡¿Cómo es que se había quedado dormido?! ¡Y lo peor! ¿¡Cómo es que había dormido en la cama del omega?! La vergüenza inundó su cuerpo, y ahora no sabía cómo escapar de ahí, pues se dio cuenta de otro pequeño detalle: el brazo de Jimin estaba en su cintura.
—¿Siempre eres tan ruidoso por las mañanas? —La voz ronca y adormilada le hicieron sobresaltar, el omega seguía con los ojos cerrados y la mejilla pegada a la almohada; su cabello dando a todas direcciones—. Cállate y vuelve a dormir, es muy temprano.
Y como si él tampoco se diera cuenta de lo que sucedía, le soltó, dándose la vuelta para justo hacer eso otra vez: dormir.
YoonGi no quería perder la cabeza por nimiedades, pero ahora que lo pensaba, se estaba sintiendo muy valiente desde que llegó anoche, y recordó que por un momento se olvidó del espacio personal.
Se talló los ojos y masajeó el puente de su nariz.
—¿Por qué no me despertaste? O bueno, al menos me hubieras mandado a dormir al suelo. —pronunció, más para sí mismo que para el omega que creía dormido pero Jimin le respondió con la misma voz adormilada.
—No iba a mandarte a dormir al suelo, en primera; y en segunda, tienes el sueño muy pesado, intenté moverte mil veces cuando te quedaste dormido sobre mí, también tuve que patearte un par de veces porque me estabas asfixiando con tus brazos. —Jimin se sentó en la cama e intentó abrir los ojos, tallándoselos mientras bostezaba.
La cara de terror de YoonGi le hizo carcajear cuando enfocó la vista.
—Joder, lo siento. —Se disculpó sinceramente, a sabiendas de que probablemente había utilizado a Jimin como almohada humana durante la noche. Pero no tenía idea de que el omega estaba más que encantado con eso.
Jimin sólo le sonrió y se encogió de hombros.
Se negó otras tres veces antes de ceder y volver a dormir, aunque esta vez quiso tomar su distancia.
Ahora tenía muy presente la compañía, y el muy dulce pero agradable aroma de las sábanas debajo suyo.
Estaba volviéndose loco.
Cuando volvieron a despertar esta vez se despidió del omega, pero en cuanto Jimin desapareció de su vista, se fue a esconder detrás del muro, esperando a que JungKook volviera. Para su suerte esto pasó veinte minutos después, cuando le vio caminar solo hacia la entrada del castillo. Sin más tiempo que perder, lo tacleó y le tapó la boca, JungKook forcejeó pero de inmediato vio de quien se trataba.
—¡YoonGi! ¿¡Qué diablos haces aquí?! —medio susurró-medio gritó, mirando a todos lados antes de jalar a su hermano a un lugar mas solo. Tampoco pudo pasar desapercibido su olor—. ¿Por qué apestas tanto a vainilla?
Yoongi ignoró eso ultimo.
—Tenemos que hablar. Hay problemas. —espetó seriamente. JungKook le levantó una ceja.
—¿Problemas?
—En casa. Papá hizo una estupidez, JungKook... no cualquiera, fue una estupidez grande.
—¡Habla ya que me hago viejo!
—Cree que no volverás, y también sabe que no harás lo que te pidió. —JungKook tragó saliva—. Demian está aquí, Kook.
Los ojos del pelinegro menor se abrieron y sintió su corazón acelerarse. YoonGi arrugó la nariz al aroma amargo que desprendió, pero no dijo nada.
—Es imposible, ¿Por qué llamaría a ese psicópata? —El nerviosismo podía oírse en el tono de su voz. Las palmas de sus manos sudaron.
—Pues lo hizo, y sé que viene por el príncipe. —JungKook infló el pecho y pudo notar el cambio brusco de su expresión.
—No. —Fue lo único que dijo, la firmeza empleada daba el suficiente contexto.
YoonGi se quitó el cabello de la cara y suspiró. Unas ganas tremendas de decir "te lo dije" pero seguro JungKook querría romperle la cara por ello.
—Tenemos que hacer algo entonces, no sé cuando piensan actuar, pero será pronto.
—Tengo que volver y hablar con papá. —JungKook empezó a caminar pero YoonGi lo detuvo.
—¿Y decirle qué? ¿"No, papá, por favor no mates a mi novio"? No seas estúpido, Jeon. —JungKook apretó los dientes y le empujó.
—No estoy para juegos, YoonGi, no me estés jodiendo —advirtió, la cólera queriendo subirse a su cabeza—. Debo convencerlo, o engañarlo, ¡Ganar tiempo! Tiene que creerme cuando le diga que...
—Que ¿Qué? ¿Que si vas a matarlo? —Le dijo con ironía—. JungKook esto está muy mal, tú lo sabes, ¡yo lo sé! —YoonGi estaba perdiendo los estribos, la cantidad de estrés y ansiedad que su hermano le causaba le superaba a veces, y esta era una de esas veces—. ¿Qué pasará cuando el tiempo corra y SeungHo se de cuenta de que no mataste al príncipe? ¿Crees que sólo va a desterrarte como dijo?
—Es mi padre, YoonGi...
—Y porque lo es deberías conocerlo... desconocería a sus propios hijos sobre su maldita ira y egoísmo, tal como lo hizo conmigo. —bramó con un nudo en la garganta.
—¿Y qué estas insinuando entonces? ¿Que podría matarme? ¿Es eso? —El silencio de YoonGi le respondió—. Es una tontería.
—Bien, ¿Y qué pasará con el príncipe? Cuando se entere realmente de lo que tramas, ¿Crees que te recibirá con los brazos abiertos y te pida matrimonio? Claro, serán muy felices entonces.
Las cosas comenzaban a calentarse entre ellos, pero querían mantener la calma, una pelea ahora podría meterlos en más problemas todavía.
—Encontraré la manera, ¿si? Tengo que volver y hablar con él. —respondió con seguridad.
—¿Y al príncipe que vas a decirle? No te dejará ir. —JungKook rio entre dientes.
—Ya no soy más un prisionero. Él ya confía en mí. —No podía creer lo que estaba diciendo, pero así era.
—¿Y él ? ¿Él confía en ti? —JungKook lo pensó. YoonGi suspiró, rendido—. Joder JungKook, te has metido un gran lío, y lo peor de todo es que arrastrarás personas contigo. El amor va más allá de la necesidad de estar con alguien, el amor es también proteger a quien amas, Kook, no destruir; y porque yo te amo sé lo que no quiero para ti, y si tú quieres a ese hombre, también sabrás lo que no quieres para él.
—Sé exactamente lo que quiero, y es justo lo que voy a hacer: protegerlo. —YoonGi le creyó, y su corazón se sintió tranquilo de saber que su hermano ya no quería ser el mismo. Buscaba cambiar—. ¿Puedes quedarte esta noche? Necesito hablar con TaeHyung, después de eso nos iremos apenas salga el sol.
—Está bien.
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JungKook fue directo a su habitación esa noche, quería tomar un baño antes de acercarse a TaeHyung y enfrentarlo. Todavía seguían peleados y la tensión era insoportable; aun no formulaba las palabras correctas para contarle la verdad.
Pero nada de eso fue necesario, pues el príncipe le estaba esperando en su habitación, con los brazos cruzados y el ceño levemente fruncido.
—Tenemos que hablar. —dijo firmemente.
—Me parece que sí. —respondió el cazador seriamente, cerrando la puerta a sus espaldas.
—No de lo que tú quieres hablar, de eso no hay nada que decir —recalcó, mirando cómo el contrario apretaba la mandíbula—. Llevas aquí casi ocho meses, ya lo sabes ¿no?
—¿Me está corriendo de su palacio, majestad? —respondió burlón, sin embargo un nudo se formó en su garganta, pues en ese momento entendió de lo que se trataba.
Fue una suerte que el príncipe le haya ignorado.
—¿También recuerdas por qué estás aquí? ¿Recuerdas por qué fue todo esto? —TaeHyung se cruzó de brazos, y JungKook suspiró, mirando hacia otro lado—, Creo que ya nos divertimos lo suficiente, es hora de...
—¿A eso viniste? ¿De eso quieres hablar? ¿Ahora? —bufó molesto e incrédulo.
—Sí, ¡Justo de eso quiero hablar! —TaeHyung se levantó.
—Dime lo que quieres. —Esta vez interrumpió JungKook, la expresión dura pero estoica, no obstante, no pudo romper la posición del príncipe, casi nunca podía—. Recuerdo muy bien el porqué estoy aquí, así que dime lo que quieres y podemos continuar con esto.
TaeHyung no se esperó aquella reacción, pero era mejor para él. En algún momento tenían que llegar a este punto. Llevaban mucho tiempo evadiéndolo.
—Busco a una persona, y de donde eres sé que puedo hallarla.
—¿A quién?
—No lo sé. —JungKook frunció el ceño, mirando al príncipe con ingenuidad, casi irritado—. Todavía no lo sé, es por eso que tú vas a averiguarlo.
—¿Iniciaste esto sin saber exactamente a quién quieres muerto? ¿Es una broma?
—¡No, no es una maldita broma! —TaeHyung comenzó a desesperarse, avanzando hacia el cazador, la última gota de su paciencia derramándose—, ¡Un maldito cazador mató a mis padres y tú vas a traérmelo! ¡Yo necesito ver a los ojos al bastardo que lo hizo!
La pelea de ayer, el regreso de NamJoon y la conversación de ahora le ocasionaron que todo ese estrés y amarga ansiedad rebosara su interior. Su cuerpo temblaba y las venas de su frente y sienes resaltaban como si quisieran explotar ahí mismo.
JungKook se quedó muy quieto, saboreando las palabras del príncipe... un escalofrío terrible se instaló en su columna y vibró por cada extremidad de su cuerpo. Él jamás pensó que se tratara de algo como eso, siempre creyó que las razones por las que quería muerto a uno de los suyos era por simple desprecio y odio ciego y desmedido, como el del Viejo Mundo, pero ahora... ahora todo tenía tanto sentido. En otras circunstancias... ¿JungKook de verdad iba sólo a asesinarlo porque su padre lo quería? No era su guerra, pero ahí estaba, sin embargo las cosas habían cambiado para él; entre ellos todo había cambiado.
Llevaba mucho tiempo sin querer llevar a cabo el plan. Esto fue suficiente para estar seguro de que prefería ser desterrado a volver a arruinar la vida de seres que no eran los culpables de su sufrimiento. Estaba harto de cazar, estaba harto de matar. Estaba harto de odiar.
—¡Deja de mirarme y contéstame! —JungKook siguió sin decir nada. En cambio se acercó y quiso sostenerlo. TaeHyung quiso alejarse como si quemara—. ¡Suéltame, idiota! ¡No me toques! —exigió, forcejeando e intentando escapar de los brazos del contrario. Lágrimas de coraje y algo más queriendo comenzando a caer de sus mejillas.
JungKook no se movió ni un poco a pesar de los empujones y golpes constantes en su pecho. Entonces hubo un momento en el que TaeHyung se detuvo; el aroma que desprendía de la camisa del cazador siendo uno de los culpables. Dejó de forcejear para quedarse muy quieto.
Un beso casto y suave fue depositado en sus labios mientras le miraba fijamente. Un beso que le supo diferente a pesar de haber sido casi efímero, de cualquier manera se mantuvo el roce, y los dedos del cazador le quitaron los mechones rubios que tapaban su frente.
—Me rindo, TaeHyung. Ya no quiero... no pudo hacer esto. —estipuló con la voz baja y calmada. El peso del príncipe cayendo completamente en sus brazos, como si estuviera tan seguro de que fuera como fuera nunca le soltaría.
Y así era.
—¿De que estás hablando? —jadeó confundido. Los toques en su cabello, retirándolo fuera de su rostro, el calor de su cuerpo, sus labios contra los suyos.
—El odio desmedido me trajo hasta aquí, pero hoy decido que no llega más lejos. Por el odio te encontré, pero por otra razón quiero quedarme.
Los ojos ámbar brillaban a sobre manera y su cuerpo entero se sentía ligero.
—No te entiendo. —JungKook tomó aire antes de contestar.
—Te diré cuales fueron mis verdaderas intenciones todo este tiempo. —TaeHyung no podía comprender—. Voy a decirte la verdad, y si después de eso quieres deshacerte de mí, lo entenderé, pero si no, igual estoy dispuesto a ayudarte a encontrar al asesino de tus padres sin importar qué.
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*Myras: Moneda oficial tanto de Katulu como del Viejo Mundo.
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