Déjá Vu
Había algo inexplicablemente tranquilizador sobre la silueta que permanecía recargada contra el lateral del llamativo coche de un rojo intenso.
Sehun salió, caminando a paso lento a través del pasillo principal. Ajustó la correa de su mochila contra uno solo de sus hombros antes de avanzar hasta el exterior. No pudiendo evitar la pequeña sonrisa de lado que se formó en sus labios de forma instantánea cuando reconoció el precioso perfil del hombre.
Luhan, completamente ajeno a su presencia a tan solo unos metros de distancia, esbozaba una sonrisa sincera, se atrevía incluso a decir que con cierto toque melancólico, mientras admiraba algunas parejas caminar tomadas de la mano por el campus. Sus brazos cruzados sobre el pecho mientras, sin saberlo, dejaba a Sehun apreciar en un ángulo perfecto las finas facciones que adornaba su faz.
Sehun se mantuvo en el sitio por un segundo de embelesamiento, incapaz de perturbar el aura de completa paz que se envolvía alrededor del rubio. Recorriendo con la mirada, admiró cada detalle del contrario, desde los zapatos perfectamente lustrados hasta el traje que se ajustaba de una manera tan maravillosa, que parecía injusto, a la esbelta y grácil figura.
Incluso cuando antes nunca se puso a pensar duramente sobre lo que era admirar la belleza de otra persona, en cuanto Sehun hubo puesto sus ojos en Luhan, él había descubierto que el rubio era merecedor no solo de la adulación por su apariencia física sino de un respeto que era reclamado a través de la fuerza de su presencia.
El hombre rubio no era solo una cara bonita y Sehun sería el primero en proclamar a todo pulmón aquello, después de haber conseguido trabajar de cerca con él.
Porque más allá de un apariencia francamente atractiva, Luhan poseía grandes habilidades, y por si eso no fuera suficiente, su personalidad era una que parecía diseñada para agradar a cualquiera. El rubio tenía ese particular don de palabra y carácter fuerte pero comprensivo al mismo tiempo que había capturado no solo su interés sino su corazón, en la medida en que la fascinación conseguía acaparar cada vez más terreno en su interior.
Luhan era, ciertamente, la primera persona en la que Sehun pensaría si tuviera que nombrar algo realmente bello, pero también sería su nombre el primero en aparecer en su mente si de alguien en quien depositar su confianza se hablara.
Los tonos naranjas acompañados de pequeños tintes morados cubrían el cielo de la tarde que comenzaba a transformarse en noche a paso lento pero seguro. El aire fresco del ambiente hacía a sus cortos cabellos revolotear de lado a lado, mientras Luhan mantenía su atención puesta en el resto de jóvenes adultos que se paseaban por las afueras, rumbo a la salida de la universidad, aún sin haber notado a Sehun, quien lo observaba profundamente a unos cuantos pasos, bebiendo tanto de su imagen como pudiese.
Sehun miraba embelesado la hermosura tan única que Luhan poseía. Ahí estaba, esa inexplicable fuerza magnética que lo atraía cerca del otro. Incluso cuando sus ojos aún no se habían encontrado, él percibía la increíble carga eléctrica que se generaba en el breve espacio que los separaba.
Se sentía completamente atrapado bajo el hechizante encanto. No era solo por su suave cabello o sus ojos claros y brillantes, era más que su apariencia. Era sobre el tiempo que podía escucharle hablar sin parar, contándole sobre sus sueños del futuro.
Sehun nunca fue un fanático de la gente ruidosa pero Luhan era una sorprendente excepción a la regla, porque se había dado cuenta que podía gastar horas enteras escuchándole platicarle sobre él sin llegar a cansarse realmente.
Además, Luhan no era como el resto, no le exigía que hablase, así como no le presionaba para charlar sobre él o su familia si no lo quería.
Sehun también podría tomarse la libertad de admirar detalle a detalle de sus adorables gestos mientras hablaban porque Luhan no diría algo como: "Tu mirada fija da miedo". El rubio no se incomodaría y, sobre todo, nunca dejaría que los silencios se extendieran entre ellos.
En general, para él era imposible sentirse poco menos que alegre alrededor del hombre. Estar a su lado le daba una intensa sensación de seguridad.
Porque Luhan lo entendía. Porque Luhan estaba dispuesto a ayudarle.
Él lo aceptaba tal y como Sehun era.
Tomando el primer paso hacia al frente, hizo su camino en línea recta hasta el rubio descansando contra su propio auto. Había obtenido algunos buenos vistazos de este cuando veía al hombre salir del trabajo.
Alejando el cosquilleo revoloteando en la boca de su estómago y empujando lejos el repentino disparo de adrenalina, Sehun tranquilizó su respiración que se había quedado suspendida mientras miraba embobado a la última persona que esperaba encontrar al salir de sus clases de esta tarde.
Y como si su presencia fuera notoria conforme avanzaba, Luhan giró su rostro en su dirección. La sonrisa tan amplia que se extendió en su rostro hizo que el corazón de Sehun palpitara de forma descontrolada dentro de su pecho.
—Hey, ¿ya has acabado por hoy? —fue lo primero que el más bajo dijo apenas Sehun hubo llegado a su lado.
Así, parados frente a frente, Sehun observó a los ojos que tanto le enloquecían mientras Luhan levantaba su mirada para encontrarse con la suya.
—Sí —dijo, reacomodando la mochila sobre su hombro. Luhan llevó su mano a su rostro, apartando su propio flequillo que le cubría el rostro luego de que el viento lo hubiese desordenado. Sehun hubiese seguido adorando la forma en la que este lucía incluso así como estaba.
En realidad, no había forma posible en que algo no le gustara sobre él.
—Bien, no voy a decir que esto no es, de alguna forma, incómodo —agregó Luhan antes de reírse nerviosamente, Sehun le vio rascar su nuca mientras apartaba discretamente la mirada.
Él incluso parecía levemente ruborizado, o quizá solo era su alocada imaginación descontrolada. Sehun se preguntó si acaso sus latidos sonaban tan altos como en sus propios oídos. Esperaba que no.
—¿Qué hace aquí? —fue directo y preguntó sin rodeos.
No es como si tuviera que fingir con Luhan. El rubio se encontró de vuelta con sus ojos antes de sonreír como solo él sabía hacerlo.
—En realidad, si te soy sincero, no sé qué rayos hago aquí —admitió con derrota. Sehun vio a sus hombros caer—. Pensé que quizá... si es que no te molesta, podría invitarte a cenar, tal vez.
Su tono volviéndose más bajo al final de la oración. Luhan miraba en todo momento al suelo bajo sus pies, pateando alguna desafortunada piedra que se encontraba cerca.
—Aunque, no hay nada que pueda hacer si es que acaso ya tienes planes con alguien más... —susurró, sus ojos mirando a cualquier otro sitio que no fuera Sehun.
Por un segundo aquello le dejó mudo por la sorpresa y la actitud tan extraña que no era para nada la habitual en el rubio. No es como si el hombre no tuviera a otros compañeros de trabajo a los cuales invitar a comer, a alguien más adecuado que el chico que tan solo en una ocasión había tenido la oportunidad de apoyarlo luego de que su jefe se lo pidiera. Pero entonces, ¿por qué de entre todas la opciones elegiría al extraño pasante?
A menos que...
A menos que Luhan quisiera invitarlo precisamente a él. Recorrer todo el camino hasta su universidad solo para encontrase con Sehun. De alguna forma, el pensamiento de aquella remota posibilidad le hizo sentir inmensamente feliz.
No recordaba haber hablado tanto de su escuela en las escasas charlas con él, por lo que el rubio simplemente debía tener una muy buena memoria o estar bastante interesado en esos pequeño detalles como para memorizarlos. Quizá Sehun no era del todo una mancha irrelevante en la existencia de la persona que le había impulsado a pedir sus pasantías en aquella empresa.
Incluso cuando no sabía si ese era el caso en realidad o no. No importaba, valía la pena soñar, ¿no es así?
—Yo...
La primera respuesta que quería dar, una en donde no se viera involucrado más de la cuenta en lo que solo podría terminar en desilusión y sus sentimientos siendo rechazados, fue interrumpida por el fugaz recuerdo que atravesó la línea de su pensamiento de forma repentina.
Pensó en la primera vez que vio a Luhan, un simple encuentro maquinado por algo a lo que el rubio con total seguridad llamaría "destino". Entonces al instante en que consiguieron cruzar palabras y a la vergonzosa primera impresión que debió haber dejado en él; o la gran sonrisa y la fuerte carcajada que el rubio había dejado salir justo después de escuchar lo que de los labios de Sehun se había escapado.
Todos esos, bellos recuerdos que se negaba a dejar en el olvido.
Y entre ellos, los sentimientos que había descubierto que adquirió por el hombre en este corto periodo de tiempo. Pensó que al principio quizá podría ser solo la fascinación de un joven como él al descubrir algo tan increíble como lo era Luhan.
Había escuchado que no se debía juzgar a las personas por su apariencia. Pero conforme tuvo la oportunidad de interactuar con el rubio, en lugar de disminuir, sus sentimientos aumentaron su fuerza y fue entonces cuando Sehun se quedó sin opciones y tuvo que admitir que quizá, solo quizá, podría estar enamorado de esta belleza rubia.
Incluso cuando sabía que no era correcto sentir aquello. Que no se le estaba permitido mirarlo con "esos" ojos.
Así que buscando en su rostro suave por alguna mágica solución, Sehun fijó su mirada en los ojos claros del contrario.
Luhan se mordía levemente el labio inferior, pareciendo incluso nervioso. Pero Sehun sabía que no podía ser eso.
—No tengo planes. Me encantaría acompañarte a cenar—musitó al final.
El suspiro de alivio que el rubio soltó tras su respuesta fue algo que Sehun no dejó pasar por alto. Y en el fondo, él también se relajó dejando al aire contenido deslizarse entre sus labios.
"Algún día", se dijo a sí mismo, "No hoy, no mañana pero algún día definitivamente se lo diré".
Mirando en retrospectiva, aunque la situación era por completo distinta, aquel cosquilleo pululando en la boca de su estómago era el mismo de entonces.
Incluso sin el nervosismo de una inesperada visita, al mirar al frente y encontrarse con la increíble figura de su esposo recargado contra su auto rojo, Sehun pudo revivir las sensaciones experimentadas aquella primera vez que Luhan fue a su encuentro. Sin que él se lo esperara o siquiera imaginara las verdaderas intenciones detrás de aquel insignificante evento que marcó el inicio de un gran cambio en sus vidas.
Aquella vez en que no fue él pareciendo un desesperado acosador, buscando hasta el más tonto de los pretextos para encontrárselo por los pasillos de la empresa. En esa ocasión había sido el mismo Luhan quien, por propia voluntad, había tomado la incitativa de ir a verlo.
Tan temerario y seguro de sí mismo como siempre. Tal y como se esperaría del mismo hombre que a la navidad siguiente le robó un beso en la puerta de su propia casa.
Sonrió mientras avanzaba, Luhan apartando la mirada de sus compañeros saliendo del edificio y posando su atención en él.
Sehun caminó con pasos seguros y tranquilos hasta detenerse justo en frente del rubio. Y como en aquella ocasión, Luhan levantó su precioso rostro para encontrarse con sus ojos.
—Espero que ya hayas acabado por hoy, cariño, porque pienso invitarte a cenar.
Sin luchar contra la sonrisa traicionera que se formó en sus labios ante el sentimiento de haber vivido algo similar antes, elevó una de sus manos hasta posarla contra la suave mejilla de su amado. Luhan se inclinó contra su tacto antes de separar la espalda del lado del auto y acortar la distancia entre sus cuerpos.
Fundiéndose en un cálido abrazo, el rubio ocultó su cara entre el hueco de su cuello.
—Me encantaría ir a cenar contigo, Lu.
La respiración suave contra su cuello envió ondas eléctricas por todo su cuerpo. Entonces, envolviendo sus brazos entorno a su cintura, Luhan musitó:
—Feliz aniversario, mi amor.
Presionándose más cerca, Sehun bebió del aroma embriagador del cabello de su esposo antes de recargar su cabeza contra la del rubio. Incluso si no hubiera motivos para ir a cenar o para sentirse inevitablemente feliz, a Sehun le gustaba hacer sentir a Luhan como alguien especial. Porque eso es lo que era para él, alguien muy importante y que merecería ser tratado como tal.
Y Luhan, él también le demostraba con gestos como este que, con total seguridad, también le amaba. Sehun se encargaría de hacer de esta noche tan perfecta como su esposo la quería.
Cerró los párpados por un segundo antes de abrirlos nuevamente, justo para captar la imagen de Minseok subiendo a su auto, Kim Jongdae deslizándose en el asiento del copiloto. Incluso cuando el hombre ya tenía un coche propio.
La motocicleta del alto guardia de seguridad resonando mientras este se marchaba del recinto con alguien que Sehun creía que era el chico que atendía la recepción, Baekhyun, en la parte trasera.
—Feliz aniversario, precioso.
Presionando sus labios sobre la parte superior de su cabeza, besó el cabello rubio de su amor.
En aquella ocasión el nerviosismo no le permitía ni siquiera conectar correctamente dos oraciones juntas, pero ahora el poder mantener este pequeño cuerpo entre sus brazos hacía que valiera la pena el recuerdo de aquella desastrosa primera "cita".
Esta vez se aseguraría de no derramar vino sobre el traje de Luhan debido a sus manos temblorosas.
Y con seguridad, Luhan no se atragantaría con la cena después de un cumplido suyo.
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