Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

San Valentín

14 de febrero.

Esta no siempre fue una fecha importante para Sehun. Es decir, antes ni siquiera era relevante el mes o el día, es más, no le importaba ni quería familiarizarse con lo que la celebración del día del amor y la amistad implicaba.

Ahora, la situación era distinta.

Por que en la actualidad, cada vez que un día de San Valentín llegaba, ya no era únicamente Sehun permaneciendo consigo mismo y su propia soledad. Ahora tenía una encantadora y perfecta belleza rubia que le esperaba todos los días en casa, con una feliz sonrisa pintada en los labios.

Luhan estaría, como el año anterior y el anterior a ese, esperándole fuera del trabajo para cuando su turno terminara hoy.

Entonces irían a cenar a un bonito restaurante. Y quizá después darían un paseo por la parte central de la ciudad. A Luhan le encantaba ver los eventos que ahí se llevaban a cabo.

Este día en especial, cada calle y establecimiento al que mirasen estaría atestado a más no poder. Ya sea de personas o las llamativas decoraciones en tonos rojos y rosas.

Por suerte, él ya sabía esto. E incluso tenía arreglada su reservación desde hace una semana. En todo caso, también se había asegurado de tener el trabajo bajo control, por si cualquier imprevisto no se terminara retrasando en su salida.

—Y... listo —anunció Jongdae después de apretar una tecla en su computadora—. Enviado, Sehun.

—Uhm —murmuró mientras terminaba de alistar el informe. De reojo vio al hombre más joven estirarse sobre su silla, con sus brazos alzados sobre su cabeza. Parecía un gato desperezándose.

Una pequeña sonrisa se formo en sus labios. Luhan tenía esa misma costumbre.

Cada vez que tenía mucho trabajo encima o se mantenía por largas horas sentado tras su escritorio, tendía a estirarse de esa forma. Llegando más lejos, incluso se paraba y arqueaba su espalda.

—Alguien está muy feliz hoy~ interrumpió una tercera voz. Esta no era del asistente a su lado.

Sehun contuvo un resoplido al reconocer al hombre.

—¡Ay! ¿Por qué ruedas los ojos, Sehun? Si solo vengo a darles amor.

Reclamó el recepcionista, Baekhyun, formando un puchero con sus labios. Era todo un berrinchudo cuando se lo proponía. Y aunque era una persona agradable, él también podría llegar a colmarle la paciencia. No sabía cuándo callarse.

Por suerte, esta vez había estado en lo correcto. Nada ni nadie iba a conseguir perturbar la felicidad de Sehun. Así que guardando su documento por fin terminado, se reclinó contra su silla.

—Nadie pidió tu amor.

Agregó Jongdae, hablando antes que Sehun tuviera la oportunidad de decir nada. Él ya se había puesto de pie y acomodaba algunos papeles en su escritorio. Poniendo bajo llave solo aquellos que fueran importantes.

—¡Aish! —se quejó el otro, ingresando a la oficina sin pedir permiso. No es como si alguna vez pidiera su opinión para algo de todos modos—. Yo solo trato de acoplarme al ambiente amoroso pero no se puede con una actitud tan amargada...

Sehun le vio traer una canasta sobre el brazo. Había algunas golosinas dentro, la mayoría de ellas con listones rojos.

—Dejaré un regalo para Sehun y me iré.

Exclamó, aparentemente indignado. Sehun vio a Jongdae reírse entre dientes por su actitud. Algunas veces (muchas veces) Baekhyun solía comportarse como un niño caprichoso.

Él siempre se molestaba y decía que no le gustaban las personas serias. Algo así como Sehun y tal vez Kyungsoo, aunque contra todo pronostico, con este último se llevaba de maravilla.

Jongdae era un caso aparte. Aunque aún era joven, él estaba volviéndose cada día más responsable y maduro. Claro que eso no quitaba su actitud alegre.

—Era broma, era broma —agregó acercándose al recepcionista. Mirando sobre el hombro del más bajo, trató de hallar algún dulce.

—Pues me vale, ahora ya no te va a tocar nada por malo.

Dijo alejando la canasta justo cuando Jongdae estaba a punto de meter su mano para tomar un dulce.

—¡Oye! ¡Quiero uno!

Gritó entre risas el de peculiar sonrisa mientras Baekhyun movía la canasta, cada vez que Jongdae iba a alcanzarla, el más bajo la giraba al lado contrario.

Sehun los vio en su pequeña lucha de poderes. Y fue de ese modo en que captó el momento justo en el que algo se deslizaba fuera de la canasta por el ajetreo y caía, deslizándose por el suelo hasta llegar y topar contra su escritorio.

Mientras las risas se hacían más altas por que ahora Jongdae le estaba haciendo cosquillas al recepcionista, Sehun se inclinó y tomó el dulce entre sus manos.

Al elevarlo cerca de su rostro, vio que se trataba de nada más y nada menos que una paleta en forma de corazón. Él había visto muchas de estas en la dulcería donde compró los chocolates favoritos de Luhan por la mañana, esos que ahora mismo se mantenían en un cajón de su escritorito. A la espera de su salida por la noche.

—¡Me rindo, me rindo! —se dejó escuchar la voz jadeante de Baekhyun.

Sehun vio cómo el otro se encorvaba, agarrando su estómago y quitando algunas lágrimas que se habían acumulado en sus ojos por tanto reírse. Mientras, Jongdae aprovechaba para saquear su canasta sin que él se diera cuenta.

—¡Hey, eso es para todos! —reclamó el chico cuando su asistente ya tenía otros tres dulces metidos en sus bolsillos.

El más bajo se levantó y tomó de regreso su canasta. Misma que había asentado sobre el suelo momentos antes para recuperar algo de aire y no terminar regándolo todo.

Entonces se dirigió hasta él. Extendiendo la paleta en su dirección, esperó a que el recepcionista la tomara pero este negó con un gesto de su mano.

—Oh, no. puedes quedártela. Toma otro.

Le alentó inclinando la canasta. Sehun tomó uno que reconoció por el envoltorio. Eran de esos chocolates amargos que a veces compraba.

—Gracias, con esto es suficiente.

El chico sonrió y después de pelear con Jongdae y de que este consiguiera tomar dos dulces más, Baekhyun salió de la oficina.

Desde su asiento, Sehun vio cómo el guardia de seguridad se reunía con él. El alto también tenía una canasta en sus manos.

Negando, sonrió mientras los veía seguir repartiendo "amor", como le había dicho Baekhyun.

—¿No quieres otro? —le preguntó Jongdae.

Con su palma extendida, le enseñó que tenía dos chocolates más, Sehun negó. El otro solo se encogió de hombros y fue de regreso a su lugar.

Después de eso, ambos retomaron su trabajo. Sehun mientras tanto pensaba en la cena de esta noche. Había reservado en un lugar especial para ellos, esperaba que a Luhan le gustara.

El trabajo consumió su día de forma mágica, tanto que antes de que se diera cuenta, ya era la hora de la salida. Sehun se mantuvo expectante al reloj sobre la pared, por arriba de Jongdae.

Tuvo un deja vu cuando vio a su asistente levantarse y pararse cerca del marco de la puerta. Él casi podía recordar cuando el joven entró por primera vez por esa puerta a su oficina.

Él vestía tan formal como podía. Y a pesar de que Sehun lo notó algo nervioso, el chico nunca dejó de sonreír. Jongdae tenía una forma bastante...peculiar en la manera en la que sonreía.

Además de ello, era una persona bastante energética. Para el chico fue demasiado fácil acoplarse a su modo de trabajo y por eso, cuando terminó su carrera, Sehun le abrió las puertas a la empresa.

—¿Aún no te vas?

Moviendo su cabeza para despejar el recuerdo, vio al otro hombre ya de pie ante la puerta, él tenía ya sus cosas en sus manos.

—Sí, ya voy —dijo elevándose de su asiento.

Había tenido un especial cuidado en dejar todo listo uno 15 minutos antes de la hora de salida así que ya todo estaba guardado en su lugar correspondiente.

Levantándose, se acomodó el saco y caminó fuera, con Jongdae a su lado. Ahora Sehun ya no se olvidaba de su nombre.

Estaban a escasos centímetros de las puertas cuando una voz los interceptó.

—Chen, Chennie~

Ambos voltearon hasta Minseok. El de ventas ya iba de salida.

—Hey, hola —dijo el hombre.

Ambos lo saludaron antes de seguir con su camino. Sehun se separó de ellos cuando estos tomaron rumbo hacia el estacionamiento para buscar sus coches.

Ya que era más cómodo de esta manera, con Luhan acordaron que Sehun no llevaría su auto para que así los dos pudieran irse en el del mayor cuando este viniera por él a la hora de la salida.

Cuando estuvo fuera, Sehun miró hasta el cielo oscuro, la noche ya había caído, cerniéndose sobre la ciudad. Viendo a ambos lados de la carretera, notó que su esposo aún no había llegado.

Los chocolates que le había conseguido descansaban en una de sus manos, su maletín en la otra. Una de las razones por las que le daba este tipo de detalles a Luhan era por que este adoraba comer cosas dulces.

La otra es por que el rubio nunca había sido adepto a aceptar obsequios materiales, en todo caso, él prefería recibir algo que fuera hecho a mano o, como le decía en el pasado, escuchar "palabras sinceras".

Tampoco creía que darle rosas fuera una opción. Tenían muchas de esas plantadas en el jardín, en casa. Y es que Luhan adoraba darle cuidado a las dichosas flores.

Fueron un par de luces deslumbrantes las que le hicieron entrecerrar los ojos antes de que un auto se estacionara en frente.

Sehun sonrió cuando el cristal reveló a su esposo al volante.

—Hola, cariño —anunció mientras descendía del vehículo.

—¿Estás listo? —preguntó cuando el rubio llegó a su lado.

—Sí. ¿Nos vamos?

Antes de que Luhan se alejara, Sehun le tomó con delicadeza por la muñeca. Su esposo se detuvo y se giró antes de preguntarle:

—¿Qué sucede?

Sehun fijó sus ojos en las brillantes e increíbles orbes de Luhan. Él siempre quedaba sin aliento cada vez que sus miradas se encontraban como ahora. Sin importar el tiempo que estuviera a su lado, el resultado siempre era el mismo. Se sentía de la misma forma en su pecho. La sensación era cálida siempre que Luhan estuviera cerca.

—Feliz día de San Valentín —dijo mientras extendía la caja de chocolates.

Los ojos de Luhan se iluminaron al ver la caja.

—¡Aw, son mis favoritos!

Y entonces se inclinó para tomar su regalo. Sehun se lo cedió y el rubio sonrió con complicidad antes de rodear su cintura.

—Gracias, mi amor.

Luhan presionó un beso contra su cuello. Se mantuvieran abrazados por unos momentos, sintiendo el aire fresco deslizarse a su alrededor. Era tan reconfortante. Sentir a su esposo aquí, entre sus brazos.

Sehun creía ahora, más que nunca, que enamorarse de Luhan no había sido una elección. Por que aunque él no creyera en esas cosas sobre el destino, podía afirmar que el rubio entre sus brazos no era solo una casualidad en su vida.

Ellos habían nacido, tal vez, para encontrarse. Le gustaba pensar que aquel día en la cafetería, cuando joven, había sido un evento predestinado. Él pudo no haber estado ahí entonces, pudo haberse quedado fuera o a un lado del establecimiento, pero no, él decidió entrar y entonces ahí vio al más increíble hombre que sus ojos alguna vez hayan captado.

Su corazón había sido robado al instante, es solo que él no lo supo entonces.

En ese instante en que sus miradas se cruzaron, fue cuando algo cambió dentro de él.

Cuando el disparo de adrenalina le golpeó. Cuando estuvo dispuesto a correr detrás de un completo extraño. Todo fuera por saber su nombre, por ver sus ojos una vez más.

Por escuchar su suave voz, en un tono bajo y armonioso.

—Luhan —llamó su nombre.

El más bajo hizo un pequeño sonido para hacerle saber que tenía su atención. Entonces Sehun tenía un par de deslumbrantes ojos mirándole fijamente desde abajo.

Llevando una mano hasta el bolsillo de su pantalón, tomó fuera el dulce que guardaba y lo extendió frente al rubio.

Su esposo sonrió enternecido antes de separarse y agarrar la paleta.

—¿Y esto?

—Un compañero me la dio.

Luhan sonrió y llevó más cerca de su hermoso rostro la paleta con forma de corazón, examinándola. Un rastro de melancolíacruzó por sus facciones antes de que hablara de nuevo.

—Esta... —dijo mostrándosela de vuelta—. Tú me diste una como esta antes, ¿recuerdas?

Sehun asintió en seguida. No podría olvidar aquella ocasión ni aunque lo intentara. Ese había sido tal vez el paso que cambió el rumbo de las cosas para ellos hasta lo que hoy en día eran.

—Sí. No tenía nada más para darte...además estabas pasando por algo...bueno, no quería seguir viéndote con ese rostro triste...me odiaría a mí mismo si no hubiera hecho nad...

No tuvo tiempo de terminar cuando sintió los labios de su esposo presionados contra los suyos. Luhan le besó de forma tranquila y sin prisas, tan solo un tierno roce. Entonces sonrió contra sus labios, su mano libre yendo a parar al costado de su rostro, donde acarició suavemente.

—Estoy muy feliz de que lo hicieras —dijo pasando el pulgar por su mejilla.

Sehun se presionó contra la caricia, su rostro descansando contra la pequeña palma de su esposo, ambas de sus manos aún envueltas alrededor de su cintura.

En este momento no había nada ni nadie a su alrededor, solo ellos dos.

—Estoy muy feliz de haberlo hecho.

Admitió antes de inclinarse y depositar otro beso en los rosados labios de su amor.

Sí, en definitiva, Sehun jamás se arrepentiría de lo que hizo aquella vez. Él, sin lugar a dudas, lo repetiría. Por que sabía que es gracias a eso que las cosas se habían desarrollado hasta este punto.

Todo por un sin vergüenza.

Por un hombre con un semblante triste.

Y, finalmente, por un joven que no tenía nada más que una paleta en forma de corazón para ofrecerle al de mirada apagada.

Sehun nunca iba a olvidar una imagen como esa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro