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Cotidianidad

Cuando Sehun miró por primera vez a Luhan, a través de esa pequeña multitud, rodeado por el delicioso aroma del café, lo supo.

No lo había entendido por completo, por supuesto que no, pero eso no quitaba que algo, muy en el fondo, lo hubiera sabido incluso entonces.

Al final, ¿qué importaba? Su corazón lo sabía ahora. Sin duda alguna.

Él supo, con certeza, que se trataba de algo, algo grande y real. Algo especial y de gran importancia. Algo que lo cambiaría todo. No solo a él, como persona, sino al resto de su existencia.

Un día cualquiera, gris y monótono, había, de repente y sin avisar, sido coloreado de las más hermosas tonalidades.

Había sido implacable, y Sehun no había tenido ni la más mínima oportunidad contra aquel destino.

Ese hombre, tan deslumbrante como solo él podía ser, había cruzado esa puerta y había puesto todo su mundo de cabeza. Desde ese día, la vida de Sehun se había visto inevitablemente enredada a la de esa hermosa belleza rubia.

Cuánta razón había tenido entonces. Cuánta razón había tenido ese pequeño y tímido salto en su corazón. Ese nudo en el estómago cuando ese hombre rio y ese hormiguo en la punta de sus dedos cuando el impresionante extraño deslizó sus propios dedos entre su hermoso cabello, acomodando el flequillo rebelde.

Realmente había sido amor. Un amor tan real y verdadero como este podía llegar a ser.

Un amor tan avasallador capaz de robarle el aliento.

Sin embargo, cuando Sehun le confesó aquel amor, todo lo que obtuvo fue una risilla difícil de descifrar.

Aquel magnífico hombre había dicho: No puede ser amor, Sehun.

Luhan había negado con su cabeza, y esos hermosos mechones habían robado su atención de nuevo, tal y como había ocurrido aquella primera vez. Su estómago, por su puesto, había dado esa misma voltereta graciosa, incluso si su corazón había dolido un poco.

Incredulidad.

Ahora podía decir con certeza qué tipo de risa había sido aquella y lo que había significado.

Sehun se detuvo un segundo en su labor, dejando de secar la porcelana con el paño de cocina.

–¿A qué ha venido eso, tan de la nada? –Preguntó, fijando su atención en su esposo, quien con manos cubiertas en guantes verde pasto, fregaba su plato favorito.

Sehun lo sabía porque nunca lo dejaba tocarlo, incluso si era su turno de lavar los trastes.

–¿Qué? ¿No puedo reírme? –preguntó Luhan, fingiendo demencia.

Esa había sido una respuesta bastante vaga, si Sehun se atrevía a decirlo.

Después de unos momentos, recibió el plato limpio y ya casi seco, con ambas manos, como si recibiera un tesoro de gran valor.

Había un brillo divertido en la mirada de este esposo suyo, como si jugar con él fuera un gran deleite.

–¿Es este otro de esos momentos en los que "recordé un chiste gracioso que no puedo contarte porque si lo hago, me reiré antes de que pueda terminarlo"? –Quiso saber Sehun, regresando su atención al plato ya seco y limpio que ahora podía agregar al mueble de arriba.

Lo acomodó con el borde coloreado mirando hacia al frente, de modo que su esposo pudiera reconocerlo de entre los demás la próxima vez que lo quisiera usar.

Luhan resopló divertido, negando. El movimiento provocando que sus mechones seductores bailaran de un lado al otro.

Eran bonitos. Todo Luhan era precioso.

–¿Realmente vas a obligarme a decirlo?

–Estoy preguntando en serio –admitió Sehun, encogiéndose de hombros, como si no le importara.

Tsk. Realmente le importaba.

Había una cierta incomodidad bochornosa porque algo muy dentro de él le decía que ya sabía qué había detrás de todo este asunto.

–Es que tú... ¡agh! ¿Cómo puedes ser así? Y todavía te atreves a preguntar...

Ya había comenzado a divagar sin llegar al meollo del asunto.

Sehun ya tenía media sonrisa en el rostro. Siempre era agradable escuchar la risilla de la persona que amabas. Traía un inexplicable cosquilleo en el pecho con ella.

Luhan hacía mucho de ello, de forma un poco más literal en ocasiones.

Su esposo terminó, por fin, sacándose los guantes con un sonoro chasquido y girando en su lugar. Con su espalda contra el lavabo, dijo:

–Tú y todo esto es increíble —admitió finalmente, señalando de arriba hacia abajo, acaparando a Sehun por completo.

–No entiendo, ¿qué es lo increíble?

Luhan rodó los ojos, aún disfrutando algo que solo él podía entender.

–Tú, Oh Sehun —pronunció—, y el hecho de que no te consideres un hombre romántico. 

–Pero es la verdad, no me considero uno.

Se encogió de hombros por segunda vez.

Luhan negó otra vez. Mechones aquí y allá, de ida y vuelta. Sehun los miró por el rabillo del ojo.

–Claramente eres un romántico en toda la extensión de la palabra —afirmó Luhan, haciendo ademanes con las manos—. Eres como, no sé, ¿el hombre más romántico que he conocido?

–En realidad no lo soy –explicó Sehun pacientemente–. Creí que de eso se trataba, de demostrar el amor a nuestras personas especiales. Hacerles saber que las amamos. Tú sabes que te amo, Luhan. Entonces, ¿qué tiene de malo demostrártelo?

Sehun sonrió en medio de ello, esperando que eso fuera lo que Luhan viera cuando volteara, pero inesperadamente, cuando se giró, Luhan ya no miraba en su dirección. En su lugar, había girado su rostro y había cubierto su boca con el dorso de una de sus finas manos.

–¿Ahora qué?

–Increíble. Eres increíble. No puedo creer que digas esas cosas y todavía aún así...

Otra vez divagando. Sehun podía ver un sonrojo superficial bastante encantador que coloreaba las tiernas mejillas de su amado.

Sehun realmente no se consideraba una persona cursi. ¿Lo era?

Le había dicho la verdad a Luhan. ¿Acaso no era así? ¿Amar a alguien no significaba hacer cosas por ellos? ¿Cosas que los hicieran felices?

Medio riendo y aún sonrojado, Luhan se encontró con sus ojos. Inclinándose un poco, le dio un rápido beso cerca del hombro y regresó su mirada al frente, negando.

–El más romántico, en definitiva. Ah, me saqué la lotería después de todo —exclamó Luhan, con tono cariñoso.

Una pizca de orgullo coloreando su voz.

Esta vez fue el turno de Sehun para girar su rostro y desviar la mirada.

No importaba. No iba a discutir el tema, pues el resultado podría no ser el que Sehun esperaba.

Al final, ser capaz de amar a esta persona era todo lo que importaba.

Escuchar la risa melodiosa que alegraba sus días, mientras hacían tareas del hogar, hombro con hombro, eso tenía su propio encanto por sí solo.

A Sehun ni siquiera le gustaban tanto los quehaceres, sin embargo, esto también era un valioso tiempo que podía pasar con Luhan.

Ellos podían solo platicar mientras convertían algo tan simple en un momento especial. Un momento suyo.

Esto sí puede ser, mi amor.

Después de tantos años, Sehun descubrió que realmente podía responder algo como esto con tal seguridad.

Palabras que no habría tenido el valor para pronunciar en el pasado, ahora podía gritarlas a los cuatro vientos con total libertad.

Y esa tímida sonrisa incrédula que ahora podía vislumbrar en Luhan no tenía nada que ver con la que una vez vio en este mismo rostro.

Confía en mí, esto sí puede ser.

Esto va a ser, va a suceder y va a ser hermoso. Confía en mí.

Su amado esposo aún hablaba emocionado, sobre lo acertado que era Baekhyun al decir que Sehun era todo un romántico empedernido por él.

La tarde había llegado sin avisar, trayendo un poco de calidez mezclada con frescura de la noche por llegar.

Un rayo de luz se había filtrado por la ventana, capturando un mechón bailarín.

Qué hermoso. Eso es todo en lo que Sehun podía pensar mientras Luhan hablaba efusivamente.

Ah, la cotidianidad tenía su propio encanto. Al menos Sehun aún no se había aburrido de ella.

Con días tan pacíficos como este, ¿cómo podría siquiera desear algo más?

** ** **  

Holis, ha pasado un tiempo, espero que estén maravillosamente. Ah, qué bien se siente estar por aquí de nuevo, ya extrañaba escribir. Pienso que algo sencillo como esto ha estado muy bien para retomar un poco todo esto, espero que les guste ^3^

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