Insomnio
Rodando sobre su costado, Sehun extendió su brazo sobre las sábanas, solo para seguidamente fruncir el ceño en confusión.
Grande fue su sorpresa por que en lugar del cálido cuerpo que esperaba sentir, ahí no había nada mas que el frío vacío y un desolado cobertor dejado de lado. Extrañado, levantó su cabeza adormilada de la comodidad de su almohada predilecta.
Entreabriendo sus párpados, embargado por la desorientación característica de alguien que se hallaba inmerso en un profundo sueño hasta hace solo unos segundos, rápidamente trató de adaptarse a la oscuridad que inundaba la habitación. Incorporándose, paseó su vista alrededor.
—¿Lu? —preguntó restregándose los ojos, ya más o menos podía reconocer las sombras de los muebles mas grandes que tenían dentro de su habitación.
Las cortinas blancas, con los coloridos diseños florales que su adoración había puesto, estaban ahora mismo cerradas, así que muy poca era la luz del alumbrado exterior que lograba colarse hasta el interior del cuarto.
Siendo ésta su única fuente de iluminación por el momento, Sehun apartó las sábanas que le cubrían hasta los hombros y echando sus piernas a un lado del colchón, se dispuso a salir afuera del reconfortante abrigo que le proporcionaba su suave cama.
—¿Luhan? —preguntó de nueva cuenta, esta vez en un tono mas alto, al ver que no había recibido respuesta anteriormente.
Ya con su vista completamente adaptada a la penumbra que reinaba a su alrededor, caminó con pausados y adormilados pasos a través de la alcoba.
—¿Luhan, estás en el baño? —intentó por tercera ocasión.
Una vez frente a la puerta, tocó débilmente con sus nudillos contra la madera, mas ninguna respuesta le fue dada. Así que empujando levemente, ésta se abrió, revelando así que, efectivamente, su esposo no estaba dentro.
Arrastrando una de sus manos sobre su cabello, un bostezo se deslizó fuera de sus labios, entonces se encaminó hasta la puerta de su habitación.
Andando por el pasillo, no pudo hacer nada mas que concederle la razón a Luhan. El haber pintado las paredes de aquel claro tono hacía que guiarse por las noches no resultara en una misión imposible, trataría de no volver a dudar de las afirmaciones del rubio.
No hubo la necesidad de buscarle por toda la casa, de todas formas, ya que apenas se asomó al borde de las escaleras, pudo notar un débil brillo proveniente de la sala.
Cuando descendió el último de los escalones, lo primero con lo que se encontró fue con la televisión encendida, la cual, tal y como predijo, era la fuente de origen de la única luz que se podía percibir. Las imágenes multicolores que se vislumbraban en la pantalla golpearon con un potente brillo que le hizo entrecerrar los ojos, llevando de forma instintiva una de sus manos hasta su rostro para cubrirse.
—¿Lu, qué estás haciendo aquí? —interrogó al notar a la pequeña figura acurrucada en el sillón.
Sus largas piernas recogidas contra su pecho mientras éstas eran envueltas por sus brazos y su mandíbula descansaba contra sus rodillas.
—Sehun...no puedo dormir —se lamentó en tono bajo y cansado.
Él corroboró que, en efecto, su esposo lucía ojeras y sus ojos estaban rojos cuando éste elevó su mirada en su dirección. Una rápida ojeada a su reloj le reveló que eran las 2:47 de la mañana.
Así que después de arrastrar su palma sobre su rostro, se acercó hasta dejarse caer a un lado del rubio, quien se alejó un poco para que él se pudiera sentar. En seguida, buscando refugio al apoyarse contra su cuerpo. Sehun alzó un brazo y dejó que su esposo se acomodara contra su costado.
—Son casi las tres de la mañana —anunció a la vez que dejaba a la parte posterior de su cabeza caer contra el respaldo del sillón.
Luhan se abrazó a su cintura y descansó su mejilla contra su pecho.
—¿Tan tarde? No me di cuenta —exclamó con asombro.
Sehun rio, cerrando sus ojos.
—Sí —dijo. La mano que le abrazaba yendo directamente a parar sobre el terso cabello de Luhan—. ¿Qué ha ocurrido? Creí que ya habíamos terminado con lo del insomnio.
Luhan suspiró plácidamente, Sehun comenzando a pasear sus dedos entre las hebras de su increíblemente rubio y perfecto cabello.
—Y así es. No sé por que no he podido dormir hoy.
Habló, abultando sus rosados labios en un puchero y frunciendo el ceño. Como si él realmente no comprendiera qué hacía aún despierto.
Sehun le hubiera dicho las muchas razones por las que él no podría dormir, tales como por ejemplo, trabajo pendiente o algún problema familiar. Pero sabía muy bien que esa clase de cosas no le robaban el sueño a su amor.
—Es por lo de tu nueva propuesta, ¿no es así?¿crees que no va a ser aprobada?
Luhan se quedó callado, dándole así su respuesta. Este hermoso hombre que casi nunca se dejaba decaer y que sin embargo, siempre ponía un gran peso sobre los asuntos que tuvieran que ver con su trabajo y la superación personal.
Desde que había recibido la oportunidad de postular una innovación para con su empresa, él se lo había tomado como un objetivo personal y había trabajado por su cuenta en una grandiosa idea.
Sehun le había dado un ojeada y al menos en la parte que sí podía entender, no le había hallado inconvenientes.
Sí, él era brillante y Sehun no dudaba en que sus jefes le aprobarían el proyecto.
Algunas veces le resultaba increíble que Luhan fuera tan acomplejado. El rubio siempre iba por la vida sonriendo y pareciendo tan seguro de sí mismo. Solo mostrando sus verdaderos temores frente a él, dejándole ver que aunque podría llegar a parecerlo, no era perfecto. Era un ser humano como cualquier otro, como él mismo, quien poseía sueños, anhelos pero también cargaba con sus propios miedos e incertidumbres.
Un apenas perceptible movimiento contra su pecho le informó del asentimiento afirmativo. Así que esbozando una sonrisa comprensiva, apretó el agarre en su cuerpo, atrayéndolo aún mas cerca. Luhan inhaló profundamente y entonces Sehun le sintió reforzar el agarre que mantenía contra su cintura.
—Todo va a salir bien, ya verás.
Le aseguró con convicción. Y no es solo por que Luhan fuera su esposo, él sabía que el rubio era una persona muy talentosa y no dudaba ni por un solo segundo en que lograría todo lo que se propusiera. Él confiaba, Sehun creía en Luhan. Solo faltaba que él mismo dejara de subestimar a sus propias capacidades.
—Gracias, Sehun. Eso es justo lo que necesitaba oír.
Le oyó decir. Trabajando aún en su rubia cabellera, Sehun se mantuvo reclinado contra el respaldo del sofá. Únicamente dejando a los minutos pasar. Todo estaba en silencio y resultaba muy desconcertante el que siquiera considerara esto como un buen sentimiento. Pero increíblemente, lo hacía.
Ahora, con el calor de su compañero de vida contra su cuerpo y mientras escuchaba su acompasada respiración, Sehun supo que aquí es a donde pertenecía.
Una sonrisa se instaló en sus labios al sentir el peso recargado contra su pecho.
—¿Lu?
Llamó después de un rato, entreabriendo uno de sus ojos solo para encontrarse con el lindo y tranquilo semblante de su amado durmiente, siendo iluminado por las imágenes coloridas que los comerciales arrojaban contra su rostro.
Como si sus palabras de aliento fueran todo lo que había necesitado, Luhan logró conciliar el sueño.
Tanteando con su mano libre, Sehun buscó el control remoto y atrayéndolo hacia sí mismo, presionó el botón de apagado, dejando así a la sala inmersa por un breve instante en la absoluta negrura.
No queriendo perturbar el sueño del rubio, lo único que hizo fue moverse un poco hasta conseguir acomodarlos a ambos a lo largo del sofá.
La respiración suave de Luhan contra su cuello sonando como una tranquila canción de cuna que le hizo quedarse dormido también.
Y con un pensamiento final, Sehun se hundió de vuelta al vasto mundo de los sueños.
"Todo va a estar bien, yo confío en ti"
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