Hogar
Fea, realmente fea.
O más bien, demasiado brillante y colorida como para funcionar. Así es como era la casa que aquel agente inmobiliario tanto se empeñaba en venderles.
—¡Me gusta! —exclamó Luhan en ese momento, consiguiendo sacarlo de su ensoñación y su crítica interna—. ¿Tú qué opinas, Sehun? Oh, es hermosa, en verdad hermosa. Mira todo este espacio al frente, podría servir de jardín, quizá plante...
Sehun miró por un segundo, tan solo un segundo, la nuca de su ahora esposo, quien le daba la espalda, demasiado inmerso en su escudriño a la fachada externa de la casa y en su realista visualización del futuro y la adecuación de su hipotético jardín, como para prestarle la mínima atención a él.
—La queremos —fue todo lo que dijo en respuesta.
Sehun no dejó pasar por alto el rostro lleno de alivio que puso el hombre que los había acompañado por media ciudad en búsqueda de la localización perfecta para su nuevo hogar. Habría resultado imposible y bastante desconsiderado de su parte, eso si tomaba en cuenta que se hallaba justo a su lado
—O-oh, eso es... ¡Felicitaciones! En verdad esperaba que la tomaran, ya la han visto muchas parejas pero la mayoría se inclinaba por lugares mucho más céntricos. Pero verá, tenía confianza, este vecindario es muy seguro y calmado, además hay un parque cerca y creo que podría...
El hombre continuó, quizá sin darse cuenta o no importándole que él ya no le estuviera prestando atención. Sehun se giró una vez más para ver la casa y solo pudo pensar que seguía siendo fea. Es decir, solo había que echarle un vistazo para darse cuenta de ello. ¿Amarillo? ¿Naranja? ¿Qué clase de casa era tan llamativa?
A Sehun nunca le habían gustado las cosas demasiado ostentosas y esta casa tenía esa clase de sensación, la de tener un gran letrero de neón encima gritando a todas luces mírame.
Bueno, quizá podrían pintarla después, fue lo que pensó a modo consuelo.
Luhan, por su parte, seguía dando pasos aquí y allá viendo cada espacio que sus inquietos ojos podían captar. Sehun se cruzó de brazos y sonrió, de vez en cuando el rubio giraba para ver la casa de los vecinos o algún niño corriendo, y entonces él podría observar su precioso perfil con mejor claridad.
Entonces su corazón inevitablemente latía con más fuerza. Aunque un par de años habían trascurrido desde la última vez que había apreciado su belleza desde la lejanía, eso no evitaba que su cuerpo entero se llenara con nerviosismo y la inevitable emoción de siempre al verlo.
Era suyo, por fin podía decir que Luhan era suyo, no como un objeto, sino como una parte de él sin la cual Sehun se sentía incapaz de vivir.
—Es un hombre demasiado entusiasta, ¿no es así? —indicó el castaño mientras hacía un gesto en dirección a su esposo. Sehun tensó sus manos pero se dijo a sí mismo que no podía andar por la vida evitando que la gente mirara a Luhan. No cuando él mismo había caído víctima de sus encantos.
Además, no es como si el vendedor estuviera viendo al rubio con nada más que simple curiosidad sobre su actitud, algunas veces infantil. Sehun había oído, solo por casualidad, la llamada que el hombre recibió de su esposa, algo sobre terminar el trabajo antes de las 6 para poder pasar a recoger el pastel de cumpleaños de su hijo.
Y finalmente, no es como si Sehun hubiera visto su reloj que marcaba ya las 5 de tarde. Después de haber salido desde temprano, revisando y visitando diversas casas en venta, de un extremo a otro de la ciudad, él no quería convertirse en el principal culpable de que un niño no viera a su padre llegar en el día de su cumpleaños a la hora prometida. Sehun mismo recordaba con cuánta emoción anticipaba la llegada de su padre en las tardes, después del trabajo.
Sus manos se cerraron en torno a sus propios brazos. El recuerdo de su sonrisa al escuchar la puerta siendo abierta por las tardes fue sustituido por el débil llanto proveniente de la habitación al fondo del pasillo, la misma con la puerta que no debía abrir sin permiso...
—¿Y bien? ¿Entramos? Me gustaría mostrarles el interior, le aseguro que es todavía mejor. Las paredes y la escalera, ¡oh, la escalera! es muy bonita con su diseño —explicó el hombre mientras se posicionaba de vuelta a su lado, después de muy probablemente haber dicho lo mismo a Luhan.
Sehun sacudió la bruma lejos, dejando a los recuerdos del pasado esfumarse. No estaban aquí para eso. Su propósito era el de encontrar un lugar para ambos.
Luhan aún se mostraba entusiasmado y ya se había acercado a la puerta.
—Sí, hagamos eso —indicó antes de hacer un gesto con su mano a fin de que el hombre tomara la delantera.
El castaño sonrió amablemente antes de hacer sonar las llaves en sus manos y, como si conociera cada una de las llaves entre ese montón, cosa que seguramente hacía debido al carácter mismo de su empleo, tomó una y la apartó del resto antes de dirigirse a su esposo.
—Señor Lu, ¿me dejaría?
—¡Oh, sí, por favor!
Exclamó y Sehun casi temió que tirara la puerta de una patada, con toda esa emoción contenida que parecía tener. Era una suerte que eso fuera solo parte de su imaginación, sí claro, ¿cómo Luhan haría algo así? Luhan, quien siempre sabía mantenerse al margen.
Sehun se acercó y posó una mano sobre el hombro del rubio. Todo el cuerpo de Luhan vibraba con pequeñas ondas de felicidad. Cuando su esposo se giró y le miró, Sehun se vio hipnotizado por esos ojos.
Hechizante.
Así era su mirada. O quizá solo para él fuera de ese modo.
—¡Estoy muy emocionado! Es muy bonita, ¿no crees? Casi temía que solo dijeras que no como con las últimas. Sería una lástima porque pienso que es perfecta.
—Y... ¡Aquí tienen! Denle un vistazo, por favor —dijo el hombre cuando logró desbloquear la puerta.
Luhan se desprendió de su lado enseguida y se introdujo rápidamente a la casa, el vendedor ya había ingresado y mientras esperaba a que él entrara también, Luhan ya había escaneado con la vista lo que podría ser una sala de estar.
—Bien, aquí podrían colocar una pequeña sala aunque igual puede ser su comedor. Como podrán ver, es muy espacioso y básicamente pueden hacer uso del área como gusten.
Sehun paseó su mirada por la estancia. Tal y como había dicho el hombre, el lugar era amplio y a pesar de estar vacío por ahora, parecía bastante adecuado.
El vendedor les explicó varios detalles sobre la vivienda e incluso les llevó a la parte trasera. El lugar era limpio y acogedor. Desde luego que parecía la mejor elección.
No es que el resto hubieran sido malas pero a Sehun no terminaban de convencerle las otras opciones, sentía como que no iban de acuerdo a él o incluso a Luhan.
El antiguo departamento de soltero de su esposo no era parecido en nada a esta casa.
De todas formas, el rubio no parecía tan emocionado con las casas anteriores y eso le suponía un gran alivio, pues no le gustaría ser el único culpable de que el hogar soñado de su esposo no fuera la casa que eligieran entre los dos.
Este era un paso bastante grande para ellos, tomando en cuenta por todo lo que habían tenido que pasar con anterioridad. Sehun se sentía aliviado, como si por fin una pequeña carga fuera retirada de él.
—Las habitaciones del primer piso son perfectas para funcionar como dormitorios pero bien, como ya había dicho, pueden usar también la de abajo o si quisieran...
La voz se hizo distante mientras el vendedor salía de la habitación, ya estando en el primer piso, seguía hablando y dando explicaciones pero Sehun permanecía aún ahí, solo de pie y mirando al espacio despejado.
Luces naranjas entraban por las ventanas y Sehun dio toda una vuelta completa sobre sí mismo. Esa podría ser su habitación. Sí, era perfecta. Se imaginó la cama matrimonial que conseguirían y también se vio a ambos recostados en ella. Él y entonces Luhan descansando sobre su brazo. Sehun asintió.
¿Qué importaba el feo color? Era una buena casa.
—¡Ah!
La exclamación de Luhan le hizo volver a la realidad y, dejando su fantasía para otra ocasión, se dirigió al lugar de origen.
Entró al cuarto donde las voces con eco de su esposo y el vendedor se oían.
—¿Qué opina? ¿Es suficiente para relajarse después de un duro día de trabajo, eh?
Exclamó el hombre. Sehun entró en ese momento. Era el baño, uno bastante amplio, corroboró.
—Sí que lo es. Incluso podríamos caber mi esposo y yo juntos si... ¡Oh, Sehun, mira, tenemos un jacuzzi!
Solo entonces dirigió su mirada al espacio que seguramente estaba destinado para ese propósito.
—Bueno, es para poner un jacuzzi, aunque también podrían modificar el baño para, no sé, dejar solo la regadera o poner una tina más pequeña.
Sugirió el vendedor.
—Pero —agregó Luhan—, tendríamos que turnarnos para tomar un baño y sabes que...
—Está bien, pensaremos sobre el...
—Jacuzzi.
—Eso.
—Bien. Creo que eso sería todo, ya les he enseñado cada rincón de la vivienda, ¿todavía desean tomarla o quieren reconsiderarlo?
Preguntó finalmente con duda el castaño.
Sehun suspiró y vio a su esposo a un lado del hombre. Luhan le miró con sus ojitos de cachorrito rogando porque dijera que sí.
Después de todo el tiempo que habían andado de un lado a otro y luego de que Luhan se tomara tan bien su negativa a tomar una u otra casa por la razón que fuera, Sehun supo que debía aceptar.
¿Cuál era la probabilidad de que su belleza rubia se mostrara con la misma emoción en la siguiente casa que visitaran? Además, Sehun sabía que el vendedor probablemente rogaba internamente por su aceptación. Estaba seguro de que deseaba acabar e ir a casa con su propia familia.
—Claro. Aún queremos la casa.
—¡Maravilloso!
—¡Sí! Gracias, cariño.
Murmuró Luhan después de haber caminado en su dirección. El hombre castaño le sonrió con complicidad antes de salir y dejarlos solos.
El rubio envolvió sus brazos alrededor de su cintura y Sehun aprovechó la posición para inclinarse y depositar un beso sobre su cabeza.
—En verdad te ha gustado, ¿no es así?
Inquirió mientras Luhan los balanceaba levemente a ambos de lado a lado.
—Pero por supuesto, me encanta. ¡Es justo como deseaba que luciera mi casa!
—Bien, sí a ti te gusta, a mí también.
—¿Qué? ¿No te gusta?
El rubio se separó y Sehun le siguió mientras se dirigía hasta el lavabo de lujo. Su esposo trepó sobre él y se sentó, ante su atenta mirada.
—¿Qué me dices de este baño? Es amplio. ¿Y de este lavabo? ¿Ves lo fácil que puedo subir a él? No vas a tener que esforzarte mucho.
Sehun rio, negó y solo avanzó los pasos restantes. Su esposo le dejó acomodarse entre sus piernas de modo que sus rostros estaban uno frente al otro.
—Ya he aceptado, no tienes por qué esforzarte en convencerme de las... —dijo mientras rodeaba su cintura y Luhan descasaba sus manos en sus hombros—, múltiples ventajas.
—Ya lo sé.
Canturreó el rubio. Sehun esbozó una sonrisa antes de que Luhan capturara sus labios en un beso.
Este fue cálido y tierno, como cada vez que Luhan se proponía derretir su corazón.
—¡Señor Lu, ¿no bajan?!
Se escuchó el llamado del vendedor. Su belleza rubia rio en medio del beso antes de separarse.
—¡Ya vamos! —se apartó para dejarle bajar y caminar fuera también— Tendremos que dejar la prueba de resistencia de ese lavabo para otra ocasión.
Le dijo mientras se dirigían a las escaleras. Sehun le atrajo de nuevo para otro rápido beso antes de dejarle ir. Su esposo rubio volvió a su encantadora y parlanchina actitud mientras le rebasa para ir a encontrarse con el vendedor.
—Fui yo el que lo contactó y quien envió nuestros datos, ¿entonces por qué solo se dirige a ti?
Comentó mientras bajaban. Luhan suprimió una risa antes de contestarle:
—No lo sé, es mi encanto natural. Quizá también piense que soy lindo, ¿no quieres que le pregunte? —Sehun se quedó callado y no agregó nada más. Un recuerdo particularmente vergonzosa le obligó a guardar silencio—. No seas dramático, cariño. También sabe quién eres y... tal vez recuerde tu nombre.
Se burló. Ya en la planta baja, ambos se reunieron con el hombre.
Cuando el castaño se disculpó para contestar la segunda llamada del día, Sehun se quedó junto a su esposo en la casa. El interior era cálido y fresco. Si cerraba sus ojos, podía viajar al pasado y verse a sí mismo en la sala de su antigua casa.
—¡Oh!, ¿qué estás...?
Inquirió cuando sintió un par de manos cubriendo sus ojos.
La risita del rubio a sus espaldas lo delataba, aunque por el tamaño y la delicadeza de sus manos él ya supiera de quién se trataba.
—¿Qué haces, Lu?
Preguntó. Su esposo les hizo caminar un par de pasos antes de retenerse.
—¿Recuerdas mi apartamento? —Luhan esperó a que asintiera, cosa que hizo después de tomarse un segundo para evocar dicha imagen, antes de continuar—. ¿Recuerdas el sillón y la televisión?
¿Cómo podría olvidar ese espacio que su esposo tanto adoraba?
—Bueno, imagina que está aquí —Sehun lo hizo—. Ahora piensa en nosotros.
Instantáneamente después de eso, las imágenes de ambos acurrucados en el apartamento del rubio volaron a su mente. El cuerpo cálido de Luhan recargado contra su costado.
—¡Ta-Da! —exlamó después de liberarle.
Sehun abrió sus ojos para ver el espacio que les enseñó primero el vendedor castaño a su llegada.
—He decidido que aquí irá, ¿no te parece ideal?
Luhan le abrazó por detrás y asomó su cabeza por su lado izquierdo, recargando la mejilla contra su brazo. Sehun miró a sus ojos y el brillo permanente en ellos, entonces asintió.
—Aquí será entonces.
—¡Ay, lo siento tanto! Lamento la interrupción, asuntos en casa, es el cumpleaños de mi hijo...
—Oh, ¿tiene un hijo...?
Preguntó Luhan con interés. Él lo sabría si no se hubiera pasado la mayor parte del viaje embobado con los alrededores, pensó Sehun. El hombre sonrió apenado antes de enseñarle el fondo de pantalla de su teléfono, ahí estaban él y seguramente la hermosa mujer era su esposa y el niño en medio de ambos, su hijo.
Sehun les miró de reojo antes de regresar la vista al lugar que Luhan le había mostrado.
La casa parecía gustarle mucho si ya hasta había determinado dónde colocaría su pequeño rincón favorito.
La voz suave y las risas de su esposo llenaban sus oídos, provocándole una inmensa felicidad. Sehun estaba seguro de que este era un buen lugar para hacerlo su hogar.
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